"Un tirano cuyo tiempo ha terminado": Lo que revela la "humillación" de Washington en la ONU
Irónicamente, el presidente Trump había declarado a principios de la semana pasada que "EE.UU. está nuevamente liderando el mundo" y que "las naciones y los individuos admiran lo que representa EE.UU.".La Asamblea General de la ONU demostró que EE.UU. "ya no es un líder mundial", sino más bien un "Estado canalla cuyos delirios de grandeza son desmentidos por actos sórdidos" de soborno e intimidación, "un tirano cuyo tiempo ha terminado", concluye Cunningham.
Publicado: 25 dic 2017 13:58 GMT - RT
El "abrumador rechazo" a la decisión de
Trump sobre Jerusalén demuestra hasta qué punto se ha desplomado la
posición internacional de EE.UU., opina un analista.
Un "desdén descarado" por los derechos democráticos
El analista recuerda que antes de la votación Washington había "declarado truculentamente" que "no le importaba el resultado y que lo ignoraría pasara lo que pasara". Además, la embajadora de EE.UU. ante la ONU, Nikki Haley, advirtió "en tono siniestro" que EE.UU. "estaba tomando nota de los nombres" y reiteró las amenazas previas de Donald Trump de cortar la ayuda financiera a aquellas naciones que votaran en contra de la política estadounidense.La enviada estadounidense también mostró una "lógica retorcida" cuando reprendió al resto de naciones por "atacar" el "derecho soberano" de EE.UU. a nominar a Jerusalén como la capital de Israel. En realidad, es EE.UU. el que "ha atacado el consenso internacional y las resoluciones de la ONU con respecto al estatus neutral de Jerusalén", denuncia el autor del artículo.
Finalmente, Haley también declaró que la "voluntad del pueblo estadounidense" estaba siendo atacada por la ONU, un reclamo que no está respaldado por ninguna encuesta de opinión.
¿Líder del mundo libre?
Por otro lado, en opinión de Cunningham, el "abrumador rechazo" de la decisión del presidente Trump de reconocer Jerusalén como la capital de Israel demuestra hasta qué punto se ha desplomado la posición internacional de EE.UU.- Así, el analista recuerda que incluso los aliados cercanos de EE.UU. en la OTAN, como Reino Unido, Francia o Alemania, votaron en contra de la posición de Washington.
- Arabia Saudita y otros países sunitas del Golfo se alinearon con sus "archienemigos" Irán y Siria para rechazar la decisión de Estados Unidos.
- Incluso las naciones que son grandes receptoras de la ayuda de EE.UU. no fueron intimidadas por las amenazas de castigo financiero: Afganistán, Egipto, Irak, Pakistán se unieron a países africanos pobres como Etiopía, Kenia y Níger, entre otros, para repudiar a Washington. Yemen, devastado por la guerra y en medio de una crisis de hambruna, también emitió un voto en contra.
"Un tirano cuyo tiempo ha terminado"
Irónicamente, el presidente Trump había declarado a principios de la semana pasada que "EE.UU. está nuevamente liderando el mundo" y que "las naciones y los individuos admiran lo que representa EE.UU.".Según el analista, estas afirmaciones parecen solo ser ciertas "en la imaginación febril" de la burocracia estadounidense, mientras que, en realidad, las "pretensiones virtuosas" de EE.UU. se consideran cada vez más como "una farsa ridícula, flagrantemente contradicha por su comportamiento grosero".
La Asamblea General de la ONU demostró que EE.UU. "ya no es un líder mundial", sino más bien un "Estado canalla cuyos delirios de grandeza son desmentidos por actos sórdidos" de soborno e intimidación, "un tirano cuyo tiempo ha terminado", concluye Cunningham.
https://youtu.be/tHuKNGz30EI
La votación de la ONU sobre Jerusalén: ¿Qué revela sobre Washington y qué consecuencias tendrá?
Publicado: 22 dic 2017 12:49 GMT | Última actualización: 22 dic 2017 14:26 GMT - RT
EE.UU. ha dejado claro que "no le importa la
posición" de la ONU, y que "toda la opinión pública y las leyes
internacionales no son nada para Washington" si condenan su política.
Los resultados de la votación en la Asamblea General de la ONU sobre Jerusalén demuestran que "el chantaje" de Washington no ha funcionado,
al tiempo que revelan la actitud selectiva de EE.UU. hacia el derecho
internacional, señala un artículo analítico del periódico Vzgliad.- La Asamblea General de la ONU aprobó
este jueves con 128 votos a favor, 9 en contra y 35 abstenciones una
resolución para rechazar el reconocimiento estadounidense
de Jerusalén como capital de Israel. - La postura de la ONU no tendrá influencia alguna en los planes de Washington, pero sí "en cómo los estadounidenses ven a la ONU" y en "cómo vemos a los países que no nos respetan en la ONU", aseveró la embajadora de EE.UU ante ese órgano, Nikki Haley, añadiendo que "este voto será recordado".
- Donald Trump también había amenazado en la víspera de la votación con congelar ayuda a países de la ONU que votaran contra su decisión sobre Jerusalén. El mandatario norteamericano confió en que, de no ser oído, EE.UU. ahorrará "miles de millones" gracias a esta medida.
A EE.UU. solo le importa la posición de la ONU cuando le conviene
Según el artículo, EE.UU. ha dejado claro a través de las declaraciones de su embajadora que "no le importa la posición" de la mayoría de los países de la ONU, y que "toda la opinión pública y las leyes internacionales no son nada para Washington" si condenan la política estadounidense.Al mismo tiempo, EE.UU. "no se cansa de citar al derecho internacional y a las exigencias de la mayoría en la ONU" cuando sí coinciden con sus intereses. Así, cuando se aprueba una resolución que condena a Moscú, los políticos norteamericanos realizan numerosas declaraciones sobre la necesidad de implementarla, refiriéndose a la opinión de la "comunidad internacional".
"Puro chantaje"
Por otro lado, el artículo denuncia que EE.UU. intentó usar un "puro chantaje" para lograr un voto favorable de la Asamblea General, pero este "no ha funcionado".Además, algunos líderes internacionales, como el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, instaron a la comunidad mundial a no sucumbir a la presión estadounidense. "Señor Trump, no puede comprar la voluntad democrática de Turquía con sus dólares", resaltó el líder turco.
En la misma línea, el ministro de Relaciones Exteriores palestino, Riyad al Maliki, enfatizó que los diplomáticos estadounidenses "cometen otro error" al amenazar a otros Estados y su derecho "a tomar decisiones soberanas".
Presión económica con objetivos políticos
En opinión de Dmitri Drobnitski, politólogo ruso y especialista en política estadounidense, Washington podría utilizar la resolución de la ONU "como una excusa para privar a alguien de ayuda financiera", sobre todo a los países a los que "quiso presionar durante mucho tiempo".Drobnitski pronostica que EE.UU. usará cada vez más la influencia económica para promover sus intereses. "La diplomacia económica, la presión económica y la influencia económica están adquiriendo una importancia sin precedentes ahora", subrayó el analista, recordando que las sanciones contra Rusia "también son una presión económica con objetivos políticos".
¿De verdad Trump podrá ahorrar?
La amenaza de Trump implicaría la suspensión de la asistencia financiera a los aliados estratégicos de EE.UU. en Oriente Medio, como Egipto, al que Washington debería proporcionar 1.380 millones de dólares en 2018. Turquía debe recibir el próximo año una ayuda militar relativamente modesta de 112 millones de dólares.Sin embargo, incluso si Trump "se ahorrara" estas inversiones, estas cantidades no son comparables con la ayuda que Washington le ha prometido a Israel: 38.000 millones de dólares durante diez años, recuerda Vzgliad.
Trump amenaza con congelar ayuda a países de la ONU que voten contra su decisión sobre Jerusalén
Publicado: 20 dic 2017 22:17 GMT | Última actualización: 21 dic 2017 00:11 GMT - RT
Entre advertencias y amenazas, el mandatario
norteamericano confía en que, de no ser oído, EE.UU. ahorrará "miles de
millones" gracias a esta medida.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, amenazó con suspender la ayuda financiera a los países que en la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas, dedicada al estatus de Jerusalén, voten en contra del reconocimiento de esta ciudad por parte de Washington como capital de Israel."Toman cientos de millones de dólares e incluso miles de millones de dólares, y luego votan en contra de nosotros", declaró Trump ante los periodistas en la Casa Blanca este miércoles.
"Bueno, estaremos viendo esos votos. Dejen que voten contra nosotros. Ahorraremos mucho. No nos importa", aseguró el mandatario.
"No será olvidado": más amenazas en la ONU
Estas amenazas se producen en víspera de la sesión especial de emergencia de la Asamblea General de las Naciones Unidas, programada para este jueves.La reunión fue convocada por solicitud de los países árabes y musulmanes, después de que este lunes EE.UU. vetó la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que rechazaba la decisión de Trump de reconocer Jerusalén como capital de Israel y buscaba impedir cambios en el estatus político de esa ciudad.
El apoyo unánime a la resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU resultó ser un "insulto" para EE.UU., según declaró la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, después de vetar la resolución. "No será olvidado", agregó.
EE.UU. fue el único de entre los 15 miembros del Consejo que se opuso a esa resolución. "Es un ejemplo más de que la ONU hace más daño que bien al abordar el conflicto palestino-israelí", afirmó Haley.
"Apuntaremos sus nombres"
Además, este martes la diplomática norteamericana envió a otros Estados miembros del organismo internacional una carta en la que –con evidente tono amenazador– advirtió de que Donald Trump observará "personalmente" la votación en la Asamblea General de este jueves."Cuando consideren su voto, quiero que sepan que el presidente y Estados Unidos se toman este voto de manera personal", reza la carta de Haley. "El presidente observará cuidadosamente esta votación y ha solicitado que le informe de quiénes votaron contra nosotros", indicó la misiva.
De forma no más sutil, la embajadora formuló otra advertencia a través de Twitter, al asegurar que Washington "apuntará los nombres" de los que durante la votación del jueves critiquen la postura de EE.UU.
"No esperamos que aquellos a quienes hemos ayudado nos ataquen", afirmó Haley.
Solo contra el mundo
La polémica declaración de reconocimiento por parte de EE.UU. a la ciudad de Jerusalén como capital de Israel, adoptada por el líder de la Casa Blanca a principios de este mes –a pesar de las múltiples advertencias en contra–, ha provocado una condena internacional y una ola de protestas de los musulmanes de todo el mundo.Una serie de países y personalidades han condenado de hecho la decisión de Trump, al tacharla de destructiva para el proceso de paz palestino-israelí.
Las primeras consecuencias no tardaron en llegar: el movimiento palestino islamista Hamás, activo en la Franja de Gaza, llamó a una tercera intifada o rebelión popular, mientras que Hasán Nasrallah, líder del grupo político y militar Hezbolá, que opera desde el Líbano –donde viven miles de palestinos–, se sumó al llamado en un acto multitudinario en las calles de Beirut.
Dos días después de la declaración de Trump, el presidente palestino Mahmud Abbás se negó a reunirse con el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, y afirmó que Palestina buscará un nuevo mediador para el conflicto.
Los líderes de los países musulmanes, que se reunieron en una cumbre de emergencia de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) a mediados de diciembre en la ciudad turca de Estambul, declararon que la decisión de EE.UU. anuló efectivamente su condición de mediador en el conflicto palestino-israelí, y pidieron el reconocimiento mundial de Jerusalén Oriental como la capital de Palestina.
128 países de la ONU aprueban una resolución para que EE.UU. revierta su decisión sobre Jerusalén
Publicado: 21 dic 2017 17:17 GMT | Última actualización: 21 dic 2017 17:26 GMT - RT
La Asamblea General de Naciones Unidas ha
rechazado por mayoría el reconocimiento por parte de Washington de la
Ciudad Santa como capital israelí.
La resolución de Naciones Unidas contraría la decisión tomada por el presidente estadounidense Donald Trump a inicios de mes, que involucra el futuro traslado de la Embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. Sin embargo, la postura de la ONU no tendrá influencia alguna en los planes de Washington, según afirmó la embajadora de EE.UU ante ese órgano, Nikki Haley.
"Cuando hacemos contribuciones generosas a la ONU, también tenemos expectativas legítimas de que nuestra buena voluntad sea reconocida y respetada", declaró Haley. La diplomática agregó que la votación será "recordada" por EE.UU. y "marcará una diferencia sobre lo que los estadounidenses piensan de la ONU".
Haley había señalado este martes que Washington "apuntará los nombres" de los que criticaran la postura de su país durante esta votación. Trump, por su parte, amenazó ayer con suspender la ayuda financiera a los países que votaran a favor de la resolución.
Nuevas sanciones de EE.UU. contra Rusia "harían que la Guerra Fría parezca un juego de niños"
Publicado: 25 dic 2017 09:37 GMT - RT
El director del mayor banco ruso estimó que
las posibles nuevas sanciones de Washington serían "irracionales".
Según Gref, las posibles sanciones de Washington contra oligarcas y empresas estatales serían "irracionales" si excluyeran a los bancos estatales rusos del sistema de pagos SWIFT. Esta medida fue considerada en repetidas ocasiones por los políticos occidentales desde la imposición de las primeras sanciones antirrusas en 2014 por EE.UU. y la UE.
Una legislación aprobada por el Congreso en agosto hace casi imposible que la Administración de Donald Trump levante las sanciones contra Rusia e impulsa a ampliarlas, destaca el periódico.
Asimismo, señala que a inicios de febrero, el Departamento del Tesoro de EE.UU. debe entregar un informe al Congreso sobre los oligarcas y las "entidades paraestatales" cercanas al presidente Vladímir Putin, que probablemente serán utilizadas como base para endurecer las sanciones.
La visión de Lavrov sobre el futuro de las relaciones entre Rusia y Latinoamérica
Publicado: 25 dic 2017 09:16 GMT | Última actualización: 25 dic 2017 13:44 GMT - RT
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha concedido una entrevista exclusiva a RT.
El ministro de Exteriores ruso ha señalado que los cambios de gobierno en los países latinoamericanos no suelen afectar sus relaciones con Rusia. "No sentimos cambios drásticos en el enfoque de los países de América Latina respecto a las relaciones con Rusia", ha declarado Serguéi Lavrovtras señalar que las discrepancias entre los distintos partidos políticos son asuntos internos.
Venezuela
"En Venezuela hubo cambios muy positivos, alcanzados también durante las recientes elecciones municipales y de gobernadores, que transcurrieron de manera pacífica para sorpresa de quienes esperaban un escándalo, y los resultados fueron aceptados", ha subrayado Lavrov.Sin embargo, Lavrov ha indicado que ante el Gobierno ruso no pasan desapercibidos "los intentos de algunos de nuestros socios occidentales de influir en el curso de las elecciones, como sucede en Venezuela".
Asimismo, de acuerdo con el ministro, el Gobierno y la oposición de Venezuela podrán llegar a un acuerdo si nadie interfiere en su proceso de negociaciones.
México
Respecto a los próximos comicios presidenciales en México, Lavrov ha enfatizado que no existe "ningún factor ruso". "Nadie nos ha acusado de que estamos interfiriendo en las elecciones de ese país", ha recalcado el jefe de la diplomacia rusa.Aparte de la tradicional cooperación entre ambos países en el marco de la ONU y el G20, Rusia tiene planes para seguir desarrollando las relaciones económicas y comerciales con México, de acuerdo con Lavrov.
Cuba
Rusia no ve motivos para que se produzcan cambios en las relaciones con Cuba después de que Raúl Castro confirmara que dejaría la presidencia en 2018, ha declarado Lavrov."En cuanto a Cuba, es nuestro amigo y aliado desde hace mucho tiempo, un país que se ha convertido en una leyenda en su hemisferio y en el mundo entero", sostuvo el alto funcionario ruso y aseguró que "mira hacia el futuro [respecto a las relaciones ruso-cubanas] con optimismo".
Asimismo, Rusia apoyó el esfuerzo por restablecer los lazos de EE.UU. con Cuba bajo la Administración Obama y vio la reapertura de la Embajada de Estados Unidos en La Habana como un gesto positivo. En ese sentido, el cambio de enfoque estadounidense hacia el país caribeño es otro ejemplo, de acuerdo con Lavrov, de por qué algunas naciones no confían en Washington cuando ofrece levantar sus sanciones a cambio de algunas concesiones.
Respecto a los supuestos ataques acústicos contra el personal de la Embajada estadounidense en la capital cubana, que fueron utilizados para justificar el cambio de la política de EE.UU. hacia Cuba, el ministro ruso indicó que aparentemente no tienen ninguna base.
Archivos del Terror: 25 aniversario del hallazgo de esta impresionante prueba contra el Plan Cóndor
Publicado: 22 dic 2017 18:21 GMT - RT
Nuestro corresponsal Ignacio Jubilla rescata
el valor de estos numerosos documentos sobre las violaciones de
derechos humanos cometidas por las dictaduras militares
latinoamericanas.
El testimonio del terror
Las fotografías de su padre, que hasta el día de hoy continúa desaparecido, forman parte del llamado Archivo del Terror. Se trata de un material único de documentos elaborados por la Policía paraguaya durante la dictadura de Alfredo Stroessner. Este archivo se convirtió en una de las pruebas más importantes sobre el Plan Cóndor, un plan de coordinación entre las distintas dictaduras sudamericanas, así como en un testimonio inapelable de las detenciones "preventivas" de civiles inocentes.Las autoridades a cargo de estos arrestos rellenaban los datos de los detenidos, tales como "nombre, apellido, filiación política, ideología política, quiénes eran sus padres, quiénes eran sus hermanos y una pequeña síntesis de por qué estaba ahí", cuenta Rosa Palau, coordinadora del Archivo del Terror. "De allí ya se pasaba a la tortura", explica.
