Juego sucio
Trump está organizando un golpe de Estado: ¿por qué los demócratas no dan la voz de alarma?
Los republicanos están llevando a cabo una campaña de propaganda con el objetivo de justificar que los legisladores de algunos estados invaliden el voto de los ciudadanos
David Sirota 12/11/2020
columnista de The Guardian
Publicado originalmente en inglés en The Daily Poster.
Donald Trump en 2020 en un acto de campaña.
Vinnie Langdon IIIEl reciente documental de HBO sobre el lío de Florida en las elecciones del año 2000, 537 Votos, transmite un mensaje claro: el rechazo de los demócratas a dar la voz de alarma ante el atraco a cámara lenta que se estaba produciendo permitió en última instancia que les robaran las elecciones.
Durante toda esa debacle, parecía que los demócratas pensaban que las cosas iban a terminar saliendo como ellos querían solo utilizando los argumentos adecuados dentro de los confines del sistema judicial; nunca entendieron que la imagen de cara al público podía desempeñar un papel importante en lo que terminó siendo una reyerta política decisiva fuera de los tribunales.
Veinte años después, se está haciendo caso omiso a la lección que se podría extraer de esa debacle. Donald Trump y sus compinches están llevando a cabo una campaña propagandística diseñada para crear las condiciones que permitan que el proceso del Colegio Electoral termine con un golpe de Estado.
Se trata de una emergencia total y absoluta y, sin embargo, la estrategia demócrata parece ser seguir haciendo como si no pasara nada, con la esperanza de que se impongan las normas, aunque nada de lo que está pasando sea normal.
Trump tiene una estrategia planificada
En la semana que ha transcurrido desde las elecciones, Trump y sus aliados republicanos han lanzado una campaña para poner en duda los resultados de las mismas, no solo en los tribunales, sino también en la mente de las personas. Las demandas y el reciente memorándum del Fiscal General, William Barr, están diseñados tanto para obtener un fallo favorable como para copar los titulares. Sus tuits alegando un fraude y las mediáticas promesas ofreciendo recompensas económicas a quienes presenten pruebas del fraude están pensados para ese fin.
Lo más llamativo de todo esto es que los legisladores republicanos de Pennsylvania, Georgia, Wisconsin, Michigan y Arizona ya están insinuando que los resultados podrían ser fraudulentos, a pesar de no haber presentado ninguna prueba de fraude generalizado.
Las legislaturas podrían utilizar la percepción de que se ha producido un fraude para invocar su poder constitucional y nombrar listas de compromisarios de Trump
¿Por qué la percepción del público es tan importante? Porque como señala en un terroríficamente profético artículo de 2019 el profesor de derecho de la Universidad Ohio State, Edward Foley: las legislaturas podrían utilizar la percepción del público de que se ha producido un fraude para invocar su poder constitucional, ignorar el voto popular de sus estados, rechazar los resultados certificados de la elección y nombrar listas de compromisarios de Trump.
En un artículo que predecía casi exactamente lo que ya ha sucedido en Pennsylvania, Foley imaginó a Trump llevando la delantera al principio, luego perdiendo esa ventaja a medida que se contaban los votos y, por último, formulando acusaciones de fraude y creando el marco idóneo para lo que plantea a continuación:
A instancias de Trump, la legislatura del Estado (donde los republicanos tienen mayoría en ambas cámaras) pretendería utilizar la autoridad que le concede el Artículo II de la Constitución para nombrar directamente a los compromisarios presidenciales del Estado. Siguiendo el ejemplo de Trump, las dos cámaras legislativas afirmarían que el voto popular no es de fiar por el drástico cambio que se ha producido en el tiempo adicional. Por lo tanto, las dos cámaras afirmarían que tienen el derecho constitucional de reemplazar el voto popular e imponer su autoridad para nombrar a los compromisarios presidenciales del Estado; así lograrían que ese nombramiento estuviera en consonancia con el escrutinio del voto popular que se produjo la noche de las elecciones, que Trump seguiría afirmando que es el “verdadero” resultado.
El gobernador demócrata del Estado se negaría a aceptar esa imposición de la autoridad por parte de la legislatura del Estado, pero las dos cámaras de la legislatura proclamarían que la aceptación del gobernador no es necesaria. Citarían antiguas prácticas históricas en las que las legislaturas del Estado nombraron compromisarios presidenciales sin ninguna participación del gobernador del Estado. Alegarían que al igual que las enmiendas constitucionales, y al contrario que la legislación normal y corriente, el nombramiento de los compromisarios presidenciales, cuando es asumido directamente por una legislatura de Estado, no está sujeto al veto del gobernador.
Foley señaló que la propaganda política, fuera del cerrado ámbito judicial, podría entonces ponerse en marcha.
“Podría ser una toma de poder demasiado evidente. Me gustaría pensar que la política estadounidense no se ha vuelto tan tribal que un partido político está dispuesto a apropiarse del poder sin una base verosímil que tenga sus raíces en los votos reales de la ciudadanía”, afirma Foley. “Si durante la campaña en sí, Trump puede ganar fuelle con la acusación de que ese cambio tan drástico equivale a la existencia de papeletas fraudulentas (en la línea del tuit que publicó en 2018 sobre Florida), entonces se vuelve más justificable, políticamente hablando, afirmar que la legislatura debe intervenir para reflejar la ‘verdadera’ voluntad de los votantes del Estado”.
Normalizar la idea de un segundo mandato de Trump
Claro que lograrlo no será fácil. Los republicanos tendrán que obtener no uno sino varios de los cinco estados con legislaturas republicanas que ha ganado Biden para intentar ignorar el voto popular.
No obstante, el Congreso también tendrá un papel que desempeñar a la hora de decidir qué compromisarios reconocer, y esto concede a la mayoría demócrata en esa Cámara algo de capacidad de influencia.
Aunque tampoco está claro que ninguna de esas maniobras vaya a ser admitida ante los tribunales (pero recordemos: la Corte Suprema tiene ahora a tres jueces nombrados por los republicanos que ya trabajaron directamente en el caso de Bush contra Gore que decidió las elecciones de 2000 en favor del partido republicano).
Esto es claramente lo que está intentando hacer el partido republicano, y lo han reconocido públicamente. De hecho, el hijo de Trump ha difundido la idea de que las legislaturas anulen las elecciones y lo mismo ha hecho el fiel aliado de Trump, el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis. Mientras tanto, un legislador republicano que participa en la investigación del nuevo fraude electoral de Wisconsin insinuó que se podría ignorar el voto popular del Estado.
Por eso hemos visto a los funcionarios republicanos seguir haciendo política como si Trump no hubiera perdido las elecciones, y asumir que habrá un segundo mandato de Trump. Esto no es solo un comportamiento infantil o la rabieta de alguien inmaduro, sino que forma parte de un plan despiadado.
Lo que están haciendo es intentar normalizar la idea de que, independientemente de cuál haya sido el voto real de los estadounidenses, es inevitable que se produzca un segundo mandato de Trump porque las legislaturas de los Estados y el Congreso finalmente le entregarán el Colegio Electoral.
¿Dónde está la llamada a la acción de los demócratas?
Una de las principales conclusiones de todo esto debería ser que, a largo plazo, el Colegio Electoral tiene que desaparecer porque se ha vuelto una enorme amenaza para la democracia, más allá de otorgar las elecciones a los perdedores del voto popular a escala nacional. El sistema está siendo utilizado también como arma por un partido republicano que está decidido a impedir que se cumpla la voluntad de los votantes.
La crisis que estamos experimentando en la actualidad requiere, a corto plazo, una respuesta firme y decidida. No necesitamos vanidosas maniobras estúpidas, de autobombo y despilfarradoras por parte de algunos grupos de estafadores como el Lincoln Project, que está preparando una campaña para intentar conseguir que los abogados de Trump en los grandes despachos se sientan mal consigo mismos, como si a un político mezquino como Trump se le pudiera privar de alguna manera de representación legal.
A largo plazo, el Colegio Electoral tiene que desaparecer porque se ha vuelto una enorme amenaza para la democracia
Hace falta una campaña pública ruidosa que se concentre en evitar que los legisladores estatales se sientan empoderados para ignorar a sus propios votantes. Y esa campaña podría tener éxito porque al menos algunas de esas legislaturas del Estado controladas por el partido republicano lo están por un margen muy estrecho, lo que significa que podrían ser sensibles a una futura reacción contraria de los votantes en 2022, que resultaría de las acciones que emprendan hoy para robar las actuales elecciones presidenciales.
Y sin embargo, en lugar de dar la señal de alarma, Joe Biden y Kamala Harris parecen haber decidido adoptar la actitud de “aquí no pasa nada”. La campaña Biden-Harris ha seguido comportándose como si todo estuviera bien, ha desvelado algunos nombres del equipo de transición y ha anunciado que Biden ha hablado con algunos líderes mundiales. Los comentarios de Biden sobre las elecciones han sido todavía más sedantes y anodinos que los de Al Gore durante el recuento de Florida en 2000. Lo más que ha sido capaz de afirmar es que el comportamiento del partido republicano es embarazoso y que podría perjudicar el legado de Trump, como si esto fuera un capítulo de El ala oeste en el que se supone neciamente que a uno solo de los funcionarios republicanos electos del país le importan esas cosas.
Y aun así, hemos aprendido una y otra vez que la vida real no es para nada un capítulo de la serie El ala oeste. A los republicanos no les importa nada que no sea conseguir y conservar el poder sea como sea: son despiadados Terminators T1000 dispuestos a ganar por todos los medios.
Entonces, ¿dónde está la llamada a la acción? ¿Dónde está el activismo? ¿Dónde están las solicitudes en los cinco Estados con legislaturas republicanas que ha ganado Biden para empezar a presionar a sus legisladores estatales para que se comprometan a respetar el voto popular?
Puede que Biden piense que cualquier reacción negativa terminará beneficiando a Trump y que la mejor estrategia es negar toda la atención a las acusaciones de fraude. Y, es verdad, puede que haya suerte y las cosas se terminen arreglando solas sin hacer ningún aspaviento.
No obstante, la historia nos indica que es bastante arriesgado apostar por una estrategia pasiva, fiarlo todo al destino y simplemente esperar que todo salga bien solo adoptando procedimientos “normales” en estos momentos donde la situación es claramente anormal.
En realidad, negarse a emprender una campaña pública mucho más organizada para cuestionar el intento de golpe de Trump es exactamente el tipo de estrategia que adoptaron los demócratas hace 20 años en Florida durante los disturbios de Brooks Brothers, y mira lo que pasó al final. Terminamos con una presidencia ilegítima de Bush que nos trajo la guerra de Irak y la crisis financiera que acabó o arruinó millones de vidas.
Esta vez podría ser incluso peor, podría ser el final de lo que queda de la democracia estadounidense.
David Sirota. Periodista, denveriano, editor de Jacobin, columnista de The Guardian. Trabajó con Bernie en 2000 y de nuevo en 2020.
Publicado originalmente en inglés en The Daily Poster. Traducción de Álvaro San José.
Mike Pompeo asegura que Donald Trump continuará su mandato en 2021
El secretario de Estado norteamericano insistió en que el presidente Donald Trump asumirá nuevamente a pesar de la proyectada victoria de Joe Biden. Foto: BI
El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, prometió el martes garantizar una “transición tranquila”, pero insistió en que el presidente Donald Trump asumirá nuevamente a pesar de la proyectada victoria de Joe Biden.
“Habrá una transición tranquila hacia un segundo gobierno de Trump”, dijo Pompeo durante una tensa conferencia de prensa al ser preguntado sobre los contactos con el equipo de Biden.
“El mundo debe tener plena confianza en que la transición necesaria para que el Departamento de Estado esté efectivamente operativo hoy, y efectivamente operativo con el presidente que estará en el cargo el 20 de
enero por la tarde, será una transición exitosa”, dijo refiriéndose a la fecha y hora de la investidura presidencial.
Los líderes mundiales, incluidos casi todos los aliados de Estados Unidos, han felicitado a Biden, quien logró una ventaja indiscutible en estados clave, y cosechó la mayoría del voto popular a nivel nacional.
