lunes, 28 de noviembre de 2016

#HastaSiempreComandante: El mundo rinde honores a Fidel // Fidel, paradigma y leyenda por siempre por Armando Hart Dávalos // Evo: Fidel nos enseñó a levantar la voz frente al capitalismo // Pérez Esquivel: Fidel sigue iluminando el camino de los pueblos // Eduardo Galeano nos dejó este texto en honor a Fidel // “Fidel”, por Juan Gelman // Mi amigo Fidel por Frei Betto // Fidel, sinónimo de Revolución Por: Emir Sader // Fidel, su legado por Atilio Borón // Estado español: 20.000 personas exiguen libertad para los 7 de Altsasu // Chile: Hasta siempre Fidel // Argentina: CTA: Hasta la victoria siempre Fidel // Uruguay: PIT-CNT: “El mejor homenaje a Fidel es mantener su lucha por la emancipación de los pueblos”

#HastaSiempreComandante: El mundo rinde honores a Fidel

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Minuto a Minuto del Tributo a Fidel, sábado 26 de noviembre

RESUMEN INFORMATIVO DE CUBADEBATE
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Hasta Siempre Comandante
Fidel, el Comandante en Jefe, el líder de la Revolución cubana, nuestro Fidel, ha muerto en La Habana este viernes a las 10:29 de la noche. Cuba lo llora, pero también agradece haberlo tenido por 90 años, porque con él la Isla y la Revolución se hicieron de un lugar en el mapa de este mundo. Te vamos a extrañar, Comandante, y te vamos a querer siempre, como defenderemos esta Revolución que tú levantaste con los pobres de tu tierra.

21:43 - ¿Cómo están organizadas las honras fúnebres? (+ Infografía)

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Fidel, paradigma y leyenda por siempre

