EEUU: “Protestan por cuatrocientos años de represión”. Entrevista a Noam Chomsky
06/06/2020
Arden
los Estados Unidos. Se ha impuesto el toque de queda en varias
ciudades, mientras los desórdenes en las calles de manifestantes tanto
negros como blancos no dan señales de disminuir y el ejército está listo
para intervenir.
Entretanto, las palabras y
acciones del gobierno norteamericano, sobre todo de Trump (sus últimos
comentarios de “ley y orden”, que evocan una serie dramática
televisiva), muestran poco interés en la reconciliación con comunidades
que están ya exasperadas por la crisis del coronavirus, el desempleo y
las desigualdades sociales.
Para comprender
las raíces históricas y sociales de los disturbios, planteamos unas
cuantas preguntas [formuladas por la periodista Silvia Nicolini] al
profesor Noam Chomsky, uno de los más renombrados expertos en el mundo
en la política y la sociedad norteamericanas.
Las
protestas que han seguido a la muerte de George Floyd se han convertido
en disturbios y se han extendido de Minneapolis a otras diversas
ciudades de los Estados Unidos. Mientras tanto, el Pentágono ha
apremiado a la policía militar a prepararse. Profesor Chomsky, ¿qué está
pasando en los Estados Unidos? ¿Hay algo más profundo detrás de las
protestas contra el racismo y el abuso de poder de los policías blancos?
Lo
que hay de más profundo son cuatrocientos años de brutal represión:
primero, el más feroz sistema esclavista de la historia humana, que
proporcionó buena parte de la base del crecimiento económico y la
prosperidad de los EE.UU. (y de Inglaterra); luego, diez años de
libertad en los que los negros pudieron incorporarse a la sociedad y lo
hicieron con notable éxito; después, un pacto Norte-Sur que otorgó de
modo efectivo a los antiguos estados esclavistas la autoridad para obrar
como les placiera. Lo que hicieron fue criminalizar la vida de los
negros, creando la “esclavitud con otro nombre”, título de uno de los libros más importantes sobre el tema.
Esto
duró prácticamente hasta la II Guerra Mundial, época en la que se
necesitaba mano de obra. Vino después un periodo de relativa libertad,
obstaculizado por leyes racistas tan extremas que las rechazaban los
nazis, y por leyes federales que exigían segregación en la vivienda
financiada por el gobierno que se construyó después de la guerra. Y por
supuesto, a los negros (y a las mujeres) se les excluyó de la educación
superior gratuita que se les concedió a los veteranos. Llegó luego
otra oleada de criminalización de la vida negra.
Ya se
puede imaginar el resto. Persiste el racismo, aunque sea menos rampante
que antes. Y cuando se manifiesta, como en el caso del asesinato de
Floyd, se produce naturalmente una explosion, a la que en este caso se
suma buena parte de la población blanca, un reflejo de progreso entre
algunas partes de la población a la hora de superar esta espantosa
maldición.
¿Cree usted que la pandemia ha
desempeñado algún papel en las protestas que se han desatado en días
recientes? ¿Ha puesto en primer plano las desigualdades del país y los
profundos problemas de justicia social? ¿O simplemente reventó algo que
ya llevaba cociéndose durante algún tiempo?
La
pandemia ha puesto de relieve algunos de estos problemas. Así, por
ejemplo, los negros mueren tres veces más que los blancos a causa de la
Covid-19. Trump, cuya mezquindad no tiene límites, se ha aprovechado de
la pandemia para recortar las regulaciones que limitan la contaminación
del aire, que tiene efectos demoledores en la actual pandemia
respiratoria. La prensa económica estima que, como resultado de ello,
pueden morir decenas de miles de personas, con una elevada concentración
entre personas negras que pueden permitirse vivir solamente en las zonas más contaminadas.
De qué modo va a influir esto en la opinion pública depende de la
medida en que se vea obscurecido por disquisiciones racistas.
¿Hay circunstancias como éstas en las que pueda justificarse la violencia de una población exasperada?
Se
puede entender, desde luego. Los anales revelan que no resulta sensato.
Conduce de manera sistemática a que haya más gente que apoye una
represión más dura.
Donald Trump reaccionó a las
protestas con un tuit que se borró posteriormente, pero no sin antes
echar más leña al fuego: “Cuando empiezan los saqueos, empiezan los
tiroteos”. ¿Nos puede explicar por qué, más allá de la incitación a la
violencia contra los manifestantes, esta frase ha tenido un impacto tan
contundente en la sociedad norteamericana? Y además, ¿cree usted que el
“pecado original que todavía hoy mancha a nuestro país” (tal como dijo
Joe Biden) se ve hoy agravado por la presencia de Trump? ¿Le ayuda
también su fiera retórica a volver a subir en las encuestas, que
muestran hoy a Biden en cabeza?
Trump citaba a un
alcalde de Florida de hace cincuenta años sobre cómo reaccionaría a las
protestas contra el racismo. El significado quedaba claro, aunque
después de una reacción enormemente negativa, Trump mintió sobre eso y
declaró que los que dispararían serían los saqueadores. Trump se ha
salido de su vía habitual para extender el “baldón” apelando a los
elementos supremacistas blancos. Es difícil prever la repercusión
popular.
¿Qué opina de la reacción de los liberales? ¿Hay alguna enseñanza de lo que está sucediendo estos días para ellos y para Biden?
Debería. Si va a ser este el caso, ya lo veremos.
Profesor,
una última pregunta. Ha citado usted la “criminalización de la vida de
los negros”, a la que ha menudo se ha referido en sus libros. ¿Puede
explicarnos brevemente cómo ha funcionado y sigue funcionando en la
sociedad norteamericana y su economía?
No puedo
atribuirme la frase, que se utiliza comunmente en los estudios sobre la
sociedad norteamericana. En los antiguos estados esclavistas del siglo
XIX se trataba de una política deliberada. Si había un hombre negro en
una calle, le podían detener por vagabundear, le podían imponer una
multa que no pudiera pagar y mandarlo a la cárcel…en la que se le podía
ofrecer a las empresas como perfecto trabajador: disciplinado, sin
protestas, barato. Esa fue una aportación de primer orden a la
revolución manufacturera de la época, así como a la industria
agroalimentaria.
La segunda oleada de criminalización
despegó con Ronald Reagan. En 1980, cuando tomó posesión de su cargo,
las cifras de población reclusa estaban dentro de los baremos europeos.
Desde entonces han explotado rebasando con mucho las de Europa. La gente
encarcelada es población negra de una manera desproporcionada. Eso se
debe en parte a la guerra de las drogas, y en parte se puede remontar al
mayor número de delitos entre los negros. Este ultimo hecho es algo que
se aduce a veces en las disquisiciones racistas, eliminando la pregunta
de por qué razón hay más delitos entre los negros. Es algo típico de
las comunidades oprimidas. El caso de los negros es de lejos el más
grave.
Catedrático emérito de lingüística del Massachusettes Institute of
Technology, EE UU, es uno de los activistas sociales más reconocido por
su magisterio y compromiso político.
il manifesto global, 2 de junio de 2020
Traducción:Lucas Antón
Los siete días en los que Trump estremeció a Estados Unidos
Ante las protestas más masivas en
Estados Unidos desde finales de los 60, Trump ha reaccionado esta semana
con una virulencia verbal y militar tan elevada que ha echado el país a
las calles y ha puesto en su contra al Ejército, a líderes religiosos y
hasta un amplio sector de su partido
07/06/2020 14:50 MANUEL RUIZ RICO - PÚBLICO
"¡Yo soy vuestro presidente de la ley y el orden!", proclamó Donald Trump el pasado lunes en un discurso televisado a la nación. El país llevaba días en las calles gritando I can’t breath! (No puedo respirar) para purgar la angustia y la cólera desde que el lunes anterior circulara por redes el vídeo de la muerte en Mineápolis de George Floyd, un parado de 46 años, asfixiado bajo la rodilla del agente Derek Chauvin, que tardó tres días en ser detenido.
La gente
miraba a la Casa Blanca, pero de allí sólo salía una retórica
incendiaria. En Washington la situación empezó a estar tan tensa que el
domingo se produjeron los primeros ataques de la policía a manifestantes
pacíficos. Allí estaba el estudiante de medicina de la Universidad de
Georgetown Michael Sobalvarro. Esa noche, mientras atendía a un herido en una manifestación, le dispararon con varias pelotas de goma y un policía le rompió la nariz con su escudo. Jamás pensó que eso podría pasarle en su propia ciudad, en la que nació hace 28 años.
El lunes volvieron a repetirse los ataques y la alcaldesa tuvo que decretar el primero de cuatro días con toque de queda. Fue el inicio de una semana en la que Washington llegó a estar militarizada y con helicópteros de guerra blackhawks
volando bajo para asustar a los manifestantes, y que concluyó ayer con
un tono completamente diferente: una manifestación multitudinaria y
festiva en memoria de Floyd y reclamando un cambio en el país.
"Había
terminado de trabajar y por la tarde me quise a acercar a la zona de
las protestas frente a la Casa Blanca, donde llegué sobre las 20.00
horas. Estaba todo tranquilo, había un ambiente festivo", dice
Sobalvarro. "Yo quería involucrarme, como latino, para protestar por la
muerte de George Floyd. La comunidad negra ha sido históricamente
discriminada en este país y muchos de los derechos que se han conseguido
y de que gozamos también los latinos, se han conseguido por sus luchas
históricas", añade.
La tarde estaba
transcurriendo con armonía y calma pero sobre las 22.30 horas, como
sucedería de nuevo al día siguiente, la policía cargó contra los
manifestantes. Sobalvarro acabó esa noche en el hospital con el tabique nasal de su nariz destrozado.
Fue la
antesala de una semana en la Trump estremeció a Estados Unidos, con
Washington como cobaya: el lunes, tras su discurso, la Policía y fuerzas
militares disolvieron de nuevo con gases y pelotas de goma una protesta pacífica
frente a la Casa Blanca antes del toque de queda. Había que hacerle
espacio al mandatario para que posara con una biblia ante la Iglesia de
San Juan, frente a la residencia presidencial. Fue el punto de no
retorno para el presidente y lo que desató las protestas públicas y
airadas de sectores amplios del Ejército, de líderes religiosos y hasta de su propio partido.
"Las protestas en
Washington están siendo pacíficas", dice Sobalvarro. "En la del domingo,
en que también cargaron contra nosotros, no pasó nada, nadie hizo nada y
de pronto", prosigue. "Empecé a ver gente que no podía abrir los ojos,
que vomitaba, gente sangrando… Habían lanzando gases y disparaban con
pelotas de goma… Empecé a correr, me detuve porque vi a un chico tirado
en el suelo sangrando y como tengo formación médica lo asistí. Traté de
levantarlo, me arrodillé y lo puse en mi regazo. Empecé a oír el ruido
de las pelotas de goma pasándome de cerca y me impactó una. Entonces
apareció justo delante de mí un policía con un escudo. Pensé que dejaría
que me levantara con el herido y nos fuéramos, pero me golpeó con el
escudo en la nariz y me la rompió. Mientras huía otra pelota de coma me
golpeó la espalda".
Los milmillonarios de Estados
Unidos aumentaron su riqueza en 282.000 millones de dólares (261.000
millones de euros) en sólo 23 días
El crimen de Floyd: había intentado pagar en una tienda de alimentación con un billete falso de 20 dólares.
La Policía llegó y menos de diez minutos después, Floyd estaba muerto.
No era un hecho aislado, sino otro más que se sumaba a un balance
nefasto con muchos telones de fondo además del racismo. Uno de ellos, los 1.100 personas que mata la Policía cada año.
Otro: los 40 millones de parados y más 100.000 muertos por la pandemia
de covid-19. Otro más: la covid-19 llegó a un país que había salido cojo
de la crisis de 2008, con una sociedad más desigual (70 millones de
personas no tienen seguro médico o tienen uno muy malo) y una clase
media cada vez más empobrecida mientras que la bolsa está por las nubes y
las grandes fortunas (los Bezos, los Musk, los Gates, los Yuan, los
Ballmer) amasan más y más dinero: los milmillonarios de Estados Unidos aumentaron su riqueza en 282.000 millones de dólares (261.000 millones de euros) en sólo 23 días, los que van desde el 18 de marzo hasta el 10 de abril.
Además del contexto
de desigualdades estructural del país y la crisis desatada por la
pandemia, el detonante de estas protestas, opina Sobalvarro, "ha sido la
brutalidad policial. La comunidad negra ha sufrido mucho maltrato de la
policía durante años y el caso de Floyd lo ha hecho saltar todo por los
aires".
La semana concluyó
con un país encendido y con su capital, Washington, sede de la Casa
Blanca, atestada de todo tipo de fuerzas policiales y militares: el
ejército, la guardia nacional, el FBI, la DEA, la CIA, la policía de
fronteras... Trump había llegado a acusar a los gobernadores de
"débiles" y los amenazó con invocar la Ley de Insurrección para desplegar al Ejército en los Estados del país. Durante varias noches, varios helicópteros militares, entre ellos un blackhawk, patrullaron desde el aire y a poca altura las calles de la capital para intimidar a los manifestantes.
Unos 1.600 militares
en activos habían sido trasladados a la capital desde varias bases
militares, entre ellos, miembros de la 82ª división aerotransportada,
que han pasado a la historia porque estuvieron en Normandía en junio del
44. Todo esto para que en los cuatro días que Washington estuvo bajo el
toque de queda, la Policía detuviera a unas 400 personas; la
práctica totalidad de ellas, manifestantes pacíficos que habían ignorado
la orden de irse a casa. Según un recuento de la agencia AP, en las
casi dos semanas de protestas en todo el país, han sido detenidas unas 10.000 personas.
Cifras no muy significativas ni ésta ni aquélla teniendo en cuenta que,
según los datos de 2018, en Estados Unidos se producen, en una
situación normal, 28.000 detenciones diarias.
La familia de
Sobalvarro llegó a Estados Unidos procedente de la localidad
nicaragüense de Granada en los años 70, en los inicios de la revolución
sandinista. Michael nació ya en Washington, una ciudad históricamente de
mayoría negra en la que los latinos representan ya el 11% de la
población. En Estados Unidos representan ya el 18% de la población. Son
la mayor de las minorías ya que los negros son el 13% del censo.
"Muchos latinos
han venido a este país y se han beneficiado de la lucha histórica de los
negros por la conquista de los derechos", explica. "Familias como la
mía, que huyó de una guerra, han vivido con paz y progreso en este país por esa lucha que ellos hicieron.
Por eso me sumé a las protestas el domingo y fue muy triste ver que
fuera la policía la que comenzara la agresión y que atacaran nuestro
derecho a manifestarnos", dice Sobalvarro.
El Pentágono, contra la estrategia de Trump
El miércoles, el ministro de Defensa, Mark Esper, ya no pudo más y clamó: "Digo esto no sólo como ministro de Defensa sino también como exsoldado
y exmiembro de la Guardia Nacional: la opción de utilizar fuerzas en
activo para aplicar la ley sólo debe utilizarse como último recurso y
sólo en las situaciones más urgentes y graves, y no estamos en una de
esas situaciones ahora".
Esper llegó a
ordenar esa mañana el regreso a sus bases de origen de unos 200
soldados, pero horas después canceló la orden. La agencia AP aseguró que
esto se produjo tras una reunión de Esper en la Casa Blanca. En
cualquier caso, el jueves se volvió a dar la orden y la capital dejó de estar ocupada por su propio ejército, un asunto que es tabú en Estados Unidos y ha despertado un enorme malestar.
El mismo día que Esper rechazó la estrategia militarista de Trump, el ministro de Defensa del presidente en 2017 y 2018, el general James Mattis,
emitió un comunicado durísimo. Acusó a Trump de autoritario y añadió:
"Es el primer presidente que he visto a lo largo de mi vida que no
intenta unir al pueblo americano, ni siquiera finge intentarlo. Intenta dividirnos".
“No se puede caer más bajo que manipulando a dios”
Mientras ambas
declaraciones hacían evidente el malestar en el Pentágono, lo mismo
sucedería entre los líderes religiosos y en el seno del Partido
Republicano. Tras la foto del lunes blandiendo una biblia ante la Iglesia de San Juan,
Trump decidió repetir la apuesta el martes y acudió al templo católico
de San Juan Pablo II de la capital para fotografiarse. Los responsables
de ambas iglesias cargaron contra el presidente sin ambages.
Mariann Budde, la
obispo de Washington de dicha diócesis (una rama americana de la iglesia
anglicana), afirmó: "No quiero que el presidente Trump hable en San
Juan. Han limpiado con gas lacrimógeno la zona para poder usar una de
nuestras iglesias… [y con Trump] sosteniendo una Biblia, una que declara que Dios es amor, cuando todo lo que ha dicho y hecho ha sido para encender la violencia".
"Creo que no se puede caer más bajo que cuando uno intenta manipular a dios"
El arzobispo Wilton Gregory,
responsable del segundo templo, encontró "desconcertante y censurable
que cualquier instalación católica sea tan atrozmente mal utilizada y
manipulada de una manera que viola nuestros principios religiosos, que
nos llaman a defender los derechos de todas las personas".
El pastor bautista y activista Jesse Jackson
señaló el jueves, tras participar en el memorial por George Floyd en
Mineápolis: "Necesitamos reconciliación, no polarización. La biblia es
un libro sagrado y creo que no se puede caer más bajo que cuando uno
intenta manipular a dios".
McConnell pide que “el pueblo pueda ejercer sus derechos”
También el martes
fue el día clave en el Partido Republicano, cuyos senadores estaban en
Washington y se levantaron ese día con la resaca de los ataques a la
manifestación pacífica del día anterior para que Trump se hiciera la
foto de la biblia. Una de las primeras en levantar la voz fue la
senadora por Alaska Lisa Murkowski: "No creo que la
militarización sea la respuesta a la ansiedad y el miedo que sentimos en
este momento. Ésos no son los Estados Unidos que conozco". Al día
siguiente, Murkowski llegó a dudar de si apoyaría a Trump para su
reelección en las elecciones de noviembre.
Casi ningún senador republicano quiso defender públicamente al presidente y muchos se pusieron de perfil
Una
vez abierta la veda, casi ningún senador republicano quiso defender
públicamente al presidente y muchos se pusieron de perfil, incluso hubo
quien negó que hubiera visto los hechos… pero entre los críticos
explícitos, destacan las voces de Ben Sasse (Nebraska) y Lindsey Graham (Carolina del Sur), éste asiduo colaborador del presidente, y, sobre todo, del líder de los demócratas en el Senado, Mitch McConnell.
Este último
prefirió expresarse el jueves no hablando a los periodistas sino
mediante un hilo de Twitter, en el que defendió al ministro de Defensa
frente a la estrategia de Trump. McConnell celebró "la experta asesoría y liderazgo de personas como Esper".
