Carta abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar
El 24 de marzo de 1977, a un año del Golpe de Estado de la última dictadura cívico-militar que torturó, asesinó y desapareció a más de 30 mil personas, el periodista, militante y escritor Rodolfo Walsh escribió -desde la clandestinidad- una carta a la Junta Militar, ejemplo de valentía, militancia y periodismo que le costó su propia vida.
El 24 de marzo de 1977, a un año del Golpe de Estado de la última dictadura cívico-militar que torturó, asesinó y desapareció a más de 30 mil personas, el periodista, militante y escritor Rodolfo Walsh escribió -desde la clandestinidad- una carta a la Junta Militar, ejemplo de valentía, militancia y periodismo que le costó su propia vida.
Son 30 mil y fue un genocidio
Carta abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar
Sábado 25 de marzo de 2017, por *
El 24
de marzo de 1977, a un año del Golpe de Estado de la última dictadura
cívico-militar que torturó, asesinó y desapareció a más de 30 mil
personas, el periodista, militante y escritor Rodolfo Walsh escribió
-desde la clandestinidad- una carta a la Junta Militar, ejemplo de
valentía, militancia y periodismo que le costó su propia vida.
A cuarenta años de redactado, el texto de Walsh guarda una singular e inquietante vigencia en los tiempos que corren.
1. "La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
"El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
"El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
"Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
"Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
"2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror. Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.(1)
"Más de siete mil recursos de habeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
"De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
"La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.(2)
"Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
"3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asímismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
"Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
"Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
"Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
"El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.(3)
"Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y a los partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
"Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor(4).
"El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
"4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.(5) Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia.
"Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.(6)
"Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
"En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea(7), sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre"violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.(8)
"La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Bolivia y Uruguay.(9)
"La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
"Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
"A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".(10)
"5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
"En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores a 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar(11), resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
"Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%(12) prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron(13).
"Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".
"Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo, el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
"Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
"Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
"6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente a Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo de monopolios internacionales al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
"Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".(14)
"El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el ’festín de los corruptos’.
"Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales,dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.
"Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
"Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles".
Rodolfo Walsh; C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977
1. "La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
"El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
"El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
"Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
"Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
"2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror. Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.(1)
"Más de siete mil recursos de habeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
"De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
"La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.(2)
"Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
"3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asímismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
"Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
"Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
"Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
"El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.(3)
"Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y a los partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
"Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor(4).
"El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
"4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.(5) Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia.
"Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.(6)
"Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
"En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea(7), sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre"violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.(8)
"La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Bolivia y Uruguay.(9)
"La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
"Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
"A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".(10)
"5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
"En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores a 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar(11), resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
"Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%(12) prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron(13).
"Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".
"Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo, el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
"Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
"Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
"6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente a Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo de monopolios internacionales al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
"Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".(14)
"El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el ’festín de los corruptos’.
"Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales,dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.
"Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.
"Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles".
Rodolfo Walsh; C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977
Son 30 mil y fue un genocidio
Todos los misterios de la carta de Walsh
Sábado 25 de marzo de 2017, por *
Entre
enero y marzo de 1977, Rodolfo Walsh escribe la “Carta Abierta de un
escritor a la Junta Militar”. La firma en el primer aniversario del
Golpe, alcanza a distribuir algunas copias y, horas después, es
asesinado y luego desaparecido.
Durante
meses, y años, el texto prohibido circula de mano en mano y se
transforma en canónico. ¿Quiénes reciben esas copias? ¿Quiénes las ponen
a circular aquellos días aciagos del ’77? ¿Quién es el argentino que la
publica completa, por primera vez, a más de 7 mil kilómetros de Buenos
Aires? Con el pulso de un thriller, Diego Igal responde estas y otras
preguntas sobre la famosa Carta y reconstruye los últimos días de la
vida cotidiana y clandestina de su autor.
Es domingo 9 de enero de 1977 y por la ola de calor se sufren cortes de luz. La Argentina lleva 292 días bajo el control operacional de las Fuerzas Armadas. Rodolfo Jorge Walsh cumple 50 años y se desafía, antes del primer aniversario del golpe, a terminar de escribir el cuento Juan se iba por el río y, al mismo tiempo, la carta abierta que dirigirá a la Junta Militar. Le quedan 75 días.
No sabe, no puede saber y nunca sabrá el recorrido que tendrán ambos textos, que millones hablarán de ellos durante al menos los próximos 40 años ni que uno se perderá en la oscuridad y el otro viajará 7.300 kilómetros para ver la luz por primera vez.
El mes anterior del año anterior, con su compañera en la última década, Lilia Beatriz Ferreyra (entonces de 36 años), se mudó de un monoambiente ubicado a cien metros del zoológico porteño al partido bonaerense de San Vicente, 52 kilómetros al sur de lo que consideran un “territorio cercado” en el que él representa un objetivo estratégico. Ya rechazó un pasaje a Roma que le ofreció la conducción de Montoneros -en la que todavía reviste como oficial primero bajo el alias “Esteban o Neurus”-, y con la que acentúa discrepancias metodológicas entre abril de 1976 y enero de 1977.
Walsh elige quedarse y San Vicente es la primera parada del repliegue al sur, “como las masas, hacia su propia historia, su propia cultura y su propia psicología”, evaluará años más tarde Horacio Verbitsky. carta_walsh_der_2
Toma la ruta de las lagunas bonaerenses porque quiere estar cerca del agua. Allí además disfruta del silencio, la placidez de la siesta, siente que el tiempo se estira y crea el clima ideal para volver a la escritura con su nombre y estilo: lleva casi cuatro años sin publicar libros. Podrá avanzar con otros relatos; memorias personales; seleccionar sus notas periodísticas para publicar y continuar con la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA) y Cadena Informativa que en esos últimos meses proveyó datos duros a medios de comunicación, embajadas y políticos, entre otros destinatarios para romper el cerco informativo. Ese bagaje documental será la materia prima de la Carta.
Porta una cédula de identidad a nombre de Norberto Pedro Freyre, falsa aunque confeccionada en la Policía Federal, gentileza de un comisario peronista al que trató mientras investigaba Operación Masacre. Con ella y la ayuda de la madre de sus hijas, Walsh ha comprado un terreno de cinco lotes en el barrio El Fortín, una geografía de árboles añosos, sobre calles de tierra que se licuan con la lluvia, a las que no llega tendido eléctrico (usan lámparas de kerosén), conexión de gas ni cloacas. Allí hay levantada una casa de dos ambientes; cocina y baño mínimos; pisos de ladrillos, paredes pintadas a la cal y agua que se bombea a mano; hay espacio para construir otra vivienda y tierra de sobra para labrar y montar una huerta que abastezca la mesa diaria.
La última Nochebuena, Walsh viaja con Ferreyra hasta unos monoblocks de la localidad de Boulogne para compartir la cena con la hija menor, Patricia –embarazada de seis meses del primer nieto varón de RJW-, la nieta de tres años y el yerno Jorge Pinedo. Ya tiene la certeza de que la clandestinidad es más frágil: en septiembre cayó su primogénita Victoria y otros compañeros, saquearon una casa que él había alquilado en el Delta del Tigre y los militares secuestraron o fusilaron a montoneros como Francisco Paco Urondo o Eduardo Negro Suárez, entre muchos otros. Incluso tiene el dato de que a la búsqueda de él ya fueron asignados perseguidores: el grupo de tareas 3.3.2 de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde también sabe del terror que allí adentro se ejecuta y que le espera de ser capturado vivo.
En la comida navideña se habla de la hija de Vicky, de 18 meses, entregada a los abuelos paternos contra el pedido de la abuela materna y la tía; de la carta que Walsh escribió por esa pérdida y de la otra, destinada a la Junta, que ya elabora. Muestra borradores para escuchar comentarios y recibir agregados.
“La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años”, son las primeras de las 2960 palabras que tipeará en una Olympia portátil de tinta negra y roja sobre una mesa angosta de madera.
Alberto Nadra entró en marzo de 1976 a la sede en Buenos Aires de Prensa Latina. La agencia de origen cubana, fundada entre otros por Walsh a instancias de la Revolución de 1959, había desembarcado tres años antes en Buenos Aires en la primavera camporista que reanudó relaciones diplomáticas con La Habana. La redacción estaba en el edificio Safico (Avenida Corrientes 456) y la integraban, con buen sueldo, más de diez periodistas y tres teletipistas. La Triple A, primero, y la llegada de los militares, después, diezmó la dotación y el trabajo se tornó más riesgoso.
“Nos amenazaban todo el tiempo, interceptaban el hilo del teletipo desde el Correo Central y en agosto del 76 llegaron a secuestrar cubanos y argentinos que trabajaban en la embajada cubana. Algunos siguen desaparecidos o fueron asesinados”, recuerda hoy Nadra. Llamaban por teléfono a la redacción: “¿Nadra? ¿Alberto? ¿Cómo anda ‘Pepe’ (apodo del corresponsal cubano de entonces, José Bodes)? Aquí va un saludito de María Rosa. Seguí atacando al país hijo de puta que con cada nota que mandes le subimos unos voltios”, le decían como prólogo de gritos desgarradores de una mujer que todavía hoy lo estremecen. Bodes sufría seguimientos las 24 horas, incluso mientras dormía, que lo obligaron a mudarse a la sede diplomática y a la mujer y a los hijos a volver a la Isla. carta_walsh_caja_3
En Safico y edificios cercanos había otras corresponsalías extranjeras donde trabajaban, por ejemplo, el francés Jean-Pierre Bousquet, para AFP y los argentinos Pablo Giussani y Oscar Serrat (Associated Press, sita en el mismo edificio que La Nación), entre otros. En la Avenida Córdoba 652 estaban las oficinas de medios de países comunistas o socialistas como la Agencia de Telégrafos de la Unión Soviética (Tass), donde revistaba Isidoro Gilbert. Muchos de estos periodistas aparecerían en las distintas ediciones de los llamados libros negros de la subversión, por difundir al exterior lo que acá se obviaba o censuraba. En la prensa local, sin embargo, podía leerse información dispersa de detenciones -incluso con nombre y apellido-, denuncias de desapariciones, tiroteos falsos y otros eufemismos como llamar “la organización subversiva declarada ilegal en primer término” a ERP o segundo, por Montoneros.
A ese grupo heterogéneo de corresponsales les llegaba, desde el segundo semestre de 1976, los despachos de ANCLA escritos a máquina, ensobrados y enviados de manera masiva a través de buzones del Correo. El rebote en otros continentes aseguraba una cobertura precaria, pero cobertura al fin, no sólo a los corresponsales. Que la noticia saliera en la BBC o Radio Moscú salvaba vidas porque atemorizaba represores o permitía enviar mensajes cifrados, explica Nadra.
