Entre la tarde del 8 de
marzo y la madrugada del 10, Venezuela fue víctima de un nuevo ataque de
sabotaje, el mayor en su historia republicana, esta vez a la central
hidroeléctrica del Guri, que dejó sin electricidad a por lo menos un 80%
de la población, con el objetivo de socavar todo intento por parte del
Gobierno venezolano de lograr la estabilización de la economía y frenar
el cuadro insurreccional que Estados Unidos y sus delfines como Juan
Guaidó intentan culminar exitosamente en el país.
1. La preparación del shock. Previo al sabotaje que estremeció al conjunto del Sistema Eléctrico Nacional, dejando sin luz a gran parte del país durante los últimos dos días, varios movimientos y pronunciamientos anunciaban que recurrirían a una acción de fuerza bruta.
El retorno falsamente épico de Guaidó duró menos de lo esperado en cartelera, ante la llegada del "presidente interino" no hubo deserciones críticas en la FANB que mezcladas con una revuelta social generalizada lo instalara en Miraflores para ejercer el poder. Ese round de recuperación (su gloriosa llegada a Maiquetía), tras la derrota del 23 de febrero, día en que dio por sentado el ingreso de la "ayuda humanitaria", no surtió efecto más allá del frenesí temporal de los medios. En consecuencia, Guaidó volvió al incómodo punto de partida de hace dos meses. Desgastado por la derrota del 23 de febrero y sin acciones concretas de mando presidencial que lo catapulten a lo interno, la orquestación de las siguientes operaciones correría a totalidad por cuenta de Estados Unidos.
Un excitado como de costumbre Marco Rubio, anunciaba horas antes del apagón que los "Venezolanos vivirán la más severa escasez de alimentos y gasolina", dejando ver que tenía conocimiento de que algún tipo de shock se suscitaría en las próximas horas. Por su parte, el gobierno ruso emitió un comunicado alertando que "Estados Unidos está elaborando un plan de respaldo que trata de introducir en Venezuela grupos armados ilegales entrenados con el fin de llevar a cabo sabotajes y actividades subversivas". La guerra sucia en curso fue alertada por ambos bandos del conflicto geopolítico sobre Venezuela.
La profecía autocumplida de Rubio se hizo realidad en un apagón generalizado que tuvo un impacto ampliado en la red bancaria, de telecomunicaciones y de servicios públicos vitales del país (hospitales, provisión de agua, transporte, etc.), obstaculizando de forma prolongada su funcionamiento y paralizando las actividades rutinarias de la población. En resumen, un ataque encubierto al centro de gravitación del sistema eléctrico venezolano, planificado para agudizar el malestar social y económico, reflotar la narrativa de "crisis humanitaria" y "Estado fallido", con la cual esperan reactivar el alicaído liderazgo de Guaidó.
Pero esta tendencia de apelar a las opciones antipolíticas y de guerra no convencional cuando los recursos políticos no dan resultados, no es nueva ni reciente (basta recordar los ataques eléctricos continuados cuando las revoluciones de color de 2014 y 2017 entraron en reflujo). A su modo Bloomberg lo insinuó en su último reportaje. El desgaste de Guaidó, su incapacidad para encabezar un proceso de transición más o menos serio, despeja el terreno para que los ataques como los del Guri, la violencia armada, la guerra irregular al estilo Contra nicaragüense, se conviertan en alternativas "legítimas" y "urgentes" para confrontar al chavismo. De esas formas de guerra tiene amplio conocimiento el delegado de Trump hacia Venezuela, Elliott Abrams, el papá de la guerra mercenaria contra Nicaragua en los 80.
2. Embargo y sanciones: las armas de destrucción masiva. A las vulnerabilidades históricas de un sistema eléctrico dependiente de los ingresos de la renta petrolera, se ha sumado una feroz política de sanciones financieras que ha mermado la capacidad de inversión pública en ramas estratégicas del Estado. Se contabilizan en 30 mil millones de dólares el dinero venezolano embargado por Estados Unidos, que utilizando como herramienta el "gobierno paralelo" de Guaidó, ha dejado al país sin recursos líquidos para atender las dificultades que estimulan las sanciones. Mientras tanto, Guaidó usa el dinero embargado, según él, para cancelar opacamente algunos intereses de la deuda externa.
El sistema eléctrico nacional ha estado bajo ataque por una mezcla explosiva entre desinversión potenciada por el bloqueo financiero, pérdida de personal técnico especializado por la depreciación del salario y operaciones de sabotaje sistemático, las últimas puestas siempre en vigor cuando la ofensiva política la recupera el chavismo. Razón tenía Chris Floyd, autor del libro The Empire Burlesque en designar las sanciones financieras como un "holocausto": el empleo de esta arma de destrucción masiva en países como Irak, Irán y Siria, da cuenta de que el daño a la infraestructura crítica es similar a una intensa campaña de bombardeos con misiles crucero.
3. La modalidad del golpe cibernético y crimen de lesa humanidad. En un primer momento, y así lo haría saber Guaidó con su llamado a un "paro nacional" el pasado martes frente a algunos sindicatos de la administración pública, una acción de fuerza vendría a precipitar esa parálisis anunciada. La modalidad de fabricar una situación de colapso, como cuando la plataforma de pagos Credicard, en 2016, anuló su sistema para interrumpir todas las actividades comerciales y económicas del país, esta vez fue ejecutada ampliando su radio de afectación.
Y es que la carga de estrés y descontento que se busca inducir en la población, a modo de combustible para estimular una situación de anarquía generalizada, que de alguna manera pudiera ser canalizada en protestas violentas a favor de Guaidó, indica que la estrategia de caos (mediante sabotaje cibernético y artesanal focalizado hacia infraestructuras críticas que hacen funcionar al país) es utilizada como herramienta de shock masivo con el objetivo de desgastar a la población. La operación no es solo de guerra eléctrica, pues sus consecuencias cubren todas las actividades rutinarias de la sociedad venezolana, a la cual se le obstaculiza el acceso a los alimentos, al servicio hospitalario y a las comunicaciones básicas. Los focos violentos que buscaron prender se extinguieron rápido ante un clima de agotamiento colectivo que esperaba la llegada de la electricidad.
Un crimen de lesa humanidad visto a la luz del Estatuto de Roma y de la legislación internacional, en tanto se busca la destrucción física de un grupo poblacional utilizando como armas de guerra los elementos básicos de su subsistencia.
Marco Rubio y Mike Pompeo reaccionaron de forma jocosa ante el apagón imprimiéndole una carga de humillación y sadismo que refleja con exactitud las motivaciones y la estrategia de fondo del golpe contra Venezuela: a medida que el "plan Guaidó" falla en sus objetivos de alcanzar la fractura de la FANB que deponga a Maduro, la población civil (sin discriminación ideológica) asciende a víctima de primer orden de las continuas agresiones militares encubiertas que encabeza Estados Unidos.
Este golpe cibernético contra el sistema eléctrico nacional implica una agresión militar de facto, una extensión de la ocurrida en la frontera colombo-venezolana el 23 de febrero.
4. No es un fin en sí mismo: condiciones para la guerra irregular. Desde el regreso de Guaidó su proyección en medios se ha vuelto marginal. Esta premeditada reducción de su visibilidad, contrasta con el peso cada vez mayor que tiene en cuanto a la orientación del cambio de régimen el Comando Sur, John Bolton, Marco Rubio y Mike Pompeo. En tal sentido, los efectos nocivos del apagón encajan a la perfección con la narrativa de "crisis humanitaria", bajo la cual el Comando Sur y la ultra derecha venezolana, desde 2016, movilizan la "urgencia" de activar un dispositivo de "intervención humanitaria" que neutralice la prohibición del Congreso estadounidense, del Consejo de Seguridad de la ONU y del consenso pragmático por la no intervención que se ha gestado en Latinoamérica.
Sin embargo, el apagón como tal no es un fin en sí mismo. En un nivel operativo, pareciera más bien, sobre todo por el blackout que generó la interrupción del sistema eléctrico, que se trata de una maniobra para agudizar las vulnerabilidades del país y medir la capacidad de respuesta militar de los sistemas defensivos de la República de cara a una acción militar irregular y mercenaria, que aprovecharía el contexto de bloqueo informativo para encubrir incursiones armadas, su mapa operacional y a los responsables directos en el terreno.
Con el apagón buscan darle concreción física a la "crisis humanitaria", ya no sólo a nivel propagandístico, sino aprovechando las bajas humanas y complicaciones de distinto orden que ha generado la operación de sabotaje.
5. Características de la agresión. Esta vez no hubo un ataque a subestaciones o a líneas de transmisión eléctrica, como se había ensayado en distintas ocasiones, según manuales de sabotaje de la CIA contra la Nicaragua sandinista de los 80, ya desclasificados.
Cabe acotar que el software usado (llamado Scada) en el Sistema de Control Automatizado (SCA) que operativiza el funcionamiento de los motores es el creado por la empresa ABB, que desde hace años no trabaja en el país. Esta empresa ABB, que en Venezuela trabajó como Consorcio Trilateral ABB (ABB Venezuela, ABB Canadá, ABB Suiza), diseñó un proyecto de modernización del Guri a finales de la década pasada, durante el gobierno de Hugo Chávez, en el que describe a profundidad tanto el sistema atacado como la organización básica del Guri.
El analista geopolítico Vladimir Adrianza Salas, en entrevista con TeleSur, relaciona el ataque con el consorcio. Explicó que el embalse del Guri "requiere un sistema de control que técnicamente se llama 'sistema scada', el cual no es otra cosa que un sistema de supervisión, control y requisición de datos que permite, desde la perspectiva informática, controlar todos los elementos de generación de energía. Si saboteas esto, saboteas el funcionamiento. Pero para sabotear esto necesitas dos cosas: o debes tener acceso desde afuera o debes tener complicidad interna para modificar los procesos".
Precedentes de este tipo se encuentran en países atacados o presionados directamente por Estados Unidos, como Irak y el Líbano, donde los apagones han sido sistemáticos y de forma consecutiva, uno tras otro durante decenas de horas. Las "réplicas" en la interrupción del suministro de energía responderían a estas secuencias de ofensivas que ya han sido experimentadas en otros contextos de guerra asimétrica e irregular.
La creación de ejércitos de hackers y de materiales de ciberguerra por parte de la CIA y la NSA ha sido documentado por esta tribuna: reseñamos un documental en el que explicaba el origen del virus Stuxnet, por el que se debe señalar los pasillos de estas agencias de inteligencia estadounidenses. Aquel instrumento de ciberataque tuvo como objetivo tanto el sabotaje en las instalaciones de investigación nuclear en Irán como el fin de instalar un cuadro circunstancial que pudiera concluir en un ataque a la red nacional automatizada iraní de electricidad (sistema análogo al del Guri), en caso de guerra declarada entre Washington y la República Islámica.
El presidente Nicolás Maduro, en horas de la tarde noche del 9 de marzo, aseguró que este el más grande ataque contra Venezuela en los últimos 200 años republicanos, luego de que se extendiera, de manera intermitente, el ataque al sistema eléctrico nacional a las 60 horas.
Así, el apagón busca frenar estas tendencias de recuperación social, política y económica, agravando mediante un boicot generalizado los medios de pago, el acceso a los alimentos y a los hospitales y el desenvolvimiento normal de la sociedad venezolana. De igual forma, la agresividad del ataque tiene como objetivo debilitar la producción petrolera e industrial del país.