Pero Trump se ha negado a conceder su derrota en las elecciones del 3 de noviembre alegando un fraude masivo, pidiendo recuentos y promoviendo acciones legales.
Cuando se le preguntó si Estados Unidos aún puede emitir declaraciones pidiendo elecciones libres en el mundo, Pompeo dijo que la pregunta era “ridícula”.
“Este departamento se preocupa profundamente por asegurarse de que las elecciones en todo el mundo sean seguras, libres y justas, y mis funcionarios arriesgan sus vidas para garantizar que eso suceda”, dijo.
(Con información de la AFP)
Steve Bannon (ex jefe de estrategia de Trump) afirma que pondría "en una pica" las cabezas del Dr. Fauci y del jefe del FBI y es sancionado por Twitter, Facebook y YouTube
Twitter, Facebook y YouTube eliminaron un video en el que Steve Bannon, exasesor del presidente Donald Trump, afirmaba que pondría "en una pica" las cabezas del Dr. Anthony Fauci, el principal epidemiólogo de EE.UU., y de Christopher Wray, actual director de FBI, mientras que Twitter suspendió asimismo su cuenta en esa red social, informa The Hill este viernes.
Las declaraciones tuvieron lugar este jueves 5 durante una transmisión en vivo de su programa 'War Room: Pandemic', donde Bannon sostuvo que Trump había ganado las presidenciales estadounidenses, a pesar de que el conteo de votos en varios estados clave del país aún no había finalizado.
Según Bannon, el político republicano debería comenzar su supuesto segundo mandato destituyendo a Fauci y Wray. El ex jefe de estrategia de Trump fue más allá y dijo que él, personalmente, no se limitaría a esa medida: "Pondría sus cabezas en una pica. Correcto. Las pondría en las dos esquinas de la Casa Blanca como una advertencia a los burócratas federales: 'O aceptas el programa o te vas'".
Tras ser calificado de contenido inapropiado, el video fue eliminado de las tres plataformas ya mencionadas. Asimismo, Twitter señaló que la cuenta de Bannon fue suspendida por violar sus políticas "sobre glorificación de la violencia", agregando que la red social dispone de instrumentos para hacer frente a las amenazas explícitas de violencia y a otras formas de abuso o acoso en línea y a las conductas de odio.
A su vez, Alex Joseph, portavoz de YouTube, informó que, aparte de eliminar el video, el canal de Steve Bannon recibió una primera advertencia. En caso de llegar a tres, ello supondría el cierre definitivo del canal en la plataforma de videos. "Seguiremos atentos mientras hacemos cumplir nuestras políticas en el período posterior a las elecciones", subrayó Joseph.
YouTube suspende uno de los programas de Steve Bannon tras sugerir que pondría la cabeza de Fauci "en una pica"
"Eliminamos este vídeo por violar nuestra política contra la incitación a la violencia", anuncia un portavoz de la plataforma de vídeos. Por su parte, Twitter ha decidido cancelar "al menos durante una semana" la cuenta del exasesor de Trump.
madrid
06/11/2020 13:47 europa press - PÚBLICOLa plataforma de vídeos YouTube ha eliminado uno de los programas del antiguo asesor político de la Casa Blanca Steve Bannon, después de sugerir que "pondría la cabeza" de Anthony Fauci "en una pica", mientras que la red social Twitter ha suspendido su cuenta oficial durante "al menos una semana".
En la última entrega de su programa War Room Pandemic, que se puede ver en directo a través de YouTube, Bannon no sólo ha pedido el despido de Fauci, el principal responsable científico en la lucha contra el coronavirus en Estados Unidos, y de Christopher Wray, director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), sino que sus cabezas fueran ensartadas en sendas picas a las puertas de la Casa Blanca.
"Me gustaría volver a aquellos tiempos anteriores de la Inglaterra de los Tudor, pondría las cabezas en picas, correcto, las pondría en las dos esquinas de la Casa Blanca como una advertencia a los burócratas federales", ha dicho durante un diálogo con el otro conductor del programa, Jack Maxey.
"Eliminamos este vídeo por violar nuestra política contra la incitación a la violencia", ha dicho el portavoz de YouTube, Alex Joseph. "Continuaremos vigilando mientras hacemos cumplir nuestras políticas en el período postelectoral", ha informado la agencia de noticias Bloomberg.
Por su parte, Twitter ha decidido cancelar "al menos durante una semana" la cuenta de Bannon en esta red social, @Warroompandemic, al considerar que había "violado" las reglas de uso de la plataforma, tras compartir este contenido a través de ella.
Los problemas de Bannon
Bannon, quien llegó a ser uno de los más estrechos colaboradores de Trump, primero como su jefe de campaña para las elecciones presidenciales de 2016 y después como asesor político de la Casa Blanca, fue detenido, aunque finalmente puesto en libertad bajo fianza el pasado mes de agosto, tras ser acusado de fraude y blanqueo de dinero en el proyecto de recaudación de fondos para la construcción del muro en la frontera con México.
De acuerdo con la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, Bannon, quien abonó una fianza de 5 millones de dólares (4,2 millones de euros) para poder salir de prisión, y los otros tres acusados "orquestaron un esquema para defraudar cientos de miles de dólares a los donantes" de la iniciativa Nosotros construimos el muro.
A través de una campaña de crowdfunding recaudaron más de 25 millones de dólares de los que, según dijeron "reiteradamente", "no cogerían ni un centavo para sus salarios".
Sin embargo, los investigadores afirman que Bannon usó más de un millón de dólares para pagar a uno de los implicados, Brian Kolfage, y cientos de miles de dólares para gastos personales.
El delirio tomó las calles de Washington
Quien haya estado ayer en la capital de los Estados Unidos tuvo derecho a sentir que había caído en un capítulo de la vieja serie La Dimensión Desconocida. Desde un escenario en la Plaza Libertad y otro justo enfrente de la Corte Suprema, se explicó que este sábado 14 de noviembre era "el día de la segunda revolución norteamericana", que el pueblo estaba declarando su independencia "de la ONU, del comunismo chino y de la CNN" y que "el agente chino Joe Biden y su familia de diablos pedófilos" jamás va a ser aceptado como presidente. Terminada la campaña electoral, la derecha más dura hizo un festival trumpista y no disimuló más lo que piensa.
El evento fue caótico pero no masivo como se esperaba en convocatorias de "un millón por Trump". Los varios pero no muchos miles de militantes incluían a todas las sectas de la derecha, de los Proud Boys a milicianos de uniformes, algo desinflados porque no podían ir armados en una ciudad donde sólo mostrar un arma es un delito grave en sí. Los neonazis como Andrew Anglin, notorio organizador de un acto en Charlottesville que terminó con muertos en 2017, se ocuparon de convocar. El mismo Donald Trump se ocupó de difundir la movida el viernes a la noche con un tweet y a la mañana temprano, rumbo a su campo de golf, saludó desde el auto al los más madrugadores.
Desde la Casa Blanca se twiteó a lo largo del día que ya había un millón de personas en las calles, tal vez confundidos por la marea de banderas: cada manifestante parecía llevar una, en proporción inversa a las casi inexistentes mascarillas. Las banderas incluían clásicos milicianos y neonazis como la nacional en blanco y negro, como las que usan las fuerzas especiales en la manga, y la amarilla con la víbora amenazante. Para mostrar diversidad, hasta hubo una del arcoiris, portada por un pequeñísimo grupo con remeras negras y las letras LGTBQ.
Los caóticos mensajes de los oradores, todos militantes "de base" que se presentaban como organizadores de grupos trumpistas en medio país, fueron sin embargo exhibiendo un hilo que parece ser el mensaje de la derecha dura si Trump entrega el gobierno. El primero es que estos cuatro años fueron "un despertar", que Trump es el líder de ese despertar "porque fue enviado por Dios", que ahora "la izquierda china" y "los globalistas pedófilos" toma el poder por "su conspiración malévola" y que hay que "trabajar por la segunda revolución". Y si alguien "nos ofrece violencia, nos vamos a defender como es nuestro derecho".
Según parece, Trump tiene un mandato divino porque "nos dio una plataforma para despertarnos y eso es un mensaje de Dios. No fue sólo aquí, fue en todo el mundo". Otro orador coincidió en el fenómeno global de "la revolución populista" y mencionó como ejemplos a Rusia, Brasil y, curiosamente, Japón. Esta revolución es tan peligrosa "para los poderes ocultos" que "le robaron la elección" al líder.
¿Quién es el ladrón? Los demócratas, que son "inmorales, mentirosos, pedófilos, criptocomunistas, tratan de minar nuestra democracia y llenar la cortes suprema de jueces propios". El objetivo es que los norteamericanos tengan ahora que vivir en "una república bananera" manipulada por "los medios corporativos comunistas" como Fox News, silbada largamente por "traidores" y obligados a cosas repulsivas como darse "la vacuna de Bill Gates" contra el coronavirus. En estos ambientes, se sabe que la vacuna es una excusa para que Gates le inyecte a todo el mundo un nanochip que nos controle.
Pero no va a ser tan fácil a estos conspiradores malévolos tomar y retener el poder, porque "despertaron al gigante dormido" y los manifestantes eran colectivamente "la punta de lanza" de la nueva revolución. Los conspiradores hicieron fraude y tuvieron éxitos como convertir "a nuestras escuelas en el ministerio de adoctrinamiento, a Hollywood y los medios en el ministerio de propaganda". Pero en este siglo "se sacaron la careta y mostraron lo que siempre fueron: socialistas". Y Joe Biden es apenas "la fachada de un poder maligno".
El combate contra este mal no va a ser fácil, porque además de la vacuna controladora, las escuelas y los medios, "los patriotas" van a ser puestos "en una lista negra de ciudadanos que apoyaron a Trump, una lista de la que nunca te sacan y que va a ser un estigma". El poder de los conspiradores "socialistas" es tal que hasta dieron vuelta el resultado ¡en California!, seguramente el estado más demócrata del país, pero que según un señor que tronaba por un altavoz había votado republicano.
En resumen, "nos quieren de rodillas", sufriendo "una cuarentena nazi", gobernados por alguien que "nunca va a ser nuestro presidente". Pero, confiaron los manifestantes, a Biden le va a ir mal, porque "Dios nunca va a bendecir un país que sigue matando a los más desvalidos, que son los niños no nacidos".
Las protestas habían sido convocadas por pequeños grupos de ultraderecha
Donald Trump se sumó a una marcha de seguidores en Washington
El presidente saliente Donald Trump participó de una manifestación que organizaron sus seguidores en Washington para cuestionar el resultado electoral que consagró a Joe Biden como el ganador
en los comicios de Estados Unidos. El mandatario abandonó la Casa
Blanca y se mostró por primera vez junto a los manifestantes que
salieron a las calles para denunciar un supuesto fraude en su contra.
En su trayecto desde la Casa Blanca para ir a jugar al golf, Trump pasó con su limusina blindada por la zona en la que los simpatizantes estaban reunidos. Pequeños grupos, la mayoría de extrema derecha, se movilizaban para lo que ellos consideran como un "robo" electoral, pese a la ausencia de elementos concretos que acrediten esa acusación.
El convoy presidencial pasó frente a la Freedom Plaza, donde entusiastas seguidores gritaban "¡Cuatro años más!, ¡Cuatro años más!" o "¡USA!, ¡USA!". Muchos de ellos agitaban banderas de "Trump 2020" y algunos mostraban pancartas en las que podía leerse "Mejor presidente de la historia" o "Detengan el robo".
Lejos de cuestionar el clima de inestabilidad que generan este tipo de protestas en medio de un cambio de mando, el republicano las promovió. "Es reconfortante ver todo el tremendo apoyo que hay, especialmente los mítines que están surgiendo naturalmente en todo el país, incluido uno grande el sábado en (Washington) DC. Incluso puedo intentar pasar y saludar", había tuiteado el viernes Trump.
El entorno del presidente Donald Trump cree que nunca va a aceptar una derrota, incluso después de que se certifiquen los votos en los estados disputados. El mismo Trump también ha mencionado que no va a reconocer los resultados de los comicios, si no es él quien resulta ganador.
"No esperen que ceda. Es más probable que diga algo como: 'No podemos confiar en los resultados, pero no los voy a impugnar'", afirma un asesor, citado por el canal NBC.
