“Este tema para mi pasó ya. Tengo que pelear por el ferrocarril, por el laburo, por cantidad de cosas concretas del hombre de la calle. Esas son preocupaciones de ustedes los periodistas que necesitan títulos para salir a la calle”,
“Y yo que sé, después se verá, después juntamos los pedazos“. No me vengan con cucos. No pasa nada. Acá lo único importante que hay es la muerte. Lo demás se recompone. Quedarán unos tajos, alguna heridas, habrá que acomodarse las garras y seguir porque todos los días amanece”, dijo Mujica.
Impertinencias presidenciales:* La Ley de Caducidad es: "un tema que ya paso",
"son preocupaciones de ustedes los periodistas que
necesitan titulos","despues se vera,despues juntamos los pedazos", "No me vengan con cucos"
"No pasa nada", "Aca lo unico importante que hay es la muerte" (JUSTAMENTE !! la muerte de prisioneros,la muerte haciendolos desaparecer pero sin reconocer el asesinato.SERIA LO UNICO IMPORTANTE, lo que significa:TERMINAR CON
LA IMPUNIDAD que trafico y trafica CON LO UNICO IMPORTANTE)
Nacional - Ley de Caducidad
Mujica: la gobernabilidad no se afecta
El mandatario criticó a la prensa por informar "solo" malas noticias
El presidente José Mujica descartó este miércoles que los vaivenes del Frente Amplio en torno a los intentos de anular la ley de Caducidad afecten la gobernabilidad y pidió al periodismo no hacer “cucos” al respecto.
“Este tema para mi pasó ya. Tengo que pelear por el ferrocarril, por el laburo, por cantidad de cosas concretas del hombre de la calle. Esas son preocupaciones de ustedes los periodistas que necesitan títulos para salir a la calle”, dijo el mandatario en rueda de prensa en el Parlamento, donde asistió a una reunión de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (Eurolat) y el Parlamento Latinoamericano (Parlatino).
“¿Concluye el tema de la mejor manera?, preguntó un periodista al mandatario. “Y yo que sé, después se verá, después juntamos los pedazos“. No me vengan con cucos. No pasa nada. Acá lo único importante que hay es la muerte. Lo demás se recompone. Quedarán unos tajos, alguna heridas, habrá que acomodarse las garras y seguir porque todos los días amanece”, dijo Mujica.
El mandatario criticó al periodismo y dijo que “lo único que informan son malas noticias”.
“Estamos en buen momento. Ahora vamos a discutir si media docena de plantitas de marihuana o nueve. Vamos a discutir todo eso. Yo tengo que pelear con el ferrocarril. Va a salir, vamos a tener ferrocarril”, aseguró.
Educación privada y UTU paran 24 horas el jueves
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Enseñanza Privada (Sintep) decidió convocar a un paro de 24 horas para este jueves. A nivel estatal, Primaria dictará clases normalmente, Secundaria parará por la tarde y noche y UTU lo hará durante todo el día.
Si bien depende de cada maestro o docente de institutos privados si acude o no a dar clase, el dirigente de Sintep Miguel Venturiello dijo a EL PAÍS digital que la actividad va a mermar.
El sindicato agrupa tanto a profesores como funcionarios no docentes de escuelas, liceos, universidades, institutos de capacitación e idiomas y centros CAIF.
Según Venturiello, Sintep tiene unos 3.800 afiliados. Dentro de ellos se encuentra el 75% de los maestros y docentes de la educación privada, según el último relevamiento del Sindicato.
En cuanto al acatamiento del paro que esperan para el jueves, Venturiello dijo que en el interior "es casi total" y en Montevideo "más o menos".
La medida responde "exclusivamente" al paro parcial convocado por el PIT-CNT mientras sesiona la Cámara de Diputados para votar el proyecto interpretativo que anula la Ley de Caducidad.
Aunque esta paralización será de 15 a 19 horas, Venturiello explicó por qué el Sintep determinó que sea por 24 horas: "Hemos tenido serias dificultades con el tema de los paros parciales, porque el maestro se va y deja a los alumnos solos. En un sistema privado es complicado, porque está siempre la responsabilidad con los padres y no sabés cómo puede derivar si pasa algo justo ese día".
El dirigente agregó que como se trata de un "sindicato único", la resolución también contempla a todo el sector.
PÚBLICOS . El jueves las clases en los liceos públicos también se verán afectadas, pero sólo en los turnos de la tarde; no así en las escuelas.
La Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) resolvió parar desde las 15 horas y, según dijo a EL PAÍS digital el dirigente José Olivera, no habría reintegro con los nocturnos. Sí habrá clases de mañana.
Por su parte, la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM) adhiere al paro de la central obrera pero no resolvió parar. Sin embargo, dejó "en libertad a sus filiales de todo el país", indicó a EL PAÍS digital el secretario general del sindicato, Gustavo Macedo. Por ejemplo, la Asociación de Maestros de Montevideo acatará lo resuelto por la FUM.
En tanto, de 15 a 22 horas del jueves sí pararán los funcionarios de la Universidad de la República y realizarán una movilización en el Palacio Legislativo con pancartas, adelantó el dirigente Luis Diosi. Por el contrario, la Asociación de Docentes de la Udelar decidió no parar, aunque dejó en libertad de acción a cada facultad, que tiene su propio sindicato.
UTU . Afutu -que engloba a funcionarios y docentes de UTU- decidió parar sólo en el área metropolitana por 24 horas el jueves. "El paro es contra la impunidad (…) Es un tema demasiado importante como para no parar", dijo el dirigente Andrés Olivetti, quien agregó que también van a acompañar la concentración en el Palacio Legislativo.
El País DigitalSi bien depende de cada maestro o docente de institutos privados si acude o no a dar clase, el dirigente de Sintep Miguel Venturiello dijo a EL PAÍS digital que la actividad va a mermar.
El sindicato agrupa tanto a profesores como funcionarios no docentes de escuelas, liceos, universidades, institutos de capacitación e idiomas y centros CAIF.
Según Venturiello, Sintep tiene unos 3.800 afiliados. Dentro de ellos se encuentra el 75% de los maestros y docentes de la educación privada, según el último relevamiento del Sindicato.
La medida responde "exclusivamente" al paro parcial convocado por el PIT-CNT mientras sesiona la Cámara de Diputados para votar el proyecto interpretativo que anula la Ley de Caducidad.
Aunque esta paralización será de 15 a 19 horas, Venturiello explicó por qué el Sintep determinó que sea por 24 horas: "Hemos tenido serias dificultades con el tema de los paros parciales, porque el maestro se va y deja a los alumnos solos. En un sistema privado es complicado, porque está siempre la responsabilidad con los padres y no sabés cómo puede derivar si pasa algo justo ese día".
El dirigente agregó que como se trata de un "sindicato único", la resolución también contempla a todo el sector.
PÚBLICOS . El jueves las clases en los liceos públicos también se verán afectadas, pero sólo en los turnos de la tarde; no así en las escuelas.
La Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) resolvió parar desde las 15 horas y, según dijo a EL PAÍS digital el dirigente José Olivera, no habría reintegro con los nocturnos. Sí habrá clases de mañana.
Por su parte, la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM) adhiere al paro de la central obrera pero no resolvió parar. Sin embargo, dejó "en libertad a sus filiales de todo el país", indicó a EL PAÍS digital el secretario general del sindicato, Gustavo Macedo. Por ejemplo, la Asociación de Maestros de Montevideo acatará lo resuelto por la FUM.
En tanto, de 15 a 22 horas del jueves sí pararán los funcionarios de la Universidad de la República y realizarán una movilización en el Palacio Legislativo con pancartas, adelantó el dirigente Luis Diosi. Por el contrario, la Asociación de Docentes de la Udelar decidió no parar, aunque dejó en libertad de acción a cada facultad, que tiene su propio sindicato.
UTU . Afutu -que engloba a funcionarios y docentes de UTU- decidió parar sólo en el área metropolitana por 24 horas el jueves. "El paro es contra la impunidad (…) Es un tema demasiado importante como para no parar", dijo el dirigente Andrés Olivetti, quien agregó que también van a acompañar la concentración en el Palacio Legislativo.
Mujica pidió a Semproni que "baje los decibeles"
El presidente José Mujica pidió al diputado Víctor Semproni que "baje los decibeles", refiriéndose a su negativa a votar el proyecto que anula los efectos de la ley de Caducidad y que desató una nueva crisis en el Frente Amplio. El proyecto, ya aprobado en el Senado, va camino al fracaso en Diputados.
Mujica dijo tras participar de la inauguración dela Asamblea Genral de la Eurolat que le manifestó a Semproni que debería calmarse, "pero él tiene su personalidad y va a hacer lo que le parece".
El presidente le quitó trascendencia a la discusión en torno a la derogación de la Ley de Caducidad y dijo que este tema no afecta a la gobernabilidad del país.
Mujica dijo tras participar de la inauguración dela Asamblea Genral de la Eurolat que le manifestó a Semproni que debería calmarse, "pero él tiene su personalidad y va a hacer lo que le parece".
El presidente le quitó trascendencia a la discusión en torno a la derogación de la Ley de Caducidad y dijo que este tema no afecta a la gobernabilidad del país.
Anoche, tras reunirse con Mujica, Semproni ratificó que el jueves 19, cuando en la Cámara de Diputados llegue el momento de votar el proyecto, se retirará de sala, dejando así a su bancada sin la mayoría necesaria para aprobarlo.
Si el proyecto fracasa el jueves, deberá convocarse a la Asamblea General, donde la coalición de izquierda no cuenta con los dos tercios necesarios para sancionarlo.
Así, la posición del presidente Mujica -respaldada por el vice Danilo Astori y el ex mandatario Tabaré Vázquez- contraria a la anulación de la ley de Caducidad, lograría imponerse por vía indirecta, luego que el sábado 14 el Plenario Nacional del Frente Amplio ratificara el mandato a los diputados a votar el proyecto.
El País Digital
José Mujica solicitó a Semproni rever su posición
17.05.2011 | 18.02 El Espectador
El Presidente José Mujica le pidió al diputado del Espacio 609, Víctor Semproni rever su posición a los efectos de acompañar al FA en la votación del proyecto de ley que anula la ley de caducidad.
Mujica le pidió a Semproni “bajar los decibles” y dijo que éste “debería calmarse, pero él tiene su personalidad y va a hacer lo que le parece", dijo el mandatario.
Este jueves si todos los diputados de la oposición están en sala a la hora de votar (los cuales suman un total de 49 integrantes), el proyecto del Frente Amplio no tendrá los votos suficientes para su aprobación. En ese caso, se deberá convocar a la Asamblea General, donde se requieren dos tercios para que el proyecto salga aprobado.
Como el Frente Amplio no dispone de esa mayoría y los partidos de la oposición votarán en contra, el proyecto quedaría archivado automáticamente.