Los nuevos moradores de la casa de Triunvirato al 900, casi Ituzaingó, San Vicente, gastan las horas en acondicionarla. Él dice ser profesor de inglés jubilado que responde al apodo de Beto. Ama de casa, ella, pide que la llamen Betty. Desmalezan yuyos con una guadaña, marcan hormigueros con una estaca, se asombran de las palmeras, planifican plantar dos hileras de álamos plateados para la entrada y recuperar un viejo aljibe. Traban amistad con los vecinos nuevos de al lado –un matrimonio con tres niños- que llegan un día en un camión frigorífico; o saludan a otros cuando van al mercado. El sosiego se resquebraja por momentos con el sonido casi permanente de la máquina de escribir. Walsh produce y corrige por partes iguales. “(Walsh) concebía su nueva forma de acción política como una producción totalizadora que abarcaba la denuncia, el testimonio, el análisis político o ideológico, el relato literario. Sus ‘cartas polémicas’ -como las llamaba- tenían un objetivo: denunciar no sólo la represión del poder o la política económica sino todas las otras manifestaciones ideológicas del régimen militar. Había elegido un estilo para esas cartas, el de la invectiva de los latinos”, recordará ella años más tarde. “¡Quousque tandem, Videla, abutere patientia nostra! (¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia)?”, grita Beto, en un tono entre épico e irónico como el Cicerón en la Primera Catilinaria, de quien toma esa frase. “Como las invectivas latinas; la palabra escrita con la contundencia de la palabra oral”.
A las 23.50 del 31 de diciembre de 1976, al terminar una partida de Go -lo empezaron a jugar porque Lilia no terminaba de agarrarle la mano al ajedrez, del que él era experto-, se sienta a escribir. Al escuchar las sirenas del Año Nuevo comenta: “Así quería empezar este año, escribiendo contra estos asesinos”. No quiere quedarse callado. Cree, como escribió en 1968, que “el campo del intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra”.
La integración en el barrio avanza. Un día, el matrimonio propone pedir una plaza en unos terrenos baldíos. En la primera semana de marzo, se suma a una protesta vecinal frente a la municipalidad para reclamar el tendido eléctrico. Logran ser atendidos y él, como docente jubilado, es elegido uno de los voceros. Betty queda afuera. Llega un camión del Ejército del que bajan soldados y entran raudos al edificio, otros se parapetan afuera. A la media hora salen todos. Beto no puede evitar esbozar una sonrisa mientras mira cómplice a su pareja: las tropas no se han fijado en él.
Viajan casi todos los días a la Capital, a veces en el Roca que tarda una hora y sale de la estación ubicada a seis cuadras; otras en el ómnibus de línea (arriesgándose a redadas de la Policía) o en el Fiat 600 del padre de Betty. Maneja ella, él no sabe. Además de reuniones con compañeros y amigos, RJW mantiene en servicio Cadena y ANCLA.
ANCLA comenzó en abril de 1976 por iniciativa de Walsh –que la había pensado dos años antes-, con una pequeña estructura de cuadros como Carlos Aznárez, Lucila Pagliai y Lila Pastoriza, entre otros, a quienes capacitaba desde el año anterior sobre la búsqueda, manejo y producción de los datos –“la información era pública y estaba sobre los papeles”-. Pagliai los recuerda como un grupo horizontal, crítico e integrado, cuyos miembros se conocieron convocados por Walsh, al que describe como “un jefe muy exigente, muy abierto a la discusión, sin miedo a la crítica ni que le importaran las jinetas”.
Cuando empezó la agencia, Walsh pasó a un rol secundario y el grupo quedó reducido a un trío “mínimo, ágil y fuertemente comprometido”, describe Pagliai. A ellos se sumaría el Negro Suárez (secuestrado con su pareja Patricia Villa, en agosto). A todos reportaba una amplia red de informantes/colaboradores y otra distinta, tabicada, que distribuía los cables.
La estructura era tres o cuatro máquinas de escribir, scanners para sintonizar la frecuencia policial, parte del archivo personal de Walsh y del diario Noticias y un mimeógrafo para copiar. Los despachos se tipeaban en papel biblia o manifold (para ahorrar en peso); se ensobraban; se les colocaban estampillas y se arrojaban en buzones -nunca el mismo ni cercano- de la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos rumbo a medios de comunicación, embajadas, políticos y otros militantes para que copien y reenvíen. Las sedes físicas cambiaban conforme caían en manos represivas.
Pocos de los destinatarios de los despachos sabían que detrás de ellos había militantes montoneros y muchos menos que el jefe era Walsh. La carta utilizaría la misma logística pero no sería una proclama de Montoneros, sino que la firmaría con su identidad real porque creía que tenía más peso. Autorizaron esa decisión pese a una discrepancia conceptual: los jerarcas veían a la represión como el mayor de los males contra la visión de Walsh de que más allá de homicidios, desapariciones y otras calamidades, “en la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”, como al final consignó en la carta.
Hacia fines de 1976 el contacto entre Walsh y los miembros de ANCLA pierde frecuencia. A Pastoriza la ve a fines de febrero siguiente. “Caer o no, a esta altura es una cuestión de azar”, le dice. Una semana antes del 25 de marzo le muestra un borrador de la carta a la Junta y le pide correcciones. Walsh tiene los ojos brillosos. Le dice: “He vuelto a escribir, a ser Rodolfo Walsh”. Poco antes de la medianoche del 24 de marzo, RJW termina la última de las diez copias de la carta y pasa en limpio Juan se iba por el río. Se masajea los dedos porque arrastra dolor en las articulaciones y dice: “Artrosis, pero todavía le pego a las teclas”. Se ríe con Lilia. Tuvieron cena especial y abrieron un vino para festejar que ganó la apuesta. “Bueno, al fin tenemos nuestra casita. Qué linda es”, celebra él. A la tarde habían plantado un almacigo de lechugas con indicaciones y felicitaciones de los vecinos. Lilia cubrió la cama con una colcha floreada y colgó cortinas de algodón amarillas y rojas, mientras él acondicionaba una parrilla para el asado con el que agasajarían a Patricia y familia en el mediodía del sábado. RJW conocería al primer nieto varón, nacido el 9 de marzo. carta_walsh_izq_4
El viernes 25, RJW se viste con un pantalón marrón, guayabera beige de tres bolsillos, zapatos a tono y sombrero de paja. Se coloca los anteojos de marco grueso para la miopía, el reloj Omega y toma un maletín negro símil cuero de doble fondo para llevar las diez copias de la carta a la junta que luego dividirá a la mitad con Lilia. Los destinatarios de los sobres son los principales diarios de Buenos Aires y algunas corresponsalías. Saber cuáles ahora resulta fútil porque ninguno la publicará hasta después de seis años.
Walsh también toma la Walther PPK calibre 22 que le había regalado a Lilia para el cumpleaños de 1974 y que portará entre la hebilla del cinturón y la ingle. Tiene una cita a las tres, otra las cuatro y tal vez una tercera a las dos. Uno de los encuentros sería con la pareja de un compañero que murió junto a Vicky y que le escribió porque tiene dos hijos y ningún lugar donde vivir. Habla con Betty sobre la posibilidad de llevarla a San Vicente y por eso deciden ir a Capital en auto.
Ella aprovechará la tarde para terminar de embalar algunas cosas que dejaron en el departamento de Palermo que tiene que entregar. “Creo que zafamos”, le dice él a Betty mientras cierra la puerta. Pero no completa la frase porque ella le lleva la mano a la boca y se la tapa. El Fiat 600 no arranca. No hay tiempo y entonces deciden apurarse para tomar el tren de las 12. Mientras ella encarga dos kilos de asado para el sábado, Walsh compra los pasajes. En el andén se encuentra con Victoriano Matute, el martillero que le vendió el terreno. El hombre le entrega el boleto de compraventa. Beto lo guarda en el maletín.
En Constitución, Walsh confirma por teléfono público una tercera reunión a las dos de la tarde. Tiene poco más de una hora. A las 13.30 se registrará la temperatura máxima del día: 29,3 grados. Demasiado para ser otoño.
Se despiden. “No te olvides de regar las lechugas”, le grita Lilia desde enfrente. Él le sonríe.
Cerca de las cuatro de la madrugada del 26 de marzo, un policía uniformado y otros siete hombres de civil despiertan a Matute en la casa. Quieren que le identifique la casa que le vendió a Freire. Matute lleva al grupo hasta Triunvirato e Ituzaingó. Yolanda “Yoly” Mastruzzo escucha golpes, sacudones y luego una orden: “¡Salgan todos con las manos en alto!”. Llevan 20 días en el barrio. Yoly sale con el marido. Alumbran con una linterna. Los uniformados buscan a una pareja, pero ellos tienen tres niños, que están adentro escondidos. Tal vez buscan a los vecinos, el profesor jubilado y la mujer, que no ven desde el día anterior. “Qué jubilados, son extremistas”, escuchan que dicen. Los mandan adentro. Los uniformados no son de la zona porque no saben que no hay luz eléctrica. Luego se escuchan ráfagas de ametralladora y explosiones en la casa de al lado.
En Boulogne, Patricia se levanta temprano pero entre cambiar a la hija de tres años, al hijo de 17 días y preparar los bolsos, demoran en arrancar con Pinedo en el AMI 8 verde hacia Palermo, donde levantarán a Lilia y los petates (papeles, documentos, borradores, carpetas, un espejo y algunos muebles). A la altura de Lomas de Zamora, Lilia se pone al volante porque conoce la zona, pero cuando están a metros de la casa, nota algo extraño: la tranquera abierta, no está el Fiat 600. Estaciona a unos metros y pide bajar sola, que la esperen en el auto. Entra y la invade el desconcierto: ve un desorden general que desentona con la prolijidad que dejaron el día anterior; también ventanas y puertas arrancadas. No ve humo de asado ni movimientos y sin querer ver más, pega la vuelta y encara hacia el auto desencajada, al grito de “vamos, vamos”. Pinedo, que alcanzó a ver un inodoro en el medio del patio y también sospecha el horror, acelera. Patricia, en el asiento de atrás, pone a los hijos en el piso del auto. Pinedo ve que la calle no tiene salida, volantea, cruza a campo traviesa, llega, por fin, a una calle y endereza el rumbo.
Para ese mes de 1977, Nadra ya trabaja en la primera mañana de Prensa Latina y entra a las siete. Ahora no recuerda cuándo recibe la carta de Walsh. “Los sobres de ANCLA llegaban tarde o no llegaban”, aclara. Fuerza la memoria: pudo haber sido el sábado 26 o algún día posterior al viernes. Sí recuerda que esa mañana espera la llegada de Bodes para recibir instrucciones. “Mandá dos carillas y me la llevo a Virrey del Pino (sede de la embajada) para despacharla en valija diplomática”, ordena Bodes. El cable lo leerán horas más tarde en Radio Moscú, en el programa que conducía Arturo Lozza.
El Granma del 31 de marzo publica un suelto con un cable de Prensa Latina, titulado “Gestiones para salvar la vida de Rodolfo Walsh”, que dice: “Destacados intelectuales mexicanos y latinoamericanos, radicados en la capital azteca, pidieron al presidente de Argentina, Jorge Rafael Videla, intervenga para salvar la vida del escritor argentino, Rodolfo Walsh. Según informaciones procedentes de Buenos Aires, Walsh fue secuestrado en San Vicente, localidad de la provincia bonaerense, ignorándose la suerte que haya corrido”. Habrá más en los siguientes 15 días.
Gilbert también recibe la carta, pero directamente usa el correo de la Embajada porque tiene indicaciones de enviar por esa vía con “todo lo concerniente a la represión muy dura”. Y agrega: “la noche del 25 circuló entre los corresponsales la noticia de que había habido un tiroteo en la zona donde, después supimos, mataron a Walsh. El nombre de Walsh, por lo que recuerdo, circuló, pero no era firme”.
La memoria de Oscar Serrat dice que recibía material de ANCLA, pero la carta la llevó Lilia en persona, lo que le sorprendió mucho. Le sugirió que se cuidara. Junto con Pablo Giussani (ambos de Associated Press), reprodujeron parte del texto y lo mandaron al servicio nacional y al internacional.
