Los primeros días del Che en La Habana
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A La Cabaña arribamos en la madrugada del 3 de enero. Nos aguardaba
el que fungía como jefe de la fortaleza, coronel Manuel Varela Castro,
que según tengo entendido pertenecía al grupo de los denominados “soldados
puros”, junto con José Ramón Fernández y otros. Se le informó al Che
sobre la tropa acantonada en el polígono, que estaba compuesta de
soldados desarmados, y él decidió no pasar revista. Se dirigió al Club
Militar, donde permanecían los oficiales comprometidos y los presos. La
oficialidad aún portaba sus armas cortas.
En medio de una asombrosa calma, nos dirigimos a la antigua Jefatura. Después de ordenar algunos detalles y recibir el mando, nos retiramos a la casa del Comandante de La Cabaña, el teniente coronel Fernández Miranda, hermano de la esposa del dictador Fulgencio Batista, quien había huido del país, al igual que todos los más connotados batistianos.
Lo sucedido en esas primeras horas parecía inusual. Ante una fortaleza como aquella, resultaba extraño observar cómo esa masa de soldados se subordinó al mando rebelde sin oposición de ninguna índole. Este hecho nos dijo mucho acerca del resquebrajamiento moral de la dictadura, pero sobre todo de la confianza y el respeto por el nuevo Ejército Rebelde, que contaba con el apoyo incondicional de todo el pueblo.
El Che y todos los integrantes de la comandancia nos ubicamos en la casa de Fernández Miranda y allí amanecimos; la mayoría durmió en el cuarto grande y a mí me dejaron el más pequeño. Dormí pocas horas —el descanso todavía no nos era permitido—; por demás, las dos o tres compañeras que habíamos llegado con la tropa tuvimos que darnos a la tarea de buscar entre la ropa de la esposa de Fernández Miranda, para poder cambiarnos.
En la mañana el Che trabajó en la casa, en una pequeña oficina, para después retornar a la Jefatura. En el trayecto, los que lo seguimos íbamos curioseándolo todo: los jardines, la vista al mar, maravillados de lo agradable del lugar. Éramos los desposeídos, quienes por primera vez nos sentíamos dueños de nuestro destino. Nos enfrentábamos a las primeras brisas. El Che ya había advertido que a partir de ese instante era que comenzaba la verdadera lucha revolucionaria.
Renacía una nueva vida para todos. Al caos inicial se le fue restituyendo el orden y se dieron los primeros pasos para organizarnos, para lo cual se utilizaron otras casas de los alrededores.
El día 5 de enero nos trasladamos en un avión de carga hasta Camagüey. Yo no sabía a dónde nos dirigíamos y mucho menos con quién nos encontraríamos. Durante el viaje, el Che comenzó a dictarme algunos apuntes sobre el deber del soldado rebelde. De esta forma me inicié en mi primer trabajo, todavía sin haberse definido oficialmente. Pero lo más importante era que ya el Che estaba ordenando sus pensamientos, para ponerlos en función de las tareas que sabía imprescindibles para el mejor desempeño del proceso revolucionario.
Yo me quedé en un local dentro del aeropuerto en compañía del comandante Manuel Piñeiro (Barbarroja) y Demetrio Montseny (Villa), para después retornar a La Habana junto al Che, quien en realidad había ido a encontrarse con Fidel, en el aeropuerto mismo, para examinar los pasos que se estaban dando y recibir nuevas orientaciones. Existe testimonio gráfico de aquel encuentro de Fidel y el Che, en que se ve que los dos hablan, relajados y satisfechos.
El 7 de enero fuimos en auto hasta Matanzas, donde el Che se reunió nuevamente con Fidel. Me quedé en un cubículo cercano y allí conocí a Celia Sánchez y más tarde a Fidel, a quien el Che trajo para presentármelo.
Era la primera vez que lo veía y lo evoco como si fuera hoy. Para mí, Fidel ha tenido siempre el don de volverme muda. ¿Cuántas cosas le podía haber dicho en ese instante? Pero las palabras no me salían, era como si algo misterioso las retuviera en el corazón. Quizás le podía haber expresado lo que aquel encuentro significaba para mí, decirle que me parecía conocerlo desde hacía mucho tiempo. Además, había sido con él y por él que mi vida tenía un objetivo, algo por lo que merecía vivirse. Y eso que yo ignoraba cuánto habría de agradecerle, no solo por todo lo que le debo en el presente, sino porque de no ser por él nunca hubiera conocido al Che.
Ese mismo día retornamos a La Habana, para esperar el arribo de Fidel el 8 de enero, fecha inolvidable y repleta de emociones encontradas. Vimos la llegada desde las murallas de la fortaleza de La Cabaña, en esa vista panorámica mezclada de mar y oleadas de pueblo.
El orden se fue imponiendo, hasta donde se podía, en un proceso revolucionario que apostaba por barrer el pasado turbulento de una república que nunca pudo alcanzar su plenitud. En medio de esa efervescencia, me encontré poniendo orden a mi vida personal y adaptándome a la capital.
(…) El Che salía con los escoltas, siempre en mi compañía, para hacer gestiones de trabajo; transitábamos por las calles del Malecón, donde nos perdíamos; al no conocer los lugares, a veces nos parábamos frente a una luz roja, creyendo que era un semáforo y luego nos percatábamos de que era la luz de una farmacia, lo que terminaba en bromas y risas. Parafraseando el título de una película, éramos “unos campesinos en La Habana”.
(…)
En medio de todo, la fortaleza de La Cabaña se había convertido en uno de los bastiones de la Revolución, y el Che comenzaba a perfilarse como uno de sus dirigentes más capaces y carismáticos. De la tropa analfabeta y poco preparada para los nuevos retos, había que comenzar a seleccionar los futuros cuadros que necesitaría el país y para ello había que actuar con firmeza, sin dejarles tiempo libre.
En pocos días La Cabaña se transformó en una gran escuela formadora y se crearon pequeñas fábricas, continuadoras de las fundadas por el Che en la Sierra Maestra y precursoras de su futura labor en el proceso de industrialización del país. Se publicaba una especie de revista con el nombre de Cabaña Libre, que en una de sus páginas trataba temas culturales; y se organizaban actos, a los que asistían importantes personalidades de la cultura nacional, entre ellas Nicolás Guillén y la declamadora Carmina Benguría.
Era un movimiento incesante, que perseguía como objetivo central la formación del Ejército Rebelde. Se crearon escuelas de alfabetización y seguimiento, con mucho esfuerzo y tesón porque no pocas veces se daban las evasivas e indisciplinas de soldados, que en el combate fueron ejemplo de valentía y coraje y, sin embargo, no eran capaces de entender el porqué de las nuevas exigencias.
Para el Che significaba un doble esfuerzo, porque al enorme trabajo cotidiano se le sumaba su constancia y dedicación por tratar de resumir las experiencias vividas, que sirvieran de ejemplo a los posibles movimientos revolucionarios que, como el cubano, estuvieran dispuestos a iniciar la lucha de liberación nacional.
Esa, quizás, fue una de las facetas que más impacto y asombro provocaba, porque se sabía, hasta el momento, de sus dotes de estratega militar, pero nada acerca de su formación teórica, a pesar de la fama de comunista que se había ganado en algunos sectores.
En realidad, para muchos el discurso que pronunció en la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, a escasos días del triunfo de la Revolución, representó el primer punto de referencia para amigos y enemigos. En esa disertación perfiló con total claridad las proyecciones del Ejército Rebelde, en su condición de vanguardia y de futuros cuadros para la Revolución, además de intentar un análisis en el que trató de acercarse a un enfoque marxista, hasta donde la situación del momento lo permitía. Este fue el preámbulo de lo que más tarde conformaría su legado teórico.
Lo importante para todos era el trabajo enorme y variado que teníamos por delante. En enero se organizaron los Tribunales Revolucionarios y comenzaron los primeros juicios a los esbirros de la tiranía, a partir del trabajo ejecutado por una Comisión depuradora e investigadora, presidida por el capitán del Ejército Rebelde y abogado, el compañero Miguel Ángel Duque de Estrada.
Este ha sido siempre un tema controversial y tergiversado por nuestros enemigos, a pesar de que representó un acto legítimo de justicia revolucionaria, en el que no medió el ensañamiento ni la improvisación. Se actuó con las normas procesales propias de estos casos y recuerdo que el Che, aunque no asistió a ninguno de estos juicios, ni tampoco presenció los fusilamientos, sí participó en algunas apelaciones y se entrevistó con algunos familiares que iban a pedir clemencia, en correspondencia con nuestro actuar humanista y de respeto para con el enemigo, ante una decisión que, aunque justa, no dejaba de ser desagradable.
Oscar Fernández Mell, Adolfo Rodríguez de la Vega y Antonio Núñez Jiménez fueron los ayudantes del Che en La Cabaña. Se creó la Inteligencia Militar, a cargo de Arnaldo Rivero Alfonso, para actuar como una especie de control de la policía sobre los soldados rebeldes.
En cuanto a mí, el cúmulo de trabajo era enorme, porque sobre todo me tocaba atender las necesidades y problemas personales de los soldados, según lo ordenado por el Che, además de tratar de controlar la cantidad de personajes y periodistas que llegaban para intentar verlo.
Existen innumerables fotos de la época que registran la presencia de personalidades nacionales o extranjeras, como Herbert Matthews, Loló de la Torriente y de una corte de mujeres de diferentes estratos y profesiones que solicitaban audiencia para ser recibidas por el Che.
(…) Nos visitaban también combatientes de la lucha clandestina. Yo creo que algunos lo hacían con el objetivo de conocer de cerca al “comunista” que había liberado a Las Villas y otros para ver al que ya era un legendario combatiente, que al igual que Máximo Gómez, el Generalísimo de nuestras luchas libertarias contra la metrópoli española, nacido en República Dominicana, había arriesgado su vida por la conquista de la independencia tanto tiempo escamoteada. Máximo Gómez en su tiempo y el Che al triunfo revolucionario, fueron proclamados, según nuestra constitución, cubanos por nacimiento.
Mi oficina provisional en la residencia era mi propia habitación. Recuerdo que el perro de la casa no soportaba a los soldados. Nunca supe si solo era con los nuestros o si era un rechazo general. Los antiguos moradores no solo dejaron al perro, sino también películas de los niños y de la familia y alguna otra cosa que en la huida no se pudieron llevar. Cuando abandoné La Cabaña para trasladarme a Tarará, llevé conmigo al perrito, que permaneció a nuestro cuidado hasta su muerte.
Comencé también de “tesorera”, utilizando un dinero que se tenía en fondo desde la etapa del Escambray, y cuya documentación y registros aún conservo. Aunque parezca sorprendente, esa era la austeridad con que actuábamos: el Che ordenó distribuir diez pesos por cada soldado para sus vacaciones.
(…)
Dentro de la intensidad de sucesos, puedo reconstruir nítidamente la visita de extranjeros, entre ellos unos haitianos que conversaron largamente con el Che, en busca de apoyo cubano en sus intentos por derrocar el régimen dictatorial de Duvalier. A la luz del tiempo, puedo entender que en ocasión tan temprana como febrero de 1959, se dieran los primeros pasos para conocer y colaborar con los movimientos de liberación, así como con las fuerzas progresistas del mundo, de lo cual fui testigo privilegiado.
(…)
Los acontecimientos se precipitaron. Llegaron sus padres el 18 de enero y fuimos a recibirlos al aeropuerto. Enseguida el padre le preguntó quién era yo, y fue cuando el Che me presentó como la mujer con la que se iba a casar. Más tarde, nos trasladamos para el hotel donde se alojarían. Fue en realidad muy emocionante, porque el Che respiraba felicidad por todos sus poros desde el mismo momento en que los vio. Existen fotos y una pequeña filmación del encuentro en que aparece el Che con una expresión de alegría y sentimientos desbordados, después de tantos años de separación.
(…)
Así llegó febrero y con él mi cumpleaños, que no fue muy agradable. Ya el Che presentaba los síntomas de un enfisema pulmonar, secuela de los tiempos difíciles de la guerrilla y de lo agitado de los primeros días del triunfo revolucionario. (…)
Con posterioridad, en los primeros días de marzo, nos trasladamos para una casa en Tarará con el propósito de que el Che se recuperara, lejos de tanto trajín e infinitas tareas. Nos acompañaba su escolta, a la que consideraba mis hermanos y a la que muchas veces tuve que defender ante alguna que otra indisciplina, en una especie de complicidad colmada de afecto. (…)
La famosa casa de Tarará —que motivó una carta irrespetuosa y con toda maledicencia hacia el Che, publicada en la revista Carteles, y debidamente respondida por este—, era una casa diseñada con muy buen gusto, aunque lo más significativo era que había pertenecido a un inspector de aduana vinculado a la dictadura, que supuestamente solo devengaba un modesto sueldo. La pregunta era de dónde había salido el dinero para esos lujos en la playa; así vivían los usurpadores del dinero del pueblo.
Aunque no fueron nada más que dos meses y días los que vivimos en esa casa, recapitular ese tiempo me complace extraordinariamente porque, aunque no llegó a ser un hogar definitivo, ni tan siquiera de descanso propiamente “no nos bañamos ni un día en la playa”, nos sentimos más cerca uno del otro y pudimos tener mayor intimidad.
(…) era una casa confortable que permitía que el Che pudiera realizar los despachos desde su habitación. Al no poder viajar diariamente a La Cabaña, podía permanecer acostado todo el tiempo y a mí me permitía moverme con entera libertad. Se respiraba un aire diferente y más elegante y cómodo que allá, al estar la casa rodeada de grandes ventanales con cristales opacos y tener mucha ventilación, porque estaba situada en una pequeña colina.