Otro asesor opina que después de las batallas legales y los recuentos, lo más cercano que el presidente puede llegar a conceder es que "reconocerá los resultados y que nunca sabremos cuán precisos son".
Mientras tanto, también hay una creciente "vergüenza", así como "incertidumbre, duda y confusión" dentro de la Casa Blanca por la negativa del presidente a reconocer su derrota y seguir adelante.
¿Y si Trump renuncia a irse?
Pero ¿qué va a pasar si Trump se niega a dejar la Casa Blanca? Esto nunca ha ocurrido en la historia de EEUU, así que es difícil saberlo con certeza. Sin embargo, los politólogos e historiadores entrevistados por LiveScience están seguros de que no funcionaría.
Trump ha dicho de forma repetida y pública que espera ganar las elecciones a través de batallas judiciales en lugar de obtener la victoria en las urnas. Aunque no sea algo completamente nuevo, no es algo normal, destaca el medio.
Así, en las elecciones presidenciales de 2000, el gobernador de Texas, George W. Bush, derrotó al vicepresidente Al Gore no por tener claramente la mayoría de los votos emitidos a su favor sino por librar con mayor eficacia las batallas judiciales tras un resultado confuso en Florida.
"En las elecciones de 2000, Florida fue sorprendida con la guardia baja. Nadie sabía que eso iba a pasar. Ahora, todo el mundo sabe qué va a pasar", explica Shapiro.
Además, la burocracia de las elecciones y el proceso de recuento de los votos está fuera del alcance de Trump. En términos legales, es poco lo que Trump podría hacer para mantenerse en el poder, informa el medio.
"Alguien le toma juramento [a Biden] como presidente. Podría ser el presidente de la Corte Suprema. Podría ser su abuela. A partir del mediodía del 20 [de enero], es el presidente de Estados Unidos. Todo el Servicio Secreto le reporta a él," destaca Shapiro.
Luego, explica el experto, Biden entra en la Casa Blanca, mientras que el Servicio Secreto escolta a Trump a la salida.
Asimismo, vale la pena subrayar que aunque Trump se ha negado a comprometerse con una transferencia pacífica del poder, no ha dicho explícitamente que rechazaría los resultados de los comicios. De acuerdo al historiador de la Universidad de Boston Bruce Schulman, ningún presidente en la historia estadounidense ni siquiera ha insinuado esta posibilidad.
"No existe tal precedente, ni nada parecido", dijo Schulman a Live Science.
Estados Unidos: funcionarios electorales confirman que no hubo fraude
Tras las denuncias de fraude realizadas por Donald Trump, funcionarios electorales federales y estatales de Estados Unidos negaron este jueves que exista evidencia de pérdida o cambio de votos. También descartaron la posibilidad de que se hayan alterado los sistemas de votación en las elecciones que le otorgaron un contundente triunfo al demócrata Joe Biden.
En contraposición con el planteo de irregularidades que sostiene el líder republicano, los funcionarios electorales manifestaron a través de un documento que "la elección del 3 de noviembre fue la más segura en la historia de Estados Unidos".
En ese sentido, señalaron que "no hay evidencia de que algún sistema de votación haya eliminado o perdido votos, haya cambiado votos o haya sido alterado de alguna manera".
Mientras tanto, el mandatario saliente sostiene que ganó la elección con "71 millones de votos legales" y asegura que a los observadores de su partido no les permitieron ingresar a las salas de recuento de votos. "Sucedieron cosas malas que nuestros observadores no pudieron ver. Nunca ocurrió antes. Millones de boletas por correo se enviaron a personas que nunca las pidieron", publicó Trump en su cuenta de Twitter.
Por su parte, el presidente electo, Joe Biden, expresó este martes que la negativa de Donald Trump de autorizar el inicio del proceso de transición oficial "no cambia de ninguna manera la dinámica de lo que podemos hacer". En Delaware, Biden dijo que “ya hemos comenzado la transición, estamos bien encaminados" y fue categórico cuando se lo consultó sobre la postura del mandatario republicano: "Sinceramente, creo que es una vergüenza".
Biden logró, el sábado pasado, superar la cifra de 270 votos del colegio electoral necesarios para llegar a la Casa Blanca. Esa noche habló como presidente electo junto a su compañera de fórmula, Kamala Harris. No obstante, Trump insiste en que hubo fraude y que ganó por "amplia mayoría". Con esa creencia -sin pruebas contundentes- el mandatario no admite la derrota y dilata la transición rumbo al 20 de enero, fecha del recambio de autoridades.
Agencia de Seguridad Nacional de Trump: “Fueron las elecciones más seguras en la historia de EE.UU.”
El mandatario republicano se va quedando solo en su narrativa del supuesto fraude. Ni siquiera su propio gobierno lo respalda.
Un alto comité gubernamental de Estados Unidos, compuesto por funcionarios de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA) y sus socios electorales refutó las afirmaciones del presidente Trump de fraude e irregularidades electorales.
En un documento publicado este jueves, el comité calificó las elecciones generales que le dieron la victoria al demócrata Joe Biden de «las más seguras en la historia de Estados Unidos».
«No hay evidencia de que ningún sistema de votación haya eliminado o perdido votos, cambiado votos o haya sido comprometido de alguna manera”, dijeron miembros del Comité Ejecutivo del Consejo Coordinador Gubernamental de Infraestructura Electoral (GCC, por sus siglas en inglés) en el comunicado.
«Las elecciones del 3 de noviembre fueron las más seguras en la historia de Estados Unidos. En este momento, en todo el país, los funcionarios electorales están revisando una y otra vez todo el proceso electoral antes de dar un resultado final», agrega el documento.
Los expertos explicaron además que los sistemas de votación fueron asegurados y revisados minuciosamente previo a las elecciones, y en los diversos estados se hicieron certificaciones técnicas de los equipos. Asimismo, todos los mecanismos recibieron el aval de la Comisión de Asistencia Electoral de EE.UU.
La declaración conjunta advirtió de que, en este tema en particular, hay grandes «oportunidades de desinformación» e instó a la ciudadanía a buscar a los funcionarios electorales ante cualquier duda, ya que estos son «voces de confianza».
Elecciones en EE.UU.: Las teorías conspirativas sobre supuesto fraude
Varias teorías conspirativas se han popularizado entre los votantes de Trump que se suman al…
Posibles represalias
El presidente Trump no es una persona particularmente empática con aquellos que le contradicen, y este reporte podría haberlo enfurecido mucho al hablar en contra de su narrativa de supuesto fraude.
El republicano asegura que hubo toda una conspiración para darle la victoria a Biden y no lo reconoce como presidente electo.
El director de CISA, Christopher Krebs, habría dicho a sus colaboradores en la agencia que espera ser despedido después de desacreditar a Trump, según informó Reuters el jueves. La agencia de noticias aseguró saber además que la Casa Blanca pidió la renuncia de Bryan Ware, subdirector de ciberseguridad de CISA.
Estas fueron las agencias y organismos que participaron del comunicado:
- Miembros Comité Ejecutivo del Consejo Coordinador Gubernamental de Infraestructura Electoral (GCC)
- Miembros de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA) Director Asistente Bob Kolasky
- El presidente de la Comisión de Asistencia Electoral de EE. UU. Benjamin Hovland
- El presidente de la Asociación Nacional de Secretarios de Estado (NASS) Maggie Toulouse Oliver
- La presidenta de la Asociación Nacional de Directores Electorales Estatales (NASED), Lori Augino
- El supervisor de elecciones del condado de Escambia (Florida), David Stafford
- Los miembros del Consejo Coordinador del Sector de Infraestructura Electoral (SCC)
- Brian Hancock, presidente de Unisyn Voting Solutions,
- Sam Derheimer, vice presidente de Hart InterCivic
- Chris Wlaschin, representante de Election Systems & Software
- Ericka Haas, del Centro de información de registro electrónico
- y Maria Bianchi, de Democracy Works
Medios estadounidenses cortaron el discurso de Donald Trump
Imagen: EFE
El discurso que dio Donald Trump este jueves evidenció cómo las cadenas periodísticas de mayor peso le dieron la espalda al presidente. Mientras hablaba, varias cadenas de televisión interrumpieron su transmisión por considerar que el discurso del magnate propiciaba la desinformación.
Ocurrió en momentos en que el mandatario insistía con sus denuncias infundadas de fraude, particularmente cuando habló de “votos legales” e “ilegales”, en referencia a los que se emitieron por correspondencia.
MSNBC, NBC News y ABC News interrumpieron la transmisión en directo. El presentador, Brian Williams, de MSNBC, cortó el monólogo de Trump y dijo: "Bueno, aquí estamos nuevamente en la posición inusual de (tener que) no solo interrumpir al presidente de Estados Unidos, sino también corregir al presidente de Estados Unidos".
La CNN, que mantuvo largos entredichos con Trump, emitió totalmente lo que acabó no siendo una rueda una rueda de prensa, pero al volver la transmisión al piso, su presentador Jake Tapper criticó: "¡Qué noche más triste para Estados Unidos de América ver a su presidente (...) acusar falsamente a la gente de intentar robarse las elecciones¡", señaló.
Lo mismo hizo Fox News, el canal informativo referente del Partido Republicano. Una vez terminada la conferencia, desmintió las palabras de Trump. La ruptura dentro de ese canal se está haciendo más profunda: "No hemos visto nada que constituya un fraude o un abuso del sistema", decía el corresponsal de la Casa Blanca, John Roberts.
La diferencia de criterio en la programación de Fox News
refleja la tensión informativa que se vive entre los periodistas de una
empresa que tiene que decidir entre seguir apoyando la deriva del
discurso de Trump o la verificación de sus acusaciones contra el sistema
electoral.
Lo mismo hacía David Muir, el conductor del informativo más seguido del país con 8 millones de espectadores diarios. "Simplemente no se ha presentado evidencia en ninguno de estos estados de que existan votos ilegales", dijo por ABC.
La CBS, tercera en audiencia, arrancaba una verificación de datos mientras Trump terminaba su discurso y desmintió todas las acusaciones de "fraude" y "corrupción del sistema".
Más contundentes fueron los servicios informativos de la radio pública estadounidense, la NPR: "Trump de nuevo reclamó falsamente la victoria en las elecciones de 2020. No ha ganado. Los votos se siguen contando".
"Trump ha dicho sin pruebas que la elección ha sido corrupta y fraudulenta", publicaba Nicole Carroll, la editora de USA Today, uno de los diarios generalistas más leídos de Estados Unidos. The Washington Post, The New York Times y Los Ángeles Times también desmintieron al presidente.
Bernie Sanders predijo en octubre lo que Trump haría durante la noche electoral: "Esto es algo que me preocupa"
Numerosos usuarios de las redes sociales han hecho circular este miércoles un video que recoge declaraciones hechas hace casi dos semanas por el senador demócrata Bernie Sanders, en las que predice con acierto la estrategia llevada a cabo por el candidato republicano Donald Trump durante la noche electoral.
"Podría ser que a las 10, en el día de las elecciones, Trump esté ganando Míchigan, Pensilvania, Wisconsin... y el salga en televisión y diga: 'Gracias americanos por reelegirme. Se acabó todo, tengan un buen día'", vaticinó Sanders el pasado 23 de octubre durante una entrevista en el programa 'The Tonight Show', con su conductor, Jimmy Fallon.
Sanders se mostraba a continuación especialmente preocupado por el recuento de los votos remitidos por correo. Su predicción estimaba que en "los días siguientes" a los comicios, "todos esos votos por correo" comenzarían a mostrar que Biden había ganado en esos estados. "En ese momento, Trump diría: '¿Lo ven? Les dije que todo el proceso era fraudulento, les dije que los votos por correo estaban corrompidos. Y no vamos a dejar el cargo'. Esto es algo que me preocupa a mí y a otros muchos", manifestó el senador demócrata.
Trump en la noche electoral
Efectivamente, Trump ya se ha declarado ganador de las elecciones. "En mi opinión, ya hemos ganado", dijo el candidato republicano. Y a continuación, tal como predijo Sanders, trató de establecer que hay intentos de "fraude" en las elecciones.