El domingo 24 de abril siguiente, el suplemento Papel Literario del diario El Nacional de Caracas publica una doble con un documento exclusivo con el título “La carta que mató a Rodolfo Walsh”. El texto que introduce a la reproducción está firmado con las iniciales L.A.C. y dice: “La pregunta ‘¿Quién mató a Rodolfo Walsh?’ no ha recibido una respuesta formal por parte del gobierno militar argentino, y probablemente no la reciba nunca. Walsh era uno de los más lúcidos escritores del país sureño y acaso el más brillante de sus periodistas. Sus tres libros de cuentos son otras tantas obras maestras; sus investigaciones sobre los fusilamientos obreros de 1956, sobre el asesinato del dirigente sindical Rosendo García y sobre el oscuro caso Satanowski (sic) fueron el modelo en el que se apoyaron las mejores obras latinoamericanas de narración documental, sin excluir el célebre ‘Relato de un náufrago’ de Gabriel García Márquez. Quién mató a Walsh es una pregunta de difícil respuesta. Más fácil es saber por qué. El 23 de marzo pasado, el escritor envío a la Junta Militar argentina una carta abierta en la que reseñaba los crímenes cometidos durante un año de gobierno depredador. Dos días después, fue secuestrado y -según todos los indicios- asesinado por una banda parapolicial o paramilitar; una de las miles que operan en la Argentina sin que sus miembros hayan sido sancionados o tan siquiera identificados por los mismos oficiales que predican el derecho a la vida en ese país de muertos”.
Las iniciales de la bajada son de Luis Alberto Crespo, director del suplemento durante 15 años, hoy embajador de Venezuela ante la UNESCO en París. Confirma la autoría de las líneas, pero sólo recuerda que la carta la recibió el editor de la sección, Tomás Eloy Martínez, quien cumplió esa función entre 1975 y 1978. “Sin duda gracias a sus contactos con colegas argentinos y autorizados confidentes”, recuerda. Crespo celebra que “el haber publicado y difundido esta Carta dignificó, y aún nos exalta, nuestra conducta anti dictatorial y anti represiva de los gobiernos de facto y sus secuaces de todos los tiempos”.
Martínez y Walsh, además de colegas y amigos, habían sido de los primeros en investigar el destino del cadáver de Eva Perón, pero no hay registros públicos de cómo le llegó a él, exiliado en ese país, la carta a la Junta. Lo que sí está claro es que El Nacional fue el primero en publicar el documento y durante años, el único.
Mientras alternan gestiones para dar con RJW y presentar hábeas corpus, Patricia y Lilia mandan más copias de la carta a la Junta, con el agregado que denuncia la desaparición del autor. Se suma Horacio Verbitsky. Será él quien continúe con ANCLA cuando en abril Pagliai y Aznárez partan al exilio y en junio secuestren a Pastoriza. Años después, Verbitsky encontrará una copia de la Carta en el archivo del diario Clarín.
Otros militantes montoneros, como Marta Vasallo y Luis Guagnini, también reproducen y reenvían la carta a distintas direcciones aportadas por Susana Pirí Lugones; o incluso tomadas al azar de la guía telefónica, hasta octubre o noviembre. La carta circula de mano en mano como un texto prohibido que va camino a convertirse en canónico y al que García Márquez consagraría como una obra maestro del periodismo universal.
Pero no hay rebote en la prensa nacional. La desaparición de Walsh sólo es informada por Ariel Delgado en radio Colonia y el Buenos Aires Herald, sin mayores detalles ni precisiones. En algún momento, en el diario dirigido por Robert Cox se consignó que Walsh había desaparecido por propia voluntad, lo que generó un reclamó personal de la hija Patricia.
En la primavera siguiente, Patricia y Pinedo vuelven a la casa de San Vicente como falsos interesados en comprarla. Observan vestigios de un bombardeo, rastros del saqueo (se llevaron hasta las aberturas), balazos en las paredes. También ven que alguien pasó una escoba, quemó papeles o hizo un asado. Hablan con los vecinos y les cuentan lo que ocurrió en la madrugada del sábado 26, del operativo, la policía, los uniformes verdes, que cargaron las cosas que se llevaron en el Fiat 600 y hasta que un policía quedó de consigna. La pareja comprueba que ellos llegaron a las pocas horas de aquel sábado y comienzan a sospechar que Walsh no fue secuestrado allí.
A los pocos meses, Lilia parte al exilio a México. De allí, en 1982, viajará a España y se encontrará con Martín Grass, un sobreviviente de la ESMA que le contará que Rodolfo estuvo allí, que llegó muerto o mal herido el mismo 25, que logró sacar la Walther y todo lo demás. También le cuenta que leyó Juan se iba por el río y ambos recuerdan partes que memorizaron. carta_walsh_der_5
Con los años comenzaría a salir a luz más de lo ocurrido en la esquina porteña de San Juan y Entre Ríos; que llegó a despachar las copias de la carta; la cita cantada; los papeles robados de San Vicente que circularon en la ESMA, como la libreta de enrolamiento de Walsh o una de las versiones de Carta a mis amigos, que Pastoriza logró recuperar. La Justicia tardaría un poco más. Patricia reflexiona hoy: “Pienso que mi padre sabía que su vida no iba a durar mucho más. Tenía una conciencia clara sobre la derrota que se estaba produciendo. Tenía ideas sobre lo que se debía intentar, y era salvar la vida de los compañeros/as que corrían mayores riesgos; hacer un reconocimiento público de esa derrota militar; un llamamiento a una nueva etapa de resistencia; disolver la organización; no utilizar más su nombre porque decía que si se continuaba haciendo eso nunca se lo podría volver a utilizar. Proponía hacer salir del país de un modo urgente a quienes no pudieran ya permanecer en el territorio, de modo clandestino, procurar a los sobrevivientes los recursos necesarios para esa nueva etapa, y priorizar que los lazos que se sostuvieran fueran los imprescindibles, privilegiando las relaciones familiares, o de un gran valor afectivo, aquellas que para él tenían mayor capacidad de resistir a los tormentos que tan bien describiera en su Carta Abierta. Sin embargo ya sabía que no sería escuchado.
“Esa última cita a la que concurre es una emboscada. Que no lo advirtiera creo que también da cuenta del desgaste que él mismo padecía. Enseñaba a otros a cuidarse siempre, pero él ya no era capaz de hacerlo. Que llevara los papeles de su casa encima, la casa de San Vicente, también habla de su propia situación. No quiso irse del país. Así lo decidió. Si le llegaba la hora tenía que tener listo lo que él pensaba que se debía hacer si le quedaban cinco minutos de vida. Ya lo había ensayado Daniel Hernández, muchos años antes. Si te quedan cinco minutos de vida hay que escribir el testamento”. La casa de San Vicente sigue a nombre de Norberto Pedro Freire para el fisco, pero permanece usurpada desde la dictadura por familiares de un ex miembro de la Policía Bonaerense. A los ocupantes les molesta la gente que se acerca como visita histórica. En 2008 la Municipalidad local la declaró Patrimonio Cultural, Histórico y Arquitectónico.
La calle Triunvirato sigue siendo de tierra y ahora se llama Rodolfo Walsh.
El tren dejó de pasar en 1978.
En 2011, el Tribunal Oral Federal 5 condenó a prisión perpetua y penas de entre 18 a 25 años a quince de los dieciocho imputados en la causa ESMA, que entre otros crímenes esclareció en parte lo ocurrido a Walsh y otras víctimas del GT 3.3.2. Se pudo establecer que aquel viernes 25 Walsh caminaba por la avenida San Juan y Entre Ríos hacia Combate de los Pozos, (de contramano al tránsito, por seguridad) cuando fue abordado posiblemente por Astiz, que quiso tacklearlo, pero no pudo; que Walsh sacó el arma; se parapetó detrás de un árbol y alcanzó a disparar un tiro antes de que lo derribaran a balazos los más de 25 uniformados que lo cercaron. Según testimonios de otros prisioneros de la ESMA, llegó allí muy mal herido o quizás muerto. El destino de su cuerpo todavía es una incógnita.
Además del homicidio, tormentos, privación ilegítima de la libertad, a los condenados de la ESMA se los encontró culpables de robar bienes y la obra de Walsh. Entre lo que nunca se recuperó hay borradores de proyectos de otros textos literarios, las memorias, páginas de su diario personal, una selección de notas periodísticas, borradores de una novela que había empezado a desagregar en cuentos y del que Juan se iba por el río es el primero, carpetas para trabajos de investigación o con material de archivos y documentos internos de la organización Montoneros.
Lilia Ferreyra murió el 31 de marzo de 2015. Hasta el último día memorizaba el comienzo de Juan se iba por el río que dice: “Juan Antonio lo llamó su madre. Duda era su apellido. Su mejor amigo, Ansina, y su mujer, Teresa”.
En un predio de 16 hectáreas, pegado a la Avenida Lugones, frente a la ESMA, vecino al Parque de los Niños, sobre la costa del Río de la Plata, está el campo de deportes “Ernesto del Monte”, de la Armada. Ahora, el predio se subalquila para torneos de fútbol privados. Varios testimonios denunciaron que allí se arrojaban cadáveres de ex prisioneros y luego neumáticos que se incendiaban. A instancias de Patricia Walsh, el juez Sergio Torres autorizó al Equipo de Antropología Forense a realizar tareas preliminares, pero no se continuaron ni se excavó ni se aplicó la tecnología adecuada ni se preservó el lugar. Allí podrían estar, entre otros, los restos de Rodolfo Jorge Walsh, aquel que en la carta a la hija muerta escribió que el verdadero cementerio es la memoria.
Fuente: Diego Igal; www.revistasuperficie.com
Es domingo 9 de enero de 1977 y por la ola de calor se sufren cortes de luz. La Argentina lleva 292 días bajo el control operacional de las Fuerzas Armadas. Rodolfo Jorge Walsh cumple 50 años y se desafía, antes del primer aniversario del golpe, a terminar de escribir el cuento Juan se iba por el río y, al mismo tiempo, la carta abierta que dirigirá a la Junta Militar. Le quedan 75 días.
No sabe, no puede saber y nunca sabrá el recorrido que tendrán ambos textos, que millones hablarán de ellos durante al menos los próximos 40 años ni que uno se perderá en la oscuridad y el otro viajará 7.300 kilómetros para ver la luz por primera vez.
El mes anterior del año anterior, con su compañera en la última década, Lilia Beatriz Ferreyra (entonces de 36 años), se mudó de un monoambiente ubicado a cien metros del zoológico porteño al partido bonaerense de San Vicente, 52 kilómetros al sur de lo que consideran un “territorio cercado” en el que él representa un objetivo estratégico. Ya rechazó un pasaje a Roma que le ofreció la conducción de Montoneros -en la que todavía reviste como oficial primero bajo el alias “Esteban o Neurus”-, y con la que acentúa discrepancias metodológicas entre abril de 1976 y enero de 1977.
Walsh elige quedarse y San Vicente es la primera parada del repliegue al sur, “como las masas, hacia su propia historia, su propia cultura y su propia psicología”, evaluará años más tarde Horacio Verbitsky. carta_walsh_der_2
Toma la ruta de las lagunas bonaerenses porque quiere estar cerca del agua. Allí además disfruta del silencio, la placidez de la siesta, siente que el tiempo se estira y crea el clima ideal para volver a la escritura con su nombre y estilo: lleva casi cuatro años sin publicar libros. Podrá avanzar con otros relatos; memorias personales; seleccionar sus notas periodísticas para publicar y continuar con la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA) y Cadena Informativa que en esos últimos meses proveyó datos duros a medios de comunicación, embajadas y políticos, entre otros destinatarios para romper el cerco informativo. Ese bagaje documental será la materia prima de la Carta.