por Armando Hart Dávalos
Armando Hart Dávalos





Escritor y político cubano. Fue Ministro de Educación y de Cultura, y actualmente preside la Sociedad Cultural José Martí.
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Fidel Castro. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Fidel Castro. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel Castro. Eso ocurrió primero por referencias y más tarde personalmente, acrecentándose en la medida en que yo podía constatar las cualidades personales, extraordinaria inteligencia, firme voluntad para enfrentar con sabiduría las situaciones más complejas y la gran nobleza y solidaridad de Fidel con sus compañeros de luchas e ideales, que no era más que otra forma de expresión de su infinito amor a su pueblo.
Recuerdo que los sucesos del 10 de marzo de 1952, marcaron un momento decisivo en ese rumbo que condujo a ambos a encontrarnos en una estrecha comunidad de ideas y fueron ensanchándose poco a poco en la medida que me percataba —junto a otros valiosos compañeros en medio de la insurrección— de haber encontrado, finalmente, el liderazgo ético que por tanto tiempo habíamos buscado afanosamente, en un país que en esos momentos se debatía entre el desconcierto y la frustración.
El 26 de julio de 1953, fue para mí la confirmación heroica de todas aquellas ideas y elevó ante nosotros la figura de Fidel Castro y de los aguerridos jóvenes que lo acompañaron a “tomar el cielo por asalto”. Esos eran, definitivamente, el líder y el movimiento a que aspirábamos, el que Cuba necesitaba y dentro del cual valdrían la pena los mayores sacrificios, incluidos el de entregar la vida misma a la causa de la libertad y la justicia para el pueblo cubano.
Sin embargo, todavía estaba muy lejos de imaginar lo que el destino y la dura lucha me deparaban al respecto, e incluso entonces, no podía suponer que Fidel sería capaz de llegar a ser, la figura central, el organizador y el jefe de la Generación del Centenario, trascendiendo, incluso, nuestras fronteras nacionales y proyectándose hacia América Latina, el Caribe y el resto del mundo.
Pero no podía ser de otra manera, porque ese hombre que concibió, encabezó y ha defendido inteligentemente y sin vacilación alguna, la obra gigantesca de la Revolución cubana, estaba llamado a ser ─en el convulso universo de hoy─ un elevadísimo y poco común ejemplo de ética, cultura, seguridad, experiencia y firmeza de principios: todo ello en una sola pieza.
Para mí, en lo personal, como para todo el pueblo cubano y los demás pueblos que luchan contra la injusticia y la barbarie, es motivo de legítimo orgullo, haberlo conocido, haberlo seguido y acompañado, aprendiendo de sus decisiones y sus orientaciones oportunas y acertadas, desde la segunda mitad del siglo XX hasta acá. Y si hoy tuviera que resumir cuál es —a mi juicio— su rasgo más característico, diría que es su pensamiento ético. El que ha demostró y puso a prueba en los momentos más difíciles, desde los tiempos del Moncada, hasta que se convirtió en la fuerza esencial de la Revolución, con más de medio siglo victorioso.
Los cubanos no olvidaremos jamás, su talento, genio y originalidad, porque fue Fidel quien llevó al terreno de los hechos, los métodos y principios capaces de relacionar y articular dialécticamente las ideas del Socialismo con la tradición ética de la nación cubana, para hacerla triunfar.
No olvidaré jamás que Fidel, ese hombre bueno y con decoro, llevó a José Martí en la mente y en el corazón durante toda la vida y fue su mejor discípulo; porque enriqueció como nadie sus ideas, con el conocimiento y las vivencias de la práctica política y Fidel, fue también, el hombre que llevó en su privilegiada conciencia toda la ética y la sabiduría política que faltó en el siglo XX.
Nuestro pueblo agradecido, no olvidará sus valiosos e invaluables aportes a la paz y a la humanidad toda. Es cierto, que aunque no quisiera decirlo, es así, su ausencia representa un vacío que no podemos ni llenar y mucho menos olvidar, porque su vida y su inmensa obra de creación humana y revolucionaria, estarán siempre presentes en los cimientos mismos de estos empeños de transformación de un futuro superior para nuestros pueblos y países en Cuba, Latinoamérica y el mundo.
Desde lo más profundo de mi corazón le rindo mi homenaje más puro a ese gigante de la historia y le digo Gracias Fidel, por tu vida de sacrificio pleno dedicada a nuestro pueblo, por habernos regalado tu cubanía plena y tu ejemplar hoja de servicio a nuestra patria y a la humanidad, porque la Revolución cubana, es y será, ya para siempre, una referencia universal, al igual que el paradigma y la leyenda que tu vida y tus ideas representan, las que no serán enterradas jamás.
Por eso pregunto, quién dice que Fidel a muerto?, Fidel está y estará por siempre entre nosotros, porque los hombres así no mueren nunca, su vida de leyenda, de gigante, crece y crecerá con los días y la historia. Por eso un día como hoy, vienen a mi mente y mis entrañables recuerdos, los compañeros caídos a lo largo de más de medio siglo, esos que como él, combatiendo con heroicidad y decisión dieron lo mejor de su vida por su martiana patria.
Y de nuevo, Gracias Fidel y ante tu sagrada memoria, ratifico nuestro eterno agradecimiento y nuestro compromiso de que seguiremos  luchando por defender dignamente, tus ideales e idénticos principios a los que entregaste con tu insuperable y gallarda conducta de héroe legendario de la victoriosa y memorable Revolución cubana.
Ante tu recuerdo inolvidable, Comandante en Jefe de todas las batallas,  siento el deber sagrado de enlazar las consignas de la Nación y de la Revolución: Independencia o  Muerte, Libertad o Muerte, Patria o Muerte, Hasta la victoria siempre, porque para siempre Venceremos con el ejemplo de tu vida y tus ideas, querido, eterno e invicto Comandante.