Siguiendo esta particular lógica, Trump anunció que acudirá a la Corte Suprema del país para pedir que se detenga el recuento de los votos. "No queremos que hallen ningunas papeletas a las 04:00 de la mañana y las agreguen a la lista", indicó.
Trump, hizo estas declaraciones mientras lideraba el recuento en los tres estados que menciona Bernie Sanders (Míchigan, Pensilvania y Wisconsin) y también en Carolina del Norte, otro de los estados clave para alcanzar la victoria, y afirmó que continuar con el escrutinio de los votos a partir de ese momento –en especial referencia a los votos por correo que están por llegar– suponía "un gran fraude" y una "gran vergüenza" para el país.
Por su parte, la campaña de Biden tachó de "indignantes, sin precedentes e incorrectas" estas declaraciones de Trump y aseguró que se opondrán a los intentos de frenar el conteo de votos por parte de los republicanos. De acuerdo con la oficina del candidato demócrata, se trata de un intento obvio de "quitarles los derechos democráticos a los ciudadanos estadounidenses".
Por el momento, la mayor parte de las proyecciones otorgan una ligera ventaja a Joe Biden frente a Donald Trump, pero los resultados aún están muy lejos de ser definitivos. Para ello, habrá que esperar a que finalice el escrutinio al menos en varios estados clave, como Carolina del Norte, Georgia, Pensilvania, Wisconsin o Míchigan.
Papa Francisco felicita a Joe Biden por su triunfo electoral
El papa Francisco y el entonces vicepresidente estadounidense, Joe Biden en Washington, septiembre de 2015. AFP.
El papa Francisco habló por teléfono esta mañana con el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, el segundo católico que llega a la Casa Blanca después de John F. Kennedy, para darle sus “felicitaciones y bendiciones”, informó el equipo de transición del futuro mandatario demócrata.
“El presidente electo agradeció a Su Santidad por extenderle sus bendiciones y felicitaciones y señaló su aprecio por el liderazgo de Su Santidad en la promoción de la paz, la reconciliación y los lazos comunes de la humanidad en todo el mundo”, según la declaración emitida por la oficina de Biden.
Biden manifestó su deseo de trabajar juntos sobre la base de una creencia compartida en la dignidad y la igualdad de toda la humanidad en temas como el cuidado de los marginados y los pobres, abordar la crisis del cambio climático y acoger e integrar a inmigrantes y refugiados en nuestras comunidades.
El exvicepresidente de Barack Obama, de 77 años, es el segundo católico elegido a la presidencia de Estados Unidos después de John F. Kennedy en 1960.
Durante una tensa campaña electoral contra el presidente Donald Trump, Biden citó al papa Juan Pablo II, invocó con frecuencia sus raíces católicas irlandesas y se comprometió a “restaurar el alma de Estados Unidos” después de cuatro años de profundas divisiones.
El presidente electo lleva regularmente un rosario que pertenecía a su hijo Beau Biden, fallecido de cáncer cerebral en 2015.
El propio papa Francisco ha tenido relaciones tensas con Trump. A principios de 2019, calificó el proyecto del muro del magnate republicano en la frontera entre Estados Unidos y México como una “locura”.
En febrero de 2016, cuando Trump buscaba convertirse en el candidato presidencial de su partido, el Papa dijo durante una visita a México que alguien que piensa en construir muros en lugar de puentes “no es cristiano”.
Trump respondió con una declaración hiriente en ese momento: “Que un líder religioso cuestione la fe de una persona es una vergüenza”, dijo.
En 2015, el papa Francisco se reunió con el entonces vicepresidente Biden en Washington cuando el sumo pontífice pronunció un discurso en el Capitolio de Estados Unidos ante el pleno del Congreso.
(Con información de AFP)
Biden llega a 306 votos electorales tras ganar Georgia, Trump gana Carolina del Norte
El presidente electo Joe Biden derrotó al presidente Trump en Georgia y Trump ganó en Carolina del Norte, como se llamó a los dos estados finales el viernes, una semana y media después del día de las elecciones.
Biden ahora tiene 306 votos electorales y Trump tiene 232. Biden se convirtió en presidente electo cuando ganó los 20 votos electorales de Pensilvania el sábado, superando el umbral requerido de 270 votos.
La victoria de Biden en Georgia, un estado que alguna vez fue republicano confiable cuya política se ha desplazado hacia la izquierda, significa que cambió cinco estados que Trump ganó en 2016. Los otros fueron Arizona, Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Trump no cambió ningún estado que ganó Hillary Clinton en 2016.
El margen de Biden en Georgia se sitúa actualmente en poco más de 14.000 votos, o 0,3 puntos porcentuales. El margen de Trump en Carolina del Norte es de más de 73.000 votos, o 1,3 puntos porcentuales.
El aumento tardío de Biden en Georgia, gracias a su dominio en Atlanta, Savannah y los suburbios cada vez más favorables a los demócratas alrededor de ambos, transformó lo que parecía ser un estado seguro de Trump en las primeras tabulaciones de la semana pasada en una de las contiendas más cercanas en la nación.
Trump impulsó una participación casi récord en las zonas rurales del suroeste del estado que limita con Alabama y el Panhandle de Florida, los suburbios exteriores blancos y pequeñas ciudades, y el noroeste de los Apalaches, que toca el rojo oscuro de Tennessee.
Biden fue impulsado por la alta participación entre los votantes negros en Atlanta y sorprendió a algunos votantes blancos suburbanos en los condados suburbanos moderados que rodean la ciudad. En Carolina del Norte, los votantes negros rompieron los récords de votación anticipada en las semanas previas a las elecciones.
Pero a pesar de un impulso tardío de los demócratas para motivar a los votantes negros y latinos, Trump, que visitó Carolina del Norte media docena de veces hacia el final de la campaña, fue más eficaz para motivar a su base de blancos votantes de la clase trabajadora y del campo.
Trump derrotó a Hillary Clinton en Carolina del Norte en 2016 por menos de cuatro puntos porcentuales, pero el estado ha estado rojo confiablemente durante décadas: desde 1976, el único demócrata que prevaleció fue Barack Obama, en 2008.
Dar la vuelta a Georgia, un estado ganado por última vez por un demócrata en 1992, fue dramático, pero tardó años en hacerse: Trump derrotó a Hillary Clinton en el estado en 2016 por cinco puntos porcentuales, un margen mucho más delgado que el que disfrutaban los republicanos en las presidenciales anteriores elecciones. El recuento de votos de Georgia es actualmente objeto de una auditoría que, según los funcionarios estatales, es poco probable que cambie los resultados.
(Con información de The New York Times)
Guía de los estados clave para la noche electoral en Estados Unidos
Son los únicos a los que los candidatos han ido, donde los partidos han invertido todo su dinero y en los que los focos mediáticos están puestos. ¿Por qué son clave los estados clave?
Washington
02/11/2020 17:30 EFE - PÚBLICOLa elección de este martes en Estados Unidos entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden se decidirá en un puñado de estados considerados clave. Son los únicos a los que los candidatos han ido, dónde los partidos han invertido todo su dinero y en los que los focos mediáticos están puestos. Esta es una guía de los estados clave para la noche electoral.
¿Por qué son clave los estados clave?
El sistema electoral estadounidense se basa en un cuerpo de 538 compromisarios que se eligen en los estados en función de su población, conocido como Colegio Electoral. El candidato ganador en cada estado, aunque sea por un solo voto, se lleva todos sus compromisarios en su objetivo de llegar al número mágico que le lleve a la Casa Blanca: 270.
La mayoría de estados están decididos antes de las elecciones ya sea por los márgenes que indican las encuestas o por su histórico electoral. Es el caso de California para los demócratas o Tennessee para los republicanos. Pero la suma de los estados decididos por lado y lado no llega a los 270.
Es ahí dónde entran los estados clave, un selecto club de apenas una decena que fluctúan elección tras elección, aunque no siempre son los mismos, en los que los candidatos dedican todos sus esfuerzos durante la campaña y en los que todos los ojos están puestos en la noche electoral.
Pero primero de todo, ¿cuáles son los ya decididos?
Se considera que los demócratas tienen ganado California, Nueva York, Nueva Jersey, Illinois, Hawái, Oregón, Washington, Colorado, Nuevo México, Massachusetts, Virginia, Maryland, Delaware, Rhode Island, Connecticut, el Distrito de Columbia, Vermont y Maine.
Para los republicanos Tennessee, Kentucky, Indiana, Carolina del Sur, Misuri, Kansas, Luisiana, Alabama, las Dakotas, Wyoming, Idaho, Arkansas, Alaska, Oklahoma, Misisipí, Utah, Virginia Occidental, Montana y Nebraska.
En total, los estados demócratas suman 212 compromisarios y los republicanos 125, por lo que a simple vista la victoria de Biden parecería más sencilla, pero es así de sencillo.
Ahora sí: los estados clave
FLORIDA
Florida es el estado clave por excelencia. En 2016 votó por Trump, en 2008 y 2012 por Barack Obama, en 2004 y 2000 por George Bush hijo, en 1996 por Bill Clinton o en 1992 y 1988 por George Bush padre. En el 2000, de hecho, tras un recuento que duró semanas, entregó la Casa Blanca a Bush por unos 500 votos.
Trump huye de Washington siempre que puede con destino Florida. Cuenta con la migración latinoamericana más derechista y con los pensionados en busca del sol. Los recuentos –como el de Bush– suelen ser de infarto y el ganador se lleva 29 compromisarios, el premio grande entre los estados clave.
PENSILVANIA/MICHIGAN/WISCONSIN
Estos tres estados eran un seguro de vida para los demócratas gracias al voto afroamericano urbano y a la clase trabajadora blanca. Hasta 2016, Wisconsin había votado demócrata en las siete anteriores elecciones presidenciales, mientras que Michigan y Pensilvania en seis.
Trump, sin embargo, apostó fuerte en 2016 por los tres (cerrando campaña en Michigan), apeló al voto rural y a la clase trabajadora blanca desengañada por el cierre de industrias y los ganó por un irrisorio margen combinado de 80.000 votos, sumando un total de 46 compromisarios que allanaron su sorpresivo camino a la Casa Blanca.
MINESOTA/NUEVO HAMPSHIRE
Con características parecidas a los tres anteriores aunque aún más demócrata si cabe, Minesota fue el cuarto estado que Trump se puso entre ceja y ceja conquistar en 2016. Por poco, pero con Minesota y sus 10 compromisarios no pudo.
Otro estado que los demócratas salvaron por los pelos fue Nuevo Hampshire, donde un 94% de votantes blancos y con peso rural es terreno abonado para Trump, aunque solo entrega 4 compromisarios.
TEXAS/ARIZONA/GEORGIA
La otra cara de la moneda. Estados que parecían garantías para los republicanos, pero que los cambios demográficos (una gran migración desde estados más progresistas combinada con la movilización del voto joven y de minorías) hacen nada descabellado que los demócratas puedan hacerse con ellos.
Arizona con sus 11 compromisarios parece un hecho, Georgia y sus 16 se vaticina como posible, mientras que la todopoderosa Texas y sus 38 es todavía un sueño para Biden o, de confirmarse, una pesadilla para Trump.
CAROLINA DEL NORTE
Aunque se inclina hacia la derecha, Carolina del Norte votó por Obama en 2008 o por Jimmy Carter en 1976. En 2016 optó sin mucho entusiasmo por Trump y una alianza entre los afroamericanos y los votantes moderados a favor de Biden pondría en peligro sus 15 compromisarios para el presidente.
NEVADA
Cada vez más teñida de azul, Nevada ha votado demócrata en cinco de las últimas siete elecciones a la Casa Blanca. Aunque todavía se la considera un estado clave, es posible que abandone pronto este selecto club.
OHIO
Es el termómetro de Estados Unidos. Ha votado siempre por el ganador en las 14 últimas contiendas presidenciales. Del demócrata Lyndon B. Johnson en 1964 a Trump en 2016. Aunque como dice el dicho, las estadísticas están para romperlas.
IOWA
Tras fluctuar entre los dos partidos por más de un siglo y cuando parecía que los demócratas estaban inclinando de su lado la balanza, llegó Trump y ganó Iowa con un margen de 10 puntos. Sus granjeros, sin embargo, son de los más afectados por la guerra comercial con China y eso le puede pasar factura al presidente.