"Aprecio su trabajo dedicado en este momento difícil para la nación y
su firme compromiso con sus deberes constitucionales para preservar la
paz y el orden, defender la libertad, y proteger al pueblo de Estados
Unidos para que pueda ejercer libremente sus derechos", añadió.
En cuanto a
Graham, reconoció que "el uso de tropas militares en servicio activo en
circunstancias como ésta es un hecho bastante raro", mientras que Sasse
se despachó el miércoles con un comunicado extenso y directo: "Hay un
derecho fundamental y Constitucional a la protesta. Estoy contra el
desalojo de una protesta pacífica para hacerse una foto y tratar la
palabra de dios con un propósito político. Cada servidor público en Estados Unidos debería estar rebajando la temperatura",
señaló, para cerrar la declaración con una sentencia fulminante
dirigida tanto a los abusos policiales contra los negros como los que se
están produciendo contra los manifestantes estos días: "La injusticia
policial es repugnante".
Tras acudir al
hospital el domingo con la nariz rota por la policía, Sobalvarro
permaneció convaleciente en su casa los siguientes cuatro días. Desde el
viernes ha vuelto a sumarse a las protestas que se encadenan en la
capital un día tras otro. Trump desenfundó desde el pasado lunes una muy
contestada estrategia militarista que no ha hecho sino despertar aún
más las conciencias de los norteamericanos. El presidente llamó a
"dominar" a los manifestantes. Ese intento de dominación fue el que
destrozó la nariz de Sobalvarro. "Los ataques que recibimos me hicieron estar muy triste y muy preocupado por la libertad en Estados Unidos", asegura.
El viernes, la alcaldesa de Washington, la demócrata Muriel Bowser,
ordenó cambiar la nomenclatura del tramo de vía frente a la Casa
Blanca, en el cruce de las calles 16 con la H. Justo en ese cruce se
ubica la Iglesia de San Juan, la zona donde fueron atacadas las
protestas pacíficas y donde Trump quiso hacerse una foto con una biblia
el pasado lunes. En la acera de esa esquina, a unos 150 metros de la
Casa Blanca, un poste lleva ya el letrero con el nuevo nombre. Dice: Black Lives Matter Plaza (Plaza Las vidas negras importan).
Georges Floyd: la gota que colmó el vaso
por La Haine - 04/06/2020
Situación en EEUU y solidaridad internacional
Desde
el asesinato de Georges perpetrado por cuatro policías el pasado 25 de
mayo, los disturbios se han extendido por numerosas ciudades americanas
que, al grito de « No puedo respirar », reclaman justicia y el fin de la
brutalidad y de los abusos policiales
El crimen ha conmocionado al país por cuatro razones : la naturaleza del mismo (muerte de un hombre negro a manos de un policía blanco), el carácter sistémico de este tipo de agresiones mortales que implica la presencia de un racismo institucional en los cuerpos de policía, la brutalidad de la muerte (asfixia provocada por una fuerte presión en el tórax durante más de 8 minutos) y la difusión masiva e instantánea de la escena en las redes sociales.
Las manifestaciones de protestas se intensificaron a partir del martes 26 de mayo, primero en la ciudad de Mineápolis y posteriormente en todo el país :
- Comisarías incendiadas el martes y el jueves en la ciudad, toque de queda y 13000 soldados en las calles que no pudieron contener a los miles de manifestantes que tomaron las calles al grito de « No puedo respirar ».
- A partir del sábado 30 de mayo otras ciudades importantes como Nueva York, Los Ángeles, Seattle o Washington se sumaron a las protestas.
Represión en Seattle
- El estado de sitio se amplía a ciudades como Washington y los aledaños de la Casa Blanca se convierten en escenario de los principales disturbios. Trump amenaza con desplegar al ejército por todo el país e incita a la violencia racial en las redes sociales (dos de ellas, Twitter y Snapchat deciden eliminar la promoción automática de sus mensajes).
Protestas frente a la Casa Blanca
Hasta el momento 13.500 personas de 43 ciudades diferentes han sido detenidas en las protestas
Represión en diferentes ciudades americanas
El culpable directo de este asesinato, Derek Chauvin, ha sido
expulsado del cuerpo y acusado de homicidio involuntario, así como otros
tres policías cómplices. Pero el problema va mucho más allá : no se
trata de un caso aislado y la presencia de este racismo estructural en
las fuerzas de seguridad es denominador común en multitud de países, lo
que ha explicado una importante reacción de solidaridad a nivel
internacional.
Berlín, Londres, Barcelona, Atenas, Frankfurt, Estocolmo… la lista de ciudades que han mostrado en los últimos días su apoyo a la lucha contra el racismo y la violencia policial son numerosas pero la rabia fue especialmente visible en París donde una multitudinaria manifestación recordó a Adama Traoré, asesinado en circunstancias similares.
La marcha, que había sido ilegalizada, reunió el pasado martes a 20.000 personas que respondieron a la convocatoria del colectivo « Verité pour Adama » y, al grito de Georges Floyd presente recorrieron las principales arterias de la ciudad.
Impresionante movilización en París
El crimen ha conmocionado al país por cuatro razones : la naturaleza del mismo (muerte de un hombre negro a manos de un policía blanco), el carácter sistémico de este tipo de agresiones mortales que implica la presencia de un racismo institucional en los cuerpos de policía, la brutalidad de la muerte (asfixia provocada por una fuerte presión en el tórax durante más de 8 minutos) y la difusión masiva e instantánea de la escena en las redes sociales.
Las manifestaciones de protestas se intensificaron a partir del martes 26 de mayo, primero en la ciudad de Mineápolis y posteriormente en todo el país :
- Comisarías incendiadas el martes y el jueves en la ciudad, toque de queda y 13000 soldados en las calles que no pudieron contener a los miles de manifestantes que tomaron las calles al grito de « No puedo respirar ».
- A partir del sábado 30 de mayo otras ciudades importantes como Nueva York, Los Ángeles, Seattle o Washington se sumaron a las protestas.
Represión en Seattle
- El estado de sitio se amplía a ciudades como Washington y los aledaños de la Casa Blanca se convierten en escenario de los principales disturbios. Trump amenaza con desplegar al ejército por todo el país e incita a la violencia racial en las redes sociales (dos de ellas, Twitter y Snapchat deciden eliminar la promoción automática de sus mensajes).
Protestas frente a la Casa Blanca
Hasta el momento 13.500 personas de 43 ciudades diferentes han sido detenidas en las protestas
Represión en diferentes ciudades americanas
Berlín, Londres, Barcelona, Atenas, Frankfurt, Estocolmo… la lista de ciudades que han mostrado en los últimos días su apoyo a la lucha contra el racismo y la violencia policial son numerosas pero la rabia fue especialmente visible en París donde una multitudinaria manifestación recordó a Adama Traoré, asesinado en circunstancias similares.
Graffiti en las calles de Barcelona
La marcha, que había sido ilegalizada, reunió el pasado martes a 20.000 personas que respondieron a la convocatoria del colectivo « Verité pour Adama » y, al grito de Georges Floyd presente recorrieron las principales arterias de la ciudad.
Impresionante movilización en París
EEUU: del 'I have a dream' al 'I cant’ breath'
por Katu Arkonada
LA HAINE - 07/06/2020
El levantamiento del pueblo estadounidense
contra el racismo estructural en su sociedad podría cambiar el resultado
de las elecciones presidenciales
El asesinato policial de George Floyd ha provocado un levantamiento antirracista y antifascista en EEUU, que retoma el Black Lives Matter puesto
en marcha en 2013 tras el asesinato por un disparo policial en el pecho
del adolescente Trayvon Martin, y que cobró fuerza en 2014 tras ser
abatido a tiros en Ferguson, también por la policía, Michael Brown.
Tal y como transcurren los acontecimientos, es probable que la muerte de una persona tenga cuanto menos la misma incidencia en el resultado de la elección presidencial de noviembre que la crisis del Covid-19 que ya ha cobrado la vida de más de 110 mil estadunidenses.
A Floyd, guardia de seguridad que había quedado desempleado por la pandemia, le ahogaron durante ocho minutos y 46 segundos con la rodilla en su cuello por haber pagado un plato de comida con un billete de 20 dólares falso.
Pero el asesinato de George Floyd es la punta del iceberg de un sistema basado en el racismo y el clasismo que permite, según la web Mapping Police Violence, que 99 por ciento de las muertes a manos de la policía entre 2013 y 2019 hayan quedado impunes.
Tan sólo en 2019 hubo mil 42 personas muertas por disparos policiales. De ellas, según una investigación del Washington Post, por cada millón de habitantes 12 eran blancas, 23 hispanas, y 31 afroamericanas. Es decir, en EEUU tienes casi tres veces más probabilidades de morir por disparos de la policía si eres negro.
Otra estadística terrorífica muestra que, aunque en EEUU aproximadamente 50 por ciento de las personas asesinadas son blancas, 80 por ciento de los condenados a muerte lo son por haber matado a una persona blanca.
Y si pensamos la pandemia de coronavirus que azota el planeta, en EEUU, con 13 por ciento de la población afroamericana, 26 por ciento de las muertes por Covid-19 son de raza negra. Se hace necesario darle un vistazo al proyecto The Covid Racial Data Tracker para comprobar que quienes más están muriendo por Covid-19 son personas afroamericanas, latinas e indígenas.
Todo ello, a menos de cinco meses para una elección presidencial donde,en principio, era casi segura una relección de Trump, basada en los buenos datos del crecimiento económico y la reducción del desempleo, frente a un Partido Demócrata en crisis y un candidato gris como Joe Biden. Sin embargo, hoy, con una crisis sanitaria que se traduce en una crisis económica y social sin precedente, que ha dejado más de 40 millones de desempleados entre marzo y mayo, y una previsión del FMI de contracción del PIB de 6 por ciento, Trump ya no está tan seguro de la victoria y comienza a dar síntomas de nerviosismo.
Por eso el magnate se repliega sobre su núcleo duro tuiteando el 29 de mayo “ When the looting starts, the shooting starts” (el saqueo lleva a los disparos), que hace referencia a expresiones utilizadas por policías y racistas en 1967 en pleno auge del movimiento por los derechos civiles, y en 1968, año del asesinato de Martin Luther King. El 31 tuitea: “ Law & order!”, la misma frase con la que Richard Nixon ganó las elecciones en 1968.
Enfrente de Trump, la población afroestadunidense, migrantes, estudiantes, mujeres y ambientalistas, con la duda de si Biden va a ser capaz de articular todas sus demandas y sumar además de los sectores del establishment a los que representa, la izquierda que acaudilla Bernie Sanders. Para ello va a ser importante su acompañante como vicepresidenta, que con toda seguridad va a ser una mujer.
Es difícil que sea Amy Klobuchar, con un perfil de centro parecido a Biden, pero tampoco Elizabeth Warren, muy a la izquierda para el establishment demócrata. La elección de vicepresidenta podría estar entre tres mujeres afroestadunidenses, la senadora por California, Kamala Harris, la ex candidata a gobernadora de Georgia, Stacey Abrams, y la congresista por Florida, estado clave, Val Demings.
Y así como el Make America great again fue un mensaje potente que permitió a Trump ganar una elección, el Black lives matter está dando también una batalla en redes sociales, donde una de las figuras más importantes está siendo Bernice King, hija de Martin Luther King, quien publicó una carta de 1963 de su padre desde la cárcel, donde afirma que la mayor piedra con la que se tropieza la liberación negra no es el Ku Kux Klan, sino los blancos moderados, que prefieren una paz negativa entendida como ausencia de tensión, a una paz positiva comprendida como realización de la justicia. Luther King señalaba en esa carta que la experiencia les ha enseñado de manera dolorosa que la libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor, sino que debe ser exigida por las y los oprimidos.
Del Make America great again al Black lives matter. Del I have a dream, de Martin Luther King en 1963, al I can’t breath, de George Floyd en 2020, la pandemia está cambiando el tablero geopolítico, y el levantamiento del pueblo estadounidense contra el racismo estructural en su sociedad podría cambiar también el resultado de las elecciones presidenciales.
Mientras tanto, no hay suficiente fuego que pueda traer justicia por el asesinato de George Floyd y el resto de víctimas de la violencia policial y racial en EEUU.
La Jornada
Tal y como transcurren los acontecimientos, es probable que la muerte de una persona tenga cuanto menos la misma incidencia en el resultado de la elección presidencial de noviembre que la crisis del Covid-19 que ya ha cobrado la vida de más de 110 mil estadunidenses.
A Floyd, guardia de seguridad que había quedado desempleado por la pandemia, le ahogaron durante ocho minutos y 46 segundos con la rodilla en su cuello por haber pagado un plato de comida con un billete de 20 dólares falso.
Pero el asesinato de George Floyd es la punta del iceberg de un sistema basado en el racismo y el clasismo que permite, según la web Mapping Police Violence, que 99 por ciento de las muertes a manos de la policía entre 2013 y 2019 hayan quedado impunes.
Tan sólo en 2019 hubo mil 42 personas muertas por disparos policiales. De ellas, según una investigación del Washington Post, por cada millón de habitantes 12 eran blancas, 23 hispanas, y 31 afroamericanas. Es decir, en EEUU tienes casi tres veces más probabilidades de morir por disparos de la policía si eres negro.
Otra estadística terrorífica muestra que, aunque en EEUU aproximadamente 50 por ciento de las personas asesinadas son blancas, 80 por ciento de los condenados a muerte lo son por haber matado a una persona blanca.
Y si pensamos la pandemia de coronavirus que azota el planeta, en EEUU, con 13 por ciento de la población afroamericana, 26 por ciento de las muertes por Covid-19 son de raza negra. Se hace necesario darle un vistazo al proyecto The Covid Racial Data Tracker para comprobar que quienes más están muriendo por Covid-19 son personas afroamericanas, latinas e indígenas.
Todo ello, a menos de cinco meses para una elección presidencial donde,en principio, era casi segura una relección de Trump, basada en los buenos datos del crecimiento económico y la reducción del desempleo, frente a un Partido Demócrata en crisis y un candidato gris como Joe Biden. Sin embargo, hoy, con una crisis sanitaria que se traduce en una crisis económica y social sin precedente, que ha dejado más de 40 millones de desempleados entre marzo y mayo, y una previsión del FMI de contracción del PIB de 6 por ciento, Trump ya no está tan seguro de la victoria y comienza a dar síntomas de nerviosismo.
Por eso el magnate se repliega sobre su núcleo duro tuiteando el 29 de mayo “ When the looting starts, the shooting starts” (el saqueo lleva a los disparos), que hace referencia a expresiones utilizadas por policías y racistas en 1967 en pleno auge del movimiento por los derechos civiles, y en 1968, año del asesinato de Martin Luther King. El 31 tuitea: “ Law & order!”, la misma frase con la que Richard Nixon ganó las elecciones en 1968.
Enfrente de Trump, la población afroestadunidense, migrantes, estudiantes, mujeres y ambientalistas, con la duda de si Biden va a ser capaz de articular todas sus demandas y sumar además de los sectores del establishment a los que representa, la izquierda que acaudilla Bernie Sanders. Para ello va a ser importante su acompañante como vicepresidenta, que con toda seguridad va a ser una mujer.
Es difícil que sea Amy Klobuchar, con un perfil de centro parecido a Biden, pero tampoco Elizabeth Warren, muy a la izquierda para el establishment demócrata. La elección de vicepresidenta podría estar entre tres mujeres afroestadunidenses, la senadora por California, Kamala Harris, la ex candidata a gobernadora de Georgia, Stacey Abrams, y la congresista por Florida, estado clave, Val Demings.
Y así como el Make America great again fue un mensaje potente que permitió a Trump ganar una elección, el Black lives matter está dando también una batalla en redes sociales, donde una de las figuras más importantes está siendo Bernice King, hija de Martin Luther King, quien publicó una carta de 1963 de su padre desde la cárcel, donde afirma que la mayor piedra con la que se tropieza la liberación negra no es el Ku Kux Klan, sino los blancos moderados, que prefieren una paz negativa entendida como ausencia de tensión, a una paz positiva comprendida como realización de la justicia. Luther King señalaba en esa carta que la experiencia les ha enseñado de manera dolorosa que la libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor, sino que debe ser exigida por las y los oprimidos.
Del Make America great again al Black lives matter. Del I have a dream, de Martin Luther King en 1963, al I can’t breath, de George Floyd en 2020, la pandemia está cambiando el tablero geopolítico, y el levantamiento del pueblo estadounidense contra el racismo estructural en su sociedad podría cambiar también el resultado de las elecciones presidenciales.
Mientras tanto, no hay suficiente fuego que pueda traer justicia por el asesinato de George Floyd y el resto de víctimas de la violencia policial y racial en EEUU.
La Jornada
Noticias Internacionales Independientes (EE.UU.)
¡George Floyd, presente!
Columna 05 de junio de 2020
Amy Goodman y Denis Moynihan
El miércoles por la tarde, Keith Ellison, primer fiscal general afroestadounidense de Minnesota, expresó en conferencia de prensa: “Estamos aquí hoy porque George Floyd no lo está. Debería estar aquí. Debería estar vivo, pero no lo está”. Luego anunció que elevaría a asesinato en segundo grado la acusación contra el exoficial de policía de Minneapolis, Derek Chauvin, que fue separado de su cargo luego de la conmoción que generó la muerte de Floyd. Chauvin presionó su rodilla sobre el cuello de George Floyd durante aproximadamente nueve minutos, lo que le provocó la muerte. En los últimos tres de estos minutos, Floyd, que estaba esposado, yacía inconsciente. Ellison también anunció que presentará cargos por complicidad e instigación al asesinato contra los otros tres agentes involucrados en la muerte de Floyd. Las comunidades de color, que ya venían golpeadas por el desproporcionado impacto que la pandemia de coronavirus tiene sobre ellas, explotaron en protestas masivas. En medio de la doble pandemia de COVID-19 y violencia policial, el asesinato de George Floyd desencadenó una amplia y diversa rebelión contra el flagelo del racismo sistémico.
El video del asesinato de George Floyd fue visto por cientos de miles de personas en todo el mundo. Pero poco se sabe de la vida de este hombre afroestadounidense de 46 años de edad. Esta semana se llevarán a cabo ceremonias en memoria de George Floyd en diversas ciudades y el martes se realizará el funeral en Houston.
George Perry Floyd, oriundo de Fayetteville, Carolina del Norte, se crió en el vecindario Third Ward de Houston, un área históricamente negra de la ciudad. Tenía dos hijos adultos, Connie y Quincy Mason, y una hija de seis años, Gianna. Hace varios años se había mudado de Houston a Minneapolis, donde trabajaba como personal de seguridad del restaurant Conga Latina Bistro, pero recientemente había perdido su trabajo a causa de la pandemia.