Porta una cédula de identidad a nombre de Norberto Pedro Freyre, falsa aunque confeccionada en la Policía Federal, gentileza de un comisario peronista al que trató mientras investigaba Operación Masacre. Con ella y la ayuda de la madre de sus hijas, Walsh ha comprado un terreno de cinco lotes en el barrio El Fortín, una geografía de árboles añosos, sobre calles de tierra que se licuan con la lluvia, a las que no llega tendido eléctrico (usan lámparas de kerosén), conexión de gas ni cloacas. Allí hay levantada una casa de dos ambientes; cocina y baño mínimos; pisos de ladrillos, paredes pintadas a la cal y agua que se bombea a mano; hay espacio para construir otra vivienda y tierra de sobra para labrar y montar una huerta que abastezca la mesa diaria.
La última Nochebuena, Walsh viaja con Ferreyra hasta unos monoblocks de la localidad de Boulogne para compartir la cena con la hija menor, Patricia –embarazada de seis meses del primer nieto varón de RJW-, la nieta de tres años y el yerno Jorge Pinedo. Ya tiene la certeza de que la clandestinidad es más frágil: en septiembre cayó su primogénita Victoria y otros compañeros, saquearon una casa que él había alquilado en el Delta del Tigre y los militares secuestraron o fusilaron a montoneros como Francisco Paco Urondo o Eduardo Negro Suárez, entre muchos otros. Incluso tiene el dato de que a la búsqueda de él ya fueron asignados perseguidores: el grupo de tareas 3.3.2 de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde también sabe del terror que allí adentro se ejecuta y que le espera de ser capturado vivo.
En la comida navideña se habla de la hija de Vicky, de 18 meses, entregada a los abuelos paternos contra el pedido de la abuela materna y la tía; de la carta que Walsh escribió por esa pérdida y de la otra, destinada a la Junta, que ya elabora. Muestra borradores para escuchar comentarios y recibir agregados.
“La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años”, son las primeras de las 2960 palabras que tipeará en una Olympia portátil de tinta negra y roja sobre una mesa angosta de madera.
Alberto Nadra entró en marzo de 1976 a la sede en Buenos Aires de Prensa Latina. La agencia de origen cubana, fundada entre otros por Walsh a instancias de la Revolución de 1959, había desembarcado tres años antes en Buenos Aires en la primavera camporista que reanudó relaciones diplomáticas con La Habana. La redacción estaba en el edificio Safico (Avenida Corrientes 456) y la integraban, con buen sueldo, más de diez periodistas y tres teletipistas. La Triple A, primero, y la llegada de los militares, después, diezmó la dotación y el trabajo se tornó más riesgoso.
“Nos amenazaban todo el tiempo, interceptaban el hilo del teletipo desde el Correo Central y en agosto del 76 llegaron a secuestrar cubanos y argentinos que trabajaban en la embajada cubana. Algunos siguen desaparecidos o fueron asesinados”, recuerda hoy Nadra. Llamaban por teléfono a la redacción: “¿Nadra? ¿Alberto? ¿Cómo anda ‘Pepe’ (apodo del corresponsal cubano de entonces, José Bodes)? Aquí va un saludito de María Rosa. Seguí atacando al país hijo de puta que con cada nota que mandes le subimos unos voltios”, le decían como prólogo de gritos desgarradores de una mujer que todavía hoy lo estremecen. Bodes sufría seguimientos las 24 horas, incluso mientras dormía, que lo obligaron a mudarse a la sede diplomática y a la mujer y a los hijos a volver a la Isla. carta_walsh_caja_3
En Safico y edificios cercanos había otras corresponsalías extranjeras donde trabajaban, por ejemplo, el francés Jean-Pierre Bousquet, para AFP y los argentinos Pablo Giussani y Oscar Serrat (Associated Press, sita en el mismo edificio que La Nación), entre otros. En la Avenida Córdoba 652 estaban las oficinas de medios de países comunistas o socialistas como la Agencia de Telégrafos de la Unión Soviética (Tass), donde revistaba Isidoro Gilbert. Muchos de estos periodistas aparecerían en las distintas ediciones de los llamados libros negros de la subversión, por difundir al exterior lo que acá se obviaba o censuraba. En la prensa local, sin embargo, podía leerse información dispersa de detenciones -incluso con nombre y apellido-, denuncias de desapariciones, tiroteos falsos y otros eufemismos como llamar “la organización subversiva declarada ilegal en primer término” a ERP o segundo, por Montoneros.
A ese grupo heterogéneo de corresponsales les llegaba, desde el segundo semestre de 1976, los despachos de ANCLA escritos a máquina, ensobrados y enviados de manera masiva a través de buzones del Correo. El rebote en otros continentes aseguraba una cobertura precaria, pero cobertura al fin, no sólo a los corresponsales. Que la noticia saliera en la BBC o Radio Moscú salvaba vidas porque atemorizaba represores o permitía enviar mensajes cifrados, explica Nadra.
Los nuevos moradores de la casa de Triunvirato al 900, casi Ituzaingó, San Vicente, gastan las horas en acondicionarla. Él dice ser profesor de inglés jubilado que responde al apodo de Beto. Ama de casa, ella, pide que la llamen Betty. Desmalezan yuyos con una guadaña, marcan hormigueros con una estaca, se asombran de las palmeras, planifican plantar dos hileras de álamos plateados para la entrada y recuperar un viejo aljibe. Traban amistad con los vecinos nuevos de al lado –un matrimonio con tres niños- que llegan un día en un camión frigorífico; o saludan a otros cuando van al mercado. El sosiego se resquebraja por momentos con el sonido casi permanente de la máquina de escribir. Walsh produce y corrige por partes iguales. “(Walsh) concebía su nueva forma de acción política como una producción totalizadora que abarcaba la denuncia, el testimonio, el análisis político o ideológico, el relato literario. Sus ‘cartas polémicas’ -como las llamaba- tenían un objetivo: denunciar no sólo la represión del poder o la política económica sino todas las otras manifestaciones ideológicas del régimen militar. Había elegido un estilo para esas cartas, el de la invectiva de los latinos”, recordará ella años más tarde. “¡Quousque tandem, Videla, abutere patientia nostra! (¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia)?”, grita Beto, en un tono entre épico e irónico como el Cicerón en la Primera Catilinaria, de quien toma esa frase. “Como las invectivas latinas; la palabra escrita con la contundencia de la palabra oral”.
A las 23.50 del 31 de diciembre de 1976, al terminar una partida de Go -lo empezaron a jugar porque Lilia no terminaba de agarrarle la mano al ajedrez, del que él era experto-, se sienta a escribir. Al escuchar las sirenas del Año Nuevo comenta: “Así quería empezar este año, escribiendo contra estos asesinos”. No quiere quedarse callado. Cree, como escribió en 1968, que “el campo del intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra”.
La integración en el barrio avanza. Un día, el matrimonio propone pedir una plaza en unos terrenos baldíos. En la primera semana de marzo, se suma a una protesta vecinal frente a la municipalidad para reclamar el tendido eléctrico. Logran ser atendidos y él, como docente jubilado, es elegido uno de los voceros. Betty queda afuera. Llega un camión del Ejército del que bajan soldados y entran raudos al edificio, otros se parapetan afuera. A la media hora salen todos. Beto no puede evitar esbozar una sonrisa mientras mira cómplice a su pareja: las tropas no se han fijado en él.
Viajan casi todos los días a la Capital, a veces en el Roca que tarda una hora y sale de la estación ubicada a seis cuadras; otras en el ómnibus de línea (arriesgándose a redadas de la Policía) o en el Fiat 600 del padre de Betty. Maneja ella, él no sabe. Además de reuniones con compañeros y amigos, RJW mantiene en servicio Cadena y ANCLA.
ANCLA comenzó en abril de 1976 por iniciativa de Walsh –que la había pensado dos años antes-, con una pequeña estructura de cuadros como Carlos Aznárez, Lucila Pagliai y Lila Pastoriza, entre otros, a quienes capacitaba desde el año anterior sobre la búsqueda, manejo y producción de los datos –“la información era pública y estaba sobre los papeles”-. Pagliai los recuerda como un grupo horizontal, crítico e integrado, cuyos miembros se conocieron convocados por Walsh, al que describe como “un jefe muy exigente, muy abierto a la discusión, sin miedo a la crítica ni que le importaran las jinetas”.
Cuando empezó la agencia, Walsh pasó a un rol secundario y el grupo quedó reducido a un trío “mínimo, ágil y fuertemente comprometido”, describe Pagliai. A ellos se sumaría el Negro Suárez (secuestrado con su pareja Patricia Villa, en agosto). A todos reportaba una amplia red de informantes/colaboradores y otra distinta, tabicada, que distribuía los cables.
La estructura era tres o cuatro máquinas de escribir, scanners para sintonizar la frecuencia policial, parte del archivo personal de Walsh y del diario Noticias y un mimeógrafo para copiar. Los despachos se tipeaban en papel biblia o manifold (para ahorrar en peso); se ensobraban; se les colocaban estampillas y se arrojaban en buzones -nunca el mismo ni cercano- de la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos rumbo a medios de comunicación, embajadas, políticos y otros militantes para que copien y reenvíen. Las sedes físicas cambiaban conforme caían en manos represivas.
Pocos de los destinatarios de los despachos sabían que detrás de ellos había militantes montoneros y muchos menos que el jefe era Walsh. La carta utilizaría la misma logística pero no sería una proclama de Montoneros, sino que la firmaría con su identidad real porque creía que tenía más peso. Autorizaron esa decisión pese a una discrepancia conceptual: los jerarcas veían a la represión como el mayor de los males contra la visión de Walsh de que más allá de homicidios, desapariciones y otras calamidades, “en la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”, como al final consignó en la carta.
Hacia fines de 1976 el contacto entre Walsh y los miembros de ANCLA pierde frecuencia. A Pastoriza la ve a fines de febrero siguiente. “Caer o no, a esta altura es una cuestión de azar”, le dice. Una semana antes del 25 de marzo le muestra un borrador de la carta a la Junta y le pide correcciones. Walsh tiene los ojos brillosos. Le dice: “He vuelto a escribir, a ser Rodolfo Walsh”. Poco antes de la medianoche del 24 de marzo, RJW termina la última de las diez copias de la carta y pasa en limpio Juan se iba por el río. Se masajea los dedos porque arrastra dolor en las articulaciones y dice: “Artrosis, pero todavía le pego a las teclas”. Se ríe con Lilia. Tuvieron cena especial y abrieron un vino para festejar que ganó la apuesta. “Bueno, al fin tenemos nuestra casita. Qué linda es”, celebra él. A la tarde habían plantado un almacigo de lechugas con indicaciones y felicitaciones de los vecinos. Lilia cubrió la cama con una colcha floreada y colgó cortinas de algodón amarillas y rojas, mientras él acondicionaba una parrilla para el asado con el que agasajarían a Patricia y familia en el mediodía del sábado. RJW conocería al primer nieto varón, nacido el 9 de marzo. carta_walsh_izq_4
El viernes 25, RJW se viste con un pantalón marrón, guayabera beige de tres bolsillos, zapatos a tono y sombrero de paja. Se coloca los anteojos de marco grueso para la miopía, el reloj Omega y toma un maletín negro símil cuero de doble fondo para llevar las diez copias de la carta a la junta que luego dividirá a la mitad con Lilia. Los destinatarios de los sobres son los principales diarios de Buenos Aires y algunas corresponsalías. Saber cuáles ahora resulta fútil porque ninguno la publicará hasta después de seis años.