El diputado Semproni, habló este martes con El Espectador y explicó su decisión de no apoyar la anulación.
“Yo no voy a votar a pedido o por mandado, yo voto o no por lo que me dictan mis convicciones y la verdad es que estamos ante una propuesta que le hará mucho mal al FA”, sostuvo el legislador, al tiempo que agregó que “lo que hice con el presidente fue agradecerle su preocupación por mi y la unidad del FA”.
“Él (Mujica) me dijo que los dados están echados y me pidió que no me inmolara por esto. La primera conclusión que sacamos juntos es que se resuelva como se resuelva esta situación le costará un peso político muy alto a nuestra fuerza”, sentenció Semproni.
Evalúan sancionar a Semproni si al final no vota
Mujica dijo que "no se va a ver afectada la gobernabilidad" Varios sectores del Frente Amplio evalúan tomar acciones políticas contra el diputado Víctor Semproni por mantener su decisión de no votar el proyecto de anulación de la ley de Caducidad.
Ayer se reunió la bancada de legisladores del Espacio 609 y Semproni fue convocado a ese ámbito. Allí se le pidió que reconsiderara su posición, a lo cual volvió a negarse. "¿Cuál es el problema que yo no vote? No tengo que explicarle nada a nadie. Mi posición oficial ya fue dada. Punto", dijo, y se retiró, relataron a El País participantes de la reunión.
Antes había mantenido un duro cruce con la diputada Ivonne Pasada (MPP), que le dijo que debía "pagar un alto costo político" por esa actitud, a lo cual Semproni respondió: "no soy un niño".
"Ustedes saben mi posición desde hace cuatro años (aludiendo a que desde entonces viene diciendo que no se puede ir contra pronunciamientos populares) y no me respetan", argumentó a voz en cuello. Semproni se reunió anoche con los integrantes de su grupo político y hoy mantendrá un encuentro con el senador Rafael Michelini, del Nuevo Espacio.
Un hecho que molestó en el seno del Frente Amplio fue que el diputado no concurriera por la mañana a la reunión de coordinación de bancada.
Allí, algunos preguntaron por él. "¿Dónde está el compañero que no vino?", dijeron.
Otros comentaron que les parecía "raro" que Semproni hubiera participado en estos días en Perú en una reunión sobre derechos humanos y que finalmente no votara la anulación de la ley de Caducidad.
La bancada ratificó que la sesión se realizará mañana jueves a partir de la hora 15. A la vez, se decidió que el principal orador será el diputado Felipe Michelini, del Nuevo Espacio.
MUJICA. El presidente José Mujica reveló que realizó una nueva gestión sin éxito ante Semproni. Ayer, tras participar de la Asamblea de la Eurolat en el Palacio Legislativo, contó a los periodistas que le pidió que "baje los decibeles", refiriéndose a su negativa a votar el proyecto que anula la ley de Caducidad, aunque no tiene mayores esperanzas: "Él tiene su personalidad y va a hacer lo que le parece".
Según Mujica, el debate dejará "algunas heridas" en el sistema político pero no afectará la gobernabilidad.
"No me vengan con cucos, no pasa nada, acá lo único importante que hay es la muerte, lo demás se recompone", dijo el presidente, pero admitió que "quedarán algunos tajos, algunas heridas, habrá que acomodarse las garras y seguir porque todos los días amanece".
Consultado sobre si el debate concluye de la mejor manera, Mujica respondió: "Yo que sé si concluye, después se verá, después juntamos los pedazos".
La votación de mañana será nominal. Este sistema establece que cada legislador alzará o no su mano cuando se lo nombre.
Ayer se reunió la bancada de legisladores del Espacio 609 y Semproni fue convocado a ese ámbito. Allí se le pidió que reconsiderara su posición, a lo cual volvió a negarse. "¿Cuál es el problema que yo no vote? No tengo que explicarle nada a nadie. Mi posición oficial ya fue dada. Punto", dijo, y se retiró, relataron a El País participantes de la reunión.
Antes había mantenido un duro cruce con la diputada Ivonne Pasada (MPP), que le dijo que debía "pagar un alto costo político" por esa actitud, a lo cual Semproni respondió: "no soy un niño".
"Ustedes saben mi posición desde hace cuatro años (aludiendo a que desde entonces viene diciendo que no se puede ir contra pronunciamientos populares) y no me respetan", argumentó a voz en cuello. Semproni se reunió anoche con los integrantes de su grupo político y hoy mantendrá un encuentro con el senador Rafael Michelini, del Nuevo Espacio.
Allí, algunos preguntaron por él. "¿Dónde está el compañero que no vino?", dijeron.
Otros comentaron que les parecía "raro" que Semproni hubiera participado en estos días en Perú en una reunión sobre derechos humanos y que finalmente no votara la anulación de la ley de Caducidad.
La bancada ratificó que la sesión se realizará mañana jueves a partir de la hora 15. A la vez, se decidió que el principal orador será el diputado Felipe Michelini, del Nuevo Espacio.
MUJICA. El presidente José Mujica reveló que realizó una nueva gestión sin éxito ante Semproni. Ayer, tras participar de la Asamblea de la Eurolat en el Palacio Legislativo, contó a los periodistas que le pidió que "baje los decibeles", refiriéndose a su negativa a votar el proyecto que anula la ley de Caducidad, aunque no tiene mayores esperanzas: "Él tiene su personalidad y va a hacer lo que le parece".
Según Mujica, el debate dejará "algunas heridas" en el sistema político pero no afectará la gobernabilidad.
"No me vengan con cucos, no pasa nada, acá lo único importante que hay es la muerte, lo demás se recompone", dijo el presidente, pero admitió que "quedarán algunos tajos, algunas heridas, habrá que acomodarse las garras y seguir porque todos los días amanece".
Consultado sobre si el debate concluye de la mejor manera, Mujica respondió: "Yo que sé si concluye, después se verá, después juntamos los pedazos".
La votación de mañana será nominal. Este sistema establece que cada legislador alzará o no su mano cuando se lo nombre.
El País Digital
Mujica: discusión por Caducidad "ya pasó"
Buuuuuuu
17.05.2011 18:39
El presidente José Mujica dijo que la votación del jueves en Diputados no afectará al gobierno. "No me vengan con cucos", dijo Mujica, que responsabilizó a la prensa, que "precisa títulos para salir a la calle" y por eso "lo único que informan son las cosas malas".
El presidente José Mujica dijo este martes que la discusión por la Ley de Caducidad es un tema que, para él, "ya pasó". En declaraciones recogidas por Radio Sarandí, Mujica señaló que, ahora, tiene "que pelear por el ferrocarril, por el laburo, por cosas concretas del hombre de la calle".
Mujica opinó que el diputado Víctor Semproni "va a hacer lo que le parece", y que, de no aprobarse el interpretativo de la Ley de Caducidad, la gobernabilidad no se verá afectada. "No me vengan con cucos, no pasa nada. Acá lo único importante que hay es la muerte, lo demás se recompone", y agregó que "hay que seguir, porque todos los días amanece".
En opinión del presidente, "esas son preocupaciones de ustedes, los periodistas, que precisan títulos para salir a la calle", pero que "lo único que informan son cosas malas", y señaló que hay entre 300 y 400 compatriotas que regresan al país al mes, y "eso no lo dicen". "Uruguay tiene otros problemas que discutir", enfatizó.
Montevideo Portal
Y LA DIGNIDAD....DONDE QUEDÓ? Néstor|18-05-2011 00:23
Ex compañeros frenteamplistas residentes en la ciudad de México, con todo respeto y les digo es compañeros puesto que yo a estas alturas de mi vida y después de haber militado desde su concepción dentro del Frente Amplio, con el voto y activamente
Hasta estas últimas elecciones donde pensé: Tabaré nos desfraudó puesto que era y es parte de una oligarquía médica (que sí existe en nuestro país), pero Mujica es del llano, del pueblo, se va a quedar a vivir en la chacra, planta flores, anda en un "fusca"viejo y hasta tiene una perrita, Manuela que era de la calle y a la pobrecita le falta una pata, este sí, el Pepe sí, el es del pueblo, lo entiende, no está para los pesos..........
Pero me volví a equivocar puesto que al Pepe, o le falta un tornillo, o se equivocó al candidatearse como presidente, puesto que le queda grande y se está mandando una "cagada tras otra", además de traicionar hasta sus propias palabras de años atrás.
Por estas razones les llamo ex compañeros, a mi ya me alcanzó lo visto del FA hasta hoy, me retiro sumamente triste y embroncado....así no era lo que queríamos todos.........así no era......se los puedo asegurar....y la dignidad...... donde quedó?
Rubio y Lorier no se dan por vencidos
Los legisladores sostienen que aún hay tiempo para negociar y aprobar la ley interpretativa. El diputado Víctor Semproni anunció que no votará el proyecto
+ Diego Molinelli - 17.05.2011, 13:57 hs Texto:El Observador
Los senadores del Frente Amplio Enrique Rubio (Vertiente Artiguista) y Eduardo Lorier (Partido Comunista) entienden que todavía no está definido el futuro de la ley interpretativa que anula los efectos de la Caducidad. Ambos sostuvieron que todavía queda tiempo para negociar y conseguir la mayoría necesaria en la Cámara de Diputados para que se otorgue al proyecto la media sanción que resta. La votación se llevará a cabo este jueves pero el diputado frenteamplista Víctor Semproni ya anunció que no votará. El FA tiene 50 diputados y sin el voto de Semproni quedará con 49, la misma cantidad de la oposición. Con una votación empatada, el proyecto fracasará en Diputados y se deberá convocar a la Asamblea General para que resuelva.
Este martes, el Semproni (Espacio 609) aseguró que saldrá de sala al momento de la votación porque no está de acuerdo con la ley.
Ante esta situación la izquierda no tendría los votos suficientes, pero tanto Rubio como Lorier dijeron que todavía resta tiempo para revertir la decisión.
Rubio sostuvo que “hasta el 19 (de mayo) hay espacio para conversar”. En la misma línea, Lorier insistió en que “hasta el último minuto se está negociando como corresponde porque es muy importante para el Frente Amplio” la ley interpretativa.
El líder de la Vertiente Artiguista expresó que “si no se vota, habrá una falla” que le hace perder la mayoría parlamentaria al partido de gobierno y que, además, significaría algo “muy malo para el país, para los derechos humanos, para el Frente Amplio, para la gobernabilidad y para el sentido del respaldo político al presidente (de la República, José) Mujica”
Por su parte, Lorier insistió en que se seguirá negociando (con Semproni) hasta el momento de la votación. “En esto yo digo siempre de no jugar con fuego, (porque) estamos presentes ante un hecho que determina las relaciones en el Frente Amplio”, dijo el legislador comunista.
Argentina:Crimenes de lesa humanidad,NO
PRESCRIBEN !!! A SEGUIR EL EJEMPLO ARGENTINO !!!