Un triste tesoro histórico
Aún hoy, el archivo que administra Rosa sirve como prueba en decenas de juicios a represores en distintos países de la región. Aquí, en cientos de carpetas metódicamente clasificadas, se encuentra el testimonio de personas cuyas vidas fueron intercambiadas como trofeos por los dictadores latinoamericanos.Vuelos de la muerte
Dora y Alejandro eran argentinos y fueron detenidos en Asunción. En su ficha dice que fueron "puestos a disponibilidad de las autoridades argentinas" y trasladados a Buenos Aires en un avión de la Armada el 16 de mayo de 1977. El mismo día que también Jorge Rafael Videla regresaba de Paraguay, luego de realizar una visita a Stroessner.Evidentemente, se estaba llevando como 'favor' por parte del dictador paraguayo a estos dos jóvenes. Ninguno de los detenidos jamás llegó a Buenos Aires y hasta el día de hoy continúan desaparecidos. Según se sospecha, fueron víctimas de los 'vuelos de la muerte'.
Una conspiración siniestra
Estos documentos constituyen una prueba de que "hubo un plan siniestro y secreto" y de una "conspiración" entre los distintos gobiernos militares, expresa José Agustín Fernández, juez y director del Museo de la Justicia de Paraguay. "Había víctimas, no importaba de qué nacionalidad eran y bastaba una llamada telefónica para detenerlos y para hacerlos desaparecer", concluye Fernández.El mero hecho de haber conservado estas numerosas evidencias en su propia contra es una muestra de la impunidad con la que se manejaron los represores. Este error de cálculo sirve ahora para juzgar los crímenes de sus cómplices y aliados en la región, y para preservar la memoria de un terror que borró las fronteras del continente.
Según Marc Ferro, un historiador francés, la caída de la monarquía se sintió como “una liberación sin precedentes”. Explicó que en Rusia se abrió un período de intensa alegría popular y de fermentación revolucionaria. “Un frenesí por hablar y exponer las ideas propias se instaló en todos los estratos sociales. Las reuniones fueron diarias y los oradores se sucedían de manera casi interminable. Se multiplicaron los desfiles y las manifestaciones. Decenas de miles de cartas, con direcciones y peticiones se enviaban cada semana, desde todos los puntos del territorio, para dar a conocer el apoyo, las quejas o las reclamaciones del pueblo. Se dirigían principalmente al nuevo Gobierno provisional y al Sóviet de Petrogrado”.
“Más allá de las expectativas inmediatas, lo que dominaba era el rechazo a toda forma de autoridad, lo que permitió a Lenin hablar de la Rusia de aquellos meses como “el país más libre del mundo”, agregó.
Describió que esas primeras semanas estuvieron “llenas de esperanza y generosidad”. Además, dijo que fueron “muy pacíficas”, tanto en las ciudades como en las zonas rurales. “Ninguna represalia, oficial o espontánea, se tomó contra los antiguos siervos del zar, teniendo incluso derecho estos a trasladar su residencia o exiliarse. El Gobierno provisional abolió la pena de muerte, ordenó la apertura de las prisiones, permitiendo el retorno de los exiliados por cualquier motivo (incluido Lenin) y proclamó las libertades fundamentales: de prensa, de reunión y de conciencia”. Mencionó que se prohibió el acoso “humillante” de los oficiales a los soldados y se instauró los derechos de reunión, petición y prensa.
“Por último, la manifestación más clara de la emancipación de la sociedad civil fue la creación espontánea de los sóviets (consejos) de obreros, campesinos, soldados y marineros, que cubrieron en una semana la práctica totalidad del país. Estas asambleas fueron órganos de democracia directa que pretendían ejercer un poder autónomo, y, ante la posibilidad de que el Gobierno Provisional llevara a cabo una contrarrevolución, velaron por la preservación y la ampliación de las conquistas de la Revolución de Febrero”.
“En las ciudades y pueblos, con el anuncio de la revolución en la capital, se formaron sóviets al tiempo que los notables que regían en nombre del zar fueron destituidos. Desde principios de marzo, los sóviets ya estaban presentes en las principales ciudades, y en abril y mayo se extendieron a las zonas rurales. Los sóviets eran unas asociaciones donde los trabajadores acudían a discutir sobre la situación y al mismo tiempo un órgano de gobierno”, agregó Ferro.
Por su parte, Manuel Laguarda, publicó en Voces un artículo sobre los desafíos de la Revolución Rusa en la actualidad. Allí dice que “más allá de todas las posturas que reivindican el método marxista y el ideal socialista, el gran logro de la Revolución de octubre fue el de haber colocado la alternativa de la construcción de una sociedad socialista, la promesa de una sociedad superior en el orden del día de la humanidad. Más allá de su caída, que pone de manifiesto sus falencias, el autoritarismo y la falta de arraigo en las masas, se destacan en sus logros el haber derrotado al fascismo, haber construido desde el atraso una gran potencia, posibilitar el acceso a la cultura y a las necesidades básicas de millones de seres humanos, haber equilibrado el imperialismo occidental y haber ayudado y alentado los procesos anticoloniales”.
Según expresa la Revolución tuvo dos resultados inesperados: preparó el actual desarrollo capitalista de Rusia y China y obligó al capitalismo a pensar en una planificación del estado de bienestar”.
Muchos de los factores contra los que se levantaron los rusos siguen presentes y eso entre otros hace que los 100 años de octubre convoquen la atención y la imaginación a través del mundo.
Visualizar qué elementos de ese pasado siguen vigentes para rechazar a la vez los dogmas y la resignación escéptica destaca en la ponencia de Laguarda.
PCU: la revolución más universal de la historia
El Partido Comunista del Uruguay recordó en un comunicado de prensa los 100 años de la Revolución Rusa, a la que consideró la más universal de la historia.
“Fue el comienzo del primer intento triunfante de crear un régimen social sin explotación. 100 años de la creación del primer Estado obrero y campesino de la historia”.
“Pan, paz y tierra”, plantearon los bolcheviques con Lenin a la cabeza, “Todo el poder a los Soviet”, fue el camino que se propusieron para lograrlo.
“Decenas de millones de obreras y obreros, campesinos y soldados, abrazaron esas banderas y lucharon por ellas. Tomaron el cielo por asalto y vencieron. La Revolución triunfante fue el primer Estado en poner bajo control obrero los principales medios de producción, eliminar la propiedad privada en la tierra, eliminar el analfabetismo y llevar la cultura y la salud a todas y todos, hacer ley las 8 horas, otorgar el voto a la mujer, incorporar a las primeras mujeres ministras de Estado, planificar la economía no para asegurar el lucro de unos pocos sino para el beneficio de todos y todas”.
“Enfrentaron al nazismo y lo derrotaron a un costo humano, social y económico devastador, con más de 20 millones de muertos. Esa Revolución fue ejemplo, inspiración y apoyo para la lucha de cientos de millones por el fin del colonialismo y la libertad, en Asia, África y también América Latina. Esa Revolución fue una influencia decisiva para lograr avances democráticos en los países capitalistas. Fue fundamental para la existencia de otras experiencias de construcción emancipadora en el resto del mundo, especialmente en nuestro continente, como Cuba con su obra y resistencia heroica, pero también todos los procesos democráticos y liberadores de otros pueblos del mundo.
Esa Revolución fue asediada, atacada, agredida y vilipendiada desde el mismo día de su triunfo y lo sigue siendo hoy. Por eso es imprescindible defenderla militantemente.
Es cierto que luego hubo errores, tragedias y horrores. Es cierto que fue derrotada y que ello implicó un retroceso bestial para la lucha por la emancipación de la humanidad. Es cierto que no estamos mejor sin ella pues su derrota parcial pero significativa permitió a la reacción mundial la enorme ofensiva del neoliberalismo. De ese proceso debemos aprender y lo estamos haciendo, teórica y prácticamente.
Pero no se puede aceptar un balance de capitulación y rendición. No tiene razón Fukuyama: la historia no terminó. Hoy vivimos en un sistema social y político que pone en peligro la propia vida en el planeta, la paz y que ha generado un nivel de desigualdad, de falta de libertad, inédito en la historia. Hoy 8 personas tienen más riqueza que 3.600 millones de personas. Hoy 5 millones de niños mueren al año de causas evitables. Hoy hay 750 millones de personas en pobreza extrema y con riesgos de desnutrición. Es contra eso que lucharon los revolucionarios hace 100 años y seguimos luchando hoy. Hoy está en crisis orgánica y estructural el imperialismo y construir una salida revolucionaria superadora a esa crisis sigue siendo la tarea fundamental”, concluyó el PCU.
Centenario de la Revolución Rusa
"Se atrevieron"
05/12/2017 | David Mandel
Cien años después, la cuestión del legado
histórico de la Revolución de Octubre sigue sin ser sencilla para los
socialistas: el estalinismo pudo echar raíces menos de una década
después de la Revolución y la restauración del capitalismo encontró poca
resistencia popular setenta años después.
Uno puede, por supuesto, señalar el papel fundamental del Ejército Rojo en la victoria contra el fascismo, o que la rivalidad entre la Unión Soviética y el mundo capitalista abrió el espacio para las luchas antiimperialistas, o también que la existencia de una enorme economía nacionalizada y planificada consiguió una moderación de los apetitos capitalistas. Aun así, incluso en dichas áreas, el legado está lejos de estar exento de ambigüedades.
Ahora bien, el principal legado de la Revolución de Octubre para la izquierda a día de hoy es, en realidad, el menos ambiguo. Puede sintetizarse en dos palabras: "se atrevieron". Con esto quiero decir que los Bolcheviques cumplieron auténticamente con su misión como partido de los trabajadores al organizar tanto la toma revolucionaria del poder político y económico, como su defensa posterior frente a las clases propietarias: proveyeron a los obreros -así como a los campesino- el liderazgo que necesitaban y deseaban.
Por tanto, es cuanto menos irónico que muchos historiadores, y bajo su estela, la opinión pública en general, hayan visto Octubre como un crimen terrible motivado por el proyecto ideológico de construir una utopía socialista. De acuerdo con este punto de vista, Octubre fue un acto arbitrario que desvió a Rusia de su sendero natural de desarrollo hacia una democracia capitalista. Octubre fue, además, la causa de la guerra civil devastadora que asoló el país durante casi tres años.
Hay una versión modificada de esta lectura que es abrazada incluso por personas de izquierda que rechazan el leninismo (o lo que creen ellos que fue la estrategia de Lenin) por culpa de las dinámicas autoritarias desatadas por la toma revolucionaria del poder y la subsiguiente guerra civil.
No obstante, lo que sorprende sobremanera cuando uno estudia la revolución desde abajo es lo poco que los Bolcheviques, y los obreros que les apoyaban, estaban, de hecho, guiados por una ideología, en el sentido de que fuesen una suerte de movimiento milenarista que ambicionase únicamente el socialismo. En realidad y sobre todo, Octubre fue una respuesta práctica a problemas sociales y políticos muy serios y concretos que debían afrontar las clases populares. Esto era también, por supuesto, la aproximación al socialismo de Marx y Engels - no una utopía que debía ser construida a partir de unos diseños preconcebidos, pero un conjunto de soluciones concretas a las condiciones reales de los trabajadores bajo el capitalismo. Por ello Marx siempre rechazó obstinadamente ofrecer "recetas para los libros de cocina del futuro" 1/.
El objetivo inmediato y principal de la insurrección de Octubre fue anticiparse a la contrarrevolución, apoyada por las políticas de guerra económica de la burguesía, que hubiese barrido todas las conquistas democráticas y promesas de la Revolución de Febrero y hubiese mantenido la participación rusa en la Guerra Mundial. Una contrarrevolución victoriosa -y ésta hubiese sido la única alternativa real a Octubre- hubiese probablemente dado nacimiento a la primera experiencia de un Estado fascista en el mundo, anticipándose así unos cuantos años a las posteriores respuestas de las burguesías italianas y alemanas a levantamientos revolucionarios similares pero fallidos.
Los Bolcheviques, y la gran mayoría de los obreros industriales urbanos en Rusia, eran, por descontado, socialistas. Pero todas las corrientes del marxismo ruso consideraban que Rusia carecía de las condiciones políticas y económicas para alcanzar el socialismo. Sin duda, existía la esperanza de que la toma revolucionaria del poder en Rusia alentase a los trabajadores de los países desarrollados al oeste a levantarse contra la guerra y contra el capitalismo, abriendo así perspectivas más amplias para la propia revolución rusa. En efecto, fue sólo una esperanza, y estaba lejos de ser una certidumbre. Aun así, Octubre hubiese podido acontecer sin ella.
En mi labor historiográfica, presento pruebas documentadas y, en mi opinión, convincentes en favor de esta forma de presentar Octubre, aunque no voy a intentar resumirlas aquí. Prefiero explicar cuan dolorosamente conscientes eran los Bolcheviques, y los trabajadores que les apoyaban -el partido estaba abrumadoramente compuesto de obreros-, de la amenaza de la guerra civil; lo mucho que intentaron evitarla, y, fracasando en ello, lo mucho que quisieron disminuir su dureza. De este modo, quiero focalizarme con más insistencia explicar el sentido del "se atrevieron" en tanto que legado de Octubre.
El motivo por el cual los Bolcheviques, junto con la mayoría de los trabajadores, apoyaron el "poder dual" durante el periodo inicial de la revolución fue el deseo de evitar la guerra civil. Bajo esta forma de acomodar las cosas, el poder ejecutivo era ejercido por el gobierno provisional, inicialmente compuesto por políticos liberales, representantes de las clases propietarias. Al mismo tiempo, los Soviets, organizaciones políticas electas por los obreros y soldados, fiscalizaban el gobierno, asegurándose de su lealtad al programa revolucionario. Este programa estaba compuesto fundamentalmente por cuatro elementos: una república democrática, una reforma agraria, la jornada laboral de ocho horas, y una diplomacia enérgica que asegurase rápida y democráticamente el final de la guerra. Ninguno de estos puntos era socialista como tal.
El apoyo al poder dual marcó una ruptura radical con el rechazo tradicional del partido de aliarse potencialmente con la burguesía en la lucha contra la autocracia. Ese rechazo constituía los cimientos mismos del bolchevismo como partido de los obreros. Fue el motivo del estatus hegemónico del partido en el movimiento obrero a lo largo de los años de protesta obrera antes de la guerra. El rechazo a la burguesía (que era a su vez un rechazo al Menchevismo) se enraizaba en la larga y dolorosa experiencia obrera que veía cómo la burguesía se aliaba íntimamente con el Estado autocrático para aplastar sus aspiraciones sociales y democráticas.
El apoyo inicial al poder dual reflejó la voluntad de dar una oportunidad a los liberales, ya que las clases propietarias (el partido constitucional-democrático (los Kadetes) se convirtió en su primer representante político en 1917) se habían sumado, aunque bastante tardíamente, a la revolución, o eso parecía. Su adhesión a la revolución facilitó de manera considerable una victoria sin apenas derramamiento de sangre a lo largo del vasto territorio ruso y a lo largo del frente. La asunción del poder por parte de los Soviets en Febrero hubiese expulsado a las clases propietarias del poder, haciendo renacer así el espectro de la guerra civil. Por otra parte, los obreros no estaban preparados para asumir la responsabilidad directa de dirigir el Estado y la economía.
El posterior rechazo del poder dual y la demanda de transferir todo el poder a los soviets no fue, bajo ningún concepto, una respuesta automática al regreso de Lenin a Rusia y la publicación de sus Tesis de Abril. Fundamentalmente, estas tesis fueron una llamada de vuelta a las posturas tradicionales del partido, pero en condiciones de guerra mundial y de revolución democrática victoriosa. Si la posición de Lenin acabó ganando fue porque era cada vez más claro que las clases propietarias y sus representantes liberales eran hostiles a los objetivos de la revolución y querían, de hecho, revertirla.
Ya a mediados de abril, el gobierno liberal dejo claro su apoyo a la guerra y sus objetivos imperialistas. Incluso anteriormente a ello, la prensa burguesa puso término final a su breve luna de miel de unidad nacional con campañas en contra del supuesto egoísmo obrero al perseguir sus ’estrechos’ intereses económicos en detrimento de la producción para la guerra.
El motivo era claramente socavar la alianza obreros-soldados que hizo posible la revolución.
No sin conexión con esto era la creciente sospecha entre los obreros de un progresivo y creciente cierre patronal, enmascarado bajo una supuesta escasez de suministros; sospecha amplificada por el adamantino rechazo de los patrones industriales de la regulación gubernamental de esta economía vacilante. Los cierres patronales fueron desde tiempo atrás el arma favorita de los propietarios de las fábricas. Solamente en los seis meses anteriores al estallido de la guerra, los patrones industriales de la capital, en concierto con la administración de las fábricas de titularidad estatal, organizaron al menos tres cierres patronales generalizados que trajeron consigo el despido de un total de 300 000 trabajadores. Diez años antes, en noviembre y diciembre de 1905, dos cierres generales asestaron un golpe mortal a la primera revolución rusa.
A finales de la primavera y comienzos del verano de 1917, personalidades prominentes de la sociedad censal (las clases dominantes) solicitaban la supresión de los soviets y recibían grandes ovaciones por parte de las asambleas de su clase. Luego, a mediados de junio, bajo una fuerte presión de sus aliados, el gobierno provisional inició una ofensiva militar, poniendo punto y final al cese al fuego de facto que había reinado en el frente oriental desde Febrero.
Y entonces, ya en junio, una mayoría de los obreros de la capital abrazaron la demanda bolchevique de liberar la política gubernamental de la influencia de las clases propietarias. Éste era, en esencia, el significado del "todo el poder para los Soviets": un gobierno que respondiese únicamente ante los obreros y campesinos. A esas alturas, los Bolcheviques y los obreros de la capital aceptaron la inevitabilidad de la guerra.
No obstante, eso no era en sí mismo tan terrorífico, ya que los obreros y campesinos (los soldados eran en su grandísima mayoría jóvenes campesino) eran la gran mayoría de la población. Mucho más preocupante eran las perspectivas de una guerra civil qu enfrentase a distintos bandos en el seno de las fuerzas que sostenían la "democracia revolucionaria". Los socialistas moderados, los Mencheviques, y los Socialistas Revolucionarios (eseristas), dominaban la mayoría de los soviets fuera de la capital, así como el Comité Ejecutivo Central (CEC) de soviets y el Comité Ejecutivo de campesinos, y apoyaban a los liberales, hasta el punto de enviar una delegación de sus líderes a la coalición gubernamental, en un esfuerzo por apuntalar la débil autoridad popular de esta última.