MAINE-2/NEBRASKA-2
Maine y Nebraska son los únicos dos estados que no dan todos sus compromisarios al candidato más votado, sino que los dividen por distritos. Maine es demócrata, pero su segundo distrito rural ya votó por Trump en 2016. Con Nebraska pasa lo contrario: no hay duda de que es republicana, pero el distrito urbano de Omaha ha votado demócrata en el pasado. Son un solo compromisario por distrito, pero pueden decidir la elección si hay un (no tan improbable) empate a 269.
La ausencia de la directora de la CIA en una reunión de Inteligencia desata los rumores sobre sus tensiones con Trump
Gina Haspel, la actual directora de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de EE.UU., no asistió este viernes a una reunión de Inteligencia en la Casa Blanca, desatando con ello rumores sobre supuestas tensiones con Trump, informa NBC News.
A finales de octubre el portal Axios destacó que Donald Trump, planeaba cesar a tres altos funcionarios del ámbito de la seguridad nacional —el secretario de Defensa, Mark Esper; el director del FBI, Christopher Wray y la directora de la CIA, Gina Haspel—, citando a dos fuentes familiarizadas con el asunto. Esta semana, el presidente ya ha despedido a Esper.
Según el portal, el mandatario está descontento con Haspel por negarse a desclasificar documentos que ayudarían a la investigación de la supuesta injerencia rusa en las elecciones del 2016.
Un alto funcionario de la Administración dijo a CNN que la exclusión de Haspel de la reunión no era una buena señal para la jefa de la CIA, incluso si su presencia no es obligatoria. Entre otros altos funcionarios, también asistió a la reunión el director de Inteligencia, John Ratcliffe.
Sin embargo, varios republicanos partidarios de Trump han salido en defensa de Haspel en medio de los rumores que apuntan a su posible despido por el presidente. El republicano John Cornyn, miembro del Comité de Inteligencia del Senado, ha destacado que Hasper es una buena servidora pública y ha hecho un buen trabajo para el país.
En una declaración a The Hill, la CIA se negó recientemente a comentar la posibilidad de que Haspel vaya a ser despedida.
Renuncia de manera inesperada la jefa de la agencia que supervisa el arsenal nuclear estadounidense
Lisa Gordon-Hagerty, subsecretaria de Energía para Seguridad Nuclear, que desde 2018 encabeza la Administración Nacional de Seguridad Nuclear de EE.UU. (NNSA), dimitió este viernes de manera inesperada.
Gordon-Hagerty fue la primera mujer en ocupar el cargo en la agencia que supervisa el arsenal nuclear del país. Se trata de una agencia semiautónoma dentro del Departamento de Energía responsable de mejorar la seguridad nacional a través de la aplicación militar de la ciencia nuclear.
"Como administradora, Gordon-Hagerty supervisó la modernización de la infraestructura de la NNSA y el fortalecimiento de su fuerza laboral de clase mundial", reza un comunicado de la propia agencia.
William Bookless, quien se desempeñó como administrador adjunto principal de la NNSA, asumirá el cargo de administrador interino del jefe de la agencia, "asegurando la continuidad de la misión vital de la NNSA de mantener la seguridad, protección y eficacia de la disuasión nuclear y fortalecer la seguridad nacional".
Se informa de que la renuncia se produce después de que surgieran ciertas tensiones con el secretario de Energía, Dan Brouillette.
Dimite el fiscal jefe de delitos electorales de EE.UU. tras autorización de Barr para abrir investigaciones sobre la elección
El fiscal principal del Departamento de Justicia de EE.UU. que supervisa los delitos electorales, Richard Pilger, abandonó su cargo el pasado 9 de noviembre, según escribió en un correo electrónico interno filtrado a medios estadounidenses.
Esta renuncia se produjo horas después de que el procurador general de EE.UU., William Barr, autorizó a los fiscales federales de su país a examinar alegaciones sobre irregularidades en las presidenciales del 3 de noviembre antes de que los estados certifiquen los resultados de esa votación.
Pilger, fiscal de carrera en la Sección de Integridad Pública del Departamento de Justicia, aseguró que se vio obligado a tomar esa decisión tras conocer los detalles de "la nueva política" de Barr "y sus ramificaciones".
Este representante del ministerio público estadounidense detalló que la nueva medida abroga "la política de 40 años de no injerencia para las investigaciones de fraude en las boletas electorales en un periodo anterior a que las elecciones se certifiquen y no impugnen".
Richard Pilger también indicó que planea pasar a un puesto no supervisor relacionado con juicios por corrupción, aunque no aclaró si permanecerá en el mismo departamento.
Barr esbozó este cambio de política en un memorando con el que autorizó a los fiscales federales a investigar "denuncias sustanciales de irregularidades en la votación y la tabulación de votos" que pudieran sugerir un fraude electoral durante los últimos comicios.
El fiscal general de EE.UU. especificó que las investigaciones se podrán llevar a cabo solo si hay "alegaciones claras y aparentemente creíbles de irregularidades que, de ser ciertas, pudieran potencialmente afectar el resultado de una elección federal en un estado individual" e instó a no dar curso a denuncias "engañosas, especulativas, fantasiosas o descabellados".
¿Qué dice la ley?
Las directrices electorales del Departamento de Justicia de EE.UU. prohíben a los fiscales federales tomar medidas abiertas (interrogaciones a testigos o solicitación de citaciones para documentos) para lanzar una investigación criminal sobre cualquier asunto relacionado con las elecciones hasta después de que se hayan certificado los resultados de la votación.
El objetivo de esas normas es evitar que se conozca la existencia de una investigación e influya en los votantes o en los funcionarios electorales que deben garantizar la integridad de los resultados.
Por otro lado, los fiscales federales pueden investigar el caso de modo encubierto o mediante otras medidas secretas, que requieren el permiso del fiscal de carrera de la División Criminal: el diario The New York Times señala que la orden de William Barr permite a los procuradores pasar por alto a ese fiscal de carrera y llevarle sus solicitudes solo para ser aprobadas.
Un representante del Departamento de Justicia al que entrevistó ese periódico reveló que Barr había autorizado examinar las denuncias de los republicanos sobre votantes no elegibles en el estado de Nevada y sobre votos por correo antedatados en Pensilvania, mientras que el propio medio señala que ninguna de las alegaciones fue respaldada por pruebas.
Legisladores republicanos de varios estados rechazan plan para favorecer a Trump en Colegio Electoral
Ciudadanos celebrando este viernes en Atlanta, luego de que Joe Biden fuera declarado vencedor de las elecciones en Georgia. Foto: NYT.
Líderes republicanos en cuatro estados en los que venció el demócrata Joe Biden en las elecciones del 3 de noviembre, han declarado que no se involucrarán en un plan que busca favorecer a Donald Trump haciendo que los electores de su región voten por el actual presidente en el Colegio Electoral.
La postura de legisladores republicanos de Arizona, Michigan, Pensilvania y Wisconsin haría inviable el plan de dudosa legalidad, promovido como última oportunidad para mantener a Trump en el poder cuando siguen fracasando los recursos legales interpuestos por la campaña del mandatario para bloquear la elección de Biden.
El demócrata habría ganado 306 votos electorales frente a 232 de Trump, luego de que el viernes fueran definidos los resultados en Georgia (Biden) y Carolina del Norte (Trump).
En un recuento del resultado electoral, el candidato demócrata, reconocido como presidente electo, ganó 25 estados y el Distrito de Columbia, que abarcan el 57% de la población del país, mientras que el mandatario republicano dominó los 25 restantes, refirió The New Yor Times.
Con más de 78 millones de votos a nivel nacional, Biden también derrotó a Trump en el voto popular, con un margen de más de 5.3 millones de boletas a su favor.
A raíz del plan para favorecer a Trump en el Colegio Electoral, los legisladores estatales republicanos en Arizona, Michigan, Pensilvania y Wisconsin han dicho que no intervendrán en la selección de los electores que emiten los votos definitivos que garantizan la victoria de uno de los dos candidatos.
Varios de ellos advirtieron que ello violaría la ley estatal y el voto popular.
“No lo veo salvo que encontremos algún tipo de fraude, del cual no he oído hablar nada. No nos veo abordando seriamente un cambio en los electores”, aseguró Rusty Bowers, presidente de la Cámara de Representantes de Arizona, de mayoría republicana, quien dijo haber recibido multitud de correos electrónicos pidiendo la intervención de la legislatura. “Están obligados por ley a elegir de acuerdo con el voto popular”.
La idea implica vagamente que las cámaras controladas por el Partido Republicano rechacen la victoria de Biden en el voto popular en sus estados y opten por seleccionar a electores que respaldan a Trump. Aunque el final del plan no estaba claro, parecía descansar en la expectativa de que una Corte Suprema de tendencia conservadora sería la encargada de zanjar cualquier disputa sobre esta medida, informó AP.
Aun así, la iniciativa ha sido promovida por aliados de Trump como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y es un ejemplo de la información engañosa y las afirmaciones falsas que alimentan el escepticismo de los partidarios del mandatario acerca de la integridad de los comicios, dijo la agencia noticiosa estadounidense.
La teoría se basa en el hecho de que la Constitución de Estados Unidos concede a los parlamentos estatales el poder de decidir cómo se elige a sus electores. Todos los estados aprobaron leyes que delegan este poder en los votantes y nombran a electores que respalden al candidato más votado en su región en la votación.
La única oportunidad para que la legislatura intervenga en este proceso es una disposición en la ley federal que lo permite si las elecciones “fracasan”.
Si el resultado de los comicios no está claro a mediados de diciembre, cuando vence el plazo para nombrar a quienes integrarán el Colegio Electoral, las cámaras controladas por los republicanos en esos estados críticos podrían declarar a Trump como ganador y elegir a miembros que los respalden.
El problema, según apuntan los expertos legales, es que el resultado de los comicios no está de ningún modo en el aire. Biden ganó en todos esos estados en cuestión. Es difícil alegar que la elección “fracasó” cuando el propio Departamento de Seguridad Nacional reportó que no hubo manipulación y que fueron los comicios “más seguros en la historia de Estados Unidos”.
Además, no ha habido hallazgos de fraude generalizado ni problemas en el conteo, que da a Biden una ventaja de más de cinco millones de votos en el total nacional.
La campaña de Trump y sus aliados han presentado demandas que buscan demorar la certificación del vencedor y proporcionar posibles pruebas de una elección fallida. Pero hasta el momento han tenido un éxito escaso: al menos 10 fueron rechazadas por los tribunales en los 10 días posteriores al 3 de noviembre.
Las más importantes que siguen en pie piden a los tribunales que eviten que Michigan y Pensilvania den oficialmente a Biden como ganador allí.
Pero los expertos legales apuntan que es imposible que los tribunales puedan evitar que esos estados nombren a sus electores antes de la fecha límite de diciembre.
“Haría falta la intervención más injustificada y extraña por parte de los tribunales que este país haya visto nunca”, señaló Danielle Lang, del Campaign Legal Center. “No he visto nada en ninguna de esas denuncias que merezca la pena, menos aún para demorar el nombramiento de electores”.
Incluso, aunque Trump gane solo una de las demandas, hay otro obstáculo importante: el Congreso tendría la última palabra para aceptar a los electores propuestos por las legislaturas republicanas.
Si la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, y el Senado, en manos republicanas, no se ponen de acuerdo sobre qué electores aceptar y en quién se proclama presidente, la Casa Blanca pasaría a estar ocupada por la siguiente persona en la línea de sucesión al final del mandato de Trump y su vicepresidente, Mike Pence, el 20 de enero.
Y esa sería la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara.
“Si se trata de una estrategia, no creo que tenga éxito”, señaló Edward Foley, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Estatal de Ohio. “Creo que estamos en el reino de la fantasía”.
Fracasos en la ofensiva legal de Trump
Los republicanos sufrieron reveses el viernes en sus impugnaciones relacionadas con los comicios presidenciales en tres estados muy disputados, mientras que un despacho de abogados que fue objeto de una lluvia de críticas por su trabajo para la campaña del presidente Donald Trump se retiró de un importante caso en Pensilvania.