Evo: Fidel nos enseñó a levantar la voz frente al capitalismo

27 de noviembre de 2016 - LIBRERED
El Comandante cubano Fidel Castro “fue un maestro de principios y valores, protector de los pueblos, guía en la lucha contra la dominación imperial y nos orientó cómo enfrentar las fuerzas hegemónicas”, expresó este sábado el presidente de Bolivia, Evo Morales.
Tras un minuto de silencio por la muerte de Fidel Castro, Morales subrayó que el líder de la Revolución cubana nos acompañó siempre, y nos enseñó a levantar la voz frente al capitalismo que nos roba y saquea los recursos naturales.
“Su lucha no solo fue para Cuba y Latinoamérica, sino para el mundo entero, de ahí nuestro homenaje a ese gran político, hombre que dio su vida por los pueblos del planeta”, manifestó el Jefe de Estado boliviano.
Su trayectoria sentenció Morales es envidiable y su ejemplo como el hombre más solidario del orbe es inalcanzable.
Fidel Castro estuvo a la vanguardia de los proyectos de integración latinoamericana y caribeña, prueba de ello fue su idea altruista de operar de la vista de manera gratuita a 100 mil latinoamericanos.
Lo vi compartir esa iniciativa con el extinto presidente venezolano, Hugo Chávez, y a mí me parecía algo imposible, pero ese sueño se hizo realidad en Bolivia, y 700 mil ciudadanos fueron intervenidos quirúrgicamente por médicos cubanos.
“Ese milagro es Fidel Castro, es la Revolución cubana”, enfatizó el primer presidente indígena de esta nación andinoamazónica.
Recientemente, comentó Morales, médicos cubanos protagonizaron una feria de salud, en la que fueron atendidos 12 mil bolivianos en el trópico de Cochambamba, por primera vez en la historia un especialista iba al paciente, y ese es el socialismo de la isla caribeña, ese es Fidel Castro.
Sabemos cómo es la lucha contra el imperialismo, pues sufrimos sus chantajes, de ahí que sea vital seguir el ejemplo de Fidel y de Chávez, pues ellos nos dejaron un programa para la liberación, indicó el mandatario boliviano.
Todos los países reflexionó Morales- tienen sus particularidades, Nicaragua, Ecuador, Venezuela, Cuba, pero Fidel Castro nos enseñó el Socialismo Comunitario, que es el sistema político que vamos construyendo.
Algunos festejan su muerte, los capitalistas piensan que sin Fidel y Chávez todo acabó, pero mientras exista pobreza, desigualdad y paz sin justicia social, la lucha prosigue, puntualizó Morales.
Fidel Castro aseguró el estadista es el soldado del pueblo, comandante de las fuerzas libertarias, y al igual que el guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara, su imagen y ejemplo estarán presentes en todo el mundo. - PL


Pérez Esquivel: Fidel sigue iluminando el camino de los pueblos

El premio Nobel de la Paz destacó la incansable lucha de Fidel Castro por la igualdad y libertad de los pueblos.

El premio Nobel de la Paz destacó la incansable lucha de Fidel Castro por la igualdad y libertad de los pueblos. | Foto: EFE
Publicado 26 noviembre 2016 - TELESUR

El Premio Nobel de la Paz resaltó que Fidel castro ha dejado el mundo sembrado con su pensamiento y su compromiso con el pueblo.


El ganador del Nobel de la Paz en 1980, , también se expresó por la muerte de Fidel

Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz en 1980, destacó este sábado la labor del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, y aseguró que, pese a su partida física, el testimonio de vida, la obra y lucha revolucionaria del antillano queda grabada en el mundo entero.
"Fidel permanece, Fidel sigue siendo esas luces que iluminan el camino de los pueblos", dijo Esquivel en entrevista para teleSUR.
Pérez Esquivel: Fidel seguirá iluminando los caminos de los pueblos
teleSUR tv https://youtu.be/jZKsesg_CqM
El Premio Nobel relató que durante los últimos meses conversó en varias ocasiones con Castro y aseguró que en cada diálogo el revolucionario ponía de manifiesto su gran compromiso con el pueblo.
>>En directo: Reacciones tras la muerte de Fidel Castro
Asmismo, Esquivel consideró que aunque mucho se habla de la época revolucionaria de Fidel y de su lucha armada, es importante hacer un recuento de todo lo que construyó durante 60 años de trabajo en materia de educación, salud, cooperación con los pueblos más necesitados e igualdad.
Fidel "es uno de los grandes líderes que ha dejado sembrado el mundo de sus pensamientos", añadió.
El defensor de los derechos humanos y escritos argentino señaló que, en una de sus últimas conversaciones con Fidel Castro, el revolucionario habló mucho sobre su preocupación el fracking, una práctica que se hace "sin sentido por la especulación financiera y el daño que hace para la vida de los pueblos".