En un mensaje de video sin fecha publicado en las redes sociales, Floyd, que trabajaba como mentor de jóvenes, expresó su rechazo a la violencia con armas de fuego: “Tengo mis defectos y falencias y no soy mejor que nadie, pero, amigo, los tiroteos que están ocurriendo… No me importa de qué religión seas o dónde estés. Te amo y Dios te ama. Bajen las armas”.
El activismo de George Floyd contra las armas de fuego atrajo la atención de dos nativos de Houston, el artista y empresario de hip-hop Corey Paul y el pastor Patrick “P.T.” Ngwolo, que buscaban contactos en Third Ward para sumar voluntades a su trabajo religioso por la justicia social. En una entrevista concedida a Democracy Now!, Corey Paul expresó: “Fuimos muy afortunados por haber conocido a George. George ya predicaba la paz, el amor, la unidad y a Dios y se manifestaba en contra de la violencia con armas de fuego antes de que apareciéramos nosotros. Así que cuando llegamos, George básicamente dijo: 'Si le concierne a Dios, entonces me concierne a mí'.
También en una entrevista con Democracy Now!, el pastor Ngwolo agregó: “Como hombre de paz, Big Floyd fue uno de los primeros en ayudarnos a que se nos abran las puertas del vecindario y en decirle a la gente que éramos personas de bien”. La muerte de Big Floyd tendrá un impacto duradero en la comunidad en la que trabajaba. Al respecto, Corey Paul dijo: “George no tiene reemplazo. A los barrios que muchas veces se dice que necesitan una reforma radical no es posible llevar gente o información y pretender lograr un cambio. Tiene que venir desde un lugar genuino y holístico. Y esto era lo que representaba George dentro de su comunidad”.
Una de las tantas fotos de George Floyd que publicaron sus amigos en Internet lo muestra en un bautismo al aire libre junto a un grupo de compañeros. “Big Floyd”, de 1,95 m de altura, sostiene una biblia en alto, que se eleva sobre las cabezas de los demás. La imagen, contrapuesta con la foto del presidente Donald Trump que montó la Casa Blanca esta semana, pone al descubierto el marcado abismo que existe entre la fe genuina y el activismo de Floyd y la burda propaganda de Trump.
Washington D.C. ha sido el escenario de algunas de las protestas más intensas contra el asesinato de Floyd. Día y noche, los manifestantes colmaron el parque Lafayette, frente a la Casa Blanca. El viernes por la noche, el Servicio Secreto acompañó a Trump hacia el búnker de la Casa Blanca mientras la protesta crecía en tamaño y energía. El lunes, agentes federales desalojaron violentamente el parque, según se informa, tras recibir órdenes del fiscal general William Barr. Con una violencia desenfrenada, la policía antidisturbios cubrió a la multitud de manifestantes pacíficos con gases lacrimógenos y luego cargó contra ellos, abriéndose paso con sus escudos, mientras golpeaba a la gente, disparaba balas de acero recubiertas de goma y le rociaba gas pimienta de forma deliberada. Cuando el parque quedó despejado, Trump y su comitiva, incluido el secretario de Defensa y el jefe del Estado Mayor Conjunto, marcharon hacia la cercana Iglesia Episcopal de San Juan, cuyas puertas y ventanas estaban tapiadas con tablones. Allí, Trump posó para las fotos con un Biblia en alto, sin abrir el libro ni citar ningún verso. Esta escenificación vacía y la violencia policial que la precedieron fueron ampliamente rechazadas por el clero, autoridades electas y miembros de la comunidad.
El Pastor Ngwolo comentó para Democracy Now!: “Si hubiera abierto [la Biblia], habría visto que el país necesita que retroceda en su retórica, que una al pueblo y ojalá logre que esta situación llegue a una resolución pacífica”.
La vitalidad de la protesta y el torrente de indignación por el asesinato de George Floyd a manos de la policía no serán silenciados. Una investigación sólida y un procesamiento contundente de los cuatro exoficiales de policía podrán brindar algo de justicia. Pero el fuego que encendió George Floyd con las palabras que pronunció antes de morir, “no puedo respirar”, seguirá ardiendo hasta que la plaga del racismo sea purgada de nuestro cuerpo político.
© 2020 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
El miércoles por la tarde, Keith Ellison, primer fiscal general afroestadounidense de Minnesota, expresó en conferencia de prensa: “Estamos aquí hoy porque George Floyd no lo está. Debería estar aquí. Debería estar vivo, pero no lo está”. Luego anunció que elevaría a asesinato en segundo grado la acusación contra el exoficial de policía de Minneapolis, Derek Chauvin, que fue separado de su cargo luego de la conmoción que generó la muerte de Floyd. Chauvin presionó su rodilla sobre el cuello de George Floyd durante aproximadamente nueve minutos, lo que le provocó la muerte. En los últimos tres de estos minutos, Floyd, que estaba esposado, yacía inconsciente. Ellison también anunció que presentará cargos por complicidad e instigación al asesinato contra los otros tres agentes involucrados en la muerte de Floyd. Las comunidades de color, que ya venían golpeadas por el desproporcionado impacto que la pandemia de coronavirus tiene sobre ellas, explotaron en protestas masivas. En medio de la doble pandemia de COVID-19 y violencia policial, el asesinato de George Floyd desencadenó una amplia y diversa rebelión contra el flagelo del racismo sistémico.
El video del asesinato de George Floyd fue visto por cientos de miles de personas en todo el mundo. Pero poco se sabe de la vida de este hombre afroestadounidense de 46 años de edad. Esta semana se llevarán a cabo ceremonias en memoria de George Floyd en diversas ciudades y el martes se realizará el funeral en Houston.
George Perry Floyd, oriundo de Fayetteville, Carolina del Norte, se crió en el vecindario Third Ward de Houston, un área históricamente negra de la ciudad. Tenía dos hijos adultos, Connie y Quincy Mason, y una hija de seis años, Gianna. Hace varios años se había mudado de Houston a Minneapolis, donde trabajaba como personal de seguridad del restaurant Conga Latina Bistro, pero recientemente había perdido su trabajo a causa de la pandemia.
En un mensaje de video sin fecha publicado en las redes sociales, Floyd, que trabajaba como mentor de jóvenes, expresó su rechazo a la violencia con armas de fuego: “Tengo mis defectos y falencias y no soy mejor que nadie, pero, amigo, los tiroteos que están ocurriendo… No me importa de qué religión seas o dónde estés. Te amo y Dios te ama. Bajen las armas”.
El activismo de George Floyd contra las armas de fuego atrajo la atención de dos nativos de Houston, el artista y empresario de hip-hop Corey Paul y el pastor Patrick “P.T.” Ngwolo, que buscaban contactos en Third Ward para sumar voluntades a su trabajo religioso por la justicia social. En una entrevista concedida a Democracy Now!, Corey Paul expresó: “Fuimos muy afortunados por haber conocido a George. George ya predicaba la paz, el amor, la unidad y a Dios y se manifestaba en contra de la violencia con armas de fuego antes de que apareciéramos nosotros. Así que cuando llegamos, George básicamente dijo: 'Si le concierne a Dios, entonces me concierne a mí'.
También en una entrevista con Democracy Now!, el pastor Ngwolo agregó: “Como hombre de paz, Big Floyd fue uno de los primeros en ayudarnos a que se nos abran las puertas del vecindario y en decirle a la gente que éramos personas de bien”. La muerte de Big Floyd tendrá un impacto duradero en la comunidad en la que trabajaba. Al respecto, Corey Paul dijo: “George no tiene reemplazo. A los barrios que muchas veces se dice que necesitan una reforma radical no es posible llevar gente o información y pretender lograr un cambio. Tiene que venir desde un lugar genuino y holístico. Y esto era lo que representaba George dentro de su comunidad”.
Una de las tantas fotos de George Floyd que publicaron sus amigos en Internet lo muestra en un bautismo al aire libre junto a un grupo de compañeros. “Big Floyd”, de 1,95 m de altura, sostiene una biblia en alto, que se eleva sobre las cabezas de los demás. La imagen, contrapuesta con la foto del presidente Donald Trump que montó la Casa Blanca esta semana, pone al descubierto el marcado abismo que existe entre la fe genuina y el activismo de Floyd y la burda propaganda de Trump.
Washington D.C. ha sido el escenario de algunas de las protestas más intensas contra el asesinato de Floyd. Día y noche, los manifestantes colmaron el parque Lafayette, frente a la Casa Blanca. El viernes por la noche, el Servicio Secreto acompañó a Trump hacia el búnker de la Casa Blanca mientras la protesta crecía en tamaño y energía. El lunes, agentes federales desalojaron violentamente el parque, según se informa, tras recibir órdenes del fiscal general William Barr. Con una violencia desenfrenada, la policía antidisturbios cubrió a la multitud de manifestantes pacíficos con gases lacrimógenos y luego cargó contra ellos, abriéndose paso con sus escudos, mientras golpeaba a la gente, disparaba balas de acero recubiertas de goma y le rociaba gas pimienta de forma deliberada. Cuando el parque quedó despejado, Trump y su comitiva, incluido el secretario de Defensa y el jefe del Estado Mayor Conjunto, marcharon hacia la cercana Iglesia Episcopal de San Juan, cuyas puertas y ventanas estaban tapiadas con tablones. Allí, Trump posó para las fotos con un Biblia en alto, sin abrir el libro ni citar ningún verso. Esta escenificación vacía y la violencia policial que la precedieron fueron ampliamente rechazadas por el clero, autoridades electas y miembros de la comunidad.
El Pastor Ngwolo comentó para Democracy Now!: “Si hubiera abierto [la Biblia], habría visto que el país necesita que retroceda en su retórica, que una al pueblo y ojalá logre que esta situación llegue a una resolución pacífica”.
La vitalidad de la protesta y el torrente de indignación por el asesinato de George Floyd a manos de la policía no serán silenciados. Una investigación sólida y un procesamiento contundente de los cuatro exoficiales de policía podrán brindar algo de justicia. Pero el fuego que encendió George Floyd con las palabras que pronunció antes de morir, “no puedo respirar”, seguirá ardiendo hasta que la plaga del racismo sea purgada de nuestro cuerpo político.
© 2020 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
George Floyd, el asesinato que rebasó el vaso en "la tierra de la libertad"
por José Antonio Gutiérrez D.
LA HAINE - 05/06/2020
El asesinato de Floyd no es un hecho
fortuito. El año pasado 1.099 personas fueron asesinadas por la policía
en EEUU, de las cuales muchísimas eran negras
El
99 % de estos asesinatos están en la más escandalosa impunidad. Una
tasa alarmante que compite con las cifras de otras “lumbreras” de los
derechos humanos como Colombia. Esto demuestra que la violencia
policial, lejos de ser una anomalía, es aupada por las élites de los
EEUU, tanto por republicanos como por demócratas.
Por fin se agotó la paciencia de las masas en la autoproclamada “tierra de la libertad”. El brutal asesinato de George Floyd, quien fue torturado hasta morir de asfixia durante 10 minutos a plena luz del día, se convirtió en la chispa que incendió la pradera. La vida de Floyd era más barata para la policía que el miserable billete falso de U$20 que lo acusaron de tener. En todo el país hay protestas que se han enfrentado a una impresionante violencia estatal, y que han desafiado las amenazas del presidente Donald Trump de militarizar, de disparar, de enviar perros rabiosos.
Imaginémonos por un segundo que fuera Maduro en Venezuela o Rouhani en Irán quienes estuvieran utilizando este lenguaje violento y quienes estuvieran reprimiendo así a su pueblo. Con toda seguridad, en estos momentos, se estarían imponiendo sanciones económicas, se estarían convocando a reuniones extraordinarias del Consejo de Seguridad de la ONU, se estaría hablando de intervención militar o incluso de bombardeos “inteligentes” en contra de estaciones policiales para proteger a los “pobres ciudadanos” de los carniceros gubernamentales. Tal vez el G-7 ya habría designado a dedo a un presidente pelele y espurio al estilo de Guaidó como autoridad legítima.
La hipócrita de Michelle Bachelet, desde su oficina de Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, deplora el asesinato de Floyd pero no dice nada de la violencia del Estado en contra de los manifestantes. Qué diferencia con la vehemencia con la que ataca lanza en ristre a Venezuela. Mientras tanto Almagro en la OEA –el mismo que monta una bulla inmamable cada vez que a Maduro se le arranca un pedo- ha mantenido un silencio sepulcral. ¿No resulta obvio que en este flamante orden mundial hay una ley para el cártel de los países ricos y otra muy diferente para los demás?
El asesinato de Floyd no es un hecho fortuito. El año pasado 1.099 personas fueron asesinadas por la policía en EEUU, de las cuales muchísimas eran negras. El 99 % de estos asesinatos están en la más escandalosa impunidad [1]. Una tasa alarmante que compite con las cifras de otras “lumbreras” de los derechos humanos como Colombia. Esto demuestra que la violencia policial, lejos de ser una anomalía, es aupada por el establishment de los EEUU. Por todos, tanto republicanos como demócratas.
Como se vienen elecciones, los oportunistas del Partido Demócrata ya están oliendo votos en el humo de las barricadas. Pero, ¿quién entre los demócratas tiene autoridad moral para protestar por el racismo o la violencia? ¿Obama? ¿El presidente que más personas ha deportado en la historia de los EEUU? ¿Quién presidió la represión racial en Ferguson? ¿el hombre que derramo lágrimas de cocodrilo por el asesinato de Eric Garner en el 2014, en circunstancias calcadas al asesinato de Floyd, sin tomar ninguna acción al respecto? ¿Los Clinton? ¿La pareja de “demócratas” que empezó la construcción del muro con México (aunque ahora parece que no se acuerdan de eso), que hambreó a Haití e Irak y bombardeó este último, pavimentando así el camino a la guerra de Bush? ¿Los que financiaron, armaron y apoyaron a esas bellezas fundamentalistas de Al-Qaeda mientras masacraban a diestra y siniestra en Siria? ¿Sanders? ¿El que se llena la boca hablando de socialismo y que no es capaz siquiera de enfrentarse a los líderes de su partido?
Es hora de llamar a esta pandilla de “demócratas” como lo que son, un fraude. Son parte del problema, no de la solución. Todo lo que les importa son las próximas elecciones. Les importan un bledo el racismo estructural y la violencia policial, como lo han demostrado una y otra vez cuando han llegado al poder.
La violencia racial y de clase en los EEUU es un problema estructural que requiere transformaciones radicales en las instituciones. Cualquier cambio cosmético no sirve para nada. El asesinato de Floyd está empezando a corroer la farsa de la “tierra de la libertad”, de la “tolerancia”, construida por inmigrantes supuestamente libres, amorosos e igualitarios. Este mito es una mentira burda, una de las mentiras favoritas de los “demócratas” en las protestas anti-Trump del 2016.
El inmundo hedor del racismo estructural, que es dos siglos más viejo que Trump, está saliendo a flote, dejando al descubierto la fetidez de un país construido sobre el genocidio de millones de indígenas y esclavos. Un país construido sobre las deportaciones masivas de “radicales” e “izquierdistas” en la década del 1920. Un país que ha linchado a miles de negros, chinos y sindicalistas. Un país donde un descerebrado supremacista blanco como John Wayne es reverenciado como un ídolo, mientras que los artistas de verdad eran censurados y perseguidos en medio de la fiebre macartista. Un país cuyo sistema judicial, que ejecuta a tantas personas como las más eficientes tiranías del planeta, tiene en su saldo de muerte los linchamientos judiciales de los mártires de Chicago, Sacco y Vanzetti, así como de los Rosenbergs, entre tantos otros, tras parodias judiciales.
El pueblo tiene derecho a estar enojado. Muy enojado. No se trata sólo de Floyd. Se trata de más de 200 años de opresión y salvajadas. Aquellos que exigen que la protesta sea “civilista” y “pacífica”, y por lo mismo inocua, aquellos que condenan el “vandalismo” en términos mucho más fuertes que con los que nunca han condenado al racismo, no son sino hipócritas defensores del statu quo.
Los verdaderos vándalos son aquellos que piensan que tener un uniforme policial les da derecho de mutilar, torturar, arrancar ojos y asesinar según sea su capricho. No podemos permitir que se desnaturalice lo que realmente está ocurriendo y la razón por la que millones han salido a tomar las calles. Como dijo Albert Camus, lo que realmente debemos condenar no son tanto los actos de violencia de los oprimidos como la violencia que engendran las instituciones [2]. Es hora de cuestionar y trasformar esas instituciones, las estructuras de la violencia que están arraigadas en el Estado y en este modelo económico que, en estos precisos instantes, condena a millones a la muerte por inanición y desempleo.
El problema es el sistema, no tal o cual policía, ni tal o cual presidente, ni tal o cual partido político. Se requiere de transformaciones profundas de las instituciones políticas que son producto de este legado de brutalidad, segregación, exclusión, explotación, guerra, militarismo, invasiones e imperialismo. Trump ha denunciado la presencia de “anarquistas profesionales” entre los manifestantes. Bien por ellos. El mundo civilizado los debería aplaudir de pie.
Esperemos que su presencia ayude a las masas que hoy se rebelan a imaginar un país diferente, construido desde abajo, en paz con el resto del mundo, pero en guerra permanente contra sus injusticias domésticas. Un país que se libere de las lacras del racismo, del sexismo, de la explotación de la clase trabajadora, de la tentación imperial. Que sea una alternativa real a un mundo hoy en peligro inminente de colapsar en gran medida por las acciones de los EEUU en cuanto superpotencia. Es el pueblo en las calles quien tiene las respuestas, mientras que las élites gobernantes, sean republicanas o demócratas, ni siquiera saben las preguntas que hay que hacerse.
www.anarkismo.net
Por fin se agotó la paciencia de las masas en la autoproclamada “tierra de la libertad”. El brutal asesinato de George Floyd, quien fue torturado hasta morir de asfixia durante 10 minutos a plena luz del día, se convirtió en la chispa que incendió la pradera. La vida de Floyd era más barata para la policía que el miserable billete falso de U$20 que lo acusaron de tener. En todo el país hay protestas que se han enfrentado a una impresionante violencia estatal, y que han desafiado las amenazas del presidente Donald Trump de militarizar, de disparar, de enviar perros rabiosos.
Imaginémonos por un segundo que fuera Maduro en Venezuela o Rouhani en Irán quienes estuvieran utilizando este lenguaje violento y quienes estuvieran reprimiendo así a su pueblo. Con toda seguridad, en estos momentos, se estarían imponiendo sanciones económicas, se estarían convocando a reuniones extraordinarias del Consejo de Seguridad de la ONU, se estaría hablando de intervención militar o incluso de bombardeos “inteligentes” en contra de estaciones policiales para proteger a los “pobres ciudadanos” de los carniceros gubernamentales. Tal vez el G-7 ya habría designado a dedo a un presidente pelele y espurio al estilo de Guaidó como autoridad legítima.