PAGINA 12 UNA MASACRE, OCHO CONDENASPor Marcos SalomónOcho ex militares que participaron en los fusilamientos de 15 presos en diciembre de 1976, en la localidad chaqueña de Margarita Belén, fueron condenados a prisión perpetua. Uno de los acusados fue sobreseído, en tanto los ocho restantes deberán cumplir la sentencia en cárcel común |
El pais › Alegato de la fiscalía en la causa por los crímenes de El Vesubio El sentimiento de lo diabólicoPor Alejandra DandanEn el último tramo del juicio oral, el fiscal Félix Crous dio por probada la intervención de los ocho acusados en el centro clandestino y avanzó con la descripción de las víctimas, entre ellas Raymundo Gleyzer y alumnos del Nacional de Buenos Aires. |
El pais › Roberto Catalán fue indagado e imputado por colaborar con la dictadura La detención del ex juezPor Adrián PérezEl juez federal Daniel Herrera Piedrabuena le dictó prisión domiciliaria a Catalán por los delitos de imposición de tormentos, incumplimiento de deberes de funcionario y falsedad ideológica. Fue clave el testimonio del escritor Leopoldo Juan González. |
EL PAIS › PERPETUA PARA OCHO MILITARES Y LIBERTAD PARA UN POLICIA POR LA MASACRE DE MARGARITA BELEN, EN CHACO
Una condena que no deja lugar a la fuga
Quince presos, cuatro que continúan desaparecidos, fueron asesinados en diciembre de 1976 en un operativo conjunto del Ejército y la policía provincial que simuló una fuga. Emoción de los familiares de las víctimas por el veredicto del tribunal.Por Marcos Salomón
Pagina 12
Desde Resistencia Transcurridos treinta y cinco años de los fusilamientos, diez de la reapertura de la causa judicial, luego de escuchar a más de 120 testigos, en 60 audiencias orales y públicas, la lectura de la parte resolutiva de la sentencia llevó menos de 30 minutos para escuchar la condena a cadena perpetua a ocho militares y al único policía sentando en el banquillo de los acusados, por el asesinato de quince víctimas, cuatro de las cuales permanecen desaparecidas. Pero nada fue tan sencillo, la convocatoria original, para las 8.30, apenas dio lugar a las “últimas palabras” de Alfredo Chas, quien en un discurso políticamente correcto hasta el hartazgo ya se había declarado inocente. El policía consiguió, en forma inesperada, la absolución.
Después, la decisión del Tribunal Oral Federal de pasar la lectura de la sentencia para las 17, que enojó a todo el público, al punto que desencadenó una reacción inesperada: como nunca sucedió a lo largo del juicio, familiares de víctimas y victimarios coincidieron en fustigar a los jueces.
Medida inapelable, para las 17, en punto, Gladys Yunes, presidenta del Tribunal, leyó la condena a cadena perpetua contra Athos Rennes, Ernesto Simoni, Aldo Martínez Segón, Germán Riquelme, Jorge Carnero Sabol, Ricardo Reyes, Ricardo Losito (ya había sido condenado a 25 años en la causa por el ex Regimiento de Infantería 9, en Corrientes) y José Luis Patetta (también condenado a 25 años, pero en la causa Caballero que investigó la represión ilegal en el Departamento de Policía de Chaco). En cambio, fue absuelto Luis Alfredo Chas, por falta de pruebas.
Todos los militares están condenados como “coautores de homicidio agravado, por alevosía y el número de víctimas”.
En cambio, toda la calma se rompió cuando el Tribunal absolvió a Chas. Los familiares del policía rompieron en llanto (aunque no tenían mucha esperanza, porque, según testigos, adelantaron el casamiento de una nieta del imputado para evitar que, tras la sentencia, no pudiera asistir a la boda) y descargaron toda su tensión contra los familiares de las víctimas.
Chas, de pie, con cara de sorpresa, escuchó su libertad por falta de pruebas.
Igual, Juan Andrés Sala, hijo de Néstor –una de las víctimas de la Masacre– y de Mirta Clara –ex presa política– pudo descargar su bronca contra Patetta: “Vos fuiste el que asesinó a mi papá”, le gritó.
La contracara, la impotencia de la nueva generación de la Pierolada (sobrinos de Fernando Piérola, que es una de las víctimas del 13 de diciembre de 1976 que continúa desaparecida): “¿Dónde están los cuerpos de nuestros compañeros, de nuestra familia?”, preguntaban a los gritos, mientras la familia Chas era desalojada de la sala.
En otra parte de la sentencia, el Tribunal hizo lugar al pedido de falso testimonio presentado contra el ex soldado y escritor frustrado Alfredo Maidana. En cambio, no hizo lugar al pedido de la defensa que acusó de falso testimonio a Francisco “Tete” Romero, ministro de Educación.
Los jueces también hicieron lugar al pedido de falso testimonio planteado contra el ex médico policial Orlando Grillo, que representa la complicidad civil chaqueña en el terrorismo de Estado.
En tanto, los fundamentos completos del fallo se conocerán recién el 12 de julio, según lo anunció la jueza Yunnes. Justo el 12 de julio sería el cumpleaños de Néstor Sala, víctima de la Masacre.
Pero, a diferencia de la sentencia en la causa Caballero, cuando todos abrazaban a los sobrevivientes que declararon en el juicio, en la sentencia por la Masacre de Margarita Belén no había sobrevivientes para abrazar. Por eso, a voz batiente, tomó mucho más fuerza y sentido el Himno cuando la sala de audiencias bramaba: “Oh juremos con gloria morir”.
Después, la decisión del Tribunal Oral Federal de pasar la lectura de la sentencia para las 17, que enojó a todo el público, al punto que desencadenó una reacción inesperada: como nunca sucedió a lo largo del juicio, familiares de víctimas y victimarios coincidieron en fustigar a los jueces.
Medida inapelable, para las 17, en punto, Gladys Yunes, presidenta del Tribunal, leyó la condena a cadena perpetua contra Athos Rennes, Ernesto Simoni, Aldo Martínez Segón, Germán Riquelme, Jorge Carnero Sabol, Ricardo Reyes, Ricardo Losito (ya había sido condenado a 25 años en la causa por el ex Regimiento de Infantería 9, en Corrientes) y José Luis Patetta (también condenado a 25 años, pero en la causa Caballero que investigó la represión ilegal en el Departamento de Policía de Chaco). En cambio, fue absuelto Luis Alfredo Chas, por falta de pruebas.
Todos los militares están condenados como “coautores de homicidio agravado, por alevosía y el número de víctimas”.
Tensión
Con exclamaciones y lágrimas, familiares de las víctimas escuchaban las condenas, con Patetta y Losito fueron los momentos de mayor festejo, entre aplausos y alguna ironía suelta. Pero, en general, la audiencia fue absolutamente tranquila.En cambio, toda la calma se rompió cuando el Tribunal absolvió a Chas. Los familiares del policía rompieron en llanto (aunque no tenían mucha esperanza, porque, según testigos, adelantaron el casamiento de una nieta del imputado para evitar que, tras la sentencia, no pudiera asistir a la boda) y descargaron toda su tensión contra los familiares de las víctimas.
Chas, de pie, con cara de sorpresa, escuchó su libertad por falta de pruebas.
Igual, Juan Andrés Sala, hijo de Néstor –una de las víctimas de la Masacre– y de Mirta Clara –ex presa política– pudo descargar su bronca contra Patetta: “Vos fuiste el que asesinó a mi papá”, le gritó.
La contracara, la impotencia de la nueva generación de la Pierolada (sobrinos de Fernando Piérola, que es una de las víctimas del 13 de diciembre de 1976 que continúa desaparecida): “¿Dónde están los cuerpos de nuestros compañeros, de nuestra familia?”, preguntaban a los gritos, mientras la familia Chas era desalojada de la sala.
En otra parte de la sentencia, el Tribunal hizo lugar al pedido de falso testimonio presentado contra el ex soldado y escritor frustrado Alfredo Maidana. En cambio, no hizo lugar al pedido de la defensa que acusó de falso testimonio a Francisco “Tete” Romero, ministro de Educación.
Los jueces también hicieron lugar al pedido de falso testimonio planteado contra el ex médico policial Orlando Grillo, que representa la complicidad civil chaqueña en el terrorismo de Estado.
En tanto, los fundamentos completos del fallo se conocerán recién el 12 de julio, según lo anunció la jueza Yunnes. Justo el 12 de julio sería el cumpleaños de Néstor Sala, víctima de la Masacre.
El final
Sobre el final, el abrazo partido entre familiares de las víctimas contrastaba con la desazón de los familiares de los imputados. Sólo la esposa de Martínez Segón habló con la prensa, para descalificar el fallo. Para acallar cualquier rumor y como una manera de festejar un triunfo contra la impunidad de 35 años, con los dedos en V o con el puño en alto, los presentes comenzaron a cantar el Himno Nacional Argentino.Pero, a diferencia de la sentencia en la causa Caballero, cuando todos abrazaban a los sobrevivientes que declararon en el juicio, en la sentencia por la Masacre de Margarita Belén no había sobrevivientes para abrazar. Por eso, a voz batiente, tomó mucho más fuerza y sentido el Himno cuando la sala de audiencias bramaba: “Oh juremos con gloria morir”.
EL PAIS › ALEGATO DE LA FISCALIA EN LA CAUSA POR LOS CRIMENES DE EL VESUBIO
El sentimiento de lo diabólico
En el último tramo del juicio oral, el fiscal Félix Crous dio por probada la intervención de los ocho acusados en el centro clandestino y avanzó con la descripción de las víctimas, entre ellas Raymundo Gleyzer y alumnos del Nacional de Buenos Aires.Por Alejandra Dandan
Pagina 12
La última etapa de los alegatos de las querellas por los crímenes cometidos en el centro clandestino El Vesubio estaba por empezar. Los tres militares acusados, aún en libertad, ya estaban sentados. A los otros cinco imputados, ex agentes penitenciarios, les habían sacado las esposas y estaban ahí, a la espera, en su nueva condición de prisioneros. El fiscal Félix Crous, a cargo del armado de este último tramo en el juicio oral, empezó el alegato con estas palabras: “Pienso que todos los aquí reunidos coincidirán conmigo en que cada vez que, a través de testimonios personales o de documentos, tomamos contacto con la cuestión de los desaparecidos en la Argentina o en otros países sudamericanos, el sentimiento que se manifiesta casi de inmediato es el de lo diabólico. Desde luego, vivimos en una época en la que referirse al diablo parece cada vez más ingenuo o más tonto, y sin embargo es imposible enfrentar el hecho de las desapariciones sin que algo en nosotros sienta la presencia de una fuerza que parece venir de las profundidades, de esos abismos donde inevitablemente la imaginación termina por situar a todos aquellos que han desaparecido”.
