Justicia británica rechaza extradición de Assange a Estados Unidos
- López Obrador pide a Reino Unido que libere a Julian Assange y le ofrece asilo político
- Estados Unidos apelará negativa de tribunal británico de extraditar a Assange
El fundador de Wikileaks, Julian Assange, no puede ser extraditado de Reino Unido a Estados Unidos debido a problemas de salud mental, dictaminó este lunes una Corte británica.
Al dar a conocer su dictamen, la jueza distrital Vanessa Baraitser consideró "demostrado" que el australiano de 49 años presenta riesgo de suicidio y podría quitarse la vida si es procesado en EE.UU., donde enfrenta cargos por la publicación de miles de documentos clasificados en 2010 y 2011.
Estados Unidos afirma que las filtraciones violaron la ley y pusieron en peligro vidas. Assange ha luchado contra la extradición y dice que el caso tiene motivaciones políticas.
Las autoridades estadounidenses dijeron que apelarán el fallo.
La jueza Baraitser detalló la evidencia de las autolesiones de Assange y sus pensamientos suicidas.
"La impresión general es de un hombre deprimido y algunas veces desesperado, que teme de su futuro".
"Al enfrentar condiciones de aislamiento casi total sin los factores de protección que limitaron sus riesgos en HMP Belmarsh [la cárcel británica donde está recluido], estoy convencida que los procedimientos descritos por EE.UU. no evitarán que el señor Assange encuentre una manera de suicidarse y por esa razón he decidido que la extradición sería opresiva por causa de daño mental", agregó.
De ser condenado en EE.UU., Assange enfrentaría una pena de cárcel de
175 años, sostienen sus abogados. Sin embargo, el gobierno
estadounidense ha dicho que la sentencia más probablemente sería de
entre cuatro y seis años.
EE.UU. acusa a Assange de 18 cargos, incluyendo el hackeo de las bases
de datos del ejército estadounidense para adquirir información sensible
secreta relacionada con las guerras en Afganistán e Irak que luego
publicó en el sitio web de Wikileaks.
El australiano sostiene que la información puso al descubierto los abusos perpetrados por las fuerzas militares de EE.UU.
López Obrador pide a Reino Unido que libere a Julian Assange y le ofrece asilo político
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, celebró este lunes que el Reino Unido haya denegado la extradición del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, a EE.UU.
“Celebro, primero, que en Inglaterra se le haya dado protección al señor Assange, que no se haya autorizado la extradición a EE.UU. Creo que es un triunfo de la justicia, celebro que en Inglaterra se actúe de esa forma, porque Assange es un periodista y merece una oportunidad”, dijo el mandatario, durante su conferencia de prensa matutina, donde añadió que está a favor de que el activista australiano sea indultado.
Asimismo, López Obrador indicó que pedirá al secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Marcelo Ebrard, iniciar los trámites correspondientes ante el Reino Unido para solicitar “la posibilidad de que el señor Assange quede en libertad” y que México le ofrezca asilo político.
“Felicitamos a la justicia del Reino Unido por la decisión que se tomó hoy, nada más que allá fue por la madrugada, pero fue una muy buena decisión; entonces, perdón al señor Assange, indulto y asilo en México, nosotros le damos protección, vamos a hacer esa gestión”, enfatizó el mandatario en la rueda de prensa.
Aclaró que será un trámite con lo que significa el derecho de asilo y la tradición de México de brindar protección; pero, al mismo tiempo, “la responsabilidad de cuidar que el que recibe el asilo no intervenga, no interfiera en asuntos políticos de ningún país”.
Estados Unidos apelará negativa de tribunal británico de extraditar a Assange
Julian Assange en una ventana de la embajada ecuatoriana en Londres, en febrero de 2016. Foto: AP.
El Departamento de Justicia norteamericano anunció hoy que está "extremadamente decepcionado" por la negativa de la justicia británica a extraditar a Estados Unidos al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, para juzgarlo en este país.
Las autoridades correspondientes notificaron al tribunal del Reino Unido la intención de recurrir la decisión, y continuaremos buscando la extradición de Assange, señaló la mencionada agencia federal en un comunicado.
Al mismo tiempo, estamos muy satisfechos de que prevalecieran los argumentos jurídicos presentados por el gobierno de Estados Unidos, señaló la entidad, en referencia a las declaraciones de Assange de que ejercía su derecho a la libre expresión y de que Washington ejecutaba una represalia política en su contra.
La jueza británica Vanessa Baraitser consideró este lunes "que el estado mental del señor Assange es tal que sería opresivo extraditarlo a Estados Unidos".
La administración del presidente Donald Trump busca la extradición de Assange, quien está preso en el Reino Unido desde su arresto en la embajada de Ecuador en Londres en abril de 2019.
Según un reporte de PL, el gobierno estadounidense pretende juzgarlo por 17 cargos de espionaje y uno de conspiración para cometer piratería informática, que en total pudieran conllevar una sentencia de hasta 175 años de cárcel.
Las acusaciones tienen como base la publicación en WikiLeaks de miles de archivos secretos sobre crímenes de guerra de las tropas norteamericanas en Iraq y Afganistán, así como valoraciones comprometedoras de diplomáticos sobre gobiernos y líderes políticos extranjeros, entre otros documentos.
La jueza británica, quien concedió 14 días a la fiscalía estadounidense para apelar su decisión, rechazó, sin embargo, que el caso tuviera un trasfondo político como alegó la defensa en el juicio.
Según la magistrada, la ley de extradición aprobada en 2002 eliminó esa protección del tratado firmado entre el Reino Unido y Estados Unidos, por lo que los motivos políticos no podían invocarse en este caso.
Baraitser también estuvo de acuerdo con la mayoría de las acusaciones de espionaje e incitación a la piratería informática presentadas por el gobierno norteamericano contra Assange, y afirmó que la libertad de expresión no lo autorizaba a publicar los archivos secretos.
Incluso consideró que la justicia estadounidense respetaría sus derechos y le garantizaría un juicio justo, contrario a lo argumentado por los defensores del periodista australiano.
Assange permanece de momento en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, en Londres, a la espera de una audiencia el miércoles para examinar una demanda de liberación.
(Con información de BBC y RT Noticias)
Opinión
Libre: el fallo a favor de Julian Assange
Primero vino el silencio. Julian Assange, preso en una cárcel de alta seguridad en Gran Bretaña, aparecía en audiencias judiciales encerrado en una jaula de vidrio a prueba de balas y a nadie parecía llamarle demasiado la atención. Había revelado los secretos más oscuros de Estados Unidos y sus aliados asociado a los medios de comunicación más poderosos y prestigiosos de mundo y ahora esos medios callaban mientras Estados Unidos y Gran Bretaña disponían de la vida, la libertad, la salud y la reputación del publicador serial de verdades incómodas, devenido en terrorista de última generación. Solo, aislado y a la merced de sus enemigos, Assange enfrentaba una extradición a Estados Unidos que parecía ser un mero trámite, más o menos prolongado.
Pero pasaron cosas, empezando por la derrota electoral de Donald Trump. El principal perseguidor del fundador de WikiLeaks e ideólogo de la acusación por la que Assange recibiría hasta 175 años de cárcel será reemplazado el 20 de enero en la Casa Blanca por Joe Biden, el dos veces vicepresidente de Barack Obama. Y resulta que durante la presidencia de Obama el Fiscal General Eric Holder se negó a llevar adelante una acusación en contra de Assange porque, según su razonamiento, no podría acusarlo sin llevar a juicio también a sus socios editoriales en Estados Unidos empezando por el New York Times, y sin violar la primera enmienda constitucional estadounidense, que garantiza la libertad de expresión en ese país. Cabe aclarar que en Estados Unidos la Justicia no es un poder independiente del Ejecutivo, sino que el Fiscal General asume funciones de ministro de Justicia y forma parte del gabinete presidencial. Defensor a ultranza de la gestión de Obama, para Biden el eventual juzgamiento de Assange en Estados Unidos se convertía en un problema.
La decisión de la jueza Vanessa Baraitser de negar la extradición por motivos de salud mental se da en ese contexto. La magistrada británica fundamenta su negativa en el riesgo de suicidio que presenta Assange debido a una depresión agravada tras 10 años de encierro, siete en la embajada ecuatoriana en Londres y tres en cárceles británicas. Pero rechaza los demás argumentos de la defensa, sobre todo el de que se trata de una causa política y por lo tanto no extraditable. Assange está siendo juzgado por una supuesta “conspiración” con su fuente, Chelsea Manning, para obtener y publicar en WikiLeaks y junto a sus socios--decenas de medios de todo el mundo, incluyendo Página/ 12-- millones de documentos diplomáticos, de las guerras de Irak y Afganistán y de la cárcel de Guantánamo, extraídos de una red de seguridad estadounidense.
El fallo de Baraitser sorprende. Casi no existen antecedentes cercanos de la justicia británica negando una extradición a Estados Unidos no sólo por la cercanía política entre ambos países, sobre todo de sus cúpulas militares y de inteligencia, sino porque el tratado de extradición entre ambos países es de lo más flexible que se ha aprobado en cualquier lugar del mundo. Pero la decisión de la jueza no deja de tener su lógica.
Deja abierta la puerta para que el proceso continúe por medio de apelaciones pero también le da al gobierno de Biden una salida elegante para que pueda evitar un juicio incómodo en su país sin bajarse de su caracterización de Assange como un “terrorista de alta tecnología” y sin enfrentarse con la comunidad de inteligencia que desde hace años pide la cabeza del editor australiano. Lo que para Trump era una exigencia ineludible, para Biden se convertía en un problema que la jueza evitó.
Desde una mirada política es un fallo de compromiso pero en otro nivel no deja de ser un claro triunfo para la democracia y la libertad de expresión. Desde el punto de vista humanitario lo más importante es que la decisión judicial permite que Assange recupere su libertad después de una década de un encierro agravado por todo tipo de intrusiones, extorsiones, privaciones, malos tratos y torturas psicológicas. De mínima, estando en libertad el editor de WikiLeaks podrá hacer uso de sus recuperadas facultades mentales para colaborar con su propia defensa legal y relanzar su portal de filtraciones con nuevas revelaciones. Más aún, este fallo le permite reunirse con su familia y sus afectos y recuperar su felicidad y sus ganas de vivir. Y así podrá seguir inspirando a potenciales denunciantes o “whistleblowers” a seguir presentando evidencias de procederes opacos, inmorales y criminales de las grandes corporaciones privadas y estatales que gobiernan el mundo. Por eso no es un fallo más ni se limita a la salud del acusado. En un caso que pone en juego la libertad, no solo de expresión, de la sociedad global, nada menos, ninguna decisión es inocente.
Justicia británica rechazó extraditar a Assange a Estados Unidos
Estados Unidos tiene ahora un plazo de 14 días para recurrir esta decisión, y su representante legal confirmó que lo hará. Por su parte, la defensa de Assange pedirá libertad bajo fianza.
La justicia británica decidió este lunes no extraditar al fundador de WikiLeaks, el polémico Julian Assange, a Estados Unidos, que lo reclama para juzgarlo por espionaje y podría condenarlo a hasta 175 años de prisión.
El australiano, de 49 años, conoció la decisión de la jueza Vanessa Baraitser, en un caso que sus defensores denuncian como clave para la libertad de prensa.
Al pronunciar su dictamen en la corte penal londinense de Old Bailey, la jueza consideró “demostrado” que el australiano de 49 años presenta riesgo de suicidio y podría quitarse la vida si es procesado en EEUU, donde probablemente sería retenido en condiciones de confinamiento.
La decisión de la jueza podrá ser recurrida por ambas partes, lo que podría prolongar la larga saga judicial que rodea a Assange desde 2010, poco después de que su web WikiLeaks publicase cientos de miles de documentos militares y diplomáticos confidenciales que pusieron a Estados Unidos en más de un aprieto. Entre ellos figuraba un vídeo en que se veía como helicópteros de combate estadounidense disparaban contra civiles en Irak en 2007, matando a una docena de personas en Bagdad, incluidos dos periodistas de la agencia de noticias Reuters.
Estados Unidos tiene ahora un plazo de 14 días para recurrir esta decisión, y su representante legal confirmó que lo hará. Por su parte, la defensa de Assange pedirá libertad bajo fianza.
Justicia británica rechaza la extradición de Assange a EE.UU. por temor a que se suicide
Se espera que la parte estadounidense presente una apelación contra el fallo.
Un tribunal británico ha rechazado este lunes la petición de extradición de EE.UU. del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, que afrontaría en el país norteamericano cargos por espionaje y piratería informática a raíz de la publicación de documentos secretos en su portal WikiLeaks en 2010 y 2011.
La jueza británica de distrito Vanessa Baraitser explicó el rechazo de la petición de EE.UU. por temor a que el activista pudiera suicidarse, argumentando que la extradición sería «opresiva» debido a la salud mental de Assange.
En particular, describió al periodista australiano como «un hombre deprimido y a veces desesperado» que tiene el «intelecto y la determinación» para eludir cualquier medida de prevención del suicidio que tomen las autoridades penitenciarias.
La jueza rechazó casi todos los argumentos del equipo legal de Assange y destacó que las acciones del activista, de ser probadas, «equivaldrían a delitos en esta jurisdicción que no estarían protegidos por su derecho a la libertad de expresión».
Sin embargo, enfatizó que Assange sufre depresión clínica, de moderada a grave, que se vería agudizada por el aislamiento que, probablemente, afrontaría en una prisión estadounidense.