En los bajos, entre otros detalles, tenía un despacho pequeño, apartado y situado en el extremo. En los altos, en la amplia habitación ocupada por el Che, había muebles de cuidadas líneas, un sofá pequeño a rayas y un vestidor grandísimo. Al lado había un gran cuarto de baño enchapado en mármol, unido a un closet vestidor. Después venía otra habitación, que era mi cuarto, porque como no estábamos casados oficialmente, debido a mis rezagos y tabúes, aparentábamos dormir separados. Al final del pasillo, y a todo lo largo, había un gran cuarto donde se quedaba la escolta, y un pequeño pantry.
Al bajar nos encontrábamos con el salón, lugar histórico, del que se conservan fotos, porque en él se discutió, se preparó y se redactaron las innumerables versiones de la primera Ley de Reforma Agraria; después, el comedor recubierto con madera y una cocina moderna que daba al garaje, donde recuerdo había una pequeña bodega, para complacer el gusto de los antiguos moradores.
(…) Allí también el Che tenía implantado un régimen de disciplina, con maestro y todo, para que los soldados de la escolta continuaran sus estudios.
Claro que todo no siempre transcurría con total comprensión. En uno de esos días se recibió una visita de compañeros nicaragüenses y para mi sorpresa el Che me mandó a salir de la reunión, cosa que no entendí porque lo habitual era que yo estuviera presente, como había sucedido con dominicanos, panameños y haitianos. Cuando salí, comencé a llorar y a poner en duda la confianza que me tenía el Che.
Después me explicó que iba a ser una reunión muy compleja, donde tenía que decir cosas muy desagradables que no quería que yo presenciara, porque ellos se iban a sentir muy abrumados. Estaba realmente apenado, pero de paso me sirvió para entender el alcance futuro de esas actividades.
Si algo me reprocho en la actualidad es no haber tenido mayor perspicacia para vislumbrar ese futuro y no haberme preocupado por dejar constancia de esos hechos, al menos aunque solo fueran breves apuntes. Claro está que ninguno de nosotros medía la magnitud y el significado real de lo que estaba ocurriendo y la trascendencia de esos contactos en la preparación de los grupos que encabezarían los movimientos de liberación en nuestro continente. Como no recibí tampoco la orden de tomar notas de esos encuentros y reuniones, a pesar de que siempre estuve presente, tengo que lamentarlo más que nunca ahora que quiero contarlos y soy consciente de las limitaciones de la memoria debido a los años transcurridos.
Mientras tanto, en Tarará cobraba forma una de las leyes más esperadas por el pueblo cubano: la Ley de Reforma Agraria. Muchas razones explican que el Che fungiera como una especie de coordinador del proyecto porque, desde la Sierra Maestra, Fidel le había encomendado a Sorí Marín y a él ese trabajo, además de que al llegar al Escambray la aplicó en los territorios bajo su mando.
Esas reuniones se hicieron cotidianas durante muchas noches, Fidel asistía en la medida que el tiempo se lo permitía, sobre todo porque en esa época vivía en Cojímar. Asimismo iban Raúl y Vilma, Núñez Jiménez, Oscar Pino-Santos, Alfredo Guevara, entre otros, para darle forma final al documento que se presentaría en mayo de ese año.
También frecuentaba la casa Carlos Rafael Rodríguez, lo recuerdo muy bien; se pasaba prácticamente la noche discutiendo con el Che y le tomaba a veces hasta la mañana. Estaba presenciando el preámbulo de lo que con posterioridad devino una de las polémicas teóricas más significativas realizadas en el mundo socialista y en la cual ambos fueron protagonistas de primer orden aunque, por supuesto, faltaba mucho por definir y hacer.
(Fragmentos del libro Evocación/ Tomado del sitio Che Guevara Libros)
Teólogo brasileño y uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación. Es el autor del libro “Fidel y la Religión”.
Primero de enero de 2019, los 60 años de la Revolución cubana. ¿Quién lo diría? Para la soberbia de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, la osadía de los barbudos de la Sierra Maestra al sustraer a Cuba de la esfera de dominio del Tío Sam era “un mal ejemplo” que debía ser borrado cuanto antes de las páginas de la historia. La CIA movilizó y entrenó a miles de mercenarios, y Kennedy los mandó a invadir a Cuba (1961). Fueron vergonzosamente derrotados por un pueblo en armas. Y, además, la hostilidad de la Casa Blanca llevó a Cuba a alinearse con la Unión Soviética. El tiro les salió por la culata. Agredir a Cuba significó entonces calentar la Guerra Fría, como demostró la Crisis de Octubre (1962).
El Tío Sam no puso sus barbas en remojo. Transformó a los cubanos exiliados en Miami en terroristas que derribaron aviones, hicieron explotar bombas, promovieron sabotajes. E invirtió una fortuna para alcanzar el más espectacular objetivo terrorista: eliminar a Fidel. Fueron más de 600 atentados. Todos fracasados. Fidel falleció en su cama, rodeado por su familia, el 25 de noviembre de 2016, poco antes de que la Revolución cumpliera 58 años. Había sobrevivido a 10 ocupantes de la Casa Blanca que autorizaron acciones terroristas contra Cuba: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo.
Fracasada la invasión de Girón, se impuso el bloqueo a Cuba (1961), medida criticada por tres papas que visitaron La Habana: Juan Pablo II (1998), Benedicto XVI (2012) y Francisco (2015). Pero la Casa Blanca no escucha voces sensatas. Prefiere aislarse, acompañada por Israel, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas vota cada año sobre el tema del bloqueo. En 2018, por vigésimo séptima vez, 189 países se manifestaron contra el bloqueo a Cuba.
Tras la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética (1989), los profetas de la desgracia anunciaron el fin del socialismo cubano. No podía fallar la teoría del dominó… Se equivocaron. Cuba resistió, soportó el Período Especial (1990-1995) y se adaptó a los nuevos tiempos de la globalización.
Muchos se preguntan por qué los Estados Unidos no invadieron a Cuba con tropas convencionales (después de la derrota de los mercenarios), como hicieron en Somalia (1993), Granada (1983), Afganistán (2001), Iraq (2003), Libia (2011), Siria (2017), Níger (2017) y Yemen (2018). La respuesta es sencilla: una potencia bélica es capaz de ocupar un país y derribar su gobierno. Pero no de derrotar a un pueblo. Los estadounidenses aprendieron esa lección dolorosamente en Vietnam, de donde fueron expulsados por un pueblo campesino (1955-1975). Atacar a Cuba habría significado enfrentar una guerra popular. Después de la humillación sufrida en el Sudeste Asiático, la Casa Blanca prefirió no correr el riesgo.
¿Por qué Cuba les molesta a tantos que asocian indebidamente el capitalismo con la democracia? Porque Cuba convence a las personas intelectualmente honestas que no se dejan llevar por la propaganda anticomunista basada en prejuicios y no en hechos como que a pesar de la campaña mundial contra la Revolución, en la isla nadie muere de hambre, anda descalzo, es analfabeto después de los 6 años de edad, necesita tener dinero para ingresar en la escuela o cuidar de su salud, trátese de una gripe o de una compleja cirugía del corazón o del cerebro. En la lista del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU, que incluye 189 países, Cuba ocupa un mejor lugar (el 68) que la mayoría de los países de la América Latina, incluido Brasil (lugar 79).
Mientras que el capitalismo enfatiza la competitividad como un valor, la Revolución le inculca al pueblo cubano la solidaridad. Gracias a ello, en las décadas de 1960 y 1970 Cuba envió tropas para ayudar a naciones africanas a liberarse del colonialismo europeo y conquistar su independencia. Raúl Castro fue el único jefe de Estado extranjero a quien se le concedió el derecho a pronunciar un discurso en los funerales de Mandela, porque el gobierno de Sudáfrica reconoce la importancia de la solidaridad cubana para el fin del apartheid.
Gracias a la solidaridad, maestros y médicos cubanos han trabajado en las áreas más pobres y remotas de más de 100 países. Y gracias a los principios éticos de la Revolución, en Cuba no se ven familias debajo de los puentes, niños de la calle, mendigos tirados a la orilla de la vía, mafias de drogas y zonas dedicadas a su tr+afico y consumo. Los delatores de Odebrecht denunciaron a todos los agentes públicos corrompidos en los países de la América Latina en los que estuvo presente la empresa. Pero no en Cuba, donde construyó el puerto de Mariel. ¿Algún informante se mostró dispuesto a defender a Cuba? Obvio que no. Ningún cubano se dejó corromper.
¿El pueblo cubano ya conquistó el paraíso? Lejos de eso. Cuba es una nación pobre, pero decente. A pesar del bloqueo y de todos los problemas que conlleva, su pueblo es feliz. ¿Por qué, entonces, muchos se van de Cuba? La verdad es que muchos se van de cualquier país que enfrenta dificultades. Se van de España, de Grecia, de Turquía, de Brasil, de Venezuela y de Argentina. Pero, ¿quiénes se van? De Cuba, los contaminados por la propaganda del consumismo capitalista creen que Eldorado queda al norte del Río Grande. Los mismos que se regocijan por la emigración de unos pocos cubanos jamás se preguntan por qué nunca ha habido en Cuba una manifestación popular contraria al gobierno, como acaba de ocurrir en Francia (los chalecos amarillos) y también recientemente en Túnez (2011), Egipto (2011), Turquía (2016), y antes en los Estados Unidos (Seattle, 1999).
¿Hay en Cuba soldados o policías en cada esquina? Juan Pablo II declaró que le había llamado la atención no ver vehículos militares en las calles de La Habana durante su visita, como viera en tantos otros países. La mayor arma de la resistencia cubana es la conciencia de la población.
¡La Revolución cubana cumple 60 años! Es muy poco para un país que es isla tres veces: por la geografía, por el bloqueo y por ser el único en la historia de Occidente que ha optado por el socialismo. Y cuando los cubanos celebran, no miran solo al pasado de tantas gloriosas conquistas en medio de muchos desafíos y dificultades. Inspirados en Martí, el Che, Fidel y Raúl, los cubanos saben que la Revolución es todavía un proyecto de futuro. No solo para Cuba, sino para toda la humanidad, cuando las diferencias (de idioma, cultura, sexo, religión, color de la piel, etc.) ya no sean motivo de divergencias, y la desigualdad social figure en los archivos de los investigadores como una abominable referencia histórica, como sucede hoy con la esclavitud.
¡Larga vida a la Revolución cubana!
El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, rechazó las recientes declaraciones del Departamento de Estado respecto a la prolongación por solo 45 días de la suspensión de la entrada en vigencia del Título III de la ley Helms-Burton, la cual codifica el bloqueo contra Cuba.
Rechazo firme y categóricamente anuncio del Departamento de Estado de Estados Unidos de suspender por sólo 45 días aplicación Título III Ley Helms-Burton. Chantaje político y hostilidad irresponsables para endurecer bloqueo a Cuba. Brutal ataque Derecho Internacional y a terceros Estados, escribió el diplomático en su perfil en Twitter.
En otro tuit, Rodríguez dijo que desde 1996, todos los presidentes de EEUU suspendieron la aplicación del Título III de la Helms-Burton, incluido el actual, debido a la flagrante extraterritorialidad y daños que provocaría a los intereses corporativos de estados Unidos puesto que sometería arbitrariamente a empresas de terceros países a cortes norteamericanas.
Desde Washington un reporte de Prensa Latina precisa que el Departamento de Estado anunció que prolonga por 45 días desde el 1 de febrero, la activación del título III de la ley Helms-Burton.
Ese apartado muestra el carácter extraterritorial del cerco económico, comercial y financiero impuesto a la Isla hace más de 55 años. A través de ese mecanismo Washington se arroga el derecho de promover un juicio contra aquellos inversionistas de terceros países que inviertan en Cuba en propiedades nacionalizadas.
De acuerdo con el texto de la ley, se considera “propiedad norteamericana” a las nacionalizadas en el país caribeño después de 1959, cuando triunfó la Revolución cubana.
La aplicación de ese apartado ha sido suspendida por todas las administraciones estadounidenses desde su aprobación en 1996, dados los perjuicios que implicaría su puesta en práctica, no solo para Cuba, sino para Estados Unidos y aliados de esta nación como la Unión Europea (UE).
Según dio a conocer el Departamento de Estado, ese plazo permitirá llevar a cabo una revisión cuidadosa del derecho a actuar en virtud del Título III a la luz de los intereses nacionales de Estados Unidos’ y de lo que Washington califica como ‘transición a la democracia, en una postura injerencista hacia la Isla.
El primero de noviembre pasado, tras pronunciar un discurso en Miami, Florida, en el cual incrementó la hostilidad hacia la Mayor de las Antillas, el asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, John Bolton, declaró a reporteros que la Casa Blanca estaba considerando permitir la entrada en vigor del Título III.
(Información de ACN)
A medida que se avanza el invierno en el Hemisferio Norte,
más de 500 mil personas dormirán en las calles o bajo puentes en Estados
Unidos; familias enteras con sus niños vivirán en automóviles. No en
Cuba donde un mural lo ejemplifica: “300 millones de niños esta noche
van a dormir en la calle, ninguno de ellos es cubano”. En 2018, el
promedio de la deuda de un graduado universitario en EE.UU. es de
$37.172. No en Cuba.
Según una encuesta de la Fundación de la Familia Kaiser en el 2016, el promedio de la prima del seguro médico para una familia estadounidense es de $18.412 al año. Este año el 83 por ciento de los trabajadores tiene deducibles en sus seguros médicos- la cantidad que se paga para recibir atención médica antes de que el seguro lo cubra-de un promedio de $1.478. Por primera vez desde 1999, más de la mitad de los trabajadores deben pagar más de $1000 en gastos médicos antes de que comience la cobertura del seguro. No en Cuba.