La amenaza de guerra civil en el seno de la democracia revolucionaria resurgió con fuerza a comienzos de julio, cuando, junto con unidades de la guarnición, los obreros de la capital se manifestaron masivamente para presionar al CEC para que tomase el poder por sí solo. No solamente fracasaron en ello, sino que las manifestaciones fueron el primer derramamiento de sangre serio de la revolución, seguido de una ola de represión gubernamental contra la izquierda y tolerada por los socialistas moderados.
Los acontecimientos de julio dejaron a los Bolcheviques, y los obreros que les apoyaban, sin una ruta clara por la que avanzar. Formalmente, el partido adoptó un nuevo eslogan propuesto por Lenin: el poder para un "gobierno de los trabajadores y los campesinos pobres", sin mención alguna a los soviets, que se hallaban dominados por los socialistas moderados. Lenin entendía dicho eslogan como un llamamiento a preparar una insurrección que pudiese sortear a los soviets y que, de darse las circunstancias, se enfrentase a ellos. Ahora bien, en la práctica el eslogan no era aceptado ni por el partido ni por los obreros de la capital, ya que significaba dirigirse en contra de las masas populares que seguían apoyando a los moderados - por tanto, implicaba la guerra civil en el seno de la democracia revolucionaria.
La actitud de los socialistas, esto es, de la minoría educada, de la intelligentsia de izquierdas, preocupaba particularmente. La intelligentsia de izquierda apoyaba casi en su totalidad a los socialistas moderados. Los Bolcheviques eran un partido plebeyo, y lo mismo era cierto para los social-revolucionarios de izquierda, que se escindieron de los eseristas en septiembre de 1917 y formaron una coalición de gobierno en los soviets junto con los Bolcheviques en noviembre. Las perspectivas de tener que dirigir un Estado, y probablemente también la economía, sin el apoyo de gente formada preocupaba profundamente, en particular a los militantes de los comités de fábrica, mayoritariamente bolcheviques.
El golpe de estado fracasado del general Kornilov a finales de agosto, que contó con el apoyo entusiasta de las clases dominantes, pareció despejar una solución al callejón sin salida al que se estaba llegando. Rindiéndose ante la obviedad, los socialistas moderados parecieron aceptar la necesidad de romper relaciones con los liberales (los ministros liberales dimitieron la noche anterior al levantamiento militar). Los obreros reaccionaron con una curiosa mezcla de alivio y alarma a las noticias sobre la llegada de Kornilov a Petrogrado. Sentían alivio porque podían al menos actuar al unísono en contra de la contrarrevolución en marcha - y así hicieron con gran energía-, y no enfrentándose con el resto de fuerzas de la democracia revolucionaria. Lenin, ya tras la derrota de Kornilov, ofreció el apoyo de su partido al CEC, actuando como una fuerza leal pero de oposición, siempre y cuando el CEC arrebatas el poder al gobierno.
Tras ciertas vacilaciones, los socialistas moderados rechazaron romper con las clases propietarias. Permitieron a Kerensky formar un nuevo gobierno de coalición que incluía personalidades de la burguesía particularmente odiosas como el patrón industrial S. A. Smirnov, que había cerrado recientemente sus fábricas textiles para echar a los trabajadores.
Pero para finales de septiembre, los Bolcheviques ya tenían la mayoría en casi todos los soviets de Rusia de manera que podían contar con una mayoría en el Congreso de los Soviets, convocado a regañadientes por el CEC el 25 de Octubre. Mientras todavía se encontraba escondido huyendo de una orden de detención, Lenin exigió al comité central del partido que preparase una insurrección. Pero la mayoría del comité central tenía dudas al respecto y prefería esperar a la convocatoria de una asamblea constituyente. Uno puede perfectamente comprender sus dudas. Después de todo, una insurrección podía desencadenar todas las condiciones para la todavía latente guerra civil. Era un salto terrorífico hacia lo imprevisible que pondría al partido en la situación de gobernar en condiciones de grave crisis política y económica. Por otra parte, la esperanza de que una asamblea constituyente pudiese superar la profunda polarización que caracterizaba a Rusia, o que las clases dominantes aceptasen su veredicto de ir en contra de sus intereses, era sin lugar a dudas una ilusión. Mientras tanto, el colapso industrial y la hambruna de masas estaban cada vez más cerca.
Si los líderes bolcheviques acabaron organizando la insurrección no fue por la autoridad personal de Lenin, sino por la presión de sus bases y cuadros intermedios, que estaban siendo interpelados por él. El partido contaba como 43 000 miembros en octubre 1917 sólo en Petrogrado, de los cuales 28 000 eran obreros (sobre un total de 420 000 obreros industriales), y 6000 eran soldados. Estos trabajadores estaban preparados para la acción.
No obstante, el estado de ánimo entre los trabajadores fuera del partido era más complejo.
Apoyaban sin miramientos la demanda de transferir todo el poder a los Soviets, pero no estaban por la labor de tomar la iniciativa. Esto suponía la situación opuesta a la de los cinco primeros meses de la revolución, en los cuales las bases obreras estaban a la vanguardia, obligando al partido a seguirlas: así fue en la revolución de Febrero, en las protestas de abril en contra de la política bélica del gobierno, en los movimientos por el control obrero de las industrias como respuesta a los cierres patronales en marcha, y en las manifestaciones de julio para exigir al CEC que tomase el poder.
Pero el derramamiento de sangre de julio y la represión que siguió después cambiaron significativamente las cosas. En efecto, la situación política había evolucionado desde entonces hasta el punto de que los Bolcheviques encabezaban los Soviets en casi todas partes. Ahora bien, los días que precedieron a la insurrección, la totalidad de la prensa que no fuese pro-bolchevique predecía con seguridad que la insurrección sería aplastada de manera aún más sangrienta que en los acontecimientos de julio.
Otra fuente de indecisión para los trabajadores era el amenazante espectro del desempleo de masas. El colapso industrial se avecinaba, y constituía así el argumento más potente para actuar inmediatamente, pero también una fuente de inseguridad que llenó de dudas a los trabajadores.
Por tanto, la iniciativa se encontraba del lado del partido, aunque ello no significase que los obreros bolcheviques estuviesen exentos de dudas. Ahora bien, tenían ciertas cualidades, forjadas tras años de lucha intensa contra la autocracia y los patrones, que les permitieron superarlas. Una de sus virtudes era su deseo de independencia como clase frente a la burguesía, que constituía a su vez el elemento definitorio del bolchevismo como movimiento de los trabajadores. En los años previos a la revolución, ese deseo se expresaba en la insistencia de los trabajadores de mantener sus organizaciones, ya sean políticas, económicas o culturales, libres de influencia de las clases dominantes.
En estrecha relación con lo anterior era el fuerte sentimiento de dignidad que tenían los trabajadores, tanto individualmente como en tanto que miembros de la clase obrera. El concepto de obrero consciente en Rusia recogía una cosmovisión y un código moral separados y opuestos a los de la burguesía. El sentimiento de dignidad se manifestaba por ejemplo, y entre otras formas, en la demanda de ser tratados educadamente que aparecía sin excepción en las listas de las demandas en huelgas. Demandaban ser tratados de usted por la administración de las fábricas y que no se dirigiesen a ellos en la segunda persona del singular, reservada para amigos, hijos y subordinados. En una compilación de estadísticas acerca de las huelgas, el Ministerio de Interior zarista puso en la columna de demandas políticas la exigencia de trato educado, presumiblemente porque implicaba un rechazo de los trabajadores a ser considerados como subordinados en la sociedad. En 1917, resoluciones emanadas de las asambleas fabriles solían referirse a las políticas del gobierno provisional como burlas a la clase obrera. En Octubre, cuando los obreros de la Guardia Roja rechazaban agacharse mientras corrían o rechazaban tener que combatir tumbados en el suelo, ya que lo consideraban una muestra de cobardía y deshonor para un obrero revolucionario, los soldados tuvieron que explicarles que no hay honor alguno en ofrecer tu frente al enemigo. Pero si bien el orgullo de clase era una carga a nivel militar, no parece que hubiese podido haber revolución de Octubre sin él.
Aunque la iniciativa de Octubre recayó principalmente sobre los hombros de los miembros del partido, la insurrección fue bienvenida por virtualmente todos los trabajadores, incluidos los impresores, tradicionalmente seguidores de los Mencheviques. Sin embargo, el problema de la composición del nuevo gobierno apareció de nuevo sobre la escena. Todas las organizaciones obreras, para entonces lideradas por los Bolcheviques, así como el propio partido, pedían una coalición de todos los partidos socialistas.
Una vez más, esto era la expresión del afán de unidad en el seno de las fuerzas de la democracia revolucionaria y el deseo de evitar una guerra civil que las enfrentase entre sí. En el comité central, Lenin y Trotski se oponían a incluir a los socialistas moderados (aunque no a los eseristas de izquierda ni a los Mencheviques-internacionalista s), ya
que consideraban que iban a paralizar la acción del gobierno. No
obstante, se mantuvieron de lado mientras las negociaciones tenían
lugar.
La coalición estaba condenada a no suceder. Las negociaciones se rompieron al entrar en la cuestión del poder de los soviets: los Bolcheviques, así como la inmensa mayoría de los trabajadores, querían que el gobierno fuese responsable únicamente ante los soviets -esto es, un gobierno popular libre de las influencias de las clases propietarias. Los socialistas moderados, en cambio, consideraban que los soviets eran una base demasiado débil para un gobierno viable. Continuaron insistiendo, aunque disfrazadamente, en la necesidad de incluir representantes de las clases dominantes, o al menos del "estrato intermedio" que no se encontraba representado en los soviets. Ahora bien, la sociedad rusa se encontraba profundamente dividida, y estos últimos estaban alineados junto a las clases dominantes. Así mismo, los moderados rechazaban de plano cualquier gobierno con una mayoría bolchevique, incluso si los Bolcheviques habían constituido la mayoría en el Congreso de los Soviets que votó asumir todo el poder. En resumen, los moderados demandaban anular la insurrección de Octubre.
Una vez que eso quedó claro, el apoyo obrero por una coalición amplia se desvaneció. A continuación, los eseristas de izquierda, que llegaron a la misma conclusión que los obreros, formaron una coalición de gobierno junto a los Bolcheviques. Hacia finales de noviembre, un congreso nacional de campesinos, dominado por los socialrevolucionarios de izquierda, decidió fundir su comité ejecutivo junto con el CEC de diputados obreros y soldados. Esta decisión fue recibida con alivio y júbilo por los Bolcheviques y los trabajadores en general: se había alcanzado la unidad, al menos desde abajo, aunque ésta no contase con la intelligentsia de izquierdas, alineada mayoritariamente con los socialistas moderados (ahora bien, ha de resaltarse, que los Mencheviques, a diferencia de los eseristas, no se levantaron en armas contra el gobierno de los soviets).
Este es por tanto el significado del "se atrevieron", como legado de Octubre. Los Bolcheviques, como genuino partido de los trabajadores, actuó de acuerdo a la siguiente máxima: "Fais ce que dois, advienne que pourra" (Haz lo que debas, que acontezca lo que se pueda). Trostky pensaba que esta máxima debía guiar el hacer de todo revolucionario 2/ . He tratado de demostrar que este reto no se aceptó a la ligera y que los Bolcheviques no eran aventureros temerarios. Temían la guerra civil, trataron de evitarla, y si ello no fue posible, al menos trataron de limitar su severidad y ganar cierta ventaja en ella.
En un ensayo escrito en 1923, el líder Menchevique, Fedor Dan, explicó el rechazo de su partido a romper relaciones con las clases propietarias incluso después del golpe de Kornilov. El motivo era que "las clases medias", esa parte de la "democracia" que no se encontraba representada en los Soviets (Dan hace referencia a un profesor, a un cooperativista, al alcalde de Moscú,...) no iba a apoyar una ruptura con las clases propietarias - estaban convencidos de que el país era ingobernable sin ellos - ni iba a considerar, bajo ningún concepto, participar en un gobierno junto con los bolcheviques. Dan continuaba así:
"Entonces -teoréticamente- sólo quedaba un camino para una inmediata solución a la coalición [con representantes de las clases propietarias]: la formación de un gobierno en conjunto con los Bolcheviques -una que no sólo no iba a contar con la democracia que no se hallaba representada en los soviets, sino que también iría en contra de ella. Considerábamos que ese camino era inaceptable, dada la postura bolchevique de aquel periodo. Comprendimos perfectamente que adentrarse en ese camino suponía adentrarse en el camino del terror y la guerra civil; es decir, hacer todo lo que los Bolcheviques se vieron forzados posteriormente a hacer. Ninguno de nosotros sentía que podía asumir la responsabilidad de esas políticas que nacerían de un gobierno de no-coalición" 3/.
La postura de Dan puede ser contrastada con la de una figura extraña de los socialistas moderados, V.B Stankevich (que había sido comisario en el frente durante el gobierno provisional). En una carta fechada en febrero de 1918 y dirigida a sus camaradas de partido, escribió:
"Debemos constatar que, a estas alturas, las fuerzas del movimiento popular se encuentran del lado del nuevo régimen...
"Hay dos vías abiertas a los socialistas moderados: proseguir en su lucha irreconciliable contra el gobierno, o ser una oposición pacífica, creativa y leal... ¿Pueden las viejas fuerzas dirigentes afirmar que, a día de hoy, han adquirido la experiencia suficiente para gestionar la tarea de dirigir el país, una tarea que no se ha vuelto más sencilla sino más difícil? En realidad, no tienen programa alguno que oponer al bolchevique, y una lucha sin programa no es mejor que las aventuras de los generales mejicanos. Pero es que incluso si la posibilidad de crear un programa existiese, debéis comprender que no tenéis las fuerzas para ejecutarlo. Para derrocar a los Bolcheviques necesitáis, si no es formalmente al menos de hecho, el esfuerzo unificado de todas las fuerzas opositoras, desde los eseristas hasta la extrema derecha. Pero, incluso dándose dicha condición, los Bolcheviques seguirían siendo más fuertes...
"Sólo hay un camino posible: el camino del frente popular unido, del trabajo nacional unido, de la creatividad en común...
"¿Mañana qué? ¿Se continúa con los intentos inútiles, sin sentido y esencialmente aventureros de tomar el poder? ¡O trabajamos en conjunto con la gente esforzándonos de forma realista a ayudar en resolver los problemas que Rusia afronta, problemas que están vinculados con la lucha pacífica en pro de principios políticos eternos, en pro de unas verdaderas bases democráticas para gobernar el país!" 4/.
Dejo en manos del lector decidir qué postura tuvo más mérito. No obstante, uno puede argumentar convincentemente que el rechazo a atreverse de los socialistas moderados contribuyó al desenlace que clamaban temer.
Desde octubre 1917, la Historia está repleta de ejemplos de partidos de izquierda que no se atrevieron cuando debieron hacerlo. Por ejemplo, el Partido Social Demócrata Alemán en 1918, los socialistas italianos en 1920, la izquierda española en 1936, los comunistas franceses e italianos en 1945 y 1968-69, la Unidad Popular en Chile entre 1970-73, y más recientemente Syriza en Grecia. Lo que quiero decir no es, por supuesto, que fallaron al organizar una insurrección en algún momento en particular, sino más bien que rechazaron desde el comienzo adoptar una estrategia cuyo objetivo principal fuese arrebatar el poder económico y político a la burguesía, una estrategia que requiere necesariamente, en algún momento, una ruptura revolucionaria con el Estado capitalista.
A día de hoy, cuando las alternativas a las que se enfrenta la humanidad están tan polarizadas, cuando, más que nunca, las únicas opciones reales son el socialismo o la barbarie, cuando el futuro de la civilización está en juego, la izquierda debe inspirarse de Octubre. Esto significa que, a pesar de las derrotas históricas sufridas por la clase obrera y las fuerzas sociales aliadas a lo largo de las pasadas décadas, se debe denunciar como ilusorio cualquier programa que quiera restaurar el Estado de bienestar keynesiano o quiera volver a una socialdemocracia genuina. Un programa así en el capitalismo contemporáneo está condenado a fracasar y a ser un agente desmovilizador. Atreverse significa hoy desarrollar una estrategia cuyo objetivo final sea el socialismo y aceptar que ese objetivo va a implicar necesariamente, en un momento u otro, una ruptura revolucionaria con el poder económico y político de la burguesía, y junto a ellos, con el Estado capitalista.
David Mandel, politólogo e historiador marxista especializado en Rusia y Ucrania, es profesor de la Universidad de Quebec en Montreal, Canadá, y editor de la revista bilingüe, en ruso e inglés, Alternatives. Es autor de The Petrograd Workers in the Russian Revolution, Brill-Haymarket, Leiden and Boston, 2017.
http://www.bitacora.com.uy/auc .aspx?9411,7
Traducción:Pablo Muyo Bussac,
de http://www.europe-solidaire.or g/spip.php?article42404
Notas:
1/ K. Marx, "Afterword to the Second Edition of Capital. vol. I, International Publishers, N.Y., 1967, p. 17.
2/ Trotsky, L., My Life, Scribner, N.Y., 1930, p. 418.F.
3/ I., Dan, "K istoriiposlednykhdneiVremennog opravitel’stva, Letopis’ Russkoirevolyutsii, vol. 1, Berlin, 1923 (https://www.litres.ru/static/ trials/00/17/59/00175948.a4.pd f)
4/ I.B. Orlov, "Dvaputistoyatperednimi ..." Istoricheskiiarkhiv, 4, 1997, p. 79.
Cualquiera que escuchara anoche el mensaje de Navidad del rey pensaría que España es el paraíso terrenal. El distanciamiento del Borbón con la realidad no puede ser mayor, algo que seguramente se debe al tren de vida que procura ganar al mes unas 28 veces el salario mínimo interprofesional. Y con todo, al menos, el Borbón sí se acordó este año de los asesinatos machistas -sin lenguaje inclusivo, eso sí-, algo que no sucedió el año pasado.