Eduardo Galeano nos dejó este texto en honor a Fidel

El escritor uruguayo Eduardo Galeano. Foto tomada de La Tercera.
CUBADEBATE - El escritor uruguayo Eduardo Galeano. Foto tomada de La Tercera.
Sus enemigos dicen que fue rey sin corona y que confundía la unidad con la unanimidad.
Y en eso sus enemigos tienen razón.
Sus enemigos dicen que si Napoleón hubiera tenido un diario como el “granmma”, ningún francés se habría enterado del desastre de Waterloo.
Y en eso sus enemigos tienen razón.
Sus enemigos dicen que ejerció el poder hablando mucho y escuchando poco, porque estaba más acostumbrado a los ecos que a las voces.
Y en eso sus enemigos tienen razón.
Pero sus enemigos no dicen que no fue por posar para la Historia que puso el pecho a las balas cuando vino la invasión, que enfrentó a los huracanes de igual a igual, de huracán a huracán, que sobrevivió a 637 atentados, que su contagiosa energía fue decisiva para convertir una colonia en patria, y que no fue por hechizo de Mandinga ni por milagro de Dios que esa nueva patria pudo sobrevivir a 10 presidentes de los estados unidos, que tenían puesta la servilleta para almorzarla con cuchillo y tenedor.
Y sus enemigos no dicen que Cuba es un raro país que no compite en la copa mundial del felpudo.
Y no dicen que esta revolución, crecida en el castigo, es lo que pudo ser y no lo que quiso ser. Ni dicen en gran medida el muro entre el deseo y la realidad fue haciéndose más alto y más ancho gracias al bloqueo imperial, que ahogó el desarrollo de una democracia a la cubana, obligó a la militarización de la sociedad y otorgó a la burocracia, que para cada solución tiene un problema, las coartadas que necesita para justificarse y perpetuarse.
Y no dicen que a pesar de todos los pesares, a pesar de las agresiones de afuera y de las arbitrariedades de adentro, esta isla sufrida pero porfiadamente alegre ha generado la sociedad latinoamericana menos injusta.
Y sus enemigos no dicen que esa hazaña fue obra del sacrificio de su pueblo, pero también fue obra de la tozuda voluntad y el anticuado sentido del honor de este caballero que siempre se batió por los perdedores, como aquel famoso colega suyo de los campos de Castilla.
Del libro Espejos. Una historia casi universal. Siglo XXI Editores, 2008.



“Fidel”, por Juan Gelman

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dirán exactamente de fidel
gran conductor el que incendió la historia etcétera
pero el pueblo lo llama el caballo y es cierto
fidel montó sobre fidel un día
se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte
pero más todavía contra el polvo del alma
la Historia parlará de sus hechos gloriosos
prefiero recordarlo en el rincón del día
en que miró su tierra y dijo soy la tierra
en que miró su pueblo y dijo soy el pueblo
y abolió sus dolores sus sombras sus olvidos
y solo contra el mundo levantó en una estaca
su propio corazón el único que tuvo
lo desplegó en el aire como una gran bandera
como un fuego encendido contra la noche oscura
como un golpe de amor en la cara del miedo
como un hombre que entra temblando en el amor
alzó su corazón lo agitaba en el aire
lo daba de comer de beber de encender
fidel es un país
yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro
la Historia arreglará sus cuentas allá ella
pero lo vi cuando subía gente por sus hubiéramos
buenas noches Historia agranda tus portones
entramos con fidel con el caballo.

Fuente: Gelman, Juan (2003). Pesar todo (Antología). La Habana: Fondo Editorial de Casa de las Américas. Pág.51