Según el Departamento de Educación, en un estudio del Instituto Nacional de Alfabetización en abril de 2016, el 14 por ciento o 32 millones de adultos en EE.UU. no saben leer. No en Cuba.
Trump abiertamente aboga por simulacros de ahogamiento y otras formas de tortura. De las más de 800 instalaciones militares de Estados Unidos en el mundo cientos de personas han sido ilegalmente enviadas a sitios, sabiendo con antelación que serán torturadas. Desde 2002, existe la tortura en Cuba, PERO SÓLO en la prisión estadounidense de Guantánamo, que se encuentra en el territorio ilegalmente ocupado por la base militar de EEUU.
Afirmamos que la Revolución Cubana es hoy un excelente ejemplo de la aplicación de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Cuba es una pequeña isla, con una historia de siglos de colonialismo y esclavitud, y a pesar de soportar hasta estos días un cruel bloqueo económico, financiero y comercial por mas de 56 años –diseñado para imponer hambre y privaciones al pueblo cubano, la isla continua siendo un brillante ejemplo de humanidad para el mundo. Todos los recursos de Cuba se utilizan para desarrollar a cada individuo cubano a su máximo potencial. El derecho universal a la salud y a la educación gratuita hasta el nivel universitario, el derecho al empleo, a la vivienda– a la dignidad no sólo es garantizada sino implementado.
La existencia en el mundo en desarrollo de 146 millones de niños menores de cinco años bajos de peso, contrasta con la realidad de los infantes cubanos, reconocidos mundialmente por estar ajenos a ese mal social.
Esas preocupantes cifras aparecieron en un reciente reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), bajo el título de Progreso para la Infancia, Un balance sobre la nutrición, divulgado en la sede de la ONU.
De acuerdo con el documento, los porcentajes de los niños con bajo peso son de 28 por ciento en África Subsahariana, 17 en Medio Oriente y África del Norte, 15 en Asia oriental y el Pacífico, y siete en Latinoamérica y el Caribe. La tabla la completan Europa Central y del Este, con el cinco por ciento, y otros países en desarrollo, con 27 por ciento.
Cuba no tiene esos problemas, es el único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil severa, gracias a los esfuerzos del Gobierno por mejorar la alimentación del pueblo, especialmente la de aquellos grupos más vulnerables.
Las crudas realidades del mundo muestran que 852 millones de personas padecen de hambre y que 53 millones de ellas viven en América Latina. Sólo en México hay cinco millones 200 mil personas desnutridas y en Haití tres millones 800 mil, mientras en todo el planeta mueren de hambre cada año más de cinco millones de niños.
De acuerdo con estimados de las Naciones Unidas, no sería muy costoso lograr salud y nutrición básica para todos los habitantes del Tercer Mundo. Bastarían para alcanzar esa meta 13 mil millones de dólares anuales adicionales a lo que ahora se destinan, una cifra que nunca se ha logrado y que es exigua si se compara con el millón de millones que cada año se destinan a publicidad comercial, los 400 mil millones en drogas estupefacientes o incluso los ocho mil millones que se gasta en Estados Unidos en cosméticos.
Para satisfacción de Cuba, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) también ha reconocido que ésta es la nación con más avances en América Latina en la lucha contra la desnutrición.
El Estado cubano garantiza una canasta básica alimenticia que permite la nutrición de su población al menos en los niveles básicos- mediante la red de distribución de productos normados.
De igual forma, se llevan a cabo reajustes económicos en otros mercados y servicios locales para mejorar la alimentación del pueblo cubano y atenuar el déficit alimentario. Especialmente se mantiene una constante vigilancia sobre el sustento de los niños, las niñas y adolescentes. Así, la atención a la nutrición comienza con la promoción de una mejor y natural forma de alimentación de la especie humana.
El tema de la desnutrición cobra gran importancia en la campaña de la ONU para lograr en 2015 las Metas de Desarrollo del Milenio, adoptadas en la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en 2000, y que tienen entre sus objetivos eliminar la pobreza extrema y el hambre para esa fecha.
No exenta de deficiencias, dificultades y serias limitaciones por un bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos hace más de cuatro décadas, Cuba no muestra desesperantes ni alarmantes índices de desnutrición infantil.
Ninguno de los 146 millones de niños menores de cinco años bajos de peso que viven hoy en el mundo es cubano.
A cien años del asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht
La revolución alemana y el crimen contra sus cuadros más valiosos. Compartimos artículo publicado originalmente en Prensa Obrera #124, 20 de enero de 1986.
En noviembre de 1918 Alemania es un volcán. La Primera Guerra Mundial está concluyendo con una aplastante derrota militar, y el ejército se desmorona en todos los frentes. Los soldados se sublevan contra la oficialidad. En las ciudades las masas obreras se lanzan a la calle para exigir la caída del régimen monárquico. La revuelta se extiende en forma vertiginosa por todo el país. Los marinos ocupan los barcos de guerra e izan la bandera roja, los mítines proletarios reúnen centenares de miles de personas. Los trabajadores arremeten contra la policía, asaltan las cárceles y liberan a los presos políticos.
En medio de una asombrosa calma, nos dirigimos a la antigua Jefatura. Después de ordenar algunos detalles y recibir el mando, nos retiramos a la casa del Comandante de La Cabaña, el teniente coronel Fernández Miranda, hermano de la esposa del dictador Fulgencio Batista, quien había huido del país, al igual que todos los más connotados batistianos.
Lo sucedido en esas primeras horas parecía inusual. Ante una fortaleza como aquella, resultaba extraño observar cómo esa masa de soldados se subordinó al mando rebelde sin oposición de ninguna índole. Este hecho nos dijo mucho acerca del resquebrajamiento moral de la dictadura, pero sobre todo de la confianza y el respeto por el nuevo Ejército Rebelde, que contaba con el apoyo incondicional de todo el pueblo.
El Che y todos los integrantes de la comandancia nos ubicamos en la casa de Fernández Miranda y allí amanecimos; la mayoría durmió en el cuarto grande y a mí me dejaron el más pequeño. Dormí pocas horas —el descanso todavía no nos era permitido—; por demás, las dos o tres compañeras que habíamos llegado con la tropa tuvimos que darnos a la tarea de buscar entre la ropa de la esposa de Fernández Miranda, para poder cambiarnos.
En la mañana el Che trabajó en la casa, en una pequeña oficina, para después retornar a la Jefatura. En el trayecto, los que lo seguimos íbamos curioseándolo todo: los jardines, la vista al mar, maravillados de lo agradable del lugar. Éramos los desposeídos, quienes por primera vez nos sentíamos dueños de nuestro destino. Nos enfrentábamos a las primeras brisas. El Che ya había advertido que a partir de ese instante era que comenzaba la verdadera lucha revolucionaria.
Renacía una nueva vida para todos. Al caos inicial se le fue restituyendo el orden y se dieron los primeros pasos para organizarnos, para lo cual se utilizaron otras casas de los alrededores.
El día 5 de enero nos trasladamos en un avión de carga hasta Camagüey. Yo no sabía a dónde nos dirigíamos y mucho menos con quién nos encontraríamos. Durante el viaje, el Che comenzó a dictarme algunos apuntes sobre el deber del soldado rebelde. De esta forma me inicié en mi primer trabajo, todavía sin haberse definido oficialmente. Pero lo más importante era que ya el Che estaba ordenando sus pensamientos, para ponerlos en función de las tareas que sabía imprescindibles para el mejor desempeño del proceso revolucionario.
Yo me quedé en un local dentro del aeropuerto en compañía del comandante Manuel Piñeiro (Barbarroja) y Demetrio Montseny (Villa), para después retornar a La Habana junto al Che, quien en realidad había ido a encontrarse con Fidel, en el aeropuerto mismo, para examinar los pasos que se estaban dando y recibir nuevas orientaciones. Existe testimonio gráfico de aquel encuentro de Fidel y el Che, en que se ve que los dos hablan, relajados y satisfechos.
El 7 de enero fuimos en auto hasta Matanzas, donde el Che se reunió nuevamente con Fidel. Me quedé en un cubículo cercano y allí conocí a Celia Sánchez y más tarde a Fidel, a quien el Che trajo para presentármelo.
Era la primera vez que lo veía y lo evoco como si fuera hoy. Para mí, Fidel ha tenido siempre el don de volverme muda. ¿Cuántas cosas le podía haber dicho en ese instante? Pero las palabras no me salían, era como si algo misterioso las retuviera en el corazón. Quizás le podía haber expresado lo que aquel encuentro significaba para mí, decirle que me parecía conocerlo desde hacía mucho tiempo. Además, había sido con él y por él que mi vida tenía un objetivo, algo por lo que merecía vivirse. Y eso que yo ignoraba cuánto habría de agradecerle, no solo por todo lo que le debo en el presente, sino porque de no ser por él nunca hubiera conocido al Che.
Ese mismo día retornamos a La Habana, para esperar el arribo de Fidel el 8 de enero, fecha inolvidable y repleta de emociones encontradas. Vimos la llegada desde las murallas de la fortaleza de La Cabaña, en esa vista panorámica mezclada de mar y oleadas de pueblo.
El orden se fue imponiendo, hasta donde se podía, en un proceso revolucionario que apostaba por barrer el pasado turbulento de una república que nunca pudo alcanzar su plenitud. En medio de esa efervescencia, me encontré poniendo orden a mi vida personal y adaptándome a la capital.
(…) El Che salía con los escoltas, siempre en mi compañía, para hacer gestiones de trabajo; transitábamos por las calles del Malecón, donde nos perdíamos; al no conocer los lugares, a veces nos parábamos frente a una luz roja, creyendo que era un semáforo y luego nos percatábamos de que era la luz de una farmacia, lo que terminaba en bromas y risas. Parafraseando el título de una película, éramos “unos campesinos en La Habana”.
(…)
En medio de todo, la fortaleza de La Cabaña se había convertido en uno de los bastiones de la Revolución, y el Che comenzaba a perfilarse como uno de sus dirigentes más capaces y carismáticos. De la tropa analfabeta y poco preparada para los nuevos retos, había que comenzar a seleccionar los futuros cuadros que necesitaría el país y para ello había que actuar con firmeza, sin dejarles tiempo libre.
En pocos días La Cabaña se transformó en una gran escuela formadora y se crearon pequeñas fábricas, continuadoras de las fundadas por el Che en la Sierra Maestra y precursoras de su futura labor en el proceso de industrialización del país. Se publicaba una especie de revista con el nombre de Cabaña Libre, que en una de sus páginas trataba temas culturales; y se organizaban actos, a los que asistían importantes personalidades de la cultura nacional, entre ellas Nicolás Guillén y la declamadora Carmina Benguría.
Era un movimiento incesante, que perseguía como objetivo central la formación del Ejército Rebelde. Se crearon escuelas de alfabetización y seguimiento, con mucho esfuerzo y tesón porque no pocas veces se daban las evasivas e indisciplinas de soldados, que en el combate fueron ejemplo de valentía y coraje y, sin embargo, no eran capaces de entender el porqué de las nuevas exigencias.
Para el Che significaba un doble esfuerzo, porque al enorme trabajo cotidiano se le sumaba su constancia y dedicación por tratar de resumir las experiencias vividas, que sirvieran de ejemplo a los posibles movimientos revolucionarios que, como el cubano, estuvieran dispuestos a iniciar la lucha de liberación nacional.
Esa, quizás, fue una de las facetas que más impacto y asombro provocaba, porque se sabía, hasta el momento, de sus dotes de estratega militar, pero nada acerca de su formación teórica, a pesar de la fama de comunista que se había ganado en algunos sectores.
En realidad, para muchos el discurso que pronunció en la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, a escasos días del triunfo de la Revolución, representó el primer punto de referencia para amigos y enemigos. En esa disertación perfiló con total claridad las proyecciones del Ejército Rebelde, en su condición de vanguardia y de futuros cuadros para la Revolución, además de intentar un análisis en el que trató de acercarse a un enfoque marxista, hasta donde la situación del momento lo permitía. Este fue el preámbulo de lo que más tarde conformaría su legado teórico.
Lo importante para todos era el trabajo enorme y variado que teníamos por delante. En enero se organizaron los Tribunales Revolucionarios y comenzaron los primeros juicios a los esbirros de la tiranía, a partir del trabajo ejecutado por una Comisión depuradora e investigadora, presidida por el capitán del Ejército Rebelde y abogado, el compañero Miguel Ángel Duque de Estrada.
Este ha sido siempre un tema controversial y tergiversado por nuestros enemigos, a pesar de que representó un acto legítimo de justicia revolucionaria, en el que no medió el ensañamiento ni la improvisación. Se actuó con las normas procesales propias de estos casos y recuerdo que el Che, aunque no asistió a ninguno de estos juicios, ni tampoco presenció los fusilamientos, sí participó en algunas apelaciones y se entrevistó con algunos familiares que iban a pedir clemencia, en correspondencia con nuestro actuar humanista y de respeto para con el enemigo, ante una decisión que, aunque justa, no dejaba de ser desagradable.
Oscar Fernández Mell, Adolfo Rodríguez de la Vega y Antonio Núñez Jiménez fueron los ayudantes del Che en La Cabaña. Se creó la Inteligencia Militar, a cargo de Arnaldo Rivero Alfonso, para actuar como una especie de control de la policía sobre los soldados rebeldes.
En cuanto a mí, el cúmulo de trabajo era enorme, porque sobre todo me tocaba atender las necesidades y problemas personales de los soldados, según lo ordenado por el Che, además de tratar de controlar la cantidad de personajes y periodistas que llegaban para intentar verlo.