Walsh también toma la Walther PPK calibre 22 que le había regalado a Lilia para el cumpleaños de 1974 y que portará entre la hebilla del cinturón y la ingle. Tiene una cita a las tres, otra las cuatro y tal vez una tercera a las dos. Uno de los encuentros sería con la pareja de un compañero que murió junto a Vicky y que le escribió porque tiene dos hijos y ningún lugar donde vivir. Habla con Betty sobre la posibilidad de llevarla a San Vicente y por eso deciden ir a Capital en auto.
Ella aprovechará la tarde para terminar de embalar algunas cosas que dejaron en el departamento de Palermo que tiene que entregar. “Creo que zafamos”, le dice él a Betty mientras cierra la puerta. Pero no completa la frase porque ella le lleva la mano a la boca y se la tapa. El Fiat 600 no arranca. No hay tiempo y entonces deciden apurarse para tomar el tren de las 12. Mientras ella encarga dos kilos de asado para el sábado, Walsh compra los pasajes. En el andén se encuentra con Victoriano Matute, el martillero que le vendió el terreno. El hombre le entrega el boleto de compraventa. Beto lo guarda en el maletín.
En Constitución, Walsh confirma por teléfono público una tercera reunión a las dos de la tarde. Tiene poco más de una hora. A las 13.30 se registrará la temperatura máxima del día: 29,3 grados. Demasiado para ser otoño.
Se despiden. “No te olvides de regar las lechugas”, le grita Lilia desde enfrente. Él le sonríe.
Cerca de las cuatro de la madrugada del 26 de marzo, un policía uniformado y otros siete hombres de civil despiertan a Matute en la casa. Quieren que le identifique la casa que le vendió a Freire. Matute lleva al grupo hasta Triunvirato e Ituzaingó. Yolanda “Yoly” Mastruzzo escucha golpes, sacudones y luego una orden: “¡Salgan todos con las manos en alto!”. Llevan 20 días en el barrio. Yoly sale con el marido. Alumbran con una linterna. Los uniformados buscan a una pareja, pero ellos tienen tres niños, que están adentro escondidos. Tal vez buscan a los vecinos, el profesor jubilado y la mujer, que no ven desde el día anterior. “Qué jubilados, son extremistas”, escuchan que dicen. Los mandan adentro. Los uniformados no son de la zona porque no saben que no hay luz eléctrica. Luego se escuchan ráfagas de ametralladora y explosiones en la casa de al lado.
En Boulogne, Patricia se levanta temprano pero entre cambiar a la hija de tres años, al hijo de 17 días y preparar los bolsos, demoran en arrancar con Pinedo en el AMI 8 verde hacia Palermo, donde levantarán a Lilia y los petates (papeles, documentos, borradores, carpetas, un espejo y algunos muebles). A la altura de Lomas de Zamora, Lilia se pone al volante porque conoce la zona, pero cuando están a metros de la casa, nota algo extraño: la tranquera abierta, no está el Fiat 600. Estaciona a unos metros y pide bajar sola, que la esperen en el auto. Entra y la invade el desconcierto: ve un desorden general que desentona con la prolijidad que dejaron el día anterior; también ventanas y puertas arrancadas. No ve humo de asado ni movimientos y sin querer ver más, pega la vuelta y encara hacia el auto desencajada, al grito de “vamos, vamos”. Pinedo, que alcanzó a ver un inodoro en el medio del patio y también sospecha el horror, acelera. Patricia, en el asiento de atrás, pone a los hijos en el piso del auto. Pinedo ve que la calle no tiene salida, volantea, cruza a campo traviesa, llega, por fin, a una calle y endereza el rumbo.
Para ese mes de 1977, Nadra ya trabaja en la primera mañana de Prensa Latina y entra a las siete. Ahora no recuerda cuándo recibe la carta de Walsh. “Los sobres de ANCLA llegaban tarde o no llegaban”, aclara. Fuerza la memoria: pudo haber sido el sábado 26 o algún día posterior al viernes. Sí recuerda que esa mañana espera la llegada de Bodes para recibir instrucciones. “Mandá dos carillas y me la llevo a Virrey del Pino (sede de la embajada) para despacharla en valija diplomática”, ordena Bodes. El cable lo leerán horas más tarde en Radio Moscú, en el programa que conducía Arturo Lozza.
El Granma del 31 de marzo publica un suelto con un cable de Prensa Latina, titulado “Gestiones para salvar la vida de Rodolfo Walsh”, que dice: “Destacados intelectuales mexicanos y latinoamericanos, radicados en la capital azteca, pidieron al presidente de Argentina, Jorge Rafael Videla, intervenga para salvar la vida del escritor argentino, Rodolfo Walsh. Según informaciones procedentes de Buenos Aires, Walsh fue secuestrado en San Vicente, localidad de la provincia bonaerense, ignorándose la suerte que haya corrido”. Habrá más en los siguientes 15 días.
Gilbert también recibe la carta, pero directamente usa el correo de la Embajada porque tiene indicaciones de enviar por esa vía con “todo lo concerniente a la represión muy dura”. Y agrega: “la noche del 25 circuló entre los corresponsales la noticia de que había habido un tiroteo en la zona donde, después supimos, mataron a Walsh. El nombre de Walsh, por lo que recuerdo, circuló, pero no era firme”.
La memoria de Oscar Serrat dice que recibía material de ANCLA, pero la carta la llevó Lilia en persona, lo que le sorprendió mucho. Le sugirió que se cuidara. Junto con Pablo Giussani (ambos de Associated Press), reprodujeron parte del texto y lo mandaron al servicio nacional y al internacional.
El domingo 24 de abril siguiente, el suplemento Papel Literario del diario El Nacional de Caracas publica una doble con un documento exclusivo con el título “La carta que mató a Rodolfo Walsh”. El texto que introduce a la reproducción está firmado con las iniciales L.A.C. y dice: “La pregunta ‘¿Quién mató a Rodolfo Walsh?’ no ha recibido una respuesta formal por parte del gobierno militar argentino, y probablemente no la reciba nunca. Walsh era uno de los más lúcidos escritores del país sureño y acaso el más brillante de sus periodistas. Sus tres libros de cuentos son otras tantas obras maestras; sus investigaciones sobre los fusilamientos obreros de 1956, sobre el asesinato del dirigente sindical Rosendo García y sobre el oscuro caso Satanowski (sic) fueron el modelo en el que se apoyaron las mejores obras latinoamericanas de narración documental, sin excluir el célebre ‘Relato de un náufrago’ de Gabriel García Márquez. Quién mató a Walsh es una pregunta de difícil respuesta. Más fácil es saber por qué. El 23 de marzo pasado, el escritor envío a la Junta Militar argentina una carta abierta en la que reseñaba los crímenes cometidos durante un año de gobierno depredador. Dos días después, fue secuestrado y -según todos los indicios- asesinado por una banda parapolicial o paramilitar; una de las miles que operan en la Argentina sin que sus miembros hayan sido sancionados o tan siquiera identificados por los mismos oficiales que predican el derecho a la vida en ese país de muertos”.
Las iniciales de la bajada son de Luis Alberto Crespo, director del suplemento durante 15 años, hoy embajador de Venezuela ante la UNESCO en París. Confirma la autoría de las líneas, pero sólo recuerda que la carta la recibió el editor de la sección, Tomás Eloy Martínez, quien cumplió esa función entre 1975 y 1978. “Sin duda gracias a sus contactos con colegas argentinos y autorizados confidentes”, recuerda. Crespo celebra que “el haber publicado y difundido esta Carta dignificó, y aún nos exalta, nuestra conducta anti dictatorial y anti represiva de los gobiernos de facto y sus secuaces de todos los tiempos”.
Martínez y Walsh, además de colegas y amigos, habían sido de los primeros en investigar el destino del cadáver de Eva Perón, pero no hay registros públicos de cómo le llegó a él, exiliado en ese país, la carta a la Junta. Lo que sí está claro es que El Nacional fue el primero en publicar el documento y durante años, el único.
Mientras alternan gestiones para dar con RJW y presentar hábeas corpus, Patricia y Lilia mandan más copias de la carta a la Junta, con el agregado que denuncia la desaparición del autor. Se suma Horacio Verbitsky. Será él quien continúe con ANCLA cuando en abril Pagliai y Aznárez partan al exilio y en junio secuestren a Pastoriza. Años después, Verbitsky encontrará una copia de la Carta en el archivo del diario Clarín.
Otros militantes montoneros, como Marta Vasallo y Luis Guagnini, también reproducen y reenvían la carta a distintas direcciones aportadas por Susana Pirí Lugones; o incluso tomadas al azar de la guía telefónica, hasta octubre o noviembre. La carta circula de mano en mano como un texto prohibido que va camino a convertirse en canónico y al que García Márquez consagraría como una obra maestro del periodismo universal.
Pero no hay rebote en la prensa nacional. La desaparición de Walsh sólo es informada por Ariel Delgado en radio Colonia y el Buenos Aires Herald, sin mayores detalles ni precisiones. En algún momento, en el diario dirigido por Robert Cox se consignó que Walsh había desaparecido por propia voluntad, lo que generó un reclamó personal de la hija Patricia.
En la primavera siguiente, Patricia y Pinedo vuelven a la casa de San Vicente como falsos interesados en comprarla. Observan vestigios de un bombardeo, rastros del saqueo (se llevaron hasta las aberturas), balazos en las paredes. También ven que alguien pasó una escoba, quemó papeles o hizo un asado. Hablan con los vecinos y les cuentan lo que ocurrió en la madrugada del sábado 26, del operativo, la policía, los uniformes verdes, que cargaron las cosas que se llevaron en el Fiat 600 y hasta que un policía quedó de consigna. La pareja comprueba que ellos llegaron a las pocas horas de aquel sábado y comienzan a sospechar que Walsh no fue secuestrado allí.
A los pocos meses, Lilia parte al exilio a México. De allí, en 1982, viajará a España y se encontrará con Martín Grass, un sobreviviente de la ESMA que le contará que Rodolfo estuvo allí, que llegó muerto o mal herido el mismo 25, que logró sacar la Walther y todo lo demás. También le cuenta que leyó Juan se iba por el río y ambos recuerdan partes que memorizaron. carta_walsh_der_5
Con los años comenzaría a salir a luz más de lo ocurrido en la esquina porteña de San Juan y Entre Ríos; que llegó a despachar las copias de la carta; la cita cantada; los papeles robados de San Vicente que circularon en la ESMA, como la libreta de enrolamiento de Walsh o una de las versiones de Carta a mis amigos, que Pastoriza logró recuperar. La Justicia tardaría un poco más. Patricia reflexiona hoy: “Pienso que mi padre sabía que su vida no iba a durar mucho más. Tenía una conciencia clara sobre la derrota que se estaba produciendo. Tenía ideas sobre lo que se debía intentar, y era salvar la vida de los compañeros/as que corrían mayores riesgos; hacer un reconocimiento público de esa derrota militar; un llamamiento a una nueva etapa de resistencia; disolver la organización; no utilizar más su nombre porque decía que si se continuaba haciendo eso nunca se lo podría volver a utilizar. Proponía hacer salir del país de un modo urgente a quienes no pudieran ya permanecer en el territorio, de modo clandestino, procurar a los sobrevivientes los recursos necesarios para esa nueva etapa, y priorizar que los lazos que se sostuvieran fueran los imprescindibles, privilegiando las relaciones familiares, o de un gran valor afectivo, aquellas que para él tenían mayor capacidad de resistir a los tormentos que tan bien describiera en su Carta Abierta. Sin embargo ya sabía que no sería escuchado.