La hipócrita de Michelle Bachelet, desde su oficina de Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, deplora el asesinato de Floyd pero no dice nada de la violencia del Estado en contra de los manifestantes. Qué diferencia con la vehemencia con la que ataca lanza en ristre a Venezuela. Mientras tanto Almagro en la OEA –el mismo que monta una bulla inmamable cada vez que a Maduro se le arranca un pedo- ha mantenido un silencio sepulcral. ¿No resulta obvio que en este flamante orden mundial hay una ley para el cártel de los países ricos y otra muy diferente para los demás?
El asesinato de Floyd no es un hecho fortuito. El año pasado 1.099 personas fueron asesinadas por la policía en EEUU, de las cuales muchísimas eran negras. El 99 % de estos asesinatos están en la más escandalosa impunidad [1]. Una tasa alarmante que compite con las cifras de otras “lumbreras” de los derechos humanos como Colombia. Esto demuestra que la violencia policial, lejos de ser una anomalía, es aupada por el establishment de los EEUU. Por todos, tanto republicanos como demócratas.
Como se vienen elecciones, los oportunistas del Partido Demócrata ya están oliendo votos en el humo de las barricadas. Pero, ¿quién entre los demócratas tiene autoridad moral para protestar por el racismo o la violencia? ¿Obama? ¿El presidente que más personas ha deportado en la historia de los EEUU? ¿Quién presidió la represión racial en Ferguson? ¿el hombre que derramo lágrimas de cocodrilo por el asesinato de Eric Garner en el 2014, en circunstancias calcadas al asesinato de Floyd, sin tomar ninguna acción al respecto? ¿Los Clinton? ¿La pareja de “demócratas” que empezó la construcción del muro con México (aunque ahora parece que no se acuerdan de eso), que hambreó a Haití e Irak y bombardeó este último, pavimentando así el camino a la guerra de Bush? ¿Los que financiaron, armaron y apoyaron a esas bellezas fundamentalistas de Al-Qaeda mientras masacraban a diestra y siniestra en Siria? ¿Sanders? ¿El que se llena la boca hablando de socialismo y que no es capaz siquiera de enfrentarse a los líderes de su partido?
Es hora de llamar a esta pandilla de “demócratas” como lo que son, un fraude. Son parte del problema, no de la solución. Todo lo que les importa son las próximas elecciones. Les importan un bledo el racismo estructural y la violencia policial, como lo han demostrado una y otra vez cuando han llegado al poder.
La violencia racial y de clase en los EEUU es un problema estructural que requiere transformaciones radicales en las instituciones. Cualquier cambio cosmético no sirve para nada. El asesinato de Floyd está empezando a corroer la farsa de la “tierra de la libertad”, de la “tolerancia”, construida por inmigrantes supuestamente libres, amorosos e igualitarios. Este mito es una mentira burda, una de las mentiras favoritas de los “demócratas” en las protestas anti-Trump del 2016.
El inmundo hedor del racismo estructural, que es dos siglos más viejo que Trump, está saliendo a flote, dejando al descubierto la fetidez de un país construido sobre el genocidio de millones de indígenas y esclavos. Un país construido sobre las deportaciones masivas de “radicales” e “izquierdistas” en la década del 1920. Un país que ha linchado a miles de negros, chinos y sindicalistas. Un país donde un descerebrado supremacista blanco como John Wayne es reverenciado como un ídolo, mientras que los artistas de verdad eran censurados y perseguidos en medio de la fiebre macartista. Un país cuyo sistema judicial, que ejecuta a tantas personas como las más eficientes tiranías del planeta, tiene en su saldo de muerte los linchamientos judiciales de los mártires de Chicago, Sacco y Vanzetti, así como de los Rosenbergs, entre tantos otros, tras parodias judiciales.
El pueblo tiene derecho a estar enojado. Muy enojado. No se trata sólo de Floyd. Se trata de más de 200 años de opresión y salvajadas. Aquellos que exigen que la protesta sea “civilista” y “pacífica”, y por lo mismo inocua, aquellos que condenan el “vandalismo” en términos mucho más fuertes que con los que nunca han condenado al racismo, no son sino hipócritas defensores del statu quo.
Los verdaderos vándalos son aquellos que piensan que tener un uniforme policial les da derecho de mutilar, torturar, arrancar ojos y asesinar según sea su capricho. No podemos permitir que se desnaturalice lo que realmente está ocurriendo y la razón por la que millones han salido a tomar las calles. Como dijo Albert Camus, lo que realmente debemos condenar no son tanto los actos de violencia de los oprimidos como la violencia que engendran las instituciones [2]. Es hora de cuestionar y trasformar esas instituciones, las estructuras de la violencia que están arraigadas en el Estado y en este modelo económico que, en estos precisos instantes, condena a millones a la muerte por inanición y desempleo.
El problema es el sistema, no tal o cual policía, ni tal o cual presidente, ni tal o cual partido político. Se requiere de transformaciones profundas de las instituciones políticas que son producto de este legado de brutalidad, segregación, exclusión, explotación, guerra, militarismo, invasiones e imperialismo. Trump ha denunciado la presencia de “anarquistas profesionales” entre los manifestantes. Bien por ellos. El mundo civilizado los debería aplaudir de pie.
Esperemos que su presencia ayude a las masas que hoy se rebelan a imaginar un país diferente, construido desde abajo, en paz con el resto del mundo, pero en guerra permanente contra sus injusticias domésticas. Un país que se libere de las lacras del racismo, del sexismo, de la explotación de la clase trabajadora, de la tentación imperial. Que sea una alternativa real a un mundo hoy en peligro inminente de colapsar en gran medida por las acciones de los EEUU en cuanto superpotencia. Es el pueblo en las calles quien tiene las respuestas, mientras que las élites gobernantes, sean republicanas o demócratas, ni siquiera saben las preguntas que hay que hacerse.
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Estamos viviendo una Primavera Roja
02/06/2020 |
Robert Greene II
En el Verano Rojo de 1919, la violencia racista
golpeó a EE UU mientras la gripe española asolaba el país. Con las
protestas masivas contra los asesinatos policiales a lo largo y ancho de
un país invadido por la pandemia, parece que ahora estamos viviendo una
Primavera Roja.
Una ola de violencia racista contra la gente afroamericana ha inundado EE UU. En todo el país, activistas afroamericanos y organizaciones de izquierda tratan de organizarse e incluso contraatacar. Mientras, una pandemia asola el país y el mundo. Crisis internacionales amenazan con desgarrar la nación.
Este era el estado de cosas en el verano de 1919.
EE UU se tambaleaba a raíz de los disturbios del Verano Rojo, cuando cientos de personas afroamericanas cayeron asesinadas en grandes y pequeñas ciudades. Muchos de los disturbios eran poco más que pogromos contra la población negra, lanzados en respuesta a las crecientes demandas de derechos civiles, derechos laborales y viviendas dignas. Todo esto sobrevino mientras la nación luchaba por volver a una economía de paz en plena incertidumbre internacional y la pandemia de gripe –llamada popularmente gripe española– asolaba el país. Finalmente morirían 675.000 estadounidenses a causa de la gripe, contabilizándose más de 50 millones de muertes en todo el mundo.
Se suele decir que la historia no se repite, pero en este caso parece que rima.
Cuando empecé a trabajar en este artículo la semana pasada, gentes de todo el país estaban indignadas ante el último asesinato filmado de un afroamericano. Este mismo año, Ahmaud Arbery murió de un disparo en la ciudad de Brunswick, en el sur de Georgia, cuando había salido a correr. Sus asesinos dijeron a la autoridad que pensaron que Arbery se ajustaba a la descripción de un ladrón de la localidad y alegaron que simplemente se habían defendido con arreglo a la legislación georgiana, un argumento que aceptó el fiscal del distrito local, quien se negó a investigar el caso. (La policía detuvo posteriormente a dos hombres, acusándoles de asesinato y agresión con agravantes.)
Desde entonces, en muy poco tiempo, nuevos asesinatos de hombres y mujeres afroamericanas a manos de la policía han reavivado un viejo debate sobre racismo y vigilancia policial hasta llevarlo a un posible punto de ruptura. El jueves, manifestantes en Minneapolis pusieron fuego a una comisaría de policía tras el asesinato filmado de un hombre negro de 46 años, George Floyd, y siete personas recibieron disparos de bala durante sendas manifestaciones tras el asesinato de una mujer negra de 26 años, Breonna Taylor, por un policía de paisano. El viernes y sábado estallaron las manifestaciones por todo el país, mientras en Minneapolis continuaba la conflagración.
Los asesinatos, grabados con cámara, constituyen un alarmante recordatorio de las numerosas fotografías de linchamientos repartidas por todo el país a comienzos del siglo XX. Algunas fueron catalogadas por la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) y expuestas como ejemplos de brutalidad y barbarismo en EE UU. Otras, sin embargo, se enviaron en forma de postales a gente blanca de todo el país, pequeños recuerdos del terror blanco.
La ola de violencia más sangrienta durante el Verano Rojo tuvo lugar en Elaine, Arkansas, donde unos aparceros afroamericanos estaban luchando por organizarse. Frente a la oposición violenta de los propietarios de tierras y entre constantes rumores lanzados por la prensa local de que los afroamericanos se organizaban para matar a la población blanca, los aparceros negros fueron acosados y finalmente asesinados por soldados y justicieros. Mataron por lo menos a 200 personas –hombres, mujeres, niños y niñas–, aunque el número exacto todavía no se conoce.
La muerte de Arbery es tanto un reflejo de este legado del supremacismo justiciero blanco como el ejemplo más reciente del esfuerzo racista por controlar el movimiento y el sindicalismo negro. La idea misma de dónde debería y no debería hallarse una persona negra es profundamente política, basada en jerarquías racistas.
Los lugares de los últimos asesinatos también están relacionados con las luchas afroamericanas del pasado. Brunswick se encuentra en el litoral de Georgia, cerca del Cinturón Negro, una región en que predomina la población afroamericana, famosa por la fertilidad de su suelo. En las décadas de 1920 y 1930, comunistas como Harry Haywood sostenía que esta franja del territorio, que cruza varios Estados, era “una nación con una nación”, donde la población negra tenía el derecho de autodeterminación, al igual que otros movimientos independentistas. El temor del supremacismo blanco a la libertad afroamericana alimentó intentos, durante el Verano Rojo y hasta décadas después, de suprimir los movimientos afroamericanos, que a menudo estaban relacionados con la izquierda en sentido amplio.
Más al norte, la muerte brutal de George Floyd ocurrió en Minneapolis, una ciudad que se precia de su liberalismo racial, pero que, al igual que muchas otras áreas urbanas por lo demás progresistas de EE UU, tiene una historia sumamente escabrosa de violencia policial. En 1948, el alcalde de Minneapolis, Hubert Humphrey, declaró que era hora de que el Partido Demócrata “saliera de la sombra de los derechos estatales y buscara rápidamente la solana de los derechos humanos”. Sin embargo, entre 2009 y 2019, el 60 % de las víctimas de disparos policiales en Minneapolis eran afroamericanas, pese a representar menos del 20 % de la población de la ciudad.
La muerte de Breonna Taylor en Louisville, Kentucky, a manos de la policía no ha tenido tanta resonancia como las muertes de Arbery y Floyd, pero es igual de grave. Asesinada porque la policía fue a su casa a entregar una citación por el procedimiento de entrar sin llamar, y el novio de Taylor, Kenneth Walker, disparó con su arma pensando que habían entrado ladrones en la casa. Louisville tiene su propio historial de divisiones racistas. La pretensión de Anne y Carl Braden, en 1954, de ayudar a Andrew y Charlotte Wade, una pareja afroamericana, a adquirir una casa en el suburbio, fue motivo de denuncias de simpatías procomunistas y, en el caso de Carl Braden, de una condena por sedición.
Hoy, cuando los manifestantes salen a las calles de Louisville y otras ciudades, conocedores de estos antecedentes, también han de luchar contra una pandemia de COVID-19 que, debido a la austeridad y la depauperación económica, asesta un golpe especialmente duro a la población afroamericana. El grito de guerra Black Lives Matter ha adquirido un nuevo tono de urgencia radical.
En 1919, la gente afroamericana intentó en varios lugares contraatacar durante el Verano Rojo. En 2020, manifestantes en Minneapolis y en todo el país luchan por derribar un orden social brutalmente racista.
Estamos viviendo, parece, una Primavera Roja.
31/05/2020
https://www.jacobinmag.com/ 2020/05/red-summer-riots- african-americans-pandemic- police
Traducción: viento sur
Búfalo, Nueva York, EE.UU., el 4 de junio de 2020.Foto: Jamie Quinn / Reuters
Una ola de violencia racista contra la gente afroamericana ha inundado EE UU. En todo el país, activistas afroamericanos y organizaciones de izquierda tratan de organizarse e incluso contraatacar. Mientras, una pandemia asola el país y el mundo. Crisis internacionales amenazan con desgarrar la nación.
Este era el estado de cosas en el verano de 1919.
EE UU se tambaleaba a raíz de los disturbios del Verano Rojo, cuando cientos de personas afroamericanas cayeron asesinadas en grandes y pequeñas ciudades. Muchos de los disturbios eran poco más que pogromos contra la población negra, lanzados en respuesta a las crecientes demandas de derechos civiles, derechos laborales y viviendas dignas. Todo esto sobrevino mientras la nación luchaba por volver a una economía de paz en plena incertidumbre internacional y la pandemia de gripe –llamada popularmente gripe española– asolaba el país. Finalmente morirían 675.000 estadounidenses a causa de la gripe, contabilizándose más de 50 millones de muertes en todo el mundo.
Se suele decir que la historia no se repite, pero en este caso parece que rima.
Cuando empecé a trabajar en este artículo la semana pasada, gentes de todo el país estaban indignadas ante el último asesinato filmado de un afroamericano. Este mismo año, Ahmaud Arbery murió de un disparo en la ciudad de Brunswick, en el sur de Georgia, cuando había salido a correr. Sus asesinos dijeron a la autoridad que pensaron que Arbery se ajustaba a la descripción de un ladrón de la localidad y alegaron que simplemente se habían defendido con arreglo a la legislación georgiana, un argumento que aceptó el fiscal del distrito local, quien se negó a investigar el caso. (La policía detuvo posteriormente a dos hombres, acusándoles de asesinato y agresión con agravantes.)
Desde entonces, en muy poco tiempo, nuevos asesinatos de hombres y mujeres afroamericanas a manos de la policía han reavivado un viejo debate sobre racismo y vigilancia policial hasta llevarlo a un posible punto de ruptura. El jueves, manifestantes en Minneapolis pusieron fuego a una comisaría de policía tras el asesinato filmado de un hombre negro de 46 años, George Floyd, y siete personas recibieron disparos de bala durante sendas manifestaciones tras el asesinato de una mujer negra de 26 años, Breonna Taylor, por un policía de paisano. El viernes y sábado estallaron las manifestaciones por todo el país, mientras en Minneapolis continuaba la conflagración.
Los asesinatos, grabados con cámara, constituyen un alarmante recordatorio de las numerosas fotografías de linchamientos repartidas por todo el país a comienzos del siglo XX. Algunas fueron catalogadas por la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) y expuestas como ejemplos de brutalidad y barbarismo en EE UU. Otras, sin embargo, se enviaron en forma de postales a gente blanca de todo el país, pequeños recuerdos del terror blanco.
La ola de violencia más sangrienta durante el Verano Rojo tuvo lugar en Elaine, Arkansas, donde unos aparceros afroamericanos estaban luchando por organizarse. Frente a la oposición violenta de los propietarios de tierras y entre constantes rumores lanzados por la prensa local de que los afroamericanos se organizaban para matar a la población blanca, los aparceros negros fueron acosados y finalmente asesinados por soldados y justicieros. Mataron por lo menos a 200 personas –hombres, mujeres, niños y niñas–, aunque el número exacto todavía no se conoce.
La muerte de Arbery es tanto un reflejo de este legado del supremacismo justiciero blanco como el ejemplo más reciente del esfuerzo racista por controlar el movimiento y el sindicalismo negro. La idea misma de dónde debería y no debería hallarse una persona negra es profundamente política, basada en jerarquías racistas.
Los lugares de los últimos asesinatos también están relacionados con las luchas afroamericanas del pasado. Brunswick se encuentra en el litoral de Georgia, cerca del Cinturón Negro, una región en que predomina la población afroamericana, famosa por la fertilidad de su suelo. En las décadas de 1920 y 1930, comunistas como Harry Haywood sostenía que esta franja del territorio, que cruza varios Estados, era “una nación con una nación”, donde la población negra tenía el derecho de autodeterminación, al igual que otros movimientos independentistas. El temor del supremacismo blanco a la libertad afroamericana alimentó intentos, durante el Verano Rojo y hasta décadas después, de suprimir los movimientos afroamericanos, que a menudo estaban relacionados con la izquierda en sentido amplio.
Más al norte, la muerte brutal de George Floyd ocurrió en Minneapolis, una ciudad que se precia de su liberalismo racial, pero que, al igual que muchas otras áreas urbanas por lo demás progresistas de EE UU, tiene una historia sumamente escabrosa de violencia policial. En 1948, el alcalde de Minneapolis, Hubert Humphrey, declaró que era hora de que el Partido Demócrata “saliera de la sombra de los derechos estatales y buscara rápidamente la solana de los derechos humanos”. Sin embargo, entre 2009 y 2019, el 60 % de las víctimas de disparos policiales en Minneapolis eran afroamericanas, pese a representar menos del 20 % de la población de la ciudad.
La muerte de Breonna Taylor en Louisville, Kentucky, a manos de la policía no ha tenido tanta resonancia como las muertes de Arbery y Floyd, pero es igual de grave. Asesinada porque la policía fue a su casa a entregar una citación por el procedimiento de entrar sin llamar, y el novio de Taylor, Kenneth Walker, disparó con su arma pensando que habían entrado ladrones en la casa. Louisville tiene su propio historial de divisiones racistas. La pretensión de Anne y Carl Braden, en 1954, de ayudar a Andrew y Charlotte Wade, una pareja afroamericana, a adquirir una casa en el suburbio, fue motivo de denuncias de simpatías procomunistas y, en el caso de Carl Braden, de una condena por sedición.
Hoy, cuando los manifestantes salen a las calles de Louisville y otras ciudades, conocedores de estos antecedentes, también han de luchar contra una pandemia de COVID-19 que, debido a la austeridad y la depauperación económica, asesta un golpe especialmente duro a la población afroamericana. El grito de guerra Black Lives Matter ha adquirido un nuevo tono de urgencia radical.
En 1919, la gente afroamericana intentó en varios lugares contraatacar durante el Verano Rojo. En 2020, manifestantes en Minneapolis y en todo el país luchan por derribar un orden social brutalmente racista.
Estamos viviendo, parece, una Primavera Roja.
31/05/2020
https://www.jacobinmag.com/
Traducción: viento sur
Acusan de asalto a los policías que empujaron a un anciano durante una protesta en Búfalo
Publicado:
6 jun 2020 15:30 GMT - RT
Los hechos tuvieron lugar el jueves y provocaron la suspensión de los dos agentes involucrados.