¿De veras España es “un país nuevo y moderno, un país entre los más avanzados del mundo”? Y la respuesta es que no. Un país con rey, no es moderno. Un país que se declara aconfesional y sigue con la Iglesia católica metida hasta el tuétano de las instituciones del Estado no es moderno. Un país que gasta más en lotería que en investigación y desarrollo no es moderno.
Cuando este señor, con su tonillo paternalista que le recomiendo deje para su cuñado, afirma que “España es hoy una democracia madura, donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar, libre y democráticamente, sus opiniones y sus ideas”, se equivoca. Ni siquiera ahondaré en los Jordis, me basta echar la mirada a cómo chistes que hacían hace décadas Tip y Coll hoy podrían dar con nuestros huesos en la cárcel. Borbón, ese es el país que realmente le paga unos 8 millones de euros a la Casa Real cada año. Acéptelo.
Lo que sucede es que, efectivamente, cuando se sale de una dictadura -que algun@s quisieran recuperar- de un asesino malnacido como Franco, el margen de mejora es muy amplio. Así,como dijo el Borbón, “el balance tan positivo de todos estos años es innegable”… salvo, claro está, que nos comparemos con otros países. Y eso que él es rey gracias a que ese dictador infame designó e Juan Carlos I monarca.
Respecto a Catalunya, el Borbón relajó el mensaje pero sin asumir la realidad, hasta el punto de que aseguró que “hemos comprobado el compromiso muy sentido, firme y sincero de los españoles con la España democrática que juntos hemos construido”. Debe de ser que, para él, el despliegue de banderas es parte de ese compromiso, cuando para muchas personas como yo no era más que la pataleta de un buen puñado de cerebros huecos que esconden sus carencias envolviéndolas en un trapo.
Para acabar, tres últimos apuntes, Borbón. No tome el discurso partidista del Gobierno aplaudiendo que “nuestra economía y el empleo han mejorado sustancialmente” cuando los informes ponen de manifiesto que somos el segundo país con más desigualdad de toda Europa y la miseria se ceba con un tercio de la población.
No hable tampoco de la lucha contra la corrupción cuando los trapos sucios en su propia casa se lavan de manera muy diferente a como se lavarían en la mía… con un tipo intocable y otro condenado tan campante por Suiza.
Y finalmente, deje de hablar tanto de pluralidad cuando, como ya sucediera el año pasado, ni mencione a las personas migrantes a las que España da la espalda, a las que rechaza, a las que expulsa ilegalmente con devoluciones en caliente, a las que encierra en cárceles aunque no son criminales…
En suma, Borbón, viva si quiere es un país de las maravillas, pero no con mi dinero… y quédese allí sin necesidad de vendernos lo que no es.
Como
el pavo, como el cochinillo, como todo plato fuerte que se precie, el
discurso navideño del rey precisa de unos aperitivos, de unos entrantes
que preparen estómago y paladar para la marejada de calorías que se
avecina. Este año, el encargado de acondicionar al pueblo español ha
sido, muy a su pesar, Xavi Hernández, un centrocampista genial
reconvertido en cuñado suplente, que es la figura en que suelen acabar
los futbolistas cuando se ponen a opinar más allá de los pies. “Mi país
no es Catar” dijo Xavi para no mojarse mucho. “Es cierto que no hay un
régimen democrático, pero la gente es feliz, están encantados con la
familia real, llevan sus fotografías en el coche, les dan un sueldo por
ser de allí, cuidan de sus ciudadanos”.
No le falta razón al centrocampista, ya que lo que dice es cierto, siempre y cuando se entienda que el sintagma “la gente” se refiere exclusivamente a millonarios, porque los neoesclavos de la albañilería catarí cobran sueldos de mierda, viven en condiciones infrahumanas y trabajan en jornadas extenuantes de más de doce horas. Sí, debe de referirse a los neojeques, ya que los curritos de la construcción que se mataban al ritmo de uno diario para terminar a tiempo los estadios del Mundial de Fútbol difícilmente podrían comprarse ni siquiera una foto de la familia real, no digamos ya un coche. De los homosexuales encarcelados, las penas de muerte por adulterio, los castigos por flagelación, los sindicatos estrictamente prohibidos, los abusos a trabajadores domésticos, la absoluta falta de libertad de prensa y los disidentes condenados a cadena perpetua, Xavi prefirió no opinar nada, quizá para no dar ideas al estado opresor español o a la futura república catalana. Está claro que su país no es Catar sino más bien Pijolandia.
Esta sutil distinción entre la realidad y la realeza es lo que hace que cada año el discurso navideño de su majestad borbónica esté cuajado de sorpresas. Lo escucho siempre con curiosidad, con paciencia, con resignación, más que nada porque en ese momento íntimo, entre las croquetas y el jamón, en la televisión no ponen otra cosa. Aquí, como en Catar, estamos tan encantados con la familia real que los tenemos hasta en la sopa.
Felipe VI habló, como siempre, de lo bien que marcha todo en ese reino de cuento de hadas donde habitan él, su mujer, su familia, sus cortesanos y los afortunados del Ibex. Un país alternativo donde el dinero se invierte en educación y sanidad, el progreso y la justicia van de la mano, la economía y el empleo han crecido sustancialmente, y la reina Letizia se ha gastado únicamente este año, como advierte un semanario de moda, 130.000 euros en trapitos. Tal vez sea éste el párrafo que mejor expresa su actitud ante uno de los más acuciantes problemas de los españoles: “La corrupción se mantiene también como una de las principales preocupaciones de la sociedad, que demanda que sigan tomándose las medidas necesarias para su completa erradicación y que los ciudadanos puedan confiar plenamente en la correcta administración del dinero público”. La construcción gramatical resulta tan diáfana que bien podía haberse la palabrería posterior a las primeras cuatro palabras y dejar la frase tal cual: “La corrupción se mantiene”.
De Cataluña no habló mucho y lo hizo en un tono bastante más comedido que en su incendiario monólogo del 3 de octubre, pero de Suiza, eso sí, no ha dicho una palabra. Hay otros mundos pero están en éste. El año que viene, más.
Coincidencia significativa. En esta semana tanto Madrid como
Barcelona empiezan a sufrir las consecuencias sociales derivadas de la
grave involución autoritaria del Gobierno Rajoy. Las elecciones del 155
en la capital catalana coinciden con la aplicación del 135 en la capital
del Estado español. Si el próximo jueves sabremos quien ha vencido en
las urnas barcelonesas, desde ayer lunes sabemos quien ha perdido en el
ayuntamiento madrileño. Con el mismo desparpajo que Soraya Saenz de
Santamaría, al mostrar las dos cabezas políticas de Puigdemont y
Junqueras como trofeos de guerra, Cristóbal Montoro agita la testa de
Carlos Sánchez Matos, recién cesado como actual delegado de Hacienda del
municipio madrileño por la alcaldesa Manuela Carmena. Es una seria
declaración de guerra del PP para intentar descabezar el poder municipal
en Madrid como ha sido descabezado el poder autonómico en Barcelona.
Desde la intervención del ministro de Hacienda, la alcaldesa no tenía otra opción que la de cesar al propio delegado de Hacienda que se negaba a acatar las consecuencias generadas por la previa práctica interventora del ministerio. De lo contrario, el previsible conflicto crearía las condiciones para que la Moncloa pudiera intervenir todavía bastante más en el equipo municipal del gobierno progresista. Plantear hoy la batalla en defensa de la autonomía municipal desde el mismo municipio era plantearla allí donde Montoro tendría mucho más fácil afrontarla. Debe ser el Congreso de los Diputados, donde Zapatero con ayuda de Rajoy impuso con alevosía y nocturnidad la reforma del 135 de la Constitución, quien corrija este atentado al gasto social que fue aquella reforma dictada por Merkel.
La discrepancia existente en el ayuntamiento no es sobre la naturaleza del 135 sino sobre cómo debe ser combatido. Discusión que, lógicamente, no puede darse en un órgano de gobierno municipal que está siempre obligado a cumplir la ley. La no aprobación del Plan Económico Financiero prolongaría hoy la tutela de las cuentas municipales a la vez que también impediría levantar la suspensión cautelar de las inversiones proyectadas. Es decir, al serio daño ya causado por la intervención de Montoro habría que sumar los nuevos daños generados por la segura respuesta ministerial al bloqueo de dicho Plan Económico Financiero. Llama la atención, en este sentido, la votación del PSOE en contra de la injusta regla de gasto establecida por el 135 en Madrid cuando fue, precisamente, el PSOE quien impuso el 135 en toda España.
Se equivocaría quien interpretase en clave económica el chantaje de Montoro al ayuntamiento de Madrid. Todo lo contrario. La operación de Hacienda es política desde el primer momento. Busca disminuir al máximo o anular los recursos presupuestarios tanto como fomentar la división interna entre sus concejales. Si Madrid, que ha cumplido con la reducción de la deuda tanto como ha generado superavit, se ve obligado a pasar por las horcas caudinas de Montoro, cabe interrogarse por el nivel real de autonomía del poder municipal. Esa interrogante, que puede desembocar en la apatía ciudadana, es la que ahora mismo persigue suscitar la Moncloa en la sociedad madrileña. Al fin y al cabo, solo queda apenas año y medio para la convocatoria de nuevas elecciones municipales en la que el Partido Popular espera liquidar los ayuntamientos democráticos.
La derecha, muy crecida con la manipulación del problema que ha creado en Cataluña, estima que ahora puede plantearse la recuperación del poder municipal hoy en manos de la izquierda. Sabe que el municipalismo es el principal foco de resistencia a su política antisocial y autoritaria. La patente buena gestión de los ayuntamientos democráticos es un serio hándicap para los objetivos actuales de la Moncloa. Luego, minarlos, reducirlos, dividirlos y desmoralizarlos es fundamental para la batalla de Madrid que estallará en la primavera de 2019, donde el no pasarán volverá a resonar por las cuatro esquinas de la capital madrileña. No hace falta señalar la importancia de su desenlace de cara a las simultáneas batallas que se desarrollarán en miles de municipios, hoy dirigidos por las fuerzas progresistas.
Mucho menos recordar la importancia decisiva de las elecciones municipales, como en las vísperas de la expulsión de Alfonso XIII, para resaltar la mucha preocupación con la que toda la derecha, tanto Rajoy como Rivera, observa los próximos comicios locales, en medio de un conjunto de crisis que España no vivía desde la caída de la dictablanda del general Primo de Rivera. Ninguno de sus líderes piensa que puede sostenerse sentado lunes, miércoles y viernes en el 135, martes, jueves y sábado en el 155 si antes no ha sometido al poder municipal como intenta someter al autonómico. Esa es la razón de la apremiante ofensiva de Cristóbal Montoro, aunque, quizás, sea tan prematura que se vuelva contra el ministro como un bumerán al grito de no pasarán. Todo depende de que las fuerzas progresistas sepan eludir el infantilismo político para responder con inteligencia, paciencia y flexibilidad.
“Inexorable” (según la Rae: “que no se deja vencer con ruegos”)
por Samuel Blixen
15 diciembre 2017
Reiterar que la reestructura del Banco República “no tiene marcha atrás” y que el proceso es “inexorable” tiene un alto costo político, como reveló la asistencia del ministro de Economía y del directorio del banco a la comisión de Diputados.
En menos de 24 horas el poder político debió inclinarse dos veces ante el criterio del ministro de Economía, pero en ambas el triunfo suena algo pírrico. La solución a la cuestión de los cincuentones –que se analiza en estas páginas– tuvo un alto costo: Astori debió ceder a la mitad de sus pretensiones después de amenazar con la renuncia de todo el equipo económico si no se aceptaba el 100 por ciento de su reclamo. Y en la cuestión del desguace del Banco República –que lo es, por más que lo vistan de seda– el ministro utilizó un adjetivo desafortunado para arrear con el poncho: la reestructura del banco es “inexorable” (según la Rae: “que no se deja vencer con ruegos”) y eso porque, antes que nada –explicó–, es una “cuestión política”; no aclaró qué objetivo político concreto está detrás de la reestructura del Brou.
A partir de esos dos conceptos, la reunión de la Cámara de Diputados, en régimen de comisión general, fue un festival para la oposición. Y si bien la actitud del oficialismo reveló que la coherencia se entiende como acatamiento, el costo para el gobierno y para el eventual candidato a presidente fue altísimo. Por una vez –y hay que saludarlo como un hecho memorable– el recinto parlamentario fue la caja de resonancia de la gente, en este caso la gente más ignorada, los vecinos de los pequeños pueblos, en su mayoría del Interior profundo: Tranqueras, Conchillas, Quebracho, Palmitas, La Paz (Colonia), Corrales, Guichón, Juan Lacaze, Constitución, Vichadero, Baltasar Brum, Vergara…
Los relatos de los diputados del Interior que se erigieron en voceros de los vecinos se sumaron como cuentas de un rosario a lo largo de seis horas de debate. La reiteración de anécdotas y situaciones vividas desmenuzó las miserias evitables de pobladores que se quedan sin cajero automático (porque se rompe o no tiene dinero), que tienen que viajar 30 quilómetros para hacer un depósito, que no encuentran un gerente que autorice determinados trámites, que deben esperar días para que reabra el banco. Los frenteamplistas que siguieron el debate en las barras o por televisión asistieron horrorizados a las intervenciones de algunos diputados oficialistas que apelaron a la retórica cantinflesca para decir que no pero que sí, o que apelaron a “velar por el bien superior”, o que no tuvieron mejor recurso que recordar los viejos escándalos de los bancos fundidos para justificar este desguace, como si, en esencia, aquellos “salvatajes” blancos y colorados y estas “modernizaciones” frenteamplistas no tuvieran una misma raíz privatizadora.
Frente a la reiteración de los testimonios y vivencias de los pobladores del Interior afectados por la “reestructura” –que implica cierres parciales de sucursales, cierres a secas o la degradación a la condición de “microbanca”–, el ministro y el presidente del Banco República, Jorge Polgar, se aferraron a un discurso que los alejaba más de la gente, para beneplácito de los diputados del Interior, principalmente blancos, a los que se les hacía el campo orégano. El ministro, por ejemplo, contrarrestó las críticas afirmando que las finanzas del banco crecían, a modo de bálsamo espiritual para los que sufren la reestructura en los pequeños poblados del Interior. Polgar, por su parte, atajó las críticas diciendo que la tecnología va más rápido que la historia y, al parecer, la sumisión a la tecnología es también inexorable. Un diputado nacionalista que prefirió no enfrentar el credo tecnológico planteó, no obstante, que había que ver si parte de esa tecnología no se podía desarrollar en casa. De ninguna manera: el nuevo core bancario que está en proceso, y que Polgar describió como el nirvana tecnológico, es algo que sólo pueden encarar los más grandes; de todas formas, apuntó la oposición, eso es en los hechos privatizar aspectos esenciales de la operativa bancaria. El ministro descartó el concepto de privatización y explicó someramente que el costado político tiene que ver con la inclusión financiera, otro dogma inexorable.
Entre paréntesis, todos aquellos aspectos no vinculados al cierre parcial de sucursales fueron abordados muy tangencialmente por la oposición, y sólo se señaló, en una especie de nota al pie, que el pase a privados de la tarea de análisis de créditos era como “trabajar de los dos lados del mostrador”; o bien se señaló que la mención al desvío de ciertas tareas a “corresponsales” (que el banco utiliza desde hace años, aclaró Polgar, como si el pecado se convirtiera en virtud por el mero paso del tiempo) era admitir otra forma de privatización. Y el papel de los corresponsales, a los que se les paga un millón y medio de dólares mensuales, revela la inconsistencia del argumento según el cual los cierres parciales de sucursales obedecen a la poca operativa en ciertos lugares o la supresión de ventanillas de caja. “¿Por qué el privado se instala en un lugar donde no hay negocios?”, apuntaron representantes de la oposición, pero la pregunta quedó como retórica parlamentaria.
Sólo algunos diputados señalaron el hecho de que el conjunto de las medidas de “estrategia 20 20” –como definió Polgar– terminan beneficiando al sector financiero privado. Ni el ministro ni Polgar explicaron por qué el Banco República resignó el negocio de la financiación hipotecaria o la financiación de la compra de vehículos, como reclamó un legislador; y tampoco respondieron a las demandas de una diputada coloniense, quien cuestionó la base de la “buena salud” financiera del banco recordando que la mayor parte de los ingresos provienen de préstamos sociales, utilizados por trabajadores y jubilados que pagan un interés del 30 por ciento cuando la inflación es del 10 por ciento.
Los cuestionamientos de la oposición a la reestructura bancaria quedarán como alimento del canibalismo electoral; no parece haber fuerza parlamentaria para frenarla. Por eso un diputado oficialista señaló, como al pasar, que el problema será resuelto en ese mecanismo “ejemplar a nivel latinoamericano”: la negociación tripartita, en este caso el gobierno, el directorio del Brou y los trabajadores bancarios. Lo que no mencionó el legislador son los esfuerzos conjuntos de Aebu y de la bancada frenteamplista para desplazar el eje de la conducción del conflicto sindical. Este conflicto, protagonizado por los bancarios del Brou, que recrudeció en los últimos meses con ocupaciones de sucursales, enfrentó también la oposición de la mayoría de los dirigentes de Aebu Central y del Consejo de Banca Privada, que insólitamente defendieron a rajatabla al directorio del banco. La consecuencia fue que, en medio del conflicto, los llamados “sectores radicales” conquistaron la mayoría, en elecciones, del Consejo de Banca Oficial. Fue por ello que, para establecer nuevas estrategias, los dirigentes sindicales “frenteamplistas” se reunieron con la bancada oficialista, analizando alternativas; no fueron invitados los dirigentes que se oponen a la reestructura.