Las derrotas jurídicas comenzaron cuando un tribunal federal de apelaciones rechazó un intento de bloquear aproximadamente 9 300 boletas enviadas por correo que llegaron después del día de las elecciones en Pensilvania.
En su argumentación para respaldar la extensión de tres días, los jueces hicieron énfasis en los “enormes trastornos” y “desafíos sin precedentes” que enfrenta la nación por la pandemia de COVID-19.
El juez presidente de circuito D. Brooks Smith dijo que el panel de tres jueces no perdió de vista “una idea indiscutible en nuestro proceso democrático: que el voto depositado legalmente de cada ciudadano debe contar”.
El fallo involucra una decisión de la Corte Suprema de Pensilvania de aceptar hasta el 6 de noviembre las boletas enviadas por correo debido a la pandemia y a la posibilidad de demoras en el servicio postal.
Los republicanos también le han solicitado a la Corte Suprema federal que analice el asunto. Sin embargo, no hay suficientes boletas que hayan arribado tarde como para modificar los resultados en Pensilvania, dada la ventaja que lleva el presidente electo Joe Biden.
El exvicepresidente ganó el estado por una diferencia de aproximadamente 60 000 votos de unos 6.8 millones depositados.
La campaña de Trump y allegados han incoado más de 15 impugnaciones legales en Pensilvania en un intento por reclamar para sí los 20 votos electorales que otorga el estado, pero hasta ahora no han ofrecido evidencia de ningún fraude electoral generalizado.
Un juez de Filadelfia no encontró ninguna, y se negó a rechazar el viernes por la tarde unos 8 300 votos enviados por correo allí. La campaña ha lanzado litigios similares en otros estados, con pocos resultados.
Los fiscales generales de 23 estados de Estados Unidos, encabezados por Minnesota, dirigieron este viernes una carta al fiscal general de Estados Unidos, William Barr, criticando su petición a todos sus subordinados de que investiguen supuestas irregularidades en las pasadas elecciones presidenciales y la tacharon de "interferencia" en el proceso electoral.
En Michigan, un juez se negó el viernes a detener la certificación de los resultados electorales del área de Detroit, rechazando los alegatos de que la ciudad había cometido fraude y alterado el conteo con su manejo de los votos en ausencia.
Es la tercera vez que un juez se niega a intervenir en el conteo estatal, el cual muestra a Biden con más de 140 000 votos de ventaja.
Y, en Arizona, abogados de la campaña de Trump pidieron retirar una solicitud para una inspección manual de las boletas en el área metropolitana de Phoenix, al quedar claro que el número de papeletas en cuestión no podía modificar el desenlace de la contienda presidencial.
Mientras tanto, el enorme bufete de abogados Porter Wright Morris & Arthur, que había enfrentado críticas por su trabajo para la campaña de Trump, se retiró de una demanda que pretende impedir que las autoridades de Pensilvania certifiquen los resultados electorales.
Porter Wright presentó el jueves una moción para retirarse luego de que han estado aumentando las críticas de que los despachos de abogados que respaldan las impugnaciones republicanas a los comicios están ayudando a Trump a oponerse a la voluntad del pueblo estadounidense.
Porter Wright, que ha obtenido ingresos por más de 700 000 dólares de parte de la campaña de Trump, aparentemente canceló su cuenta en Twitter el martes después de que fue blanco de una ola de críticas.
(Con información de Reuters y The New York Times)
Investigan a secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, por abuso de poder
Mike Pompeo. Foto: Getty Images.
La Oficina del Asesor Especial (OSC) investiga un posible caso de manejo indebido de recursos contra el secretario de Estado, Mike Pompeo, según informaron este lunes los presidentes demócratas de dos comités de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
La pesquisa de esa entidad federal independiente está dirigida a determinar si el jefe de la diplomacia norteamericana violó la Ley Hatch, cuando pronunció un discurso pregrabado para la Convención Nacional Republicana en agosto pasado durante un viaje diplomático oficial.
Los congresistas Eliot L. Engel, demócrata por Nueva York, quien encabeza el Comité de Asuntos Exteriores y Nita M. Lowey, responsable del Comité de Asignaciones, ambos de la Cámara Baja, dijeron en un comunicado:
“Pompeo mostró aún más descaro al hacer un mal uso del Departamento de Estado (DOS) y de los dólares de los contribuyentes para las ambiciones políticas de la Administración y las suyas”.
Ambos se quejaron de que el DOS bloqueó las intenciones de investigarlo por lo que agradecen a los directivos de la OSC por indagar en este asunto.
La pesquisa también evalúa la legalidad de la promesa del jefe de la diplomacia norteamericana de publicar más correos electrónicos de la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, antes del día de las elecciones, lo que según expertos tiene una evidente intención política.
El liderazgo de la fuerza azul también mostró desacuerdo con los discursos de Pompeo ante audiencias nacionales en estados clave, semanas antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, incluyendo una intervención ante la Legislatura de Wisconsin el 24 de septiembre, entre otros.
Los demócratas acusan a Pompeo, quien fue congresista republicano de Kansas y considerado un posible candidato presidencial en 2024, de usar su cargo para sentar las bases de sus ambiciones políticas.
Un portavoz del Departamento de Estado no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios el lunes por la mañana, destaca el diario The Washington Post.
Sin embargo, a pesar de las evidencias presentadas por los congresistas en más de una ocasión, Pompeo defendió su participación en la Convención Republicana, uno de los principales eventos de la campaña, y afirmó que lo hizo a título personal y no como parte de asuntos oficiales.
Los demócratas se concentran en la obvia politización del DOS por parte de su máximo responsable, y argumentan que su discurso en la convención, grabado desde Jerusalén durante un viaje oficial, violó la Ley Hatch y las directrices que prohíben a los funcionarios participar en eventos partidistas.
(Con información de Prensa Latina)
La derrota de Trump
La proclamación del triunfo de Biden por los medios de difusión hegemónicos, incluida la ultraderechista Fox, responde a una antigua tradición en un país donde no hay árbitro electoral nacional. De esa misma manera, como observó David Brooks, fue cantada la victoria de Trump en 2016, quien inmediatamente recibió encantado los reconocimientos. La tradición se interrumpe cuando el magnate se niega a aceptar el resultado publicado como sí lo han hecho todos sus antecesores. No sorprende esta actitud del neoyorquino, que varios habíamos pronosticado. Durante meses, él mismo desacreditó el voto por correo como fraudulento y aseguró que sólo podía perder la elección si los demócratas le hacían fraude. Era sabido que su narcisismo, alimentado por lunáticos como Pompeo, le impediría aceptar un resultado adverso y lo llevaría a atrincherarse en la Casa Blanca.
La eventual victoria de la candidatura presidencial de Trump no le convenía a un amplio abanico de fuerzas, distintas y en algunos casos muy opuestas entre sí. No le convenía a los financieristas globalistas por la imprevisible y conflictiva relación de Trump con los aliados tradicionales de EEUU –en particular la Unión Europea–, por su apoyo y simpatía hacia ultraderechistas salvajes como Bolsonaro o sus homólogos europeos, o por su negativa a aceptar –aunque sea formalmente– las reglas del multilateralismo, que lo llevaron a abandonar el Acuerdo de París sobre el cambio climático, el tratado nuclear 6+1 con Irán, la Organización Mundial de la Salud y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Tampoco las fuerzas de izquierda y progresistas de EEUU aceptan, desde posiciones auténticamente democráticas, el unilateralismo de Trump, su desprecio por la democracia y los derechos humanos, su versión ultrasalvaje del neoliberalismo continental, sus posturas racistas, xenófobas, su reforzamiento cruel en medio de la pandemia de los bloqueos a Cuba y Venezuela, y su negación a la existencia del pueblo palestino, entre otros muchos atropellos que conforman una política cada vez más cercana al neofascismo. Varias de estas razones hacen también que los liberales, así como una mayoría de jóvenes, mujeres, negros y asiáticos, hayan votado por Biden. Los latinos, en su mayoría mexicanos, no como se esperaba; sólo 63 por ciento sufragó por el demócrata, pero ese partido no se ha ocupado de los iberoamericanos.
Es evidente que los millones de Wall Street y la maquinaria electoral demócrata no alcanzaban para derrotar a Trump. Fue decisivo el llamado a votar por Biden de Bernie Sanders, Alexandria Ocasio-Cortez y otros referentes progresistas del Partido Demócrata, sumados al impulso de Black Lives Matter y otras fuerzas sociales democráticas. Trump es un truhán, una persona ajena a la decencia. Pero es también un extraordinario demagogo, un gran comunicador, un conocedor de la sicología del estadounidense medio, que lo hacen un formidable candidato en un sistema en crisis terminal, con importantes sectores invadidos por la desesperanza, el miedo, las más hirientes desigualdades y, con frecuencia, una gran ignorancia.
De alguna manera, el bribón saldrá, o será sacado a la fuerza, de la Casa Blanca antes del mediodía del 20 de enero de 2020. Pero si no termina encarcelado por uno o varios de los muchos procesos judiciales que tiene pendientes, seguirá en la política con el gran capital de sus seguidores, que no lo son de los políticos republicanos, los cuales dependen de él. En todo caso, el hombre se las ha arreglado para reunir el mayor movimiento de ultraderecha con tintes fascistoides en la historia estadounidense, un grave peligro que otros demagogos pueden utilizar.
Un gobierno de Biden puede parecerse al de Obama recargado y es el momento de armar una gran coalición, que una a todas las fuerzas democráticas y progresistas para exigir a Biden-Harris salud y educación gratuitas, drásticas medidas contra el racismo y la violencia policial, redistribución de la riqueza hacia abajo, un gran pacto verde, política internacional de paz y fin de los bloqueos a Cuba, Venezuela y otros países. Paradójicamente, es lo que acaso podría dar un poco más de vida política al capitalismo estadunidense.
@aguerraguerra
El trumpismo ha fracasado
El trumpismo surgió como nueva forma de liderazgo político, que buscaba representar las críticas vertidas contra la democracia liberal, el poder legislativo, el poder judicial y los medios de comunicación, desde una perspectiva de extrema derecha.
La derrota de Donald Trump no es sólo electoral. Expresa el fracaso de un estilo de gobierno que, en la medida en que se reprodujo en otros países, empezando por Brasil, puede denominarse trumpismo. Trump y Jair Bolsonaro representan modelos alternativos de gobiernos de derecha dentro de la derecha. La derecha, como consecuencia de haber adoptado el modelo neoliberal, estaba en crisis, ya que ese modelo concentra la riqueza en pocas manos, promoviendo sólo los intereses del capital financiero y la desigualdad, sin la capacidad de obtener bases de apoyo social que permitan gobiernos con estabilidad política. La derecha tradicional estaba perdiendo sucesivas elecciones, mostrando una incapacidad para combinar el modelo neoliberal con la fuerza política.
El trumpismo surgió como nueva forma de liderazgo político, que buscaba recoger las críticas vertidas contra la democracia liberal, el parlamento, el poder judicial y los medios de comunicación con una perspectiva de extrema derecha. Tenía la intención de capitalizar la erosión de la política, proponiendo una nueva forma de hacer política, supuestamente sin corrupción. De ese modo, logró reconstruir el campo del debate político, al dotarse de una base de apoyo específica, y puso a la defensiva las demás interpretaciones. Asimismo, polarizó la vida política en torno a los líderes políticos y sus gobiernos mediante un discurso muy agresivo y a través de declaraciones contra los consensos existentes hasta ese momento, escandalizando a la opinión pública.
Pretendía expresar la voz de la mayoría silenciosa mencionada por Richard Nixon, que habría estado callada, pero se rebeló contra la liberalización de las costumbres, contra los derechos humanos, contra la democratización política, contra la protección del medio ambiente, contra los movimientos de defensa de derechos de las mujeres, negros, jóvenes y LGBT. Hubo sectores que se sintieron agredidos en las declaraciones extremadamente conservadoras de estos nuevos líderes.
Trump fue el candidato que promovió la derecha estadounidense, en
contra la voluntad de la dirección del partido Republicano, a la que se
impuso como un outsider gracias al papel de los medios de
comunicación. Se impuso en el Partido Republicano y ganó las elecciones
en el Colegio Electoral, impidiendo la continuación de la administración
Obama con Hillary Clinton.