7. La conciencia del país (recordar 2002-2003) y el pulseo de la intervención. Así como en 2002, la población venezolana ha vivido una prueba de fuego generalizada. Una operación de sabotaje dirigida a precipitar un caos generalizado, que ponga en riesgo la salud y la alimentación de la gente, la actividad económica del país, sus telecomunicaciones y nuestras rutinas más básicas, nos retrotrae al paisaje del sabotaje petrolero de los años 2002-2003, donde la oposición de ese momento, los mismos que gestionan una intervención junto a Estados Unidos y Colombia, ejecutaron un estado de sitio paralizando la industria petrolera.
La reacción de la población, atacada psicológicamente durante los últimos años con el fin de estimularla a una guerra civil que posibilite una intervención, ha sido adversa al cálculo del sabotaje. Se ha impuesto la calma, el empleo de reverberos en los edificios y barrios para cocinar, la movilización de los recursos físicos del país para atender las emergencias más apremiantes; pero sobre todo la vocación generalizada del país de no caer en una provocación que busca desembocar en una confrontación civil y armada. La violencia fue derrotada como en 2002-2003, ese paisaje que marca nuestra historia contemporánea hoy ofrece la lección de que tras una prueba de fuego superada, donde la brutalidad del golpe es de impacto masivo, la cohesión del pueblo se reafirma.
Al cierre de esta publicación, Juan Guaidó intenta canalizar el impacto del apagón para "declarar una emergencia extraordinaria" en la Asamblea Nacional, porque según él "llegó el momento de dar el paso", coqueteando con la idea de usar la Constitución para legitimar una intervención. Justamente en esa orientación a modo de cierre del ciclo del sabotaje, puede verse que el fin del apagón intenta fabricar las condiciones de anarquía, caos y ausencia de servicios vitales, para presionar por una "intervención humanitaria" en suelo venezolano, con el beneplácito de la Asamblea Nacional y la "coalición de países" latinoamericanos, prestos a una acción de fuerza, que está armando John Bolton.
Esa presión, sin embargo, es específica y escalonada. Ante la llegada de la misión técnica de la Alta Comisionada de DDHH, el apagón buscará ser canalizado hacia un engorde del expediente de la "crisis humanitaria" en Venezuela, que bien agenciado y promovido en los medios, pueda resultar en un cambio de posturas a nivel de la región, de la misma ONU, del Congreso estadounidense, sobre la "urgencia" de una acción de "socorro humanitario" solicitada por el "gobierno paralelo".
Una maniobra que baja el telón para Guaidó, quien preso de un plan mal concebido y dependiente de la cadena de mando del gabinete de la guerra contra Venezuela en Washington, debe ser sacrificado en función de abrirle a la guerra. Imagen lo suficientemente convincente del sacrificio, es que un política use una palanca del poder del Estado, en este caso la Asamblea Nacional, para legitimar una intervención militar extranjera. Un suicidio acompañado por sectores de la ultra caraqueña, hijos directos de los primeros colonizadores españoles, que claman por que se active la Responsabilidad de Proteger (R2P) que destruyó Libia, Kosovo, Irak, y otras regiones que Estados Unidos ha saqueado para mantener su estatus de potencia.
Pero el apagón debe ser otra lección, y debe obligarnos a mirar en los códigos sociales y hábitos colectivos y de solidaridad que emergieron en 2002-2003, nuestras armas como comunidad histórica y espiritual a disposición para mantener el hilo de vida de la historia patria.
1. La preparación del shock. Previo al sabotaje que estremeció al conjunto del Sistema Eléctrico Nacional, dejando sin luz a gran parte del país durante los últimos dos días, varios movimientos y pronunciamientos anunciaban que recurrirían a una acción de fuerza bruta.
El retorno falsamente épico de Guaidó duró menos de lo esperado en cartelera, ante la llegada del "presidente interino" no hubo deserciones críticas en la FANB que mezcladas con una revuelta social generalizada lo instalara en Miraflores para ejercer el poder. Ese round de recuperación (su gloriosa llegada a Maiquetía), tras la derrota del 23 de febrero, día en que dio por sentado el ingreso de la "ayuda humanitaria", no surtió efecto más allá del frenesí temporal de los medios. En consecuencia, Guaidó volvió al incómodo punto de partida de hace dos meses. Desgastado por la derrota del 23 de febrero y sin acciones concretas de mando presidencial que lo catapulten a lo interno, la orquestación de las siguientes operaciones correría a totalidad por cuenta de Estados Unidos.
Un excitado como de costumbre Marco Rubio, anunciaba horas antes del apagón que los "Venezolanos vivirán la más severa escasez de alimentos y gasolina", dejando ver que tenía conocimiento de que algún tipo de shock se suscitaría en las próximas horas. Por su parte, el gobierno ruso emitió un comunicado alertando que "Estados Unidos está elaborando un plan de respaldo que trata de introducir en Venezuela grupos armados ilegales entrenados con el fin de llevar a cabo sabotajes y actividades subversivas". La guerra sucia en curso fue alertada por ambos bandos del conflicto geopolítico sobre Venezuela.
La profecía autocumplida de Rubio se hizo realidad en un apagón generalizado que tuvo un impacto ampliado en la red bancaria, de telecomunicaciones y de servicios públicos vitales del país (hospitales, provisión de agua, transporte, etc.), obstaculizando de forma prolongada su funcionamiento y paralizando las actividades rutinarias de la población. En resumen, un ataque encubierto al centro de gravitación del sistema eléctrico venezolano, planificado para agudizar el malestar social y económico, reflotar la narrativa de "crisis humanitaria" y "Estado fallido", con la cual esperan reactivar el alicaído liderazgo de Guaidó.
Pero esta tendencia de apelar a las opciones antipolíticas y de guerra no convencional cuando los recursos políticos no dan resultados, no es nueva ni reciente (basta recordar los ataques eléctricos continuados cuando las revoluciones de color de 2014 y 2017 entraron en reflujo). A su modo Bloomberg lo insinuó en su último reportaje. El desgaste de Guaidó, su incapacidad para encabezar un proceso de transición más o menos serio, despeja el terreno para que los ataques como los del Guri, la violencia armada, la guerra irregular al estilo Contra nicaragüense, se conviertan en alternativas "legítimas" y "urgentes" para confrontar al chavismo. De esas formas de guerra tiene amplio conocimiento el delegado de Trump hacia Venezuela, Elliott Abrams, el papá de la guerra mercenaria contra Nicaragua en los 80.
2. Embargo y sanciones: las armas de destrucción masiva. A las vulnerabilidades históricas de un sistema eléctrico dependiente de los ingresos de la renta petrolera, se ha sumado una feroz política de sanciones financieras que ha mermado la capacidad de inversión pública en ramas estratégicas del Estado. Se contabilizan en 30 mil millones de dólares el dinero venezolano embargado por Estados Unidos, que utilizando como herramienta el "gobierno paralelo" de Guaidó, ha dejado al país sin recursos líquidos para atender las dificultades que estimulan las sanciones. Mientras tanto, Guaidó usa el dinero embargado, según él, para cancelar opacamente algunos intereses de la deuda externa.
El sistema eléctrico nacional ha estado bajo ataque por una mezcla explosiva entre desinversión potenciada por el bloqueo financiero, pérdida de personal técnico especializado por la depreciación del salario y operaciones de sabotaje sistemático, las últimas puestas siempre en vigor cuando la ofensiva política la recupera el chavismo. Razón tenía Chris Floyd, autor del libro The Empire Burlesque en designar las sanciones financieras como un "holocausto": el empleo de esta arma de destrucción masiva en países como Irak, Irán y Siria, da cuenta de que el daño a la infraestructura crítica es similar a una intensa campaña de bombardeos con misiles crucero.
el apagón es una extensión del embargo contra VenezuelAEn tal sentido, el apagón es una extensión del embargo contra Venezuela, de la política estadounidense de restringir importaciones, bloquear cuentas y obstaculizar el acceso a dinero líquido en el mercado financiero internacional y en su propio mercado petrolero, prohibiendo el pago de las exportaciones a Venezuela. El apagón también es una metáfora del estado de sitio en el cual se mantiene al país y cómo el bloqueo financiero, que obstaculiza el uso de dinero para recuperar un ya debilitado sistema eléctrico nacional que sostiene la actividad petrolera y económica del país, es el sustituto de las armas bélicas.
3. La modalidad del golpe cibernético y crimen de lesa humanidad. En un primer momento, y así lo haría saber Guaidó con su llamado a un "paro nacional" el pasado martes frente a algunos sindicatos de la administración pública, una acción de fuerza vendría a precipitar esa parálisis anunciada. La modalidad de fabricar una situación de colapso, como cuando la plataforma de pagos Credicard, en 2016, anuló su sistema para interrumpir todas las actividades comerciales y económicas del país, esta vez fue ejecutada ampliando su radio de afectación.
Y es que la carga de estrés y descontento que se busca inducir en la población, a modo de combustible para estimular una situación de anarquía generalizada, que de alguna manera pudiera ser canalizada en protestas violentas a favor de Guaidó, indica que la estrategia de caos (mediante sabotaje cibernético y artesanal focalizado hacia infraestructuras críticas que hacen funcionar al país) es utilizada como herramienta de shock masivo con el objetivo de desgastar a la población. La operación no es solo de guerra eléctrica, pues sus consecuencias cubren todas las actividades rutinarias de la sociedad venezolana, a la cual se le obstaculiza el acceso a los alimentos, al servicio hospitalario y a las comunicaciones básicas. Los focos violentos que buscaron prender se extinguieron rápido ante un clima de agotamiento colectivo que esperaba la llegada de la electricidad.
Un crimen de lesa humanidad visto a la luz del Estatuto de Roma y de la legislación internacional, en tanto se busca la destrucción física de un grupo poblacional utilizando como armas de guerra los elementos básicos de su subsistencia.
Marco Rubio y Mike Pompeo reaccionaron de forma jocosa ante el apagón imprimiéndole una carga de humillación y sadismo que refleja con exactitud las motivaciones y la estrategia de fondo del golpe contra Venezuela: a medida que el "plan Guaidó" falla en sus objetivos de alcanzar la fractura de la FANB que deponga a Maduro, la población civil (sin discriminación ideológica) asciende a víctima de primer orden de las continuas agresiones militares encubiertas que encabeza Estados Unidos.
Este golpe cibernético contra el sistema eléctrico nacional implica una agresión militar de facto, una extensión de la ocurrida en la frontera colombo-venezolana el 23 de febrero.
4. No es un fin en sí mismo: condiciones para la guerra irregular. Desde el regreso de Guaidó su proyección en medios se ha vuelto marginal. Esta premeditada reducción de su visibilidad, contrasta con el peso cada vez mayor que tiene en cuanto a la orientación del cambio de régimen el Comando Sur, John Bolton, Marco Rubio y Mike Pompeo. En tal sentido, los efectos nocivos del apagón encajan a la perfección con la narrativa de "crisis humanitaria", bajo la cual el Comando Sur y la ultra derecha venezolana, desde 2016, movilizan la "urgencia" de activar un dispositivo de "intervención humanitaria" que neutralice la prohibición del Congreso estadounidense, del Consejo de Seguridad de la ONU y del consenso pragmático por la no intervención que se ha gestado en Latinoamérica.