Sólo al final Crous contó que esas palabras las había pronunciado Julio Cortázar en 1981, en París, para el coloquio sobre la política de la desaparición forzada de personas, en medio de la pelea para que Naciones Unidas reconociera el estatus de los desaparecidos. Y aquí, en la trama de El Vesubio, fue el soporte para anclar el alegato por 155 víctimas del campo de exterminio ubicado en el cruce de Riccheri y General Paz. Algunas de ellas, dijo Crous, recuperaron la libertad; 22 aparecieron asesinadas y existe una “enorme cantidad de desaparecidos”, cuyos cuerpos aún buscan sus familiares.
“Nosotros nos sentimos muy honrados de estar en ese futuro que señalaba Cortázar, acusando a quienes acusamos en este juicio”, dijo el fiscal. “Estamos acá porque las madres jamás abandonaron a sus hijos, porque los hijos nunca abandonaron a sus padres, porque azuzaron a una sociedad narcotizada por el consumo o la angustia por la sobrevivencia a recordar que aquí había cosas pendientes.”
El alegato se extenderá toda la semana. En el comienzo, la fiscalía homenajeó a dos abogados, víctimas de El Vesubio, y sin mencionarlo le dedicó una crítica a Pablo Jacoby, que actúa en representación del gobierno alemán por una de las víctimas y es socio, a la vez, del estudio jurídico que defiende a la dueña del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble, en la causa por la identidad de sus hijos adoptivos Marcela y Felipe.
En el proceso por los delitos perpetrados en El Vesubio son juzgados ocho represores: los militares Hugo Pascarelli, Héctor Gamen, como jefes de área, y Pedro Durán Sáenz, a cargo del centro clandestino, y cinco ex agentes penitenciarios. Las querellas vienen pidiendo prisión perpetua para los militares porque son los únicos acusados hasta ahora por los 22 homicidios. Crous empezó por ese punto; dio por probada la intervención de todos los acusados en los hechos vinculados al campo clandestino y explicó la lógica de los homicidios: “Los cuerpos pertenecían a personas sacadas para ser fusiladas en completa indefensión, sus cuerpos se hallaron en escenas montadas para mostrar al resto de la sociedad los resultados de un supuesto enfrentamiento con las fuerzas de seguridad”. Así aparecieron todos los cuerpos en episodios ocurridos en Monte Grande, Del Viso, Avellaneda y Lomas de Zamora.
Luego avanzó con la descripción de las víctimas de 1976, 1977 y 1978. Un dato: la descripción reconstruyó trayectorias políticas, pero del modo en el que fueron narradas durante el juicio; no aparecieron en la voz de los fiscales, sino con el tipo de relato de cada sobreviviente o familiar.
El ’76 es el período más borroso de El Vesubio. Funcionaba sólo una de las tres casas destinadas a la organización de la represión y es el año con menos registros de víctimas, porque además hay menos sobrevivientes. La primera víctima cuyo caso fue reconstruido fue Gabriel Oscar Marotta, secuestrado el 29 de abril en La Plata, blanqueado y liberado en octubre de 1982. Durante su cautiverio, escuchó a otro compañero decir que estaba muy apenado porque había mandando “en cana a Haroldo Conti”. El caso del escritor no pertenece a la causa, pero su mención pareció indicar alguno de los pedidos que se harán al término del alegato.
Otra víctima del ’76 vinculada a Conti fue Raymundo Gleyzer. La fiscalía acusó por el secuestro a Gamen y Pascarelli y dio por probado que lo secuestraron el 27 de mayo de 1976. Ese día almorzó en casa de su madre, a las 16 pasó por el sindicato de cine y a las 18 no llegó a recoger a su hijo. Su hermana Greta encontró el departamento desvalijado. Una vecina había escuchado gritos, vio a varios hombres llevarse cosas y, cuando preguntó si era una mudanza, le respondieron: “Acá hay mudanza para rato”. Gleyzer permaneció en El Vesubio hasta el 20 de junio de 1976. Sus amigos ya denunciaban que estaba con Conti. Sabían que lo habían tirado en “una mesa completamente electrificada, que en lugar de tener simples electrodos, las personas eran cortadas vivas”.
En 1976 hubo un grupo de estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, de la UES. La fiscalía dio por probado el traslado a El Vesubio de Federico Julio Martul y Gabriel Dunayevich, de 17 y 18 años, cuyos cuerpos aparecieron el 3 de julio de ese año en una banquina de Del Viso. Estaban boca abajo y a los extremos del cuerpo de Leticia Akselman, otra víctima. Tenían impactos de bala y, por un grupo de vecinos, sus padres pudieron saber que los fusilaron, los ataron con alambres y les pusieron un cartel que decía: “Fui Montonero”.
Un dato particularmente subrayado fue el procedimiento sobre los cuerpos. “Usualmente se descubrían uno o dos días más tarde –dijo Clarisa Miranda, fiscal adjunta–, pasaban a manos de la policía local y los llevaban a la morgue.” Un médico forense hacía la autopsia y certificados, pero “ni una sola medida servía para investigar las identidades, que era muy fácil de hacer con las pruebas dactilares”. A los cuerpos los depositaban como NN en el cementerio local y el caso se cerraba. Pero con Martul la “burocracia atentó contra la clandestinidad”, porque la extracción de las huellas le permitió a su familia dar con su cuerpo pocos días más tarde. “Desde entonces el expediente no tuvo ningún avance significativo, nada hizo el Poder Judicial para identificar a las otras víctimas hasta el retorno a la democracia.”
Uno de los hechos centrales de 1977 fueron las 16 víctimas de la masacre de Monte Grande. Entre ellas está Elizabeth Kaserman, secuestrada a principios de marzo de 1977, y un grupo de militantes de la brigada obrera del Poder Obrero. Sus caídas y la lógica con que fueron perseguidos aparecieron con claridad en el juicio por los relatos de testigos, pero también por los documentos de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense (Dipba).
Sólo al final Crous contó que esas palabras las había pronunciado Julio Cortázar en 1981, en París, para el coloquio sobre la política de la desaparición forzada de personas, en medio de la pelea para que Naciones Unidas reconociera el estatus de los desaparecidos. Y aquí, en la trama de El Vesubio, fue el soporte para anclar el alegato por 155 víctimas del campo de exterminio ubicado en el cruce de Riccheri y General Paz. Algunas de ellas, dijo Crous, recuperaron la libertad; 22 aparecieron asesinadas y existe una “enorme cantidad de desaparecidos”, cuyos cuerpos aún buscan sus familiares.
“Nosotros nos sentimos muy honrados de estar en ese futuro que señalaba Cortázar, acusando a quienes acusamos en este juicio”, dijo el fiscal. “Estamos acá porque las madres jamás abandonaron a sus hijos, porque los hijos nunca abandonaron a sus padres, porque azuzaron a una sociedad narcotizada por el consumo o la angustia por la sobrevivencia a recordar que aquí había cosas pendientes.”
El alegato se extenderá toda la semana. En el comienzo, la fiscalía homenajeó a dos abogados, víctimas de El Vesubio, y sin mencionarlo le dedicó una crítica a Pablo Jacoby, que actúa en representación del gobierno alemán por una de las víctimas y es socio, a la vez, del estudio jurídico que defiende a la dueña del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble, en la causa por la identidad de sus hijos adoptivos Marcela y Felipe.
En el proceso por los delitos perpetrados en El Vesubio son juzgados ocho represores: los militares Hugo Pascarelli, Héctor Gamen, como jefes de área, y Pedro Durán Sáenz, a cargo del centro clandestino, y cinco ex agentes penitenciarios. Las querellas vienen pidiendo prisión perpetua para los militares porque son los únicos acusados hasta ahora por los 22 homicidios. Crous empezó por ese punto; dio por probada la intervención de todos los acusados en los hechos vinculados al campo clandestino y explicó la lógica de los homicidios: “Los cuerpos pertenecían a personas sacadas para ser fusiladas en completa indefensión, sus cuerpos se hallaron en escenas montadas para mostrar al resto de la sociedad los resultados de un supuesto enfrentamiento con las fuerzas de seguridad”. Así aparecieron todos los cuerpos en episodios ocurridos en Monte Grande, Del Viso, Avellaneda y Lomas de Zamora.
Luego avanzó con la descripción de las víctimas de 1976, 1977 y 1978. Un dato: la descripción reconstruyó trayectorias políticas, pero del modo en el que fueron narradas durante el juicio; no aparecieron en la voz de los fiscales, sino con el tipo de relato de cada sobreviviente o familiar.
El ’76 es el período más borroso de El Vesubio. Funcionaba sólo una de las tres casas destinadas a la organización de la represión y es el año con menos registros de víctimas, porque además hay menos sobrevivientes. La primera víctima cuyo caso fue reconstruido fue Gabriel Oscar Marotta, secuestrado el 29 de abril en La Plata, blanqueado y liberado en octubre de 1982. Durante su cautiverio, escuchó a otro compañero decir que estaba muy apenado porque había mandando “en cana a Haroldo Conti”. El caso del escritor no pertenece a la causa, pero su mención pareció indicar alguno de los pedidos que se harán al término del alegato.
Otra víctima del ’76 vinculada a Conti fue Raymundo Gleyzer. La fiscalía acusó por el secuestro a Gamen y Pascarelli y dio por probado que lo secuestraron el 27 de mayo de 1976. Ese día almorzó en casa de su madre, a las 16 pasó por el sindicato de cine y a las 18 no llegó a recoger a su hijo. Su hermana Greta encontró el departamento desvalijado. Una vecina había escuchado gritos, vio a varios hombres llevarse cosas y, cuando preguntó si era una mudanza, le respondieron: “Acá hay mudanza para rato”. Gleyzer permaneció en El Vesubio hasta el 20 de junio de 1976. Sus amigos ya denunciaban que estaba con Conti. Sabían que lo habían tirado en “una mesa completamente electrificada, que en lugar de tener simples electrodos, las personas eran cortadas vivas”.
En 1976 hubo un grupo de estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, de la UES. La fiscalía dio por probado el traslado a El Vesubio de Federico Julio Martul y Gabriel Dunayevich, de 17 y 18 años, cuyos cuerpos aparecieron el 3 de julio de ese año en una banquina de Del Viso. Estaban boca abajo y a los extremos del cuerpo de Leticia Akselman, otra víctima. Tenían impactos de bala y, por un grupo de vecinos, sus padres pudieron saber que los fusilaron, los ataron con alambres y les pusieron un cartel que decía: “Fui Montonero”.