Existen innumerables fotos de la época que registran la presencia de personalidades nacionales o extranjeras, como Herbert Matthews, Loló de la Torriente y de una corte de mujeres de diferentes estratos y profesiones que solicitaban audiencia para ser recibidas por el Che.
(…) Nos visitaban también combatientes de la lucha clandestina. Yo creo que algunos lo hacían con el objetivo de conocer de cerca al “comunista” que había liberado a Las Villas y otros para ver al que ya era un legendario combatiente, que al igual que Máximo Gómez, el Generalísimo de nuestras luchas libertarias contra la metrópoli española, nacido en República Dominicana, había arriesgado su vida por la conquista de la independencia tanto tiempo escamoteada. Máximo Gómez en su tiempo y el Che al triunfo revolucionario, fueron proclamados, según nuestra constitución, cubanos por nacimiento.
Mi oficina provisional en la residencia era mi propia habitación. Recuerdo que el perro de la casa no soportaba a los soldados. Nunca supe si solo era con los nuestros o si era un rechazo general. Los antiguos moradores no solo dejaron al perro, sino también películas de los niños y de la familia y alguna otra cosa que en la huida no se pudieron llevar. Cuando abandoné La Cabaña para trasladarme a Tarará, llevé conmigo al perrito, que permaneció a nuestro cuidado hasta su muerte.
Comencé también de “tesorera”, utilizando un dinero que se tenía en fondo desde la etapa del Escambray, y cuya documentación y registros aún conservo. Aunque parezca sorprendente, esa era la austeridad con que actuábamos: el Che ordenó distribuir diez pesos por cada soldado para sus vacaciones.
(…)
Dentro de la intensidad de sucesos, puedo reconstruir nítidamente la visita de extranjeros, entre ellos unos haitianos que conversaron largamente con el Che, en busca de apoyo cubano en sus intentos por derrocar el régimen dictatorial de Duvalier. A la luz del tiempo, puedo entender que en ocasión tan temprana como febrero de 1959, se dieran los primeros pasos para conocer y colaborar con los movimientos de liberación, así como con las fuerzas progresistas del mundo, de lo cual fui testigo privilegiado.
(…)
Los acontecimientos se precipitaron. Llegaron sus padres el 18 de enero y fuimos a recibirlos al aeropuerto. Enseguida el padre le preguntó quién era yo, y fue cuando el Che me presentó como la mujer con la que se iba a casar. Más tarde, nos trasladamos para el hotel donde se alojarían. Fue en realidad muy emocionante, porque el Che respiraba felicidad por todos sus poros desde el mismo momento en que los vio. Existen fotos y una pequeña filmación del encuentro en que aparece el Che con una expresión de alegría y sentimientos desbordados, después de tantos años de separación.
(…)
Así llegó febrero y con él mi cumpleaños, que no fue muy agradable. Ya el Che presentaba los síntomas de un enfisema pulmonar, secuela de los tiempos difíciles de la guerrilla y de lo agitado de los primeros días del triunfo revolucionario. (…)
Con posterioridad, en los primeros días de marzo, nos trasladamos para una casa en Tarará con el propósito de que el Che se recuperara, lejos de tanto trajín e infinitas tareas. Nos acompañaba su escolta, a la que consideraba mis hermanos y a la que muchas veces tuve que defender ante alguna que otra indisciplina, en una especie de complicidad colmada de afecto. (…)
La famosa casa de Tarará —que motivó una carta irrespetuosa y con toda maledicencia hacia el Che, publicada en la revista Carteles, y debidamente respondida por este—, era una casa diseñada con muy buen gusto, aunque lo más significativo era que había pertenecido a un inspector de aduana vinculado a la dictadura, que supuestamente solo devengaba un modesto sueldo. La pregunta era de dónde había salido el dinero para esos lujos en la playa; así vivían los usurpadores del dinero del pueblo.
Aunque no fueron nada más que dos meses y días los que vivimos en esa casa, recapitular ese tiempo me complace extraordinariamente porque, aunque no llegó a ser un hogar definitivo, ni tan siquiera de descanso propiamente “no nos bañamos ni un día en la playa”, nos sentimos más cerca uno del otro y pudimos tener mayor intimidad.
(…) era una casa confortable que permitía que el Che pudiera realizar los despachos desde su habitación. Al no poder viajar diariamente a La Cabaña, podía permanecer acostado todo el tiempo y a mí me permitía moverme con entera libertad. Se respiraba un aire diferente y más elegante y cómodo que allá, al estar la casa rodeada de grandes ventanales con cristales opacos y tener mucha ventilación, porque estaba situada en una pequeña colina.
En los bajos, entre otros detalles, tenía un despacho pequeño, apartado y situado en el extremo. En los altos, en la amplia habitación ocupada por el Che, había muebles de cuidadas líneas, un sofá pequeño a rayas y un vestidor grandísimo. Al lado había un gran cuarto de baño enchapado en mármol, unido a un closet vestidor. Después venía otra habitación, que era mi cuarto, porque como no estábamos casados oficialmente, debido a mis rezagos y tabúes, aparentábamos dormir separados. Al final del pasillo, y a todo lo largo, había un gran cuarto donde se quedaba la escolta, y un pequeño pantry.
Al bajar nos encontrábamos con el salón, lugar histórico, del que se conservan fotos, porque en él se discutió, se preparó y se redactaron las innumerables versiones de la primera Ley de Reforma Agraria; después, el comedor recubierto con madera y una cocina moderna que daba al garaje, donde recuerdo había una pequeña bodega, para complacer el gusto de los antiguos moradores.
(…) Allí también el Che tenía implantado un régimen de disciplina, con maestro y todo, para que los soldados de la escolta continuaran sus estudios.
Claro que todo no siempre transcurría con total comprensión. En uno de esos días se recibió una visita de compañeros nicaragüenses y para mi sorpresa el Che me mandó a salir de la reunión, cosa que no entendí porque lo habitual era que yo estuviera presente, como había sucedido con dominicanos, panameños y haitianos. Cuando salí, comencé a llorar y a poner en duda la confianza que me tenía el Che.
Después me explicó que iba a ser una reunión muy compleja, donde tenía que decir cosas muy desagradables que no quería que yo presenciara, porque ellos se iban a sentir muy abrumados. Estaba realmente apenado, pero de paso me sirvió para entender el alcance futuro de esas actividades.
Si algo me reprocho en la actualidad es no haber tenido mayor perspicacia para vislumbrar ese futuro y no haberme preocupado por dejar constancia de esos hechos, al menos aunque solo fueran breves apuntes. Claro está que ninguno de nosotros medía la magnitud y el significado real de lo que estaba ocurriendo y la trascendencia de esos contactos en la preparación de los grupos que encabezarían los movimientos de liberación en nuestro continente. Como no recibí tampoco la orden de tomar notas de esos encuentros y reuniones, a pesar de que siempre estuve presente, tengo que lamentarlo más que nunca ahora que quiero contarlos y soy consciente de las limitaciones de la memoria debido a los años transcurridos.
Mientras tanto, en Tarará cobraba forma una de las leyes más esperadas por el pueblo cubano: la Ley de Reforma Agraria. Muchas razones explican que el Che fungiera como una especie de coordinador del proyecto porque, desde la Sierra Maestra, Fidel le había encomendado a Sorí Marín y a él ese trabajo, además de que al llegar al Escambray la aplicó en los territorios bajo su mando.
Esas reuniones se hicieron cotidianas durante muchas noches, Fidel asistía en la medida que el tiempo se lo permitía, sobre todo porque en esa época vivía en Cojímar. Asimismo iban Raúl y Vilma, Núñez Jiménez, Oscar Pino-Santos, Alfredo Guevara, entre otros, para darle forma final al documento que se presentaría en mayo de ese año.
También frecuentaba la casa Carlos Rafael Rodríguez, lo recuerdo muy bien; se pasaba prácticamente la noche discutiendo con el Che y le tomaba a veces hasta la mañana. Estaba presenciando el preámbulo de lo que con posterioridad devino una de las polémicas teóricas más significativas realizadas en el mundo socialista y en la cual ambos fueron protagonistas de primer orden aunque, por supuesto, faltaba mucho por definir y hacer.
(Fragmentos del libro Evocación/ Tomado del sitio Che Guevara Libros)
La revolución cubana cumple 60 años
Por:
Frei Betto
Teólogo brasileño y uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación. Es el autor del libro “Fidel y la Religión”.
Primero de enero de 2019, los 60 años de la Revolución cubana. ¿Quién lo diría? Para la soberbia de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, la osadía de los barbudos de la Sierra Maestra al sustraer a Cuba de la esfera de dominio del Tío Sam era “un mal ejemplo” que debía ser borrado cuanto antes de las páginas de la historia. La CIA movilizó y entrenó a miles de mercenarios, y Kennedy los mandó a invadir a Cuba (1961). Fueron vergonzosamente derrotados por un pueblo en armas. Y, además, la hostilidad de la Casa Blanca llevó a Cuba a alinearse con la Unión Soviética. El tiro les salió por la culata. Agredir a Cuba significó entonces calentar la Guerra Fría, como demostró la Crisis de Octubre (1962).
El Tío Sam no puso sus barbas en remojo. Transformó a los cubanos exiliados en Miami en terroristas que derribaron aviones, hicieron explotar bombas, promovieron sabotajes. E invirtió una fortuna para alcanzar el más espectacular objetivo terrorista: eliminar a Fidel. Fueron más de 600 atentados. Todos fracasados. Fidel falleció en su cama, rodeado por su familia, el 25 de noviembre de 2016, poco antes de que la Revolución cumpliera 58 años. Había sobrevivido a 10 ocupantes de la Casa Blanca que autorizaron acciones terroristas contra Cuba: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo.
Fracasada la invasión de Girón, se impuso el bloqueo a Cuba (1961), medida criticada por tres papas que visitaron La Habana: Juan Pablo II (1998), Benedicto XVI (2012) y Francisco (2015). Pero la Casa Blanca no escucha voces sensatas. Prefiere aislarse, acompañada por Israel, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas vota cada año sobre el tema del bloqueo. En 2018, por vigésimo séptima vez, 189 países se manifestaron contra el bloqueo a Cuba.
Tras la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética (1989), los profetas de la desgracia anunciaron el fin del socialismo cubano. No podía fallar la teoría del dominó… Se equivocaron. Cuba resistió, soportó el Período Especial (1990-1995) y se adaptó a los nuevos tiempos de la globalización.
Muchos se preguntan por qué los Estados Unidos no invadieron a Cuba con tropas convencionales (después de la derrota de los mercenarios), como hicieron en Somalia (1993), Granada (1983), Afganistán (2001), Iraq (2003), Libia (2011), Siria (2017), Níger (2017) y Yemen (2018). La respuesta es sencilla: una potencia bélica es capaz de ocupar un país y derribar su gobierno. Pero no de derrotar a un pueblo. Los estadounidenses aprendieron esa lección dolorosamente en Vietnam, de donde fueron expulsados por un pueblo campesino (1955-1975). Atacar a Cuba habría significado enfrentar una guerra popular. Después de la humillación sufrida en el Sudeste Asiático, la Casa Blanca prefirió no correr el riesgo.
¿Por qué Cuba les molesta a tantos que asocian indebidamente el capitalismo con la democracia? Porque Cuba convence a las personas intelectualmente honestas que no se dejan llevar por la propaganda anticomunista basada en prejuicios y no en hechos como que a pesar de la campaña mundial contra la Revolución, en la isla nadie muere de hambre, anda descalzo, es analfabeto después de los 6 años de edad, necesita tener dinero para ingresar en la escuela o cuidar de su salud, trátese de una gripe o de una compleja cirugía del corazón o del cerebro. En la lista del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU, que incluye 189 países, Cuba ocupa un mejor lugar (el 68) que la mayoría de los países de la América Latina, incluido Brasil (lugar 79).
Mientras que el capitalismo enfatiza la competitividad como un valor, la Revolución le inculca al pueblo cubano la solidaridad. Gracias a ello, en las décadas de 1960 y 1970 Cuba envió tropas para ayudar a naciones africanas a liberarse del colonialismo europeo y conquistar su independencia. Raúl Castro fue el único jefe de Estado extranjero a quien se le concedió el derecho a pronunciar un discurso en los funerales de Mandela, porque el gobierno de Sudáfrica reconoce la importancia de la solidaridad cubana para el fin del apartheid.
Gracias a la solidaridad, maestros y médicos cubanos han trabajado en las áreas más pobres y remotas de más de 100 países. Y gracias a los principios éticos de la Revolución, en Cuba no se ven familias debajo de los puentes, niños de la calle, mendigos tirados a la orilla de la vía, mafias de drogas y zonas dedicadas a su tr+afico y consumo. Los delatores de Odebrecht denunciaron a todos los agentes públicos corrompidos en los países de la América Latina en los que estuvo presente la empresa. Pero no en Cuba, donde construyó el puerto de Mariel. ¿Algún informante se mostró dispuesto a defender a Cuba? Obvio que no. Ningún cubano se dejó corromper.
¿El pueblo cubano ya conquistó el paraíso? Lejos de eso. Cuba es una nación pobre, pero decente. A pesar del bloqueo y de todos los problemas que conlleva, su pueblo es feliz. ¿Por qué, entonces, muchos se van de Cuba? La verdad es que muchos se van de cualquier país que enfrenta dificultades. Se van de España, de Grecia, de Turquía, de Brasil, de Venezuela y de Argentina. Pero, ¿quiénes se van? De Cuba, los contaminados por la propaganda del consumismo capitalista creen que Eldorado queda al norte del Río Grande. Los mismos que se regocijan por la emigración de unos pocos cubanos jamás se preguntan por qué nunca ha habido en Cuba una manifestación popular contraria al gobierno, como acaba de ocurrir en Francia (los chalecos amarillos) y también recientemente en Túnez (2011), Egipto (2011), Turquía (2016), y antes en los Estados Unidos (Seattle, 1999).