Dos
policías que empujaron a un anciano en Búfalo (Nueva York, EE.UU.), que
a raíz del empujón cayó al suelo y se golpeó fuertemente la cabeza, han
sido formalmente acusados este sábado, informa AP con referencia a los fiscales.
Ambos fueron declarados inocentes de asalto en segundo grado y enfrentan acusaciones de asalto. Fueron liberados sin fianza, detalla la agencia.
El suceso tuvo lugar el jueves durante la dispersión de una protesta contra el racismo y la violencia policial a raíz de la muerte de George Floyd. Varias decenas de policías se acercaron al anciano, posteriormente identificado como Martin Gugino, y cuando el hombre no cumplió inmediatamente la orden de retroceder, dos agentes lo empujaron. A causa de la caída Gugino perdió la conciencia y fue hospitalizado en estado grave. Las grabaciones de los hechos se divulgaron en Internet.
Posteriormente
el alcalde de Búfalo, Byron Brown, emitió un comunicado para informar
que los dos uniformados involucrados en el incidente fueron suspendidos.
El viernes, los 57 miembros del equipo de respuesta que figura en el
video renunciaron
en protesta por esa medida. Argumentaron que el motivo de su dimisión
es el "tratamiento a dos de sus colegas, que simplemente estaban
ejecutando órdenes".
Ambos fueron declarados inocentes de asalto en segundo grado y enfrentan acusaciones de asalto. Fueron liberados sin fianza, detalla la agencia.
El suceso tuvo lugar el jueves durante la dispersión de una protesta contra el racismo y la violencia policial a raíz de la muerte de George Floyd. Varias decenas de policías se acercaron al anciano, posteriormente identificado como Martin Gugino, y cuando el hombre no cumplió inmediatamente la orden de retroceder, dos agentes lo empujaron. A causa de la caída Gugino perdió la conciencia y fue hospitalizado en estado grave. Las grabaciones de los hechos se divulgaron en Internet.
Rompecabezas americano
Por Arsinoé Orihuela Ochoa | 06/06/2020 | REBELIÓN
Fuentes: Rebelión
Estados Unidos: reforma o guerra civil | Brasil: la
república secuestrada | México: los ricos también lloran | Argentina:
Alberto al mando de la región
Ocho minutos, cuarenta y seis segundos bastaron para hacer estallar a
un país. Y no cualquier país: ni más ni menos que el último imperio de
Occidente y del mundo.
Noticias del Imperio: George Floyd, afroamericano de 46 años, brutalmente asesinado por la bota del supremacismo blanco policial. Fecha/lugar del crimen: 25 de mayo de 2020 en Powderhorn, Minneapolis, en el estado de Minnesota. Autopsia oficial: estrangulamiento; asfixia por presión en el cuello. Últimas palabras: “Es mi cara, hombre/ no he hecho nada grave/ por favor/ por favor/ no puedo respirar/ por favor, hombre/ por favor, quien quiera que usted sea/ no puedo respirar/ por favor/ mi cara / solo levántese/ no puedo respirar/ por favor, una rodilla en mi cuello”. Causa oficial: supuesto uso de billete falsificado. Otras causas: color de piel. Autor del crimen: Derek Chauvin. Resultado: estallido social.
Nunca asistimos a un escenario como el actual en Estados Unidos; azotado por dos epidemias: Covid-19 y una irrefrenable plaga de racismo homicida; en año electoral y precedido por una rebelión a escala nacional.
Habría que encuadrar este estallido en el continuum histórico de otros episodios análogos –aunque diferentes– a la coyuntura actual: las protestas en 1968 contra la Guerra de Vietnam y el asesinato de Martin Luther King; los disturbios de Rodney King en Los Ángeles (1992); la Batalla de Seattle (1999); el Movimiento Occupy Wall Street (2011); las protestas de Ferguson (2014). Al comparar estos antecedentes, uno descubre que el elemento común no es únicamente la violencia policial contra la población afrodescendiente –aunque sin duda crucial en algunos de ellos–, sino la visibilización de los fracasos e inconsistencias del “sueño americano”; el hartazgo ciudadano por la asfixia opresiva del sistema social estadounidense; la asesina respuesta del gobierno norteamericano a los legítimos reclamos de la heterogénea sociedad que, en teoría, representa; la lapidaria revelación de las desigualdades que encierra el autoengaño yanqui. Al respecto, el profesor de filosofía de la Universidad de Harvard Cornel West, explica: “[…] lo que estamos viendo en los Estados Unidos es una experiencia social fallida […] El fracaso de los Estados Unidos”. Donald J. Trump es la fase superior de la implosión de la última hegemonía occidental.
Hay una serie de factores inéditos que conviene subrayar, y que permiten inferir que el país se perfila hacia un escenario de alta conflictividad de resultados imprevistos: uno, la vocación divisionista del presidente en turno –por oposición a la tradicional actitud de conciliación–; dos, la histórica cifra de desempleo –42 millones–, que se espera que ascienda hasta alcanzar la inverosímil tasa del 40 por ciento de la población laboralmente activa; y el descrédito absoluto de la democracia electoral estadunidense, máxime después de la retirada inexplicable del dirigente político Bernie Sanders de las elecciones primarias del Partido Demócrata.
En este sentido, asistimos, en Estados Unidos, a una disyuntiva inexorable: reforma o guerra civil. De la respuesta de la élite gobernante depende, en gran medida, el curso del estallido. La retórica belicista-confrontacional del presidente Trump, y la movilización de milicianos extremistas, apoyados en una interpretación deformada de la Segunda Enmienda (del derecho a portar armas), sugiere que una franja de las cúpulas del gobierno está dispuesta a arrastrar al país al escenario de la guerra civil. Por otro lado, la aplanadora mayoría de ciudadanos y actores institucionales coinciden en la idea de una reforma política de gran calado –aunque pusilánime y tibiamente agitada por la dirigencia demócrata.
Mientras tanto, George Floyd es ya un grito de batalla global, cuyas reverberaciones cimbrarán las estructuras del Supra Estado policiaco.
*
Jair Messias Bolsonaro es un cadáver político. La corruptísima coalición política que ensambló ex profeso para conquistar el poder se desmoronó: la facción del poder judicial que respondía al mando del exjuez Sergio Moro; la fracción de los militares leales al general Hamilton Mourao; la red de alianzas con los gobernadores de los estados más poderosos de la federación –Joao Doria de São Paulo, Wilson Witzel de Río de Janeiro, Eduardo Leite de Rio Grande del Sur–; el cártel de los medios de comunicación, encabezados por O Globo y Grupo Folha; y la tutela diplomática de Donald Trump, quien recientemente prohibió la entrada de pasajeros procedentes de Brasil, tan sólo unos días después de la forzada renuncia de Sergio Moro, y claramente a modo de represalia.
Hay que recordar que Bolsonaro es el subproducto de un golpe de Estado continuado: el fraudulento impeachment que pulverizó el orden constitucional al deponer ilegalmente a la expresidenta Dilma Rousseff; el interinato del gobierno ilegítimo de Michel Temer, que dinamitó el piso de derechos sociales conquistados durante la sucesión de gobiernos del Partido de los Trabajadores (e.g. aprobó una reforma constitucional que congela el gasto público por 20 años); la ilegal e ilegítima invalidación de la candidatura presidencial de Luiz Inácio Lula da Silva; la prisión del propio Lula da Silva en el preámbulo de las elecciones de 2018, y que desató una persecución-criminalización de la oposición política. Y a modo de colofón, Bolsonaro, en la antesala de los anómalos comicios, conformó el llamado “gabinete del odio”, que consistió en un inefable grupo clandestino de sembradores de noticias falsas en las redes sociales, diseminadas principalmente a través de WhatsApp. Los contenidos de esas fake news eran básicamente ataques contra adversarios políticos, y grotescas profecías sobre el presunto advenimiento de un “mito” (léase, el propio Messias Bolsonaro)
Es un gobierno suspendido sobre un solo resorte: la antipolítica y el odio a los pobres y débiles. No hay una sola de sus acciones políticas que se ciñan a la legalidad. Y la desbandada de sus antiguos aliados pone al descubierto la toxicidad del personaje, que, para subsanar la enclenque gobernabilidad acude principalmente a tres recursos: uno, urde fantasías conspirativas para blindarse del escrutinio público; dos, promueve la formación de milicias irregulares que emulan al Ku Kux Klan (sí, en Brasil); y tres, monta una base de apoyo artificial con base en la venta de cargos públicos al llamado “Centrão” –agrupación de partidos políticos de vocación conservadora organizados alrededor de redes clientelistas– y cuyo presupuesto combinado es de $68.5 billones de reales (aproximadamente 13 mil millones de dólares).
En suma, un país acéfalo cuya cosa pública está secuestrada por una cuadrilla de “bandeirantes” modernos, filibusteros trasnochados y cazadores de fortunas.
*
Y a propósito de la movilización de fuerzas retrogradas, el 30 de mayo, el Frente Nacional Anti-AMLO (FRENAAA) realizó una “manifestación automovilística” (sic) por las avenidas de las principales ciudades de México, enarbolando la consigna (acotada a 600 conductores, en el caso de la Ciudad de México) de que Andrés Manuel López Obrador debía renunciar a la Presidencia de la República, pues éste estaba “arrastrando a México hacia el comunismo” (sic). Llamó especialmente la atención que la columna estuviera compuesta mayoritariamente por vehículos de lujo y de marcas carísimas, tales como BMW, Mercedes Benz, Audi y Lincoln.
La protesta desencadenó un debate público sobre los alcances de la movilización. Unos, consideran que resultó contraproducente para los propios organizadores, ya que visibilizó el perfil “privilegiado” de las bases anti-AMLO, y la escasa convocatoria de tales ejercicios. Otros –indudablemente los menos– celebran el debut de la referida organización –FRENAAA– y aseguran que no descansaran hasta “sacar al gobierno federal encabezado por Andrés López (sic)”. Básicamente, la movilización generó comentarios a favor o en contra.
No obstante, y por lo observado en otras experiencias, la ocasión amerita un análisis más equilibrado. Y lo cierto es que aquellos que minimizan el impacto de las protestas deben recordar –tienen prohibido olvidar– que la misma actitud indulgente prevaleció en Estados Unidos y en Brasil, en la antesala del ascenso de Donald Trump y Jair Bolsonaro al poder, respectivamente. Y que aquellos que aplauden o acompañan acríticamente estas manifestaciones de los sectores privilegiados, deben considerar que esa ruta del odio y la descalificación banal (“comunista”; “dictador”; “peligro para México” etc.) conducen a un callejón sin salida que acaba irremediablemente en la erosión del orden constitucional –ya de por sí precario– y el encumbramiento de deleznables personajes protofascistas.
No se engañen ni quieran engañar: cuando vociferan a los siete vientos “AMLO vete ya” en realidad gritan “privilegio ya”.
*
De acuerdo con una encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano (CELAG) casi el 80 por ciento –79.5%– de los argentinos aprueba la gestión del presidente Alberto Fernández ante la Covid-19. Las cifras respaldan este apoyo: número de casos: 21 mil contagios; número de defunciones: 632; mortalidad por 100 mil habitantes: 1.4; tasa de Letalidad: 3% (Fuente: John Hopkins University).
Por añadidura, y en sintonía con la discusión que en México también se desarrolla, la propuesta presentada por parlamentarios del bloque Frente de Todos –de la coalición peronista– de cobrar un impuesto adicional a las grandes fortunas registra un apoyo del 76.2 por ciento entre los argentinos (teleSUR).
Las encuestas y la discreta pero muy eficiente gestión de Fernández sugieren que el presidente argentino se perfila para asumir el mando político de la región.
Noticias del Imperio: George Floyd, afroamericano de 46 años, brutalmente asesinado por la bota del supremacismo blanco policial. Fecha/lugar del crimen: 25 de mayo de 2020 en Powderhorn, Minneapolis, en el estado de Minnesota. Autopsia oficial: estrangulamiento; asfixia por presión en el cuello. Últimas palabras: “Es mi cara, hombre/ no he hecho nada grave/ por favor/ por favor/ no puedo respirar/ por favor, hombre/ por favor, quien quiera que usted sea/ no puedo respirar/ por favor/ mi cara / solo levántese/ no puedo respirar/ por favor, una rodilla en mi cuello”. Causa oficial: supuesto uso de billete falsificado. Otras causas: color de piel. Autor del crimen: Derek Chauvin. Resultado: estallido social.
Nunca asistimos a un escenario como el actual en Estados Unidos; azotado por dos epidemias: Covid-19 y una irrefrenable plaga de racismo homicida; en año electoral y precedido por una rebelión a escala nacional.
Habría que encuadrar este estallido en el continuum histórico de otros episodios análogos –aunque diferentes– a la coyuntura actual: las protestas en 1968 contra la Guerra de Vietnam y el asesinato de Martin Luther King; los disturbios de Rodney King en Los Ángeles (1992); la Batalla de Seattle (1999); el Movimiento Occupy Wall Street (2011); las protestas de Ferguson (2014). Al comparar estos antecedentes, uno descubre que el elemento común no es únicamente la violencia policial contra la población afrodescendiente –aunque sin duda crucial en algunos de ellos–, sino la visibilización de los fracasos e inconsistencias del “sueño americano”; el hartazgo ciudadano por la asfixia opresiva del sistema social estadounidense; la asesina respuesta del gobierno norteamericano a los legítimos reclamos de la heterogénea sociedad que, en teoría, representa; la lapidaria revelación de las desigualdades que encierra el autoengaño yanqui. Al respecto, el profesor de filosofía de la Universidad de Harvard Cornel West, explica: “[…] lo que estamos viendo en los Estados Unidos es una experiencia social fallida […] El fracaso de los Estados Unidos”. Donald J. Trump es la fase superior de la implosión de la última hegemonía occidental.
Hay una serie de factores inéditos que conviene subrayar, y que permiten inferir que el país se perfila hacia un escenario de alta conflictividad de resultados imprevistos: uno, la vocación divisionista del presidente en turno –por oposición a la tradicional actitud de conciliación–; dos, la histórica cifra de desempleo –42 millones–, que se espera que ascienda hasta alcanzar la inverosímil tasa del 40 por ciento de la población laboralmente activa; y el descrédito absoluto de la democracia electoral estadunidense, máxime después de la retirada inexplicable del dirigente político Bernie Sanders de las elecciones primarias del Partido Demócrata.
En este sentido, asistimos, en Estados Unidos, a una disyuntiva inexorable: reforma o guerra civil. De la respuesta de la élite gobernante depende, en gran medida, el curso del estallido. La retórica belicista-confrontacional del presidente Trump, y la movilización de milicianos extremistas, apoyados en una interpretación deformada de la Segunda Enmienda (del derecho a portar armas), sugiere que una franja de las cúpulas del gobierno está dispuesta a arrastrar al país al escenario de la guerra civil. Por otro lado, la aplanadora mayoría de ciudadanos y actores institucionales coinciden en la idea de una reforma política de gran calado –aunque pusilánime y tibiamente agitada por la dirigencia demócrata.
Mientras tanto, George Floyd es ya un grito de batalla global, cuyas reverberaciones cimbrarán las estructuras del Supra Estado policiaco.
*
Jair Messias Bolsonaro es un cadáver político. La corruptísima coalición política que ensambló ex profeso para conquistar el poder se desmoronó: la facción del poder judicial que respondía al mando del exjuez Sergio Moro; la fracción de los militares leales al general Hamilton Mourao; la red de alianzas con los gobernadores de los estados más poderosos de la federación –Joao Doria de São Paulo, Wilson Witzel de Río de Janeiro, Eduardo Leite de Rio Grande del Sur–; el cártel de los medios de comunicación, encabezados por O Globo y Grupo Folha; y la tutela diplomática de Donald Trump, quien recientemente prohibió la entrada de pasajeros procedentes de Brasil, tan sólo unos días después de la forzada renuncia de Sergio Moro, y claramente a modo de represalia.
Hay que recordar que Bolsonaro es el subproducto de un golpe de Estado continuado: el fraudulento impeachment que pulverizó el orden constitucional al deponer ilegalmente a la expresidenta Dilma Rousseff; el interinato del gobierno ilegítimo de Michel Temer, que dinamitó el piso de derechos sociales conquistados durante la sucesión de gobiernos del Partido de los Trabajadores (e.g. aprobó una reforma constitucional que congela el gasto público por 20 años); la ilegal e ilegítima invalidación de la candidatura presidencial de Luiz Inácio Lula da Silva; la prisión del propio Lula da Silva en el preámbulo de las elecciones de 2018, y que desató una persecución-criminalización de la oposición política. Y a modo de colofón, Bolsonaro, en la antesala de los anómalos comicios, conformó el llamado “gabinete del odio”, que consistió en un inefable grupo clandestino de sembradores de noticias falsas en las redes sociales, diseminadas principalmente a través de WhatsApp. Los contenidos de esas fake news eran básicamente ataques contra adversarios políticos, y grotescas profecías sobre el presunto advenimiento de un “mito” (léase, el propio Messias Bolsonaro)
Es un gobierno suspendido sobre un solo resorte: la antipolítica y el odio a los pobres y débiles. No hay una sola de sus acciones políticas que se ciñan a la legalidad. Y la desbandada de sus antiguos aliados pone al descubierto la toxicidad del personaje, que, para subsanar la enclenque gobernabilidad acude principalmente a tres recursos: uno, urde fantasías conspirativas para blindarse del escrutinio público; dos, promueve la formación de milicias irregulares que emulan al Ku Kux Klan (sí, en Brasil); y tres, monta una base de apoyo artificial con base en la venta de cargos públicos al llamado “Centrão” –agrupación de partidos políticos de vocación conservadora organizados alrededor de redes clientelistas– y cuyo presupuesto combinado es de $68.5 billones de reales (aproximadamente 13 mil millones de dólares).
En suma, un país acéfalo cuya cosa pública está secuestrada por una cuadrilla de “bandeirantes” modernos, filibusteros trasnochados y cazadores de fortunas.
*
Y a propósito de la movilización de fuerzas retrogradas, el 30 de mayo, el Frente Nacional Anti-AMLO (FRENAAA) realizó una “manifestación automovilística” (sic) por las avenidas de las principales ciudades de México, enarbolando la consigna (acotada a 600 conductores, en el caso de la Ciudad de México) de que Andrés Manuel López Obrador debía renunciar a la Presidencia de la República, pues éste estaba “arrastrando a México hacia el comunismo” (sic). Llamó especialmente la atención que la columna estuviera compuesta mayoritariamente por vehículos de lujo y de marcas carísimas, tales como BMW, Mercedes Benz, Audi y Lincoln.