«Frente a condiciones de aislamiento casi total […] estoy convencida de que los procedimientos [descritos por las autoridades estadounidenses] no evitarán que Assange encuentre una manera de suicidarse», señaló.
El Gobierno de EE.UU. ha anunciado que apelaría la decisión. Por su parte, los abogados de Assange planean pedir su liberación de la prisión de Londres donde permanece recluido desde hace más de año y medio.
El caso Assange
Assange, de 49 años, es acusado en EE.UU. de espionaje y piratería informática por la publicación desde 2010 de cientos de miles de páginas de documentos militares secretos y cables diplomáticos sobre las actividades de EE.UU. en las guerras de Irak y Afganistán, que fueron difundidos por su portal de filtraciones WikiLeaks. Los documentos clasificados y filtrados por Assange exponen numerosas irregularidades del Ejército estadounidense.
En abril de 2019, el ciberactivista fue detenido en la Embajada de Ecuador en Londres, donde durante siete años había obtenido refugio e incluso la nacionalidad ecuatoriana. De momento, el fundador de WikiLeaks permanece encarcelado en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh (Reino Unido). En caso de ser extraditado a EE.UU., podría afrontar hasta 175 años de cárcel por los cargos que se le formulan.
La defensa de Assange argumenta que tiene derecho a la protección de la Primera Enmienda de la Constitución de EE.UU. por su condición de periodista, lo que también se extiende a la publicación de los documentos filtrados. Sus abogados también señalan que las condiciones que el activista afrontaría en una prisión estadounidense violarían los derechos humanos.
Fuente: https://actualidad.rt.com/
¿Quién está detrás de la jueza que procesa a Assange?
En 2018, luego de que Suecia abandonara la acusación de violencia sexual, la jueza Arbuthnot se negó a anular la orden de arresto, evitando así que Assange pudiera obtener asilo en Ecuador. Esta misma jueza rechazó las conclusiones del Grupo de Trabajo de la ONU sobre la detención arbitraria de Assange. Tampoco quiso escuchar las conclusiones del responsable de la ONU contra la tortura, quien señaló que «Assange, detenido en condiciones extremas de aislamiento no justificadas, presenta síntomas típicos de una exposición prolongada a la tortura sicológica».
En 2020, mientras miles de detenidos pasaban a estar bajo detención domiciliaria, como medida contra el coronavirus, Assange ha sido mantenido en prisión y se ha visto expuesto al contagio en condiciones de debilitamiento físico. En el tribunal, Assange no puede consultar a sus abogados, se le mantiene aislado en una jaula de cristal blindado y se le amenaza de expulsión si osa abrir la boca. ¿Qué hay detrás de tanto ensañamiento?
La jueza Arbuthnot ostenta el título de «Lady» por ser la esposa de Lord James Arbuthnot, conocido "halcón" del Partido Conservador y ex ministro de Defensa, notoriamente vinculado con el complejo militar-industrial y los servicios secretos británicos. Lord Arbuthnot es, además, presidente del comité de consulta británico del Grupo Thales -transnacional francesa especializada en sistemas militares aeroespaciales- y miembro del comité de consulta de la firma Montrose Associates, que se especializa en inteligencia estratégica, dos cargos generosamente retribuidos. Lord Arbuthnot es igualmente miembro de la Henry Jackson Society (HJS), influyente think tank transatlántico vinculado al gobierno y a la inteligencia estadounidenses.
En julio pasado, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, participó en una mesa redonda organizada en Londres por la Henry Jackson Society. Desde su época de director de la CIA, Pompeo ha venido acusando a WikiLeaks -el sitio web fundado por Assange- de ser «un servicio de espionaje del enemigo». Esta campaña de Pompeo coincide con la de la Henry Jackson Society, que acusa a Assange de «sembrar dudas sobre la posición moral de los gobiernos democráticos occidentales, con apoyo de regímenes autocráticos».
En el consejo político de la Henry Jackson Society, junto a Lord Arbuthnot, estaba hasta hace poco Priti Patel, la actual ministro del Interior del Reino Unido, precisamente la persona que tendrá que firmar o no la orden de extradición contra Julian Assange. A ese grupo de presión, que viene haciendo campaña por la extradición de Assange -bajo la batuta de Lord Arbuthnot y de otros personajes influyentes- está estrechamente ligada la jueza Arbuthnot, nombrada por la reina como magistrado en jefe en septiembre de 2016, cuando WikiLeaks ya había publicado -en marzo- los documentos más comprometedores para EEUU.
Por cierto, entre esos documentos están los correos electrónicos de la entonces secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, que revelan el verdadero objetivo de la guerra de la OTAN contra Libia: impedir que el gobierno encabezado por Muammar el-Kadhafi utilizara sus reservas en oro para crear una moneda panafricana como alternativa al dólar estadounidense y la franco CFA -la moneda que Francia impuso a 14 ex colonias africanas.
El verdadero "delito" cometido por Julian Assange es el de haber abierto una brecha en el muro de silencio político-mediático tras el cual se esconden los verdaderos intereses de poderosas élites que, desde la sombra protectora que el Estado Profundo les garantiza, recurren repetidamente a la carta de la guerra.
Ese es el poder oculto que acusa a Assange y lo somete a juicio, como cuando se exponía a los supuestos herejes a los caprichos y la furia de la Santa Inquisición. Si se decide su extradición a EEUU, Assange será sometido a «medidas administrativas especiales» mucho más duras que las que ya sufre en Reino Unido. Será encerrado en una pequeña celda bajo condiciones de aislamiento, no podrá tener contacto con su familia -ni siquiera a través de sus abogados, quienes también serían incriminados si se atreviesen a entregarle algún mensaje. En otra palabras, entregarlo a EEUU sería condenarlo a muerte.
Il Manifesto
Libertad para Assange
¿175 años por revelar crímenes de guerra? Periodista arremete contra medios occidentales por no rechazar la persecución contra Assange
Con esta pena "no proporcional" EE.UU. usa al activista como ejemplo para disuadir a otros de seguir su camino, señala el británico Neil Clark.
La noticia de que el editor de WikiLeaks, Julian Assange, ha sido acusado de 17 cargos adicionales en virtud de la Ley de Espionaje de EE.UU. y podría ser condenado a hasta 175 años de prisión "debe preocupar a todos los periodistas en todo el mundo", opina el periodista, escritor y bloguero Neil Clark.
Aunque hay quienes se han pronunciado en contra de "la implacable persecución contra el portavoz de la verdad australiano de cabellos blancos", "no es nada comparado con la indignación que podría y debería aparecer", señala Clark en un artículo de opinión para RT. Añade que la mayoría de los periodistas de Occidente "se han mantenido tan silenciosos como los monjes trapenses con dolor de garganta, o se han puesto del lado de las autoridades que actúan contra Assange".
El escritor sugiere que en el caso de que Assange hubiera sido un disidente ruso y Moscú lo hubiera tratado de la manera que lo hace actualmente Occidente, "veríamos columna tras columna en 'ciertos periódicos' instando a las personas a unirse a la campaña 'Free Assange'".
Además, en esta situación hipotética Assange ya contaría con el apoyo de muchas celebridades y "se pediría imponer más sanciones a Rusia y que se mantengan hasta que el 'prisionero político' sea liberado". "Pero, ¿quién ha salido en defensa de Assange, a excepción de Pamela Anderson y Roger Waters? ¿Dónde están los grandes 'defensores de los derechos humanos'?", cuestiona el escritor.
Clark explica que en los medios occidentales la narrativa liberal neoconservadora dominante sobre Assange fue que "era un cobarde que se escapó de los 'cargos de violación' en la Embajada de Ecuador" en el Reino Unido. Con ello, "se burlaron" de los temores de Assange de ser extraditado a EE.UU. por revelar sus crímenes de guerra, "la verdadera razón por la que se refugió" en la legación latinoamericana en Londres, indica el analista.
Ya en el 2010, Assange declaró que "el riesgo más grande que siempre nos ha preocupado, es la extradición a EE.UU. que parece ser cada vez más probable". Ahora que han llegado las acusaciones de EE.UU., "¿tendrán la gentileza aquellos que maltrataron las preocupaciones de Julián admitir que estaban equivocados y que su refugio en la Embajada ecuatoriana estaba justificado?", pregunta.
En opinión de Clark, entre las personas que le deben una disculpa a Assange se encuentra Emma Arbuthnot, la jueza británica que en febrero del 2018 declaró que no encontraba que los temores de Assange de su extradición a EE.UU. fueran "razonables".
"Un ejemplo para disuadir a otros"
El gran 'crimen' de Assange y la razón por la que probablemente nunca más volverá a estar en libertad fue "abrir la cortina" para mostrarnos lo que "nuestros gobiernos (que mantenemos con nuestros impuestos) estaban haciendo en nuestro nombre". "Expuso los crímenes de guerra occidentales. […] Publicó información que nosotros, como contribuyentes, tenemos todo el derecho a saber", reiteró el escritor.
Sin embargo, mientras "Assange languidece en la cárcel" y se enfrenta a la posibilidad de pasar el resto de su vida tras las rejas, "aquellos que planearon los crímenes de guerra más atroces, como la invasión ilegal de Irak, que causó la muerte de un millón de personas y el aumento de la muerte genocida fruto del Estado Islámico, sale libre", lamenta.
Con las penas "no proporcionales" de hasta 175 años de prisión EE.UU. está usando a Assange como un ejemplo para disuadir a otros de seguir su camino, explica Clark.
"Si los periodistas y las 'celebridades' de mentalidad política guardan silencio sobre esta gran injusticia, este crimen contra la profesión que dicen representar, este crimen contra la verdad y contra la humanidad común, entonces también deberían evitarnos su 'indignación' en otros temas", concluye.
"Asesinato colateral". Posdata
En esas ocasiones, según cuenta su novia, su labio inferior se contraía en un tic nervioso. Las imágenes habían sido tomadas para un informe a posteriori sobre el ataque realizado por un helicóptero Apache, el 12 de julio de 2007. El ataque adquirió una infausta fama en 2010, cuando Julian Assange y Wikileaks publicaron el video de la masacre con el título “Asesinato colateral”.
Como Vijay Prashad escribió en Counterpunch hace unos días (https://lahaine.org/dG6P), de todos los crímenes cometidos por el gobierno de EEUU que son la auténtica razón de la persecución, encarcelamiento y actual juicio contra Assange, ninguno avergonzó tanto a los apologistas de la guerra como la publicación de dicho video, que registra con despiadado detalle el ataque contra doce hombres y dos niños.
Entre los muertos estaba el fotógrafo de Reuters de 22 años Namir Noor-Elden y su conductor y ayudante de 40 años Saeed Chmagh. Los artilleros del Apache no habrían visto a los niños; iban en el interior de una camioneta conducida por un hombre, su padre, quién con otros dos buenos samaritanos intentaron ayudar al herido Chmagh. Les llamo samaritanos porque no hay ninguna razón para llamarles de otra manera. No devolvieron los disparos y no iban armados. Los artilleros estadounidenses especularon con la idea de que eran insurgentes, igual que especularon que Noor-Eldeen y Chmagh llevaban armas. El informe posterior determinó que todo lo que provocó esta atroz carnicería había estado justificado.
Lo mismo hizo David Finkel, un reportero del Washington Post que acompañaba al ejército de EE.UU. y narró este ataque en su libro de 2009 “The Good Soldiers” (Los buenos soldados). Aunque la descripción de los hechos es la de un crimen de guerra, él concluye que los 140 disparos con el cañón de 30 milímetros del Apache son parte de la realidad de una guerra que el resto de nosotros, cómodos con nuestras opiniones, a salvo en nuestras casas y sin poder hacernos cargo del contexto, nunca podremos entender y no deberíamos cuestionar. Pero el caso de Danny Holmes nos obliga a plantearnos su relato.
También conocemos su historia por Finkel, que siguió a algunos de los miembros del batallón con los que había convivido cuando volvieron a casa, y sobre cuyas tribulaciones escribió en otro libro, publicado en 2013, “Thank You for Your Service” (Gracias por vuestro trabajo).
El pelotón se aproximó orgulloso tras el ataque, y al menos uno de los soldados que acompañaban a Holmes hizo fotos para documentar lo sucedido. Se supone que esas fotografías eran material reservado, pero los soldados suelen llevarse a casa fotografías reservadas de Irak, que en ocasiones muestran como si fueran trofeos de guerra. Finkel describe de este modo las fotos posteriores a la acción que obsesionaron a Danny Holmes:
“Cabezas medio desaparecidas, torsos completamente abiertos derramando sangre, con las entrañas fuera. Primeros planos, bien enfocados, con la luz perfecta y el color perfecto. En otras palabras, la guerra tal como la experimentan los soldados que la vivieron”. Las imágenes granulosas en blanco y negro de “Asesinato colateral”, por muy perturbadoras que sean, no tienen nada que ver con esas fotografías.
Danny se las enseñó a su novia de 19 años, Shawnee, dos años antes de suicidarse. Le dijo que él había matado a “unas cuantas” personas y que eso no le causaba problemas. Pero ella había visto como le temblaba el labio al decirlo. Él no hablaba mucho de la guerra. La historia que contaba más a menudo era la de estar metido en un tiroteo con un hombre que sujetaba a una niña pequeña. Danny decía que disparó al hombre y también a la niña; que no tenía otra opción. Los detalles de la historia has sido narrada algunas veces, una niña de tres años con cabello largo, pero el lugar y el momento de los hechos está poco claro; nadie del batallón podía confirmarla. Pero Danny se despertaba una y otra vez de sus pesadillas diciendo a Shawnee: “veo niños por todas partes”.