“Esa última cita a la que concurre es una emboscada. Que no lo advirtiera creo que también da cuenta del desgaste que él mismo padecía. Enseñaba a otros a cuidarse siempre, pero él ya no era capaz de hacerlo. Que llevara los papeles de su casa encima, la casa de San Vicente, también habla de su propia situación. No quiso irse del país. Así lo decidió. Si le llegaba la hora tenía que tener listo lo que él pensaba que se debía hacer si le quedaban cinco minutos de vida. Ya lo había ensayado Daniel Hernández, muchos años antes. Si te quedan cinco minutos de vida hay que escribir el testamento”. La casa de San Vicente sigue a nombre de Norberto Pedro Freire para el fisco, pero permanece usurpada desde la dictadura por familiares de un ex miembro de la Policía Bonaerense. A los ocupantes les molesta la gente que se acerca como visita histórica. En 2008 la Municipalidad local la declaró Patrimonio Cultural, Histórico y Arquitectónico.
La calle Triunvirato sigue siendo de tierra y ahora se llama Rodolfo Walsh.
El tren dejó de pasar en 1978.
En 2011, el Tribunal Oral Federal 5 condenó a prisión perpetua y penas de entre 18 a 25 años a quince de los dieciocho imputados en la causa ESMA, que entre otros crímenes esclareció en parte lo ocurrido a Walsh y otras víctimas del GT 3.3.2. Se pudo establecer que aquel viernes 25 Walsh caminaba por la avenida San Juan y Entre Ríos hacia Combate de los Pozos, (de contramano al tránsito, por seguridad) cuando fue abordado posiblemente por Astiz, que quiso tacklearlo, pero no pudo; que Walsh sacó el arma; se parapetó detrás de un árbol y alcanzó a disparar un tiro antes de que lo derribaran a balazos los más de 25 uniformados que lo cercaron. Según testimonios de otros prisioneros de la ESMA, llegó allí muy mal herido o quizás muerto. El destino de su cuerpo todavía es una incógnita.
Además del homicidio, tormentos, privación ilegítima de la libertad, a los condenados de la ESMA se los encontró culpables de robar bienes y la obra de Walsh. Entre lo que nunca se recuperó hay borradores de proyectos de otros textos literarios, las memorias, páginas de su diario personal, una selección de notas periodísticas, borradores de una novela que había empezado a desagregar en cuentos y del que Juan se iba por el río es el primero, carpetas para trabajos de investigación o con material de archivos y documentos internos de la organización Montoneros.
Lilia Ferreyra murió el 31 de marzo de 2015. Hasta el último día memorizaba el comienzo de Juan se iba por el río que dice: “Juan Antonio lo llamó su madre. Duda era su apellido. Su mejor amigo, Ansina, y su mujer, Teresa”.
En un predio de 16 hectáreas, pegado a la Avenida Lugones, frente a la ESMA, vecino al Parque de los Niños, sobre la costa del Río de la Plata, está el campo de deportes “Ernesto del Monte”, de la Armada. Ahora, el predio se subalquila para torneos de fútbol privados. Varios testimonios denunciaron que allí se arrojaban cadáveres de ex prisioneros y luego neumáticos que se incendiaban. A instancias de Patricia Walsh, el juez Sergio Torres autorizó al Equipo de Antropología Forense a realizar tareas preliminares, pero no se continuaron ni se excavó ni se aplicó la tecnología adecuada ni se preservó el lugar. Allí podrían estar, entre otros, los restos de Rodolfo Jorge Walsh, aquel que en la carta a la hija muerta escribió que el verdadero cementerio es la memoria.
Fuente: Diego Igal; www.revistasuperficie.com
Son 30 mil y fue un genocidio
A 40 años de "La Carta" y la heroica muerte de Walsh
Sábado 25 de marzo de 2017, por *
Cómo él
mismo lo dijo cuando mataron a Paco Urondo: Rodolfo hubiera podido
exiliarse y ser considerado un intelectual digno, famoso y comprometido,
pero eligió caer combatiendo, como unos meses antes había caído su hija
Vicky.
Concurrió a la cita envenenada en San Juan y Combate de los Pozos,
movido por un deber solidario hacia un compañero que le había pedido
auxilio en el teléfono de control. Este compañero, Jorge Salgado, que le
requería un lugar para esconderse, estaba en realidad en manos del
Grupo de Tareas 33/2 de la ESMA, que comandaba el capitán de corbeta
Jorge “El Tigre” Acosta. Y Acosta había logrado quebrarlo para que le
entregara al hombre que iba en su ayuda.
Rodolfo Jorge Walsh había recorrido calles de Constitución, buscando buzones donde depositar sobres dirigidos a periodistas, políticos, empresarios y diplomáticos, que contenían su inolvidable “Carta de un escritor a la Junta Militar”. Admirable en la rusticidad de su vestuario, terriblemente contrapuesto a las imágenes de muchos escritores fashion de hoy en día, Walsh transitaba metódicamente de un buzón a otro, con esa pinta de pastor rural que reforzaba un sombrero de paja a lo Van Gogh. Al medio del cinto, el falso pastor escondía un revólver 22 que no le iba a servir para resistir exitosamente una emboscada, pero sí para obligar a eventuales cazadores a tener que matarlo en el acto.
Y así fue.
En San Juan y Combate de los Pozos, aquella “esquina cualquiera” que Borges había anticipado en su nostalgia de los guapos que morían peleando, los vio venir inconfundibles, en el vuelco de la tarde: el Tigre, el Cuervo Astiz, que quiso tacklearlo sin éxito, el subcomisario Ernesto Webber y diez o doce siniestros más.
Sacó el 22 y tiró. Dicen que dejó rengo a un miembro de la patota que luego sería condecorado en una ceremonia secreta dentro de la ESMA. Los marinos lo “cortaron” con una ráfaga de FAL y cayó junto al árbol que había encontrado como parapeto para dispararles. Webber relató a sus compinches que el “tipo sangraba y no se moría nunca”. El le dio el tiro de gracia. Por esa continuidad de los parques de nuestra historia, catorce años más tarde el hijo de Webber, que también era subcomisario y asesino, participó como verdugo en la masacre del 20 de diciembre de 2001.
Prisioneros sobrevivientes, como Martín Gras (“Chacho”), vieron el cadáver acribillado de Rodolfo cuando lo llevaron a la ESMA. Dicen que los marinos lo quemaron en uno de sus macabros “asaditos” como a todos los que llegaban muertos a la Escuela de Mecánica de la Armada. Patricia, la segunda hija de Walsh que también es periodista y fue diputada, ha reclamado que busquen los restos calcinados y cotejen con su ADN. Sospecha que los miembros del GT/332 lo enterraron en el campo de deportes contiguo a la ESMA, que aún sigue siendo propiedad de la Armada. Hasta ahora nada se ha hecho judicialmente al respecto.
Por una de esas jugarretas absurdas del destino, Walsh que era super prolijo en temas de seguridad e inteligencia, llevaba entre sus ropas cuando lo mataron, el contrato de alquiler de la casa clandestina que habitaba junto a su compañera Lilia Ferreyra. Lilia, que falleció hace poco, me contó en el exilio mexicano de fines de los setenta lo que había ocurrido aquel 25 de marzo de 1977, al cumplirse un año y un día del golpe. Ella y Rodolfo habían tomado el tren en San Vicente que los conduciría a Constitución, con el tiempo un poco corto para llegar a sus respectivas citas. Mientras caminaban hacia la estación de San Vicente los alcanzó el hombre que les alquilaba la casa para entregarles el contrato de alquiler. Rodolfo quiso disuadirlo pero el casero insistió y entonces se lo tuvo que guardar en un bolsillo. Allí figuraba, obviamente, la dirección de la casa. Eso les permitió llegar a los asesinos.
En la noche del 25 al 26, Lilia –que temía lo peor porque Rodolfo no había regresado en el tiempo convenido- fue con Patricia, su marido, su pequeña hija, María y el nietito recién nacido que pretendían mostrarle al abuelo en un asado y salió espantada de la casa de San Vicente: “pasó algo muy malo”, les dijo y no les quedó otro remedio que huir hacia un lugar seguro.
Los marinos habían allanado –a lo bestia- la casa de Rodolfo y Lilia y se habían alzado con el archivo fotográfico del diario “Noticias” (que alguna sobreviviente comercializaría años después con distintas editoriales), el último cuento inédito de Walsh y el libro que estaba escribiendo, una especie de “Operación Masacre” a escala gigantesca. Después del allanamiento bombardearon la vivienda con lanzagranadas provocando el terror de los vecinos.
Se clausuraba de este modo una corta pero extraordinaria parábola existencial, que sólo había durado medio siglo. El cuentista prodigioso de “Los oficios terrestres” y “Esa mujer”, el hombre que se había adelantado a la CIA descifrando un mensaje en clave que llegó a la redacción de la agencia Prensa Latina, en La Habana, antes de Playa Girón, el fundador del periódico de la CGT de los Argentinos, el creador del “new journalism” –que se había adelantado siete años a la publicación de “A sangre fría”- había muerto como un valiente, enfrentando a la temible patota de la ESMA, arrebatándoles el gusto de torturarlo y exhibirlo como un trofeo en las catacumbas de la dictadura militar.
Los marinos que hicieron desaparecer su cadáver, también secuestraron sus últimos escritos inéditos, que algún día la justicia debería recuperar porque pertenecen al patrimonio cultural de los argentinos.
Por suerte se había salvado su “Carta de un escritor a la Junta Militar”, que no sólo es una obra maestra –comparable en estructura y lenguaje a las Catilinarias de Cicerón- sino una radiografía de espeluznante actualidad sobre los motivos reales que tuvieron los militares y sus patrones del poder económico para dar el golpe del 24 de marzo de 1976. El más sangriento de la Argentina moderna.
“En la política económica de este gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.
“En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40 por ciento, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30 por ciento, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales”.
Cualquier parecido con la actualidad no es pura coincidencia, como lo evidencian los párrafos siguientes:
“Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9 por ciento y prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial(…) Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuído el 40 por ciento, el de ropa más del 50 por ciento, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares(…) basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convierte en una villa miseria de 10 millones de habitantes”.
Y un final sinfónico, que merece reproducirse, aunque lo hagan miles de sitios en estas fechas:
“. Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauraciómn oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural…”
“. …la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos para un gobierno que venía a acabar con el ‘festín de los corruptos”.
“Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, donde estan los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.