Mi amigo Fidel

por Frei Betto
Frei Betto





Teólogo brasileño y uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación. Es el autor del libro “Fidel y la Religión”.
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Fidel y Frei Betto el domingo 16 de febrero de 2014.
Fidel y Frei Betto el domingo 16 de febrero de 2014.
He perdido un gran amigo. Nuestro último encuentro fue el 13 de agosto, cuando cumplió los 90 años. Me recibió en su casa, en La Habana, y por la tarde fuimos al teatro Karl Marx, donde fue homenajeado con un espectáculo musical. A pesar de que tenía su organismo debilitado, caminó sin apoyo desde la entrada del teatro hasta su butaca.
Con Fidel desaparece el último gran líder político del siglo 20, y el único que logró sobrevivir más de 50 años a su propia obra: la Revolución Cubana. Gracias a ella la pequeña isla dejó de ser el prostíbulo del Caribe, explotado por la mafia, para convertirse en una nación respetada, soberana y solidaria, que mantiene profesionales de la salud y de la educación en más de cien países, ocluyendo el Brasil.
Conocí a Fidel en 1980, en Managua. Lo que llamaba la atención a primera vista era su imponencia. Parecía mayor de lo que era, y el uniforme militar le revestía de un simbolismo que transmitía autoridad y decisión. Daba la impresión de que cualquier butaca era demasiado estrecha para su corpachón. Cuando entraba en un recinto era como si todo el espacio fuera ocupado por su aura. Todos esperaban que él tomara la iniciativa, escogiera el tema de la conversación, hiciera una propuesta o lanzara una idea, mientras que él persistía en la ilusión de que su presencia era una más y que lo tratarían sin ceremonias ni reverencias. Como en la canción de Cole Porter, él debía preguntarse si acaso no sería más feliz siendo un sencillo hombre de campo, sin la fama de que estaba revestido. En cierta ocasión el escritor colombiano Gabriel García Márquez, de quien era gran amigo, le preguntó si sentía la falta de algo y Fidel respondió: “El poder quedarme parado, anónimo, en una esquina”.
Otro detalle que sorprendía en Fidel era su timbre de voz. Su tono de falsete contrastaba con su corpulencia. A veces hablaba tan suave que sus interlocutores debían ponerle mucha atención. Y cuando hablaba no le gustaba ser interrumpido. Pero no monopolizaba el uso de la palabra. Nunca he conocido a nadie a quien le gustase tanto conversar como él. Siempre que no fuesen encuentros protocolares, en los que las mentiras diplomáticas suenan como verdades definitivas. Fidel no sabía recibir a una persona durante sólo diez o veinte minutos.
Por invitación de los obispos de su país y del propio Fidel, actué en el asunto de la libertad religiosa en Cuba, facilitado por la entrevista contenida en el libro Fidel y la religión, en la cual el líder comunista aprecia positiva el fenómeno religioso.
No sabría decir cuántas conversaciones privadas he tenido con Fidel. Una curiosidad es que este hombre, capaz de entretener a la multitud durante tres o cuatro horas, detestaba, como yo, hablar por teléfono. En las pocas veces que le vi al aparato siempre fue muy parco.
Mis frecuentes viajes a La Habana estrecharon nuestros lazos de amistad. En el prefacio que generosamente escribió para mi biografía, lanzada esta semana por la editora Civilización Brasileña, Fidel subraya que defiendo a Cuba “sin dejar de sustentar puntos de vista discrepantes o diferentes de los nuestros”. En la década de 1980, cuando expresé críticas a la Revolución, el Comandante replicó: “Es su derecho. Es más: es su deber”.
Todas las veces que lo visitaba en su casa, después que dejó el gobierno, le llevaba chocolates amargos, su preferido, castañas y libros en español sobre cosmología y astrofísica. Conversábamos sobre la coyuntura política mundial, su admiración por el papa Francisco y, especialmente, sobre cosmología. Le conté que al visitar a Oscar Niemeyer, poco antes de la muerte del arquitecto brasileño, ya centenario, me dijo éste, animado, que cada semana reunía en su despacho a un grupo de amigos para recibir clase de cosmología. El hecho de que dos eminentes comunistas se interesaran tanto por el tema, comenté con Fidel, me hizo recordar una escena de la película “La teoría del todo”, en la cual el protagonista del famoso físico inglés Stephen Hawking, todavía estudiante en Cambridge, le pregunta a una muchacha con quien iniciaba un romance: “¿Qué estudia usted? Historia, responde ella. Él le dice: Yo estudio cosmología. ¿Qué es eso?, indaga ella. Y él responde: Una religión para ateos inteligentes”.
Tengo para mí que Fidel, alumno interno de colegios religiosos durante diez años, abandonó la fe cristiana al abrazar el marxismo. De algunos años para acá me queda la impresión nítida de que se volvió agnóstico. Varias veces me pidió, al despedirnos: “Ore por nosotros”. Tengo la certeza de que Fidel transvivenció feliz con su coherencia de vida.