La niña pequeña a la que sacaron de la camioneta de su padre tenía 3 o 4 años. Llevaba cristales en los ojos y en el pelo y había sufrido una herida en el vientre. Uno de los soldados que descubrió a los niños en el vehículo volcado vomitó y echó a correr, según el entonces soldado especialista Ethan McCord, quien sacó a la niña y luego volvió a por su hermano, de 7 u 8 años, que tenía una herida en la cabeza.
McCord contó años después al sitio web World Socialist que cuando llevaba a la niña en brazos pensó en su propia hija. El jefe de su pelotón le gritó: “¡Deja de preocuparte por esos putos niños!”. De regreso a la base, después de limpiarse la sangre de los niños del uniforme, McCord acudió a su sargento primero y le dijo que necesitaba ver a alguien de salud mental. “No seas mariquita”, dice McCord que le contestó.
Muchos meses más tarde, cuando regresó a EEUU, McCord consideró meterse una bala en la cabeza, “pero cada vez que lo pensaba, miraba las fotos de mis hijos y pensaba en aquel día y en cómo se llevaron al padre de esos niños y lo horrible que debió ser para ellos”.
Cuando Wikileaks publicó el video en 2010, McCord empezó a tener pesadillas otra vez, y “la ira, la sensación de haber sido utilizado volvió de nuevo”. Él y otro miembro de la compañía, el soldado especialista Josh Stieber, que no estuvo en el lugar de los hechos ese día, escribieron una carta abierta de reconciliación y asunción de responsabilidad al pueblo iraquí. En ella reconocían su responsabilidad “por llevar el combate a su barrio” y solicitaban el perdón porque “hicimos con ustedes lo que no querríamos que hicieran con nosotros”.
Danny Holmes tenía una hija con su novia. Tras su nacimiento, según Shawnee, empezó a contar la alucinada historia del asesinato de la niña pequeña en Irak con más frecuencia. En su segundo libro, David Finkel desdeña los “absolutos y las certeza” de quienes observan horrorizados el video de Wikileaks pero él mismo no hace nada por poner en duda su propia certeza, expresada en el primer libro, de que el ataque estuvo justificado. En cualquier caso, de todas las historias de veteranos con secuelas de la guerra que cuenta Finkel en su libro, Danny Holmes es el único a quien vemos obsesionado por las imágenes de personas con los cuerpos reventados por las balas de un cañón de 30 milímetros.
Danny tenía 32 años cuando acabó con su vida. Se había deteriorado mucho desde la época en que Shawnee lo conoció en una fiesta. Se enfadaba con frecuencia y daba miedo. Le pidió a ella que escondiera su colección de cuchillos. Shawnee le sugirió que buscara ayuda, él dijo que lo haría, pero nunca lo hizo. Una historia familiar. El último día de su vida ella había hecho planes para salir por la noche con amigos. “Necesito hablar”, le dijo él esa mañana, pero ella tenía que hacer la colada, luego teñirse el pelo; “Quiero hablar… ¿Serías tan amable de hablar conmigo?”… mientras ella limpiaba la casa, lavaba el coche, se duchaba y se preparaba para salir. Esa noche ella bebió demasiado, la policía le paró el coche y pasó la noche en la cárcel. Cuando llegó a casa de madrugada se encontró a su pareja ahorcada en las escaleras con su cordel del paracaídas militar.
Shawnee se figuró que ató un extremo del cordel en lo alto de la escalera, hizo un lazo en el otro extremo y se lo colocó alrededor del cuello, para luego echar a correr y dar un salto. La operadora del 911 le pidió que lo bajara cortando la cuerda. Según explicó a Finkel, se produjo un sonido, un “boing”, que resuena en su cabeza una y otra vez. El forense dijo que probablemente tardó 10 minutos en morir. Cuando subió a la habitación del bebé encontró una almohada en el suelo, junto a la cuna. Ella se pregunta si Danny lo había dejado allí antes de saltar, al despedirse de su hija.
Ese día lleno de distracciones Shawnee, entonces con 21 años, podría haber sido cualquier estadounidense y Danny cualquier soldado angustiado. Desde entonces, las distracciones en todo el país se han multiplicado muchas veces, lo que solo explica en parte por qué no se ha producido una protesta masiva por Chelsea Manning, la primera que vio y luego filtró el video del Apache, que vuelve a estar en prisión por negarse a colaborar con EEUU para procesar a Assange; tampoco se ha producido ninguna protesta masiva por Assange; ni movimientos de masas contra la guerra; ni una preocupación particular por los muertos y mutilados, incluyendo los 60.000 veteranos de guerra de EE.UU. que se suicidaron entre 2008 y 2017, según un informe del año pasado del Departamento de Asuntos de los Veteranos.
McCord y Stieber hicieron hincapié en su carta abierta en que “lo que se mostraba en el video de Wikileaks solo es una pequeña muestra del sufrimiento que hemos causado”. La enormidad de ese sufrimiento es lo que devoró a Danny Holmes. Eso es lo que querían expresar Manning y Assange al revelar los secretos de la maquinaria bélica de EE.UU, arriesgando su libertad y su vida al hacerlo. Eso es, en realidad, lo que Finkel hace en sus libros, aunque Finkel dice que él no pretende otra cosa que explicar las realidades de la guerra a los estadounidenses. Su labor le valió una “beca para genios” [de la Fundación MacArthur]. Por su parte los soldados, que no recibieron elogios, denunciaban “las políticas destructivas de los líderes de nuestra nación” y hacían un llamamiento a honrar “nuestra humanidad común”.
Eso pasó hace una década. No hemos avanzado nada. Assange es un enemigo público.
De alguna manera, la carta escrita por los soldados llegó hasta Ahlam Abdelhussein Tuman, la viuda del hombre que conducía la camioneta en Irak y la madre de los niños que McCord había llevado en brazos. En 2010 esta mujer declaró al Times de Londres: “Puedo aceptar sus disculpas porque salvaron a mis hijos y, de no ser por ellos, tal vez mis dos pequeños estarían muertos”.
Luego añadió: “Me gustaría que el pueblo estadounidense y el mundo entero comprendieran lo que ha ocurrido aquí, en Irak. Hemos perdido nuestro país y han destrozado nuestras vidas”.
counterpunch.org. Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo. Extractado por La Haine.
El relator de la ONU para la Tortura tiene "miedo a saber más sobre las democracias" después de investigar el caso de Assange
El relator especial de la ONU para la Tortura, Nils Melzer, afirmó que descubrir que la crueldad sufrida por Julian Assange por las democracias occidentales había sido premeditada ha aumentado su temor de aprender más sobre cómo funcionan esas democracias. El fundador de WikiLeads permanece encarcelado en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh (Reino Unido).
"Hoy hace un año visitamos Assange en prisión. Mostraba signos claros de una prolongada tortura psicológica. Primero me sorprendió que las democracias maduras pudieran producir tal accidente. Entonces descubrí que no fue un accidente. Ahora tengo miedo de conocer nuestras democracias", publicó el relator en Twitter.
Después de que los expertos médicos que acompañaron a Melzer durante la visita del año pasado concluyeran que Assange había sido víctima de tortura psicológica debido a su detención arbitraria, el funcionario de la ONU instó a las cuatro naciones involucradas —EE.UU, Reino Unido, Suecia y Ecuador— a lanzar un proceso formal de investigación.
Melzer se involucró en el caso de Assange en marzo de 2019, luego de dos peticiones hechas con anterioridad por los abogados del activista australiano. De inmediato, al indagar en el caso, se dio cuenta de que "algo estaba mal".
En febrero, el relator reveló el montaje y algunas inconsistencias que ha encontrado en torno a los casos judiciales contra el fundador de WikiLeaks en Suecia, Reino Unido y EE.UU., además del trato dado por Ecuador al activista. "Assange ha revelado la tortura, fue torturado y podría ser torturado hasta la muerte en EE.UU.", dijo Melzer.
Ese mismo mes, más de un centenar de médicos urgieron al Reino Unido y a Australia en una carta abierta a acabar con la "tortura" al activista encarcelado en la prisión británica a la espera de que se resuelva una petición de extradición a EE.UU.
Esta semana, se dio a conocer que la segunda parte del caso de la extradición a EE.UU. de Assange ha sido pospuesta hasta al menos el próximo septiembre. La decisión está relacionada con la cuarentena impuesta por el Gobierno británico a causa de la pandemia de coronavirus.
La diseñadora Vivienne Westwood, "enjaulada" en favor de Assange
- Agencia Atlas
Assange libre
Quisiera decirte a ti, a todos los líderes del mundo, a Trump, al primer ministro inglés, al primer ministro francés y al mundo entero lo siguiente:
Assange debería, en este momento, ser definido como un héroe de la democracia, como un héroe de la libertad, como un héroe de la comunicación, como alguien que ha prestado un bien enorme a la humanidad, denunciando los crímenes de guerra cometidos por los Estados Unidos de América del Norte.
Ayer mismo dije que él debería ser votado para ganar el premio Nobel de la Paz, porque si los demócratas del Planeta Tierra, incluidos todos los periodistas, todos los abogados, todos los sindicalistas, todos los políticos, no tienen el valor de manifestarse en defensa de Assange para que él no sea extraditado, significa que hay muchos demócratas mentirosos.
Significa que la libertad de prensa, tan enarbolada por los dueños de los grandes periódicos, es mentira.
Porque Assange no merece ser castigado. Assange merece ser reconocido como un hombre que ha prestado un enorme servicio a la humanidad, denunciando los genocidios de las guerras, denunciando la mentira –la manipulación, a veces– de la mayor potencia del mundo, los Estados Unidos.
Entonces yo creo, como ya había declarado a una TV rusa aquí en Brasil y te lo voy a repetir a ti, Sarah, que Assange no puede ser extraditado, si es que las personas creen en la democracia.
¿Sabes por qué? Los periódicos que divulgaron la noticia no fueron procesados. No se arrestó a ningún dueño de periódico. ¿Cómo puede ser que un periodista vaya preso y sea condenado por prestar información que todos los periódicos defienden? ¿Dónde están las asociaciones de periodistas norteamericanos? ¿Dónde está la asociación de periodistas ingleses? ¿Dónde está la asociación de periodistas franceses? ¿Dónde están los colegios de abogados? ¿Dónde está el Consejo de Derechos Humanos de la ONU?
Es necesario que el mundo entero salga en defensa de Assange, si es que queremos seguir creyendo y defendiendo la libertad de prensa, la libertad de información, la libertad de información. Por lo tanto, Assange debe ser defendido por todos nosotros que amamos la democracia, que amamos la libertad de prensa, que amamos la libertad sindical, que amamos la libertad de organización.
La libertad no tiene adjetivos. O es libertad o no es libertad.
Assange ha prestado servicios a la humanidad. Él no ha hecho daño. Él debería haber sido premiado por aquella información del helicóptero estadounidense matando a personas civiles en Irak, incluso dos periodistas de Reuters.
Yo espero, entonces, que el pueblo inglés, el pueblo francés, el pueblo estadounidense, no permitan más esa atrocidad. No será un juez, no será la rodilla de un policía matando a un hombre negro. Será la rodilla de millones de gobernantes del mundo sofocando a Assange para que se muera en vida. No tenemos el derecho de permitir eso.
Fuente: https://lula.com.br/lula-
Nominan a Assange al Nobel de la Paz en vísperas de juicio por extradición
Este lunes la Justicia británica deberá expedirse sobre el pedido de extradición de Assange a EEUU (víaSputnik).
Mairead Maguire, Nobel de la Paz por su contribución al cese de la violencia en Irlanda del Norte, ha nominado a Julian Assange como candidato en la edición 2021 del reconocido galardón, según la activista irlandesa adelantó a Sputnik.
La fundadora del Movimiento de la Paz y Gente de Paz agrupa en la candidatura al fundador australiano de WikiLeaks, la exsoldado estadounidense Chelsea Manning y su compatriota y también ex analista de Inteligencia, Edward Snowden.
En la carta enviada al comité Nobel, a la que tuvo acceso esta agencia, Maguire destaca el ejemplo que ha sentado «cada candidato» exponiendo «individualmente» la «verdad de acciones ilegales de los gobiernos» a un alto «coste para su propia libertad y su vida».
«Como soldado americano, ubicado en Irak, Chelsea Manning no pudo encubrir por más tiempo el asesinato de civiles iraquíes; Julian Assange cumplió su deber como editor y publicó los hechos de las guerras de Irak y Afganistán; trabajando para la Inteligencia americana, Edward Snowden no pudo mantenerse en silencio sabiendo que el gobierno americano estaba vigilando ilícitamente a los gobiernos y ciudadanos de todo el mundo», escribe la honrada con el Nobel de la Paz en 1976.
Maguire destaca la «esperanza» y la «inspiración» que el trío está causando colectivamente como grupo.
Sentencia inminente
Assange conocerá este lunes la decisión de la magistrada de distrito, Vanessa Baraitser, sobre la solicitud de extradición a Estados Unidos por cargos relacionados con la publicación de informes confidenciales militares y diplomáticos.
Se espera que sea trasladado por la mañana al Juzgado Penal Nacional, el notorio Old Bailey del distrito de la City de Londres, desde el penal de máxima seguridad de Belmarsh, al sureste del Támesis, donde está recluso desde abril de 2019.
Por lo pronto, el Old Bailey limitará el aforo de la galería pública, a unas seis plazas.
Además, se prohíben las reuniones de más de dos personas, incluso en espacios abiertos y en actos de protesta política o social.