Sin embargo, el apagón como tal no es un fin en sí mismo. En un nivel operativo, pareciera más bien, sobre todo por el blackout que generó la interrupción del sistema eléctrico, que se trata de una maniobra para agudizar las vulnerabilidades del país y medir la capacidad de respuesta militar de los sistemas defensivos de la República de cara a una acción militar irregular y mercenaria, que aprovecharía el contexto de bloqueo informativo para encubrir incursiones armadas, su mapa operacional y a los responsables directos en el terreno.
buscan darle concreción física a la "crisis humanitaria"Por ende, a nivel del teatro de operaciones de la guerra contra Venezuela, el apagón se traduce en la generación de un panorama difuso y de confusión que favorecería la ejecución de operaciones de bandera falsa, incursiones paramilitares y otras acciones violentas que precipiten un estado de conmoción generalizado, que pueda ser presentado como el hecho desencadenante de una intervención militar preventiva, sea para "estabilizar al país por la crisis humanitaria" o para "salvar a los venezolanos de una situación de Estado fallido" en "crisis humanitaria". En ese marco narrativo, Julio Borges, Antonio Ledezma, Juan Guaidó y el gabinete de la guerra contra Venezuela en Washington, se dan la mano y trabajan en conjunto amparados bajo la doctrina del caos controlado de factura estadounidense.
Con el apagón buscan darle concreción física a la "crisis humanitaria", ya no sólo a nivel propagandístico, sino aprovechando las bajas humanas y complicaciones de distinto orden que ha generado la operación de sabotaje.
5. Características de la agresión. Esta vez no hubo un ataque a subestaciones o a líneas de transmisión eléctrica, como se había ensayado en distintas ocasiones, según manuales de sabotaje de la CIA contra la Nicaragua sandinista de los 80, ya desclasificados.
Cabe acotar que el software usado (llamado Scada) en el Sistema de Control Automatizado (SCA) que operativiza el funcionamiento de los motores es el creado por la empresa ABB, que desde hace años no trabaja en el país. Esta empresa ABB, que en Venezuela trabajó como Consorcio Trilateral ABB (ABB Venezuela, ABB Canadá, ABB Suiza), diseñó un proyecto de modernización del Guri a finales de la década pasada, durante el gobierno de Hugo Chávez, en el que describe a profundidad tanto el sistema atacado como la organización básica del Guri.
El analista geopolítico Vladimir Adrianza Salas, en entrevista con TeleSur, relaciona el ataque con el consorcio. Explicó que el embalse del Guri "requiere un sistema de control que técnicamente se llama 'sistema scada', el cual no es otra cosa que un sistema de supervisión, control y requisición de datos que permite, desde la perspectiva informática, controlar todos los elementos de generación de energía. Si saboteas esto, saboteas el funcionamiento. Pero para sabotear esto necesitas dos cosas: o debes tener acceso desde afuera o debes tener complicidad interna para modificar los procesos".
Precedentes de este tipo se encuentran en países atacados o presionados directamente por Estados Unidos, como Irak y el Líbano, donde los apagones han sido sistemáticos y de forma consecutiva, uno tras otro durante decenas de horas. Las "réplicas" en la interrupción del suministro de energía responderían a estas secuencias de ofensivas que ya han sido experimentadas en otros contextos de guerra asimétrica e irregular.
La creación de ejércitos de hackers y de materiales de ciberguerra por parte de la CIA y la NSA ha sido documentado por esta tribuna: reseñamos un documental en el que explicaba el origen del virus Stuxnet, por el que se debe señalar los pasillos de estas agencias de inteligencia estadounidenses. Aquel instrumento de ciberataque tuvo como objetivo tanto el sabotaje en las instalaciones de investigación nuclear en Irán como el fin de instalar un cuadro circunstancial que pudiera concluir en un ataque a la red nacional automatizada iraní de electricidad (sistema análogo al del Guri), en caso de guerra declarada entre Washington y la República Islámica.
El presidente Nicolás Maduro, en horas de la tarde noche del 9 de marzo, aseguró que este el más grande ataque contra Venezuela en los últimos 200 años republicanos, luego de que se extendiera, de manera intermitente, el ataque al sistema eléctrico nacional a las 60 horas.
los códigos sociales y hábitos colectivos y de solidaridad de 2002-2003 se vieron estos días y noches6. Frenar las tendencias de recuperación. El apagón ocurre en medio de tendencias en la recuperación a distinta escalas, a nivel económico, una baja de los precios en alimentos sensibles ha reducido la crispación de principios de año, mientras que a nivel financiero la reestructuración del mercado cambiario ha logrado contener una de las variables de la inflación inducida: el aumento del precio de las divisas en el mercado negro. Estas tendencias han favorecido a la estabilidad política del país, en medio de agresiones no convencionales y amenazas de intervención militar, quitándole a Guaidó no sólo poder de convocatoria, sino capacidad de maniobra para capitalizar el malestar generalizado provocado por las sanciones.
Así, el apagón busca frenar estas tendencias de recuperación social, política y económica, agravando mediante un boicot generalizado los medios de pago, el acceso a los alimentos y a los hospitales y el desenvolvimiento normal de la sociedad venezolana. De igual forma, la agresividad del ataque tiene como objetivo debilitar la producción petrolera e industrial del país.
7. La conciencia del país (recordar 2002-2003) y el pulseo de la intervención. Así como en 2002, la población venezolana ha vivido una prueba de fuego generalizada. Una operación de sabotaje dirigida a precipitar un caos generalizado, que ponga en riesgo la salud y la alimentación de la gente, la actividad económica del país, sus telecomunicaciones y nuestras rutinas más básicas, nos retrotrae al paisaje del sabotaje petrolero de los años 2002-2003, donde la oposición de ese momento, los mismos que gestionan una intervención junto a Estados Unidos y Colombia, ejecutaron un estado de sitio paralizando la industria petrolera.
La reacción de la población, atacada psicológicamente durante los últimos años con el fin de estimularla a una guerra civil que posibilite una intervención, ha sido adversa al cálculo del sabotaje. Se ha impuesto la calma, el empleo de reverberos en los edificios y barrios para cocinar, la movilización de los recursos físicos del país para atender las emergencias más apremiantes; pero sobre todo la vocación generalizada del país de no caer en una provocación que busca desembocar en una confrontación civil y armada. La violencia fue derrotada como en 2002-2003, ese paisaje que marca nuestra historia contemporánea hoy ofrece la lección de que tras una prueba de fuego superada, donde la brutalidad del golpe es de impacto masivo, la cohesión del pueblo se reafirma.
Al cierre de esta publicación, Juan Guaidó intenta canalizar el impacto del apagón para "declarar una emergencia extraordinaria" en la Asamblea Nacional, porque según él "llegó el momento de dar el paso", coqueteando con la idea de usar la Constitución para legitimar una intervención. Justamente en esa orientación a modo de cierre del ciclo del sabotaje, puede verse que el fin del apagón intenta fabricar las condiciones de anarquía, caos y ausencia de servicios vitales, para presionar por una "intervención humanitaria" en suelo venezolano, con el beneplácito de la Asamblea Nacional y la "coalición de países" latinoamericanos, prestos a una acción de fuerza, que está armando John Bolton.
Esa presión, sin embargo, es específica y escalonada. Ante la llegada de la misión técnica de la Alta Comisionada de DDHH, el apagón buscará ser canalizado hacia un engorde del expediente de la "crisis humanitaria" en Venezuela, que bien agenciado y promovido en los medios, pueda resultar en un cambio de posturas a nivel de la región, de la misma ONU, del Congreso estadounidense, sobre la "urgencia" de una acción de "socorro humanitario" solicitada por el "gobierno paralelo".
Una maniobra que baja el telón para Guaidó, quien preso de un plan mal concebido y dependiente de la cadena de mando del gabinete de la guerra contra Venezuela en Washington, debe ser sacrificado en función de abrirle a la guerra. Imagen lo suficientemente convincente del sacrificio, es que un política use una palanca del poder del Estado, en este caso la Asamblea Nacional, para legitimar una intervención militar extranjera. Un suicidio acompañado por sectores de la ultra caraqueña, hijos directos de los primeros colonizadores españoles, que claman por que se active la Responsabilidad de Proteger (R2P) que destruyó Libia, Kosovo, Irak, y otras regiones que Estados Unidos ha saqueado para mantener su estatus de potencia.
Pero el apagón debe ser otra lección, y debe obligarnos a mirar en los códigos sociales y hábitos colectivos y de solidaridad que emergieron en 2002-2003, nuestras armas como comunidad histórica y espiritual a disposición para mantener el hilo de vida de la historia patria.
Los crímenes de lesa humanidad del sabotaje eléctrico
Pensar la guerra y el
derecho nos hace caer en ciertas trampas. Por ejemplo, creer que la
guerra está prohibida y que todas las maneras de hacer daño o las
razones para herir o matar también. La realidad es muy distinta, en
especial cuando nos alejamos de las declaraciones principales y llegamos
a los acuerdos, a las resoluciones o a los ejemplos históricos
puntuales donde conseguiremos que existen guerras legales y que, a
veces, toda la estructura para la paz se desnuda simplemente como un
aparataje para mantener un sistema de dominación mundial, unipolar y
acorde a los intereses de un puñado de señores.
Lo que ocurre en Venezuela es similar a otras aventuras intervencionistas de los Estados Unidos en tiempo presente. Siendo obligatorio mencionar el caso de Libia, donde se creó una gran trama mediática que dibujó un ogro y cuyo asesinato no fue la muerte de un hombre sino la ruina de un pueblo.
Pero, ¿qué pasó jurídicamente? ¿Cómo se justifican estas guerras? ¿Qué estrategias se usan? Antes de responder, tengamos en cuenta que el espacio internacional no es una estructura neutra que trabaja por el bien de la humanidad.
Para destruir un país jurídicamente, en el marco actual del derecho, el primer paso es convencer a la opinión pública internacional que ese pueblo tiene un gobierno que ha cometido un crimen atroz o una serie de crímenes atroces. El segundo, es generar elementos que hagan presumir que los responsables son personas que forman parte del gobierno; y, el tercero, es trabajar profundamente la percepción de las personas para que se convenzan los unos que son los otros los que le están causando un gran daño o quieren hacérselo.
Esto es lo que señalaba para la cadena de televisión rusa RT, Thierry Meyssan, describiendo que la estrategia de los Estados Unidos en Venezuela era darle poder a la oposición hasta que estuviesen en condiciones de generar una guerra civil al tiempo que se desdibujan las responsabilidades sobre los hechos, haciendo que la gente se sienta en una "pelea de perros".
Esto se complementa con lo que ocurre en el exterior. Lo que Serge Halimi analizaba en el caso de la guerra de Kosovo señalando que los medios generaron antes de la invasión, en Europa, una saturación sobre el tema y una retórica donde intentar cuestionar el relato fue castigado porque la versión que se difundió de lo que ocurría era tan atroz que la guerra parecía un mal menor.
Podemos tener una descripción del suceso, pretendidamente neutra, que nos sirva para tipificar la acción. Así tendremos que en Venezuela ha ocurrido una interrupción del servicio eléctrico que es un elemento indispensable para la vida, la salud y el goce de los derechos económicos, sociales y culturales de la población.
Un hecho fácilmente encuadrable en uno de los supuestos contenidos en el Estatuto de Roma como un crimen de lesa humanidad. Pues han de recibir este nombre "los otros actos inhumanos… que causen intencionadamente grandes sufrimientos o atenten contra la integridad física o la salud mental o física".