Fidel, sinónimo de Revolución

Por: Emir Sader
Fidel se ha vuelto sinónimo de Revolución, desde que las primeras fotos de aquellos barbudos que habían tumbado un dictador en el ya lejano año de 1959. Más todavía para nosotros, en América Latina, para quienes la revolución era un fenómeno distante en el tiempo y en el espacio –en Rusia, en China, con Lenin, con Mao–. Fue Cuba y con Fidel, quien planteó para nosotros y para tantas generaciones, la revolución como actualidad y apuntó hacia que la revolución era posible, aquí mismo en el nuestro continente.

Fidel encarnó a la revolución en América Latina, pero también para todo el mundo, porque Cuba levantaba de nuevo la idea del socialismo, cuando este se había vuelto algo aparentemente petrificado, postergado.     
Yo empecé mi militancia política en 1959 repartiendo un periódico –Acción Socialista –, que tenía estampada la imagen de unos barbudos que habían tumbado un dictador  –en aquel momento, de América Central, no se hablaba por aquí todavía de Caribe–, posando como si fueran jugadores de fútbol. Luego mi generación se volvió la generación de la Revolución Cubana, que nos sedujo a tantos, con la convocatoria de los estudiantes para terminar con el analfabetismo en Cuba, con la reforma agraria, con la reforma urbana, con la fundación de la Casa de las Américas, con la soberanía frente al imperialismo, con la proclamación de la Revolución como una Revolución Socialista, con la resistencia en contra del intento de invasión de Bahía de los Cochinos, frente al intento de cerco naval a la isla, con todo lo que venía de allá, que nos alentaba y nos apuntaba caminos.

Solo pude ver a Fidel cuando visitó Chile, durante el gobierno de Allende. En sus varias visitas por ese país, hasta su discurso final en el Estadio Nacional. Después, inmediatamente después del golpe en Chile, pude encontrarme con el por primera vez, en La Habana, para discutir las consecuencias del golpe.
Inolvidable verlo entrar, enorme, alto, enérgico, simpático, afectuoso. Ver como é tenía infinita capacidad de oír a las personas, de preguntar mucho, sobre Chile, sobre el golpe, sobre Allende, sobre Miguel Enríquez y el MIR, sobre Brasil.

Tuve el privilegio de convivir con su presencia en la vida cubana por muchos años, conocer cómo un dirigente se interesa por todo lo cotidiano de un país y del mundo, pronunciarse todo el tiempo sobre todos los problemas, ser el más radical crítico de la Revolución, apuntando problemas y alternativas, implacable con los errores, pero siempre apuntando hacia alternativas y despertando esperanzas.

Haber presenciado sus discursos en la Plaza de la Revolución tantas y tantas veces es de las experiencias más impresionantes que uno pueda tener. En una de esas concentraciones, siempre para millones de personas, se homenajeaba a los muertos por el acto terrorista que tumbó a un avión cubano, que mató, entre otras personas, a un equipo de deportistas juveniles cubanos. Con todos los cuerpos presentes en la Plaza, Fidel hizo uno de sus discursos más emocionantes, que concluyó diciendo: “Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla.” Provocó  las lágrimas de aquellos cubanos que se habían desplazado de todas partes para oírlo hablar durante horas al sol.

Fidel siempre sorprendió a todos con su audacia. Desde aquella primera, el asalto al cuartel Moncada, al desembarco del Granma, hasta sus iniciativas posteriores,  ya desde el poder, valiéndose siempre del factor sorpresa de la guerrilla.  Cuando Fidel abrió las puertas de todas las embajadas  para que los que quisieran irse de Cuba se fueran. Permitiendo que llegaran embarcaciones desde Miami, para recogerlos. Un gesto audaz que él supo revertir a favor de la Revolución, como todo lo que él hacía.

Como cuando proclamó que el chico Elián sería recuperado por Cuba, objetivo que parecía imposible pero que él  logró. Como cuando él afirmó que Cuba recuperaría a sus 5 héroes presos en EUA, lo cual parecía absolutamente inviable, pero él supo construir, una vez más, la estrategia victoriosa para conseguir una vez más lo imposible.

Fidel fue sinónimo de Revolución por más de 50 anos. Quien quisiera saber de Revolución y del Socialismo bastará dirigir sus miradas hacia él. Él, junto con el Che, apuntará para tantas generaciones el horizonte del socialismo, de la Revolución, del compromiso militante.

Fidel fue la personificación de la Revolución y del Socialismo. Su vida y sus palabras han sonado siempre como la voz más fuerte, más digna, más vibrante, con más esperanza, con más coraje que la Historia ha conocido.