La puñalada
El 4 de enero, se sabrá la suerte de Julian Assange. Ese día, en Londres, la 'justicia' británica decidirá finalmente si concede o no la extradición del fundador de Wikileaks a EEUU, que lo quiere juzgar por espionaje. Si así fuera, si los jueces de Su Majestad consideraran que la demanda es pertinente y la condena a la que podría ser sometido al otro lado del Atlántico no es “desproporcionada” o incompatible con el “respeto a los derechos humanos”, el casi quincuagenario australiano podría pasar el resto de su vida en la cárcel: los cargos que se le imputan en EEUU le valdrían una condena de 175 años.
Julian Assange está detenido en una cárcel de alta seguridad inglesa desde abril de 2019, en condiciones denunciadas por relatores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como análogas a la tortura. Los siete años anteriores los pasó en la embajada ecuatoriana en Londres, donde se refugió en 2012, cuando en Quito gobernaba Rafael Correa. Assange era reclamado entonces por la justicia sueca debido a acusaciones de violación que terminaron siendo abandonadas por su endeblez. Él ya temía que la demanda sueca fuera parte de un plan para entregarlo -tras una breve escala judicial en Estocolmo- a EEUU. La llegada al gobierno de Ecuador, en 2017, de Lenín Moreno, que acabó alineado con Washington, supuso el descenso del australiano a los infiernos: primero, le hicieron la vida imposible en la embajada, luego, le sacaron la protección. La policía inglesa lo detuvo apenas pudo traspasar la puerta del local diplomático.
En Washington, el régimen de Donald Trump se refregó las manos (lo mismo habría hecho Hillary Clinton de haber ganado las elecciones de 2016): por fin podría darle su merecido a este “espía”, acusado fundamentalmente de haber revelado, desde 2010, cientos de miles de documentos clasificados relacionados con las guerras de Irak y Afganistán; entre ellos, pruebas de asesinatos cometidos por las fuerzas estadounidenses en el marco de conflictos en los que los aliados de la superpotencia también están implicados. Desde Wikileaks, Assange había hecho eso y mucho más: denunció tramas de corrupción y enjuagues múltiples de multinacionales, y fue de los primeros en advertir sobre la magnitud a la que llegaría el ahora llamado capitalismo de vigilancia.
A pocos parece interesarles hoy la suerte del australiano. Como otros célebres “lanzadores de alertas” (whistleblowers), del tipo de Edward Snowden y Chelsea Manning, Assange se ha quedado solo. Medios de prensa que gran lucro obtuvieron en su momento, cuando el fundador de Wikileaks los eligió a ellos para difundir sus filtraciones (The Guardian, El País de Madrid, The New York Times, The Washington Post, Der Spiegel, entre otros), le han soltado la mano.
Poco y nada se puede leer en esos diarios o semanarios -que, en su mayoría, pasan por progresistas- sobre las condiciones de detención de Assange en la prisión de alta seguridad de Belsmarch o sobre el propio proceso de extradición, cuyas irregularidades y los peligros que estas representan para el derecho a la información han denunciado abogados, organizaciones de defensa de los derechos humanos y medios independientes. Abundan, en cambio, en esas publicaciones progres, los relatos sobre el “vedetismo” y el “narcisismo” del australiano, sus aventuras sexuales, sus “excesos”, su “afán de poder”, su “decadencia”.
En una nota publicada originalmente en Counter Punch (¿Por qué The Guardian guarda silencio?, https://lahaine.org/cO2X y https://lahaine.org/dH8B), el periodista británico Jonathan Cook sostiene que, cuando Assange concedió a esos medios la exclusiva de sus filtraciones, ya era consciente de que en algún momento podría ser víctima de una puñalada trapera. Si había habido un acuerdo entre Wikileaks y esas publicaciones, era porque circunstancialmente ambos ganaban. Pero, en verdad, poco los unía.
Cook recuerda que, cuando Barack Obama lanzó, en 2011, su ofensiva contra Assange, al que denunció en función de una draconiana ley de espionaje que data de 1917, la estrategia estadounidense estaba basada en crear una brecha entre el fundador de Wikileaks y los medios liberales que habían colaborado con él. Nada tenían que temer esos medios ni sus periodistas: habían obrado de buena fe, decían por entonces los abogados de la Casa Blanca. Assange, en cambio, no era un periodista, apenas un espía que pretendía dañar a EEUU.
Los defensores de Assange optaron entonces por la contraria: Assange no sólo era periodista, sino que practicaba el periodismo del bueno, ese que deja al desnudo las manipulaciones y el accionar ilegal de los poderosos del mundo. El propio fundador de Wikileaks afirmaba en una entrevista, que concedió a su compatriota Mark Davis en 2011: “Si he conspirado para cometer espionaje, todos los otros medios de comunicación y sus principales periodistas también han conspirado para cometer espionaje”. “Lo que hace falta es tener un frente unido en este asunto”, agregaba, invitando a quienes habían sido sus socios a seguir con la colaboración.
Pero no hubo tal frente: convocado por el Ministerio de Justicia estadounidense, el editor de The New York Times, Bill Keller, dijo que su diario se había limitado a obrar como receptor pasivo de la documentación enviada por Wikileaks. Era una falsedad (todos los medios que recibieron las filtraciones las ordenaron y “trabajaron”), pero marcaba lo que sería, de ahí en más, la actitud de las publicaciones liberales en este asunto. Aun así, destaca Cook, el gobierno de Obama no encontró la manera de imputar a Assange sin, al mismo tiempo, perjudicar a medios tradicionalmente aliados del Partido Demócrata, como el propio Times y The Washington Post, y a sus principales plumas. Debió, entonces, abandonar esa línea.
La estrategia desplegada actualmente por los abogados estadounidenses es la opuesta: reconocen explícitamente la condición de periodista de Assange y, tal como lo advertía él mismo años atrás, al hacerlo, lanzan una advertencia contra todos los periodistas que intenten, de lejos o de cerca, seguir el camino de los wikileakeros: corren el riesgo de ser imputados por espionaje allí donde se encuentren. De este cambio de línea, que se produjo durante el juicio de extradición que se sigue en Londres y que supone una amenaza para la profesión periodística como tal, ni una línea se publicó en aquellos grandes medios que buen partido sacaron de su colaboración de antaño con Wikileaks, denuncia Cook. En Gran Bretaña, The Guardian ha obrado, de hecho, como punta de lanza de las acusaciones contra Assange.
Durante el proceso, investigadores independientes han denunciado “prácticas desleales” de los editores del venerado matutino británico, así como de otros medios asociados. Entre las principales acusaciones estadounidenses contra Assange, se afirma que en la documentación que filtró aparecían los nombres de agentes secretos que, por su culpa, corrieron el riesgo de ser asesinados, y que el australiano era muy poco cuidadoso en su forma de operar. David Leigh, editor de The Guardian que trabajó con Assange en 2011, hizo esa misma afirmación en un libro que publicó aquel año junto con otro periodista del mismo diario, Luke Harding: Wikileaks: Inside Assange’s War on Secrecy.
Christian Grothoff, experto en informática de la Universidad de Berna; John Goetz, periodista de Der Spiegel; Nicky Hager, periodista de investigación neozelandés, y John Sloboda, profesor y miembro del Iraq Body Count (un proyecto que contabiliza los muertos de la guerra de Irak), relataron, en cambio, que fueron “sus socios mediáticos” -en especial, Leigh- quienes presionaron a Assange para que les brindara las sumamente engorrosas contraseñas que utilizaba para encriptar la documentación.
Grothoff, Goetz, Hager y Sloboda colaboraron con el australiano en eliminar nombres en los cables a filtrar. “Assange podía llegar a ser exasperante en su minuciosidad (…) En esa época, me irritaba mucho su obsesión por recordarnos constantemente que debíamos asegurarnos, que necesitábamos encriptarlo todo, que teníamos que usar chats encriptados. Yo creía que era un insensato y que estaba paranoico, pero luego el procedimiento se convirtió en la práctica periodística normalizada”, dijo, por ejemplo, Goetz en una de las recientes audiencias de extradición. En su libro, Leigh reveló una de las contraseñas generadas con esa metodología y “ese escandaloso error de The Guardian abrió la puerta para que cualquier servicio de seguridad del mundo penetrara en los documentos una vez que pudieron crackear la sofisticada fórmula de Assange para idear claves”, indica Cook.
“Gran parte del furor provocado por la supuesta incapacidad de Assange de proteger los nombres en los documentos filtrados por él publicados -lo que ahora es el núcleo del caso de extradición- viene del papel que jugó Leigh en el sabotaje del trabajo de Wikileaks. Assange debió realizar una operación de control de daños debido a la incompetencia de Leigh, la que lo obligó a publicar los documentos a toda prisa, para que cualquiera que estuviera preocupado por si era nombrado en los documentos pudiera saberlo antes de que servicios de seguridad hostiles lo identificaran”, añade.
En cuanto a Harding, el coautor del libro de Leigh, fue quien hace un par de años difundió, en el propio The Guardian, una serie de “revelaciones” -que luego se comprobaron falsas- sobre supuestas reuniones de Assange con enviados del gobierno de Trump y agentes rusos, que habrían tenido lugar mientras el australiano estuvo refugiado en la embajada de Ecuador en Londres. La tesis de The Guardian, así como de The New York Times y The Washington Post, es que fue para apuntalar la elección de Trump que Wikileaks filtró en 2016 el contenido de reuniones de la dirección demócrata en las que se perjudicaba al socialista Bernie Sanders y se favorecía a Hillary Clinton.
Cook recuerda que, de la misma forma que los dos diarios estadounidenses operaron abiertamente en favor de Clinton en aquella interna partidaria (la misma Clinton que, según se reveló en 2016, llegó a barajar la posibilidad de eliminar a Assange con un dron), The Guardian hizo todo lo que estuvo a su alcance para sabotear al socialista Jeremy Corbyn, a quien asoció con el antisemitismo y tildó de “populista de izquierdas” cuando este dirigía el laborismo británico.
En la entrevista de 2011 con Mark Davis, Assange se refería a sus “socios mediáticos” en estos términos: “Lo que mueve a un diario como The Guardian y The New York Times no son sus valores éticos, sino su mercado. En Reino Unido, ese mercado es el de los “liberales educados”. (…) El periódico no es un reflejo de los valores de la gente que forma esa institución, sino un reflejo de la demanda del mercado”. Cook aporta, en su nota de CounterPunch, su propia reflexión: la indiferencia de los grandes medios de comunicación ante el juicio a Assange “pone de manifiesto que practican muy poco el tipo de periodismo que supone una amenaza para los intereses empresariales y del Estado, y que desafía al poder real. No sufrirán la suerte de Assange porque no pretenden hacer periodismo en el que se especializaron Assange y Wikileaks”.
En EEUU, medios como The New York Times y The Washington Post “reflejan los mismos defectos que los partidos Demócrata y Republicano -piensa el británico-. Celebran el capitalismo globalizado basado en el consumo, favorecen una política insostenible de crecimiento infinito en un planeta finito e invariablemente respaldan las guerras coloniales, motivadas por el beneficio y esquilmadoras de recursos, aunque en la actualidad se disfracen de intervenciones humanitarias. Los medios de comunicación y los partidos políticos alineados con las grandes corporaciones sirven a los intereses de la misma clase dirigente, porque están integrados en la misma estructura de poder”. Wikileaks, en cambio, “nos ha permitido contemplar al poder en bruto, desnudo, antes de que se vista de traje y corbata, se engomine el cabello y esconda el cuchillo”.
Brecha
El caso Assange y la muerte del periodismo
Terminó la primera etapa del juicio por la extradición del fundador de WikiLeaks. Si el gobierno norteamericano logra su cometido, Julián Assange podría ser condenado a 175 años de prisión por haber informado al mundo sobre las violaciones a los derechos humanos, los asesinatos de civiles y los crímenes de guerra cometidos por Estados Unidos. La condena sería un claro mensaje mafioso a todos los periodistas que se atrevan a denunciar al poder.
“Cuatro países democráticos unieron fuerzas (Estados Unidos, Ecuador, Suecia y el Reino Unido) para aprovechar su poder y retratar a un hombre como un monstruo para que luego pudiera ser quemado en la hoguera sin que nadie protestara. El caso es un gran escándalo y representa el fracaso del Estado de derecho occidental. Si Julian Assange es condenado, condenarán a muerte a la libertad de prensa”, aseguró en una reciente entrevista publicada por eldiario.es, Nils Melzer, el relator especial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (1).
Esta semana terminó la primera etapa del juicio por el pedido de extradición que el gobierno de los Estados Unidos hizo sobre Julián Assange. Como estaba previsto, la jueza Vanessa Baraitser dictaminó el fin a esta primera parte que será retomada el 18 de mayo.
Mientras espera el desenlace del juicio, Assange deberá continuar en la cárcel de Belmarsh, una prisión de máxima seguridad que es conocida como “El Guatánamo británico” (en alusión a la centro de detención ilegal que Estados Unidos mantiene en territorio usurpado a Cuba).
En Belmarsh, Assange permanece en condición de aislamiento y con derecho solo a dos visitas sociales al mes, puede ver la luz del sol solamente una hora por día, no interactúa con otros detenidos y es sometido a toda clase de humillaciones y torturas psicológicas.
Cabe recordar que hasta abril del 2019 el fundador de WikiLeaks permanecía como refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres pero, a pesar de que Assange había obtenido la ciudadanía ecuatoriana, de que la embajada es considerado territorio soberano de ese país y de que la Constitución de Ecuador prohíbe extraditar a sus ciudadanos, el presidente Lenín Moreno autorizó que las fuerzas de seguridad británicas entraran a la sede diplomática y se llevaran por la fuerza al periodista.