La protesta desencadenó un debate público sobre los alcances de la movilización. Unos, consideran que resultó contraproducente para los propios organizadores, ya que visibilizó el perfil “privilegiado” de las bases anti-AMLO, y la escasa convocatoria de tales ejercicios. Otros –indudablemente los menos– celebran el debut de la referida organización –FRENAAA– y aseguran que no descansaran hasta “sacar al gobierno federal encabezado por Andrés López (sic)”. Básicamente, la movilización generó comentarios a favor o en contra.
No obstante, y por lo observado en otras experiencias, la ocasión amerita un análisis más equilibrado. Y lo cierto es que aquellos que minimizan el impacto de las protestas deben recordar –tienen prohibido olvidar– que la misma actitud indulgente prevaleció en Estados Unidos y en Brasil, en la antesala del ascenso de Donald Trump y Jair Bolsonaro al poder, respectivamente. Y que aquellos que aplauden o acompañan acríticamente estas manifestaciones de los sectores privilegiados, deben considerar que esa ruta del odio y la descalificación banal (“comunista”; “dictador”; “peligro para México” etc.) conducen a un callejón sin salida que acaba irremediablemente en la erosión del orden constitucional –ya de por sí precario– y el encumbramiento de deleznables personajes protofascistas.
No se engañen ni quieran engañar: cuando vociferan a los siete vientos “AMLO vete ya” en realidad gritan “privilegio ya”.
*
De acuerdo con una encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano (CELAG) casi el 80 por ciento –79.5%– de los argentinos aprueba la gestión del presidente Alberto Fernández ante la Covid-19. Las cifras respaldan este apoyo: número de casos: 21 mil contagios; número de defunciones: 632; mortalidad por 100 mil habitantes: 1.4; tasa de Letalidad: 3% (Fuente: John Hopkins University).
Por añadidura, y en sintonía con la discusión que en México también se desarrolla, la propuesta presentada por parlamentarios del bloque Frente de Todos –de la coalición peronista– de cobrar un impuesto adicional a las grandes fortunas registra un apoyo del 76.2 por ciento entre los argentinos (teleSUR).
Las encuestas y la discreta pero muy eficiente gestión de Fernández sugieren que el presidente argentino se perfila para asumir el mando político de la región.
Pandemia, crisis económica con récord de desocupados y violencia racista en Estados Unidos
La pesadilla americana
Más
de 40 millones de personas perdieron el empleo en menos de dos meses.
Violencia institucional y racismo. El coronavirus ya suma casi al doble
de muertos que la guerra de Vietnam. El combo que explica los estallidos
sociales en la primera potencia mundial.
Por Néstor Restivo
PÁGINA 12 - 07 de junio de 202
A nivel popular la crisis es más profunda que la de 1929-1933.
Imagen: EFE
Imagen: EFE
Imaginemos
a toda la población argentina sin trabajo, de Ushuaia a La Quiaca. Más
de 40 millones. Eso pasa hoy en Estados Unidos. Encima rebrota el racismo y el virus ya mató casi al doble de estadounidenses que cayeron en Vietnam. Estallan en ese país muchos focos de furiosas protestas y toque de queda. Arde la primera potencia mundial. Dentro de cinco meses hay una elección que Donald Trump creía en el bolsillo y ahora tiene final abierto.
La Oficina de Estadísticas Laborales empezó a contar el número de empleos en 1939 y nunca había contado cifras tan malas como en este abril. Sólo entonces, echaron a 20,5 millones de personas. El desempleo roza 15 por ciento, también el más alto desde que esa oficina inició su serie. Únicamente en la Gran Depresión de los años ‘30 fue mayor, cuando llegó a 24,9 por ciento.
No hay trabajo porque la economía se fue frenando y hasta el jefe de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo que el desplome que tuvo como detonante la Covid-19 podría hacer retroceder el mayor PIB mundial de 20 a 30 por ciento este trimestre.
Desde México, ante la consulta de Cash el economista Oscar Ugarteche identificó dos elementos centrales:
1. La pérdida de productividad frente a China, donde “empiezan pero también terminan las cadenas globales de valor”, por lo que la fabricación estadounidense se ha detenido por un período muy largo.
2. La gran cuestión de fondo es que esta crisis no es sólo financiera como en 2008, sino que es “una crisis de cambio de época con clave en el cambio de matriz energética”, del cual Estados Unidos se desentendió por su adicción al petróleo y derroche de energías fósiles.
La economía creció y en 2018 tuvo su mejor desempeño en más de una década, creó empleo, muchas empresas manufactureras remontaron posiciones y niveles de actividad (algunas, como no se veía desde la década de 1970) y aumentóó el salario real, mayormente los bajos y medios.
El contraste fue grande con las dos presidencias anteriores, de flojos resultados, las de George W. Bush y Barack Obama.
El desempleo llegó a bajar a 4 por ciento y Wall Street festejaba. De algún modo, y más allá de un nacionalismo y proteccionismo de discurso fanático e intolerable, el America First parecía dar ciertas señales de éxito relativo. Pero el temblor subterráneo de la estructura económica seguía.
El Nobel Joseph Stiglitz lo explica así: “Muchos líderes empresarios siguen hablando del crecimiento continuo del PIB y de los récords bursátiles. Pero no son buenos indicadores del desempeño económico: ambos callan en relación con lo que sucede en el nivel de vida de la gente de a pie, y no dicen ni una palabra sobre sostenibilidad”.
La furia popular que estalló con el asesinato racista de George Floyd y el impacto económico del coronavirus, parecen respaldar la idea de que algo se pudría de antes. Por ejemplo: Estados Unidos es quizá el único caso en el mundo que lleva tres años seguidos de caída en la expectativa de vida. El médico argentino José Escudero, al referir ese dato asombroso, sostuvo: “Mucha gente se suicida, sufre alcoholismo o consume opiáceos recetados por el poderoso lobby farmacéutico".
Esta semana, Patricio Zamorano, director de la consultora InfoAmerica, dijo desde Washington DC al programa “Voces del Mundo” de Radio Cooperativa/Sputnik que Estados Unidos no presenta sólo casi 41 millones de desempleados, sino además “una situación de hambre que empieza a sentirse en las ciudades y es crítica: gente de clase baja, pero también clase media, hace colas de horas por un plato de comida". La pandemia agravó todo con un sistema de salud para pocos.
“Todo esto viene de antes de la Covid-19. El mundo entero consume productos de las cadenas globales de valor que empiezan y terminan en China, la producción manufacturera de Estados Unidos perdió posiciones. Y en el tema energético, mientras el mundo lucha por energías limpias, Estados Unidos lucha por el petróleo. China viene llevando adelante el cambio de matriz, importa menos hidrocarburos y, sobre todo, fabrica autos eléctricos a gran escala. Son aún una porción pequeña del mercado mundial, pero están creciendo”.
Las empresas chinas colocaron autobuses eléctricos en muchas ciudades, entre ellas de América Latina, y “seguirán hasta masificar la red de transporte público. Esta contradicción entre dos posturas frente a la energía es conflictiva y es un capítulo de la llamada guerra comercial” entre las dos primeras economía mundiales.
Ugarteche explica que China también lidera la fabricación de los insumos para la energía limpia, no sólo autos eléctricos, sino “por ejemplo paneles solares que van a Europa, a Estados Unidos y a otras regiones” (como Argentina).
En definitiva, dice que “este cuadro dificulta la recuperación norteamericana. Es muy difícil su vía de escape petrolera en medio del cambio climático. Su crisis real comenzó a verse en 2008, cuando de las hipotecas se pasó a una debacle financiera. Ese fue el primer soporte de un puente de crisis que ahora presenta su segundo pilar: el de la crisis energética”.
¿Cómo se saldrá? “Con nuevas tecnologías, nueva matriz energética y con actores diferentes en la economía global de los prevalentes antes de 2008, eso está clarísimo. Esto es algo mayor a 2008: es una crisis de cambio de época y estas se resuelven siempre con la cuestión energética”, afirmó Ugarteche.
Hace pocas semanas en Inequality.org, un veterano de Afganistán y hoy pacifista, Brock McIntosh, escribía sobre las perniciosas consecuencias económicas (en empleo, presión corporativa, expectativas de ganancia) de un aparato económico preparado siempre para la guerra.
A esto se refiere Pozzi, quien durante muchos años dirigió la cátedra de Historia de Estados Unidos en la UBA, cuando menciona la fatiga del complejo militar-industrial. Este académico no pierde de vista el factor chino y geopolítico. “En este contexto, la recomposición de Rusia y el auge de China se presentan como algo terrible en función de ese deterioro de la economía estadounidense. Más aún porque China sobrevivió la pandemia en buenas condiciones”, sostuvo.
Respecto de Trump, indicó que “es debatible hasta dónde contribuyó al deterioro o, por el contrario, si intentó revertirlo” vía enfrentamiento y guerra comercial con China. De hecho, con él “las ganancias de Wall Street fueron bastante mayores que durante los tres Presidentes anteriores.
En ese contexto, la guerra comercial con China ha golpeado a ciertos sectores pero favorecido a otros. El magnate jefe de Estado, más allá de sus serios problemas intelectuales, no toma medidas de cuarentena porque tampoco puede frenar una economía que viene en deterioro frente a competidores que están mejor”.
El resultado “son los más de 40 millones de personas que piden seguro de desempleo y que se suman a desempleados, subempleados y empleados irregulares que había en la pre-pandemia”, explica Pozzi. Para agregar que esto implica que a nivel popular la crisis es más profunda que la de 1929-1933, pero a nivel empresarial no tanto, dado que Trump gastó un dineral en su favor. “Eso incluye 6000 millones de dólares para nuevas armas. De ahí que las calles explotan. Pero sigue teniendo más donantes millonarios a su fondo de reelección que el demócrata Joe Biden”, dijo.
Aquella crisis de hace casi un siglo, que suele tomarse como referencia en cada tropiezo del capital, fue analizada por varios autores, entre ellos John Galbraith, desde ya por el keynesianismo –gracias a quien se superó- y sus rivales del monetarismo –gracias a quienes luego el capitalismo pasó a mostrar su peor rostro- o Charles Kindleberger.
Más recientemente, tras la crisis de 2008, el egipcio Isaac Johsua, a la izquierda de todos los demás, planteó que en verdad hubo una combinación de factores que cada uno de los anteriores historiadores o economistas pusieron como causa principal: la sobreinversión, el subconsumo, el sobreendeudamiento o la financiarización.
En la crisis que abrió la caída de Lehman Brothers hace 12 años quizá primaron más los dos últimos, que lejos de amortiguarse siguieron en alza por el dominio brutal que reforzó el capital financiero más concentrado y especulativo.
El gran aporte de de Johsua (“La crisis de 1929 y el emerger norteamericano") es que asoció aquel crack del ‘29 no sólo a la suma de todos esos factores económicos, sino además a la disputa hegemónica entre el ascendente Estados Unidos -cuya estructura había cambiado en el pase de siglo velozmente de una de pequeños productores y granjeros a otra industrial y asalariada- y las tres potencias europeas dominantes de la época y rivales entre sí: Gran Bretaña, Francia y Alemania. Ahora, es indudable que la hegemonía norteamericana está amenazada y que esos vientos de cambio no vienen del Atlántico, sino del Pacífico.
El impacto de la caída norteamericana en el Producto mundial no podrá ignorarse. Aunque su peso relativo viene retrocediendo hace tres décadas, sobre todo por la emergencia china, todavía supone casi un cuarto del PIB global, como si este fuera una mesa y EE.UU., China, la Unión Europea también en retroceso y el resto del mundo fueran sus 4 patas, siendo la norteamericana todavía la más grande, no la más fuerte. China sola -aunque su deterioro resulte de la pandemia mucho menor que el de todo el resto- no podrá por si sola sostener esa mesa. En todo caso -en el largo plazo, acaso en este mismo siglo- podría ser la principal constructora de una nueva.
La Oficina de Estadísticas Laborales empezó a contar el número de empleos en 1939 y nunca había contado cifras tan malas como en este abril. Sólo entonces, echaron a 20,5 millones de personas. El desempleo roza 15 por ciento, también el más alto desde que esa oficina inició su serie. Únicamente en la Gran Depresión de los años ‘30 fue mayor, cuando llegó a 24,9 por ciento.
No hay trabajo porque la economía se fue frenando y hasta el jefe de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo que el desplome que tuvo como detonante la Covid-19 podría hacer retroceder el mayor PIB mundial de 20 a 30 por ciento este trimestre.
Ineficiencia
El historiador Pablo Pozzi, quien hace unos años publicó con su colega Fabio Nigra el libro La Decadencia de Estados Unidos, dijo a Cash que en la base de la economía de ese país, con eje en el complejo militar industrial, fue generándose “una ineficiencia que no tiene solución sin desmontar una estructura ya con 80 años de existencia. Esto causa una decadencia lenta, pero que tiende a acelerarse, y que trata de ser detenida con gasto deficitario, balanza de pagos favorable y más profundo control de recursos, materias primas y mercados”.Desde México, ante la consulta de Cash el economista Oscar Ugarteche identificó dos elementos centrales:
1. La pérdida de productividad frente a China, donde “empiezan pero también terminan las cadenas globales de valor”, por lo que la fabricación estadounidense se ha detenido por un período muy largo.
2. La gran cuestión de fondo es que esta crisis no es sólo financiera como en 2008, sino que es “una crisis de cambio de época con clave en el cambio de matriz energética”, del cual Estados Unidos se desentendió por su adicción al petróleo y derroche de energías fósiles.
Trumplandia
Desde que ganó las elecciones presidenciales en 2017 con críticas a la globalización y con el énfasis en recuperar el mercado interno, a Trump no le había ido mal.La economía creció y en 2018 tuvo su mejor desempeño en más de una década, creó empleo, muchas empresas manufactureras remontaron posiciones y niveles de actividad (algunas, como no se veía desde la década de 1970) y aumentóó el salario real, mayormente los bajos y medios.
El contraste fue grande con las dos presidencias anteriores, de flojos resultados, las de George W. Bush y Barack Obama.
El desempleo llegó a bajar a 4 por ciento y Wall Street festejaba. De algún modo, y más allá de un nacionalismo y proteccionismo de discurso fanático e intolerable, el America First parecía dar ciertas señales de éxito relativo. Pero el temblor subterráneo de la estructura económica seguía.
El Nobel Joseph Stiglitz lo explica así: “Muchos líderes empresarios siguen hablando del crecimiento continuo del PIB y de los récords bursátiles. Pero no son buenos indicadores del desempeño económico: ambos callan en relación con lo que sucede en el nivel de vida de la gente de a pie, y no dicen ni una palabra sobre sostenibilidad”.
La furia popular que estalló con el asesinato racista de George Floyd y el impacto económico del coronavirus, parecen respaldar la idea de que algo se pudría de antes. Por ejemplo: Estados Unidos es quizá el único caso en el mundo que lleva tres años seguidos de caída en la expectativa de vida. El médico argentino José Escudero, al referir ese dato asombroso, sostuvo: “Mucha gente se suicida, sufre alcoholismo o consume opiáceos recetados por el poderoso lobby farmacéutico".
Esta semana, Patricio Zamorano, director de la consultora InfoAmerica, dijo desde Washington DC al programa “Voces del Mundo” de Radio Cooperativa/Sputnik que Estados Unidos no presenta sólo casi 41 millones de desempleados, sino además “una situación de hambre que empieza a sentirse en las ciudades y es crítica: gente de clase baja, pero también clase media, hace colas de horas por un plato de comida". La pandemia agravó todo con un sistema de salud para pocos.
Matriz
Ugarteche, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, opina que la caída en la productividad y el cambio de matriz energético están haciendo estragos en la potencia hegemónica.“Todo esto viene de antes de la Covid-19. El mundo entero consume productos de las cadenas globales de valor que empiezan y terminan en China, la producción manufacturera de Estados Unidos perdió posiciones. Y en el tema energético, mientras el mundo lucha por energías limpias, Estados Unidos lucha por el petróleo. China viene llevando adelante el cambio de matriz, importa menos hidrocarburos y, sobre todo, fabrica autos eléctricos a gran escala. Son aún una porción pequeña del mercado mundial, pero están creciendo”.
Las empresas chinas colocaron autobuses eléctricos en muchas ciudades, entre ellas de América Latina, y “seguirán hasta masificar la red de transporte público. Esta contradicción entre dos posturas frente a la energía es conflictiva y es un capítulo de la llamada guerra comercial” entre las dos primeras economía mundiales.
Ugarteche explica que China también lidera la fabricación de los insumos para la energía limpia, no sólo autos eléctricos, sino “por ejemplo paneles solares que van a Europa, a Estados Unidos y a otras regiones” (como Argentina).
En definitiva, dice que “este cuadro dificulta la recuperación norteamericana. Es muy difícil su vía de escape petrolera en medio del cambio climático. Su crisis real comenzó a verse en 2008, cuando de las hipotecas se pasó a una debacle financiera. Ese fue el primer soporte de un puente de crisis que ahora presenta su segundo pilar: el de la crisis energética”.
¿Cómo se saldrá? “Con nuevas tecnologías, nueva matriz energética y con actores diferentes en la economía global de los prevalentes antes de 2008, eso está clarísimo. Esto es algo mayor a 2008: es una crisis de cambio de época y estas se resuelven siempre con la cuestión energética”, afirmó Ugarteche.
Nuevo escenario
Si Trump tiene ahora esta pesadilla, hace muchos años Martin Luther King tenía un sueño. El asesinato de Floyd revivió su deseo, que le apuntaba a tres males a combatir: el racismo, la explotación económica y el militarismo.Hace pocas semanas en Inequality.org, un veterano de Afganistán y hoy pacifista, Brock McIntosh, escribía sobre las perniciosas consecuencias económicas (en empleo, presión corporativa, expectativas de ganancia) de un aparato económico preparado siempre para la guerra.
A esto se refiere Pozzi, quien durante muchos años dirigió la cátedra de Historia de Estados Unidos en la UBA, cuando menciona la fatiga del complejo militar-industrial. Este académico no pierde de vista el factor chino y geopolítico. “En este contexto, la recomposición de Rusia y el auge de China se presentan como algo terrible en función de ese deterioro de la economía estadounidense. Más aún porque China sobrevivió la pandemia en buenas condiciones”, sostuvo.
Respecto de Trump, indicó que “es debatible hasta dónde contribuyó al deterioro o, por el contrario, si intentó revertirlo” vía enfrentamiento y guerra comercial con China. De hecho, con él “las ganancias de Wall Street fueron bastante mayores que durante los tres Presidentes anteriores.
En ese contexto, la guerra comercial con China ha golpeado a ciertos sectores pero favorecido a otros. El magnate jefe de Estado, más allá de sus serios problemas intelectuales, no toma medidas de cuarentena porque tampoco puede frenar una economía que viene en deterioro frente a competidores que están mejor”.