Un dato particularmente subrayado fue el procedimiento sobre los cuerpos. “Usualmente se descubrían uno o dos días más tarde –dijo Clarisa Miranda, fiscal adjunta–, pasaban a manos de la policía local y los llevaban a la morgue.” Un médico forense hacía la autopsia y certificados, pero “ni una sola medida servía para investigar las identidades, que era muy fácil de hacer con las pruebas dactilares”. A los cuerpos los depositaban como NN en el cementerio local y el caso se cerraba. Pero con Martul la “burocracia atentó contra la clandestinidad”, porque la extracción de las huellas le permitió a su familia dar con su cuerpo pocos días más tarde. “Desde entonces el expediente no tuvo ningún avance significativo, nada hizo el Poder Judicial para identificar a las otras víctimas hasta el retorno a la democracia.”
Uno de los hechos centrales de 1977 fueron las 16 víctimas de la masacre de Monte Grande. Entre ellas está Elizabeth Kaserman, secuestrada a principios de marzo de 1977, y un grupo de militantes de la brigada obrera del Poder Obrero. Sus caídas y la lógica con que fueron perseguidos aparecieron con claridad en el juicio por los relatos de testigos, pero también por los documentos de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense (Dipba).
EL PAIS › ROBERTO CATALAN FUE INDAGADO E IMPUTADO POR COLABORAR CON LA DICTADURA
La detención del ex juez
El juez federal Daniel Herrera Piedrabuena le dictó prisión domiciliaria a Catalán por los delitos de imposición de tormentos, incumplimiento de deberes de funcionario y falsedad ideológica. Fue clave el testimonio del escritor Leopoldo Juan González.Por Adrián Pérez
Pagina 12
Treinta y cinco años después, a Roberto Catalán le llegó el momento de rendir cuentas ante la Justicia por su rol durante la última dictadura. El ex magistrado fue indagado por el juez federal Daniel Herrera Piedrabuena, quien le dictó prisión domiciliaria por los delitos de imposición de tormentos, incumplimiento de deberes de funcionario público y falsedad ideológica. El testimonio de Leopoldo Juan González fue fundamental para determinar la participación de Catalán en los crímenes cometidos durante el terrorismo de Estado. El poeta y escritor bonaerense lo denunció ante la Fiscalía Federal de La Rioja como la persona que le tomó declaración estando detenido y se negó a escuchar su denuncia por las torturas recibidas en el Batallón de Ingenieros de Construcciones 141, argumentando que “esas cosas no tenían valor porque habían pasado hace mucho tiempo” y recomendándole que olvidara todo.
Acosado por la Triple A, González viajó a La Rioja. Había llegado desde Buenos Aires, con una recomendación del escritor Haroldo Conti, para trabajar en el diario El Independiente, donde colaboró desde fines del ’73 hasta su detención. Su calvario comenzó la noche del 30 de abril de 1976, cuando fue secuestrado en la capital riojana por una patota de civil. Encapuchado, lo metieron en el baúl de un Ford Falcon y lo trasladaron al Batallón de Ingenieros de Construcciones 141.
Allí fue recibido con una fuerte paliza y confinado a una celda en la que estuvo vendado, con las manos atadas a la espalda. Sobre las vendas le tiraron un plato de sopa, orinaron y le arrojaron kerosene. Le aplicaron picana eléctrica en testículos, riñones y boca, por lo que perdió la dentadura. En una de esas sesiones de tortura sufrió un infarto. Durante su detención también tuvo tres simulacros de fusilamiento: en los dos últimos, el capellán del regimiento lo obligó a confesar delitos que no había cometido.
El 14 de mayo lo enviaron al pabellón de castigo del Instituto de Rehabilitación Social de La Rioja. Y el 3 de octubre lo trasladaron al Penal de Sierra Chica. El entonces juez Roberto Catalán lo visitó dos años después, acompañado por un oficial de Gendarmería. El magistrado le tomó declaración con una máquina de escribir. Durante su testimonio, el juez preguntó muy pocas cosas, se limitó a notificarlo sobre un allanamiento a su domicilio donde, supuestamente, se había encontrado “una carpeta con materiales subversivos y una pistola calibre 22”. Cuando González quiso hablar de las torturas recibidas en el Batallón de Ingenieros, Catalán se negó a agregar la denuncia en el escrito. Dijo que “esas cosas no tenían valor porque habían pasado hace mucho tiempo y que era mejor olvidar”. Como el escritor se negó a firmar la declaración, el gendarme le metió una pistola en la boca. Le dijo: “Si no firmás, sos boleta”.
El martes pasado, González denunció al juez Catalán ante la Fiscalía Federal de La Rioja. En diálogo con Página/12, reconoció que siente “una profunda satisfacción” porque, después de treinta y cinco años, “alguien escucha que fui torturado”. Cuando fue detenido, recordó, llegaron militares desde Tucumán y Buenos Aires para interrogarlo. Pensaban que se trataba de un cuadro del PRT, pero “era un militante de los más rasos”. El escritor sostuvo que comienza una etapa en la que se debe investigar “a jueces, fiscales y abogados que juraron por la Junta Militar” y “a los empresarios que se enriquecieron con la dictadura”. “Hay que juzgar a esa gente, es la única manera de construir un país digno con memoria, verdad y justicia”, concluyó.
Hasta el momento, el santafesino Víctor Brusa es el único juez condenado por delitos de lesa humanidad. Recibió una pena de 21 años de prisión por participar en sesiones de tortura entre 1976 y 1977. En Mendoza se investiga la complicidad de los camaristas federales Otilio Romano y Luis Francisco Miret, y en Córdoba hay un proceso abierto –del que también participa el juez Herrera Piedrabuena– contra los ex fiscales federales Alí Fuad Alí y Antonio Sebastián Cornejo y el ex juez federal Miguel Angel Puga.
Acosado por la Triple A, González viajó a La Rioja. Había llegado desde Buenos Aires, con una recomendación del escritor Haroldo Conti, para trabajar en el diario El Independiente, donde colaboró desde fines del ’73 hasta su detención. Su calvario comenzó la noche del 30 de abril de 1976, cuando fue secuestrado en la capital riojana por una patota de civil. Encapuchado, lo metieron en el baúl de un Ford Falcon y lo trasladaron al Batallón de Ingenieros de Construcciones 141.
Allí fue recibido con una fuerte paliza y confinado a una celda en la que estuvo vendado, con las manos atadas a la espalda. Sobre las vendas le tiraron un plato de sopa, orinaron y le arrojaron kerosene. Le aplicaron picana eléctrica en testículos, riñones y boca, por lo que perdió la dentadura. En una de esas sesiones de tortura sufrió un infarto. Durante su detención también tuvo tres simulacros de fusilamiento: en los dos últimos, el capellán del regimiento lo obligó a confesar delitos que no había cometido.
El 14 de mayo lo enviaron al pabellón de castigo del Instituto de Rehabilitación Social de La Rioja. Y el 3 de octubre lo trasladaron al Penal de Sierra Chica. El entonces juez Roberto Catalán lo visitó dos años después, acompañado por un oficial de Gendarmería. El magistrado le tomó declaración con una máquina de escribir. Durante su testimonio, el juez preguntó muy pocas cosas, se limitó a notificarlo sobre un allanamiento a su domicilio donde, supuestamente, se había encontrado “una carpeta con materiales subversivos y una pistola calibre 22”. Cuando González quiso hablar de las torturas recibidas en el Batallón de Ingenieros, Catalán se negó a agregar la denuncia en el escrito. Dijo que “esas cosas no tenían valor porque habían pasado hace mucho tiempo y que era mejor olvidar”. Como el escritor se negó a firmar la declaración, el gendarme le metió una pistola en la boca. Le dijo: “Si no firmás, sos boleta”.
El martes pasado, González denunció al juez Catalán ante la Fiscalía Federal de La Rioja. En diálogo con Página/12, reconoció que siente “una profunda satisfacción” porque, después de treinta y cinco años, “alguien escucha que fui torturado”. Cuando fue detenido, recordó, llegaron militares desde Tucumán y Buenos Aires para interrogarlo. Pensaban que se trataba de un cuadro del PRT, pero “era un militante de los más rasos”. El escritor sostuvo que comienza una etapa en la que se debe investigar “a jueces, fiscales y abogados que juraron por la Junta Militar” y “a los empresarios que se enriquecieron con la dictadura”. “Hay que juzgar a esa gente, es la única manera de construir un país digno con memoria, verdad y justicia”, concluyó.
Hasta el momento, el santafesino Víctor Brusa es el único juez condenado por delitos de lesa humanidad. Recibió una pena de 21 años de prisión por participar en sesiones de tortura entre 1976 y 1977. En Mendoza se investiga la complicidad de los camaristas federales Otilio Romano y Luis Francisco Miret, y en Córdoba hay un proceso abierto –del que también participa el juez Herrera Piedrabuena– contra los ex fiscales federales Alí Fuad Alí y Antonio Sebastián Cornejo y el ex juez federal Miguel Angel Puga.
“TENES QUE SABER QUE TENES TUS PADRES Y QUE NO TE ABANDONARON”
Por Alejandra DandanPagina 12
Paula Logares fue la primera nieta recuperada con quien se utilizó el análisis de ADN. Tras un trabajo personal casi detectivesco, su abuela Elsa la localizó en 1982 en poder de un represor, pero recién en 1987 pudo recuperar su identidad. Contó su historia y dio un mensaje para otros chicos apropiados
EL PAIS › PAULA LOGARES TENIA POCO MAS DE OCHO AñOS CUANDO FUE UNA DE LAS PRIMERAS NIETAS RECUPERADAS
“Esas mujeres eran locas y sus hijos tirabombas”
Su abuela Elsa la ubicó en poder de los apropiadores en 1982, pero recién logró que Paula recuperara su identidad en 1987. Con ella se utilizaron por primera vez las pruebas de ADN que finalmente se convirtieron en una herramienta indiscutible.Paula Logares con su abuela Elsa, quien la encontró luego de una búsqueda personal casi detectivesca.
Por Alejandra DandanPagina 12
Paula Logares tiene un recuerdo antiguo de las playas de Mar del Plata, de haber estado una o dos veces ahí. En esas playas aparece una escena, la imagen de los aplausos de la gente. Cree que alguna vez preguntó a quienes suponía sus padres qué es lo que hacía esa gente. Que en ese momento le explicaron que los aplausos eran porque un niño se había perdido, y eran señales para buscar a la familia. “No me acuerdo bien –dice Paula ahora, miles de años después–, pero creo que en ese momento, yo misma, entonces, fragüé una pequeña perdidita, creo que fue así.”
Hubo otras dos veces en las que intentó perderse como si intuyera algo de su historia y de un padre que era subcomisario de la brigada de San Justo y, aún bajo la dictadura, aparecía con autos de la Mercedes Benz porque estaba contratado por la compañía. Una vez sucedió en el patio, cuando se quedó mirando una puerta pequeña convencida de que podía llevarla a algún lado. Otra vez ocurrió cerca del Obelisco. Quien hacía de madre entró a un hotel, ella se quedó atrás, imaginó qué pasaría si no la seguía. Lo hizo. No la siguió. Caminó unos metros en dirección contraria hasta que de repente sintió que su apropiadora la agarraba de los brazos.