En una reciente entrevista realizada por Contexto, el ex cónsul de Ecuador en Londres, Fidel Narváez aseguró: “La entrega de Julian Assange constituye la mayor vergüenza diplomática en la historia de mi país. Es un hecho canallesco que quebranta toda norma internacional y la propia constitución ecuatoriana. Empezando por el principio de no devolución, que es sagrado para el derecho de asilo y de refugio. Un asilado no puede ser entregado si hay riesgo sobre su vida y su libertad persiste, y en el caso de Julian Assange esto era más evidente que nunca”.
“En Estados Unidos ya se había develado que había cargos secretos esperando por Julian, lo cual era la razón misma del asilo. Más que un arresto, aquello fue un secuestro. La policía británica ingresó y tuvo que arrastrar a Julian por la fuerza para poder sacarlo. Él, correctamente, se rehusó a salir. No olvidemos que Julian Assange es también ecuatoriano. La constitución ecuatoriana prohíbe la extradición de los ecuatorianos. Prohíbe, además, el ingreso de fuerzas extranjeras a nuestro territorio y la Embajada es jurisdicción ecuatoriana”, sostuvo y agregó: “La entrega de Julian no fue una acción del Ecuador para resolver un problema. Fue un acto criminal, coordinado con mucha antelación con los norteamericanos y con los británicos”.
Narváez remarcó que la entrega de Assange por parte del gobierno ecuatoriano refleja “el vergonzoso servilismo de Lenín Moreno frente a los Estados Unidos” (2).
Estados Unidos acusa al fundador de WikiLeaks de haber cometido 18 delitos y por ese motivo requiere la extradición. Si Assange llega a las Cortes norteamericanas podría ser condenado a 175 años de prisión. Sería la primera vez que un periodista es juzgado con la llamada “Ley de Espionaje” de Estados Unidos (de 1917).
El gobierno norteamericano, el Poder Judicial británico y los medios de comunicación que responden a esos intereses quieren justificar la persecución, acoso, tortura y el posible encarcelamiento de por vida de Assange al mostrarlo falsamente como un hacker que habría realizado espionaje y robado información que podría haber afectado a la seguridad nacional de Estados Unidos.
La realidad es otra. Assange fue y es perseguido, acosado, torturado y posiblemente sea condenado por haber hecho una tarea periodística: buscar información, recabarla, analizarla y hacerla pública.
El fundador de WikiLeaks podría ser condenado a 175 años por haber denunciado los crímenes de guerra, las violaciones a los derechos humanos y las torturas que Estados Unidos cometió en Afganistán, Irak y en la cárcel clandestina de Guantánamo.
Con la publicación de miles de cables (que Assange no robó ni hackeó, solo permitió que se hicieran públicos desde su plataforma), el creador de WikiLeaks confirmó el entramado que el gobierno norteamericano y sus agencias de inteligencia (en especial la CIA) tejen para golpear a todos los gobiernos y líderes populares que se oponen a sus políticas imperiales.
En la citada entrevista publicada por eldiario.es, Nils Melzer aseguró que “Julian Assange destapó la tortura, él mismo ha sido torturado y podría ser torturado hasta morir en Estados Unidos”.
La extradición y la brutal sentencia no serían contra Assange, sino contra todo el periodismo. Conformarían la reafirmación de un mensaje mafioso que el poder en Estados Unidos envía a todos los periodistas que se atrevan a denunciarlo. La libertad de prensa y la libertad expresión morirían con la confirmación de esta condena.
Notas:
(1) Entrevista a Nils Meizer. Los detalles del caso Assange, según el
investigador de la ONU: «Cuatro países se han coordinado para quemarle
en la hoguera sin que nadie proteste» (https://www.eldiario.es/
(2) Fidel Narváez: “Assange es perseguido por haber
publicado los crímenes de guerra, el espionaje y la invasión a la privacidad
que hizo Estados Unidos” (https://www.diariocontexto.
"Se compran y se pagan": Roger Waters cuestiona la falta de apoyo de la comunidad periodística a Julian Assange
El legendario músico británico y cofundador de la banda Pink Floyd, Roger Waters, cuestionó por qué la comunidad periodística no se lanza en defensa del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, quien permanece preso en Reino Unido.
Durante una entrevista con RT, el artista comentó que más del 90 % de los periodistas que trabajan para los principales medios de comunicación "se compran y se pagan", por lo que en consecuencia no se les permite que apoyen a Assange, algo que calificó de "incomprensible" para la mayoría de las personas.
"Por qué los periodistas de todo el mundo no se levantan y dicen que eso está mal. Se trata de una persona que primero es periodista y segundo, publicó la verdad", señaló Waters, enfatizando que por eso "lo están crucificando".
El músico agregó que los periodistas "escuchan el mensaje" de que si hacen lo que dice Julian Assange también serán castigados, y prefieren guardar silencio.
Este lunes, la Justicia británica denegó que Assange sea extraditado a EE.UU., donde afronta cargos por espionaje y piratería informática a raíz de la publicación de documentos secretos en su portal WikiLeaks en 2010 y 2011, por los que podría recibir hasta 175 años de cárcel.
El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, afronta en Londres la segunda parte de su juicio de extradición a Estados Unidos, después de que Washington ampliará a última hora sus acusaciones, si bien mantiene los mismos 18 cargos de espionaje e intrusión informática y solicita 175 años de cárcel.
El proceso, que empezó el 24 de febrero e iba a continuar en mayo, quedó pospuesto por la pandemia. En este lapso, el informador australiano ha tenido dificultades para comunicarse con sus abogados, según ha denunciado su pareja y madre de dos de sus hijos, Stella Moris.
Imperturbables ante las múltiples instancias internacionales, Naciones Unidas incluida, las decenas de manifiestos, las miles de firmas de personalidades y profesionales de la información que han exigido su puesta en libertad y el rechazo a la extradición, el aparato judicial británico y el bulldozer paralelo de la fiscalía estadounidense continúan su camino, al final del cual podrían caerle a Assange más de 170 años de prisión.
En el primer día del juicio, el abogado de Assange, Mark Summers, propuso posponer el proceso hasta enero de 2021, con el fin de reunir datos para rebatir las imputaciones contenidas en el nuevo auto de procesamiento emitido por la Justicia estadounidense. Recién este lunes Assange tuvo acceso a todos los documentos presentados en su contra. Como era de esperarse, la jueza Vanessa Baraitser rechazó el pedido.
Baraitser denegó además la petición de la defensa de excluir del proceso la «nueva conducta criminal» atribuida al activista australiano por la Justicia estadounidense en el auto de procesamiento emitido sorpresivamente en junio y formalizado en agosto.
Éste mantiene los 18 cargos imputados en abril de 2019 pero amplía sobre todo el de intrusión, que contempla ahora no solo los contactos con la exsoldado estadounidense Chelsea Manning en 2010, sino también con otras personas con las que Assange habría “conspirado” entre 2009 y 2015 para difundir secretos en su portal digital.
Por la tarde prestó declaración el profesor de periodismo de la Universidad de Maryland, Mark Feldstein, quien fundamentó la tesis de la defensa de que las acusaciones contra el informático tienen «motivaciones políticas” y constituye un «abuso de proceso». Aseguró que en Estados Unidos no existían precedentes de que un periodista o editor hubiese sido juzgado por publicar información clasificada.
Los periodistas no pudieron acceder a la sala e incluso a varios observadores internacionales se les negó el acceso al juicio de forma virtual. Feldstein destacó que la Primera Enmienda de la constitución estadounidense protege ese tipo de publicaciones, y en su país trabajan periodistas especializados en temas de seguridad nacional cuyo trabajo depende de las filtraciones del gobierno.
Indicó que, aunque sea «poco ortodoxo», Assange es un «editor» protegido por la Constitución. «Assange ha publicado información veraz e importante que ha expuesto actos ilegales y no éticos del gobierno estadounidense», agregó.
Las publicaciones revelaron pruebas de crímenes de guerra y lesa humanidad y abusos contra los derechos humano y fueron el resultado de la colaboración entre WikiLeaks y múltiples medios de comunicacióncomo The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde, El País, ngtre otros. La decisión política de enjuiciar a Assange no tiene precedentes y provocaría un escalofriante precedente para todos los periodistas y editores del mundo.
El Washington Post informó en 2013 que la Administración Obama no había procesado a Assange porque no había forma de diferenciar las actividades de WikiLeaks de las de sus medios asociados como The New York Times y The Guardian, pero el gobierno de Donald Trump desde el principio ha apuntado a Assange y ha buscado restringir la libertad de prensa y publicación.
Los medios de comunicación institucionalizados no siempre han sido capaces de ver que ahí se jugaba su futuro. Beneficiarios muchas veces de las filtraciones que, como las de Wikileaks se realizaban con el filtro de pools de medios tradicionales, algunos han intentado adular al poder ostentando los vicios y pecados de los nuevos periodistas críticos, como si la libertad de expresión se decidiera en la virtud privada de sus protagonistas y héroes.
Gobiernos y ciertos medios de comunicación miran así de forma
cómplice para otro lado frente a la persecución de esos auténticos
periodistas digitales del Siglo XXI, capaces de arriesgarse para
denunciar las violaciones masivas de la legalidad y de los derechos
humanos, las corrupciones y los espionajes indebidos a escala nacional e
internacional, señala Enrique Bustamante en eldiario.es.
La fiscalía argumenta que las protecciones constitucionales de
EEUU para la prensa y la libertad de expresión no se aplican porque
Assange no es ciudadano estadounidense, haciendo valer la jurisdicción
extraterritorial sin aceptar protecciones constitucionales para los
ciudadanos extranjeros. De aceptarse esto, se abrirá la puerta para que
otros
periodistas y editores sean extraditados a Estados Unidos por
reportajes que no le gustan a Washington, mientras que los excluye de
cualquier protección de la libertad de prensa.
En agosto de 2020, después de haber pasado 17 meses detenido por la solicitud de extradición de EEUU, el fiscal general William Barr emitió una solicitud de extradición de reemplazo, dos días después de que el equipo de defensa de Assange presentará su evidencia final para la audiencia de extradición de septiembre.
Assange no ha sido acusado de piratería informática (hackeo). Esa
palabra apareció para ser difundida por la prensa hegemónica, en un
comunicado de prensa de la fiscalía de EEUU que anuncia la acusación de
Assange el 11 de abril de 2019. El cargo se basa en que Julián Assange,
presuntamente, accedió a intentar ayudar a Chelsea Manning a iniciar
una sesión en las computadoras de su trabajo (a las que ya tenía acceso)
usando un nombre de usuario diferente para mantener su anonimato.
Estados Unidos testificó ante el tribunal que no pudo encontrar a
nadie perjudicado por las publicaciones de WikiLeaks, tanto en las
audiencias de Chelsea Manning de 2013 como en las audiencias de Londres.
El impacto de las revelaciones de WikiLeaks] «era vergonzoso, pero no
dañino», según un informe del Departamento de Estado de 2010, que la
agencia Reuters difundió el 18 de enero de 2011.
Quién es Assange
El tratamiento de Julián Assange en la prisión HMP Belmarsh ha sido
bien documentado. El profesor Melzer, relator de la ONU sobre la
Tortura, señaló que “ha sido expuesto deliberadamente, durante un
período de varios años, a formas persistentes y progresivamente severas
de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, cuyos efectos
acumulativos solo pueden describirse como tortura psicológica «.
El Consejo de Europa aprobó una moción parlamentaria en 2020 declarando que _»la extradición de Assange a Estados Unidos debe prohibirse». Si bien el derecho de Julián Assange a no ser torturado se ha violado invariablemente, su derecho a un juicio justo también se ha visto socavado.
El informador y ciberactivista australiano reveló ante el mundo los crímenes y las acciones vergonzosas de muchos gobiernos, empezando por el de Estados Unidos. Al frente de Wikileaks dio a conocer los aspectos más oscuros del poder público mediante un sistema de filtraciones en el que la autenticidad de cada documento es rigurosamente verificada para posteriormente entregarlos a diversos medios informativos.
Wikileaks dio a conocer hace 10 años expedientes secretos de las fuerzas armadas estadunidenses que ponían al descubierto crímenes de lesa humanidad perpetrados por las fuerzas ocupantes de ese país en Afganistán e Irak; el más indignante de ellos es un video que documenta una matanza de civiles –entre ellos, niños y un camarógrafo de una agencia internacional de noticias– perpetrada en Bagdad por los pilotos de un helicóptero artillado.
Meses después divulgó decenas de miles de reportes, muchos de ellos secretos o confidenciales, enviados al Departamento de Estado por representaciones diplomáticas de Washington en todo el planeta. El llamado Cablegate documentó las maneras inescrupulosas e injerencistas de la diplomacia estadounidense, además de la corrupción, el entreguismo y la torpeza de numerosos gobiernos.
El trabajo de Wikileaks y de su fundador representó un golpe demoledor para la credibilidad de Washington en el mundo y para sus pretensiones de guardián de la democracia y los derechos humanos y es justamente por ello que la diplomacia estadounidense m emprendió en contra de Assange una ofensiva judicial encubierta, con la ayuda de los gobiernos de Suecia y Gran Bretaña, en la que se recurrió a la fabricación de supuestos delitos sexuales en el primero de esos países.
Las autoridades británicas, más deseosas de colaborar con Washington que de hacer justicia, mantuvieron a Assange de manera sucesiva en reclusión, en detención domiciliaria y en libertad condicional, a pesar de que Estocolmo jamás presentó cargos formales en su contra.