El resultado “son los más de 40 millones de personas que piden seguro de desempleo y que se suman a desempleados, subempleados y empleados irregulares que había en la pre-pandemia”, explica Pozzi. Para agregar que esto implica que a nivel popular la crisis es más profunda que la de 1929-1933, pero a nivel empresarial no tanto, dado que Trump gastó un dineral en su favor. “Eso incluye 6000 millones de dólares para nuevas armas. De ahí que las calles explotan. Pero sigue teniendo más donantes millonarios a su fondo de reelección que el demócrata Joe Biden”, dijo.
Aquella crisis de hace casi un siglo, que suele tomarse como referencia en cada tropiezo del capital, fue analizada por varios autores, entre ellos John Galbraith, desde ya por el keynesianismo –gracias a quien se superó- y sus rivales del monetarismo –gracias a quienes luego el capitalismo pasó a mostrar su peor rostro- o Charles Kindleberger.
Más recientemente, tras la crisis de 2008, el egipcio Isaac Johsua, a la izquierda de todos los demás, planteó que en verdad hubo una combinación de factores que cada uno de los anteriores historiadores o economistas pusieron como causa principal: la sobreinversión, el subconsumo, el sobreendeudamiento o la financiarización.
En la crisis que abrió la caída de Lehman Brothers hace 12 años quizá primaron más los dos últimos, que lejos de amortiguarse siguieron en alza por el dominio brutal que reforzó el capital financiero más concentrado y especulativo.
El gran aporte de de Johsua (“La crisis de 1929 y el emerger norteamericano") es que asoció aquel crack del ‘29 no sólo a la suma de todos esos factores económicos, sino además a la disputa hegemónica entre el ascendente Estados Unidos -cuya estructura había cambiado en el pase de siglo velozmente de una de pequeños productores y granjeros a otra industrial y asalariada- y las tres potencias europeas dominantes de la época y rivales entre sí: Gran Bretaña, Francia y Alemania. Ahora, es indudable que la hegemonía norteamericana está amenazada y que esos vientos de cambio no vienen del Atlántico, sino del Pacífico.
El impacto de la caída norteamericana en el Producto mundial no podrá ignorarse. Aunque su peso relativo viene retrocediendo hace tres décadas, sobre todo por la emergencia china, todavía supone casi un cuarto del PIB global, como si este fuera una mesa y EE.UU., China, la Unión Europea también en retroceso y el resto del mundo fueran sus 4 patas, siendo la norteamericana todavía la más grande, no la más fuerte. China sola -aunque su deterioro resulte de la pandemia mucho menor que el de todo el resto- no podrá por si sola sostener esa mesa. En todo caso -en el largo plazo, acaso en este mismo siglo- podría ser la principal constructora de una nueva.
URUGUAY
Masiva movilización realizó este cuatro de junio el Pit Cnt y la Intersocial
Con
la convocatoria a un paro parcial de 9 a 13 horas y un acto en las
inmediaciones del Palacio Legislativo, el Pit Cnt y la Intersocial
realizaron la primera movilización pública contra la LUC y la
reivindicación de una Renta Básica de Emergencia.
4 junio, 2020 - CARAS Y CARETAS
Desde las nueve de la mañana centenares de
trabajadores a pie y en camiones se aproximaban al estrado montado en
Avenida del Libertador, donde el Pit Cnt y la Intersocial realizaban el
acto central.
En la madrugada, militantes de la central obrera habían pintado en la calle puntos blancos donde se ubicarían los manifestantes para respetar el distanciamiento social; a su vez, otros militantes hacían entrega de tapabocas y alcohol en gel en spray.
Una serie de enormes ollas de cartón lucían la leyenda «la urgencia», ubicadas frente al estrado en la calle y encima de éste.
El único orador fue el secretario general del Pit Cnt, Marcelo Abdala acompañado de integrantes de la intersocial: Fucvam, Onajpu y la coordinadora feminista.
La oratoria se inició con un minuto de silencio en homenaje a todas las víctimas por muerte violenta durante el último fin de semana de mayo.
Abdala resaltó el papel del Sistema Nacional Integrado de Salud en el combate al coronavirus y abogó por la defensa del mismo en contra de los criterios mercantilistas.
Hizo un repaso de los miles de trabajadores enviados al seguro de paro y los que perdieron sus ingresos desde la declaración de la emergencia sanitaria el 13 de marzo, volviendo a exigir la definicion por parte del gobienro de una renta básica de emergencia, y una canasta básica de servicios luz, agua, gas y conectividad para los hogares con menores ingresos.
Con respeto a la LUC, enfatizó que lo urgente es la gente que ya atraviesa una situación angustiante y que seguramente perdurará una vez se ingrese en la «nueva normalidad».
En el cierre de la oratoria, hizo énfasis en el reclamo por Verdad y Justicia para Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos , solicitó el recuerdo prmanente para los miles de trabajadores que llevaron adelante la huelga general contra el golpe de estado, y anunció una nueva movilización para el 27 de junio, dia del quiebre institucional .
En la madrugada, militantes de la central obrera habían pintado en la calle puntos blancos donde se ubicarían los manifestantes para respetar el distanciamiento social; a su vez, otros militantes hacían entrega de tapabocas y alcohol en gel en spray.
Una serie de enormes ollas de cartón lucían la leyenda «la urgencia», ubicadas frente al estrado en la calle y encima de éste.
El único orador fue el secretario general del Pit Cnt, Marcelo Abdala acompañado de integrantes de la intersocial: Fucvam, Onajpu y la coordinadora feminista.
La oratoria se inició con un minuto de silencio en homenaje a todas las víctimas por muerte violenta durante el último fin de semana de mayo.
Abdala resaltó el papel del Sistema Nacional Integrado de Salud en el combate al coronavirus y abogó por la defensa del mismo en contra de los criterios mercantilistas.
Hizo un repaso de los miles de trabajadores enviados al seguro de paro y los que perdieron sus ingresos desde la declaración de la emergencia sanitaria el 13 de marzo, volviendo a exigir la definicion por parte del gobienro de una renta básica de emergencia, y una canasta básica de servicios luz, agua, gas y conectividad para los hogares con menores ingresos.
Con respeto a la LUC, enfatizó que lo urgente es la gente que ya atraviesa una situación angustiante y que seguramente perdurará una vez se ingrese en la «nueva normalidad».
En el cierre de la oratoria, hizo énfasis en el reclamo por Verdad y Justicia para Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos , solicitó el recuerdo prmanente para los miles de trabajadores que llevaron adelante la huelga general contra el golpe de estado, y anunció una nueva movilización para el 27 de junio, dia del quiebre institucional .
PIT-CNT reclama renta básica universal para desempleados
El PIT-CNT convocó para este jueves un paro en rechazo a la LUC. Frente al Palacio Legislativo se llevaron a cabo manifestaciones, siempre vigilando medidas sanitarias por la pandemia.
Foto: PIT-CNT
PARO PARCIAL
04 de junio de 2020, 11:24hs LR21Miles de personas se convocaron este jueves atendiendo al llamado del
PIT-CNT de manifestarse contra la ley de urgente consideración, que se
discute y vota en el Senado esta semana.
Desde el escenario principal, ubicado en la avenida Libertador, se exhortó a las personas que marchaban en dirección al Parlamento a mantener distanciamiento social y a portar tapabocas para evitar riesgo de contagio de coronavirus. Para ello se marcaron puntos sobre el asfalto y se notó en fotos aéreas que fue algo que se respetó en gran medida.
En ese sentido remarcó que hay miles que han perdido sus puestos de trabajo por la emergencia sanitaria y abogó porque se instaure una renta básica universal para ellos.
Sostuvo además que el hecho de que la pandemia esté siendo contenida de forma relativamente exitosa es gracias a que el país cuenta con un Sistema Integrado de Salud eficiente que cubre a toda la población.
En la marcha estuvieron varios representantes del Frente Amplio, partido que acompañó los reclamos. Su presidente, Javier Miranda, expresó que la ley de urgente consideración es «regresiva» porque «desmonta las políticas que se han llevado adelante que han sido en beneficio de toda la población».
«Es una ley inoportuna, inconstitucional y fue una mala apuesta porque además no atiende la verdadera urgencia de la gente», aseveró en rueda de prensa.
Desde el escenario principal, ubicado en la avenida Libertador, se exhortó a las personas que marchaban en dirección al Parlamento a mantener distanciamiento social y a portar tapabocas para evitar riesgo de contagio de coronavirus. Para ello se marcaron puntos sobre el asfalto y se notó en fotos aéreas que fue algo que se respetó en gran medida.
Renta básica universal
En el acto habló solamente Marcelo Abdala, secretario general del PIT-CNT, quien recordó que la pandemia provocó un aumento drástico del desempleo y urgió al gobierno a atender a los más necesitados.En ese sentido remarcó que hay miles que han perdido sus puestos de trabajo por la emergencia sanitaria y abogó porque se instaure una renta básica universal para ellos.
Sostuvo además que el hecho de que la pandemia esté siendo contenida de forma relativamente exitosa es gracias a que el país cuenta con un Sistema Integrado de Salud eficiente que cubre a toda la población.
En la marcha estuvieron varios representantes del Frente Amplio, partido que acompañó los reclamos. Su presidente, Javier Miranda, expresó que la ley de urgente consideración es «regresiva» porque «desmonta las políticas que se han llevado adelante que han sido en beneficio de toda la población».
«Es una ley inoportuna, inconstitucional y fue una mala apuesta porque además no atiende la verdadera urgencia de la gente», aseveró en rueda de prensa.
Una multitud aclamó en las calles que «la emergencia es la gente»
«Los mayores esfuerzos del país tienen que estar al servicio de la generación de trabajo y empleo», remarcó Marcelo Abdala.
Ultima actualización Jun 5, 2020 - LA REPÚBLICA uy
Un
«río de libertad» se concentró ante el Palacio legislativo para
respaldar una serie de medidas planteadas por el PIT-CNT en conjunto con
la Intersocial, cuyos ejes son la defensa de la salud de la población,
del trabajo y de los salarios e ingresos de la gente. «Esto es una
demostración de que la dirección sindical no está despegada de la
gente», dijo el presidente del PIT-CNT Fernando Pereira a LA REPÚBLICA.
«Es la característica del pueblo obrero uruguayo: expresar su opinión,
marcar la cancha», resaltó por su parte el exsenador Juan Castillo.
«La clase obrera se encolumnó atrás de la Intersocial», destacaban las autoridades del PIT-CNT en medio de una concentración multitudinaria en el marco de un paro general parcial, a la cual se sumaron legisladores como fue el caso de la senadora Carolina Cosse. El motivo: reclamar y respaldar las medidas planteadas por la central sindical para una renta básica de emergencia para trabajadores que hoy están sin ingresos, como también expresarse contra la ley de urgente consideración que se discute en el Parlamento.
«Debemos defender nuestros derechos entre todos»
Fernando Pereira, entrevistado por LA REPÚBLICA, consideró: «Estoy muy orgulloso de los trabajadores uruguayos. Esto es una demostración de que la dirección sindical no está despegada de la gente».
«Somos la gente, somos una parte del pueblo uruguayo que siente que hay que atender a los sectores más débiles de la sociedad en medio de una pandemia, que siente que la emergencia es el trabajo, el empleo, el ingreso de las personas. Es evitar que nuestra gente caiga en la pobreza. Que nuestra gente nos acompañe así solo nos puede dar orgullo».
Al mencionársele los intentos del PIT-CNT por dialogar con el gobierno nacional sobre los cambios que implementará la LUC y preocupan al movimiento sindical, Pereira dijo: «Y va a seguir intentando. No se puede limitar la huelga, no se pueden limitar las libertades en la democracia más plena de América Latina. Entre todos tenemos que defender nuestros derechos. No es si violan un poquito, no es si se acortan un poquito, hay que mantener todo lo que se construyó, y eso supone construir los puentes sociales con las demás organizaciones para dar respuestas populares, y que el conjunto de la sociedad nos comprenda y nos apoye, porque con la gente cambiamos».
El secretario del PIT-CNT, Marcelo Abdala, fue uno de los oradores de la movilización realizada por la central sindical bajo la premisa «la emergencia es la gente», en la que los manifestantes expresaron su posición contraria a la ley de urgente consideración y demandaron que el foco se pusiera en los que creen que son los problemas más serios.
«Este es un llamado a la unidad del pueblo, para que la pandemia no aumente la desigualdad», dijo Abdala durante su discurso, en el que además mencionó que «estamos ante una crisis sanitaria, social y económica de nuevo tipo. Que necesita soluciones de nuevo tipo».
Tras explicar que «rechazamos la LUC porque no toma en cuenta en nada los problemas actuales del pueblo», el secretario dijo que «los mayores esfuerzos del país tienen que estar al servicio de la generación de trabajo y empleo».
En cuanto a propuestas para paliar la situación, mencionó: «Planteamos que cada hogar cuente con un ingreso básico de emergencia por un período de 3 meses por un monto del salario mínimo nacional».
«Es necesario no escatimar recursos en apoyo a las pequeñas y medianas empresas que apoyen el desarrollo de la industria nacional», agregó, antes de comentar que «ninguna uruguaya ni uruguayo puede quedar desamparado. Para eso proponemos el Ingreso Básico de Emergencia. Si existen propuestas mejores, bienvenidas. Acostumbrarnos al desamparo no puede ser el camino. El Estado debe dar respuesta».
«Es clave proteger los ingresos y el salario de los sectores más desfavorecidos. En momentos en que la inflación subió a un 11% es necesario control de precios una canasta básica a precios módicos», añadió, y recordó que «casi 1 de cada 5 asalariados está en el seguro de paro».
«Tendemos una mano para desarrollar junto a todas las organizaciones que quieran sumarse asambleas y reuniones para que estas propuestas sean del pueblo. Y allí reclamaremos al gobierno que las aplique», sostuvo.
«Es la característica del pueblo obrero»
Quien también dijo presente y dialogó ante los micrófonos de LA REPÚBLICA, fue el exsenador y secretario general del PCU, Juan Castillo. «Es la característica del pueblo obrero uruguayo: expresar su opinión, marcar la cancha. Me parece que frente a lo que se está debatiendo en medio de una pandemia, con emergencia sanitaria, tratar una ley de urgente consideración que quita derechos, obviamente esta es la expresión que tienen los trabajadores», comenzó diciendo.
Sobre los cinco años que deben esperar los trabajadores con la coalición en el poder, el frenteamplista expresó: «Creo que será complicado. Nosotros vamos a tener que aprontarnos porque van a ser cinco años largos. Las primeras medidas que está tomando el gobierno le están rebajando los derechos a los trabajadores, y para nosotros defender la ley de negociación colectiva y muchos avances logrados en estos años es una cosa importante.
Así que todo esto parece ser marcado por meses y años de mucha lucha del movimiento obrero».
Por último, Castillo se refirió al rol del Frente Amplio como oposición: «Parte del debate es una discusión política partidaria. Creo que no hay dudas, hasta este momento los ámbitos orgánicos del Frente Amplio que se han expedido, mesa política y Secretariado, están hablando siempre de salir en defensa de los postulados, en defensa de las condiciones de vida de los compatriotas.
Antes se hablaba de si el Frente Amplio sería una oposición responsable. La oposición del FA es una fuerza política que va a defender los logros, que va a defender las conquistas. Yo prefiero llamarlo alternativa. Es algo completamente distinto a este gobierno, por lo que se está viendo en estos primeros meses».
«La LUC sigue teniendo cosas muy graves para el Uruguay»
Carolina Cosse se tomó un breve receso de la sesión parlamentaria que discute la ley de urgente consideración para escuchar el discurso que Marcelo Abdala pronunció en la movilización convocada por el PIT-CNT. «Me salí de la sesión para escuchar el discurso y estar con los compañeros, y después vuelvo. La verdad que creo que fue un discurso muy responsable, sustentado en elementos de la academia y en recomendaciones internacionales. Se nombró a la OIT, a la Cepal, a la UdelaR», comenzó diciendo la senadora frenteamplista.
Continuó señalando que «fue un discurso que propone la unidad del pueblo uruguayo, con una centralidad muy fuerte en el trabajo y en la salud. Me parece que es el ánimo que hay que tener. Estamos dando la pelea en el Parlamento, pero bueno, esta ley tiene cosas realmente muy graves para el Uruguay. Las sigue teniendo. Haremos lo imposible, y pondremos todos nuestros argumentos para que el pueblo uruguayo entienda las consecuencias de esta ley».
Consultada sobre cuáles considera que son esas cosas muy graves, Cosse respondió: «Creo que en seguridad agrega problemas. Todos los académicos, de manera unánime, institutos de derecho penal, procesal, de derecho del trabajo, se han expresado marcando los riesgos de los artículos de seguridad, que en general van a traer más problemas en vez de resolverlos».
Además, «en términos de educación, creo que se está minando la base conceptual de lo que ha sido la tradición de educación pública de Uruguay de Artigas para adelante, con un Estado garante de la educación pública. No es la indicación ni la sugerencia que se da a nivel de ningún organismo competente en la materia.
Otra cosa grave es lo del instituto de colonización. Se desmantelan muchas cuestiones que son la base del desarrollo de la democracia y de las garantías».
Cuando se le preguntó si consideraba que los estallidos sociales en Chile y Estados Unidos podrían replicarse en Uruguay, Cosse manifestó: «No hay que ser alarmistas, pero en este mundo tan acelerado, lo que pasó en Estados Unidos es una posible foto de un futuro. A eso no queremos llegar, pero vamos a hacerlo si se le da tanta discrecionalidad a la policía. La discrecionalidad nunca es buena en los ámbitos de convivencia democrática. Tiene que haber garantías, tiene que haber un marco normativo razonable. Ya digo, todos los académicos expresan su opinión en contra. Esto es grave, porque de alguna manera desarticula la condición humana de la convivencia».
«Lo urgente es la gente»
Otro de los integrantes de la oposición que participaron de la marcha contra la ley de urgente consideración organizada por el PIT-CNT bajo el lema «la emergencia es la gente» fue Daniel Olesker. El senador dejó por un rato el Palacio Legislativo para expresarles su apoyo a los manifestantes, cuya presencia valoró. «Quisieron discutir la LUC sin gente, sin barras. Pero nuestra clase trabajadora, respetando el tapabocas y la distancia, se hace presente junto a 11 cuadras de gente. Con mis amigos Fernando y el «Turco» con tapabocas bajamos la distancia para la foto. #LoUrgenteEsLaGente», escribió el frenteamplista en las redes sociales.
«La clase obrera se encolumnó atrás de la Intersocial», destacaban las autoridades del PIT-CNT en medio de una concentración multitudinaria en el marco de un paro general parcial, a la cual se sumaron legisladores como fue el caso de la senadora Carolina Cosse. El motivo: reclamar y respaldar las medidas planteadas por la central sindical para una renta básica de emergencia para trabajadores que hoy están sin ingresos, como también expresarse contra la ley de urgente consideración que se discute en el Parlamento.