“Me parece interesante marcar esto de que yo no estaba tan cómoda ahí, desde la perspectiva de una nena”, dice Paula. “Yo les decía papá y mamá a ellos pero era como si eso no fuese natural, como si yo estuviese de alguna manera enajenada, viviendo una situación sin vivirla y aun así es como que podía ver los roles de cada uno, tal vez algo que para una criatura no es habitual.”
A Paula la secuestraron a los 23 meses de edad. El 18 de mayo de 1978 en Uruguay una patota se la llevó con su madre Mónica Grinspon y su padre Claudio Logares. Era un día feriado, ellos bajaban de un colectivo y subían a otro camino al parque Rodó. Paula estuvo los siguientes seis años con los apropiadores: Raquel Teresa Mendiondo y Rubén Lavallén, el subcomisario de San Justo. Su abuela Elsa Pavón caminó todos esos años para encontrarla. La vio una vez cuando Paula había cumplido seis años, pero cuando quiso volver a verla los Lavallén habían dejado la casa. Las dos contaron la historia en las audiencias por el plan sistemático de robo de bebés. Elsa habló tres horas. Lloró la sala, los abogados y tres de los cuatro jueces del Tribunal Oral Federal 6 que no sabían cómo taparse la cara. La mujer habló de esa lógica siniestra del “acá está” y “acá no está” que reproducen las vueltas de una calesita. Y mientras lo hacía, y revivía cada aparición y desaparición, dijo lo que respondió cuando estaba a punto de encontrarla: “Y si me dicen finalmente que no es ella, no importa: al otro día me pongo los zapatos y empiezo otra vez”.
Una vez, dice, escuchó en televisión una especie de juego en el que decían: socorro y auxilio. “Me acuerdo que con Lavallén nos pusimos a jugar en la calle, íbamos caminando y cuando él me agarraba yo empezaba a gritar socorro y auxilio. Era un juego –dice–, pero hoy lo miro distinto: creo que hay juegos y juegos y uno no se pone a jugar así, a pedir socorro y auxilio en la calle porque sí.”
Dicen que sus apropiadores no pudieron cambiarle el nombre. Que cuando llegó a la casa Paula lo repetía constantemente. “Del nombre yo no me acuerdo tanto –dice Paula–, pero sí de un juego que se repetía. Un día estaba ella, Raquel, y una especie de vecina en el departamento y me dicen: ‘A ver, hoy jugamos a que te llamás de tal manera’. Yo en esos momentos me recostaba en la cama, daba vueltas y cuando me insistían era como si me cansara y me iba a jugar a otra parte.”
Años más tarde, ya en casa de su abuela, Paula le preguntó si tenía su ropa de bebé. Habían pasado pocos días desde la recuperación, Paula la estaba midiendo. Ante una imagen de las rondas de las Madres por televisión, ya le había dicho a su abuela que esas mujeres eran locas y los hijos tirabombas. Ahora pedía la ropa. Elsa se la dio. Paula le dijo que una vez también se la había pedido a su apropiadora. La primera vez, la mujer le dijo que no la tenía porque la había donado a los chicos pobres. La segunda vez le dijo lo mismo, pero le preguntó si era egoísta. La tercera vez, le dijo egoísta y le dio una cachetada.
Paula no se acuerda. “Siempre me acuerdo que él le pegaba a ella en general en el baño –dice–, aunque alguna vez lo hizo delante mío. Me acuerdo que ella me pegó una vez, y es más, yo siempre pensé que era la única: yo tiré un plato de porcelana, tendría cerca de ocho años, y sólo me acuerdo que la miré y no volvió a pegarme.”
Con el tiempo, Abuelas tuvo fotos de los Lavallén por una vecina que escuchó una discusión. Elsa vio a Paula en la puerta de la casa, pero cuando intentó volver encontró un cartel de alquiler con el departamento vacío. Dos años después, con la apertura democrática y los murales de Abuelas en las calles, alguien aportó otro dato. Paula estaba ahora a cuatro cuadras de Chacarita. Elsa viajó todos los días desde Banfield a comprar verduras frente a la casa. La primera vez que la vio entró en shock porque su nieta tenía un guardapolvo de preescolar cuando debería haber tenido uno de primaria. Elsa no sabía de la inscripción de nacimiento retrasada ni de lo que después los psicólogos le explicaron como estrés de guerra: desde el secuestro, Paula había empezado a tener retrasos de crecimiento.
Un día siguió a un micro, y supo dónde estaba la escuela. Otro día le pidió a su marido que se acerque a la niña para preguntarle nombre y apellido para la denuncia. Cuando su marido se topó con la niña tuvo la impresión de que ella estuvo a punto de decirle “abuelo”. “Mi abuela me contó eso después, pero yo tengo presente otra escena –dice Paula–: tengo el registro de gente que me miraba, y un día hubo alguien que me llama la atención y entonces me acuerdo de haber mantenido la mirada, era la hora de la salida de la escuela, yo iba camino al micro. Yo miro, sostengo la mirada pero no de forma desafiante sino como para ver qué pasaba”.
Paula después supo que ése era su abuelo. Que ese día se quedó preocupado porque no sabía si ella había reconocido en forma instintiva algún detalle y que pudiera decir algo en la casa.
Luego de las búsquedas, llegó la denuncia. Hubo jueces que hicieron todo lo posible para retrasar el encuentro. No ordenaron allanamientos, no permitieron los exámenes con los que pese a la diferencia de edad entre las dos Paulas se podía saber si era o no. Cuando el dato finalmente estuvo, hubo quien no quiso entregar a la niña hasta que no resolviera la cuestión de fondo de la causa. Paula finalmente conoció a su abuela en diciembre de 1987, fue la primera nieta restituida por ADN. El juez Andrés D’Alessio de la Cámara de Casación las presentó: “El lugar era como un castillo con sillones enormes y había una mesa ratona. Me acuerdo que me presentan a mi abuela y yo daba vueltas alrededor de la mesa porque no quería entrar en contacto con ella, ella se sienta y me muestra unas fotos de cuando yo era chica, una a upa de mis padres y otra donde estaba yo de beba. Lo que sucedió en ese momento es que en una de esas fotos yo me reconozco, me doy cuenta de que era yo, porque era una foto igual a las primeras que me habían sacado en la otra casa, pero miro y en ese momento no dije nada, y no dije nada por mucho tiempo, tal vez se lo dije años después”.
Paula tenía ocho años. “Eso era por el escepticismo que yo tenía, creo que me manejaba un poco así, desconfiaba. De pronto no sé muy bien cómo pero estoy llorando y me agarra sueño, y no era natural. Quería dormirme, como si necesitara descansar, pero no me animaba porque no estaba segura dónde hacerlo. Ahí había una asistente social. Me acuerdo que me dijo que me duerma tranquila, que ella me daba un anillito que tenía: ‘Vos te dormís con el anillo y cuando te despertás me lo das’. Yo le dije que no, y le pedí el otro anillo que tenía en la mano porque me imaginaba que si no me lo había ofrecido era porque tenía más valor.”
Hubo otras dos veces en las que intentó perderse como si intuyera algo de su historia y de un padre que era subcomisario de la brigada de San Justo y, aún bajo la dictadura, aparecía con autos de la Mercedes Benz porque estaba contratado por la compañía. Una vez sucedió en el patio, cuando se quedó mirando una puerta pequeña convencida de que podía llevarla a algún lado. Otra vez ocurrió cerca del Obelisco. Quien hacía de madre entró a un hotel, ella se quedó atrás, imaginó qué pasaría si no la seguía. Lo hizo. No la siguió. Caminó unos metros en dirección contraria hasta que de repente sintió que su apropiadora la agarraba de los brazos.
“Me parece interesante marcar esto de que yo no estaba tan cómoda ahí, desde la perspectiva de una nena”, dice Paula. “Yo les decía papá y mamá a ellos pero era como si eso no fuese natural, como si yo estuviese de alguna manera enajenada, viviendo una situación sin vivirla y aun así es como que podía ver los roles de cada uno, tal vez algo que para una criatura no es habitual.”
A Paula la secuestraron a los 23 meses de edad. El 18 de mayo de 1978 en Uruguay una patota se la llevó con su madre Mónica Grinspon y su padre Claudio Logares. Era un día feriado, ellos bajaban de un colectivo y subían a otro camino al parque Rodó. Paula estuvo los siguientes seis años con los apropiadores: Raquel Teresa Mendiondo y Rubén Lavallén, el subcomisario de San Justo. Su abuela Elsa Pavón caminó todos esos años para encontrarla. La vio una vez cuando Paula había cumplido seis años, pero cuando quiso volver a verla los Lavallén habían dejado la casa. Las dos contaron la historia en las audiencias por el plan sistemático de robo de bebés. Elsa habló tres horas. Lloró la sala, los abogados y tres de los cuatro jueces del Tribunal Oral Federal 6 que no sabían cómo taparse la cara. La mujer habló de esa lógica siniestra del “acá está” y “acá no está” que reproducen las vueltas de una calesita. Y mientras lo hacía, y revivía cada aparición y desaparición, dijo lo que respondió cuando estaba a punto de encontrarla: “Y si me dicen finalmente que no es ella, no importa: al otro día me pongo los zapatos y empiezo otra vez”.
La reconstrucción de Paula
Paula está convencida de que Lavallén conoció a sus padres porque pasaron por el centro clandestino de la Brigada de San Justo. Los Lavallén la anotaron como hija biológica con dos años menos de edad, como si hubiese nacido más tarde.Una vez, dice, escuchó en televisión una especie de juego en el que decían: socorro y auxilio. “Me acuerdo que con Lavallén nos pusimos a jugar en la calle, íbamos caminando y cuando él me agarraba yo empezaba a gritar socorro y auxilio. Era un juego –dice–, pero hoy lo miro distinto: creo que hay juegos y juegos y uno no se pone a jugar así, a pedir socorro y auxilio en la calle porque sí.”
Dicen que sus apropiadores no pudieron cambiarle el nombre. Que cuando llegó a la casa Paula lo repetía constantemente. “Del nombre yo no me acuerdo tanto –dice Paula–, pero sí de un juego que se repetía. Un día estaba ella, Raquel, y una especie de vecina en el departamento y me dicen: ‘A ver, hoy jugamos a que te llamás de tal manera’. Yo en esos momentos me recostaba en la cama, daba vueltas y cuando me insistían era como si me cansara y me iba a jugar a otra parte.”
Años más tarde, ya en casa de su abuela, Paula le preguntó si tenía su ropa de bebé. Habían pasado pocos días desde la recuperación, Paula la estaba midiendo. Ante una imagen de las rondas de las Madres por televisión, ya le había dicho a su abuela que esas mujeres eran locas y los hijos tirabombas. Ahora pedía la ropa. Elsa se la dio. Paula le dijo que una vez también se la había pedido a su apropiadora. La primera vez, la mujer le dijo que no la tenía porque la había donado a los chicos pobres. La segunda vez le dijo lo mismo, pero le preguntó si era egoísta. La tercera vez, le dijo egoísta y le dio una cachetada.