¿Hay en Cuba soldados o policías en cada esquina? Juan Pablo II declaró que le había llamado la atención no ver vehículos militares en las calles de La Habana durante su visita, como viera en tantos otros países. La mayor arma de la resistencia cubana es la conciencia de la población.
¡La Revolución cubana cumple 60 años! Es muy poco para un país que es isla tres veces: por la geografía, por el bloqueo y por ser el único en la historia de Occidente que ha optado por el socialismo. Y cuando los cubanos celebran, no miran solo al pasado de tantas gloriosas conquistas en medio de muchos desafíos y dificultades. Inspirados en Martí, el Che, Fidel y Raúl, los cubanos saben que la Revolución es todavía un proyecto de futuro. No solo para Cuba, sino para toda la humanidad, cuando las diferencias (de idioma, cultura, sexo, religión, color de la piel, etc.) ya no sean motivo de divergencias, y la desigualdad social figure en los archivos de los investigadores como una abominable referencia histórica, como sucede hoy con la esclavitud.
¡Larga vida a la Revolución cubana!
Denuncia Ministro cubano de Relaciones Exteriores intento chantajista e irresponsable de endurecer el bloqueo
El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, rechazó las recientes declaraciones del Departamento de Estado respecto a la prolongación por solo 45 días de la suspensión de la entrada en vigencia del Título III de la ley Helms-Burton, la cual codifica el bloqueo contra Cuba.
Rechazo firme y categóricamente anuncio del Departamento de Estado de Estados Unidos de suspender por sólo 45 días aplicación Título III Ley Helms-Burton. Chantaje político y hostilidad irresponsables para endurecer bloqueo a Cuba. Brutal ataque Derecho Internacional y a terceros Estados, escribió el diplomático en su perfil en Twitter.
En otro tuit, Rodríguez dijo que desde 1996, todos los presidentes de EEUU suspendieron la aplicación del Título III de la Helms-Burton, incluido el actual, debido a la flagrante extraterritorialidad y daños que provocaría a los intereses corporativos de estados Unidos puesto que sometería arbitrariamente a empresas de terceros países a cortes norteamericanas.
Desde Washington un reporte de Prensa Latina precisa que el Departamento de Estado anunció que prolonga por 45 días desde el 1 de febrero, la activación del título III de la ley Helms-Burton.
Ese apartado muestra el carácter extraterritorial del cerco económico, comercial y financiero impuesto a la Isla hace más de 55 años. A través de ese mecanismo Washington se arroga el derecho de promover un juicio contra aquellos inversionistas de terceros países que inviertan en Cuba en propiedades nacionalizadas.
De acuerdo con el texto de la ley, se considera “propiedad norteamericana” a las nacionalizadas en el país caribeño después de 1959, cuando triunfó la Revolución cubana.
La aplicación de ese apartado ha sido suspendida por todas las administraciones estadounidenses desde su aprobación en 1996, dados los perjuicios que implicaría su puesta en práctica, no solo para Cuba, sino para Estados Unidos y aliados de esta nación como la Unión Europea (UE).
Según dio a conocer el Departamento de Estado, ese plazo permitirá llevar a cabo una revisión cuidadosa del derecho a actuar en virtud del Título III a la luz de los intereses nacionales de Estados Unidos’ y de lo que Washington califica como ‘transición a la democracia, en una postura injerencista hacia la Isla.
El primero de noviembre pasado, tras pronunciar un discurso en Miami, Florida, en el cual incrementó la hostilidad hacia la Mayor de las Antillas, el asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, John Bolton, declaró a reporteros que la Casa Blanca estaba considerando permitir la entrada en vigor del Título III.
(Información de ACN)
300 millones de niños amanecieron con hambre este día, ninguno es Cubano
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Publicado el 10 Enero, 2019
Según una encuesta de la Fundación de la Familia Kaiser en el 2016, el promedio de la prima del seguro médico para una familia estadounidense es de $18.412 al año. Este año el 83 por ciento de los trabajadores tiene deducibles en sus seguros médicos- la cantidad que se paga para recibir atención médica antes de que el seguro lo cubra-de un promedio de $1.478. Por primera vez desde 1999, más de la mitad de los trabajadores deben pagar más de $1000 en gastos médicos antes de que comience la cobertura del seguro. No en Cuba.
Según el Departamento de Educación, en un estudio del Instituto Nacional de Alfabetización en abril de 2016, el 14 por ciento o 32 millones de adultos en EE.UU. no saben leer. No en Cuba.
Trump abiertamente aboga por simulacros de ahogamiento y otras formas de tortura. De las más de 800 instalaciones militares de Estados Unidos en el mundo cientos de personas han sido ilegalmente enviadas a sitios, sabiendo con antelación que serán torturadas. Desde 2002, existe la tortura en Cuba, PERO SÓLO en la prisión estadounidense de Guantánamo, que se encuentra en el territorio ilegalmente ocupado por la base militar de EEUU.
Afirmamos que la Revolución Cubana es hoy un excelente ejemplo de la aplicación de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Cuba es una pequeña isla, con una historia de siglos de colonialismo y esclavitud, y a pesar de soportar hasta estos días un cruel bloqueo económico, financiero y comercial por mas de 56 años –diseñado para imponer hambre y privaciones al pueblo cubano, la isla continua siendo un brillante ejemplo de humanidad para el mundo. Todos los recursos de Cuba se utilizan para desarrollar a cada individuo cubano a su máximo potencial. El derecho universal a la salud y a la educación gratuita hasta el nivel universitario, el derecho al empleo, a la vivienda– a la dignidad no sólo es garantizada sino implementado.
UNICEF confirma que Cuba tiene cero por ciento de Desnutrición Infantil
Por
Publicado el 15 Agosto, 2018
Esas preocupantes cifras aparecieron en un reciente reporte del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), bajo el título de Progreso para la Infancia, Un balance sobre la nutrición, divulgado en la sede de la ONU.
De acuerdo con el documento, los porcentajes de los niños con bajo peso son de 28 por ciento en África Subsahariana, 17 en Medio Oriente y África del Norte, 15 en Asia oriental y el Pacífico, y siete en Latinoamérica y el Caribe. La tabla la completan Europa Central y del Este, con el cinco por ciento, y otros países en desarrollo, con 27 por ciento.
Cuba no tiene esos problemas, es el único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil severa, gracias a los esfuerzos del Gobierno por mejorar la alimentación del pueblo, especialmente la de aquellos grupos más vulnerables.
Las crudas realidades del mundo muestran que 852 millones de personas padecen de hambre y que 53 millones de ellas viven en América Latina. Sólo en México hay cinco millones 200 mil personas desnutridas y en Haití tres millones 800 mil, mientras en todo el planeta mueren de hambre cada año más de cinco millones de niños.
De acuerdo con estimados de las Naciones Unidas, no sería muy costoso lograr salud y nutrición básica para todos los habitantes del Tercer Mundo. Bastarían para alcanzar esa meta 13 mil millones de dólares anuales adicionales a lo que ahora se destinan, una cifra que nunca se ha logrado y que es exigua si se compara con el millón de millones que cada año se destinan a publicidad comercial, los 400 mil millones en drogas estupefacientes o incluso los ocho mil millones que se gasta en Estados Unidos en cosméticos.
Para satisfacción de Cuba, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) también ha reconocido que ésta es la nación con más avances en América Latina en la lucha contra la desnutrición.
El Estado cubano garantiza una canasta básica alimenticia que permite la nutrición de su población al menos en los niveles básicos- mediante la red de distribución de productos normados.
De igual forma, se llevan a cabo reajustes económicos en otros mercados y servicios locales para mejorar la alimentación del pueblo cubano y atenuar el déficit alimentario. Especialmente se mantiene una constante vigilancia sobre el sustento de los niños, las niñas y adolescentes. Así, la atención a la nutrición comienza con la promoción de una mejor y natural forma de alimentación de la especie humana.
El tema de la desnutrición cobra gran importancia en la campaña de la ONU para lograr en 2015 las Metas de Desarrollo del Milenio, adoptadas en la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en 2000, y que tienen entre sus objetivos eliminar la pobreza extrema y el hambre para esa fecha.
No exenta de deficiencias, dificultades y serias limitaciones por un bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos hace más de cuatro décadas, Cuba no muestra desesperantes ni alarmantes índices de desnutrición infantil.
Ninguno de los 146 millones de niños menores de cinco años bajos de peso que viven hoy en el mundo es cubano.
Revolución en 60: Cinco datos sobre el empleo en Cuba que están a la vanguardia mundial
Uno de los grandes aportes del triunfo revolucionario del 1ero de
enero de 1959 fue la superación de la explotación y el trabajo enajenado
por la construcción consciente y colectiva de un proyecto económico,
político y social basado en en la justicia.
Ese camino se ratifica hoy con la inclusión en la nueva Constitución cubana, que se someterá a referendo en febrero próximo, de una declaración de principios sobre el tipo de sociedad que se busca construir:
60 años después, los derechos laborales y la dignificación del trabajo constituyen conquistas indiscutibles de la Cuba revolucionaria.
Si bien la recuperación del poder adquisitivo del salario es una deuda pendiente desde las distorsiones introducidas a partir del llamado Periodo Especial, nuestro país cuenta con indicadores sobre el trabajo que están a la vanguardia internacional.
La Ley No.116 Código de Trabajo, del 2014, explicita que los trabajadores tienen derecho al disfrute de un mes de vacaciones anuales pagadas por cada 11 meses de labor efectiva; y el máximo de descanso es de 30 días naturales.
Esto ubica a la mayor de las antillas en un selecto grupo junto a países como Finlandia, Francia, Baréin, Yibuti, Guinea, Kuwait, Libia, Maldivas y Nicaragua, que rondan la barrera de las tres decenas de días de vacaciones pagas.
En países como Polonia, Eslovenia o Grecia el período vacacional varía en función de la antigüedad del puesto, desde los 20 días mínimos por el primer año trabajado hasta los 25 tras pasar diez años en una misma empresa.
Al otro lado del espectro se encuentran países como Canadá, Birmania y Japón, con tan sólo diez días hábiles disponibles; Tailandia, Nigeria y México con 6; y China con 5 (aunque se compensa con el número de días feriados).
En México los trabajadores sólo pueden disfrutar de seis jornadas al año asignadas por ley siempre que hayan superado su primer año dentro de una compañía, aumentando esta cifra dos días por año trabajado hasta un máximo de 12. A partir de entonces, la suma se ralentiza a dos días por cinco años trabajados. De este modo, un mexicano deberá tener a sus espaldas 25 años de antigüedad en una empresa para optar al descanso mínimo de tres semanas aconsejado de la ONU.
Un ejemplo a parte es el de Estados Unidos, considerado el único país desarrollado que considera el tiempo libre remunerado un beneficio y no un derecho.
De acuerdo con la BBC, los estadounidenses pueden agradecerle esto a su Acta de las Normas del Trabajo Equitativo. Esta reliquia de 1938 regula el máximo de horas semanales de trabajo, las horas extra, el salario mínimo y el trabajo infantil, pero no menciona el tiempo libre remunerado.
Desde la entrada en vigor de la Ley 116, Código de Trabajo, en el año 2014, el gobierno cubano garantiza la protección de la madre trabajadora. Para acompañarlo, desde el 2017 entraron en vigor los Decreto-Leyes No. 339 y 340 y otras cuatro resoluciones que estimulan la fecundidad, la incorporación y reincorporación de la mujer al trabajo y la participación de otros familiares en el cuidado y atención de los menores.
Entre las principales fortalezas del Código cubano está que la madre puede incorporarse al trabajo antes de que el niño arribe al primer año de vida y simultanearse la prestación social con el salario.
Asimismo, el padre trabajador y los abuelos –maternos o paternos– no jubilados pueden recibir la prestación social para el cuidado del menor hasta que cumpla el primer año de vida.
Son pocos los países de América Latina que han ratificado el Convenio 183 de OIT o en su defecto el Convenio sobre la protección de la maternidad. Además, en muchos casos los estándares nacionales se encuentran por debajo de los establecidos, refiere la OIT.
Con respecto a las licencias por maternidad, por ejemplo, Argentina, Estado Plurinacional de Bolivia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua establecen licencias de entre 10 y 13 semanas, por debajo de las 14 semanas fijadas por el convenio. Hay otro grupo de países, en el que se encuentran Cuba, Brasil, Costa Rica, Chile, El Salvador, Paraguay y Venezuela R.B., que han establecido períodos de licencia superiores a las 16 semanas.
En contraste con las cifras cubanas, el desempleo ronda el siete por ciento en la Unión Europea y el 4 % en Estados Unidos, cercano a sus récord históricos de plena ocupación.
A nivel regional, 25 millones de mujeres y hombres buscan trabajo y no lo consiguen.
La tasa de desempleo experimentó una leve baja en América Latina y fue de alrededor de 7,8 por ciento al final de 2018, lo cual revierte la tendencia alcista de los últimos tres años. Aunque la mejoría “aún es modesta” en un escenario marcado por la incertidumbre y la volatilidad, destacó un informe divulgado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En las impresionantes cifras de empleo en Cuba influyen varios factores. Entre otros, está la planificación de la demanda efectiva de puestos laborales y la formación de profesionales.
En ese sentido, la mayor de las Antillas destaca por ser uno de los pocos países que garantiza a sus graduados de nivel medio y superior un puesto de trabajo donde ejercer su profesión.
Esa realidad contrasta con el contexto internacional.
“El panorama general sigue siendo inquientante”, esa fue la conclusión recogida en el Informe Global sobre la Brecha de Género 2018, producido por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), que presenta una imagen clara del estado de los derechos de las mujeres en términos de política, economía y educación.