«Debemos defender nuestros derechos entre todos»
Fernando Pereira, entrevistado por LA REPÚBLICA, consideró: «Estoy muy orgulloso de los trabajadores uruguayos. Esto es una demostración de que la dirección sindical no está despegada de la gente».
«Somos la gente, somos una parte del pueblo uruguayo que siente que hay que atender a los sectores más débiles de la sociedad en medio de una pandemia, que siente que la emergencia es el trabajo, el empleo, el ingreso de las personas. Es evitar que nuestra gente caiga en la pobreza. Que nuestra gente nos acompañe así solo nos puede dar orgullo».
Al mencionársele los intentos del PIT-CNT por dialogar con el gobierno nacional sobre los cambios que implementará la LUC y preocupan al movimiento sindical, Pereira dijo: «Y va a seguir intentando. No se puede limitar la huelga, no se pueden limitar las libertades en la democracia más plena de América Latina. Entre todos tenemos que defender nuestros derechos. No es si violan un poquito, no es si se acortan un poquito, hay que mantener todo lo que se construyó, y eso supone construir los puentes sociales con las demás organizaciones para dar respuestas populares, y que el conjunto de la sociedad nos comprenda y nos apoye, porque con la gente cambiamos».
El secretario del PIT-CNT, Marcelo Abdala, fue uno de los oradores de la movilización realizada por la central sindical bajo la premisa «la emergencia es la gente», en la que los manifestantes expresaron su posición contraria a la ley de urgente consideración y demandaron que el foco se pusiera en los que creen que son los problemas más serios.
«Este es un llamado a la unidad del pueblo, para que la pandemia no aumente la desigualdad», dijo Abdala durante su discurso, en el que además mencionó que «estamos ante una crisis sanitaria, social y económica de nuevo tipo. Que necesita soluciones de nuevo tipo».
Tras explicar que «rechazamos la LUC porque no toma en cuenta en nada los problemas actuales del pueblo», el secretario dijo que «los mayores esfuerzos del país tienen que estar al servicio de la generación de trabajo y empleo».
En cuanto a propuestas para paliar la situación, mencionó: «Planteamos que cada hogar cuente con un ingreso básico de emergencia por un período de 3 meses por un monto del salario mínimo nacional».
«Es necesario no escatimar recursos en apoyo a las pequeñas y medianas empresas que apoyen el desarrollo de la industria nacional», agregó, antes de comentar que «ninguna uruguaya ni uruguayo puede quedar desamparado. Para eso proponemos el Ingreso Básico de Emergencia. Si existen propuestas mejores, bienvenidas. Acostumbrarnos al desamparo no puede ser el camino. El Estado debe dar respuesta».
«Es clave proteger los ingresos y el salario de los sectores más desfavorecidos. En momentos en que la inflación subió a un 11% es necesario control de precios una canasta básica a precios módicos», añadió, y recordó que «casi 1 de cada 5 asalariados está en el seguro de paro».
«Tendemos una mano para desarrollar junto a todas las organizaciones que quieran sumarse asambleas y reuniones para que estas propuestas sean del pueblo. Y allí reclamaremos al gobierno que las aplique», sostuvo.
«Es la característica del pueblo obrero»
Quien también dijo presente y dialogó ante los micrófonos de LA REPÚBLICA, fue el exsenador y secretario general del PCU, Juan Castillo. «Es la característica del pueblo obrero uruguayo: expresar su opinión, marcar la cancha. Me parece que frente a lo que se está debatiendo en medio de una pandemia, con emergencia sanitaria, tratar una ley de urgente consideración que quita derechos, obviamente esta es la expresión que tienen los trabajadores», comenzó diciendo.
Sobre los cinco años que deben esperar los trabajadores con la coalición en el poder, el frenteamplista expresó: «Creo que será complicado. Nosotros vamos a tener que aprontarnos porque van a ser cinco años largos. Las primeras medidas que está tomando el gobierno le están rebajando los derechos a los trabajadores, y para nosotros defender la ley de negociación colectiva y muchos avances logrados en estos años es una cosa importante.
Así que todo esto parece ser marcado por meses y años de mucha lucha del movimiento obrero».
Por último, Castillo se refirió al rol del Frente Amplio como oposición: «Parte del debate es una discusión política partidaria. Creo que no hay dudas, hasta este momento los ámbitos orgánicos del Frente Amplio que se han expedido, mesa política y Secretariado, están hablando siempre de salir en defensa de los postulados, en defensa de las condiciones de vida de los compatriotas.
Antes se hablaba de si el Frente Amplio sería una oposición responsable. La oposición del FA es una fuerza política que va a defender los logros, que va a defender las conquistas. Yo prefiero llamarlo alternativa. Es algo completamente distinto a este gobierno, por lo que se está viendo en estos primeros meses».
«La LUC sigue teniendo cosas muy graves para el Uruguay»
Carolina Cosse se tomó un breve receso de la sesión parlamentaria que discute la ley de urgente consideración para escuchar el discurso que Marcelo Abdala pronunció en la movilización convocada por el PIT-CNT. «Me salí de la sesión para escuchar el discurso y estar con los compañeros, y después vuelvo. La verdad que creo que fue un discurso muy responsable, sustentado en elementos de la academia y en recomendaciones internacionales. Se nombró a la OIT, a la Cepal, a la UdelaR», comenzó diciendo la senadora frenteamplista.
Continuó señalando que «fue un discurso que propone la unidad del pueblo uruguayo, con una centralidad muy fuerte en el trabajo y en la salud. Me parece que es el ánimo que hay que tener. Estamos dando la pelea en el Parlamento, pero bueno, esta ley tiene cosas realmente muy graves para el Uruguay. Las sigue teniendo. Haremos lo imposible, y pondremos todos nuestros argumentos para que el pueblo uruguayo entienda las consecuencias de esta ley».
Consultada sobre cuáles considera que son esas cosas muy graves, Cosse respondió: «Creo que en seguridad agrega problemas. Todos los académicos, de manera unánime, institutos de derecho penal, procesal, de derecho del trabajo, se han expresado marcando los riesgos de los artículos de seguridad, que en general van a traer más problemas en vez de resolverlos».
Además, «en términos de educación, creo que se está minando la base conceptual de lo que ha sido la tradición de educación pública de Uruguay de Artigas para adelante, con un Estado garante de la educación pública. No es la indicación ni la sugerencia que se da a nivel de ningún organismo competente en la materia.
Otra cosa grave es lo del instituto de colonización. Se desmantelan muchas cuestiones que son la base del desarrollo de la democracia y de las garantías».
Cuando se le preguntó si consideraba que los estallidos sociales en Chile y Estados Unidos podrían replicarse en Uruguay, Cosse manifestó: «No hay que ser alarmistas, pero en este mundo tan acelerado, lo que pasó en Estados Unidos es una posible foto de un futuro. A eso no queremos llegar, pero vamos a hacerlo si se le da tanta discrecionalidad a la policía. La discrecionalidad nunca es buena en los ámbitos de convivencia democrática. Tiene que haber garantías, tiene que haber un marco normativo razonable. Ya digo, todos los académicos expresan su opinión en contra. Esto es grave, porque de alguna manera desarticula la condición humana de la convivencia».
«Lo urgente es la gente»
Otro de los integrantes de la oposición que participaron de la marcha contra la ley de urgente consideración organizada por el PIT-CNT bajo el lema «la emergencia es la gente» fue Daniel Olesker. El senador dejó por un rato el Palacio Legislativo para expresarles su apoyo a los manifestantes, cuya presencia valoró. «Quisieron discutir la LUC sin gente, sin barras. Pero nuestra clase trabajadora, respetando el tapabocas y la distancia, se hace presente junto a 11 cuadras de gente. Con mis amigos Fernando y el «Turco» con tapabocas bajamos la distancia para la foto. #LoUrgenteEsLaGente», escribió el frenteamplista en las redes sociales.
Primera medida de fuerza desde que asumió Luis Lacalle Pou
Paro y movilización en Uruguay contra el ajuste en plena pandemia
En
paralelo a la protesta se dieron fuertes debates en el Senado por la
Ley de Urgente Consideración (LUC) que envió el Ejecutivo al Congreso.
Los artículos sobre seguridad fueron el centro de la polémica.
Contra la Ley de Urgente Consideración.
Imagen: EFE
Imagen: EFE
PÁGINA 12 - 04 de junio de 2020
Miles de personas se movilizaron en Montevideo para protestar por la pérdida de puestos trabajo y reclamar al gobierno de Luis Lacalle Pou que aborde la situación. La convocatoria fue realizada por la central sindical única uruguaya que aúna al Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT) y a la Convención Nacional de Trabajadores (CNT). En su discurso el secretario general Marcelo Abdala informó que más de 200.000 personas fueran enviadas a seguro de paro en medio de la pandemia. Fue la primera medida de fuerza desde que asumió Lacalle Pou el pasado 1 de marzo. En paralelo se dieron fuertes debates en el Senado por la Ley de Urgente Consideración (LUC) que envió el ejecutivo a la Asamblea Nacional.
Por su parte el Secretario General del PIT-CNT, Marcelo Abdala, resaltó que la verdadera emergencia la estaba pagando la gente. El sindicalista hizo referencia a la crisis sanitaria que declaró el Ejecutivo uruguayo el 13 de marzo cuando se conocieron los cuatro primeros contagios. "La crisis sanitaria, económica y social de nuevo tipo requiere respuestas inmediatas de nuevo tipo", sostuvo Abdala. Además informó que unos 400 mil trabajadores informales vieron reducirse drásticamente sus ingresos en las últimas semanas.
Dentro de la Asamblea los ánimos estuvieron caldeados. El Senador del Frente Amplio (FA) Eduardo Bonomi criticó el primer artículo de la LUC que amplía los supuestos de legítima defensa. "Los delincuentes se van a volver mucho más violentos", afirmó el senador. Otro de los asuntos que más crispación generó fue la creación del delito de "agravio a la autoridad policial". En referencia a este punto el frenteamplista Charles Carrera aseguró que atenta contra el derecho de reunión y de libertad de expresión. El proyecto cuenta con el apoyo de las fuerzas de la coalición oficialista: Partido Nacional, al que pertenece Lacalle Pou, el Partido Colorado y el ultraderechista Cabildo Abierto.
Miles de personas se movilizaron en Montevideo para protestar por la pérdida de puestos trabajo y reclamar al gobierno de Luis Lacalle Pou que aborde la situación. La convocatoria fue realizada por la central sindical única uruguaya que aúna al Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT) y a la Convención Nacional de Trabajadores (CNT). En su discurso el secretario general Marcelo Abdala informó que más de 200.000 personas fueran enviadas a seguro de paro en medio de la pandemia. Fue la primera medida de fuerza desde que asumió Lacalle Pou el pasado 1 de marzo. En paralelo se dieron fuertes debates en el Senado por la Ley de Urgente Consideración (LUC) que envió el ejecutivo a la Asamblea Nacional.
Emergencia Social
La movilización formó parte del paro parcial de 4 horas convocado por el PIT-CNT. En su discurso el presidente de la central sindical Fernando Pereira resaltó las duras condiciones para los trabajadores durante la pandemia. Según el líder sindical decenas de miles de ellos perdieron su empleo, lo que calificó como un golpe duro a la integración social. "Hay que tener políticas públicas, estatales, que puedan compensar esta circunstancia que le está tocando vivir a decenas de miles de uruguayos. Y ahí está la verdadera asistencia a la gente", indicó Pereira. También le pidió al gobierno que se sensibilizarse ante las demandas populares.Por su parte el Secretario General del PIT-CNT, Marcelo Abdala, resaltó que la verdadera emergencia la estaba pagando la gente. El sindicalista hizo referencia a la crisis sanitaria que declaró el Ejecutivo uruguayo el 13 de marzo cuando se conocieron los cuatro primeros contagios. "La crisis sanitaria, económica y social de nuevo tipo requiere respuestas inmediatas de nuevo tipo", sostuvo Abdala. Además informó que unos 400 mil trabajadores informales vieron reducirse drásticamente sus ingresos en las últimas semanas.
Debate candente
A su vez, el Senado debatió por segunda jornada la LUC. Este es un paquete legislativo de 476 artículos entre los que se incluyen medidas de salud, educación, vivienda y seguridad. La ley fue el eje de la campaña electoral que llevó a la presidencia a Lacalle Pou. Los asistentes a la movilización criticaron en varias ocasiones el proyecto legislativo. Pudieron verse carteles con pintadas como "Sr. Presidente: lo urgente es la industria nacional" o "Sr. Presidente: lo urgente es el trabajo".Dentro de la Asamblea los ánimos estuvieron caldeados. El Senador del Frente Amplio (FA) Eduardo Bonomi criticó el primer artículo de la LUC que amplía los supuestos de legítima defensa. "Los delincuentes se van a volver mucho más violentos", afirmó el senador. Otro de los asuntos que más crispación generó fue la creación del delito de "agravio a la autoridad policial". En referencia a este punto el frenteamplista Charles Carrera aseguró que atenta contra el derecho de reunión y de libertad de expresión. El proyecto cuenta con el apoyo de las fuerzas de la coalición oficialista: Partido Nacional, al que pertenece Lacalle Pou, el Partido Colorado y el ultraderechista Cabildo Abierto.
La economía de a pie.
MAQUILLANDO A UPM.
Junio primera quincena 2020.
MAQUILLANDO A UPM.
La pandemia de
coronavirus, le dio al gobierno oriental, la oportunidad de revisar el
oprobioso contrato con UPM, para la construcción de la segunda planta de
fabricación de pasta de celulosa.i
La coalición multicolor olvidó críticas preelectorales y renunció
expresamente a tal posibilidad en el memorando de entendimiento firmado
recientemente con la empresa.
Destruído por los
hechos su argumento inicial referido al cumplimiento de los contratos,
se reflotaron las supuestas bondades de toda inversión extranjera en
general y de la inversión de la empresa escandinava en particular.
Uno de los
principales argumentos es el empleo a generar. Las experiencias de la
primera planta de UPM y de Montes del Plata desmienten el optimismo.
Algunos cientos de fuentes de trabajo permanente a cambio de consolidar
un modelo de grandes extensiones de tierra en manos extranjeras,
monocultivos de eucaliptus, transferencia de utilidades al exterior,
daño ambiental y un saldo de destrucción de fuentes laborales mayor a
las creadas.
Pasada la fase
fugaz de construcción fabril, el resultado final sobre la ocupación será
negativo. Los eucaliptos desplazan usos alternativos del territorio que
generan más fuentes de trabajo tanto en la fase primaria como en
eslabones derivados. Baste mencionar ganado lechero, trigo, ovinos.
Las consecuencias
fiscales serán nefastas. No solamente porque la planta y actividades
conexas se ubicarán en zonas francas, sino además por el endeudamiento
asumido para generar la logística requerida por la empresa.
Los compromisos del
gobierno oriental, incluyen construcción de líneas férreas, para el
transporte de la producción hacía el puerto y de insumos hacia la
planta. Un viaducto para no entorpecer los traslados entre la terminal
ferroviaria y las zonas de embarque, obras portuarios, acondicionamiento
de caminos y diversas inversiones asumidas por el sector público.
El costo para el
erario público se puede estimar en aproximadamente 4000 millones de
dólares. En los inicios de las negociaciones, se publicitó una inversión
del Estado de 1000 millones de dólares y de 4000 de la empresa.
Progresivamente los datos se fueron transformando. Los gastos del sector
público se fueron multiplicando, a la par que la inversión “prometida”
por UPM descendió a 3000 millones de dólares, con el aderezo, que en sus
informes a los accionistas indica que se financiará con las utilidades
obtenidas.
El nuevo memorando
reafirma en esencia las condiciones pactadas durante el gobierno del
Encuentro Progresista. Curiosamente el gobierno actual lo presentó como
un triunfo por los supuestos ahorros para el país, que varían entre 150 y
250 millones de dólares. según el grado de optimismo del vocero
El texto expresa que UPM “tiene la intención de”
acelerar la financiación prevista de obras obras viales, por 60
millones de dólares, reforzamiento de redes eléctricas por 68 millones,
la creación de un nuevo vivero de eucaliptus en Sarandí del Yi y
ampliación de la planta de insumos químicos de Kemira, en Río Negro,
para abastecer la segunda planta de pasta de celulosa en Pueblo
Centenario.
Todas inversiones al servicio prácticamente exclusivo de la empresa, que además no asume obligaciones. El memorando “no crea acuerdo vinculante”. Y
para que no queden dudas, que UPM no piensa poner un euro más de lo
acordado previamente, su comunicado del 15 de mayo de 2020, expresa, que
su monto de inversión permanece incambiadoii
Nada quedó librado al azar. Posibles diferencias serán arbitradas por organismos internacionales.
GOTITAS DE ECONOMÍA
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El número de trabajadores en seguro de desempleo en Uruguay ronda los 200.000 trabajadores. Aproximadamente 12% de su fuerza laboral. Paralelamente continúa creciendo el desempleo abierto, que se ubicaba en 10.5% previo a la pandemia. La fragilidad del esquema economico vigente al desnudo.
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El índice de salario real promedio presentado por el INE, registra para los últimos doce meses cerrados en abril un descenso de 2.96%. En los primeros 4 meses del 2020, ya acumula una caída de 1.36%. Los trabajadores pagando la crisis capitalista.
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El BID informó que concretó desembolsos por 1050 milones de dólares para Uruguay en 2020 y se agregaron 350 millones más. Continúa creciendo la deuda pública.
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En los primeros meses de 2020 disminuyeron los embarques de la cadena cárnica desde Uruguay hacia China, mientras aumentaron las ventas de Argentina, Australia, Brasil. Los datos indican que los problemas locales, parecen ser de oferta y no de demanda.
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El primer trimestre de 2020, marcó continuidad de la anemia de la producción de Brasil, en un lapso en el que todavía no pesaban mayormente las consecuencias del corona virus. El PBI según cifras oficiales, descendió 0.3 % en relación al mismo trimestre del año anterior. Claramente desciende más el PBI por habitante debido al crecimiento de la población.
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La aerolínea LATAM, primera en América latina, se declaró en quiebra ante tribunales de Estados Unidos. Trasladando sus efectos a filiales en Colombia, Perú, Ecuador.
La frase seleccionda. “La
división internacional del trabajo consiste en que unos países se
especializan en ganar y otros países se especializan en perder. Nuestra comarca del mundo que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los
lejanos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a
través del mar y le hundieron los dientes en la garganta (…) la región
sigue trabajando de sirvienta” Eduardo Galeano Las venas abiertas de América latina. 2ª Edición 1972 p19
iLas cláusulas permitiían recurrirlo por razones de fuerza mayor. Incluyendo razones sanitarias.
ii Por otra parte, en presentación en la TV finlandesa Yle que cita al gerente del proyecto UPM, se mencionan 2400 millones de euro de inversión total. Algo menos de 2700 milllones de dólares.