El llamado a comisión general transcurrió bajo el paraguas de buenas maneras casi versallescas: el ministro agradeció efusivamente haber sido invitado a exponer, y no hubo diputado que no iniciara su intervención agradeciendo la presencia de los representantes del Ejecutivo. Hubo sólo un timbre discordante, un falsete de mal gusto: un diputado oficialista, el único que se manifestó explícitamente en contra de la reestructura, denunció que uno de los directores del Banco República integra una empresa que había acordado licitaciones con el banco. El ministro dijo “sentirse obligado” a rechazar “de la forma más tajante y enérgica” cualquier insinuación en ese sentido. Y ahí quedó la cosa.
A cierta altura del debate varios diputados de la oposición pidieron, rogaron, al equipo económico que detuviera la reestructura, al menos para el Interior de la República. El ministro volvió a declarar que la reestructura “no tiene marcha atrás”, que es “inexorable”: los legisladores no tenían presente que la inexorabilidad es a prueba de ruegos.
Uno puede, por supuesto, señalar el papel fundamental del Ejército Rojo en la victoria contra el fascismo, o que la rivalidad entre la Unión Soviética y el mundo capitalista abrió el espacio para las luchas antiimperialistas, o también que la existencia de una enorme economía nacionalizada y planificada consiguió una moderación de los apetitos capitalistas. Aun así, incluso en dichas áreas, el legado está lejos de estar exento de ambigüedades.
Ahora bien, el principal legado de la Revolución de Octubre para la izquierda a día de hoy es, en realidad, el menos ambiguo. Puede sintetizarse en dos palabras: "se atrevieron". Con esto quiero decir que los Bolcheviques cumplieron auténticamente con su misión como partido de los trabajadores al organizar tanto la toma revolucionaria del poder político y económico, como su defensa posterior frente a las clases propietarias: proveyeron a los obreros -así como a los campesino- el liderazgo que necesitaban y deseaban.
Por tanto, es cuanto menos irónico que muchos historiadores, y bajo su estela, la opinión pública en general, hayan visto Octubre como un crimen terrible motivado por el proyecto ideológico de construir una utopía socialista. De acuerdo con este punto de vista, Octubre fue un acto arbitrario que desvió a Rusia de su sendero natural de desarrollo hacia una democracia capitalista. Octubre fue, además, la causa de la guerra civil devastadora que asoló el país durante casi tres años.
Hay una versión modificada de esta lectura que es abrazada incluso por personas de izquierda que rechazan el leninismo (o lo que creen ellos que fue la estrategia de Lenin) por culpa de las dinámicas autoritarias desatadas por la toma revolucionaria del poder y la subsiguiente guerra civil.
No obstante, lo que sorprende sobremanera cuando uno estudia la revolución desde abajo es lo poco que los Bolcheviques, y los obreros que les apoyaban, estaban, de hecho, guiados por una ideología, en el sentido de que fuesen una suerte de movimiento milenarista que ambicionase únicamente el socialismo. En realidad y sobre todo, Octubre fue una respuesta práctica a problemas sociales y políticos muy serios y concretos que debían afrontar las clases populares. Esto era también, por supuesto, la aproximación al socialismo de Marx y Engels - no una utopía que debía ser construida a partir de unos diseños preconcebidos, pero un conjunto de soluciones concretas a las condiciones reales de los trabajadores bajo el capitalismo. Por ello Marx siempre rechazó obstinadamente ofrecer "recetas para los libros de cocina del futuro" 1/.
El objetivo inmediato y principal de la insurrección de Octubre fue anticiparse a la contrarrevolución, apoyada por las políticas de guerra económica de la burguesía, que hubiese barrido todas las conquistas democráticas y promesas de la Revolución de Febrero y hubiese mantenido la participación rusa en la Guerra Mundial. Una contrarrevolución victoriosa -y ésta hubiese sido la única alternativa real a Octubre- hubiese probablemente dado nacimiento a la primera experiencia de un Estado fascista en el mundo, anticipándose así unos cuantos años a las posteriores respuestas de las burguesías italianas y alemanas a levantamientos revolucionarios similares pero fallidos.
Los Bolcheviques, y la gran mayoría de los obreros industriales urbanos en Rusia, eran, por descontado, socialistas. Pero todas las corrientes del marxismo ruso consideraban que Rusia carecía de las condiciones políticas y económicas para alcanzar el socialismo. Sin duda, existía la esperanza de que la toma revolucionaria del poder en Rusia alentase a los trabajadores de los países desarrollados al oeste a levantarse contra la guerra y contra el capitalismo, abriendo así perspectivas más amplias para la propia revolución rusa. En efecto, fue sólo una esperanza, y estaba lejos de ser una certidumbre. Aun así, Octubre hubiese podido acontecer sin ella.
En mi labor historiográfica, presento pruebas documentadas y, en mi opinión, convincentes en favor de esta forma de presentar Octubre, aunque no voy a intentar resumirlas aquí. Prefiero explicar cuan dolorosamente conscientes eran los Bolcheviques, y los trabajadores que les apoyaban -el partido estaba abrumadoramente compuesto de obreros-, de la amenaza de la guerra civil; lo mucho que intentaron evitarla, y, fracasando en ello, lo mucho que quisieron disminuir su dureza. De este modo, quiero focalizarme con más insistencia explicar el sentido del "se atrevieron" en tanto que legado de Octubre.
El motivo por el cual los Bolcheviques, junto con la mayoría de los trabajadores, apoyaron el "poder dual" durante el periodo inicial de la revolución fue el deseo de evitar la guerra civil. Bajo esta forma de acomodar las cosas, el poder ejecutivo era ejercido por el gobierno provisional, inicialmente compuesto por políticos liberales, representantes de las clases propietarias. Al mismo tiempo, los Soviets, organizaciones políticas electas por los obreros y soldados, fiscalizaban el gobierno, asegurándose de su lealtad al programa revolucionario. Este programa estaba compuesto fundamentalmente por cuatro elementos: una república democrática, una reforma agraria, la jornada laboral de ocho horas, y una diplomacia enérgica que asegurase rápida y democráticamente el final de la guerra. Ninguno de estos puntos era socialista como tal.
El apoyo al poder dual marcó una ruptura radical con el rechazo tradicional del partido de aliarse potencialmente con la burguesía en la lucha contra la autocracia. Ese rechazo constituía los cimientos mismos del bolchevismo como partido de los obreros. Fue el motivo del estatus hegemónico del partido en el movimiento obrero a lo largo de los años de protesta obrera antes de la guerra. El rechazo a la burguesía (que era a su vez un rechazo al Menchevismo) se enraizaba en la larga y dolorosa experiencia obrera que veía cómo la burguesía se aliaba íntimamente con el Estado autocrático para aplastar sus aspiraciones sociales y democráticas.
El apoyo inicial al poder dual reflejó la voluntad de dar una oportunidad a los liberales, ya que las clases propietarias (el partido constitucional-democrático (los Kadetes) se convirtió en su primer representante político en 1917) se habían sumado, aunque bastante tardíamente, a la revolución, o eso parecía. Su adhesión a la revolución facilitó de manera considerable una victoria sin apenas derramamiento de sangre a lo largo del vasto territorio ruso y a lo largo del frente. La asunción del poder por parte de los Soviets en Febrero hubiese expulsado a las clases propietarias del poder, haciendo renacer así el espectro de la guerra civil. Por otra parte, los obreros no estaban preparados para asumir la responsabilidad directa de dirigir el Estado y la economía.
El posterior rechazo del poder dual y la demanda de transferir todo el poder a los soviets no fue, bajo ningún concepto, una respuesta automática al regreso de Lenin a Rusia y la publicación de sus Tesis de Abril. Fundamentalmente, estas tesis fueron una llamada de vuelta a las posturas tradicionales del partido, pero en condiciones de guerra mundial y de revolución democrática victoriosa. Si la posición de Lenin acabó ganando fue porque era cada vez más claro que las clases propietarias y sus representantes liberales eran hostiles a los objetivos de la revolución y querían, de hecho, revertirla.
Ya a mediados de abril, el gobierno liberal dejo claro su apoyo a la guerra y sus objetivos imperialistas. Incluso anteriormente a ello, la prensa burguesa puso término final a su breve luna de miel de unidad nacional con campañas en contra del supuesto egoísmo obrero al perseguir sus ’estrechos’ intereses económicos en detrimento de la producción para la guerra.
El motivo era claramente socavar la alianza obreros-soldados que hizo posible la revolución.
No sin conexión con esto era la creciente sospecha entre los obreros de un progresivo y creciente cierre patronal, enmascarado bajo una supuesta escasez de suministros; sospecha amplificada por el adamantino rechazo de los patrones industriales de la regulación gubernamental de esta economía vacilante. Los cierres patronales fueron desde tiempo atrás el arma favorita de los propietarios de las fábricas. Solamente en los seis meses anteriores al estallido de la guerra, los patrones industriales de la capital, en concierto con la administración de las fábricas de titularidad estatal, organizaron al menos tres cierres patronales generalizados que trajeron consigo el despido de un total de 300 000 trabajadores. Diez años antes, en noviembre y diciembre de 1905, dos cierres generales asestaron un golpe mortal a la primera revolución rusa.
A finales de la primavera y comienzos del verano de 1917, personalidades prominentes de la sociedad censal (las clases dominantes) solicitaban la supresión de los soviets y recibían grandes ovaciones por parte de las asambleas de su clase. Luego, a mediados de junio, bajo una fuerte presión de sus aliados, el gobierno provisional inició una ofensiva militar, poniendo punto y final al cese al fuego de facto que había reinado en el frente oriental desde Febrero.
Y entonces, ya en junio, una mayoría de los obreros de la capital abrazaron la demanda bolchevique de liberar la política gubernamental de la influencia de las clases propietarias. Éste era, en esencia, el significado del "todo el poder para los Soviets": un gobierno que respondiese únicamente ante los obreros y campesinos. A esas alturas, los Bolcheviques y los obreros de la capital aceptaron la inevitabilidad de la guerra.
No obstante, eso no era en sí mismo tan terrorífico, ya que los obreros y campesinos (los soldados eran en su grandísima mayoría jóvenes campesino) eran la gran mayoría de la población. Mucho más preocupante eran las perspectivas de una guerra civil qu enfrentase a distintos bandos en el seno de las fuerzas que sostenían la "democracia revolucionaria". Los socialistas moderados, los Mencheviques, y los Socialistas Revolucionarios (eseristas), dominaban la mayoría de los soviets fuera de la capital, así como el Comité Ejecutivo Central (CEC) de soviets y el Comité Ejecutivo de campesinos, y apoyaban a los liberales, hasta el punto de enviar una delegación de sus líderes a la coalición gubernamental, en un esfuerzo por apuntalar la débil autoridad popular de esta última.
La amenaza de guerra civil en el seno de la democracia revolucionaria resurgió con fuerza a comienzos de julio, cuando, junto con unidades de la guarnición, los obreros de la capital se manifestaron masivamente para presionar al CEC para que tomase el poder por sí solo. No solamente fracasaron en ello, sino que las manifestaciones fueron el primer derramamiento de sangre serio de la revolución, seguido de una ola de represión gubernamental contra la izquierda y tolerada por los socialistas moderados.
Los acontecimientos de julio dejaron a los Bolcheviques, y los obreros que les apoyaban, sin una ruta clara por la que avanzar. Formalmente, el partido adoptó un nuevo eslogan propuesto por Lenin: el poder para un "gobierno de los trabajadores y los campesinos pobres", sin mención alguna a los soviets, que se hallaban dominados por los socialistas moderados. Lenin entendía dicho eslogan como un llamamiento a preparar una insurrección que pudiese sortear a los soviets y que, de darse las circunstancias, se enfrentase a ellos. Ahora bien, en la práctica el eslogan no era aceptado ni por el partido ni por los obreros de la capital, ya que significaba dirigirse en contra de las masas populares que seguían apoyando a los moderados - por tanto, implicaba la guerra civil en el seno de la democracia revolucionaria.
La actitud de los socialistas, esto es, de la minoría educada, de la intelligentsia de izquierdas, preocupaba particularmente. La intelligentsia de izquierda apoyaba casi en su totalidad a los socialistas moderados. Los Bolcheviques eran un partido plebeyo, y lo mismo era cierto para los social-revolucionarios de izquierda, que se escindieron de los eseristas en septiembre de 1917 y formaron una coalición de gobierno en los soviets junto con los Bolcheviques en noviembre. Las perspectivas de tener que dirigir un Estado, y probablemente también la economía, sin el apoyo de gente formada preocupaba profundamente, en particular a los militantes de los comités de fábrica, mayoritariamente bolcheviques.
El golpe de estado fracasado del general Kornilov a finales de agosto, que contó con el apoyo entusiasta de las clases dominantes, pareció despejar una solución al callejón sin salida al que se estaba llegando. Rindiéndose ante la obviedad, los socialistas moderados parecieron aceptar la necesidad de romper relaciones con los liberales (los ministros liberales dimitieron la noche anterior al levantamiento militar). Los obreros reaccionaron con una curiosa mezcla de alivio y alarma a las noticias sobre la llegada de Kornilov a Petrogrado. Sentían alivio porque podían al menos actuar al unísono en contra de la contrarrevolución en marcha - y así hicieron con gran energía-, y no enfrentándose con el resto de fuerzas de la democracia revolucionaria. Lenin, ya tras la derrota de Kornilov, ofreció el apoyo de su partido al CEC, actuando como una fuerza leal pero de oposición, siempre y cuando el CEC arrebatas el poder al gobierno.
Tras ciertas vacilaciones, los socialistas moderados rechazaron romper con las clases propietarias. Permitieron a Kerensky formar un nuevo gobierno de coalición que incluía personalidades de la burguesía particularmente odiosas como el patrón industrial S. A. Smirnov, que había cerrado recientemente sus fábricas textiles para echar a los trabajadores.
Pero para finales de septiembre, los Bolcheviques ya tenían la mayoría en casi todos los soviets de Rusia de manera que podían contar con una mayoría en el Congreso de los Soviets, convocado a regañadientes por el CEC el 25 de Octubre. Mientras todavía se encontraba escondido huyendo de una orden de detención, Lenin exigió al comité central del partido que preparase una insurrección. Pero la mayoría del comité central tenía dudas al respecto y prefería esperar a la convocatoria de una asamblea constituyente. Uno puede perfectamente comprender sus dudas. Después de todo, una insurrección podía desencadenar todas las condiciones para la todavía latente guerra civil. Era un salto terrorífico hacia lo imprevisible que pondría al partido en la situación de gobernar en condiciones de grave crisis política y económica. Por otra parte, la esperanza de que una asamblea constituyente pudiese superar la profunda polarización que caracterizaba a Rusia, o que las clases dominantes aceptasen su veredicto de ir en contra de sus intereses, era sin lugar a dudas una ilusión. Mientras tanto, el colapso industrial y la hambruna de masas estaban cada vez más cerca.
Si los líderes bolcheviques acabaron organizando la insurrección no fue por la autoridad personal de Lenin, sino por la presión de sus bases y cuadros intermedios, que estaban siendo interpelados por él. El partido contaba como 43 000 miembros en octubre 1917 sólo en Petrogrado, de los cuales 28 000 eran obreros (sobre un total de 420 000 obreros industriales), y 6000 eran soldados. Estos trabajadores estaban preparados para la acción.
No obstante, el estado de ánimo entre los trabajadores fuera del partido era más complejo.
Apoyaban sin miramientos la demanda de transferir todo el poder a los Soviets, pero no estaban por la labor de tomar la iniciativa. Esto suponía la situación opuesta a la de los cinco primeros meses de la revolución, en los cuales las bases obreras estaban a la vanguardia, obligando al partido a seguirlas: así fue en la revolución de Febrero, en las protestas de abril en contra de la política bélica del gobierno, en los movimientos por el control obrero de las industrias como respuesta a los cierres patronales en marcha, y en las manifestaciones de julio para exigir al CEC que tomase el poder.
Pero el derramamiento de sangre de julio y la represión que siguió después cambiaron significativamente las cosas. En efecto, la situación política había evolucionado desde entonces hasta el punto de que los Bolcheviques encabezaban los Soviets en casi todas partes. Ahora bien, los días que precedieron a la insurrección, la totalidad de la prensa que no fuese pro-bolchevique predecía con seguridad que la insurrección sería aplastada de manera aún más sangrienta que en los acontecimientos de julio.
Otra fuente de indecisión para los trabajadores era el amenazante espectro del desempleo de masas. El colapso industrial se avecinaba, y constituía así el argumento más potente para actuar inmediatamente, pero también una fuente de inseguridad que llenó de dudas a los trabajadores.
Por tanto, la iniciativa se encontraba del lado del partido, aunque ello no significase que los obreros bolcheviques estuviesen exentos de dudas. Ahora bien, tenían ciertas cualidades, forjadas tras años de lucha intensa contra la autocracia y los patrones, que les permitieron superarlas. Una de sus virtudes era su deseo de independencia como clase frente a la burguesía, que constituía a su vez el elemento definitorio del bolchevismo como movimiento de los trabajadores. En los años previos a la revolución, ese deseo se expresaba en la insistencia de los trabajadores de mantener sus organizaciones, ya sean políticas, económicas o culturales, libres de influencia de las clases dominantes.
En estrecha relación con lo anterior era el fuerte sentimiento de dignidad que tenían los trabajadores, tanto individualmente como en tanto que miembros de la clase obrera. El concepto de obrero consciente en Rusia recogía una cosmovisión y un código moral separados y opuestos a los de la burguesía. El sentimiento de dignidad se manifestaba por ejemplo, y entre otras formas, en la demanda de ser tratados educadamente que aparecía sin excepción en las listas de las demandas en huelgas. Demandaban ser tratados de usted por la administración de las fábricas y que no se dirigiesen a ellos en la segunda persona del singular, reservada para amigos, hijos y subordinados. En una compilación de estadísticas acerca de las huelgas, el Ministerio de Interior zarista puso en la columna de demandas políticas la exigencia de trato educado, presumiblemente porque implicaba un rechazo de los trabajadores a ser considerados como subordinados en la sociedad. En 1917, resoluciones emanadas de las asambleas fabriles solían referirse a las políticas del gobierno provisional como burlas a la clase obrera. En Octubre, cuando los obreros de la Guardia Roja rechazaban agacharse mientras corrían o rechazaban tener que combatir tumbados en el suelo, ya que lo consideraban una muestra de cobardía y deshonor para un obrero revolucionario, los soldados tuvieron que explicarles que no hay honor alguno en ofrecer tu frente al enemigo. Pero si bien el orgullo de clase era una carga a nivel militar, no parece que hubiese podido haber revolución de Octubre sin él.