El informe ubica a Cuba en el puesto 23 de 149 naciones en cuenta a brecha de género.
Las proyecciones para el empoderamiento económico de las mujeres, desde los salarios hasta el control financiero sobre los activos, es de 202 años.
El informe más reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que la brecha global de ingresos entre hombres y mujeres se acerca al 20%.
Según datos contenidos en el Informe presentado por Cuba al Examen Periódico Universal (EPU) del Consejo de Derechos Humanos, las féminas representan el 60,5 % de los graduados de la educación superior y el 67,2 % de los técnicos y profesionales en toda la nación.
Podría decirse con certeza que el sector femenino es protagonista en casi todos los ámbitos de la sociedad: constituye el 49 % de la fuerza laboral en el sector estatal civil; el 48,6 % de los dirigentes; el 81,9 % de los profesores, maestros y científicos; el 80 % de los fiscales, presidentes de Tribunales Provinciales, jueces profesionales y de la fuerza laboral en los sectores de la salud y la educación; por solo citar algunos ejemplos.
En contraste, a nivel mundial solo el 24 % de los parlamentarios son mujeres y los hombres constituyen la mayoría de la fuerza laboral profesional.
Ese camino se ratifica hoy con la inclusión en la nueva Constitución cubana, que se someterá a referendo en febrero próximo, de una declaración de principios sobre el tipo de sociedad que se busca construir:
“Convencidos de que Cuba no volverá jamás al capitalismo como régimen sustentado en la explotación del hombre por el hombre, y que solo en el socialismo y en el comunismo el ser humano alcanza su dignidad plena”.Un joven abogado, que luego se convertiría en el Comandante en Jefe de la Revolución, marcó el camino en 1953 con su histórico alegato La historia me absolverá:
“El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política”.Con la llegada al poder de los barbudos de la Sierra Maestra se abrió el camino para el cumplimiento de esos compromisos y la transformación de la realidad heredada tras siglos de colonialismo y explotación.
60 años después, los derechos laborales y la dignificación del trabajo constituyen conquistas indiscutibles de la Cuba revolucionaria.
Si bien la recuperación del poder adquisitivo del salario es una deuda pendiente desde las distorsiones introducidas a partir del llamado Periodo Especial, nuestro país cuenta con indicadores sobre el trabajo que están a la vanguardia internacional.
1. Las vacaciones
Aunque resulta algo natural a lo que pocas veces se presta atención, la legislación sobre vacaciones pagadas en Cuba es una de las más favorables para los trabajadores en el mundo entero.La Ley No.116 Código de Trabajo, del 2014, explicita que los trabajadores tienen derecho al disfrute de un mes de vacaciones anuales pagadas por cada 11 meses de labor efectiva; y el máximo de descanso es de 30 días naturales.
Esto ubica a la mayor de las antillas en un selecto grupo junto a países como Finlandia, Francia, Baréin, Yibuti, Guinea, Kuwait, Libia, Maldivas y Nicaragua, que rondan la barrera de las tres decenas de días de vacaciones pagas.
En países como Polonia, Eslovenia o Grecia el período vacacional varía en función de la antigüedad del puesto, desde los 20 días mínimos por el primer año trabajado hasta los 25 tras pasar diez años en una misma empresa.
Al otro lado del espectro se encuentran países como Canadá, Birmania y Japón, con tan sólo diez días hábiles disponibles; Tailandia, Nigeria y México con 6; y China con 5 (aunque se compensa con el número de días feriados).
En México los trabajadores sólo pueden disfrutar de seis jornadas al año asignadas por ley siempre que hayan superado su primer año dentro de una compañía, aumentando esta cifra dos días por año trabajado hasta un máximo de 12. A partir de entonces, la suma se ralentiza a dos días por cinco años trabajados. De este modo, un mexicano deberá tener a sus espaldas 25 años de antigüedad en una empresa para optar al descanso mínimo de tres semanas aconsejado de la ONU.
Un ejemplo a parte es el de Estados Unidos, considerado el único país desarrollado que considera el tiempo libre remunerado un beneficio y no un derecho.
De acuerdo con la BBC, los estadounidenses pueden agradecerle esto a su Acta de las Normas del Trabajo Equitativo. Esta reliquia de 1938 regula el máximo de horas semanales de trabajo, las horas extra, el salario mínimo y el trabajo infantil, pero no menciona el tiempo libre remunerado.
2. Protección a la maternidad y paternidad
La promoción de la maternidad y la paternidad, así como el respeto de sus derechos laborales, está en el centro del sistema de atención de la seguridad social cubana, al tiempo que constituye una de las grandes conquistas de la Revolución.Desde la entrada en vigor de la Ley 116, Código de Trabajo, en el año 2014, el gobierno cubano garantiza la protección de la madre trabajadora. Para acompañarlo, desde el 2017 entraron en vigor los Decreto-Leyes No. 339 y 340 y otras cuatro resoluciones que estimulan la fecundidad, la incorporación y reincorporación de la mujer al trabajo y la participación de otros familiares en el cuidado y atención de los menores.
Entre las principales fortalezas del Código cubano está que la madre puede incorporarse al trabajo antes de que el niño arribe al primer año de vida y simultanearse la prestación social con el salario.
Asimismo, el padre trabajador y los abuelos –maternos o paternos– no jubilados pueden recibir la prestación social para el cuidado del menor hasta que cumpla el primer año de vida.
Son pocos los países de América Latina que han ratificado el Convenio 183 de OIT o en su defecto el Convenio sobre la protección de la maternidad. Además, en muchos casos los estándares nacionales se encuentran por debajo de los establecidos, refiere la OIT.
Con respecto a las licencias por maternidad, por ejemplo, Argentina, Estado Plurinacional de Bolivia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua establecen licencias de entre 10 y 13 semanas, por debajo de las 14 semanas fijadas por el convenio. Hay otro grupo de países, en el que se encuentran Cuba, Brasil, Costa Rica, Chile, El Salvador, Paraguay y Venezuela R.B., que han establecido períodos de licencia superiores a las 16 semanas.
3. Pleno empleo
De acuerdo con la edición del 2018 del Anuario Estadístico de Cuba, la tasa de desempleo al cierre del 2017 era de 1,7 por ciento, lo que a nivel mundial se considera pleno empleo.En contraste con las cifras cubanas, el desempleo ronda el siete por ciento en la Unión Europea y el 4 % en Estados Unidos, cercano a sus récord históricos de plena ocupación.
A nivel regional, 25 millones de mujeres y hombres buscan trabajo y no lo consiguen.
La tasa de desempleo experimentó una leve baja en América Latina y fue de alrededor de 7,8 por ciento al final de 2018, lo cual revierte la tendencia alcista de los últimos tres años. Aunque la mejoría “aún es modesta” en un escenario marcado por la incertidumbre y la volatilidad, destacó un informe divulgado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En las impresionantes cifras de empleo en Cuba influyen varios factores. Entre otros, está la planificación de la demanda efectiva de puestos laborales y la formación de profesionales.
En ese sentido, la mayor de las Antillas destaca por ser uno de los pocos países que garantiza a sus graduados de nivel medio y superior un puesto de trabajo donde ejercer su profesión.
4. Igual salario por igual trabajo entre mujeres y hombres
Las leyes cubanas proscriben cualquier tipo de discriminación y la nueva Constitución cubana establece el principio de igualdad del salario por igualdad de trabajo.ARTÍCULO 42. Todas las personas son iguales ante la ley, reciben la misma protección y trato de las autoridades y gozan de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin ninguna discriminación por razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel, creencia religiosa, discapacidad, origen nacional o territorial, o cualquier otra condición o circunstancia personal que implique distinción lesiva a la dignidad humana. Todas tienen derecho a disfrutar de los mismos espacios públicos y establecimientos de servicios. Asimismo, reciben igual salario por igual trabajo, sin discriminación alguna. La violación del principio de igualdad está proscrita y es sancionada por la ley.Además, no existen regulaciones que amparen o permitan que el salario de un trabajador o profesional sea fijado de acuerdo a su género.
Esa realidad contrasta con el contexto internacional.
“El panorama general sigue siendo inquientante”, esa fue la conclusión recogida en el Informe Global sobre la Brecha de Género 2018, producido por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), que presenta una imagen clara del estado de los derechos de las mujeres en términos de política, economía y educación.
El informe ubica a Cuba en el puesto 23 de 149 naciones en cuenta a brecha de género.
Las proyecciones para el empoderamiento económico de las mujeres, desde los salarios hasta el control financiero sobre los activos, es de 202 años.
El informe más reciente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que la brecha global de ingresos entre hombres y mujeres se acerca al 20%.
5.Empoderamiento laboral de las mujeres
En Cuba, las mujeres representan el 53,22 % de los puestos ocupados en la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), máximo órgano legislativo en el país; y constituyen el 48,4 % de los integrantes del Consejo de Estado.Según datos contenidos en el Informe presentado por Cuba al Examen Periódico Universal (EPU) del Consejo de Derechos Humanos, las féminas representan el 60,5 % de los graduados de la educación superior y el 67,2 % de los técnicos y profesionales en toda la nación.
Podría decirse con certeza que el sector femenino es protagonista en casi todos los ámbitos de la sociedad: constituye el 49 % de la fuerza laboral en el sector estatal civil; el 48,6 % de los dirigentes; el 81,9 % de los profesores, maestros y científicos; el 80 % de los fiscales, presidentes de Tribunales Provinciales, jueces profesionales y de la fuerza laboral en los sectores de la salud y la educación; por solo citar algunos ejemplos.
En contraste, a nivel mundial solo el 24 % de los parlamentarios son mujeres y los hombres constituyen la mayoría de la fuerza laboral profesional.
En cifras: cuántos pobres precarizados hay en el mundo y dónde se encuentran
Según el primer Índice de Pobreza Multidimensional
global, un proyecto del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) en alianza con la Iniciativa para el Desarrollo Humano y contra
la Pobreza de la Universidad de Oxford, una cuarta parte de la población
de los 104 países que se estudiaron, es decir, unos 1 mil 300 millones
de personas, viven sin condiciones mínimas de salubridad, acceso al agua
y a una vivienda. Pobreza extrema en sus diferentes facetas de
carencias múltiples y simultáneas que no sólo toman en cuenta los bajos
salarios.
Y el dato va más allá: la mitad son niños, menores de 18 año de edad. Unos 662 infantes son contabilizados en este índice. En 35 países, la mitad de los niños son pobres "multidimensionales".
Las dimensiones que se toman en cuenta para la contabilización son, aparte de los mencionados, nutrición adecuada y acceso a la educación primaria, factores con los que no cuentan estas 1 mil 300 millones de personas. Ese número significan casi unas tres cuartas partes de la población mundial.
Además, casi la mitad de esos 1 mil 300 millones, un 46%, viven en condiciones de "severa pobreza", y no tienen acceso al menos a la mitad de los factores que toman en cuenta estas instituciones para analizar su índice.
Otros datos a considerar de este estudio:
Y el dato va más allá: la mitad son niños, menores de 18 año de edad. Unos 662 infantes son contabilizados en este índice. En 35 países, la mitad de los niños son pobres "multidimensionales".
Las dimensiones que se toman en cuenta para la contabilización son, aparte de los mencionados, nutrición adecuada y acceso a la educación primaria, factores con los que no cuentan estas 1 mil 300 millones de personas. Ese número significan casi unas tres cuartas partes de la población mundial.
Además, casi la mitad de esos 1 mil 300 millones, un 46%, viven en condiciones de "severa pobreza", y no tienen acceso al menos a la mitad de los factores que toman en cuenta estas instituciones para analizar su índice.
Otros datos a considerar de este estudio:
- 83% de los pobres "multidimensionales" viven en el África sub-sahariana y el sur asiático.
- 19% se encuentran en Estados árabes.
- 2% se ubican en Europa y Asia central.
- La vasta mayoría -1 mil 100 millone- hacen vida en áreas rurales de todo el mundo, cuya tasa de pobreza (36%) es cuatro veces mayor que la de aquello que viven en áreas urbanas.
- Un adicional de 879 millones se encuentran en riesgo de caer en pobreza "multidimensional", lo que podría suceder pronto si no se encuentran soluciones urgentes a los conflictos bélicos, las enfermedades epidémicas, el desempleo, las sequías, etc.
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Distribuyen falsa edición de The Washington Post que anuncia la renuncia de Trump
Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, héroes de la clase obrera
A cien años del asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht
La revolución alemana y el crimen contra sus cuadros más valiosos. Compartimos artículo publicado originalmente en Prensa Obrera #124, 20 de enero de 1986.
En noviembre de 1918 Alemania es un volcán. La Primera Guerra Mundial está concluyendo con una aplastante derrota militar, y el ejército se desmorona en todos los frentes. Los soldados se sublevan contra la oficialidad. En las ciudades las masas obreras se lanzan a la calle para exigir la caída del régimen monárquico. La revuelta se extiende en forma vertiginosa por todo el país. Los marinos ocupan los barcos de guerra e izan la bandera roja, los mítines proletarios reúnen centenares de miles de personas. Los trabajadores arremeten contra la policía, asaltan las cárceles y liberan a los presos políticos.
El 9 de noviembre se derrumba la monarquía. El rey dimite cuando una
impresionante columna de manifestantes rodea la casa de gobierno. Se va y
deja un gabinete a cargo del Partido Socialdemócrata (SD), que un mes
antes había ingresado al gobierno. En pleno levantamiento popular sus
dirigentes Ebert y Scheideman proclaman la República. En todo el proceso
revolucionario en marcha resaltan dos figuras: Carlos Liebknecht y Rosa
Luxemburgo. Liebknecht, ex diputado y encarnizado opositor a la guerra,
es el orador más aplaudido en los mítines. Luxemburgo es una conocida
teórica y organizadora de la Izquierda alemana. Ambos dirigen el grupo
revolucionario “Espartaco” dentro del Partido Socialdemócrata
Independiente (PSDI).