La persecución llevó al informador a buscar asilo en la embajada de Ecuador en Londres, donde permaneció durante casi siete años, dado que el gobierno británico rechazó otorgarle el salvoconducto para que pudiera viajar al país sudamericano.
El Departamento de Justicia estadounidense, al tiempo que encarcelaba y procesaba a la informante principal del australiano, la soldado estadounidense Chelsea Manning, contó con el tiempo para armarle 18 imputaciones por delitos graves, en las que fundamentó su solicitud de extradición, y si ésta se concediera, podrían traducirse en una pena de 175 años de prisión.
Obvio es que tal proceso no sería un acto de justicia, sino una acción de venganza y un escarmiento dirigido a informadores y periodistas para que no se atrevan a exhibir las miserias internas del poderío estadounidense, señala un editorial del diario mexicano la Jornada.
Así pues, si las autoridades londinenses otorgaran a las de Washington la extradición de Assange, no sólo serían cómplices de un brutal atropello a los derechos humanos del informador y activista; estarían colaborando en la supresión de la libertad de expresión de miles, del derecho a la información de millones y de la verdad, que es un componente indispensable de cualquier democracia, añade.
Julian Assange es ahora el pivote principal de esta lucha por la libertad de comunicación y por la transparencia democrática, pero detrás están los casos conocidos de Eduard Snowden o Hervé Falciani, e incluso de Rui Pinto (denunciante del caso reciente de la Football Leaks), parangonables a los ya míticos Carl Bernstein y Bob Woodward en el periodismo clásico, a quienes nunca se les exigió cartas de pureza, señala Bustamante.
Despreciarlos y ningunearles como piratas informáticos ilegales es colaborar a la represión ejemplarizante del poder contra el periodismo crítico de este siglo 21. El cuarto poder hoy reside principalmente en un periodismo capaz de hurtar la información oficial u oficiosa en las redes, de difundirla y de desentrañar su significación en contra de la «verdad y la razón de Estado”, concluye el analista español.
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
La guerra yanqui contra el periodismo: Assange lucha contra la extradición en un tribunal británico
Es una lástima que primero el sistema judicial sueco y luego el británico se hayan dejado convertir en secuaces en un enjuiciamiento fundamentalmente injusto de un periodista que ha sacado a la luz más crímenes que cualquier otra persona viva.
Hoy, 7 de septiembre, la farsa de juicio que se celebra en Londres sobre la extradición del editor de WikiLeaks Julian Assange a los EE.UU. ha comenzado. Fiscales usamericanos afirman que la publicación por parte de Assange de pruebas de crímenes de guerra perpetrados por EE.UU. ha violado la Ley de Espionaje de este país.
Se escapa a mi entendimiento por qué un editor australiano que trabajaba desde Europa y que publicó abiertamente pruebas veraces de crímenes de guerra debería ser culpable en virtud de una ley política usamericana.
El juicio ante el tribunal británico es nominalmente público. Pero su acceso ha sido severamente restringido. Escribe Craig Murray:
La galería pública ha sido reducida a de 80 plazas a nueve “debido a la Covid”. Cinco de estas plazas están reservadas para la familia y amigos de Julian -uno de estos es el que ocupo yo hoy- pero no están garantizadas más allá de eso. Sólo hay cuatro asientos para el público en general.
Los periodistas y las ONG seguirán la audiencia en línea, pero no todos: sólo podrán hacerlo los periodistas y las ONG “aprobados”, seleccionados por el orwelliano Ministerio de Justicia. Anoche cené con algunos seguidores de Assange pertenecientes a alguna de las ONG registradas, ninguno de los cuales había recibido el “aprobado”. Yo mismo había presentado mi solicitud como representante de Hope Over Fear, pero fue rechazada. Es la misma historia de los que solicitaron el acceso en línea como periodistas: sólo los oficialmente “aprobados” podrán observar.
Se supone que es una audiencia pública, a la que en tiempos normales cualquiera debería poder entrar directamente de la calle a la gran galería pública, y cualquiera con una tarjeta de prensa podría acceder a la galería de prensa. ¿Cuál es la justificación de la selección política de quiénes pueden observar? Se ha establecido un sistema extraordinario en línea, en el que sólo a los observadores que gozan del favor del Estado se les asigna “salas” en línea en las que sólo se permite la presencia de la persona identificada. Ni siquiera las organizaciones autorizadas van a poder disponer de una clave de acceso que pueda utilizar cualquiera, ni siquiera uno a la vez. Sólo determinadas personas específicamente designadas tienen acceso antes de que se inicie el procedimiento, y si su conexión se interrumpe en algún momento no podrán volver a conectarse ese día.
Hay cerca de 40 ONG, incluida Amnistía Internacional, a las que se les había comunicado que tendrían acceso a distancia al juicio, pero hoy la juez ha revocado ese acceso sin dar ninguna razón para ello.
Sólo unos pocos reporteros seleccionados y conformes al sistema pueden observar el proceso, con lo cual el público va a recibir una imagen muy sesgada del caso y del juicio.
En este momento todos los periodistas del mundo deberían estar en pie de guerra, protestando por los abusos que está sufriendo y ha sufrido Assange, y por el destino que le espera si se aprueba la extradición. Deberían estar protestando en las primeras paginas y en los programas de noticias de televisión contra los interminables y flagrantes abusos del proceso legal en las audiencias de Assange en los tribunales británicos, incluyendo el grave conflicto de intereses de Lady Emma Arbuthnot, la juez que ve su caso.
[…]
No es indispensable que los periodistas se preocupen por Assange o sientan simpatía por él. Tienen que alzar la voz en protesta porque la aprobación de su extradición marcara la muerte oficial del periodismo. Significará que cualquier periodista en cualquier lugar del mundo que descubra verdades embarazosas sobre los Estados Unidos, que descubra sus secretos mas oscuros, tendrá que callarse o arriesgarse a ser encarcelado por el resto de sus días.
Esta perspectiva debería aterrorizar a todos los periodistas. Pero no ha tenido tal efecto.
La gran mayoría de los periodistas occidentales, por supuesto, nunca en toda su carrera profesional descubren un secreto de alguna significación de los centros de poder, ni siquiera aquellos periodistas aparentemente especializados en esos centros de poder. Estos periodistas se dedican a remodelar los comunicados de prensa y las informaciones de los grupos de presión, a alimentarse de fuentes gubernamentales que los utilizan como filtro hacia las grandes audiencias que dirigen, y a transmitir chismes y comentarios más o menos picantes obtenidos en los pasillos del poder.
Esa es la realidad del periodismo “de acceso” que constituye el 99 por ciento de lo que llamamos noticias políticas.
La renovada pero “políticamente correcta” información sobre el fundador y editor de WikiLeaks será también la repetición de una serie de falsas acusaciones ya conocidas contra Assange.
Caitlin Johnstone ha publicado una útil refutación completa de las 31 difamaciones más utilizadas contra Assange, y también ofrece consejos apropiados sobre cómo derrotar otros argumentos utilizados en su contra.
Kevin Gosztola ha hablado con Barry Pollack, el abogado de Julian Assange en EE.UU., quien hace un esbozo de la acusación que el Gobierno usamericano está preparando:
La posición que está tomando EE.UU. se basa en que tienen jurisdicción en todo el mundo y pueden presentar cargos penales contra cualquier periodista en cualquier lugar del planeta, tanto si son ciudadanos de EE.UU. como si no. Pero si no son ciudadanos usamericanos, no solamente pueden presentar cargos contra ellos, sino que esas personas no tendrán derecho a defensa acogiéndose a la Primera Enmienda[1]. Queda por ver si un tribunal de los EE.UU. aceptaría esa posición, pero esa es ciertamente la posición que el Gobierno está tomando.
En los casos que se han presentado bajo la Ley de Espionaje hasta la fecha, los esfuerzos para presentar impedimentos a la Primera Enmienda han sido infructuosos. En general, los tribunales no han permitido o apoyado dichos impedimentos. Pero se trataba de casos en los que el acusado era el filtrador de la noticia, no el editor que la publicó.
Este caso es único. El gobierno de EE.UU. nunca ha intentado acusar a un periodista o a un editor amparándose en la Ley de Espionaje.
Los argumentos de la defensa contra la extradición de Gran Bretaña a los EE.UU. son los siguientes:
El equipo de la defensa, encabezado por Edward Fitzgerald QC[2], aduce que el procedimiento de extradición equivale a un abuso de procedimiento en tres categorías separadas pero superpuestas:
1. La solicitud pide la extradición por lo que es un “delito político” clásico. […]
2. El enjuiciamiento se lleva a cabo por motivos políticos ulteriores y no de buena fe. […]
3. En la solicitud se tergiversan fundamentalmente los hechos a fin de situar este caso dentro de los límites de un delito de extradición; tanto al tergiversar que Julian Assange ayudó materialmente a Chelsea Manning a acceder a información de seguridad nacional como al tergiversar que hubo una divulgación imprudente de los nombres de determinadas personas. […]
Hay argumentos adicionales por los que la solicitud de extradición debe ser rechazada por el tribunal británico. Pero no es probable que el tribunal acepte ninguno de ellos. No hay muchas dudas sobre el probable resultado del juicio:
A juzgar por la primera semana de audiencias en febrero en el Woolwich Crown Court, todos los indicios apuntan a que ya se ha tomado la decisión de extraditar a Assange, y que las próximas tres o cuatro semanas serán simplemente una selección, por parte de la justicia, por las mociones que hagan parecer que el editor de WikiLeaks esta teniendo un juicio justo.
Después de la actual ronda de audiencias de extradición todavía pasará algún tiempo hasta que el sistema judicial británico llegue a una decisión final:
La Juez de distrito Vanessa Baraitser es probable que tarde semanas o incluso meses en considerar su veredicto, y la parte perdedora probablemente apelará.
Es una lástima que primero el sistema judicial sueco y luego el británico se hayan dejado convertir en secuaces en un enjuiciamiento fundamentalmente injusto de un periodista que ha sacado a la luz más crímenes que cualquier otra persona viva.
NdT
[1] Primera de las diez enmiendas de la Carta de Derechos (Bill of Rights), introducida en 1791, a la Constitución de EE.UU., que garantiza la libertad de expresión, prensa y reunión.
[2] Queen’s Counsel, una categoría de letrados propia de los países de la Commonwealth.
Moon of Alabama
Original: U.S. war on journalism – Assange fights extradition In British court
Traducido por S. Seguí
Traductions disponibles : Français
Fuente: Tlaxcala, 11 de septiembre de 2020
Lea en La Pluma:
Durante años, los periodistas aplaudieron el abuso de Assange. Ahora han allanado su camino hacia un gulag yanqui
Moon of Alabama:
Este sitio web creado y gestionado por Bernhard tiene por objeto debatir sobre política, economía y filosofía. Su nombre proviene de la Canción de Alabama de Bertolt Brecht:
Dime cómo llegar al próximo bar de whiskies.
No preguntes por qué, no preguntes por qué.
Dime cómo llegar al próximo bar de whiskies.
No preguntes por qué, no preguntes por qué.
Pues si no encontramos el próximo bar,
te digo que tendremos que morir,
te digo que tendremos que morir,
te digo,
te digo,
te digo que tendremos que morir.
El móvil político domina el tercer día del juicio de extradición de Assange
Edward Fitzgerald, abogado del fundador de WikiLeaks, abrió la sesión declarando que la "protección" contra la deportación "por un delito político" es un principio fundamental
EL CIUDADANO (CHILE) viernes, febrero 28, 2020
El carácter político de las imputaciones contra Julian Assange y la motivación política de su solicitud de extradición a Estados Unidos marcan las intervenciones legales en la tercera jornada del juicio que se celebra en el Tribunal de Woolwich, en el sureste de Londres.
Edward Fitzgerald, abogado del fundador de WikiLeaks, abrió la sesión declarando que la «protección» contra la deportación «por un delito político» es un principio fundamental, histórico e internacional.
«Es un principio fundamental con una aplicación virtualmente universal», expuso ante la magistrada Vanessa Baraitser, que preside el caso en este tribunal de primera instancia.
El letrado agregó que EE. UU. incorpora dicha protección en todos sus tratados internacionales de extradición «porque no quiere que deporten a sus ciudadanos por ofensas políticas, pero de repente se convierte en otro asunto» cuando se aplica en el sentido inverso.
La cuestión primordial que se está debatiendo este 26 de febrero se centra en una crucial diferencia entre los textos del Tratado bilateral de Extradición y la Ley de Extradición británica, de 2003.
El primero excluye la entrega de un individuo por un delito político o por una motivación política de la solicitud de extradición, pero estas cláusulas no se repiten en la legislación vigente en Reino Unido.
La fiscalía británica, que representa a la administración norteamericana en el proceso, alega que esta omisión fue una decisión deliberada del legislativo del Reino Unido.
Esta posición es, según argumentó Fitzgerald, «una super simplificación».
«La ley simplemente guarda silencio al respecto, pero no establece que nadie puede confiar en la defensa política si se incluye en un tratado», constató Fitzgerald.
Según el letrado, los «cimientos legales» de la entrega de un ciudadano a Estados Unidos «están en el tratado de extradición», firmado por ambos países en 2003 pero ratificado en 2007.
En referencia a Assange, argumentó además que su entrega violaría sus derechos a la libertad y a la seguridad recogidos en el artículo 5 del Convenio Europeo de Derechos Humanos.
«Espionaje es un delito puramente político», declaró antes de enumerar una cadena de precedentes judiciales en aval de su posición.