Aunque la iniciativa de Octubre recayó principalmente sobre los hombros de los miembros del partido, la insurrección fue bienvenida por virtualmente todos los trabajadores, incluidos los impresores, tradicionalmente seguidores de los Mencheviques. Sin embargo, el problema de la composición del nuevo gobierno apareció de nuevo sobre la escena. Todas las organizaciones obreras, para entonces lideradas por los Bolcheviques, así como el propio partido, pedían una coalición de todos los partidos socialistas.
Una vez más, esto era la expresión del afán de unidad en el seno de las fuerzas de la democracia revolucionaria y el deseo de evitar una guerra civil que las enfrentase entre sí. En el comité central, Lenin y Trotski se oponían a incluir a los socialistas moderados (aunque no a los eseristas de izquierda ni a los Mencheviques-internacionalista
La coalición estaba condenada a no suceder. Las negociaciones se rompieron al entrar en la cuestión del poder de los soviets: los Bolcheviques, así como la inmensa mayoría de los trabajadores, querían que el gobierno fuese responsable únicamente ante los soviets -esto es, un gobierno popular libre de las influencias de las clases propietarias. Los socialistas moderados, en cambio, consideraban que los soviets eran una base demasiado débil para un gobierno viable. Continuaron insistiendo, aunque disfrazadamente, en la necesidad de incluir representantes de las clases dominantes, o al menos del "estrato intermedio" que no se encontraba representado en los soviets. Ahora bien, la sociedad rusa se encontraba profundamente dividida, y estos últimos estaban alineados junto a las clases dominantes. Así mismo, los moderados rechazaban de plano cualquier gobierno con una mayoría bolchevique, incluso si los Bolcheviques habían constituido la mayoría en el Congreso de los Soviets que votó asumir todo el poder. En resumen, los moderados demandaban anular la insurrección de Octubre.
Una vez que eso quedó claro, el apoyo obrero por una coalición amplia se desvaneció. A continuación, los eseristas de izquierda, que llegaron a la misma conclusión que los obreros, formaron una coalición de gobierno junto a los Bolcheviques. Hacia finales de noviembre, un congreso nacional de campesinos, dominado por los socialrevolucionarios de izquierda, decidió fundir su comité ejecutivo junto con el CEC de diputados obreros y soldados. Esta decisión fue recibida con alivio y júbilo por los Bolcheviques y los trabajadores en general: se había alcanzado la unidad, al menos desde abajo, aunque ésta no contase con la intelligentsia de izquierdas, alineada mayoritariamente con los socialistas moderados (ahora bien, ha de resaltarse, que los Mencheviques, a diferencia de los eseristas, no se levantaron en armas contra el gobierno de los soviets).
Este es por tanto el significado del "se atrevieron", como legado de Octubre. Los Bolcheviques, como genuino partido de los trabajadores, actuó de acuerdo a la siguiente máxima: "Fais ce que dois, advienne que pourra" (Haz lo que debas, que acontezca lo que se pueda). Trostky pensaba que esta máxima debía guiar el hacer de todo revolucionario 2/ . He tratado de demostrar que este reto no se aceptó a la ligera y que los Bolcheviques no eran aventureros temerarios. Temían la guerra civil, trataron de evitarla, y si ello no fue posible, al menos trataron de limitar su severidad y ganar cierta ventaja en ella.
En un ensayo escrito en 1923, el líder Menchevique, Fedor Dan, explicó el rechazo de su partido a romper relaciones con las clases propietarias incluso después del golpe de Kornilov. El motivo era que "las clases medias", esa parte de la "democracia" que no se encontraba representada en los Soviets (Dan hace referencia a un profesor, a un cooperativista, al alcalde de Moscú,...) no iba a apoyar una ruptura con las clases propietarias - estaban convencidos de que el país era ingobernable sin ellos - ni iba a considerar, bajo ningún concepto, participar en un gobierno junto con los bolcheviques. Dan continuaba así:
"Entonces -teoréticamente- sólo quedaba un camino para una inmediata solución a la coalición [con representantes de las clases propietarias]: la formación de un gobierno en conjunto con los Bolcheviques -una que no sólo no iba a contar con la democracia que no se hallaba representada en los soviets, sino que también iría en contra de ella. Considerábamos que ese camino era inaceptable, dada la postura bolchevique de aquel periodo. Comprendimos perfectamente que adentrarse en ese camino suponía adentrarse en el camino del terror y la guerra civil; es decir, hacer todo lo que los Bolcheviques se vieron forzados posteriormente a hacer. Ninguno de nosotros sentía que podía asumir la responsabilidad de esas políticas que nacerían de un gobierno de no-coalición" 3/.
La postura de Dan puede ser contrastada con la de una figura extraña de los socialistas moderados, V.B Stankevich (que había sido comisario en el frente durante el gobierno provisional). En una carta fechada en febrero de 1918 y dirigida a sus camaradas de partido, escribió:
"Debemos constatar que, a estas alturas, las fuerzas del movimiento popular se encuentran del lado del nuevo régimen...
"Hay dos vías abiertas a los socialistas moderados: proseguir en su lucha irreconciliable contra el gobierno, o ser una oposición pacífica, creativa y leal... ¿Pueden las viejas fuerzas dirigentes afirmar que, a día de hoy, han adquirido la experiencia suficiente para gestionar la tarea de dirigir el país, una tarea que no se ha vuelto más sencilla sino más difícil? En realidad, no tienen programa alguno que oponer al bolchevique, y una lucha sin programa no es mejor que las aventuras de los generales mejicanos. Pero es que incluso si la posibilidad de crear un programa existiese, debéis comprender que no tenéis las fuerzas para ejecutarlo. Para derrocar a los Bolcheviques necesitáis, si no es formalmente al menos de hecho, el esfuerzo unificado de todas las fuerzas opositoras, desde los eseristas hasta la extrema derecha. Pero, incluso dándose dicha condición, los Bolcheviques seguirían siendo más fuertes...
"Sólo hay un camino posible: el camino del frente popular unido, del trabajo nacional unido, de la creatividad en común...
"¿Mañana qué? ¿Se continúa con los intentos inútiles, sin sentido y esencialmente aventureros de tomar el poder? ¡O trabajamos en conjunto con la gente esforzándonos de forma realista a ayudar en resolver los problemas que Rusia afronta, problemas que están vinculados con la lucha pacífica en pro de principios políticos eternos, en pro de unas verdaderas bases democráticas para gobernar el país!" 4/.
Dejo en manos del lector decidir qué postura tuvo más mérito. No obstante, uno puede argumentar convincentemente que el rechazo a atreverse de los socialistas moderados contribuyó al desenlace que clamaban temer.
Desde octubre 1917, la Historia está repleta de ejemplos de partidos de izquierda que no se atrevieron cuando debieron hacerlo. Por ejemplo, el Partido Social Demócrata Alemán en 1918, los socialistas italianos en 1920, la izquierda española en 1936, los comunistas franceses e italianos en 1945 y 1968-69, la Unidad Popular en Chile entre 1970-73, y más recientemente Syriza en Grecia. Lo que quiero decir no es, por supuesto, que fallaron al organizar una insurrección en algún momento en particular, sino más bien que rechazaron desde el comienzo adoptar una estrategia cuyo objetivo principal fuese arrebatar el poder económico y político a la burguesía, una estrategia que requiere necesariamente, en algún momento, una ruptura revolucionaria con el Estado capitalista.
A día de hoy, cuando las alternativas a las que se enfrenta la humanidad están tan polarizadas, cuando, más que nunca, las únicas opciones reales son el socialismo o la barbarie, cuando el futuro de la civilización está en juego, la izquierda debe inspirarse de Octubre. Esto significa que, a pesar de las derrotas históricas sufridas por la clase obrera y las fuerzas sociales aliadas a lo largo de las pasadas décadas, se debe denunciar como ilusorio cualquier programa que quiera restaurar el Estado de bienestar keynesiano o quiera volver a una socialdemocracia genuina. Un programa así en el capitalismo contemporáneo está condenado a fracasar y a ser un agente desmovilizador. Atreverse significa hoy desarrollar una estrategia cuyo objetivo final sea el socialismo y aceptar que ese objetivo va a implicar necesariamente, en un momento u otro, una ruptura revolucionaria con el poder económico y político de la burguesía, y junto a ellos, con el Estado capitalista.
David Mandel, politólogo e historiador marxista especializado en Rusia y Ucrania, es profesor de la Universidad de Quebec en Montreal, Canadá, y editor de la revista bilingüe, en ruso e inglés, Alternatives. Es autor de The Petrograd Workers in the Russian Revolution, Brill-Haymarket, Leiden and Boston, 2017.
http://www.bitacora.com.uy/auc
Traducción:Pablo Muyo Bussac,
de http://www.europe-solidaire.or
Notas:
1/ K. Marx, "Afterword to the Second Edition of Capital. vol. I, International Publishers, N.Y., 1967, p. 17.
2/ Trotsky, L., My Life, Scribner, N.Y., 1930, p. 418.F.
3/ I., Dan, "K istoriiposlednykhdneiVremennog
4/ I.B. Orlov, "Dvaputistoyatperednimi ..." Istoricheskiiarkhiv, 4, 1997, p. 79.
CATALUNYA-Estado español
Discurso de Navidad de Felipe VI: JxCat lamenta que en su discurso Felipe VI fuera de nuevo "el rey del 155"
Su portavoz y diputado electo, Eduard Pujol, asegura
que "aunque hay quien ha destacado que el tono" del discurso del monarca
se ha suavizado, el "fondo" sigue siendo el mismo.
El portavoz de Junts per Catalunya (JxCat) y diputado electo, Eduard Pujol, ha afirmado hoy que el mensaje de Navidad del rey "volvió a ser el del Rey del 155",
pues parece que "el Rey se siente más cómodo apelando a la represión
del 1 de octubre que no a la voluntad expresada en las elecciones".
En la tradicional ofrenda floral a la tumba del
primer presidente de la Generalitat republicana, Francesc Macià, Pujol
ha indicado que "el rey, voluntariamente o por omisión, obvia la voluntad de los catalanes en las urnas",
y ha señalado que, "aunque hay quien ha destacado que el tono" del
discurso del monarca se ha suavizado, el "fondo" sigue siendo el mismo.
"El Rey se siente más cómodo apelando a la represión del 1 de octubre que no a la voluntad expresada en las elecciones"
Ha considerado que "sorprende" que el rey "no haya tomado nota de la voluntad de los catalanes en las urnas"
y que la de ayer "era una muy buena oportunidad para recuperar el
sentido de Estado", aunque Felipe VI "se alineó nuevamente" con la
postura política del Ejecutivo central -"con ese sinsentido", ha dicho
Pujol-.
Pujol también ha dicho que esta es "una Navidad
excepcional porque no estamos todos", en referencia a los presos
independentistas y al expresident Puigdemont y los cuatro exconsellers
que se encuentran en Bélgica, lo que ha señalado que es una "situación
absolutamente injusta y triste que no se debería repetir nunca más".
Forcadell respeta la opinión del rey y pide que también se respeten los resultados del 21-D
La ex presidenta del Parlament ha acudido hoy a la
ofrenda floral ante la tumba del expresidente de la Generalitat Francesc
Macià.
La ex presidenta del Parlament, Carme Forcadell, ha mostrado este lunes respeto por el mensaje navideño del rey y ha pedido, también, respeto por el resultado de las elecciones: "Respeto
la opinión del jefe del Estado y también espero que se respeten las
opiniones de los catalanes que se expresaron en las urnas el 21 de
diciembre".
Lo ha dicho este lunes en el cementerio barcelonés de Montjuïc durante la ofrenda floral ante la tumba del expresidente de la Generalitat Francesc Macià, que murió el día de Navidad de 1933, acompañada de los miembros de la Mesa del Parlament, Anna Simó (ERC) y David Pérez (PSC).
Forcadell ha lamentado que el homenaje de este año no sea normal porque no ha podido asistir el GovernLo ha dicho este lunes en el cementerio barcelonés de Montjuïc durante la ofrenda floral ante la tumba del expresidente de la Generalitat Francesc Macià, que murió el día de Navidad de 1933, acompañada de los miembros de la Mesa del Parlament, Anna Simó (ERC) y David Pérez (PSC).
Forcadell
ha lamentado que el homenaje de este año no sea normal porque no ha
podido asistir el Govern, ya que hay miembros en la prisión y otros en
Bélgica, y ha deseado que vuelvan todos a Catalunya una vez pasadas
estas elecciones: "Porque los votantes así lo quieren".
Ha recordado a Macià como un inspirador para la política de hoy porque luchó por sus ideas, se exilió y "siempre continuó", lo que debe ser un estímulo para todo amante de la libertad.
Al preguntársele si quiere volver a ser presidenta de la cámara, solo ha respondido: "Es una decisión personal que tomaré cuando sea el momento".
Ha recordado a Macià como un inspirador para la política de hoy porque luchó por sus ideas, se exilió y "siempre continuó", lo que debe ser un estímulo para todo amante de la libertad.
Al preguntársele si quiere volver a ser presidenta de la cámara, solo ha respondido: "Es una decisión personal que tomaré cuando sea el momento".
Bosch: "Quiero ver un cambio en la realidad, a los presos fuera de la cárcel"
El presidente del grupo municipal de ERC en Barcelona, Alfred Bosch, ha
dicho hoy que "es el Reino de España el que debe renunciar a la
unilateralidad y a la violencia, a la unilateralidad de las porras, de
poner a gente en la cárcel y de suspender al Govern legítimamente
escogido en las urnas".
"Es el Reino de España el que debe renunciar a la unilateralidad y a la violencia, a la unilateralidad de las porras
En
la tradicional ofrenda floral a la tumba del primer presidente de la
Generalitat republicana, Francesc Macià, Bosch ha pedido al monarca que "abandone esa senda" y, en referencia a la mayoría independentista en escaños del 21D, ha afirmado que "el veredicto de las urnas ha quedado muy claro otra vez".
Preguntado sobre si ha advertido un cambio
de tono en el mensaje navideño del rey respecto al discurso posterior a
las votaciones del 1 de octubre, Bosch ha aseverado: "Quiero ver un cambio en la realidad, a los presos fuera de la cárcel, que la Policía deje de actuar contra la gente que vota y que se respete el gobierno legitimo y el mandato de las urnas".
Por su parte, este lunes el portavoz de
Junts per Catalunya (JxCat) y diputado electo, Eduard Pujol, ha afirmado
que el mensaje de Navidad del "volvió a ser el del rey del 155",
pues parece que "el rey se siente más cómodo apelando a la represión
del 1 de octubre que no a la voluntad expresada en las elecciones"Mensaje de Navidad de Felipe VI: Rufián critica que el rey hable de derechos y libertades mientras hay "miedo a tuitear"
El portavoz adjunto de Esquerra Republicana ha ironizado en las redes: "A mí me ha convencido, a la próxima le voto".
El portavoz adjunto de Esquerra Republicana, Gabriel Rufián, ha criticado este domingo que el rey Felipe VI haya hablado en su discurso de derechos y libertades mientras hay "miedo a 'tuitear".
"Felipe VI hablando de derechos y libertades y tú con miedo a tuitear", ha dicho en un mensaje en esta red social, en la que además se ha referido al monarca como '155ipe VI", en referencia a la aplicación del artículo 155 en Catalunya.
"A mí me ha convencido, a la próxima le voto", ha bromeado, agregando el 'hashtag' #DiscursoDelRey.
"Felipe VI hablando de derechos y libertades y tú con miedo a tuitear", ha dicho en un mensaje en esta red social, en la que además se ha referido al monarca como '155ipe VI", en referencia a la aplicación del artículo 155 en Catalunya.
"A mí me ha convencido, a la próxima le voto", ha bromeado, agregando el 'hashtag' #DiscursoDelRey.
Mensaje de Navidad de Felipe VI: Pablo Iglesias dice que "el rey abraza el argumentario del PP" en su discurso y afirma que "España no necesita reyes"
Echenique habla de "un rey incapaz de reconocer el
fracaso de su hoja de ruta en Catalunya" pero agradece que haya hecho
una referencia a la violencia machista y al cambio climático
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ha afirmado este domingo que "el rey abraza el argumentario del PP" en su discurso de Navidad, recalcando que "España no necesita reyes, sino servicios públicos de calidad, trabajo digno y diálogo".
En un mensaje publicado en su cuenta oficial en la red social Twitter junto al 'hashtag' #DiscursoDelRey, Iglesias ha dicho: "Cambia el tono del 3-O, pero el rey abraza el argumentario del PP: La crisis pasó, en Catalunya todo arreglado y la corrupción es un fenómeno meteorológico sin caras ni nombres".
"España no necesita reyes sino servicios públicos de calidad, trabajo digno y diálogo", ha remachado el secretario general de Podemos, poco después de que concluyera el tradicional Mensaje de Navidad del rey a los españoles.
En un mensaje publicado en su cuenta oficial en la red social Twitter junto al 'hashtag' #DiscursoDelRey, Iglesias ha dicho: "Cambia el tono del 3-O, pero el rey abraza el argumentario del PP: La crisis pasó, en Catalunya todo arreglado y la corrupción es un fenómeno meteorológico sin caras ni nombres".
"España no necesita reyes sino servicios públicos de calidad, trabajo digno y diálogo", ha remachado el secretario general de Podemos, poco después de que concluyera el tradicional Mensaje de Navidad del rey a los españoles.