La oposición tiene años señalando que la responsabilidad es del gobierno, el que ellos califican como precario mantenimiento del sistema. Por otro lado, voceros del gobierno han sostenido que se trata de un atentado perpetrado por la combinación de una acción electromagnética a distancia y un saboteo interno.
Jurídicamente, esto tiene consecuencias distintas porque en la línea de lo dicho por el gobierno venezolano nosotros vamos a observar algunos elementos: el primero, eventos como este ocurrieron en el pasado en Irán, en Chile, en Ucrania o en Nicaragua; segundo, se enmarcan en la línea de los discursos que han tenido los voceros estadounidenses señalando que debe aumentarse el sufrimiento hasta que el pueblo se rinda; tercero, el aumento en las profecías autocumplidas de la oposición; finalmente, investigadores como Vladimir Adrianza niegan que la falta de mantenimiento pueda ser la causa de un golpe como este.
Por el lado de lo planteado por la oposición, se trataría de un acto de negligencia grave que no generaría evidentemente una responsabilidad jurídica inmediata e individual sobre los representantes del gobierno, salvo que pudieran probar que es un acto profeso el de "autosabotearse", lo que suena inverosímil.
Sin embargo, los medios de comunicación generaron rápidamente operaciones de propaganda que atribuían todas las víctimas, directas e indirectas, ciertas o no, que potencialmente ocurrirían, como responsabilidad del gobierno. Sobre esto, denunció Aristóbulo Istúriz el 9 de marzo de 2019, desde la Plaza Bolívar, un despliegue mediático inusitado en los hospitales, especialmente infantiles, para reportar muertes de niños y niñas, por hechos y carencias relacionadas con la ausencia de la electricidad.
En la misma fecha, el diputado de oposición Edgar Zambrano, para defenderse de la polémica que tuvo en su bando por haber sido encontrado cenando en un restaurante, tuiteó "ayer, diputados, recorrimos hospitales recabando datos, fallecimientos crisis eléctrica, objeto de tener estadística solicitud organismos internacionales, a comisión Política Interior".
Con lo cual, es evidente inferir que las consecuencias del blackout están siendo recopiladas para formar parte de una instrucción de un expediente por crímenes de lesa humanidad presuntamente cometidos por las autoridades venezolanas, ineficientes en la prestación de servicios e indolentes ante las consecuencias de estos hechos.
En esa lectura, incluso el tiempo seleccionado para hacer la operación cobra sentido, pues ocurre justo antes de la venida al país de Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos, y justo después de que ella declarase que las sanciones sobre Venezuela entorpecen las garantías de los derechos humanos en el país.
En el presente hemos de valorar algunas cosas: la existencia de una investigación preliminar contra Venezuela ante la Corte Penal Internacional; como en septiembre de 2018 y en febrero de 2019, el enjuiciamiento de Nicolás Maduro ante esta instancia ha sido exigido por el Grupo de Lima; que la presión política sobre la CPI ha sido noticia luego de que Christoph Flugge, uno de sus miembros, presentó su renuncia luego de que Estados Unidos amenazara a los jueces.
Del pasado, podemos observar que la Corte Penal Internacional (CPI) emitió en 2011 una orden de arresto por crímenes de lesa humanidad contra el coronel Muammar al Gadafi por supuestos crímenes de guerra en la represión de las revueltas, y que esta fue la segunda vez que esta instancia dirigió un mandato de esta naturaleza contra un presidente. La primera ocasión fue cuando lo hizo en contra del presidente sudanés Omar al Bashir. Lo que ocurrió después en esos países, es objeto de muchos otros artículos, y por eso este es un cabo que no puede dejarse suelto.
Lo que ocurre en Venezuela es similar a otras aventuras intervencionistas de los Estados Unidos en tiempo presente. Siendo obligatorio mencionar el caso de Libia, donde se creó una gran trama mediática que dibujó un ogro y cuyo asesinato no fue la muerte de un hombre sino la ruina de un pueblo.
Pero, ¿qué pasó jurídicamente? ¿Cómo se justifican estas guerras? ¿Qué estrategias se usan? Antes de responder, tengamos en cuenta que el espacio internacional no es una estructura neutra que trabaja por el bien de la humanidad.
La destrucción planificada de un país
Por el contrario, son unidades donde se acumulan políticos nacionales y personajes que vienen de las industrias más influyentes de nuestros tiempos que determinan hacia qué lado se mueven. Oscilando así entre posturas antagónicas, como aquellas que determinan la necesidad de aplicar la "Responsabilidad de Proteger" (R2P) para invadir antes que un país los ataque o incluso que viole el derecho nacional o internacional, y la completa indiferencia, como ocurre en el caso de Palestina o el genocidio en Yemen.Para destruir un país jurídicamente, en el marco actual del derecho, el primer paso es convencer a la opinión pública internacional que ese pueblo tiene un gobierno que ha cometido un crimen atroz o una serie de crímenes atroces. El segundo, es generar elementos que hagan presumir que los responsables son personas que forman parte del gobierno; y, el tercero, es trabajar profundamente la percepción de las personas para que se convenzan los unos que son los otros los que le están causando un gran daño o quieren hacérselo.
Esto es lo que señalaba para la cadena de televisión rusa RT, Thierry Meyssan, describiendo que la estrategia de los Estados Unidos en Venezuela era darle poder a la oposición hasta que estuviesen en condiciones de generar una guerra civil al tiempo que se desdibujan las responsabilidades sobre los hechos, haciendo que la gente se sienta en una "pelea de perros".
Esto se complementa con lo que ocurre en el exterior. Lo que Serge Halimi analizaba en el caso de la guerra de Kosovo señalando que los medios generaron antes de la invasión, en Europa, una saturación sobre el tema y una retórica donde intentar cuestionar el relato fue castigado porque la versión que se difundió de lo que ocurría era tan atroz que la guerra parecía un mal menor.
Caso Blackout en Venezuela
El apagón ocurrido en Venezuela desde el 7 de marzo de 2019 es el acto de interrupción de un servicio público que ha afectado el mayor número de habitantes, en un radio mayor y por más tiempo durante la Revolución.Podemos tener una descripción del suceso, pretendidamente neutra, que nos sirva para tipificar la acción. Así tendremos que en Venezuela ha ocurrido una interrupción del servicio eléctrico que es un elemento indispensable para la vida, la salud y el goce de los derechos económicos, sociales y culturales de la población.
Un hecho fácilmente encuadrable en uno de los supuestos contenidos en el Estatuto de Roma como un crimen de lesa humanidad. Pues han de recibir este nombre "los otros actos inhumanos… que causen intencionadamente grandes sufrimientos o atenten contra la integridad física o la salud mental o física".
¿Quién cometió el crimen?
El vocablo crimen se utiliza para definir entre todos los delitos, aquellos que se consideran más graves y las acciones más reprochables, aunque jurídicamente no consigamos que esto sea un concepto distinto al de delito. Por lo que se trata de actos que pueden ser acciones u omisiones, tipificadas por la ley, antijurídicas y culpables.Están armando un expediente por crímenes de lesa humanidad presuntamente cometidos por el gobierno chavista¿Se trata de un acto cometido adrede por agentes antivenezolanos? ¿Son las consecuencias de las omisiones de atención del gobierno? Aquí empieza el proceso descrito por Thierry Meyssan.
La oposición tiene años señalando que la responsabilidad es del gobierno, el que ellos califican como precario mantenimiento del sistema. Por otro lado, voceros del gobierno han sostenido que se trata de un atentado perpetrado por la combinación de una acción electromagnética a distancia y un saboteo interno.
Jurídicamente, esto tiene consecuencias distintas porque en la línea de lo dicho por el gobierno venezolano nosotros vamos a observar algunos elementos: el primero, eventos como este ocurrieron en el pasado en Irán, en Chile, en Ucrania o en Nicaragua; segundo, se enmarcan en la línea de los discursos que han tenido los voceros estadounidenses señalando que debe aumentarse el sufrimiento hasta que el pueblo se rinda; tercero, el aumento en las profecías autocumplidas de la oposición; finalmente, investigadores como Vladimir Adrianza niegan que la falta de mantenimiento pueda ser la causa de un golpe como este.
Por el lado de lo planteado por la oposición, se trataría de un acto de negligencia grave que no generaría evidentemente una responsabilidad jurídica inmediata e individual sobre los representantes del gobierno, salvo que pudieran probar que es un acto profeso el de "autosabotearse", lo que suena inverosímil.
Sin embargo, los medios de comunicación generaron rápidamente operaciones de propaganda que atribuían todas las víctimas, directas e indirectas, ciertas o no, que potencialmente ocurrirían, como responsabilidad del gobierno. Sobre esto, denunció Aristóbulo Istúriz el 9 de marzo de 2019, desde la Plaza Bolívar, un despliegue mediático inusitado en los hospitales, especialmente infantiles, para reportar muertes de niños y niñas, por hechos y carencias relacionadas con la ausencia de la electricidad.
En la misma fecha, el diputado de oposición Edgar Zambrano, para defenderse de la polémica que tuvo en su bando por haber sido encontrado cenando en un restaurante, tuiteó "ayer, diputados, recorrimos hospitales recabando datos, fallecimientos crisis eléctrica, objeto de tener estadística solicitud organismos internacionales, a comisión Política Interior".
Con lo cual, es evidente inferir que las consecuencias del blackout están siendo recopiladas para formar parte de una instrucción de un expediente por crímenes de lesa humanidad presuntamente cometidos por las autoridades venezolanas, ineficientes en la prestación de servicios e indolentes ante las consecuencias de estos hechos.
En esa lectura, incluso el tiempo seleccionado para hacer la operación cobra sentido, pues ocurre justo antes de la venida al país de Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos, y justo después de que ella declarase que las sanciones sobre Venezuela entorpecen las garantías de los derechos humanos en el país.
La trama jurídica de la intervención militar
Así como el día de hoy las redes sociales se han llenado de comentarios que recuerdan que los apagones ocurrieron en otros momentos de la historia, cuando Estados Unidos se propuso generar un "cambio de régimen". Las presiones y el chantaje jurídico a los líderes contra hegemónicos también es característico.En el presente hemos de valorar algunas cosas: la existencia de una investigación preliminar contra Venezuela ante la Corte Penal Internacional; como en septiembre de 2018 y en febrero de 2019, el enjuiciamiento de Nicolás Maduro ante esta instancia ha sido exigido por el Grupo de Lima; que la presión política sobre la CPI ha sido noticia luego de que Christoph Flugge, uno de sus miembros, presentó su renuncia luego de que Estados Unidos amenazara a los jueces.
Del pasado, podemos observar que la Corte Penal Internacional (CPI) emitió en 2011 una orden de arresto por crímenes de lesa humanidad contra el coronel Muammar al Gadafi por supuestos crímenes de guerra en la represión de las revueltas, y que esta fue la segunda vez que esta instancia dirigió un mandato de esta naturaleza contra un presidente. La primera ocasión fue cuando lo hizo en contra del presidente sudanés Omar al Bashir. Lo que ocurrió después en esos países, es objeto de muchos otros artículos, y por eso este es un cabo que no puede dejarse suelto.
Maduro declara superado el "ataque" eléctrico y anuncia creación de una comisión para investigarlo
Publicado: 12 mar 2019 23:15 GMT | Última actualización: 13 mar 2019 00:10 GMT - RT
El presidente de Venezuela pedirá la ayuda
de especialistas internacionales como la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), Rusia, China e Irán.
El presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, acusó una vez más al Gobierno de EE.UU.
de ser los responsables del ataque al suministro eléctrico, que
ocasionó un apagón en todo el país desde el pasado jueves 7 de marzo.
"Están detrás de este ataque, porque creían que desde esta vía iban a lograr sus objetivos políticos", dijo Maduro este martes desde el Puesto de Comando Presidencial.
De acuerdo con el mandatario, el ciberataque fue dirigido desde dos ciudades estadounidenses: Houston y Chicago.
"Estamos
frente a unos bárbaros: el bárbaro Donald Trump, la Casa Blanca y sus
títeres internos que creen que la política no tiene límite", señaló.
El mandatario aseguró que pese a las amenazas, prevalecerá la paz en Venezuela y que "nadie dará un golpe de Estado".
"Quiero que EE.UU. tenga una oficina de intereses que atienda todos sus asuntos en Caracas y quiero que en Venezuela tengamos una oficina de intereses en Washington", dijo el mandatario tras asegurar que cree en la paz y la diplomacia.
"Países de gran experiencia en estos temas de defensa en ciberataques", anunció.
Pese a los ataques denunciados por el jefe de Estado venezolano, Maduro anunció que su Gobierno está preparado para defender la paz ante cualquier ataque.
En este escenario, reconoció que pese a estar cinco días sin luz, el país ha estado el 99% en paz, "salvo algunos incidentes de algunos partidos que han pagado para eso", señaló.
El mandatario informó que se ha implementado un plan para recuperar el servicio de agua en todo el país, y que a más tardar en la madrugada, recuperarán el servicio de agua.
Dentro del plan para restablecer el servicio del agua, el mandatario anunció que dotarán a todas las familias de un tanque de agua para reserva.
"Están detrás de este ataque, porque creían que desde esta vía iban a lograr sus objetivos políticos", dijo Maduro este martes desde el Puesto de Comando Presidencial.
De acuerdo con el mandatario, el ciberataque fue dirigido desde dos ciudades estadounidenses: Houston y Chicago.
El mandatario aseguró que pese a las amenazas, prevalecerá la paz en Venezuela y que "nadie dará un golpe de Estado".
Nuevas relaciones con EE.UU.
Tras la ruptura de relaciones diplomáticas entre EE.UU. y Venezuela y el plazo de 72 horas que dieron al personal diplomático estadounidense para abandonar el país, Maduro anunció sus deseos de tener en un futuro una relación de respeto con la Casa Blanca y dejó las puertas abiertas a un proceso de negociación entre los dos países."Quiero que EE.UU. tenga una oficina de intereses que atienda todos sus asuntos en Caracas y quiero que en Venezuela tengamos una oficina de intereses en Washington", dijo el mandatario tras asegurar que cree en la paz y la diplomacia.
Comisión internacional
Durante un mensaje desde el Palacio de Miraflores, Maduro anunció la creación de una comisión de investigación con ayuda de especialistas internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Rusia, China e Irán."Países de gran experiencia en estos temas de defensa en ciberataques", anunció.
Pese a los ataques denunciados por el jefe de Estado venezolano, Maduro anunció que su Gobierno está preparado para defender la paz ante cualquier ataque.
En este escenario, reconoció que pese a estar cinco días sin luz, el país ha estado el 99% en paz, "salvo algunos incidentes de algunos partidos que han pagado para eso", señaló.
El mandatario informó que se ha implementado un plan para recuperar el servicio de agua en todo el país, y que a más tardar en la madrugada, recuperarán el servicio de agua.
Dentro del plan para restablecer el servicio del agua, el mandatario anunció que dotarán a todas las familias de un tanque de agua para reserva.
"Una falla eléctrica podría animar la inestabilidad pública": ¿El Pentágono sabía que se produciría el apagón de Venezuela?
Publicado: 13 mar 2019 00:08 GMT - RT
Un correo electrónico filtrado detalla que
una empresa que trabaja para agencias de EE.UU. informó sobre cómo la
interrupción del servicio energético podría ser aprovechado por la
oposición.
Un correo electrónico filtrado
por WikiLeaks revela que Stratfor, una empresa estadounidense que
proporciona servicios de inteligencia a distintas oficinas del
Pentágono, como el Departamento de Seguridad Nacional, el Cuerpo de
Marines y la Agencia de Defensa de Inteligencia estadounidense, recibió
en septiembre del 2010 un detallado informe sobre la situación interna
de Venezuela, donde se especificaba: "Una clave para la actual debilidad de Chávez es el declive en el sector eléctrico", haciendo alusión al Gobierno del entonces presidente, Hugo Chávez.
Por aquel período, los expertos consultados veían posible que el 70% de la red se apague porque el nivel del agua en la Represa de Guri, estado Bolívar, estaba bajando, "y Chávez no había podido reducir el consumo lo suficiente como para compensar el deterioro de la industria".
El estudio, que fue realizado por el Centro de Acción y Estrategias no Violentas Aplicadas (CANVAS, por sus siglas en inglés) antes de las elecciones parlamentarias de ese mismo año, añadió que una falla de gran magnitud "probablemente tendría el impacto de animar la inestabilidad pública de una manera que ningún grupo de la oposición podría generar". Y continuó: "En ese momento, un grupo de oposición sería mejor para aprovechar la situación y enfrentarla contra Chávez".
En efecto, el documento mencionaba que varios grupos de Venezuela, como organizaciones sociales, partidos políticos, medios de comunicación y hasta la Iglesia Católica, podrían servir de "aliados potenciales" en una campaña contra la Revolución Bolivariana.
En su reporte, también destacaron que esa fue la principal característica de los tres intentos de golpe anteriores: "Los militares pensaron que contaban con suficiente apoyo, pero hubo una falla en el público para responder positivamente (o el público respondió en forma negativa), por lo que el golpe fracasó", repasaba.
Debido a la crisis, la AN, a pesar de ser considerada en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia, declaró el "estado de alerta" por 30 días, donde se estipulan varias medidas que el Estado podría efectuar para afrontar la difícil situación, aunque la Administración de Nicolás Maduro no responde a los decretos emanados por el órgano mientras permanezca fuera del marco constitucional. Así, mientras Guaidó y sus seguidores acusan al Gobierno por la falla energética, desde la Presidencia se sostiene que Washington está detrás de un presunto ataque al sistema eléctrico.
Entretanto, el periodista Max Blumenthal destacó que el actual escenario que se vive en Venezuela es el mismo que el planteado por CANVAS años atrás, generando idénticas consecuencias.
En su análisis, subraya que la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar
presentó las fallas a las 17:00 (hora local), y gran parte del país se
quedaba a oscuras, pero resalta que el senador republicano de EE.UU.,
Marco Rubio, tan solo 18 minutos después publicó en Twitter: "Los generadores de respaldo han fallado".
Así, el comunicador se pregunta cómo es posible que el político norteamericano haya obtenido la información del apagón tan pronto: "Según Jorge Rodríguez, ministro de Comunicaciones de Venezuela, las autoridades locales no sabían si los generadores de respaldo habían fallado en el momento del tuit de Rubio", repasa Blumenthal.
Todavía quedan muchas preguntas en torno al apagón.
Por aquel período, los expertos consultados veían posible que el 70% de la red se apague porque el nivel del agua en la Represa de Guri, estado Bolívar, estaba bajando, "y Chávez no había podido reducir el consumo lo suficiente como para compensar el deterioro de la industria".
El estudio, que fue realizado por el Centro de Acción y Estrategias no Violentas Aplicadas (CANVAS, por sus siglas en inglés) antes de las elecciones parlamentarias de ese mismo año, añadió que una falla de gran magnitud "probablemente tendría el impacto de animar la inestabilidad pública de una manera que ningún grupo de la oposición podría generar". Y continuó: "En ese momento, un grupo de oposición sería mejor para aprovechar la situación y enfrentarla contra Chávez".
En efecto, el documento mencionaba que varios grupos de Venezuela, como organizaciones sociales, partidos políticos, medios de comunicación y hasta la Iglesia Católica, podrían servir de "aliados potenciales" en una campaña contra la Revolución Bolivariana.
- El informe describió cómo actuarían las Fuerzas Armadas ante un eventual apagón
En su reporte, también destacaron que esa fue la principal característica de los tres intentos de golpe anteriores: "Los militares pensaron que contaban con suficiente apoyo, pero hubo una falla en el público para responder positivamente (o el público respondió en forma negativa), por lo que el golpe fracasó", repasaba.
¿Un escenario similar al planteado por CANVAS en 2010?
El pasado 23 de enero el líder de la Asamblea Nacional (AN) de Venezuela, Juan Guaidó, se autoproclamó como presidente del país bolivariano, y obtuvo el reconocimiento de EE.UU., entre otros países. En medio de la tensión, desde el último jueves se produjo un importante apagón energético en muchos estados de aquella nación, que produjo graves consecuencias en la vida cotidiana de los ciudadanos.Debido a la crisis, la AN, a pesar de ser considerada en desacato por el Tribunal Supremo de Justicia, declaró el "estado de alerta" por 30 días, donde se estipulan varias medidas que el Estado podría efectuar para afrontar la difícil situación, aunque la Administración de Nicolás Maduro no responde a los decretos emanados por el órgano mientras permanezca fuera del marco constitucional. Así, mientras Guaidó y sus seguidores acusan al Gobierno por la falla energética, desde la Presidencia se sostiene que Washington está detrás de un presunto ataque al sistema eléctrico.
Entretanto, el periodista Max Blumenthal destacó que el actual escenario que se vive en Venezuela es el mismo que el planteado por CANVAS años atrás, generando idénticas
Así, el comunicador se pregunta cómo es posible que el político norteamericano haya obtenido la información del apagón tan pronto: "Según Jorge Rodríguez, ministro de Comunicaciones de Venezuela, las autoridades locales no sabían si los generadores de respaldo habían fallado en el momento del tuit de Rubio", repasa Blumenthal.
Todavía quedan muchas preguntas en torno al apagón.
¿Ciberataque como guerra de baja intensidad?
Por:
Más de 10 años han pasado cuando los señores de la guerra se
dieron cuenta de un nuevo teatro de operaciones militares, uno ubicuo y,
hasta entonces, en expansión: internet.
Ya en 2010 Anders Fogh Rasmussen, entonces Secretario General de la OTAN, declaró que “no es una exageración decir que los ciberataques se han vuelto una nueva forma de guerra permanente y de baja intensidad”. Ese mismo año, el general Keith Alexander, jefe del Ciber Comando de los Estados Unidos, declaró a un panel del congreso que lo que más le preocupaba eran los ataques destructivos que venían; particularmente los ataques a infraestructura crítica sobre los sectores bancarios y eléctricos de su país.
Cuando Alexander hablaba de ataques destructivos, se refería al uso de ciberataques ya no únicamente para robo de información o denegación de servicio de algunos sitios web, sino la destrucción real de la infraestructura vital de un país.
Ese mismo año, se realizó el mayor y más sofisticado ciberataque conocido hasta entonces; el gobierno israelí con un supuesto apoyo de los Estados Unidos, a través de un gusano informático llamado Stuxnet infiltró sistemas de control industrial en instalaciones del gobierno iraní, destruyendo sus centrífugas nucleares.
Para 2012, un ciberataque a Aramco, la compañía petrolera propiedad del gobierno de Arabia Saudita, borró el 75 por ciento su información afectando 30 mil computadoras y 2 mil servidores que inhabilitaron la compañía durante un mes.