Fidel, su legado

por Atilio Borón
Atilio Borón





Economista y periodista argentino, quien dirigió Clacso.
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La desaparición física de Fidel hace que el corazón y el cerebro pugnen por controlar el caos de sensaciones y de ideas que desata su tránsito hacia la inmortalidad. Recuerdos que se arremolinan y se superponen, entremezclando imágenes, palabras, gestos (¡qué gestualidad la de Fidel, por favor!), entonaciones, ironías, pero sobre todo ideas, muchas ideas. Fue un martiano a carta cabal. Creía firmemente aquello que decía el Apóstol: trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras. Sin duda que Fidel era un gran estratega militar, comprobado no sólo en la Sierra Maestra sino en su cuidadosa planificación de la gran batalla de Cuito Cuanevale, librada en Angola entre diciembre deb1987 y marzo de 1988, y que precipitó el derrumbe del régimen racista sudafricano y la frustración de los planes de Estados Unidos en África meridional. Pero además era un consumado político, un hombre con una fenomenal capacidad para leer la coyuntura, tanto interna como internacional, cosa que le permitió convertir a su querida Cuba -a nuestra Cuba en realidad- en una protagonista de primer orden en algunos de los grandes conflictos internacionales que agitaron la segunda mitad del siglo veinte. Ningún otro país de la región logró algo siquiera parecido a lo que consiguiera Fidel. Cuba brindó un apoyo decisivo para la consolidación de la revolución en Argelia, derrotando al colonialismo francés en su último bastión; Cuba estuvo junto a Vietnam desde el primer momento, y su cooperación resultó de ser de enorme valor para ese pueblo sometido al genocidio norteamericano; Cuba estuvo siempre junto a los palestinos y jamás dudó acerca de cuál era el lado correcto en el conflicto árabe-israelí; Cuba fue decisiva, según Nelson Mandela, para redefinir el mapa sociopolítico del sur del continente africano y acabar con el apartheid. Países como Brasil, México, Argentina, con economías, territorios y poblaciones más grandes, jamás lograron ejercer tal gravitación en los asuntos mundiales. Pero Cuba tenía a Fidel …
Martiano y también bolivariano: para Fidel la unidad de América Latina y, más aún, la de los pueblos y naciones del por entonces llamado Tercer Mundo, era esencial. Por eso crea la Tricontinental en Enero de 1966, para apoyar y coordinar las luchas de liberación nacional en África, Asia y América Latina y el Caribe. Sabía, como pocos, que la unidad era imprescindible para contener y derrotar al imperialismo norteamericano. Que en su dispersión nuestros pueblos eran víctimas indefensas del despotismo de Estados Unidos, y que era urgente e imprescindible retomar los iniciativas propuestas por Simón Bolívar en el Congreso Anfictiónico de 1826, ya anticipadas en su célebre Carta de Jamaica de 1815. En línea con esas ideas Fidel fue el gran estratega del proceso de creciente integración supranacional que comienza a germinar en Nuestra América desde finales del siglo pasado, cuando encontró en la figura de Hugo Chávez Frías el mariscal de campo que necesitaba para materializar sus ideas. La colaboración entre estos dos gigantes de Nuestra América abrió las puertas a un inédito proceso de cambios y transformaciones que dio por tierra con el más importante proyecto económico y geopolítico que el imperio había elaborado para el hemisferio: el ALCA.
Estratega militar, político pero también intelectual. Raro caso de un jefe de estado siempre dispuesto a escuchar y a debatir, y que jamás incurrió en la soberbia que tan a menudo obnubila el entendimiento de los líderes. Tuve la inmensa fortuna de asistir a un intenso pero respetuoso intercambio de ideas entre Fidel y Noam Chomsky acerca de la crisis de los misiles de Octubre de 1962 o de la Operación Mangosta, y en ningún momento el anfitrión prestó oídos sordos a lo que decía el visitante norteamericano. Una imagen imborrable es la de Fidel participando en numerosos eventos escenificados en Cuba –sean los encuentros sobre la Globalización organizados por la ANEC; los de la Oficina de Estudios Martianos o la Asamblea de CLACSO en Octubre del 2003- y sentado en la primera fila de la platea, munido de un cuadernito y su lapicera, escuchando durante horas a los conferencistas y tomando cuidadosa nota de sus intervenciones. A veces pedía la palabra y asombraba al auditorio con una síntesis magistral de lo dicho en las cuatro horas previas, o sacando conclusiones sorprendentes que nadie había imaginado. Por eso le decía a su pueblo “no crean, lean”, fiel reflejo del respeto que sentía por la labor intelectual.
Al igual que Chávez, Fidel un hombre cultísimo y un lector insaciable. Su pasión por la información exacta y minuciosa era inagotable. Recuerdo que en una de las reuniones preparatorias de la Asamblea de Clacso del 2003 nos dijo: “recuerden que Dios no existe, pero está en los detalles” y nada, por insignificante que pareciera, debía ser librado al azar. En la Cumbre de la Tierra de Río (1992) advirtió ante el escepticismo o la sonrisa socarrona de sus mediocres colegas (Menem, Fujimori, Bush padre, Felipe González, etcétera) que la humanidad era “una especie en peligro” y que lo que hoy llamamos cambio climático constituía una amenaza mortal. Como un águila que vuela alto y ve lejos advirtió veinte años antes que los demás la gravedad de un problema que hoy está en la boca de cualquiera.
Fidel ha muerto, pero su legado –como el del Che y el de Chávez- vivirá para siempre. Su exhortación a la unidad, a la solidaridad, al internacionalismo antiimperialista; su reivindicación del socialismo, de Martí, su creativa apropiación del marxismo y de la tradición leninista; su advertencia de que la osadía de los pueblos que quieren crear un mundo nuevo inevitablemente será castigada por la derecha con un atroz escarmiento y que para evitar tan fatídico desenlace es imprescindible concretar sin demora las tareas fundamentales de la revolución, todo esto, en suma, constituye un acervo esencial para el futuro de las luchas emancipatorias de nuestros pueblos.