Y lo más importante de todo, que muchos macartistas a la violeta no quieren ver:
“SI UNA PROPAGANDA ABRUMADORA, REFLEJO DEFORME DE HECHOS MALVADOS NO PRETENDIERA QUE ESA JUNTA PROCURA LA PAZ, QUE EL GENERAL VIDELA DEFIENDE LOS DERECHOS HUMANOS O QUE EL ALMIRANTE MASSERA AMA LA VIDA, AUN CABRIA PEDIR A LOS SEÑORES COMANDANTES EN JEFE DE LAS TRES ARMAS QUE MEDITARAN SOBRE EL ABISMO AL QUE CONDUCEN AL PAIS TRAS LA ILUSION DE GANAR UNA GUERRA QUE, AUN SI MATARAN AL ULTIMO GUERRILLERO NO HARIA MAS QUE EMPEZAR BAJO NUEVAS FORMAS, PORQUE LAS CAUSAS QUE HACE MAS DE VEINTE AÑOS MUEVEN LA RESISTENCIA DEL PUEBLO ARGENTINO NO ESTARAN DESAPARECIDAS SINO AGRAVADAS POR EL RECUERDO DEL ESTRAGO CAUSADO Y LA REVELACION DE LAS ATROCIDADES COMETIDAS”.
En algún lugar inhóspito y mal apropiado cerca del Río, algunas células heridas e incendiadas, algunas vértebras entrañables del Maestro, se revuelven entre las hojas de hierba. En las fotos que nos lo recuerdan vivo y atento, mira desde la Historia, con sus gruesos lentes, cargados de ironía y precisión matemática. Y nosotros, desde esta orilla, sólo podemos jurar que vamos a honrarlo –mientras vivamos- contando simplemente los hechos. Que, como él solía decir: “nunca te defraudan”.
Fuente: Miguel Bonasso; www.bonasso-loquenodije.blog.. .
Rodolfo Jorge Walsh había recorrido calles de Constitución, buscando buzones donde depositar sobres dirigidos a periodistas, políticos, empresarios y diplomáticos, que contenían su inolvidable “Carta de un escritor a la Junta Militar”. Admirable en la rusticidad de su vestuario, terriblemente contrapuesto a las imágenes de muchos escritores fashion de hoy en día, Walsh transitaba metódicamente de un buzón a otro, con esa pinta de pastor rural que reforzaba un sombrero de paja a lo Van Gogh. Al medio del cinto, el falso pastor escondía un revólver 22 que no le iba a servir para resistir exitosamente una emboscada, pero sí para obligar a eventuales cazadores a tener que matarlo en el acto.
Y así fue.
En San Juan y Combate de los Pozos, aquella “esquina cualquiera” que Borges había anticipado en su nostalgia de los guapos que morían peleando, los vio venir inconfundibles, en el vuelco de la tarde: el Tigre, el Cuervo Astiz, que quiso tacklearlo sin éxito, el subcomisario Ernesto Webber y diez o doce siniestros más.
Sacó el 22 y tiró. Dicen que dejó rengo a un miembro de la patota que luego sería condecorado en una ceremonia secreta dentro de la ESMA. Los marinos lo “cortaron” con una ráfaga de FAL y cayó junto al árbol que había encontrado como parapeto para dispararles. Webber relató a sus compinches que el “tipo sangraba y no se moría nunca”. El le dio el tiro de gracia. Por esa continuidad de los parques de nuestra historia, catorce años más tarde el hijo de Webber, que también era subcomisario y asesino, participó como verdugo en la masacre del 20 de diciembre de 2001.
Prisioneros sobrevivientes, como Martín Gras (“Chacho”), vieron el cadáver acribillado de Rodolfo cuando lo llevaron a la ESMA. Dicen que los marinos lo quemaron en uno de sus macabros “asaditos” como a todos los que llegaban muertos a la Escuela de Mecánica de la Armada. Patricia, la segunda hija de Walsh que también es periodista y fue diputada, ha reclamado que busquen los restos calcinados y cotejen con su ADN. Sospecha que los miembros del GT/332 lo enterraron en el campo de deportes contiguo a la ESMA, que aún sigue siendo propiedad de la Armada. Hasta ahora nada se ha hecho judicialmente al respecto.
Por una de esas jugarretas absurdas del destino, Walsh que era super prolijo en temas de seguridad e inteligencia, llevaba entre sus ropas cuando lo mataron, el contrato de alquiler de la casa clandestina que habitaba junto a su compañera Lilia Ferreyra. Lilia, que falleció hace poco, me contó en el exilio mexicano de fines de los setenta lo que había ocurrido aquel 25 de marzo de 1977, al cumplirse un año y un día del golpe. Ella y Rodolfo habían tomado el tren en San Vicente que los conduciría a Constitución, con el tiempo un poco corto para llegar a sus respectivas citas. Mientras caminaban hacia la estación de San Vicente los alcanzó el hombre que les alquilaba la casa para entregarles el contrato de alquiler. Rodolfo quiso disuadirlo pero el casero insistió y entonces se lo tuvo que guardar en un bolsillo. Allí figuraba, obviamente, la dirección de la casa. Eso les permitió llegar a los asesinos.
En la noche del 25 al 26, Lilia –que temía lo peor porque Rodolfo no había regresado en el tiempo convenido- fue con Patricia, su marido, su pequeña hija, María y el nietito recién nacido que pretendían mostrarle al abuelo en un asado y salió espantada de la casa de San Vicente: “pasó algo muy malo”, les dijo y no les quedó otro remedio que huir hacia un lugar seguro.
Los marinos habían allanado –a lo bestia- la casa de Rodolfo y Lilia y se habían alzado con el archivo fotográfico del diario “Noticias” (que alguna sobreviviente comercializaría años después con distintas editoriales), el último cuento inédito de Walsh y el libro que estaba escribiendo, una especie de “Operación Masacre” a escala gigantesca. Después del allanamiento bombardearon la vivienda con lanzagranadas provocando el terror de los vecinos.
Se clausuraba de este modo una corta pero extraordinaria parábola existencial, que sólo había durado medio siglo. El cuentista prodigioso de “Los oficios terrestres” y “Esa mujer”, el hombre que se había adelantado a la CIA descifrando un mensaje en clave que llegó a la redacción de la agencia Prensa Latina, en La Habana, antes de Playa Girón, el fundador del periódico de la CGT de los Argentinos, el creador del “new journalism” –que se había adelantado siete años a la publicación de “A sangre fría”- había muerto como un valiente, enfrentando a la temible patota de la ESMA, arrebatándoles el gusto de torturarlo y exhibirlo como un trofeo en las catacumbas de la dictadura militar.
Los marinos que hicieron desaparecer su cadáver, también secuestraron sus últimos escritos inéditos, que algún día la justicia debería recuperar porque pertenecen al patrimonio cultural de los argentinos.
Por suerte se había salvado su “Carta de un escritor a la Junta Militar”, que no sólo es una obra maestra –comparable en estructura y lenguaje a las Catilinarias de Cicerón- sino una radiografía de espeluznante actualidad sobre los motivos reales que tuvieron los militares y sus patrones del poder económico para dar el golpe del 24 de marzo de 1976. El más sangriento de la Argentina moderna.
La Carta
Adelantándose con gran lucidez a desmantelar sandeces como la “teoría de los dos demonios”, que se instalaría varios años después, Walsh identificó ya en aquel entonces, el verdadero motivo del golpe cívico-militar:“En la política económica de este gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.
“En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40 por ciento, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30 por ciento, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales”.
Cualquier parecido con la actualidad no es pura coincidencia, como lo evidencian los párrafos siguientes:
“Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9 por ciento y prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial(…) Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuído el 40 por ciento, el de ropa más del 50 por ciento, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares(…) basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convierte en una villa miseria de 10 millones de habitantes”.
Y un final sinfónico, que merece reproducirse, aunque lo hagan miles de sitios en estas fechas:
“. Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauraciómn oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural…”
“. …la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos para un gobierno que venía a acabar con el ‘festín de los corruptos”.
“Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, donde estan los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.
Y lo más importante de todo, que muchos macartistas a la violeta no quieren ver:
“SI UNA PROPAGANDA ABRUMADORA, REFLEJO DEFORME DE HECHOS MALVADOS NO PRETENDIERA QUE ESA JUNTA PROCURA LA PAZ, QUE EL GENERAL VIDELA DEFIENDE LOS DERECHOS HUMANOS O QUE EL ALMIRANTE MASSERA AMA LA VIDA, AUN CABRIA PEDIR A LOS SEÑORES COMANDANTES EN JEFE DE LAS TRES ARMAS QUE MEDITARAN SOBRE EL ABISMO AL QUE CONDUCEN AL PAIS TRAS LA ILUSION DE GANAR UNA GUERRA QUE, AUN SI MATARAN AL ULTIMO GUERRILLERO NO HARIA MAS QUE EMPEZAR BAJO NUEVAS FORMAS, PORQUE LAS CAUSAS QUE HACE MAS DE VEINTE AÑOS MUEVEN LA RESISTENCIA DEL PUEBLO ARGENTINO NO ESTARAN DESAPARECIDAS SINO AGRAVADAS POR EL RECUERDO DEL ESTRAGO CAUSADO Y LA REVELACION DE LAS ATROCIDADES COMETIDAS”.
En algún lugar inhóspito y mal apropiado cerca del Río, algunas células heridas e incendiadas, algunas vértebras entrañables del Maestro, se revuelven entre las hojas de hierba. En las fotos que nos lo recuerdan vivo y atento, mira desde la Historia, con sus gruesos lentes, cargados de ironía y precisión matemática. Y nosotros, desde esta orilla, sólo podemos jurar que vamos a honrarlo –mientras vivamos- contando simplemente los hechos. Que, como él solía decir: “nunca te defraudan”.
Fuente: Miguel Bonasso; www.bonasso-loquenodije.blog..
Son 30 mil y fue un genocidio
Trabajadoras y Trabajadores de Télam homenajearon a Rodolfo Walsh
Sábado 25 de marzo de 2017, por *
A continuación, compartimos el comunicado de la comisión Gremial interna de la Agencia Télam.
“Las
trabajadoras y trabajadores de Télam realizaron un homenaje a la figura
del militante revolucionario, escritor y periodista Rodolfo Walsh. El
hall de la planta baja del edificio de Avenida Belgrano ahora lleva su
nombre. La Comisión Gremial Interna del Sindicato de Prensa de Buenos
Aires (SiPreBa) descubrió una placa alusiva en conmemoración con el
41er. aniversario del golpe cívico-militar y los 40 años del asesinato
del escritor.
"La ceremonia se realizó en la Agencia con la participación de Taty Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y madre de Alejandro Almeida, uno de los tres trabajadores de la Agencia detenidos-desaparecidos por el terrorismo de Estado. Célica Gómez y Héctor Jesús Ferreiros fueron los otros dos compañeros recordados.
También estuvieron en el acto el secretario General del Sipreba, Fernando "Tato" Dondero; el secretario de Derechos Humanos del sindicato, Tomás Eliaschev; y la académica Natalia Vinelli, autora de algunas de las investigaciones más exhaustivas sobre la obra de Walsh. También se hizo un reconocimiento a las compañeras desaparecidas en el período 76-83.
El escritor, asesinado el 25 de marzo de 1977, fue el protagonista de algunas de las experiencias más importantes de la historia periodística argentina; entre ellas, dirigió el Semanario de la CGT de los Argentinos, la agencia de noticias ANCLA y el proyecto Cadena Informativa. También fue corresponsal de Prensa Latina, la agencia fundada en 1959 por los líderes de la Revolución Cubana. Desde allí descifró un cable que contenía información encriptada sobre un desembarco armado en Playa Girón enviado por del gobierno estadounidense, que permitió al gobierno revolucionario prepararse en la resistencia a la invasión.