Promovió un estilo basado en el
conflicto, sobre todo con los medios de comunicación, a los que
consideraba enemigos, constituyendo una base de apoyo radicalizada a la
que se sumaron sectores de la población que se sentían huérfanos de un
sistema político y un modelo económico que no les daba protección. Con
su discurso reunió a una importante base electoral, pero profundizó la
división en el conjunto de la sociedad.
Fue un estilo político de gran éxito inicial, mientras dirigía sus críticas dirigidas a los demás, como un francotirador. Funcionó hasta que llegó al gobierno, cuándo sus palabras pudieron ser contrastadas con sus actos.
La campaña electoral de este año fue el momento de la verdad para Trump. Terminó derrotado, aunque obtuvo un gran número de votos, porque fue juzgado por sus actos en el gobierno, por su incapacidad para combatir la pandemia, por el negacionismo que caracteriza a estos gobernantes, así como por la negación de los derechos humanos, el racismo y la discriminación. Su derrota muestra el fracaso del trumpismo y apunta a un futuro similar para Bolsonaro. El Partido Republicano se condenará a sí mismo al suicidio si pretende mantener a Trump como líder: un político que se desgasta aún más debido a la actitud que mantiene ante su derrota electoral. Además, el trumpismo puede servir como estilo de gobierno, pero no sirve para ser oposición.
Algo distinto es que la extrema derecha haya llegado para quedarse en el campo político, tanto en Estados Unidos como en Brasil, como corriente política e ideológica. Pero perderá gran parte de su atractivo por haber fracasado como gobierno. La derecha tendrá que volver a apelar a sus partidos y candidatos tradicionales. Puede ser que la extrema derecha siga polarizándose contra la izquierda, pero sin el atractivo que tenía cuando eran francotiradores.La derecha se valió de la alternativa del trumpismo para gobernar, pero su gobierno no tuvo éxito, siendo esa la herencia que le queda a cualquier tendencia política. Como fuerza de oposición, el trumpismo funcionó, pero no pasó la prueba de ser un buen gobierno, por lo que tenderá a perder protagonismo como alternativa política.
Bernie Sanders aclama la "aparente victoria" de Biden en las elecciones, pero advierte que la "lucha aún no ha terminado"
El excandidato a las primarias demócratas de EE.UU., Bernie Sanders, publicó la noche de este viernes en su cuenta personal de Twitter un mensaje en video en el que aclamó la "aparente victoria" de Joe Biden en las elecciones del 2020.
Sin embargo, el senador de EE.UU. por el estado de Vermont advirtió que la "lucha aún no ha terminado", sino que solo "acaba de empezar". "Hemos logrado mucho, pero queda mucho por hacer", subrayó.
Además, Sanders afirmó que los comicios tenían como objetivo poner fin a "la mentira patológica en la Casa Blanca" y "mantener la democracia y el Estado de derecho" en el país. "Parece que lo hemos conseguido", añadió.
De momento, Biden lidera las elecciones presidenciales en EE.UU. De acuerdo con las proyecciones de Fox News, el candidato demócrata tiene 264 votos electorales frente a 214 de Trump. No obstante, el recuento todavía no ha terminado.
EE. UU.: Los demócratas empresariales atacan las llamadas políticas de izquierda radical
Bernie Sanders
15/11/2020Me siento muy orgulloso del duro trabajo realizado por la comunidad progresista para elegir a Joe Biden como nuestro próximo presidente.
Y quede esto claro: estas elecciones no fueron unas elecciones normales entre dos candidatos. Fueron algo mucho más importante que eso. Fueron unas elecciones para conservar nuestras democracia, para preservar el imperio de la ley, para creer en la ciencia y acabar con la mentira patológica en la Casa Blanca. Y, con una participación que ha roto todas las marcas, el pueblo norteamericano votó por rechazar el racismo, el sexismo, la homofobia, la xenofobia, la intolerancia religiosa y el autoritarismo del presidente Donald Trump. Esas son muy buenas noticias.
Aun así, la verdad sea dicha, los resultados electorales en la Cámara y el Senado fueron decepcionantes. Pese a que Joe Biden ganara en voto popular por más de cinco millones de votos, los demócratas perdieron escaños en la Cámara y, hasta ahora, sólo han cosechado un escaño más en el Senado.
Ahora que comienza el juego de las culpas, los demócratas empresariales están atacando las medidas políticas a las que se denomina de izquierda radical, como Medicare for All y el Green New Deal, como responsables de las derrotas electorales en la Cámara y el Senado. Están completamente equivocados.
He aquí los datos:
112 copatrocinadores de Medicare for All se presentaban a las elecciones. Los 112 lograron su escaño.
98 copatrocinadores del Green New Dealse se presentaban a las elecciones. Sólo uno de ellos perdió la suya.
Resulta que apoyar la atención sanitaria universal durante una pandemia y llevar a cabo inversiones de envergadura en energías renovables, cuando nos enfrentamos a la amenaza existencia para nuestro planeta del cambio climático, no sólo son buenas medidas políticas públicas. También es buena política. De acuerda con una encuesta realizada a la salida de los colegios electorales por Fox News, que no es ningún bastión del socialismo, el 72% de los votantes estaba a favor de cambiar “a un plan de atención sanitaria del gobierno” y el 70% de los votantes apoyaba “aumentar el gasto público en energías verdes y renovables”.
La lección no estriba en abandonar medidas políticas populares como Medicare for All, el Green New Deal, empleos con salarios que dén para vivir, una reforma del sistema de justicia penal y una atención infantil universal, sino llevar a la práctica una agenda que encare la desesperación económica que siente la clase trabajadora, negra, blanca, hispana, asiática e indígena. La gente está sufriendo y pide ayuda. Tenemos que responder.
Por toda Norteamérica, los votantes han dado su aprobación a medidas políticas progresistas que mejoran la vida de millones de personas:
Los votantes de Florida aprobaron una iniciativa para elevar el salario mínimo a 15 dólares la hora.
Colorado votó a favor de proporcionar 12 semanas de permiso familiar con sueldo.
Arizona votó en favor de aumentar los impuestos a quienes ganan más de 250.000 dólares para incrementar la financiación de la educación pública.
Los votantes de Arizona, Montana, Nueva Jersey y Dakota del Sur votaron para acabar con la “guerra contra las drogas” y aprobaron la legalización de la marihuana.
El pueblo norteamericano está asqueado y harto de ver enriquecerse todavía mucho más a los multimillonarios y Wall Street, mientras los veteranos duermen en las calles, se desmoronan nuestras infraestructuras y los jóvenes acaban su formación inmensamente endeudados.
Quieren un gobierno que trabaje por todos, no sólo para unos pocos. Y eso es lo correcto, lo que es moral y, para el Partido Demócrata, esa es la forma de ganar elecciones.
Ganó Biden: ¿Y ahora qué?
Joe Biden recibió donaciones de 44 multimillonarios; pero su acompañante, Kamala Harris, lo superó al obtener aportes de 46 multimillonarios estadounidenses. Foto: Carolyn Kaster/AP
Los demócratas y los republicanos son administradores del imperio, nada más. Pero en su encarnación física, personal, idiosincrática, hay matices que no se deben desdeñar. Fidel siempre decía: “Dios no existe, pero está en los detalles.” Que Elliot Abrams, Marco Rubio, Ted Cruz, Bob Menéndez y la Ileana Ross pierdan su acceso directo a la Oficina Oval que les garantizara Donald Trump revela una diferencia que sería absurdo subestimar.
Es sabido que ambos partidos han perpetrado toda clase de crímenes, en todo el mundo y que su simple enumeración insumiría decenas de páginas. Pero en esta reciente elección se corría un riesgo adicional: una ratificación plebiscitaria para mantener por cuatro años más a un hampón como Donald Trump en la Casa Blanca habría tenido funestas consecuencias para nuestros países. Mencionemos apenas tres.
Primera, la inmediata activación de la “carta militar” contra Venezuela que Mike Pompeo preparara durante su gira de hace apenas un par de meses visitando Brasil, Colombia y Guyana (tres países fronterizos con la nación bolivariana) amén del cercano Surinam. Segundo: un Trump “recargado” habría intensificado las sanciones y el bloqueo en contra de Cuba, Venezuela y Nicaragua y aumentado sus presiones en contra de los gobiernos de Argentina y México, que los asesores más reaccionarios de Trump, aunque parezca mentira, consideran como “aliados” o “cómplices” de la subversión chavista. Tercero, la re-elección del magnate neoyorquino habría reforzado la gravitación regional de Jair Bolsonaro, Iván Duque y la derecha radical en Latinoamérica y el Caribe.
Estos tres “detalles”, que no significa sean nimiedades, son más que suficientes para recibir con cierto alivio la derrota del magnate neoyorquino.[i] En suma: había una elección entre el peor y el malo, y prevaleció el último. Decepcionante, ¡seguro!, pero estas son las “opciones” que el imperio siempre tiene para ofrecer. Desconocer esta verdad, asentada sobre un registro histórico de más de doscientos años, equivale a confundir ilusiones con la realidad.
Bien, y entonces: ¿qué decir de Joseph Biden? Es un viejo político (cumplirá 78 años el 20 de noviembre) del establishment conservador norteamericano, con 47 años transitando por los laberintos del poder en Washington.[ii] Fue senador desde 1972 hasta que, en el 2009, juró como vicepresidente a Barack Obama. A lo largo de este casi medio siglo hay muy poco en su record como para esperar un viraje significativo en la política exterior de Trump, especialmente en el siempre turbulento ámbito de las relaciones hemisféricas.
Lo que sí hay es la certeza de que a lo largo de tantos en el Senado fue cómplice, beneficiario -o por lo menos silente testigo- de la tantas veces denunciada corruptela institucionalizada en Washington, de los jugosos contratos y concesiones ofrecidas a las empresas del complejo militar-industrial y, luego del crash de las hipotecas del 2008, del fabuloso salvataje concedido por el Tesoro al corrupto sistema bancario estadounidense. Todo esto transcurrió bajo su mirada y en ningún momento insinuó disconformidad o incomodidad moral.
La renovación o el “nuevo comienzo”, retórica a la cual son tan afectos los presidentes de Estados Unidos cuando desplazan a sus oponentes no se condice con la promiscua relación que Biden -¡al igual que Trump, pero “guardando las formas”!- mantiene con la burguesía imperial.
Por ejemplo, su costosa campaña electoral se vio facilitada por el generoso financiamiento que le otorgaron las grandes corporaciones. Un informe revela que Joe Biden recibió donaciones de 44 multimillonarios; pero su acompañante, Kamala Harris, lo superó al obtener aportes de 46 multimillonarios estadounidenses.[iii]
En términos individuales Trump se benefició de la prodigalidad de Sheldon Adelson, el dueño de un casino en Las Vegas y, según The Guardian, un “ardiente conservador pro-israelí” que terminó donando 183 millones de dólares para la campaña del neoyorquino.[iv] Biden, a su vez, recibió un donativo del ex alcalde de Nueva York y magnate de los medios de comunicación Michael Bloomberg por valor de 107 millones de dólares.
Como puede verse, parecería haber un pequeña contradicción con el principio elemental de toda democracia de un hombre/una mujer un voto. Porque, ¿qué dudas cabe que tanto Adelson como Bloomberg podrán hacer oír su voz más claramente que las de John y Maggie?, que no pudieron donar siquiera veinte dólares para ningún candidato en la pujante democracia estadounidense. Por eso tiene razón Luzzani cuando habla del “gatopardismo” de Biden.
Habrá, eso sí, un cambio de estilo: al olvido pasarán los gestos matonescos y groseros de Trump y compañía (Pompeo y Bolton, especialmente) y, aparentemente, habría una cierta intención de reflotar el multilateralismo y buscar compromisos manteniendo el uso de la fuerza como una alternativa pero no como la primera prioridad. En esa línea Biden prometió su país a los Acuerdos de París sobre el cambio climático; regresar a la Organización Mundial de la Salud para colaborar en la lucha contra la pandemia, y a la UNESCO, de la cual Washington se había retirado aduciendo un supuesto “sesgo anti-israelí” de esa organización. Pero hay que recordar que Estados Unidos había dejado de financiar a la UNESCO en el 2011, bajo la presidencia de Barack Obama y cuando Joe Biden ¡era su vicepresidente!