Cambia el tono del 3-O, pero el Rey abraza el argumentario del PP: La crisis pasó, en Catalunya todo arreglado y la corrupción es un fenómeno meteorológico sin caras ni nombres. España no necesita reyes sino servicios públicos de calidad, trabajo digno y diálogo. #DiscursoDelRey— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 24 de diciembre de 2017
Por su parte, el secretario de Organización de Podemos,
Pablo Echenique, incidió en la misma idea de "un rey incapaz de
reconocer el fracaso de su hoja de ruta en Catalunya".
Echenique apuntó que, a su juicio, lo primero que
tendría que haber hecho el rey es haber admitido que el discurso que
ofreció el 3 de octubre "no solamente le hizo entrar en política, le
hizo apostar por la hoja de ruta del Partido Popular, sino que ha supuesto un enorme fracaso y que después de mucho sufrimiento en Catalunya hemos vuelto al principio".
Un Rey incapaz de reconocer el fracaso de su hoja de ruta en Catalunya y abrazando de nuevo el argumentario del PP: la crisis ya ha pasado y la corrupción es un fenómeno meteorológico sin caras y sin nombres.— Pablo Echenique (@pnique) 24 de diciembre de 2017
Análisis del #DiscursoDelRey. https://t.co/bhSJ7x6M61
El político de Podemos afirma que "en Catalunya vuelve a
haber mayoría independentista en el Parlament" y que, además, "la gente
se pregunta para que han servido las cargas del 1 de octubre o para que
ha servido la aplicación del 155 cuyo pistoletazo de salida dio el
propio rey".
"La crisis pasó, en Catalunya todo arreglado y la corrupción es un fenómeno meteorológico sin caras ni nombres"
También dice que en cuanto al argumentario de que la crisis ya ha pasado "basta con comprobar los datos para saber que eso no es así" y que para desmentirlo es suficiente "con caminar por los barrios populares de nuestro país".
Según Echenique, "el 70 por ciento de las familias "dicen que no notan la recuperación económica en su vida",
que "casi la mitad de las personas que trabajan ganan menos de 1000
euros netos al mes" y "que ahora es casi un lujo ser mileurista".
También denuncia que existen decenas de miles de
dependientes esperando su prestación y que el Gobierno ha anunciado
nuevos recortes en sanidad, pensiones o educación en 2018, a petición de
Bruselas.
Asimismo critica que la corrupción tiene caras y nombres,
que "tenemos a un partido político llamado Partido Popular, sentado en
el banquillo, y a M. Rajoy que según la Policía es indiciariamente el
presidente del Gobierno, que parece que ha cobrado casi 400.000 euros en
sobornos a cambio de contratos públicos pagados por todos, para
financiar ilegalmente las campañas del Partido Popular".
El político de Podemos asegura que "de todo esto se ha olvidado el rey" al que agradecemos que haya hecho una referencia a la violencia machista y al cambio climático", aunque lamenta que no exista un Gobierno que financie la lucha contra la Violencia Machista y las Energías Renovables.
No hay rey para tanto país
Hay cierto candor
en el discurso del rey de este año 2017, que probablemente venga
motivado por las fechas navideñas y esa especie de vapor etílico que lo
inunda todo para que estos días nos queramos mucho y bien hasta después
del 6 de enero.
Hay, sin embargo, en el discurso del rey de
este año un sutil asomo de frustración y unas ganas tremendas de
congraciarse con todos/as hablando de corrupción, desigualdad y hasta de
violencia machista; y es de agradecer, sin duda, pero llega tarde y con el daño ya (muy) hecho.
Felipe VI, en su discurso de Nochebuena, el
más personal del año (el que Moncloa mira pero no toca), evita las
aristas, los picos de intensidad que hicieron de su discurso del 3 de
octubre (“Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada”) un contundente alegato de parte —de parte del Gobierno Rajoy— que hoy le pasa factura y le presenta en los televisores desdibujado, frío, alejado y prácticamente noqueado e inservible.
¿Qué puede decir hoy el rey a los dos millones de independentistas catalanes
a quienes ignoró el 3 de octubre salvo para hacerlos culpables del
Apocalipsis por querer votar siguiendo instrucciones de un Govern con un
programa electoral que incluye la (legítima) independencia? ¿Y a los
que apeló como la parte víctima de la división catalana dándoles
una incomprensible esperanza de que el Estado estaba con ellos, y sólo
con ellos, protegiéndolos en un presunto silencio mártir?
Recuerden:
“Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas.
A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán;
que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y
la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su
libertad y de sus derechos”. Felipe VI, 3 de octubre.
Craso error. La mayoría silenciosa para la
que reinó Felipe ese fatídico día no existe: el 21-D ha votado más del
80% de la población y seguimos igual salvo por la distribución
partidista; seguimos con Catalunya partida en dos bloques, y
moralmente reafirmada ahora en su área independentista, como es
previsible, porque los/as catalanes le han dado la mayoría absoluta a
sus fuerzas políticas. Pese al rey, al Gobierno Rajoy, a las porras, al
155, a la cárcel o a la amenaza económica.
Felipe VI ha tenido su primera gran crisis institucional y ha perdido
Recomiendo
la lectura del discurso navideño del rey y, a continuación, la
relectura del texto del 3 de octubre; uno no puede entenderse sin el
otro, pero no augura nada bueno para la Monarquía el desconcierto
titubeante que hoy manifiesta el jefe del Estado ante el inesperado
resultado electoral del jueves 21. ¿También se creyó el monarca que con
unas elecciones convocadas por el Gobierno central en Catalunya se
acababa el ‘problema’? Mal monarca tenemos, entonces, que carece de la
intuición del observador neutral y se deja llevar por las pasiones electoralistas y cobardes del Gobierno de parte.
Felipe VI ha tenido su primera gran crisis
institucional y ha perdido. Es posible que la cuestión catalana sea en
este momento más compleja que el 23-F y que a él le hayan preparado
(mucho, insisten en todas partes) para una coyuntura como la de su padre
en 1981, al que una serie de circunstancias —y sobre todo el deseo de
pasar la página franquista de nuestra Historia— se le dieron cita en
Palacio para darle la forma de rey conciliador y empático; aglutinador y simpático.
Hoy, el rey Felipe ha intentado entrar en
muchas casas asegurando que “hay que reconocer que no todo han sido
aciertos; que persisten situaciones difíciles que hay que corregir, y
que requieren de un compromiso de toda la sociedad para superarlas".
¿Qué "sociedad", se preguntarán muchos/as españoles? ¿La que Su Majestad
protegía el 3 de octubre? ¿Esa mayoría silenciosa que resultó ser un
engaño electoral? ¿La que eligió y reeligió la opción independentista en
Catalunya? ¿La que contempló horrorizada, desde Lugo a Málaga, las cargas del 1-O y el encarcelamiento sin sentencia y sin consenso jurídico de líderes políticos con su bendición?
¿De qué sociedad nos habla el rey, que ni siquiera ha reconocido la grandeza y diversidad de la suya cuando servía para algo?
El rey en el país de las maravillas
¿De veras España es “un país nuevo y moderno, un país entre los más avanzados del mundo”? Y la respuesta es que no. Un país con rey, no es moderno. Un país que se declara aconfesional y sigue con la Iglesia católica metida hasta el tuétano de las instituciones del Estado no es moderno. Un país que gasta más en lotería que en investigación y desarrollo no es moderno.
Cuando este señor, con su tonillo paternalista que le recomiendo deje para su cuñado, afirma que “España es hoy una democracia madura, donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar, libre y democráticamente, sus opiniones y sus ideas”, se equivoca. Ni siquiera ahondaré en los Jordis, me basta echar la mirada a cómo chistes que hacían hace décadas Tip y Coll hoy podrían dar con nuestros huesos en la cárcel. Borbón, ese es el país que realmente le paga unos 8 millones de euros a la Casa Real cada año. Acéptelo.
Lo que sucede es que, efectivamente, cuando se sale de una dictadura -que algun@s quisieran recuperar- de un asesino malnacido como Franco, el margen de mejora es muy amplio. Así,como dijo el Borbón, “el balance tan positivo de todos estos años es innegable”… salvo, claro está, que nos comparemos con otros países. Y eso que él es rey gracias a que ese dictador infame designó e Juan Carlos I monarca.
Respecto a Catalunya, el Borbón relajó el mensaje pero sin asumir la realidad, hasta el punto de que aseguró que “hemos comprobado el compromiso muy sentido, firme y sincero de los españoles con la España democrática que juntos hemos construido”. Debe de ser que, para él, el despliegue de banderas es parte de ese compromiso, cuando para muchas personas como yo no era más que la pataleta de un buen puñado de cerebros huecos que esconden sus carencias envolviéndolas en un trapo.
Para acabar, tres últimos apuntes, Borbón. No tome el discurso partidista del Gobierno aplaudiendo que “nuestra economía y el empleo han mejorado sustancialmente” cuando los informes ponen de manifiesto que somos el segundo país con más desigualdad de toda Europa y la miseria se ceba con un tercio de la población.
No hable tampoco de la lucha contra la corrupción cuando los trapos sucios en su propia casa se lavan de manera muy diferente a como se lavarían en la mía… con un tipo intocable y otro condenado tan campante por Suiza.
Y finalmente, deje de hablar tanto de pluralidad cuando, como ya sucediera el año pasado, ni mencione a las personas migrantes a las que España da la espalda, a las que rechaza, a las que expulsa ilegalmente con devoluciones en caliente, a las que encierra en cárceles aunque no son criminales…
En suma, Borbón, viva si quiere es un país de las maravillas, pero no con mi dinero… y quédese allí sin necesidad de vendernos lo que no es.
Realidad y realeza
No le falta razón al centrocampista, ya que lo que dice es cierto, siempre y cuando se entienda que el sintagma “la gente” se refiere exclusivamente a millonarios, porque los neoesclavos de la albañilería catarí cobran sueldos de mierda, viven en condiciones infrahumanas y trabajan en jornadas extenuantes de más de doce horas. Sí, debe de referirse a los neojeques, ya que los curritos de la construcción que se mataban al ritmo de uno diario para terminar a tiempo los estadios del Mundial de Fútbol difícilmente podrían comprarse ni siquiera una foto de la familia real, no digamos ya un coche. De los homosexuales encarcelados, las penas de muerte por adulterio, los castigos por flagelación, los sindicatos estrictamente prohibidos, los abusos a trabajadores domésticos, la absoluta falta de libertad de prensa y los disidentes condenados a cadena perpetua, Xavi prefirió no opinar nada, quizá para no dar ideas al estado opresor español o a la futura república catalana. Está claro que su país no es Catar sino más bien Pijolandia.
Esta sutil distinción entre la realidad y la realeza es lo que hace que cada año el discurso navideño de su majestad borbónica esté cuajado de sorpresas. Lo escucho siempre con curiosidad, con paciencia, con resignación, más que nada porque en ese momento íntimo, entre las croquetas y el jamón, en la televisión no ponen otra cosa. Aquí, como en Catar, estamos tan encantados con la familia real que los tenemos hasta en la sopa.
Felipe VI habló, como siempre, de lo bien que marcha todo en ese reino de cuento de hadas donde habitan él, su mujer, su familia, sus cortesanos y los afortunados del Ibex. Un país alternativo donde el dinero se invierte en educación y sanidad, el progreso y la justicia van de la mano, la economía y el empleo han crecido sustancialmente, y la reina Letizia se ha gastado únicamente este año, como advierte un semanario de moda, 130.000 euros en trapitos. Tal vez sea éste el párrafo que mejor expresa su actitud ante uno de los más acuciantes problemas de los españoles: “La corrupción se mantiene también como una de las principales preocupaciones de la sociedad, que demanda que sigan tomándose las medidas necesarias para su completa erradicación y que los ciudadanos puedan confiar plenamente en la correcta administración del dinero público”. La construcción gramatical resulta tan diáfana que bien podía haberse la palabrería posterior a las primeras cuatro palabras y dejar la frase tal cual: “La corrupción se mantiene”.
De Cataluña no habló mucho y lo hizo en un tono bastante más comedido que en su incendiario monólogo del 3 de octubre, pero de Suiza, eso sí, no ha dicho una palabra. Hay otros mundos pero están en éste. El año que viene, más.
El desconcierto
Por Fernando López Agudín
La batalla de Madrid
Desde la intervención del ministro de Hacienda, la alcaldesa no tenía otra opción que la de cesar al propio delegado de Hacienda que se negaba a acatar las consecuencias generadas por la previa práctica interventora del ministerio. De lo contrario, el previsible conflicto crearía las condiciones para que la Moncloa pudiera intervenir todavía bastante más en el equipo municipal del gobierno progresista. Plantear hoy la batalla en defensa de la autonomía municipal desde el mismo municipio era plantearla allí donde Montoro tendría mucho más fácil afrontarla. Debe ser el Congreso de los Diputados, donde Zapatero con ayuda de Rajoy impuso con alevosía y nocturnidad la reforma del 135 de la Constitución, quien corrija este atentado al gasto social que fue aquella reforma dictada por Merkel.
La discrepancia existente en el ayuntamiento no es sobre la naturaleza del 135 sino sobre cómo debe ser combatido. Discusión que, lógicamente, no puede darse en un órgano de gobierno municipal que está siempre obligado a cumplir la ley. La no aprobación del Plan Económico Financiero prolongaría hoy la tutela de las cuentas municipales a la vez que también impediría levantar la suspensión cautelar de las inversiones proyectadas. Es decir, al serio daño ya causado por la intervención de Montoro habría que sumar los nuevos daños generados por la segura respuesta ministerial al bloqueo de dicho Plan Económico Financiero. Llama la atención, en este sentido, la votación del PSOE en contra de la injusta regla de gasto establecida por el 135 en Madrid cuando fue, precisamente, el PSOE quien impuso el 135 en toda España.
Se equivocaría quien interpretase en clave económica el chantaje de Montoro al ayuntamiento de Madrid. Todo lo contrario. La operación de Hacienda es política desde el primer momento. Busca disminuir al máximo o anular los recursos presupuestarios tanto como fomentar la división interna entre sus concejales. Si Madrid, que ha cumplido con la reducción de la deuda tanto como ha generado superavit, se ve obligado a pasar por las horcas caudinas de Montoro, cabe interrogarse por el nivel real de autonomía del poder municipal. Esa interrogante, que puede desembocar en la apatía ciudadana, es la que ahora mismo persigue suscitar la Moncloa en la sociedad madrileña. Al fin y al cabo, solo queda apenas año y medio para la convocatoria de nuevas elecciones municipales en la que el Partido Popular espera liquidar los ayuntamientos democráticos.
La derecha, muy crecida con la manipulación del problema que ha creado en Cataluña, estima que ahora puede plantearse la recuperación del poder municipal hoy en manos de la izquierda. Sabe que el municipalismo es el principal foco de resistencia a su política antisocial y autoritaria. La patente buena gestión de los ayuntamientos democráticos es un serio hándicap para los objetivos actuales de la Moncloa. Luego, minarlos, reducirlos, dividirlos y desmoralizarlos es fundamental para la batalla de Madrid que estallará en la primavera de 2019, donde el no pasarán volverá a resonar por las cuatro esquinas de la capital madrileña. No hace falta señalar la importancia de su desenlace de cara a las simultáneas batallas que se desarrollarán en miles de municipios, hoy dirigidos por las fuerzas progresistas.
Mucho menos recordar la importancia decisiva de las elecciones municipales, como en las vísperas de la expulsión de Alfonso XIII, para resaltar la mucha preocupación con la que toda la derecha, tanto Rajoy como Rivera, observa los próximos comicios locales, en medio de un conjunto de crisis que España no vivía desde la caída de la dictablanda del general Primo de Rivera. Ninguno de sus líderes piensa que puede sostenerse sentado lunes, miércoles y viernes en el 135, martes, jueves y sábado en el 155 si antes no ha sometido al poder municipal como intenta someter al autonómico. Esa es la razón de la apremiante ofensiva de Cristóbal Montoro, aunque, quizás, sea tan prematura que se vuelva contra el ministro como un bumerán al grito de no pasarán. Todo depende de que las fuerzas progresistas sepan eludir el infantilismo político para responder con inteligencia, paciencia y flexibilidad.
Adiós al cañón nazi que Botella puso en una rotonda de Madrid entre irregularidades
El Ministerio de Defensa ha informado al Ayuntamiento
de Madrid de que la próxima semana retirará la pieza de artillería
construida por la Alemania nazi, que fue instalada en el distrito de
Fuencarral-El Pardo en 2013.
La historia es tan rocambolesca que sería difícil de comprender si no estuviéramos hablando del Madrid de Ana Botella, del Partido Popular y de esa manera tan peculiar, y tan fuera de todo estándar internacional, que el Gobierno de Mariano Rajoy tiene de entender la Memoria Histórica.
Durante cuatro años una rotonda de Madrid ha exhibido un cañón antiaéreo de 1938 de la Legión Cóndor,
las fuerzas militares que Hitler envió a España para tumbar a la joven
democracia republicana y aupar a su aliado Francisco Franco al poder.
Las mismas fuerzas que masacraron a la población civil con sus bombas en Gernika, Cartagena, Alicante o Jaén.
La rotonda se encontraba precisamente en el distrito de Fuencarral-El
Pardo, el mismo que acogió la casa de Franco y que hasta hace apenas
unos meses mantenía la plaza del Generalísimo.
El cañón nazi, además, fue instalado entre múltiples irregularidades administrativas,
según una investigación de la subdirección de Auditoría de la Deuda del
Ayuntamiento de Madrid, dependiente del Área de Economía y Hacienda del
Ayuntamiento de Madrid a la que ha tenido acceso este diario. Ahora,
cuatro años después de su instalación, el Ministerio de Defensa ha
respondido a las dos misivas del ya exconcejal de Hacienda del
Ayuntamiento de Madrid Carlos Sánchez Mato pidiendo su retirada. El cañón nazi será removido, por fin, este 27 o 28 de diciembre.
Durante cuatro años Madrid ha exhibido un cañón antiaéreo de la Legión Cóndor, las fuerzas militares que Hitler envió a España
Los
datos. El 2 de enero de 2013 el Ministerio de Defensa emitió una orden
ministerial en la que autorizaba la cesión temporal y gratuita al
Ayuntamiento de Madrid para poder ser exhibido durante 5 años en la Rotonda de la Artillería Antiaérea España. La pieza sería entregada el 22 de abril por el Coronel Jefe del Regimiento de Artillería Antiárea nº 71, Manuel Busquier,
y apenas seis días después sería inaugurada la glorieta con el cañón.