Como escritor y como periodista, Walsh es un exponente del periodismo documentado, riguroso, basado en el testimonio crudo, directo y atravesado por una narrativa poderosa, lejano al ideario liberal de las "dos campanas" que promueve la ficción de una neutralidad inalcanzable. Los trabajadores defendemos ese ejemplo y asumimos esa tradición en nuestra práctica periodística".
Fuente: www.sipreba.org
* Equipo de Comunicación del Sindicato de Prensa de Buenos Aires
"La ceremonia se realizó en la Agencia con la participación de Taty Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y madre de Alejandro Almeida, uno de los tres trabajadores de la Agencia detenidos-desaparecidos por el terrorismo de Estado. Célica Gómez y Héctor Jesús Ferreiros fueron los otros dos compañeros recordados.
También estuvieron en el acto el secretario General del Sipreba, Fernando "Tato" Dondero; el secretario de Derechos Humanos del sindicato, Tomás Eliaschev; y la académica Natalia Vinelli, autora de algunas de las investigaciones más exhaustivas sobre la obra de Walsh. También se hizo un reconocimiento a las compañeras desaparecidas en el período 76-83.
El escritor, asesinado el 25 de marzo de 1977, fue el protagonista de algunas de las experiencias más importantes de la historia periodística argentina; entre ellas, dirigió el Semanario de la CGT de los Argentinos, la agencia de noticias ANCLA y el proyecto Cadena Informativa. También fue corresponsal de Prensa Latina, la agencia fundada en 1959 por los líderes de la Revolución Cubana. Desde allí descifró un cable que contenía información encriptada sobre un desembarco armado en Playa Girón enviado por del gobierno estadounidense, que permitió al gobierno revolucionario prepararse en la resistencia a la invasión.
Como escritor y como periodista, Walsh es un exponente del periodismo documentado, riguroso, basado en el testimonio crudo, directo y atravesado por una narrativa poderosa, lejano al ideario liberal de las "dos campanas" que promueve la ficción de una neutralidad inalcanzable. Los trabajadores defendemos ese ejemplo y asumimos esa tradición en nuestra práctica periodística".
Fuente: www.sipreba.org
En la esquina más oscura de la historia
El escritor fue emboscado por un grupo de tareas en la intersección de las avenidas Entre Ríos y San Juan, un día después de hacer pública su conocida Carta abierta a la Junta Militar.
Rodolfo Walsh decidió hacer pública su célebre Carta abierta a la Junta Militar
el 24 de Marzo de 1977, en coincidencia con el primer aniversario del
golpe de estado perpetrado por las tres fuerzas armadas. Esa decisión,
que confirma la valentía del escritor y es y será políticamente
inobjetable, fue sin embargo el hecho que acabó costándole la vida.
Un día después Walsh fue emboscado por un grupo de tareas que intentaba concretar su secuestro. Lo sorprendieron en una de las esquinas formadas por el cruce de las avenidas Entre Ríos y San Juan, en el límite este del barrio de San Cristobal. El autor de Operación Masacre defendió su libertad a los tiros, pero fue acribillado a balazos. Sus captores consiguieron capturarlo, ya moribundo, para trasladarlo a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde entonces funcionaba el mayor centro clandestino de detención, en el que se torturó, asesinó e hizo desaparecer a miles de personas. Continúa sin saberse a ciencia cierta en qué momento de esa larga secuencia Rodolfo Walsh finalmente murió.
La estación de la Línea E del Subterráneo de Buenos Aires ubicada en esa esquina trágica hoy lleva su nombre.
Un día después Walsh fue emboscado por un grupo de tareas que intentaba concretar su secuestro. Lo sorprendieron en una de las esquinas formadas por el cruce de las avenidas Entre Ríos y San Juan, en el límite este del barrio de San Cristobal. El autor de Operación Masacre defendió su libertad a los tiros, pero fue acribillado a balazos. Sus captores consiguieron capturarlo, ya moribundo, para trasladarlo a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde entonces funcionaba el mayor centro clandestino de detención, en el que se torturó, asesinó e hizo desaparecer a miles de personas. Continúa sin saberse a ciencia cierta en qué momento de esa larga secuencia Rodolfo Walsh finalmente murió.
La estación de la Línea E del Subterráneo de Buenos Aires ubicada en esa esquina trágica hoy lleva su nombre.
En "Esa mujer", uno de sus cuentos más reconocidos, Walsh alude al secuestro del cadáver de Eva Perón, aunque su nombre nunca es mencionado. Acá el texto completo leído por el propio autor.
En la nota introductoria del volumen, Walsh comenta: “El cuento titulado ‘Esa mujer’ se refiere, desde luego, a un episodio histórico que todos en la Argentina recuerdan. La conversación que se reproduce es, en lo esencial, verdadera.”
Aquí, en versión completa, el cuento “Esa mujer” en la voz del propio Rodolfo Walsh.
"Esa Mujer", Rodolfo Walsh
https://youtu.be/8TiWS_mUx2c
La voz de Rodolfo Walsh recorre el capítulo 23 de "Operación Masacre", en el que narra el asesinato de un grupo de hombres que participaron del alzamiento contra el gobierno golpista del general Lonardi.
Cinco hombres murieron aquella noche y otros siete sobrevivieron. Los relatos de esos siete hombres constituyen los hilos que Walsh utiliza para unificar un relato múltiple. En este registro, el propio escritor recorre el capítulo 23 de su propio libro, en el que narra la masacre que da nombre a su investigación. El audio pertenece a un cassette titulado “Rodolfo Walsh – relatos”, que integró una serie editada en 1986 por la Casa de las Américas. El cassette, que incluía fragmentos de algunas de sus obras, siempre leídos por él, fue digitalizado por la Universidad Nacional de La Plata.
"Operación masacre", en la voz de Rodolfo Walsh
https://youtu.be/irv0Vtae-Gg
Walsh, el periodista y el revolucionario imprescindible
Rodolfo,
Beto, Esteban, Neurus, Norberto Pedro Freyre, como se llamó o como lo
llamaron sus compañeros de militancia, es uno de los íconos tanto del
periodismo crítico, ese oficio que vapulean las empresas de medios e
incluso algunos periodistas aun en su nombre así como de la militancia
revolucionaria de los años setenta.
Si como él escribió, el cementerio de los
revolucionarios es la memoria, el suyo es fuerte y resiste el paso de
los años como pocos. Hace exactamente cuatro décadas que Rodolfo Walsh
fue detenido de manera ilegal y luego desaparecido, sin haber sido
encontrados sus restos hasta el día de hoy. Astiz lo tacleó cuando
caminaba, a contramano por seguridad, por la calle San Juan casi al
llegar a Combate de los Pozos. Rodolfo, que estaba cansado, que venía
golpeado por la caída de compañeros de manera casi diaria e incluso de
su hija Vicky en un combate desigual al que el ejército dedicó
dotaciones enteras para bajar a un puñado de militantes que resistieron
heroicamente, sabía que esa situación llegaría y que “caer o no caer a
esta altura es una cuestión de azar”. Venía de depositar en una sede del
Correo Argentino diez copias de la Carta Abierta a la Junta Militar,
que había terminado de escribir la noche anterior, a un año del golpe
cívico-militar-eclesiástico. Rodolfo se sacó de encima al “ángel de la
muerte” y resistió con su Walther PPK calibre 22, porque él entendía que
había que resistir a través de las teclas de la Olympia portátil pero
también con las armas en la mano. Fue herido y llegó muerto o al borde
de la muerte a la ESMA.
Es imprescindible recordar a Rodolfo Walsh no
desde la nostalgia por lo que fue, sino fundamentalmente para aprender.
Porque Rodolfo nos enseña todo el tiempo, enseña que se puede hacer
periodismo aun en las peores condiciones de censura y de persecución. Y
que para ser crítico hay que ser riguroso, porque quienes nos
comprometemos con una causa no somos charlatanes ni opinólogos de café,
sino que hablamos sobre cosas que conocemos y escribimos para aportar a
transformar la injusta realidad. Por eso sus investigación exceden la
belleza literaria para convertirse en herramientas de lucha que rompen
el aislamiento y enfrentan el terror. Escribió sobre los fusilados de
José León Suárez durante la Revolución Fusiladora, en lo que además de
convertirse en una espectacular obra literaria mostró lo que la
dictadura pretendió ocultar. Desenmascaró el rol de la burocracia
sindical liderada por Augusto Timoteo Vandor, en Quién mató a Rosendo.
En Prensa Latina, desde donde apoyó activamente a la Revolución Cubana,
descifró los cables secretos de la CIA antes de que desembarque la
invasión yanqui en Playa Girón, a la que el pueblo cubano derrotó con
heroismo y tenacidad, con Fidel y el Che la cabeza. También usó
brillantemente la máquina de escribir para denunciar las penurias y
atropellos cotidianos contra los nadies, como los presos torturados y
asesinados en las comisarías, los pibitos de los barrios fusilados “con
un disparo de prevención”. En páginas de absoluta vigencia hoy, como la
serie “La Secta de la Picana” o el artículo “La Secta del Gatillo
Alegre”, recorrió desde las detenciones arbitrarias hasta las
extorsiones y el conjunto de la criminalidad policial.
Walsh nos enseña que el trabajador de prensa es
parte de la clase trabajadora y escribe en el semanario de la CGT de los
Argentinos, esa CGT que por única vez en su historia tuvo una
conducción combativa, que se enfrentó a la dictadura y a la burocracia
sindical colaboracionista. Allí redacta, fruto del debate colectivo y
como resultado de la acumulación política de años, el programa del 1º de
mayo de 1968.
Rodolfo nos enseña que con el periodismo no
alcanza. Porque “un intelectual que no comprende lo que pasa en su
tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo
no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia
viva de su tierra”. No hace falta decir que Walsh nunca eligió el
llanto, sino la acción.
Por último, también nos muestra su humildad y su
relación con el pueblo argentino, tan lejos de los periodistas estrella o
de los dirigentes que se despegan de sus bases. El 2 de julio de 1974
Walsh titula, para el diario Noticias que editaba Montoneros, la
organización revolucionaria en la que militaba: “DOLOR”, grande y en
letras negras, en referencia a la muerte de Juan Domingo Perón, con
quien meses atrás habían roto relaciones públicamente. Lo escribe así,
“mas allá del fragor de la lucha política que lo envolvió”, es decir mas
allá de las grandes diferencias que sostiene él y su organización con
el histórico dirigente, a quien parafrasea en “Un oscuro día de
justicia” en donde se permite una metáfora sobre la relación entre el
pueblo y el líder y la revolución. En la misma línea, no ocultó las
diferencias con la dirección de su organización y hasta el último día
sostuvo un importante debate político por el camino que adoptó
Montoneros durante la dictadura, la relación con organizaciones como el
PRT ERP, la lectura del momento defensivo que requería “cuidar lo que
quedaba” en lugar de exponerse, lo que dos años mas tarde se
cristalizaría en la “contraofensiva” lanzada por la organización.
Con sus virtudes y con sus contradicciones, con
nuestras diferencias, es necesario volver a Walsh, el periodista y el
militante revolucionario, cosas que en este caso no se pueden disociar,
para aprender de cada línea que nos dejó en su obra, de cada una de sus
acciones militantes.