Mientras una persona común utiliza buscadores como Google o Bing para encontrar información, hackers pueden usar Shodan, un buscador que localiza dispositivos conectados a internet: desde cámaras de computadora, bocinas, refrigeradores hasta plantas generadoras de energía, sistemas de control industrial y bases de datos. Con Shodan, podemos localizar, por lo menos, 288 dispositivos conectados en Venezuela que incluyen redes del Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia, hospitales del Ministerio de Defensa y del Banco del Tesoro de la República Bolivariana. Todos estos dispositivos vulnerables a un ciberataque coordinado desde un gobierno hostil o grupos de hackers organizados. En 2013, la cadena de noticias estadounidense CNN, descubrió que sistemas de control industrial de plantas hidroeléctricas francesas pudieron ser fácilmente encontrados, junto con todas sus vulnerabilidades, utilizando Shodan.
Para 2015, los Estados Unidos y sus aliados ya habían incorporado de lleno la ciberguerra a su doctrina militar. En julio de ese año, oficiales de alto rango de los Estados Unidos y el Reino Unido realizaron un simulacro de tres semanas en Suffolk, Virginia. No era la primera vez que se hacía, sin embargo, para ese simulacro se contó con la presencia de nuevos actores: representantes de las industrias bancarias y de energía eléctrica. Ahí se practicaron ejercicios de ataque a sistemas de control industrial de plantas de tratamiento de aguas, interrupción de tuberías de petróleo y gas, congelamiento de retiro de dinero en efectivo y desconexión de redes de energía eléctrica.
El almirante de la marina estadounidense, Kevin E. Lunday, participante de aquellos simulacros delcaró: “no es cuestión de si ese escenario ocurrirá, sino de cuándo ocurriría”.
Recientemente, el Ciber Comando de los Estados Unidos asignó un contrato por 460 millones de dólares para soporte a misiones de ciberguerra, y elaboración de una cantidad ingente de “municiones digitales”, además del reclutamiento de 6200 cibersoldados.
Con todo lo anterior, nos debe quedar claro que la ciberguerra es una estrategia de sabotaje sobre infraestructura clave de países considerados enemigos por los Estados Unidos para preparar el terreno hacia una guerra convencional o, en su caso, el impulso de una guerra civil. Bill Leighter, otro almirante estadounidense sugiere que en caso de que un comando aéreo quisiera lanzar un ataque, este podría ser precedido por un ciberataque para, por ejemplo, apagar la red eléctrica de las instalaciones a bombardear y, así, degradar la habilidad defensiva del enemigo.
Después del sabotaje al sistema de control de la hidroeléctrica Simón Bolívar en estos últimos días, ¿seguimos creyendo que todo es una teoría de la conspiración, o ya nos hace sentido el tipo de guerra de baja intensidad a la que Venezuela está resistiendo?
(Tomado de Dominio Cuba)
Ya en 2010 Anders Fogh Rasmussen, entonces Secretario General de la OTAN, declaró que “no es una exageración decir que los ciberataques se han vuelto una nueva forma de guerra permanente y de baja intensidad”. Ese mismo año, el general Keith Alexander, jefe del Ciber Comando de los Estados Unidos, declaró a un panel del congreso que lo que más le preocupaba eran los ataques destructivos que venían; particularmente los ataques a infraestructura crítica sobre los sectores bancarios y eléctricos de su país.
Cuando Alexander hablaba de ataques destructivos, se refería al uso de ciberataques ya no únicamente para robo de información o denegación de servicio de algunos sitios web, sino la destrucción real de la infraestructura vital de un país.
Ese mismo año, se realizó el mayor y más sofisticado ciberataque conocido hasta entonces; el gobierno israelí con un supuesto apoyo de los Estados Unidos, a través de un gusano informático llamado Stuxnet infiltró sistemas de control industrial en instalaciones del gobierno iraní, destruyendo sus centrífugas nucleares.
Para 2012, un ciberataque a Aramco, la compañía petrolera propiedad del gobierno de Arabia Saudita, borró el 75 por ciento su información afectando 30 mil computadoras y 2 mil servidores que inhabilitaron la compañía durante un mes.
Mientras una persona común utiliza buscadores como Google o Bing para encontrar información, hackers pueden usar Shodan, un buscador que localiza dispositivos conectados a internet: desde cámaras de computadora, bocinas, refrigeradores hasta plantas generadoras de energía, sistemas de control industrial y bases de datos. Con Shodan, podemos localizar, por lo menos, 288 dispositivos conectados en Venezuela que incluyen redes del Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia, hospitales del Ministerio de Defensa y del Banco del Tesoro de la República Bolivariana. Todos estos dispositivos vulnerables a un ciberataque coordinado desde un gobierno hostil o grupos de hackers organizados. En 2013, la cadena de noticias estadounidense CNN, descubrió que sistemas de control industrial de plantas hidroeléctricas francesas pudieron ser fácilmente encontrados, junto con todas sus vulnerabilidades, utilizando Shodan.
Para 2015, los Estados Unidos y sus aliados ya habían incorporado de lleno la ciberguerra a su doctrina militar. En julio de ese año, oficiales de alto rango de los Estados Unidos y el Reino Unido realizaron un simulacro de tres semanas en Suffolk, Virginia. No era la primera vez que se hacía, sin embargo, para ese simulacro se contó con la presencia de nuevos actores: representantes de las industrias bancarias y de energía eléctrica. Ahí se practicaron ejercicios de ataque a sistemas de control industrial de plantas de tratamiento de aguas, interrupción de tuberías de petróleo y gas, congelamiento de retiro de dinero en efectivo y desconexión de redes de energía eléctrica.
El almirante de la marina estadounidense, Kevin E. Lunday, participante de aquellos simulacros delcaró: “no es cuestión de si ese escenario ocurrirá, sino de cuándo ocurriría”.
Recientemente, el Ciber Comando de los Estados Unidos asignó un contrato por 460 millones de dólares para soporte a misiones de ciberguerra, y elaboración de una cantidad ingente de “municiones digitales”, además del reclutamiento de 6200 cibersoldados.
Con todo lo anterior, nos debe quedar claro que la ciberguerra es una estrategia de sabotaje sobre infraestructura clave de países considerados enemigos por los Estados Unidos para preparar el terreno hacia una guerra convencional o, en su caso, el impulso de una guerra civil. Bill Leighter, otro almirante estadounidense sugiere que en caso de que un comando aéreo quisiera lanzar un ataque, este podría ser precedido por un ciberataque para, por ejemplo, apagar la red eléctrica de las instalaciones a bombardear y, así, degradar la habilidad defensiva del enemigo.
Después del sabotaje al sistema de control de la hidroeléctrica Simón Bolívar en estos últimos días, ¿seguimos creyendo que todo es una teoría de la conspiración, o ya nos hace sentido el tipo de guerra de baja intensidad a la que Venezuela está resistiendo?
(Tomado de Dominio Cuba)
Marco Rubio afirma que el apagón en Venezuela fue causado por la explosión en un "dique alemán" (que no existe)
Publicado: 11 mar 2019 04:07 GMT | Última actualización: 11 mar 2019 04:24 GMT - RT
El político estadounidense no entendió que
Germán Dam era el nombre del periodista que reportó sobre la explosión
en un transformador.
Comentando
sobre el apagón masivo en Venezuela, el senador estadounidense Marco
Rubio se apresuró a tuitear sobre una supuesta explosión en un "dique
alemán" en el estado Bolívar.
"Hoy otra explosión en un transformador en German Dam en el estado Bolívar causó otro apagón masivo", escribió Rubio. Resulta que el político interpretó el nombre de un periodista, Germán Dam, que informaba sobre el apagón, como "dique alemán", ya que en inglés 'dique alemán' se dice 'German Dam'.
El
reportero acudió en ayuda del político. "Senador Marco Rubio, un
importante transformador explotó en Bolívar [...]; sin embargo no
sucedió en un dique ni mucho menos en uno alemán. Me llamo Germán Dam,
soy uno de los periodistas que publicó la información", tuiteó.
De
inmediato, en las redes sociales llovieron las burlas contra el senador
estadounidense. "Germán Dam es un periodista que reportó la explosión
que causó el apagón. Afortunadamente, él no explotó"; "Es un poco
difícil tomarte en serio cuando no puedes entender conceptos básicos
como la diferencia entre los objetos inanimados y las personas reales",
fueron algunos de los comentarios al respecto.
El 8 de marzo, el vicepresidente de Comunicación, Turismo y Cultura, Jorge Rodríguez, denunció que
el apagón fue resultado de un ataque cibernético lanzado contra al
Sistema de Control Automatizado de Regulación, y lo calificó de "arremetida brutal de la Administración de Donald Trump". En particular, acusó al senador Marco Rubio de orquestar el apagón con ayuda del dirigente opositor Juan Guaidó, que niega que el corte se debiera a un sabotaje externo y responsabiliza al Gobierno de Maduro de la situación.
"La
falla eléctrica en todo el país, que ahora está en su 25ª hora, está
causando daños económicos devastadores a largo plazo. En un abrir y
cerrar de ojos, toda la capacidad de producción de aluminio del país fue
destruida por los daños causados por el apagón", señaló Rubio en su
cuenta de Twitter.
"¿Cómo supo Marco Rubio pocos minutos después [del ataque] que los generadores de respaldo habían fallado? En ese momento, nadie lo sabía aún", declaró el vicepresidente. "Marco Rubio sabía en minutos lo que había pasado, mientras nuestro expertos estaban aún viendo de dónde provenía la falla", expresó, por su parte, Yuleinny Sánchez, trabajadora de Corpoelec, empresa eléctrica estatal venezolana.
"Hoy otra explosión en un transformador en German Dam en el estado Bolívar causó otro apagón masivo", escribió Rubio. Resulta que el político interpretó el nombre de un periodista, Germán Dam, que informaba sobre el apagón, como "dique alemán", ya que en inglés 'dique alemán' se dice 'German Dam'.
Today another transformer explosion at the German Dam in Bolivar State caused another massive blackout.
The result? Critically ill patients have died, the #Caracas metro remains out of service & few if any flights have arrived at or departed from Caracas in over 20 hours.
2/3— Marco Rubio (@marcorubio) 9 марта 2019 г.
"¿Cómo supo Marco Rubio pocos minutos después [del ataque] que los generadores de respaldo habían fallado? En ese momento, nadie lo sabía aún", declaró el vicepresidente. "Marco Rubio sabía en minutos lo que había pasado, mientras nuestro expertos estaban aún viendo de dónde provenía la falla", expresó, por su parte, Yuleinny Sánchez, trabajadora de Corpoelec, empresa eléctrica estatal venezolana.
Experto en DD.HH. sobre la situación en Venezuela: "Antes del golpe de Estado de 1973 en Chile hubo precisamente un apagón"
Publicado: 12 mar 2019 13:13 GMT | Última actualización: 12 mar 2019 15:11 GMT - RT
Alfred-Maurice de Zayas afirma que
Washington "se quiere presentar como buen samaritano" en Venezuela pese a
que "está causando el caos" en ese país.
La crisis en Venezuela es una situación provocada de forma "completamente artificial" por EE.UU. y que tiene "muchísimos paralelos"
con el cambio de régimen instaurado en Chile en 1973. Así lo afirma
Alfred-Maurice de Zayas, exsecretario del Comité de Derechos Humanos de
la ONU y antiguo experto independiente de esa organización.