Era el 28 de abril de 2013 y la cesión era formalizada a través de un contrato de depósito con duración hasta al primera semana de enero de 2018.
Acta de recepción de las obras publicado por Defensa
La investigación de la subdirección de la
Auditoría de la Deuda ha revelado que la instalación de la pieza de
artillería, además de incumplir la Ley de Memoria Histórica, estuvo
repleta de "irregularidades administrativas". "Las obras de
instalación se ejecutaron sin proyecto aprobado ni dotación
presupuestaria", recoge el informe al que ha tenido acceso Público, que
denuncia que
la glorieta fue inaugurado el 28 de abril de 2013, mientras que el
proyecto que aprobaba la remodelación de la misma fue firmado el 31 de
mayo, un mes después.
"Esto conllevó que los trámites necesarios
para empezar la obra tuvieran fecha posterior a la ejecución de las
obras", recoge el informe, que recoge que las obras supusieron un gasto
de 11.633 euros.
Símbolo de la alianza entre Franco y Hitler
La instalación del cañón antiaéreo alemán ya despertó polémica
en el momento de su cesión. En aquel momento la propia Izquierda Unida
pidió su retirada tras las quejas recibidas por varios colectivos de
vecinos. El Partido Popular, entonces en el Gobierno del Consistorio,
argumentó que la artillería no era de Alemania ni de 1938 sino que había sido fabricada en España en 1941. Por tanto, no había ningún motivo para su retirada.
El problema para la versión de los conservadores es que no era verdad.
El propio acta de recepción del cañón antiaéreo celebrado entre el
gerente del distrito de Fuencarral-El Partido y el Coronel Busquier
establece con una claridad meridiana que se trata de un "cañón antiaéreo
alemán Flak 18/36, calibre 88/56 mm del año 1938 inutilizado por una perforación del cañón" .
Defensa retirará la pieza de artillería entre el 27 y el 28 de diciembre
De
hecho, un informe del Ministerio de Defensa sobre este modelo de
artillería antiaérea alemana reconoce que llegaron a España con la Legión Cóndor
"en apoyo al Ejército Nacional durante la Guerra Civil, en septiembre
de 1936". El texto recoge que estas armas fueron utilizadas como "antibunker" en el Frente del Norte debido a "su precisión", pero también como "contracarro" en "los rápidos avances por Aragón y Cataluña".
"Finalizada la guerra, todas las piezas y
los camiones quedaron en España y se distribuyeron entre los Regimientos
de AAA. que se crearon", recoge este informe, que también destaca que Franco compró la licencia de fabricación y se construyeron varios cañones a mediados de los 40 en la Fábrica Nacional de Trubia.
El informe del área de Economía y Hacienda del Consistorio madrileño concluye que la exhibición de este cañón "supone una vulneración de la Ley de Memoria Histórica" ya que el arma no es solo es un símbolo "franquista" sino que también "es uno de los más representativos del nazismo".
80 años de Mujeres Libres
Mujeres Libres: las anarquistas que revolucionaron la clase obrera
A finales de la II República unas 21.000 anarquistas
se agruparon formando el primer movimiento feminista radical de
auténtica base popular en España. Uno de los grupos precursores de
reivindicaciones por la liberación de género que, tantos años después,
siguen estando presentes en la actualidad.
Se dice de la
historia que la escriben los vencedores, pero lo que no se dice es que
los vencedores, casi en su totalidad, son hombres. Y, tampoco se dice,
que estos suelen olvidarse de las mujeres: si echamos una mirada
hacia atrás y pensamos en los grandes momentos de cambio de la
humanidad, o en las grandes revoluciones, ningún o casi ningún nombre de
mujer nos viene a la cabeza.
La historia de España no ha sido menos dura con las mujeres,
enterrando durante muchos años el papel que tuvieron durante la época
más revuelta del país, la Guerra Civil. Sin embargo, organizaciones
sociales intentan constantemente hacer un hueco en nuestra memoria
colectiva y enfrentar el olvido. Como ejemplo, CGT y Mujeres Anarquistas con la Agrupación de Mujeres Libres,
que éste 2017 hace 80 años de su fundación. Una organización que se
conformó entonces como el primer movimiento feminista radical de
auténtica base popular y precursor en la lucha por reivindicaciones que,
tantos años después, siguen estando presentes en la actualidad.
¿Cómo nacieron? A finales de la II República
en una dinámica política y cultural que abría nuevas posibilidades para
la participación de las mujeres en la lucha social. CNT, la Confederación Nacional del Trabajo,
era desde 1910 la central sindical principal orientada por el
anarquismo, de la que después derivó la CGT. Un sindicato que contaba
con una presencia alta de mujeres y que reconocían los derechos
laborales básicos como la libertad económica o la igualdad de salario,
pero en el que poco se ideaban iniciativas de luchas específicas.
Las mujeres marcaron su propio camino en el anarquismo y en 1936 crearon su propia organización
Ante
esto, las mujeres necesitaron marcar su propio camino. En Barcelona,
núcleo principal del movimiento anarquista, se fundó en 1934 el Grupo
Cultural Femenino, pionero de las articulaciones de mujeres dentro del
sindicato. Pero el estallido de la guerra civil cambió el ritmo de las
formaciones, avanzaron y decidieron entonces crear su propia
organización. El 2 de mayo de 1936 varias mujeres publicaron el primer
número de la revista Mujeres Libres que, como relata Paula Ruíz Roa,
responsable de la secretaría de la mujer de CGT "sirvió de base para la
constitución del grupo libertario y la organización de su primer primer
- y único - congreso que pudieron realizar en agosto de 1937". En poco
tiempo, pasaron a contar con 147 agrupaciones locales y 21.000 mujeres afiliadas.
El primer grupo autónomo de mujeres
Desde sus inicios, Mujeres Libres se formaron
como un grupo totalmente autónomo. La mayoría de las militantes ya
formaban parte de otras organizaciones del movimiento libertario – CNT,
FAI, Juventudes Libertarias -, sin embargo, no se subordinaron a ninguna
de las estructuras previas.
Esta fue una batalla de las anarquistas por
el rechazo que generó dentro del movimiento libertario una organización
sólo de mujeres: "Fueron ellas quienes hicieron ver que era necesario separar las organizaciones de toda la clase trabajadora de las organizaciones de las mujeres
para diferenciar las reivindicaciones de ambos, porque dentro de la
lucha de la clase obrera no se le daba la importancia que tenían",
explica a Público el actual secretario de CGT, José Manuel Muñoz Póliz.
La escritora e historiadora estadounidense Martha Ackelsberg señala
que el mayor logro de la organización fue ser las "pioneras de las
organizaciones feministas" y "unir la lucha contra la explotación
capitalista con la opresión patriarcal". Así fue, Mujeres Libres seguía
la línea ideológica de CNT, pero desarrolló su propio objetivo: emancipar a la mujer de la triple esclavitud,
"esclavitud de ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud
productora". Con el inicio de la guerra, se marcaron otra meta, "aportar
una ayuda ordenada y eficiente a la defensa de la República".
Reivindicaciones aún presentes en la actualidad
"Lo que más llama de atención de este grupo
es cómo plantean la problemática de la mujer. Sobre todo en aquella
época, con temas que abarcan desde la abolición de la prostitución, la
educación mixta, comedores o guarderías populares o el amor libre.
Reivindicaciones que llegan a la mayoría de izquierda mucho después, en
la década de los 70", cuenta el historiador brasileño Thiago Lemos Silva, que ha estudiado durante más de diez años la historia de esta agrupación.
Desde sus inicios reclamaron la importancia de la incorporación de la mujer al trabajo asalariado,
realizando múltiples trabajos, además de las actividades de
retaguardia: desde la alfabetización hasta la capacitación en el trabajo
en todas los sectores laborales. Y, para que esta incorporación no
fuera una doble carga para las mujeres, reclamaban – igual que en la
actualidad- y pusieron en marcha comedores y guarderías populares en los
lugares de trabajo.
Trabajaron en la retaguardia y en las fábricas, alfabetizando y capacitando a centenares de mujeres
Rompieron
con la idea de que el hogar y las relaciones de pareja eran privadas:
denunciaban con fervor el control dentro de la propia pareja y desde el
propio estado e Iglesia católica. Proclamaban el amor libre y
denunciaban que el modelo tradicional de familia fomenta las
desigualdades. Por un lado, porque mantiene las dependencias económicas
en la que se sustenta el patriarcado. Por otro, porque ampara la
sumisión de las mujeres a los hombres dentro de la familia por lo que
carecían de todo derecho de expresarse en ella.
Otro de los temas que más destacaron fue la educación infantil.
Aseguraban que en las escuelas se adquiere una mentalidad encasillada
por los valores burgueses por lo que era esencial que la educación diese
un giro total potenciando una escuela para la libertad. Dentro de la
educación, además, reclamaban la necesidad de la educación sexual,
planteando temas hasta entonces tabúes como los métodos anticonceptivos o
el aborto.
La represión contra las anarquistas
Como con casi todos los grupos
revolucionarios la represión durante la guerra por parte de las tropas
franquistas fueron colosales. Más con los grupos de mujeres como éste
que suponían un doble peligro al no luchar sólo por la emancipación de
la clase obrera, sino también por la emancipación de la mujer.
Parece una tarea imposible documentar el
número exacto de mujeres que pasaron por el calvilcio de la tortura, de
los asesinatos, de las desapariciones y de la violencia sexual.
Pero sí sabemos que al igual que, como la mayoría de milicianas y
militantes, las integrantes de Mujeres Libres acabaron en la cárcel, en el exilio, o, en el mejor de los casos, sometidas a un silencio absoluto negando haber participado en esta organización.
Ni desde el extranjero consiguieron mantener estructuras organizadas en
la clandestinidad, por lo que a los tres años, en 1939, Mujeres Libres
acabó disolviéndose. Aunque sí han mantenido un legado: "crearon un gran
deseo en las mujeres de libertad en todas nosotras", afirma Ruíz Roa. Y
es que, como también señala Thiago, "hay que conocer la historia de
estas mujeres para poder cuestionar el machismo".
URUGUAY
Lo inexorable
por Samuel Blixen
15 diciembre 2017
Reiterar que la reestructura del Banco República “no tiene marcha atrás” y que el proceso es “inexorable” tiene un alto costo político, como reveló la asistencia del ministro de Economía y del directorio del banco a la comisión de Diputados.
En menos de 24 horas el poder político debió inclinarse dos veces ante el criterio del ministro de Economía, pero en ambas el triunfo suena algo pírrico. La solución a la cuestión de los cincuentones –que se analiza en estas páginas– tuvo un alto costo: Astori debió ceder a la mitad de sus pretensiones después de amenazar con la renuncia de todo el equipo económico si no se aceptaba el 100 por ciento de su reclamo. Y en la cuestión del desguace del Banco República –que lo es, por más que lo vistan de seda– el ministro utilizó un adjetivo desafortunado para arrear con el poncho: la reestructura del banco es “inexorable” (según la Rae: “que no se deja vencer con ruegos”) y eso porque, antes que nada –explicó–, es una “cuestión política”; no aclaró qué objetivo político concreto está detrás de la reestructura del Brou.
A partir de esos dos conceptos, la reunión de la Cámara de Diputados, en régimen de comisión general, fue un festival para la oposición. Y si bien la actitud del oficialismo reveló que la coherencia se entiende como acatamiento, el costo para el gobierno y para el eventual candidato a presidente fue altísimo. Por una vez –y hay que saludarlo como un hecho memorable– el recinto parlamentario fue la caja de resonancia de la gente, en este caso la gente más ignorada, los vecinos de los pequeños pueblos, en su mayoría del Interior profundo: Tranqueras, Conchillas, Quebracho, Palmitas, La Paz (Colonia), Corrales, Guichón, Juan Lacaze, Constitución, Vichadero, Baltasar Brum, Vergara…
Los relatos de los diputados del Interior que se erigieron en voceros de los vecinos se sumaron como cuentas de un rosario a lo largo de seis horas de debate. La reiteración de anécdotas y situaciones vividas desmenuzó las miserias evitables de pobladores que se quedan sin cajero automático (porque se rompe o no tiene dinero), que tienen que viajar 30 quilómetros para hacer un depósito, que no encuentran un gerente que autorice determinados trámites, que deben esperar días para que reabra el banco. Los frenteamplistas que siguieron el debate en las barras o por televisión asistieron horrorizados a las intervenciones de algunos diputados oficialistas que apelaron a la retórica cantinflesca para decir que no pero que sí, o que apelaron a “velar por el bien superior”, o que no tuvieron mejor recurso que recordar los viejos escándalos de los bancos fundidos para justificar este desguace, como si, en esencia, aquellos “salvatajes” blancos y colorados y estas “modernizaciones” frenteamplistas no tuvieran una misma raíz privatizadora.
Frente a la reiteración de los testimonios y vivencias de los pobladores del Interior afectados por la “reestructura” –que implica cierres parciales de sucursales, cierres a secas o la degradación a la condición de “microbanca”–, el ministro y el presidente del Banco República, Jorge Polgar, se aferraron a un discurso que los alejaba más de la gente, para beneplácito de los diputados del Interior, principalmente blancos, a los que se les hacía el campo orégano. El ministro, por ejemplo, contrarrestó las críticas afirmando que las finanzas del banco crecían, a modo de bálsamo espiritual para los que sufren la reestructura en los pequeños poblados del Interior. Polgar, por su parte, atajó las críticas diciendo que la tecnología va más rápido que la historia y, al parecer, la sumisión a la tecnología es también inexorable. Un diputado nacionalista que prefirió no enfrentar el credo tecnológico planteó, no obstante, que había que ver si parte de esa tecnología no se podía desarrollar en casa. De ninguna manera: el nuevo core bancario que está en proceso, y que Polgar describió como el nirvana tecnológico, es algo que sólo pueden encarar los más grandes; de todas formas, apuntó la oposición, eso es en los hechos privatizar aspectos esenciales de la operativa bancaria. El ministro descartó el concepto de privatización y explicó someramente que el costado político tiene que ver con la inclusión financiera, otro dogma inexorable.
Entre paréntesis, todos aquellos aspectos no vinculados al cierre parcial de sucursales fueron abordados muy tangencialmente por la oposición, y sólo se señaló, en una especie de nota al pie, que el pase a privados de la tarea de análisis de créditos era como “trabajar de los dos lados del mostrador”; o bien se señaló que la mención al desvío de ciertas tareas a “corresponsales” (que el banco utiliza desde hace años, aclaró Polgar, como si el pecado se convirtiera en virtud por el mero paso del tiempo) era admitir otra forma de privatización. Y el papel de los corresponsales, a los que se les paga un millón y medio de dólares mensuales, revela la inconsistencia del argumento según el cual los cierres parciales de sucursales obedecen a la poca operativa en ciertos lugares o la supresión de ventanillas de caja. “¿Por qué el privado se instala en un lugar donde no hay negocios?”, apuntaron representantes de la oposición, pero la pregunta quedó como retórica parlamentaria.
Sólo algunos diputados señalaron el hecho de que el conjunto de las medidas de “estrategia 20 20” –como definió Polgar– terminan beneficiando al sector financiero privado. Ni el ministro ni Polgar explicaron por qué el Banco República resignó el negocio de la financiación hipotecaria o la financiación de la compra de vehículos, como reclamó un legislador; y tampoco respondieron a las demandas de una diputada coloniense, quien cuestionó la base de la “buena salud” financiera del banco recordando que la mayor parte de los ingresos provienen de préstamos sociales, utilizados por trabajadores y jubilados que pagan un interés del 30 por ciento cuando la inflación es del 10 por ciento.
Los cuestionamientos de la oposición a la reestructura bancaria quedarán como alimento del canibalismo electoral; no parece haber fuerza parlamentaria para frenarla. Por eso un diputado oficialista señaló, como al pasar, que el problema será resuelto en ese mecanismo “ejemplar a nivel latinoamericano”: la negociación tripartita, en este caso el gobierno, el directorio del Brou y los trabajadores bancarios. Lo que no mencionó el legislador son los esfuerzos conjuntos de Aebu y de la bancada frenteamplista para desplazar el eje de la conducción del conflicto sindical. Este conflicto, protagonizado por los bancarios del Brou, que recrudeció en los últimos meses con ocupaciones de sucursales, enfrentó también la oposición de la mayoría de los dirigentes de Aebu Central y del Consejo de Banca Privada, que insólitamente defendieron a rajatabla al directorio del banco. La consecuencia fue que, en medio del conflicto, los llamados “sectores radicales” conquistaron la mayoría, en elecciones, del Consejo de Banca Oficial. Fue por ello que, para establecer nuevas estrategias, los dirigentes sindicales “frenteamplistas” se reunieron con la bancada oficialista, analizando alternativas; no fueron invitados los dirigentes que se oponen a la reestructura.
El llamado a comisión general transcurrió bajo el paraguas de buenas maneras casi versallescas: el ministro agradeció efusivamente haber sido invitado a exponer, y no hubo diputado que no iniciara su intervención agradeciendo la presencia de los representantes del Ejecutivo. Hubo sólo un timbre discordante, un falsete de mal gusto: un diputado oficialista, el único que se manifestó explícitamente en contra de la reestructura, denunció que uno de los directores del Banco República integra una empresa que había acordado licitaciones con el banco. El ministro dijo “sentirse obligado” a rechazar “de la forma más tajante y enérgica” cualquier insinuación en ese sentido. Y ahí quedó la cosa.
A cierta altura del debate varios diputados de la oposición pidieron, rogaron, al equipo económico que detuviera la reestructura, al menos para el Interior de la República. El ministro volvió a declarar que la reestructura “no tiene marcha atrás”, que es “inexorable”: los legisladores no tenían presente que la inexorabilidad es a prueba de ruegos.