Paula no se acuerda. “Siempre me acuerdo que él le pegaba a ella en general en el baño –dice–, aunque alguna vez lo hizo delante mío. Me acuerdo que ella me pegó una vez, y es más, yo siempre pensé que era la única: yo tiré un plato de porcelana, tendría cerca de ocho años, y sólo me acuerdo que la miré y no volvió a pegarme.”
La búsqueda
Elsa buscó y buscó. Su consuegro le dijo una vez: “¿Se miró al espejo, Elsa?”. O: “¿Vio en qué estado está?”. Le sugirió que dejase la búsqueda, que a lo mejor su nieta ya estaba con otra familia: “¿Y usted qué va a hacer? ¿Va a volver a sacarle a los padres?”. Elsa respondió con lo que iba a decir siempre: que iba a seguir, que ésos no eran los padres.Con el tiempo, Abuelas tuvo fotos de los Lavallén por una vecina que escuchó una discusión. Elsa vio a Paula en la puerta de la casa, pero cuando intentó volver encontró un cartel de alquiler con el departamento vacío. Dos años después, con la apertura democrática y los murales de Abuelas en las calles, alguien aportó otro dato. Paula estaba ahora a cuatro cuadras de Chacarita. Elsa viajó todos los días desde Banfield a comprar verduras frente a la casa. La primera vez que la vio entró en shock porque su nieta tenía un guardapolvo de preescolar cuando debería haber tenido uno de primaria. Elsa no sabía de la inscripción de nacimiento retrasada ni de lo que después los psicólogos le explicaron como estrés de guerra: desde el secuestro, Paula había empezado a tener retrasos de crecimiento.
Un día siguió a un micro, y supo dónde estaba la escuela. Otro día le pidió a su marido que se acerque a la niña para preguntarle nombre y apellido para la denuncia. Cuando su marido se topó con la niña tuvo la impresión de que ella estuvo a punto de decirle “abuelo”. “Mi abuela me contó eso después, pero yo tengo presente otra escena –dice Paula–: tengo el registro de gente que me miraba, y un día hubo alguien que me llama la atención y entonces me acuerdo de haber mantenido la mirada, era la hora de la salida de la escuela, yo iba camino al micro. Yo miro, sostengo la mirada pero no de forma desafiante sino como para ver qué pasaba”.
Paula después supo que ése era su abuelo. Que ese día se quedó preocupado porque no sabía si ella había reconocido en forma instintiva algún detalle y que pudiera decir algo en la casa.
Luego de las búsquedas, llegó la denuncia. Hubo jueces que hicieron todo lo posible para retrasar el encuentro. No ordenaron allanamientos, no permitieron los exámenes con los que pese a la diferencia de edad entre las dos Paulas se podía saber si era o no. Cuando el dato finalmente estuvo, hubo quien no quiso entregar a la niña hasta que no resolviera la cuestión de fondo de la causa. Paula finalmente conoció a su abuela en diciembre de 1987, fue la primera nieta restituida por ADN. El juez Andrés D’Alessio de la Cámara de Casación las presentó: “El lugar era como un castillo con sillones enormes y había una mesa ratona. Me acuerdo que me presentan a mi abuela y yo daba vueltas alrededor de la mesa porque no quería entrar en contacto con ella, ella se sienta y me muestra unas fotos de cuando yo era chica, una a upa de mis padres y otra donde estaba yo de beba. Lo que sucedió en ese momento es que en una de esas fotos yo me reconozco, me doy cuenta de que era yo, porque era una foto igual a las primeras que me habían sacado en la otra casa, pero miro y en ese momento no dije nada, y no dije nada por mucho tiempo, tal vez se lo dije años después”.
Paula tenía ocho años. “Eso era por el escepticismo que yo tenía, creo que me manejaba un poco así, desconfiaba. De pronto no sé muy bien cómo pero estoy llorando y me agarra sueño, y no era natural. Quería dormirme, como si necesitara descansar, pero no me animaba porque no estaba segura dónde hacerlo. Ahí había una asistente social. Me acuerdo que me dijo que me duerma tranquila, que ella me daba un anillito que tenía: ‘Vos te dormís con el anillo y cuando te despertás me lo das’. Yo le dije que no, y le pedí el otro anillo que tenía en la mano porque me imaginaba que si no me lo había ofrecido era porque tenía más valor.”
EL PAIS › CLARA PETRAKOS BUSCA A UNA HERMANA NACIDA EN CAUTIVERIO
“Que pregunten a Juan Wolk”
Su madre fue secuestrada cuando tenía cuatro meses de embarazo y estuvo detenida en el Pozo de Banfield junto a otras embarazadas y donde habría dado a luz. Juan Miguel Wolk era el jefe de ese centro clandestino.Clara Petrakos tenía nueve meses cuando secuestraron a su madre, María Eloísa Castellini.
Por Alejandra DandanPagina 12
Otros sobrevivientes habían hablado de su madre, del nacimiento de un niño y también habían hablado de Clara. Clara Petrakos finalmente se sentó en la sala de audiencias de los Tribunales de Retiro para contar su historia en nombre propio. Y ante preguntas que la llevaban directamente al centro clandestino, se abrió paso a los tumbos para quedarse en los momentos previos, en el antes, en las historias de sus padres vivos, en el compromiso político.
Clara nació el 6 de febrero de 1976, nueve meses más tarde secuestraron a su madre, María Eloísa Castellini. María tenía un embarazo de cuatro meses. Poco tiempo después desapareció su padre, Constantino Petrakos. Su madre, su padre y una hermana o hermano que nació en cautiverio están desaparecidos.
“Quiero seguir un orden cronológico para no olvidarme de nada”, dijo Clara ante una pregunta de la fiscalía. A principios de 1974, su madre, que tenía 18 años, trabajaba con un grupo de estudiantes universitarios y con un sacerdote. “Durante el verano se fueron a hacer trabajos voluntarios en vez de irse de vacaciones a Mar del Plata, hacían albañilería y construyeron una escuela, y mi mamá pensaba que era necesaria porque todos debían tener acceso a la educación.” Para 1976, ella era maestra en un jardín de Merlo. El 11 de noviembre de ese año la secuestró una patota desde la puerta de la escuela a las 12.45 del mediodía.
“Lo que conozco de ese episodio lo sé por los relatos de las personas que estuvieron con ella”, explicó Clara, que una y otra vez intentó fundar el relato en esos datos, tomando en manos un cruce que debería haber hecho la Justicia.
“Mi mamá iba a tomar un colectivo a media cuadra de la escuela, en ese momento se acercan dos o tres, la agarran de los pelos y la meten adentro de un auto.”
Clara estaba en ese momento con una de sus tías. A las siete de la tarde, una patota entró al departamento con la madre. “Mamá estaba embarrada y lastimada, yo no me acuerdo pero leí el testimonio de mi tía del ’83 y el del portero del edificio que también la ve embarrada, y que por el estado no la reconoce.” Dicen que María estaba con signos de tortura en el cuerpo, en la boca, en el pecho y en la ingle a pesar del embarazo. Que no podía comer ni hablar demasiado, y le pidió a su hermana que la cambiara. La patota estaba ahí esperando a su padre, que nunca llegó porque vio el operativo desde la calle y escapó. Clara estuvo con él algún tiempo, pero después él viajó a España, desde donde desapareció a fines de 1977.
Por mucho tiempo tampoco supo cuál fue el recorrido de su madre. En 2003 conoció a una sobreviviente del Protobanco en Puente 12 que reconoció una foto en una marcha de Abuelas. “Cristina Comandé tenía presente la imagen de mamá, pero mi mamá no le había dicho cómo se llamaba, así que ella no sabía su nombre y ni de mi existencia hasta que me reconoce en la muestra de fotos, reconoce a mi mamá.”
María estuvo en el Protobanco hasta fines de diciembre de 1976. Entre enero y marzo no se sabe dónde estuvo y en abril de 1977 estuvo en el Pozo de Banfield.
“Además de mi mamá –dijo Clara– se sabe que hubo otras veinte mujeres embarazadas ahí, hay constancias de que diez tuvieron a sus hijos. Hubo dos abortos por los malos tratos y del resto no se sabe cuál fue el destino. De los diez nacimientos de los que existen constancias, sólo cuatro recuperaron su identidad y muchos años más tarde: María José Lavalle Lemos, Carlos D’Elía, Carmen Gallo Sanz y Victoria Moyano.” Entre los que nacieron está además su propia hermana, que todavía no está ubicada.
“El Estado que debería haber buscado en los primeros años hizo poco y nada, no las buscó”, dijo Clara. “La excepción fue una comisión que en algún momento pidió investigar las adopciones y las partidas de nacimiento firmadas por el médico Bergés. Las partidas se encontraron en los ochenta, tres de esas partidas recuperaron la identidad, pero muchos años después porque durante años no se hizo nada.” La primera causa del caso es de 1986. Entre 1997 y 1998, Clara se acercó a Abuelas. Había leído la historia de Ana Caracoche de Gatica, que había estado con su madre. “Tuvo dos hijos secuestrados en distintos operativos y luego de que es liberada, por muchos años los buscaron hasta que finalmente los ubicaron a los dos, la hija había sido apropiada por un comisario. Yo me dije: ‘¿Cómo teniendo dos hijos apropiados los pudo recuperar a los dos y relativamente en pocos años?’. Ahí fue cuando dije: ‘Tengo que participar en la búsqueda’, y empecé haciendo difusión en los diarios, en las revistas, en Internet.”
Un defensor le preguntó en la audiencia por los padres. Puntualmente por la militancia política con esa pose con la que intentan volver a la lógica de la guerra.
“Empecé hablando de la militancia, pero no veo la relación del plan sistemático de apropiación de niños y esa pregunta –le dijo Clara–: pero sí, militaban en el PRT.”
–¿Qué es el PRT? –la provocó el abogado. Clara no respondió. No inmediatamente. Lo miró con una mueca. La presidenta del Tribunal, María del Carmen Roqueta, respondió para salir del apuro que era Partido Revolucionario de los Trabajadores. “¿Es así?”, le preguntó a Clara. Y entonces Clara dijo que sí.
“Yo quisiera que el Estado busque y encuentre los archivos en donde están los datos de qué pasó con mi hermana y los niños robados”, dijo al terminar. “Que pregunten a Juan Miguel Wolk, jefe del Pozo, qué sabe de mi hermana, dónde están los otros chicos, dónde están las personas.”
Clara nació el 6 de febrero de 1976, nueve meses más tarde secuestraron a su madre, María Eloísa Castellini. María tenía un embarazo de cuatro meses. Poco tiempo después desapareció su padre, Constantino Petrakos. Su madre, su padre y una hermana o hermano que nació en cautiverio están desaparecidos.