El analista estadounidense recuerda que el "asedio" contra el mandatario socialista chileno Salvador Allende no comenzó ese año, sino en 1970 —al principio de su mandato—, cuando el entonces presidente de EE.UU., Richard Nixon, habló con su secretario de Estado, Henry Kissinger, diciéndole "que no iba a tolerar un sistema económico y social alternativo al capitalismo".
EE.UU., entonces, está causando este caos [en Venezuela]. Se quiere presentar como buen samaritano Alfred-Maurice de Zayas, experto en DD.HH. De Zayas recuenta que, cuatro semanas antes del golpe de Estado de Augusto Pinochet contra el presidente chileno, "hubo precisamente un apagón". "Salvador Allende estaba en el medio de un discurso cuando, eso ocurre, y evidentemente detrás del apagón estaba el sabotaje", aseveró.
El experto explica que la idea detrás de este tipo de actos es causar "zozobra" y "confusión", lo que a su vez se conjunta con las sanciones del país norteamericano para generar el "caos" en Venezuela. "EE.UU., entonces, está causando este caos. Se quiere presentar como buen samaritano", subrayó De Zayas.
El analista, designado por Naciones Unidas para la promoción de un orden internacional democrático e igualitario (2012-2018), hace hincapié en que esta estrategia estadounidense "no solo es ilegal y no solo viola el derecho internacional consuetudinario", sino que conlleva la muerte.
"Pero, como las sanciones matan, y las sanciones han matado a venezolanos y venezolanas, ¿cuándo llega esa matanza al nivel de un crimen de lesa humanidad?", pregunta De Zayas.
El analista estadounidense recuerda que el "asedio" contra el mandatario socialista chileno Salvador Allende no comenzó ese año, sino en 1970 —al principio de su mandato—, cuando el entonces presidente de EE.UU., Richard Nixon, habló con su secretario de Estado, Henry Kissinger, diciéndole "que no iba a tolerar un sistema económico y social alternativo al capitalismo".
EE.UU., entonces, está causando este caos [en Venezuela]. Se quiere presentar como buen samaritano Alfred-Maurice de Zayas, experto en DD.HH. De Zayas recuenta que, cuatro semanas antes del golpe de Estado de Augusto Pinochet contra el presidente chileno, "hubo precisamente un apagón". "Salvador Allende estaba en el medio de un discurso cuando, eso ocurre, y evidentemente detrás del apagón estaba el sabotaje", aseveró.
El experto explica que la idea detrás de este tipo de actos es causar "zozobra" y "confusión", lo que a su vez se conjunta con las sanciones del país norteamericano para generar el "caos" en Venezuela. "EE.UU., entonces, está causando este caos. Se quiere presentar como buen samaritano", subrayó De Zayas.
El analista, designado por Naciones Unidas para la promoción de un orden internacional democrático e igualitario (2012-2018), hace hincapié en que esta estrategia estadounidense "no solo es ilegal y no solo viola el derecho internacional consuetudinario", sino que conlleva la muerte.
"Pero, como las sanciones matan, y las sanciones han matado a venezolanos y venezolanas, ¿cuándo llega esa matanza al nivel de un crimen de lesa humanidad?", pregunta De Zayas.
Forbes no descarta ataque cibernético contra red eléctrica venezolana
La
revista estadounidense analiza la estrategia de EEUU y reconoce que
manipular la red eléctrica en Venezuela para forzar una transición
gubernamental es muy real”.
Bajo el título de ¿Podría el corte de energía de Venezuela realmente ser un ataque cibernético?, la revista Forbes analiza la posibilidad de que esto haya sucedido efectivamente.
En un artículo firmado por Kalev Leetaru,
especialista en tecnología y big data, la revista analiza el caso
venezolano a la luz de los avances tecnológicos aplicados a la guerra.
Forbes es una prestigiosa revista estadounidense dedicada al mundo de
los negocios y las finanzas.
Tras reseñar el
apagón, señala que “la idea de que un estado nación extranjero que
manipule la red eléctrica de un adversario para forzar una transición
gubernamental es muy real”.
En el caso de
Venezuela, “la idea de que un gobierno como los Estados Unidos
interfiera de forma remota en su red eléctrica es bastante realista.”
Los apagones generalizados de energía y conectividad, como el que Venezuela experimentó la semana pasada, forman parte moderno libro de estrategias cibernéticas”
“Los apagones
generalizados de energía y conectividad, como el que Venezuela
experimentó la semana pasada, forman parte moderno libro de estrategias
cibernéticas”, subraya. Y agrega que el hecho de poder cortar en las
horas punta, “asegurando un impacto máximo en la sociedad civil” y
generando imágenes posapocalípticas, “encaja perfectamente en el molde
de una operación” de este tipo.
Señala que que
“los gobiernos recurrirían cada vez más a la guerra cibernética”, Ya sea
“por su cuenta o como parte de una guerra híbrida para debilitar a un
adversario antes de la invasión convencional o para efectuar una
transición forzosa y negativamente en un gobierno extranjero”.
“Interrumpir
el suministro de energía y agua, interrumpir los patrones de tráfico,
frenar o interferir con el acceso a Internet, hacer que los hogares
inteligentes se desordenen e incluso desencadenar remotamente los
derrumbes en las centrales nucleares, fueron temas cada vez más
discutidos en la comunidad de seguridad nacional en ese momento como
legítimos y legales. Tácticas para socavar un estado extranjero”, resume
seguidamente.
“Dichas interrupciones pueden hacer
que una población se vuelva rápidamente en contra de su gobierno y, al
mismo tiempo, hace que sea casi imposible probar definitivamente la
intervención extranjera”, sentencia.
Independientemente de lo que realmente sucedió la semana pasada en Venezuela, es probable que los ataques de infraestructura cibernética continúen creciendo como un arma de la guerra moderna”
Precisa
más adelante que “dada la preocupación del gobierno de EEUU por el
gobierno de Venezuela, es probable que ya tengan una presencia profunda
dentro de la red nacional de infraestructura del país, lo que hace que
sea relativamente sencillo interferir con las operaciones de la red”. Y
agrega: “la obsoleta infraestructura de internet y energía del país
presenta pocos desafíos formidables para tales operaciones y hace que
sea relativamente fácil eliminar cualquier rastro de intervención
extranjera”.
“Independientemente de lo que
realmente sucedió la semana pasada en Venezuela, es probable que los
ataques de infraestructura cibernética continúen creciendo como un arma
de la guerra moderna”, concluye Forbes.
Venezuela a oscuras
Por:
Marco Teruggi
Desde Caracas
A las 17 del jueves casi la totalidad de Venezuela quedó a oscuras. La luz se cortó en 22 de las 24 provincias, lo que trajo aparejado cortes de muchas de las comunicaciones telefónicas y de transporte. El primero en informar por parte del gobierno fue el ministro de energía eléctrica, Motta Domínguez, quien denunció un ataque en la unidad de “generación y transmisión en Bolívar, específicamente en el Guri, la columna vertebral de la electricidad”.
Luego el ministro de comunicación, Jorge Rodríguez, anunció que “la intención criminal pretendía someter al pueblo de Venezuela a varios días sin suministro eléctrico para agredirlo y maltratarlo”. El presidente Nicolás Maduro, por su parte, centró la responsabilidad en “la guerra eléctrica anunciada y dirigida por el imperialismo estadounidense”. La oscuridad fue total en la noche caraqueña, algunas velas, teléfonos con batería, generadores, estrellas, las calles en total soledad.
Al amanecer el viernes la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, declaró día no laborable y no escolar. Según fuentes oficiales, el ataque golpeó de manera simultánea a cerca de diez instalaciones de generación y distribución en distintos puntos del sistema del Guri, y, junto con eso, fueron dados ataques cibernéticos al sistema informático.
El país despertó en la incertidumbre, en los barrios de Caracas la gente salió temprano a buscar formas de llegar a sus compromisos, a pararse en la puerta de sus casas a conversar entre vecinos para reunir la información disponible, poca gente disponía de servicio telefónico para recibir mensajes. La ciudad estuvo tranquila, casi todos los comercios se mantuvieron cerrados, y la Plaza Bolívar, por ejemplo, se transformó en un punto de reunión de quienes buscaban información.
Marco Rubio, senador norteamericano, fue uno de los primeros de la oposición en anunciar el apagón: “El régimen de Maduro es un desastre”, tuiteó. Juan Guaidó, por su parte, escribió que “Venezuela tiene claro que la luz llega con el cese de usurpación”, y el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, afirmó: “No hay comida, no hay medicina, ahora no hay electricidad, lo próximo, no habrá Maduro.”
La oposición nacional centró sus denuncias en el sistema eléctrico, la crisis de la infraestructura, los robos que, denunciaron, son realizados con complicidad de las autoridades. El corte de luz nacional, que duró más de 20 horas, habría sido responsabilidad del gobierno y su política eléctrica.
No es la primera vez que se producen cortes de luz en el país, ni tampoco que se dan actos de sabotaje a las instalaciones eléctricas, denunciados como tal por las autoridades. Es en cambio la primera vez que sucede en estas dimensiones de envergadura y tiempo, y, a su vez, dentro de un cuadro político de estas características, donde ya se anticipaba la posibilidad que se den actos de sabotaje como parte de los ataques de desgaste y construcción de un escenario de caotización que busca desarrollar la estrategia de asalto.
En las primeras horas de la tarde el sistema comenzó a restablecerse parcial y progresivamente en distintas zonas del país y en Caracas. Uno de los temores era que el corte se prolongara hasta que nuevamente el país quedara en la oscuridad, lo que podía abrir el paso a la emergencia de grupos violentos como los que fueron activados en la semana del 21 de enero.
Este sábado habrá una movilización convocada por la derecha, y otra por el gobierno, una nueva fecha de medición de fuerzas y de imágenes en un cuadro de empate inestable. La oposición se encuentra en una aparente disminución de iniciativas luego del regreso de Guaidó el pasado lunes, lo que explicaría también la apuesta a una acción de saboteo al sistema eléctrico. No se le conoce agenda para luego del sábado, a excepción del anuncio de un paro escalonado en la administración pública. ¿Intentarán nuevos actos como el ataque eléctrico?
El chavismo por su parte necesita prevenir y estabilizar tanto el cuadro político, como también y sobre todo la situación económica. Sus principales fortalezas -la movilización, la conducción, la unidad y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana- se mantienen sin mayores fisuras.
A las 17 del jueves casi la totalidad de Venezuela quedó a oscuras. La luz se cortó en 22 de las 24 provincias, lo que trajo aparejado cortes de muchas de las comunicaciones telefónicas y de transporte. El primero en informar por parte del gobierno fue el ministro de energía eléctrica, Motta Domínguez, quien denunció un ataque en la unidad de “generación y transmisión en Bolívar, específicamente en el Guri, la columna vertebral de la electricidad”.
Luego el ministro de comunicación, Jorge Rodríguez, anunció que “la intención criminal pretendía someter al pueblo de Venezuela a varios días sin suministro eléctrico para agredirlo y maltratarlo”. El presidente Nicolás Maduro, por su parte, centró la responsabilidad en “la guerra eléctrica anunciada y dirigida por el imperialismo estadounidense”. La oscuridad fue total en la noche caraqueña, algunas velas, teléfonos con batería, generadores, estrellas, las calles en total soledad.
Al amanecer el viernes la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, declaró día no laborable y no escolar. Según fuentes oficiales, el ataque golpeó de manera simultánea a cerca de diez instalaciones de generación y distribución en distintos puntos del sistema del Guri, y, junto con eso, fueron dados ataques cibernéticos al sistema informático.