Desde el Senado Biden se preocupó por cimentar la fortaleza del complejo militar-industrial y la estabilidad del sistema financiero en la gran crisis del 2008. Ante la catástrofe sanitaria precipitada por el negacionismo de Trump en relación al COVID-19 podría tratar de resucitar el “Obamacare” como un esquema muy módico de salud pública. Pero acompañó con su voto en el Senado las invasiones a Irak y Afganistán y como vicepresidente avaló las operaciones militares en Libia y Siria.
En lo tocante a nuestros países, también en su calidad de vice de Obama, Biden respaldó el golpe en contra de Juan Manuel Zelaya (Honduras, 2009); la intentona golpista en contra de Rafael Correa en el 2010; contra Fernando Lugo (Paraguay, 2012) y el fraudulento proceso del impeachment en contra de Dilma Rousseff, entre 2015 y 2016 en Brasil. No hay, por lo tanto, razones para celebrar nada, excepto la derrota de Trump.
En el número de Marzo-Abril de la revista Foreign Affairs, una especie de biblia para el establishment estadounidense, Biden publicó un artículo en donde anticipa lo que haría si llegase a la Casa Blanca. El título –“Why America Must Lead Again”- no deja lugar a dudas sobre la absoluta fidelidad de este personaje a la tradición del “excepcionalismo” estadounidense. El mundo necesita un líder y Estados Unidos debe retomar ese papel, otorgado nada menos que por Dios y abandonado por Trump que erró el camino al intentar que Estados Unidos “fuese grande otra vez” abdicando de su responsabilidad de mantener el orden internacional y desairando a sus aliados y amigos.
Su programa tiene tres ejes: la renovación y fortalecimiento de la democracia dentro de Estados Unidos y en el concierto internacional; nuevos acuerdos comerciales para contener a China y evitar que sean ella y sus aliados quienes fijen las reglas del juego, algo que el imperio reclama como su absoluta prerrogativa tal como ocurriera a la salida de la Segunda Guerra Mundial; y, por último, sentar una vez más a Washington en la “cabecera” de la mesa de las negociaciones internacionales. China y Rusia aparecen claramente como los enemigos de Estados Unidos, en línea con las tesis dominantes sobre todo desde los tiempos de Obama.
El lenguaje utilizado en algunos pasajes es alarmante y nada tiene de diplomático, y recuerda algunas de las bravuconadas e insolencias de Trump. Por ejemplo, califica al gobierno de Vladimir Putin como un “sistema de cleptocracia autoritaria” mientras que dijo que Xi Jiping “era un matón”, aparte de acusar a China de robar descaradamente derechos de propiedad intelectual y los bienes de las grandes empresas y los ahorristas estadounidenses.[v]
En relación a la democracia promete convocar, en el primer año de su mandato, a una gran conferencia con los “líderes amigos” (que ya nos imaginamos quienes serán) para construir una coalición internacional que impulse la democracia y los derechos humanos y combata a la corrupción, y que trabaje coordinadamente sobre la base de una agenda común. Biden cree que una de las mayores fracturas de nuestro tiempo es la que divide a democracias de diversas formas de autoritarismo. No es lo mismo pero guarda un cierto parecido con la “Internacional de la Nueva Derecha” promovida, bajo los auspicios de Trump, por el estratega ultraderechista Steve Bannon. En poco tiempo la verdad saldrá a la luz y se podrá ver quiénes son los réprobos y quienes los elegidos; quienes los demócratas y quienes los autoritarios.
Para concluir: creo que nada bueno cabe esperar de este recambio. Se aventó el riesgo mayor y nada más. En el 2008 y comienzos del 2009 la progresía europea y latinoamericana sucumbió a la “Obamamanía” y pensó, en un alarde de ingenuidad, que un presidente afroamericano obraría el milagro de transformar la naturaleza del imperio y convertirlo en el demiurgo de la paz eterna ambicionada por Immanuel Kant. La desilusión de aquellas bellas almas henchidas de inocencia no pudo ser mayor. Hay un riesgo, si bien no igual, de que ocurra lo mismo con Biden.
El motivo de estas líneas no es otro que ponernos en guardia ante tal eventualidad y caer en un desarme ideológico; y recordar que con Trump o con Biden seguimos a merced de la voracidad imperial por nuestros recursos naturales, en un clima ideológico signado por una paranoia que visualiza a este continente como estando a punto de “caer en las garras” de China o Rusia.
El tono de la “Guerra Fría” que impregna el escrito de Biden es inocultable. Queda, con todo, una tenue esperanza: que haga memoria y retome, aunque sea en parte, la política de Obama con Cuba y restablezca las relaciones diplomáticas a nivel de embajador, levante las asfixiantes restricciones en materia de viajes, remesas, comercio, turismo e intercambio cultural y, en última instancia, relaje en algo los rigores de ese verdadero crimen de lesa humanidad que significa el bloqueo al cual la Isla rebelde ha sido sometida durante 60 años. Y, por añadidura, que proceda igualmente en relación a la República Bolivariana de Venezuela poniendo fin al papelón internacional de la Casa Blanca en su pretensión de hacer de un esperpento como Juan Guaidó un “presidente encargado” de ese país y se avenga a dialogar con el gobierno de Nicolás Maduro, abandonando definitivamente la ruta de la confrontación elegida por Trump y que, al igual que lo ocurrido con Cuba, fracasara estrepitosamente.
Notas:
[i] La literatura sobre Donald Trump y su gestión en la Casa Blanca
es enorme, y no podemos dar cuenta de toda ella aquí. Nos limitamos por
eso a mencionar unos pocos títulos que aportan numerosas perspectivas
para comprender al personaje y su papel en la política de Estados
Unidos. Ver, por ejemplo, Silvina Romano, compiladora: Trumperialismo.
La guerra permanente contra América Latina (Buenos Aires: Mármol
Izquierdo/CELAG, 2020); Sonia Winer y Mariana Aparicio Ramírez,
compiladoras: Estados Unidos: situación interna e internacional en el
entorno de las elecciones y la pandemia (México: Unam/Anthropos y Siglo
XXI editores, 2020); Casandra Castorena, Marco A. Gandásegui (h) y
Leandro Morgenfeld, compiladores: Estados Unidos contra el mundo. Trump y
la nueva geopolítica (Buenos Aires: CLACSO, 2018); Marco A. Gandásegui
(h) compilador: Estados Unidos y la nueva correlación de fuerzas
internacional (CELA, Panamá; CLACSO y Siglo XXI Editores, 2017) ;
Silvina Romano, Aníbal García Fernández, Arantxa Tirado y Tamara
Lajtman: “Elecciones presidenciales en EE. UU.: tendencias e impacto en
América Latina”, accesible en:https://www.celag.org/ elecciones-presidenciales-en- ee-uu-tendencias-e-impacto-en- america-latina/
Una revisión de las recientes elecciones se encuentra en Leandro
Morgenfeld, ·Crónica de un escándalo anunciado”, en Revista Anfibia,
Noviembre 2020, accesible en:http://revistaanfibia.com/ ensayo/cronica-escandalo- trump-biden/ , Raúl Zibechi, El otoño del imperio, en La Jornada (México: 6 Noviembre 2020) accesible enhttps://www.jornada.com.mx/ 2020/11/06/opinion/019a1pol y Atilio A. Boron, “La herencia política de Trump”, en Página/12 (4 Noviembre 2020), accesible enhttps://www.pagina12.com.ar/ 303810-la-herencia-politica- de-trump
[ii] Sobre Biden es imprescindible leer la esclarecedora nota de
Telma Luzzani en Página/12 del domingo 8 de Noviembre: “Elecciones en
Estados Unidos: el gatopardismo de Biden”, disponible enhttps://www.pagina12.com.ar/ 304393-elecciones-en-estados- unidos-el-gatopardismo-de- biden
[iii] Tal como se informa enhttps://www.rollcall.com/ 2019/11/20/the-democratic- field-middle-class-heroes-or- millionaire-hypocrites/
[iv] Cf.https://www.opensecrets. org/elections-overview/ biggest-donors
El gasto total de la campaña en el 2020 fue de casi 14.000 millones de
dólares, más del doble de lo que se gastara en la presidencial anterior,
en el 2016. [v] Joe Biden, “Why America Must Lead Again. Rescuing U.S.
Foreign Policy After Trump”, en Foreign Affairs, Volumen 99, Número 2,
Marzo/Abril 2020. La acusación de “matón” en contra de Xi Jiping la
refiere Rick Gladstone en “Biden to Face Long List of Foreign
Challenges, With China No. 1”, en New York Times (7 Noviembre 2020),
accessible enhttps://www.nytimes.com/ 2020/11/07/world/americas/Bide n-foreign-policy.html
[1] La literatura sobre Donald Trump y su gestión en la Casa Blanca
es enorme, y no podemos dar cuenta de toda ella aquí. Nos limitamos por
eso a mencionar unos pocos títulos que aportan numerosas perspectivas
para comprender al personaje y su papel en la política de Estados
Unidos. Ver, por ejemplo, Silvina Romano, compiladora: Trumperialismo.
La guerra permanente contra América Latina (Buenos Aires: Mármol
Izquierdo/CELAG, 2020); Sonia Winer y Mariana Aparicio Ramírez,
compiladoras: Estados Unidos: situación interna e internacional en el
entorno de las elecciones y la pandemia (México: Unam/Anthropos y Siglo
XXI editores, 2020); Casandra Castorena, Marco A. Gandásegui (h) y
Leandro Morgenfeld, compiladores: Estados Unidos contra el mundo. Trump y
la nueva geopolítica (Buenos Aires: CLACSO, 2018); Marco A. Gandásegui
(h) compilador: Estados Unidos y la nueva correlación de fuerzas
internacional (CELA, Panamá; CLACSO y Siglo XXI Editores, 2017) ;
Silvina Romano, Aníbal García Fernández, Arantxa Tirado y Tamara
Lajtman: “Elecciones presidenciales en EE. UU.: tendencias e impacto en
América Latina”, accesible en:https://www.celag.org/ elecciones-presidenciales-en- ee-uu-tendencias-e-impacto-en- america-latina/
Una revisión de las recientes elecciones se encuentra en Leandro
Morgenfeld, ·Crónica de un escándalo anunciado”, en Revista Anfibia,
Noviembre 2020, accesible en:http://revistaanfibia.com/ ensayo/cronica-escandalo- trump-biden/ , Raúl Zibechi, El otoño del imperio, en La Jornada (México: 6 Noviembre 2020) accesible enhttps://www.jornada.com.mx/ 2020/11/06/opinion/019a1pol y Atilio A. Boron, “La herencia política de Trump”, en Página/12 (4 Noviembre 2020), accesible enhttps://www.pagina12.com.ar/ 303810-la-herencia-politica- de-trump
[1] Sobre Biden es imprescindible leer la esclarecedora nota de
Telma Luzzani en Página/12 del domingo 8 de Noviembre: “Elecciones en
Estados Unidos: el gatopardismo de Biden”, disponible enhttps://www.pagina12.com.ar/ 304393-elecciones-en-estados- unidos-el-gatopardismo-de- biden
[1] Tal como se informa enhttps://www.rollcall.com/ 2019/11/20/the-democratic- field-middle-class-heroes-or- millionaire-hypocrites/
[1] Cf.https://www.opensecrets. org/elections-overview/ biggest-donors
El gasto total de la campaña en el 2020 fue de casi 14.000 millones de
dólares, más del doble de lo que se gastara en la presidencial anterior,
en el 2016. [1] Joe Biden, “Why America Must Lead Again. Rescuing U.S.
Foreign Policy After Trump”, en Foreign Affairs, Volumen 99, Número 2,
Marzo/Abril 2020. La acusación de “matón” en contra de Xi Jiping la
refiere Rick Gladstone en “Biden to Face Long List of Foreign
Challenges, With China No. 1”, en New York Times (7 Noviembre 2020),
accessible enhttps://www.nytimes.com/ 2020/11/07/world/americas/Bide n-foreign-policy.html
(Tomado de la página de Atilio Borón)