“Quiero seguir un orden cronológico para no olvidarme de nada”, dijo Clara ante una pregunta de la fiscalía. A principios de 1974, su madre, que tenía 18 años, trabajaba con un grupo de estudiantes universitarios y con un sacerdote. “Durante el verano se fueron a hacer trabajos voluntarios en vez de irse de vacaciones a Mar del Plata, hacían albañilería y construyeron una escuela, y mi mamá pensaba que era necesaria porque todos debían tener acceso a la educación.” Para 1976, ella era maestra en un jardín de Merlo. El 11 de noviembre de ese año la secuestró una patota desde la puerta de la escuela a las 12.45 del mediodía.
“Lo que conozco de ese episodio lo sé por los relatos de las personas que estuvieron con ella”, explicó Clara, que una y otra vez intentó fundar el relato en esos datos, tomando en manos un cruce que debería haber hecho la Justicia.
“Mi mamá iba a tomar un colectivo a media cuadra de la escuela, en ese momento se acercan dos o tres, la agarran de los pelos y la meten adentro de un auto.”
Clara estaba en ese momento con una de sus tías. A las siete de la tarde, una patota entró al departamento con la madre. “Mamá estaba embarrada y lastimada, yo no me acuerdo pero leí el testimonio de mi tía del ’83 y el del portero del edificio que también la ve embarrada, y que por el estado no la reconoce.” Dicen que María estaba con signos de tortura en el cuerpo, en la boca, en el pecho y en la ingle a pesar del embarazo. Que no podía comer ni hablar demasiado, y le pidió a su hermana que la cambiara. La patota estaba ahí esperando a su padre, que nunca llegó porque vio el operativo desde la calle y escapó. Clara estuvo con él algún tiempo, pero después él viajó a España, desde donde desapareció a fines de 1977.
Por mucho tiempo tampoco supo cuál fue el recorrido de su madre. En 2003 conoció a una sobreviviente del Protobanco en Puente 12 que reconoció una foto en una marcha de Abuelas. “Cristina Comandé tenía presente la imagen de mamá, pero mi mamá no le había dicho cómo se llamaba, así que ella no sabía su nombre y ni de mi existencia hasta que me reconoce en la muestra de fotos, reconoce a mi mamá.”
María estuvo en el Protobanco hasta fines de diciembre de 1976. Entre enero y marzo no se sabe dónde estuvo y en abril de 1977 estuvo en el Pozo de Banfield.
“Además de mi mamá –dijo Clara– se sabe que hubo otras veinte mujeres embarazadas ahí, hay constancias de que diez tuvieron a sus hijos. Hubo dos abortos por los malos tratos y del resto no se sabe cuál fue el destino. De los diez nacimientos de los que existen constancias, sólo cuatro recuperaron su identidad y muchos años más tarde: María José Lavalle Lemos, Carlos D’Elía, Carmen Gallo Sanz y Victoria Moyano.” Entre los que nacieron está además su propia hermana, que todavía no está ubicada.
Las pruebas
“Cuando mi mamá empieza con el trabajo de parto, las compañeras de celda empiezan a gritar o pedir que se acerque alguien para que pueda salir –dijo Clara–, pero lo único que consiguen es que un guardia abra la puerta de la celda, la celda era muy chiquita, un lugar en el que ni siquiera entraba acostada. Ahí la hacen acostarse en el pasillo, nace mi hermano, la ayudó Patricia Uchanski, que está desaparecida.” Todo esto, dijo Clara, me lo “relató” Adriana Calvo, que llegó al Pozo de Banfield cuando Patricia todavía estaba ahí. Entre otros datos, Clara supo que el guardia cortó el cordón umbilical con un cuchillo de la cocina y que después de unas horas a su madre le sacaron al niño al que todos mencionan como niña, “Mi mamá siguió ahí hasta el 25 de abril del ’77, cuando hubo un traslado masivo, sólo quedaron Adriana y Ana de Gatica, que son liberadas.”“El Estado que debería haber buscado en los primeros años hizo poco y nada, no las buscó”, dijo Clara. “La excepción fue una comisión que en algún momento pidió investigar las adopciones y las partidas de nacimiento firmadas por el médico Bergés. Las partidas se encontraron en los ochenta, tres de esas partidas recuperaron la identidad, pero muchos años después porque durante años no se hizo nada.” La primera causa del caso es de 1986. Entre 1997 y 1998, Clara se acercó a Abuelas. Había leído la historia de Ana Caracoche de Gatica, que había estado con su madre. “Tuvo dos hijos secuestrados en distintos operativos y luego de que es liberada, por muchos años los buscaron hasta que finalmente los ubicaron a los dos, la hija había sido apropiada por un comisario. Yo me dije: ‘¿Cómo teniendo dos hijos apropiados los pudo recuperar a los dos y relativamente en pocos años?’. Ahí fue cuando dije: ‘Tengo que participar en la búsqueda’, y empecé haciendo difusión en los diarios, en las revistas, en Internet.”
Un defensor le preguntó en la audiencia por los padres. Puntualmente por la militancia política con esa pose con la que intentan volver a la lógica de la guerra.
“Empecé hablando de la militancia, pero no veo la relación del plan sistemático de apropiación de niños y esa pregunta –le dijo Clara–: pero sí, militaban en el PRT.”
–¿Qué es el PRT? –la provocó el abogado. Clara no respondió. No inmediatamente. Lo miró con una mueca. La presidenta del Tribunal, María del Carmen Roqueta, respondió para salir del apuro que era Partido Revolucionario de los Trabajadores. “¿Es así?”, le preguntó a Clara. Y entonces Clara dijo que sí.
“Yo quisiera que el Estado busque y encuentre los archivos en donde están los datos de qué pasó con mi hermana y los niños robados”, dijo al terminar. “Que pregunten a Juan Miguel Wolk, jefe del Pozo, qué sabe de mi hermana, dónde están los otros chicos, dónde están las personas.”
Información-Comunicación desde la izquierda
ESAS SOSPECHOSAS ACUSACIONES EN BOGA
Por Manuel E. Yepe*
La Habana, 16 de Mayo de 2011
El sábado 14 de mayo fue arrestado en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York el Director General del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Stauss-Kahn, acusado por una camarera del Hotel Sofitel de Manhattan, donde se alojó algunos días, de agresión sexual, retención ilegal e intento de violación.
El arresto tuvo lugar un día después que personas cercanas a Strauss-Khan, un político socialista francés de 62 años, dijeran a la prensa que éste era víctima de una campaña de desprestigio por parte del entorno del presidente francés, Nicolas Sarkozy, a quien le preocupaba su popularidad en las encuestas que lo convertía en uno de los favoritos para las elecciones presidenciales de 2012.
Pero si en Francia Strauss-Kahn se había convertido en un problema para Sarkozy, no menos conflictivo había pasado éste a ser para Wall Street y la Casa Blanca cuando anuncio a inicios de abril en la universidad George Washington de la capital federal estadounidense la defunción del Consenso de Washington.
El Consenso de Washington es un listado de políticas económicas neoliberales elaborado por un complejo de entidades y personalidades estadounidenses como receta a aplicar por los países de América Latina para impulsar su crecimiento. Forman parte de ese colectivo político-económico y académico el FMI, el Banco Mundial (BM), el Congreso, la Reserva Federal, los “tanques pensantes” y los más altos dirigentes del gobierno.
El borrador fue redactado por el economista inglés John Williamson para una conferencia organizada en 1989 por el Institute for International Economics con el título de “Lo que Washington entiende por reforma de políticas” (What Washington Means by Policy Reform), y en el que se sintetizaban los criterios de los economistas norteamericanos acerca de los objetivos que deben fijarse los países latinoamericanos para su desarrollo, de manera que se articulen con los intereses estratégicos de Estados Unidos partiendo del criterio de que lo que es bueno para Washington es bueno para el resto del mundo y viceversa.
El Consenso fue “enriquecido” en dos ocasiones posteriores a su aprobación inicial dando lugar a los Consenso de Washington II y III.
Paulatinamente se convirtió en el proyecto neoliberal que Estados Unidos ha pretendido imponer a escala global, con los desastrosos resultados que lo sitúan como responsable de las recientes severas crisis en países de América Latina y Europa.
Estados Unidos y los demás países del primer mundo han impuesto bilateralmente las políticas del Consenso de Washington sobre las economías de las naciones subdesarrolladas pero, sobre todo, se han servido para ello de organizaciones supraestatales como el BM y el FMI.
Durante décadas, el FMI enarboló las banderas del Consenso de Washington promoviendo privatizaciones, reducción del papel de los gobiernos en la economía, disciplina fiscal sin déficit, reformas impositivas, liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, reordenamiento de las prioridades del gasto público, auge de los mercados financieros, liberalización del comercio exterior, desregulación para suscitar competencia, liberalización de las tasas de interés, promulgación de tasas de cambio competitivas y el reconocimiento de derechos de propiedad. También impuso los célebres programas de ajuste estructural (PAE) llamados a “apretar el cinturón” a los pueblos de los países endeudados para que sus gobiernos puedan pagar sus débitos a las naciones desarrolladas.
El Consenso de Washington ha servido para abrir el mercado laboral de bajos ingresos de los países subdesarrollados a la explotación por parte de compañías del primer mundo en detrimento de los intereses de la clase obrera en las naciones industrializadas.
“Pero todo esto se derrumbó con la crisis financiera global. Ya el Consenso de Washington es historia", reconoció Strauss-Kahn, quien llamó a que el Estado ejerza mayor papel en la economía y controle los excesos del mercado. “El Consenso debe ser superado por una nueva política económica con acento en la cohesión social y el multilateralismo”, señaló.
La expansión económica que el Consenso de Washington prometía a Latinoamérica no se ha traducido en un desarrollo significativo sino en severas crisis económicas, incremento de la deuda externa y más subdesarrollo.
“Es necesario un impuesto sobre las actividades financieras para forzar a ese sector a asumir parte de los costes sociales de su actividad inherentemente arriesgada”, dijo Strauss-Kahn.
“No me malinterpreten: los viejos patrones de la globalización dieron muchas cosas buenas (…) pero la globalización tiene su lado oscuro: el crecimiento de la brecha entre ricos y pobres. Mientras que la globalización en el comercio se asocia a la reducción de las desigualdades, en las finanzas la globalización las incrementa.
Necesitamos una globalización con rostro más humano porque las desigualdades pudieran ser causas silenciosas de las crisis”.
Haber declarado la muerte del Consenso de Washington sin un debido consentimiento de Wall Street y la Casa Blanca pudo haber sido la causa de que Strauss-Kahn haya sido situado en parecido banquillo de acusado que Julian Assange, fundador de Wikileaks.
*Periodista cubano, especializado en temas de política internacional.