Cuestionado por la jueza en repetidas ocasiones, Fitzgerald explicó que salvo en casos de terrorismo o violencia, nadie «debe ser deportado» por delitos políticos.
El abogado fiscal, James Lewis, tomará la palabra en la sesión dela tarde de este tercer día de la primera fase del juicio contra el exeditor de la pionera plataforma de filtraciones de documentos oficiales.
Estados Unidos reclama a Assange por un supuesto delito de «conspiración para cometer intrusión informática» y por diecisiete cargos por acceder, obtener y divulgar documentos secretos, militares y diplomáticos, entre 2010 y 2011.
Las imputaciones están relacionadas con los papeles de las guerras de Irak y Afganistán, el centro de detención de Guantánamo Bay y los cables diplomáticos difundidos por WikiLeaks en cooperación con medios establecidos internacionales, desde el británico The Guardian al español El País, el alemán Der Spielgel o The New York Times.
Es la primera vez que la ley de Espionaje, que data de 1917, se emplea contra un editor o un medio de comunicación, según el entorno de la plataforma de filtraciones.
Los cargos imputados contra Assange se penalizan en su conjunto con 175 años en prisión
Fuente: Sputnik
La verdad de Julian Assange
1. ¿En qué momento el poder político empezó a distorsionar la verdad, optando por la mediáticamente llamada posverdad? Sabemos, en cambio, que la verdad del poder fue pensada en 1513, año en que Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) escribió El príncipe.
Hombre probo y austero, erudito, filósofo, diplomático, la posteridad fue injusta con el gran florentino del Renacimiento. Por ejemplo, decir que una política es maquiavélica, induce a identificarla con lo diabólico del poder (maquiavelismo). O con la terrible frase el fin justifica los medios, que Maquiavelo nunca escribió.
El príncipe fue publicado postmortem (1531). Pués de haber circulado en vida del autor, la República Libre de Florencia lo habría condenado a la hoguera, apoyándose en un pasaje de su estudio sobre el historiador romano Tito Livio: Que la patria se debe defender siempre con ignominia o con gloria, y de cualquier manera estará defendida.
Ahora bien. Todo lo descrito por Maquiavelo en El príncipe se sabía. Sin embargo, su reflexión descarnada en torno al ejercicio del poder fue la primera en mostrar, con ejemplos concretos, la hipocresía, cinismo, mentiras y crueldades del poder. Prácticas que ayer, hoy y siempre un gobernante deplora, al tiempo de relativizarlas con un eufemismo vergonzante: razón de Estado.
2. El periodismo de masas surgió a finales del siglo XIX, siendo funcional al frenesí del progreso capitalista y a una visión de la tecnología dominada por el modelo del motor, de la energía mecánica ( La tecnología de la información, Gianni Vattimo). Con el poder total en sus manos, la tecnología de aquella burguesía, podía darse el lujo de originar una sociedad subordinada a un poder central que envía sus órdenes, bien sean impulsos mecánicos, lemas de propaganda política o publicidad comercial, a una periferia puramente pasiva, como las ruedecillas de un engranaje (Vattimo).
De nuestro lado, añadimos: dando cuerda, paradójicamente, a la noción esencialista de verdad (verdad sin contexto). La libertad de prensa quedaba garantizada. Mejor aún: elevada a cuarto poder del Estado.
Por consiguiente, de vez en cuando aparecían periodistas audaces y medios empecinados en desnudar el discurso del poder, consagrando el triunfo de equis verdad. Pero lo cierto es que ningún medio de masas fue, jamás, independiente.
3. Retomo la interrogante planteada al empezar. Siento que la posverdad, entendida como valemadrismo algorítmico del contexto histórico y social (o sea, la puta realidad), tramitó su acta de nacimiento durante el atentado a las Torres Gemelas (Nueva York, 11/9/01). Así, el año entrante se cumplen 20 años del fatídico y fantástico hecho, que tuvo lugar en el único lugar del mundo donde siempre pasa lo que vale la pena contar. King Kong lo sabía. Pero en este caso, el propósito apuntaba a que la realidad nos encontrará 20 años después, gritando “ amazing!” frente al televisor (con o sin vacuna).
Claro… con 20 años más de juventud acumulada. Años en los que fue puesta contra las cuerdas la relación sujeto-objeto, emisor-receptor, futuro-pasado, junto con la imagen rota de la unidad del mundo, y el vertiginoso debilitamiento del principio de verdad, mentira y realidad.
4. El 21 de mayo de 2003, el finado senador Robert C. Byrd (1917-2010), demócrata y decano del Congreso, pronunció un discurso frente al pleno del Senado. Byrd dijo: La verdad siempre encuentra con el tiempo la forma de escabullirse entre las grietas. El peligro, sin embargo, es que en algún momento ya no importe. El peligro es que se infiera el daño antes que la verdad se comprenda por completo.
Tres años después nació Wikileaks, organización impulsada por activistas de derechos humanos, periodistas y otras personas que promueven la filtración de información para luchar contra la corrupción gubernamental y corporativa.
Al año siguiente (abril 2007), Wikileaks pegó un gol de media cancha, publicando un video clasificado de un ataque aéreo en Bagdad, que muestra a un helicóptero de EEUU que mata a 12 civiles, incluyendo dos periodistas de Reuters. Lo sabido desde la explosión del acorazado Maine en el puerto de La Habana (1898). Pero así como en El príncipe, Wikileaks no opina. Muestra.
En diciembre de 2010, el todavía ignoto Julian Assange (miembro fundador de Wikileaks), publicó un texto fijando su posición ('La verdad siempre vencerá', La Jornada, 8/12/10).
Assange empieza devolviéndole a un joven Rupert Murdoch (uno de los grandes canallas del periodismo contemporáneo) sus propias palabras, escritas en 1958: En la carrera entre el secreto y la verdad, parece inevitable que 'La verdad siempre vencerá'. ¿De veras? Maquiavelo sería menos optimista.
5. En su texto 'La verdad siempre vencerá', Julian Assange compara “la tormenta desatada por Wikileaks” con el sonado caso de Los papeles del Pentágono (https://bit.ly/2SBLcJu). Ayudamemoria. Assange nació en 1971, año en que Daniel Ellsberg (investigador de la Corporación Rand, financiada por el Pentágono), filtró al New York Times y otros grandes periódicos miles de documentos secretos de la Secretaría de Defensa. Los Pentagon Papers advertían que probablemente (sic), la guerra de Vietnam no podía ser ganada, y que el presidente Lyndon Johnson había mentido sistemáticamente, no sólo al público sino también al Congreso. Alegando razones de seguridad nacional, la Casa Blanca trató de impedir la publicación de los documentos.
6. Tras breve disputa en los tribunales, el veredicto de la Corte en favor del Times fue calificado de pilar moderno de los derechos de la Primera Enmienda, con respecto a la libertad de prensa. Las buenas conciencias convirtieron a Ellsberg y al progresista Times en paladines de la libre expresión, y el tenebroso Henry Kissinger declaró que el investigador era the most dangerous man in America. Pero nadie recordó el sugerente aforismo de Mark Twain: En EEUU existen leyes para proteger la libertad de expresión de la prensa, pero no hay ninguna verdaderamente útil para proteger a la gente de la prensa.
7. Medio siglo después, la cuarta revolución industrial acabó con la funcionalista relación emisor-receptor. Cualquier chico listo en programación puede hackear y romper con facilidad los candados de privacidad que, según los bancos y las enloquecedoras actualizaciones digitales, cuidan nuestra seguridad. V.gr.: el pequeño equipo de Wikileaks. Durante las invasiones militares de Irak y Afganistán, Wikileaks desnudó las mentiras y tortuosidad humanística del capitalismo occidental, mostrando el perfil criminal de la diplomacia estadunidense. Millares de informes secretos, videos, chismes de embajadas, frente a los que resultaba inútil decir que fueron sacados de contexto.
8. ¿Qué diferenciaba a Wikileaks de un Maquiavelo o un Ellsberg? Resulta tentador inferir que si el autor de El príncipe fue una suerte de pionero de la modernidad, el investigador de la Rand reveló su crisis terminal. En cambio, usando en su favor la tecnología del fuerte, Wikileaks probó que el débil podía humillar al fuerte. Detengámonos en el par de nociones que buscan dar cuenta de la realidad: develar y revelar. De buenas a primeras, parecen sinónimos. No lo son. Tal como su nombre indica, develar consiste en correr el velo de la realidad. Pero revelar aporta la evidencia que permite conocer la verdad, rayando la cancha entre ficción y realidad.
9. En el escrito de marras, Assange apuntó una expresión vulgarizada en la época que vivimos: Somos los de abajo. Algo que, en efecto, lo diferenciaba de Maquiavelo, hombre de Estado, o de un investigador culposo del sistema, como Ellsberg. En todo caso, cuando Washington y Londres pusieron precio a su cabeza, Assange entendió que estaba solo, y que el apoyo moral de millones de simpatizantes era insuficiente para salvar el pellejo.
10. Sin apoyo político real o de gobiernos que lo protegieran, Assange optó por pedir ayuda a los de arriba, asilándose en la embajada de Ecuador en Londres. Un arriba encabezado por el presidente Rafael Correa, líder político de la revolución ciudadana, o pinche progresista según las almas ideológicamente puras. Assange permaneció siete años en la embajada ecuatoriana (2012-19). Allí pudo estudiar y conocer la realidad política de América Latina, la ecuatoriana en particular. Pero en el interín, las cosas cambiaron. En EEUU, un mafioso se alzó con la presidencia y la de Ecuador fue ocupada por un títere de Washington.
11. A inicios de 2019, un enviado de Donald Trump se entrevistó en Quito con el presidente Lenín Moreno, y el 19 de abril Assange fue entregado a Scotland Yard. El líder de Wikileaks fue encarcelado en Belmarsh, prisión del sur de Londres que los bien informados califican peor que la de Guantánamo. Bastante lejos del trato que la justicia británica dispensó al genocida Augusto Pinochet. Ayudamemoria. En octubre de 1998, Pinochet fue detenido en Londres por delitos de lesa humanidad. Su caso fue ventilado en la honorable House of Lords. Pero quien diga que el crimen no paga, faltaría a la verdad. Pues a cambio de los favores recibidos en la guerra de Malvinas (1982), el genocida fue liberado en marzo de 2000.
12. En pésimo estado de salud física y emocional, Assange agoniza en Belmarsh. Si Trump es relegido y consigue la extradición, nuestro héroe podría ser sentenciado a 175 años de prisión. Si Joe Biden gana las elecciones, ídem: Assange es un terrorista de alta tecnología, dijo el candidato demócrata. En tales circunstancias, la única esperanza es que el clamor universal se imponga: ¡Libertad para Julian Assange!
La Jornada
EEUU frustró operación para evacuar a Assange de la Embajada ecuatoriana
Se revelaron nuevos detalles del espionaje al que fue sometido el fundador de WikiLeaks durante su asilo en la Embajada de Ecuador de Londres.
El espionaje sistemático al que fue sometido Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres, que incluyó escuchas y seguimiento de diplomáticos y oficiales del país sudamericano, permitió a Estados Unidos bloquear una operación planeada de manera confidencial para sacar al fundador de WikiLeaks del Reino Unido el 25 de diciembre de 2017, revela la periodista Lourdes Gómez en una columna publicada en la web de la agencia Sputnik.
Agrega que el Servicio Nacional de Inteligencia de Ecuador (SENAIN) confió la seguridad de la legación londinense al exmilitar español David Morales Guillén y a su empresa Undercover Global (UC Global).
Pero en los 18 o 20 meses previos a la ruptura del contrato en el verano de 2018, nadie escapó al cerco de cámaras con sonido camuflado y micrófonos ocultos que se instalaron subrepticiamente en el refugio de Assange, en el barrio de Knightsbridge, según se desprende de la querella iniciada en Madrid por el periodista australiano mientras batalla desde prisión contra la orden de extradición a EEUU.
Señala Gómez que el entonces jefe del SENAIN, Rommy Vallejo, quedó registrado en el servidor y la base de datos de las actividades del «Hotel» (Embajada) y las visitas del «Huesped» (Assange) que Morales puso a disposición de su «cliente americano», como consta en evidencias expuestas ante el juez.
Vallejo visitó a Assange el 21 de diciembre de 2017 cuando «se estaba dilucidando la posibilidad» de sacarle del país con pasaporte diplomático ecuatoriano y, por tanto, al amparo de «las inmunidades y la inviolabilidad de la Convención de Viena de 1961», según explicó a Sputnik el abogado Aitor Martínez, del equipo internacional que defiende al ciberactivista.
Rommy Vallejo sería la última pieza del plan, el coordinador de la salida del edificio y del viaje a un «tercer Estado», que finalmente zozobró debido al supuesto soplo del dueño de UC Global a sus contactos en Las Vegas Sands, el imperio de casinos propiedad de Sheldon Adelson, magnate patrocinador de la campaña presidencial de Donald Trump, cercano a Mike Pompeo y asiduo donante del Partido Republicano.
«El último paso era el del jefe del SENAIN, Rommy Vallejo, quien visitó a Julian para matizar cómo iba a salir de la embajada, dónde se iba a colocar el coche diplomático, si hacían un ensayo previo con algún diplomático… eran cuestiones de la operativa física de la salida, que iba a ser el 25 de diciembre», recuerda Martínez.
Bolivia, Venezuela, Grecia, Serbia, Bélgica o China se barajaron entre los posibles destinos de la estudiada escapada del Reino Unido del australiano.