El doble poder
En todos los regimientos y centros urbanos las masas insurrectas han creado sus propios organismos de lucha: los Consejos de obreros y de soldados. Agrupan a millones de explotados. En muchas localidades se perfilan directamente como la alternativa de gobierno, creando sus propias milicias y su propio aparato administrativo. La SD ha logrado colocar a sus partidarios a la cabeza de la mayor parte de los Consejos, esto al mismo tiempo que asume la dirección del gobierno burgués. Ha logrado que estos organismos populares avalen al gobierno, al que se ha integrado también el PSDI. Existe una situación de doble poder en donde los mismos partidos aparecen en la dirección de los organismos revolucionarios y del gobierno oficial. Las masas creen que tienen en sus manos al gobierno, pero Ebert trabaja para la burguesía y por la destrucción de los Consejos dé obreros y soldados. Ratifica a todos los funcionarios burgueses y monárquicos en sus puestos, preserva el poder económico de los capitalistas y le hace suscribir a los sindicatos un “pacto social” con los patrones.
El doble poder
En todos los regimientos y centros urbanos las masas insurrectas han creado sus propios organismos de lucha: los Consejos de obreros y de soldados. Agrupan a millones de explotados. En muchas localidades se perfilan directamente como la alternativa de gobierno, creando sus propias milicias y su propio aparato administrativo. La SD ha logrado colocar a sus partidarios a la cabeza de la mayor parte de los Consejos, esto al mismo tiempo que asume la dirección del gobierno burgués. Ha logrado que estos organismos populares avalen al gobierno, al que se ha integrado también el PSDI. Existe una situación de doble poder en donde los mismos partidos aparecen en la dirección de los organismos revolucionarios y del gobierno oficial. Las masas creen que tienen en sus manos al gobierno, pero Ebert trabaja para la burguesía y por la destrucción de los Consejos dé obreros y soldados. Ratifica a todos los funcionarios burgueses y monárquicos en sus puestos, preserva el poder económico de los capitalistas y le hace suscribir a los sindicatos un “pacto social” con los patrones.
A fines de noviembre millones de alemanes discuten quien debe gobernar
el país. La Socialdemocracia propone la convocatoria de una Asamblea
Constituyente, asegurando que de allí surgirá un gobierno de mayoría
popular. Pretenden, mediante la Asamblea, la disolución de los Consejos y
la recomposición del Estado burgués.
Contra esta política contrarrevolucionaria se alza la voz de Liebknecht y
Luxemburgo. Denuncian a la Constituyente como un paso hacia el pleno
reestablecimiento del poder burgués y plantean el poder para los
Consejos Obreros. Propugnan seguir el ejemplo de los bolcheviques en
Rusia: expropiar a los capitalistas, desmantelar el ejército burgués e
instaurar la dictadura del proletariado. Su influencia crece entre las
masas proletarias en proceso de radicalización. La mayoría que sigue en
manos del bloque SD-PSDI con todo, logra hacer votar en los Consejos la
fecha de convocatoria a la elección de la Constituyente.
La fundación del Partido Comunista
En el campo revolucionario se producen grandes acontecimientos. Desde el ingreso del PSDI al gobierno, la liga “Espartaquista" se ha ido agrupando con otros núcleos de izquierda y conjuntamente organizan manifestaciones para defender los Consejos. A fines de diciembre deciden dar el paso de constituir un nuevo partido y fundan el Partido Comunista. Lenin aplaude la iniciativa.
La fundación del Partido Comunista
En el campo revolucionario se producen grandes acontecimientos. Desde el ingreso del PSDI al gobierno, la liga “Espartaquista" se ha ido agrupando con otros núcleos de izquierda y conjuntamente organizan manifestaciones para defender los Consejos. A fines de diciembre deciden dar el paso de constituir un nuevo partido y fundan el Partido Comunista. Lenin aplaude la iniciativa.
Pero el naciente partido enfrenta delicados problemas políticos. La
elección de la Constituyente es una maniobra de la contrarrevolución. En
esto existe total acuerdo dentro del PC y nadie titubea en denunciarla.
Pero las masas se aprestan a participar en el comicio creyendo que es
la vía para consolidar la revolución.
Teniendo en cuenta este proceso, Luxemburgo propone intervenir en las
elecciones con el propósito de propagandizar la necesidad de un gobierno
de los Consejos. El partido no la acompaña. La mayoría se pronuncia por
el boicot a la Constituyente y a favor de la organización de una salida
insurreccional, que las masas obreras no comprenden ni comparten.
El asesinato
A principios de enero la crisis política se profundiza. La oficialidad choca con los Consejos de soldados, que levantan una plataforma de reivindicaciones favorables a la disolución del ejército imperial. El gobierno intenta desarmar a la tropa, lo que enciende nuevamente la mecha de la sublevación popular. Los ministros del PSDI renuncian.
El asesinato
A principios de enero la crisis política se profundiza. La oficialidad choca con los Consejos de soldados, que levantan una plataforma de reivindicaciones favorables a la disolución del ejército imperial. El gobierno intenta desarmar a la tropa, lo que enciende nuevamente la mecha de la sublevación popular. Los ministros del PSDI renuncian.
Ebert se decide a lanzar entonces la prueba de fuerza definitiva. En
acuerdo con el Estado mayor resuelve la organización de un cuerpo franco
de oficiales derechistas (verdaderos antecedentes de las bandas nazis) y
le encarga al diputado sociaidemócrata Noske su dirección. Noske lanza a
estos grupos al copamiento de la jefatura de policía. Es una clara
provocación para aplastar sangrientamente a la izquierda. El PC responde
convocando a un acto. El mitin se transforma en una impresionante
manifestación de oposición al gobierno, pero el partido no acierta a
conducir el movimiento. Prevalece la política putchista aprobada días
antes en el Congreso del Partido.
Es así que llama, prematuramente, a la insurrección. Esta es derrotada, a
lo que sigue un momento de reflujo y desorientación de la vanguardia
obrera. Noske no vacila, entonces, en ordenar el asesinato de Liebknecht
y Luxemburgo.
Los dos dirigentes habían rehusado esconderse a tiempo y son detenidos
en la tarde del 15 de enero. Los maltratan en el traslado y luego los
asesinan en la cárcel. Al principio, los verdugos socialdemócratas
ocultan y tergiversan los hechos. El cadáver de Luxemburgo no aparece
durante varios días. Noske protege a los asesinos y bloquea cualquier
investigación. Algunos meses más tarde, los asesinos son igualmente
reconocidos y se benefician con una parodia de juicio, quedando en
libertad al poco tiempo.
Las consecuencias del crimen son incalculables para la revolución, que
pierde a su mejor cerebro político (Luxemburgo) y a su tribuno más
prestigioso (Liebknecht). La evolución del joven e inexperto Partido
Comunista queda seriamente afectada por la desaparición de Rosa. Con
Noske y los cuerpos francos, la Socialdemocracia ingresa en la historia
de las traiciones más aberrantes a la clase obrera. La sangre de
Luxemburgo y Liebknecht los separa definitivamente del proletariado
mundial.
Actualidad revolucionaria de Rosa Luxemburgo
por Michael Löwy
LA HAINE - 13/01/2019
Una
verdadera refundación del comunismo en el siglo XXI no puede ahorrarse
el mensaje revolucionario, marxista y libertario de Rosa Luxemburgo
Si
hubiera que destacar el rasgo distintivo de la vida y del pensamiento
de Rosa Luxemburgo, tal vez sería el humanismo revolucionario. Tanto en
su crítica del capitalismo como sistema inhumano, en su combate contra
el militarismo, el colonialismo, el imperialismo, o en su visión de una
sociedad emancipada, su utopía de un mundo sin explotación, sin
alienación y sin fronteras, este humanismo atraviesa como un hilo rojo
el conjunto de sus escritos políticos y también su correspondencia, sus
emocionantes cartas desde la prisión, que han sido leídas y releídas por
generaciones sucesivas de jóvenes militantes del movimiento obrero.
¿Por qué esta figura de mujer –judía y polaca, marxista y revolucionaria, tierna e intransigente, militante e intelectual– nos sigue fascinando? ¿Cómo permanece tan cercana 90 años después de su muerte? ¿En qué consiste la asombrosa actualidad de su pensamiento, precisamente ahora, en este comienzo de siglo XXI?
Veo al menos tres razones para ello:
En primer lugar, en una época de globalización capitalista, de mundialización neoliberal, de dominación planetaria del gran capital financiero, de internacionalización de la economía al servicio del beneficio, la especulación y la acumulación, la necesidad de una respuesta internacional, de una mundialización de la resistencia, en resumen, de un nuevo internacionalismo está más que nunca a la orden del día. Ahora bien, pocas figuras del movimiento obrero han encarnado, de manera tan radical como Rosa Luxemburgo, la idea internacionalista, el imperativo categórico de la unidad, de la asociación, de la cooperación, de la fraternidad de los explotados y oprimidos de todos los países y continentes.
Como es sabido, ella fue, junto a Karl Liebknecht, uno de los pocos dirigentes del socialismo alemán, en oponerse a la Unión Sagrada y al voto de los créditos de guerra en 1914. Las autoridades imperiales alemanas –con el apoyo de la derecha socialdemócrata– le hicieron pagar caro su oposición internacionalista consecuente a la guerra, encerrándola tras los barrotes durante la mayor parte del conflicto. Confrontada al fracaso dramático de la II Internacional, soñó con la creación de una nueva asociación mundial de trabajadores y sólo la muerte, esto es, su asesinato en enero de 1919 por los “Cuerpos Francos” llamados a Berlín por el ministro social-demócrata Noske para aplastar la revuelta de la Liga Spartakus– le impidió participar, junto a Lenin y a Trotsky, en la fundación de la Internacional Comunista en 1919.
Pocos como ella comprendieron el peligro mortal que representa para los trabajadores el nacionalismo, el chovinismo, el racismo, la xenofobia, el militarismo y el expansionismo colonial o imperial. Se puede criticar tal o cual aspecto de su reflexión sobre la cuestión nacional, pero no se puede dudar de la fuerza profética de sus advertencias. Utilizo el término “profeta” en el sentido bíblico original (bien definido por Daniel Bensaïd en sus recientes escritos), no el de quien pretende “prever el futuro”, sino el de quien enuncia una anticipación condicional, quien advierte al pueblo de las catástrofes que ocurrirán si no toma otro camino.
En segundo lugar, en este siglo XX que fue no sólo el de los “extremos” (según la expresión de Eric Hobsbawn) sino el de las manifestaciones más brutales de la barbarie en la historia de la humanidad, no se puede dejar de admirar un pensamiento revolucionario como el de Rosa Luxemburgo, que supo rechazar la ideología cómoda y conformista del progreso lineal, el fatalismo optimista y el evolucionismo pasivo de la social-democracia, la peligrosa ilusión -a la que se refirió Walter Benjamin en sus “Tesis” de 1940- de que bastaba con “nadar con la corriente” y dejar hacer a las “condiciones objetivas”. Al escribir en 1915, en su folleto “La crisis de la social-democracia” (firmado con el seudónimo Junius), la consigna “socialismo o barbarie”, Rosa Luxemburgo rompía con la concepción –de origen burgués, aunque adoptada por la II Internacional- de la historia como progreso irresistible, inevitable, “garantizado” por las leyes “objetivas” del desarrollo económico o de la evolución social. Una concepción maravillosamente resumida por Gyorgy Valentinovitch Plekhanov, cuando escribía: “La victoria de nuestro programa es tan inevitable como que mañana salga el sol“. La conclusión política de esta ideología “progresista” sólo podía ser la pasividad: nadie habría tenido la descabellada idea de lucha, arriesgar su vida, combatir para asegurar la aparición matinal del sol…
Volvamos por un momento al alcance político y “filosófico” del lema “socialismo o barbarie”. Se encontraba sugerido en algunos textos de Marx o de Engels, pero fue Rosa Luxemburgo quien le dio esta formulación explícita y tajante. Implica una percepción de la historia como proceso abierto, como serie de “bifurcaciones”, donde el “factor subjetivo” de los oprimidos –consciencia, organización, iniciativa– se vuelve decisivo. No se trata de esperar a que el fruto “madure”, según las “leyes naturales” de la economía o de la historia, sino de actuar antes de que sea demasiado tarde.
Porque la otra parte de la alternativa es un siniestro peligro: la barbarie. Con este término, Rosa Luxemburgo no designó una imposible “regresión” a un pasado tribal, primitivo o “salvaje”: se trataba, en su forma de ver, de una barbarie eminentemente moderna, de la cual sería un ejemplo contundente la 1ª Guerra Mundial, mucho peor en su inhumanidad criminal que las prácticas guerreras de los conquistadores “bárbaros” del final del Imperio Romano. Nunca antes en el pasado, semejantes tecnologías –los tanques, el gas, la aviación militar– se habían sido puesto al servicio de una política imperialista de masacre y de agresión a tan inmensa escala.
Desde el punto de vista de la historia del siglo XX, la consigna de Rosa Luxemburgo ha sido profética: la derrota del socialismo en Alemania abrió la vía a la victoria del fascismo hitleriano y, en consecuencia, a la 2ª Guerra mundial y a las formas más monstruosas de barbarie moderna que la humanidad nunca haya conocido, simbolizadas y resumidas con el nombre de “Auschwitz”.