Fidel, una Revolución de utopías

Por: Ilka Oliva Corado
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Fidel y Mandela en La Habana.
Fidel y Mandela en La Habana.
Hemos tenido el privilegio generacional de haber conocido a un hombre que marcó la historia de América Latina y el mundo. Al estadista más brillante que pudo parir la Patria Grande. Al luchador incansable por la equidad, la igualdad social y la justicia. Hemos tenido el honor de haber conocido la integridad en palabra y acción, de un hombre que demostró con su propia vida, que la conciencia, los ideales y los principios ni se compran ni se venden. ¡Se defienden!
A un líder auténtico y natural. A un incansable defensor de los derechos humanos y de la libertad de los pueblos mancillados por la opresión y el oprobio. Hemos coincidido en la historia del tiempo, con un hombre leal, lúcido y consecuente. No hay palabras que alcancen a expresar ni en la poesía más hermosa, ni en el discurso más estudiado, la trascendencia de un ser humano como Fidel.
La inmortalidad se la han ganado pocos en la historia de la humanidad, Fidel es uno de ellos. Deja un legado de amor, hermandad y consecuencia política y humana en los pueblos del mundo. Cualquiera que piense en Revolución, en cualquier lugar del mundo, debe tener como guía a Fidel y al pueblo cubano. Cualquiera que piense en rebelión tendrá que saber que el mismísimo Fidel Castro Ruz lo es. Es una rebelión inimitable en cada célula y en cada palabra. En cada acción. En cada anhelo y en la utopía vuelta realidad.
Hemos sido privilegiados al conocer a uno de los hombres más insignes de todos los tiempos. Nuestro deber es continuar con su legado. Nos deja una enorme lección de humanidad y humildad. De hermandad. De integridad, identidad y conciencia.
A Fidel no hay que llorarlo, debemos aprenderle y honrarlo. Celebrar y agradecer haber tenido a un hermano que pasó por la tierra dejando huellas imborrables en la dignidad de los pueblos. Honrarlo en nuestras luchas por los mismos ideales: un mundo justo, equitativo e igualitario. Libre.
Fidel no se va, se queda en la inmortalidad del tiempo, en los corazones y los anhelos de los pueblos que luchan por su libertad.
Fidel no se va, se ha vuelto poesía, viento, luz, se ha vuelto río, volcán, vereda. Se ha vuelto una Revolución eterna que ni la muerte podrá doblegar.