Red Latina sin fronteras
Julian Assange/Wikileaks: Los tweets desaparecidos de Anna Ardin
Julian Assange/Wikileaks: Los tweets desaparecidos de Anna Ardin
por Göran Rudling
[Traducido del sueco por La Haine] Imágenes y relato de los comentarios de Twitter que borró la amante sueca de Julian Assange, ahora señalada por vinculación con la CIA
Artículo publicado en La Haine el 9 de diciembre de 2010, cuando Julian Assange estaba en el comienzo de su via crucis sueco. Queda bastante claro que la acusación de la fiscalía sueca es una maniobra impulsada por el régimen estadounidense. Lo reproducimos ahora por la actualidad de su contenido.
Una de las mujeres que denunciaron a Julian Assange es Anna Ardin. Ella se presentó como candidata a concejala por los socialdemócratas y es una persona pública que puede ser investigada. Por eso publico su nombre.
Anna Ardin es cristiana, feminista, socialdemócrata, activista por los derechos de los animales y anti-abortista desde la izquierda. Ha trabajado antes como responsable de igualdad en el centro de estudiantes de la universidad de Uppsala. Ahora [2010] trabaja en el Movimiento por la Hermandad [Asociación de cristianos socialdemócratas]. Se describe a sí misma como
“politóloga, comunicadora, empresaria y escritora con un interés especial en asuntos de igualdad, feminismo, fe y política y América Latina”
El sábado 14 de agosto de 2010, sobre las 14:00, Anna escribe en twitter.com/annaardin:
(Julian quiere ir a una mariscada. ¿Alguien tiene un par de lugares libres esta noche o mañana?)
Temprano en la mañana del domingo 15 escribe Anna nuevamente en Twitter:
(Son las 2 de la mañana, hace un poco de frío y estoy sentada afuera con una de las personas más simpáticas e inteligentes del mundo, es increíble!)
Al mismo tiempo que Anna Ardin denuncia a Julian Assange el 20 de agosto, esos comentarios fueron borrados de su Twitter. ¿Porqué? Hasta donde yo sé no es común que víctimas reales de violación borren sus blogs, limpien sus móviles e intenten que los testigos declaren mentiras.
Al saber que según la denuncia la “violación” ocurrió en la noche del viernes 13 de agosto, todo se vuelve entendible. Los comentarios indican que a Anna Ardin realmente le gustaba Julian, y que no había ocurrido violación alguna la noche antes. Para nada se deduce de esos comentarios que ella viera a Julian como un machista incapaz de aceptar un no. Son más bien una demostración del bienestar de Anna en ese momento. Esos comentarios no concuerdan con lo que ella declara a la policía el 20. Por lo tanto, los borra sin más.
Pruebas de que Anna esconde la verdad
A principios de septiembre noté que Anna disponía de dos micro-blogs idénticos. Uno en Twitter y el otro en Bloggy.se. Al parecer ella publica los comentarios en ambos al mismo tiempo. Pero los comentarios que se borran en Twitter se mantienen en Bloggy.se. Anna no se dio cuenta de que debía borrar en ambos micro-blogs. Mala suerte.
Para confirmar que Anna Ardin realmente quiere ocultar sus tweets, escribo un comentario en el artículo “Los héroes de Wikileaks también pueden hacer marranadas”. Está publicado en Rebella, un blog feminista socialdemócrata en el que Anna escribe y es webmaster. En mi comentario escribo sobre los tweets borrados. Cinco días después, el 13 de septiembre, revisan mi comentario y lo borran directamente. Escribo un nuevo comentario en el que informo de que los tweets borrados se pueden leer en annaardin.bloggy.se, pero lo borran en el acto. Algunas horas después todo el portal bloggy.se se cae, y cuando reaparece a las 4 de la mañana del 14 de septiembre, los tweets gemelos también están borrados allí.
El caso es que no es tan fácil borrar en internet como Anna creyó. Google toma unas imágenes instantáneas de muchas páginas, llamadas caché. Al principio se podía buscar los tweets de annaardin.bloggy.se y twitter.com/annaardin tal como se veían el 14 de agosto, aunque luego Google los borró [cosa que en otros casos no ocurre en años].
Como podemos ver, Anna Ardin hace todo lo posible por esconder sus comentarios. Los que llevan a pensar que Julian Assange es inocente al menos de uno de los casos de “violación”. Parece que Anna lucha por conseguir la condena de Julian. Al borrar y esconder circunstancias atenuantes, tal vez sea culpable de falso testimonio.
El caso Assange es aún más terrible si tomamos en cuenta todo lo ocurrido. Julian vivió en el apartamento de Anna desde el 11 hasta el 19-20 de agosto. Durante esos días Anna y Julian tienen relaciones sexuales. Alrededor del 18-19 de agosto llama al apartamento de Anna una mujer que quiere hablar con Julian. Cuando Anna se da cuenta de que Julian también tiene relaciones sexuales con esta otra mujer, algo ocurre. Las dos mujeres, ambas cristianas, ambas relacionadas con el Movimiento de la Hermandad y ambas presentes en el seminario en el que habló Julian, comprenden inmediatamente que Julian no tiene intenciones serias con ninguna. Después de una conversación, se deciden a denunciar a Julian por violación
Parece extraño que una feminista cristiana socialdemócrata utilice la legalidad para vengarse de un hombre “infiel”. Pero al leer el artículo de Anna Ardin sobre La Venganza deja de ser extraño. Anna ha meditado durante mucho tiempo sobre como vengarse de un hombre que la ha dejado tirada, que le es infiel. Cuando apareció la otra mujer, apareció también la posibilidad de hacer realidad sus planes. Anna consiguió que otra mujer la apoye en su denuncia de violación. Y luego obtuvo la ayuda de Claes Borgström [político socialdemócrata y abogado de ambas mujeres] que ha hecho todo lo posible por llevar a Julian a juicio, vitoreado con entusiasmo por los blogs feministas.
Pero la verdad sale a la luz. El perfecto sistema “Siete pasos para una venganza legal” de Anna ha fallado. Faltó un borrado. Mala suerte, Anna. Mala suerte. Los caminos del señor son inescrutables.
Me sorprende mucho que mujeres cristianas, feministas, “igualitarias”, puedan adorar tanto a un héroe de Wikileaks que hacen todo lo posible para llevarselo a la cama tan pronto como pueden. Y luego, cuando se dan cuenta que el interés de él no es tan profundo como el de ellas, van a la policía y lo denuncian por violación. Eso muestra un desprecio extremo por las mujeres que realmente son víctimas de la violencia masculina y de violación. Su comportamiento es indefendible.
Si finalmente los fiscales determinan que la denuncia es falsa, cientos de miles de hombres que afirman que la mayoría de denuncias de violación son falsas van a tener agua en sus molinos. Lamentablemente también va a tener como consecuencia que a las verdaderas víctimas les va a resultar aún más difícil obtener reparación. Sería una catástrofe.
Pero algo aprenderemos de esta historia. Entenderemos que sólo porque uno es cristiano, feminista, socialdemócrata, activista por los derechos de los animales y anti-abortista no significa que uno valora de igual manera a mujeres y hombres.
Título original: “El caso Assange: los mensajes se borran una y otra vez”. http://www.samtycke.nu/ 2010/09/fallet-assange- uppgifter-raderas-om-och-om- igen/.
Curiosamente, el dominio samtycke.nu (samtycke significa consenso) ha
sido comprado por otra persona anónima y ahora está vacío.
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video relacionado: https://youtu.be/KTXDeUmKjMw
Persecución mundial contra Wikileaks
El legado de Wikileaks: así se destaparon las violaciones a los derechos humanos que EEUU quería ocultar
Las revelaciones de documentos secretos permitieron conocer distintos crímenes cometidos por el Ejército estadounidense en Afganistán o Irak. También arrojaron luz sobre las vulneraciones registradas en Guantánamo y Abu Ghraib.
bilbao
02/01/2021 23:00 danilo albin @danialri - PÚBLICOMiles y miles de documentos. Papeles secretos que dejaron de serlo. Verdades ocultas que ya no lo están. "Cotilleos", dijo el expresidente José María Aznar en el otoño de 2010 para tratar de desacreditar las revelaciones que atravesaban el planeta de la mano de Wikileaks y de su fundador, Julian Assange. Era el principio de una historia que encerró muchas historias y aportó luz allá donde algunos buscaban que reinase la oscuridad del Estado.
En los capítulos de Wikileaks hay una fecha clave: el 5 de abril de 2010. Aquel día, el mundo conoció un vídeo grabado en julio de 2007 en el que se apreciaba a soldados de Estados Unidos acribillando a gente desarmada en un suburbio de Bagdad. Los disparos realizados desde un helicóptero AH-64 Apache de la Fuerza Aérea estadounidense provocaron la muerte de doce civiles. Entre ellos se encontraban los colaboradores de la agencia Reuters Namir Noor-Eldeen y Saeed Chmagh.
El siguiente hito informativo llegó el 25 de julio de 2010. Fue entonces cuando Wikileaks puso a disposición de la opinión pública internacional la friolera de 90.000 documentos desclasificados sobre la guerra en Afganistán. Allí se recogían 100 categorías de archivos con distintos casos que demostraban las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en el marco de la intervención militar en ese país.
Tres meses después el mundo conoció las atrocidades ocultas en Irak, otro territorio en el que EEUU cometió –y escondió– crímenes contra civiles, al tiempo que consintió las ejecuciones sumarias perpetradas por las fuerzas aliadas iraquíes. En aquella filtración de 400.000 documentos producida el 22 de octubre de 2010, Wikileaks también dio a conocer –entre otros tantos aspectos– un escandaloso recuento de víctimas realizado por Estados Unidos, en el que se admitía que el 60% de las personas fallecidas en Irak entre 2003 y 2009 eran civiles.
Los archivos del 'Cablegate'
La Casa Blanca volvió a temblar el 28 de noviembre de 2010, cuando la organización dirigida por Assange lanzó el denominado "Cablegate": nada más y nada menos que 250.000 documentos del Departamento de Estado de EEUU en los que se recogían comunicaciones del Ejecutivo de ese país con sus delegaciones diplomáticas en distintas partes del mundo.
Entre otras cosas, se conoció entonces que la embajada estadounidense en España presionaba al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero para evitar que se esclareciera el asesinato del cámara José Couso en Irak. También se difundió información sobre el paso de los vuelos de la CIA por territorio español. A bordo viajaban presos con destino a la cárcel secreta de Guantánamo.
El horror de Guantánamo y Abu Ghraib
Precisamente, ese centro de detención de Estados Unidos tuvo un protagonismo central en la revelación de documentos que se produjo el 25 de abril de 2011. En esa nueva remesa de archivos, Wikileaks difundió fotografías y detalles inéditos sobre los interrogatorios en la cárcel de Guantánamo. Los informes revelaban que 150 personas afganas y pakistaníes habían sido detenidas sin ningún tipo de juicio. Además, se supo que el preso más joven tenía 14 años. El mayor había cumplido ya 89.
En 2007, Wikileaks había dado a conocer un manual del Ejército de EEUU para los soldados en GuantánamoNo era la primera vez que el nombre de ese centro de detención aparecía en los papeles de la organización fundada por Assange: en 2007, poco después de su creación, Wikileaks había dado a conocer un manual del Ejército de EEUU para los soldados que prestaban funciones en Guantánamo. Entonces ya se establecía la utilización de perros para amedrentar a los presos, así como órdenes para restringir el acceso de la Cruz Roja a ese siniestro lugar. En aquellos informes, EEUU reconocía que el 20% de los reclusos de Guantánamo habían sido llevados a ese sitio de forma arbitraria. Nada tenían que ver con el terrorismo ni suponían ninguna amenaza para nadie.
El legado de Wikileaks también está marcado por revelaciones sobre la cárcel iraquí de Abu Ghraib, otro lugar donde se violaban los derechos humanos bajo absoluta impunidad. Entre los documentos difundidos entonces figuraban los denominados "Procedimientos Operativos Habituales" de Abu Ghraib, Bucca (otro campo de detención en suelo de Irak) y Guantánamo.
Según palabras de Assange, aquellos documentos mostraban "la anatomía del monstruo de detención creado tras los ataques del 11 de septiembre, la creación de un espacio oscuro en el que la ley y los derechos no existen, donde la gente puede ser detenida sin dejar rastro, a voluntad del Departamento de Defensa".
Espionaje a gobernantes
Asimismo, gracias a Wikileaks el mundo conoció las operaciones de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA, por sus siglas en inglés) contra líderes políticos europeos. La NSA llegó a realizar escuchas secretas de un encuentro entre la canciller alemana Ángela Merkel y el entonces secretario general de la ONU Ban Ki-Moon.
El Gobierno de Estados Unidos también espió una reunión privada entre el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, el expresidente francés Nicolás Sarkozy y Merkel. Hubo además escuchas de una conversación entre Berlusconi y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.
Los correos de Hillary Clinton
En marzo de 2016 llegó la filtración de más de 30.000 correos electrónicos recibidos y enviados por Hillary Clinton cuando ostentaba el cargo de secretaria de Estado en la Administración de Barack Obama. También vieron la luz 27.000 comunicaciones del Comité Nacional Demócrata (CND) y 50.000 correos electrónicos de John Podesta, jefe de la campaña presidencial de Hillary Clinton.
Todos aquellos documentos dibujaban casos de disputas y maniobras internas o, incluso, una dura acusación de Hillary Clinton contra Arabia Saudí y Qatar,
a quienes señalaba en un correo enviado a Podesta por suministrar apoyo
de forma clandestina a la organización terrorista Estado Islámico
(Dáesh).
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