No por casualidad la expresión “socialismo o barbarie” sirvió de bandera y signo de reconocimiento a uno de los grupos más creativos de la izquierda marxista de postguerra en Francia: reunido en torno a la revista del mismo nombre, animada durante los años 50 y 60 por Cornelius Castoriadis y Claude Lefort.
El dilema y la advertencia indicada en la consigna de Rosa Luxemburgo siguen estando a la orden del día en nuestra época. El largo período de repliegue de las fuerzas revolucionarias –del que poco a poco se empieza a salir– ha venido acompañado de la multiplicación de guerras y de masacres de “purificación étnica”, desde los Balcanes hasta África, el ascenso de racismos, chovinismos, integrismos de todo tipo, incluso en el corazón de la Europa “civilizada”.
Pero se presenta un nuevo peligro, no previsto por Rosa Luxemburgo. Ernest Mandel había subrayado en sus últimos escritos que el dilema del siglo XXI para la humanidad ya no sería, como en 1915, “socialismo o barbarie”, sino “socialismo o muerte”. Designaba con ello el riesgo de catástrofe ecológica resultante de la expansión capitalista mundial, con su lógica destructiva del entorno. Si el socialismo no viene a interrumpir esta carrera vertiginosa hacia el abismo –el ascenso de la temperatura del planeta y la destrucción de la capa de ozono son sus signos más visibles–, la supervivencia misma de la especie humana estará amenazada.
En tercer lugar, ante el fracaso histórico de las corrientes dominantes del movimiento obrero, por un lado el poco glorioso derrumbamiento del pretendido “socialismo real” –heredero de los sesenta años de estalinismo–, y por otro lado la sumisión pasiva (¿o se trata de una adhesión activa?) de la social-democracia a las reglas -neoliberales- del juego capitalista mundial, la alternativa que representaba Rosa Luxemburgo, un socialismo a la vez auténticamente revolucionario y radicalmente democrático, aparece más pertinente que nunca.
Como militante del movimiento obrero del Imperio zarista –había fundado el Partido Socialdemócrata de Polonia y Lituania, afiliado al Partido Obrero Socialdemócrata ruso– había criticado las tendencias, en su opinión demasiado autoritarias y centralistas, de las tesis defendidas por Lenin antes de 1905. Su crítica coincidía, en este punto, con la del joven Trotsky en “Nuestras Tareas Políticas” (1904).
Al mismo tiempo, como dirigente del ala izquierda de la socialdemocracia alemana, peleó contra la tendencia de la burocracia sindical y política, o de las representaciones parlamentarias, a monopolizar las decisiones políticas. La huelga general rusa de 1905 le pareció un ejemplo a seguir también en Alemania: tenía más confianza en la iniciativa de las bases obreras que en las “sabias decisiones” de los órganos dirigentes del movimiento obrero alemán.
Al tener noticias en prisión de los acontecimientos de Octubre de 1917, se solidarizó inmediatamente con los revolucionarios rusos. En un folleto sobre la Revolución Rusa, redactado en 1918 en prisión, que no fue publicado hasta 1921, después de su muerte, saludó con entusiasmo este gran acto histórico emancipador y rindió un caluroso homenaje a los dirigentes revolucionarios de Octubre:
Una verdadera refundación del comunismo en el siglo XXI no puede ahorrarse el mensaje revolucionario, marxista, democrático, socialista y libertario de Rosa Luxemburgo.
https://kmarx.wordpress.com
¿Por qué esta figura de mujer –judía y polaca, marxista y revolucionaria, tierna e intransigente, militante e intelectual– nos sigue fascinando? ¿Cómo permanece tan cercana 90 años después de su muerte? ¿En qué consiste la asombrosa actualidad de su pensamiento, precisamente ahora, en este comienzo de siglo XXI?
Veo al menos tres razones para ello:
En primer lugar, en una época de globalización capitalista, de mundialización neoliberal, de dominación planetaria del gran capital financiero, de internacionalización de la economía al servicio del beneficio, la especulación y la acumulación, la necesidad de una respuesta internacional, de una mundialización de la resistencia, en resumen, de un nuevo internacionalismo está más que nunca a la orden del día. Ahora bien, pocas figuras del movimiento obrero han encarnado, de manera tan radical como Rosa Luxemburgo, la idea internacionalista, el imperativo categórico de la unidad, de la asociación, de la cooperación, de la fraternidad de los explotados y oprimidos de todos los países y continentes.
Como es sabido, ella fue, junto a Karl Liebknecht, uno de los pocos dirigentes del socialismo alemán, en oponerse a la Unión Sagrada y al voto de los créditos de guerra en 1914. Las autoridades imperiales alemanas –con el apoyo de la derecha socialdemócrata– le hicieron pagar caro su oposición internacionalista consecuente a la guerra, encerrándola tras los barrotes durante la mayor parte del conflicto. Confrontada al fracaso dramático de la II Internacional, soñó con la creación de una nueva asociación mundial de trabajadores y sólo la muerte, esto es, su asesinato en enero de 1919 por los “Cuerpos Francos” llamados a Berlín por el ministro social-demócrata Noske para aplastar la revuelta de la Liga Spartakus– le impidió participar, junto a Lenin y a Trotsky, en la fundación de la Internacional Comunista en 1919.
Pocos como ella comprendieron el peligro mortal que representa para los trabajadores el nacionalismo, el chovinismo, el racismo, la xenofobia, el militarismo y el expansionismo colonial o imperial. Se puede criticar tal o cual aspecto de su reflexión sobre la cuestión nacional, pero no se puede dudar de la fuerza profética de sus advertencias. Utilizo el término “profeta” en el sentido bíblico original (bien definido por Daniel Bensaïd en sus recientes escritos), no el de quien pretende “prever el futuro”, sino el de quien enuncia una anticipación condicional, quien advierte al pueblo de las catástrofes que ocurrirán si no toma otro camino.
En segundo lugar, en este siglo XX que fue no sólo el de los “extremos” (según la expresión de Eric Hobsbawn) sino el de las manifestaciones más brutales de la barbarie en la historia de la humanidad, no se puede dejar de admirar un pensamiento revolucionario como el de Rosa Luxemburgo, que supo rechazar la ideología cómoda y conformista del progreso lineal, el fatalismo optimista y el evolucionismo pasivo de la social-democracia, la peligrosa ilusión -a la que se refirió Walter Benjamin en sus “Tesis” de 1940- de que bastaba con “nadar con la corriente” y dejar hacer a las “condiciones objetivas”. Al escribir en 1915, en su folleto “La crisis de la social-democracia” (firmado con el seudónimo Junius), la consigna “socialismo o barbarie”, Rosa Luxemburgo rompía con la concepción –de origen burgués, aunque adoptada por la II Internacional- de la historia como progreso irresistible, inevitable, “garantizado” por las leyes “objetivas” del desarrollo económico o de la evolución social. Una concepción maravillosamente resumida por Gyorgy Valentinovitch Plekhanov, cuando escribía: “La victoria de nuestro programa es tan inevitable como que mañana salga el sol“. La conclusión política de esta ideología “progresista” sólo podía ser la pasividad: nadie habría tenido la descabellada idea de lucha, arriesgar su vida, combatir para asegurar la aparición matinal del sol…
Volvamos por un momento al alcance político y “filosófico” del lema “socialismo o barbarie”. Se encontraba sugerido en algunos textos de Marx o de Engels, pero fue Rosa Luxemburgo quien le dio esta formulación explícita y tajante. Implica una percepción de la historia como proceso abierto, como serie de “bifurcaciones”, donde el “factor subjetivo” de los oprimidos –consciencia, organización, iniciativa– se vuelve decisivo. No se trata de esperar a que el fruto “madure”, según las “leyes naturales” de la economía o de la historia, sino de actuar antes de que sea demasiado tarde.
Porque la otra parte de la alternativa es un siniestro peligro: la barbarie. Con este término, Rosa Luxemburgo no designó una imposible “regresión” a un pasado tribal, primitivo o “salvaje”: se trataba, en su forma de ver, de una barbarie eminentemente moderna, de la cual sería un ejemplo contundente la 1ª Guerra Mundial, mucho peor en su inhumanidad criminal que las prácticas guerreras de los conquistadores “bárbaros” del final del Imperio Romano. Nunca antes en el pasado, semejantes tecnologías –los tanques, el gas, la aviación militar– se habían sido puesto al servicio de una política imperialista de masacre y de agresión a tan inmensa escala.
Desde el punto de vista de la historia del siglo XX, la consigna de Rosa Luxemburgo ha sido profética: la derrota del socialismo en Alemania abrió la vía a la victoria del fascismo hitleriano y, en consecuencia, a la 2ª Guerra mundial y a las formas más monstruosas de barbarie moderna que la humanidad nunca haya conocido, simbolizadas y resumidas con el nombre de “Auschwitz”.
No por casualidad la expresión “socialismo o barbarie” sirvió de bandera y signo de reconocimiento a uno de los grupos más creativos de la izquierda marxista de postguerra en Francia: reunido en torno a la revista del mismo nombre, animada durante los años 50 y 60 por Cornelius Castoriadis y Claude Lefort.
El dilema y la advertencia indicada en la consigna de Rosa Luxemburgo siguen estando a la orden del día en nuestra época. El largo período de repliegue de las fuerzas revolucionarias –del que poco a poco se empieza a salir– ha venido acompañado de la multiplicación de guerras y de masacres de “purificación étnica”, desde los Balcanes hasta África, el ascenso de racismos, chovinismos, integrismos de todo tipo, incluso en el corazón de la Europa “civilizada”.
Pero se presenta un nuevo peligro, no previsto por Rosa Luxemburgo. Ernest Mandel había subrayado en sus últimos escritos que el dilema del siglo XXI para la humanidad ya no sería, como en 1915, “socialismo o barbarie”, sino “socialismo o muerte”. Designaba con ello el riesgo de catástrofe ecológica resultante de la expansión capitalista mundial, con su lógica destructiva del entorno. Si el socialismo no viene a interrumpir esta carrera vertiginosa hacia el abismo –el ascenso de la temperatura del planeta y la destrucción de la capa de ozono son sus signos más visibles–, la supervivencia misma de la especie humana estará amenazada.
En tercer lugar, ante el fracaso histórico de las corrientes dominantes del movimiento obrero, por un lado el poco glorioso derrumbamiento del pretendido “socialismo real” –heredero de los sesenta años de estalinismo–, y por otro lado la sumisión pasiva (¿o se trata de una adhesión activa?) de la social-democracia a las reglas -neoliberales- del juego capitalista mundial, la alternativa que representaba Rosa Luxemburgo, un socialismo a la vez auténticamente revolucionario y radicalmente democrático, aparece más pertinente que nunca.
Como militante del movimiento obrero del Imperio zarista –había fundado el Partido Socialdemócrata de Polonia y Lituania, afiliado al Partido Obrero Socialdemócrata ruso– había criticado las tendencias, en su opinión demasiado autoritarias y centralistas, de las tesis defendidas por Lenin antes de 1905. Su crítica coincidía, en este punto, con la del joven Trotsky en “Nuestras Tareas Políticas” (1904).
Al mismo tiempo, como dirigente del ala izquierda de la socialdemocracia alemana, peleó contra la tendencia de la burocracia sindical y política, o de las representaciones parlamentarias, a monopolizar las decisiones políticas. La huelga general rusa de 1905 le pareció un ejemplo a seguir también en Alemania: tenía más confianza en la iniciativa de las bases obreras que en las “sabias decisiones” de los órganos dirigentes del movimiento obrero alemán.
Al tener noticias en prisión de los acontecimientos de Octubre de 1917, se solidarizó inmediatamente con los revolucionarios rusos. En un folleto sobre la Revolución Rusa, redactado en 1918 en prisión, que no fue publicado hasta 1921, después de su muerte, saludó con entusiasmo este gran acto histórico emancipador y rindió un caluroso homenaje a los dirigentes revolucionarios de Octubre:
Todo el valor, la energía, la perspicacia revolucionaria, la lógica de que puede dar prueba un partido revolucionario en un momento histórico, han sido mostrados por Lenin, Trotsky y sus amigos. Todo el honor y toda la facultad de acción revolucionaria que han faltado a la socialdemocracia occidental, se vuelven a encontrar entre los bolcheviques. La insurrección de octubre no sólo habrá servido para salvar a la revolución rusa, sino también el honor del socialismo internacional.Esta solidaridad no le impidió criticar lo que le parecía erróneo o peligroso en su política. Si algunas de sus críticas –sobre la autodeterminación nacional o la distribución de tierras- son muy discutibles, y bastante poco realistas, otras en cambio, sobre la cuestión de la democracia, son completamente pertinentes y de una notable actualidad. Aún reconociendo la imposibilidad, para los bolcheviques, en las dramáticas circunstancias de la guerra civil y de la intervención extranjera, de crear “como por arte de magia, la más bella de las democracias”, no por ello Rosa Luxemburgo dejó de llamar la atención sobre el peligro de un deslizamiento autoritario, y reafirmó algunos principios fundamentales de la democracia revolucionaria:
La libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido –por numerosos que sean- no es la libertad. La libertad es siempre la libertad del que piensa de otra manera (…). Sin elecciones generales, sin una ilimitada libertad de prensa y de reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida se debilita en todas las instituciones públicas, vegeta, y queda la burocracia como único elemento activo.Es difícil dejar de reconocer el alcance profético de esta advertencia. Algunos años más tarde, la burocracia se apoderaba de la totalidad del poder, eliminando progresivamente a los revolucionarios de Octubre de 1917, a la espera de poder exterminarlos despiadadamente en los años 30.
Una verdadera refundación del comunismo en el siglo XXI no puede ahorrarse el mensaje revolucionario, marxista, democrático, socialista y libertario de Rosa Luxemburgo.
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