El país despertó en la incertidumbre, en los barrios de Caracas la gente salió temprano a buscar formas de llegar a sus compromisos, a pararse en la puerta de sus casas a conversar entre vecinos para reunir la información disponible, poca gente disponía de servicio telefónico para recibir mensajes. La ciudad estuvo tranquila, casi todos los comercios se mantuvieron cerrados, y la Plaza Bolívar, por ejemplo, se transformó en un punto de reunión de quienes buscaban información.
Marco Rubio, senador norteamericano, fue uno de los primeros de la oposición en anunciar el apagón: “El régimen de Maduro es un desastre”, tuiteó. Juan Guaidó, por su parte, escribió que “Venezuela tiene claro que la luz llega con el cese de usurpación”, y el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, afirmó: “No hay comida, no hay medicina, ahora no hay electricidad, lo próximo, no habrá Maduro.”
La oposición nacional centró sus denuncias en el sistema eléctrico, la crisis de la infraestructura, los robos que, denunciaron, son realizados con complicidad de las autoridades. El corte de luz nacional, que duró más de 20 horas, habría sido responsabilidad del gobierno y su política eléctrica.
No es la primera vez que se producen cortes de luz en el país, ni tampoco que se dan actos de sabotaje a las instalaciones eléctricas, denunciados como tal por las autoridades. Es en cambio la primera vez que sucede en estas dimensiones de envergadura y tiempo, y, a su vez, dentro de un cuadro político de estas características, donde ya se anticipaba la posibilidad que se den actos de sabotaje como parte de los ataques de desgaste y construcción de un escenario de caotización que busca desarrollar la estrategia de asalto.
En las primeras horas de la tarde el sistema comenzó a restablecerse parcial y progresivamente en distintas zonas del país y en Caracas. Uno de los temores era que el corte se prolongara hasta que nuevamente el país quedara en la oscuridad, lo que podía abrir el paso a la emergencia de grupos violentos como los que fueron activados en la semana del 21 de enero.
Este sábado habrá una movilización convocada por la derecha, y otra por el gobierno, una nueva fecha de medición de fuerzas y de imágenes en un cuadro de empate inestable. La oposición se encuentra en una aparente disminución de iniciativas luego del regreso de Guaidó el pasado lunes, lo que explicaría también la apuesta a una acción de saboteo al sistema eléctrico. No se le conoce agenda para luego del sábado, a excepción del anuncio de un paro escalonado en la administración pública. ¿Intentarán nuevos actos como el ataque eléctrico?
El chavismo por su parte necesita prevenir y estabilizar tanto el cuadro político, como también y sobre todo la situación económica. Sus principales fortalezas -la movilización, la conducción, la unidad y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana- se mantienen sin mayores fisuras.
Condena Cuba el sabotaje terrorista contra el sistema eléctrico de Venezuela
El Gobierno Revolucionario condena enérgicamente el sabotaje
al suministro de electricidad en Venezuela, que constituye un acto
terrorista, dirigido a dañar a la población indefensa de toda
una nación, para utilizarla como rehén en la guerra no convencional
desatada por los Estados Unidos contra el gobierno legítimo que preside
el compañero Nicolás Maduro Moros y la unión cívico-militar del pueblo
bolivariano y chavista.
Políticos estadounidenses se han apresurado a celebrar un acto que priva a la población de un servicio básico fundamental, deja hospitales sin la energía necesaria para operar, interrumpe otros servicios elementales indispensables en la vida cotidiana, como la alimentación, el suministro de agua, el transporte, las comunicaciones, la seguridad pública, el comercio, las transacciones bancarias y el pago por tarjetas; afecta el trabajo en general e impide el funcionamiento de las escuelas y universidades.
La secuencia y modalidad de los hechos recuerda el sabotaje realizado a la industria petrolera en 2002, perpetrado entonces por una empresa estadounidense propietaria y operadora del sistema automatizado de producción, refinación, transportación y distribución de la producción.
Se suma, además, a la guerra económica y financiera despiadada a la que se somete a Venezuela, con el claro objetivo de vencer por carencias y privaciones la voluntad política y soberana de un pueblo que no se ha dejado doblegar.
Se trata de una escalada en la guerra no convencional liderada por el gobierno de los Estados Unidos contra ese país hermano que se desarrolla tras el fracaso de la provocación montada el pasado 23 de febrero con el intento de ingresar por la fuerza una supuesta ayuda humanitaria a Venezuela, desafiando a las autoridades legítimas del país, en violación del Derecho Internacional y de las normas y principios de la Carta de las Naciones Unidas, con el objetivo de provocar muertes y violencia en gran escala como pretexto para una “intervención humanitaria”.
La experiencia de la propia historia de Cuba y de otros países de la región enseña que estas acciones son el preludio de actos violentos de mayor envergadura, como fue la invasión armada de Playa Girón en 1961. La comunidad internacional tiene suficientes evidencias para estar sobre aviso.
El usurpador y autoproclamado “presidente” creado por Estados Unidos dijo públicamente que, cuando llegue el momento, invocaría el artículo 187 de la Constitución para autorizar el empleo de misiones militares extranjeras en el país y repitió exactamente la misma frase que sus mentores estadounidenses utilizan: “Todas las opciones están sobre la mesa”. Solo falta que reciba la orden desde Washington, pues se conoce que en su periplo por América del Sur ya solicitó a ciertos gobiernos apoyo para una intervención militar en su país.
La ofensiva contra Venezuela se acompaña de una feroz campaña de propaganda macartista y mentiras coordinada por el Asesor de Seguridad Nacional de ese país, John Bolton, como pretexto para la aplicación por la fuerza de la Doctrina Monroe, acompañado activamente por el Senador anticubano Marco Rubio, quien con el uso frenético de las redes sociales, evidencia su atención e involucramiento personal y conspirativo, en las maniobras contra Venezuela.
Entre los más persistentes y desvergonzados pronunciamientos, está la calumnia de que Cuba tiene “entre 20 y 25 mil efectivos militares en Venezuela”, que “ejercen dominio” en ese país hermano y soberano, y que “tienen amenazados” a los integrantes de la gloriosa y combativa Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Cuba rechaza de manera categórica esa mentira, como rechaza con igual firmeza toda insinuación de que existe algún grado de subordinación política de Venezuela a Cuba o de Cuba a Venezuela.
John Bolton es un mentiroso reconocido, con credenciales de larga data. Este funcionario fue quien en 2002 acusó a Cuba de poseer un programa de desarrollo de armas biológicas, falacia desmentida públicamente por quien era entonces su jefe, el ex Secretario de Estado Colin Powell, y por el ex Presidente James Carter. El infundio provocó, además, que Bolton fuera sometido a una investigación por el Congreso de los Estados Unidos.
Bolton asimismo estuvo entre los promotores de la mentira de que el gobierno de Iraq poseía en 2003 armas de destrucción masiva y un programa para desarrollarlas, la que, repetida a todos los niveles del gobierno estadounidense y amplificada por los grandes medios de comunicación, sirvió de pretexto para la agresión y ocupación militar de ese país del Medio Oriente por parte de los Estados Unidos, a un precio de cerca de un millón de muertos y millones de desplazados iraquíes, además de miles de soldados estadounidenses fallecidos y heridos durante la campaña militar cuyo objetivo fue también el petróleo.
Como se ha difundido públicamente, y las personas honestas e informadas conocen, la relación bilateral entre Cuba y Venezuela se basa en el respeto mutuo, en la verdadera solidaridad, en el común compromiso bolivariano y martiano, fidelista y chavista, con la integración de “Nuestra América”, independiente y soberana; en la voluntad de practicar la cooperación complementaria entre los pueblos del Sur, y en el empeño de aplicar y defender la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
En los proyectos del Convenio Integral de Cooperación, suscritos entre ambos países, participan poco más de 20 mil cubanos, la mayoría mujeres, el 96% de los cuales están dedicados a la prestación de servicios de salud a la población, y otros que laboran en sectores como educación, cultura, deporte y agroalimentario.
El impacto acumulado en Venezuela de esa cooperación, por solo citar unos datos, ayudó a salvar 1 473 117 vidas, a realizar 717 029 310 exámenes de diagnóstico médico, a dar atención oftalmológica a 62 031 309 de personas, a administrar 12 915 648 de vacunas contra el sarampión y la tuberculosis, a lo que se puede sumar 3 095 546 de alfabetizados.
Es totalmente falso que Cuba esté participando en operaciones de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana o los servicios de Seguridad. Se trata de una calumnia difundida deliberadamente por el Gobierno de los Estados Unidos. Cuando Bolton, otros políticos y funcionarios del gobierno estadounidense la esgrimen, mienten deliberadamente con agresivos fines políticos, pues cuentan con datos e informaciones suficientes y conocen la verdad.
Cuba no interviene en los asuntos internos de Venezuela, como Venezuela no interviene en los de Cuba.
A diferencia de los Estados Unidos que tiene unas ochenta bases militares en América Latina y el Caribe, incluida la que usurpa territorio cubano en Guantánamo, y unas ochocientas en el planeta que disponen de más de 250 mil soldados; Cuba no tiene ninguna en país alguno, ni especialistas en tortura y represión policial, ni cárceles secretas, ni fuerzas navales o aéreas merodeando las costas y el espacio aéreo inmediato de Estados soberanos ni satélites observando cada detalle.
Con la mentira, el imperialismo promovió el sangriento golpe de estado de Augusto Pinochet en Chile, y muchos otros golpes de estado y dictaduras represivas en la región. Con mentiras se asesinó a más de 10 mil ciudadanos indefensos en la invasión militar a Panamá de diciembre de 1989. Con ellas se provocó la agresión militar y la desestabilización de Libia.
Con mentiras fue que Estados Unidos y otras potencias mantuvieron hasta última hora el pleno respaldo al oprobioso régimen del apartheid en Sudáfrica.
El Gobierno Revolucionario advierte y denuncia que la tendencia a mentir sin límite ni freno alguno de parte del gobierno de los Estados Unidos tuvo ya peligrosas consecuencias en el pasado que podrían repetirse en la actualidad.
Políticos estadounidenses se han apresurado a celebrar un acto que priva a la población de un servicio básico fundamental, deja hospitales sin la energía necesaria para operar, interrumpe otros servicios elementales indispensables en la vida cotidiana, como la alimentación, el suministro de agua, el transporte, las comunicaciones, la seguridad pública, el comercio, las transacciones bancarias y el pago por tarjetas; afecta el trabajo en general e impide el funcionamiento de las escuelas y universidades.
La secuencia y modalidad de los hechos recuerda el sabotaje realizado a la industria petrolera en 2002, perpetrado entonces por una empresa estadounidense propietaria y operadora del sistema automatizado de producción, refinación, transportación y distribución de la producción.
Se suma, además, a la guerra económica y financiera despiadada a la que se somete a Venezuela, con el claro objetivo de vencer por carencias y privaciones la voluntad política y soberana de un pueblo que no se ha dejado doblegar.
Se trata de una escalada en la guerra no convencional liderada por el gobierno de los Estados Unidos contra ese país hermano que se desarrolla tras el fracaso de la provocación montada el pasado 23 de febrero con el intento de ingresar por la fuerza una supuesta ayuda humanitaria a Venezuela, desafiando a las autoridades legítimas del país, en violación del Derecho Internacional y de las normas y principios de la Carta de las Naciones Unidas, con el objetivo de provocar muertes y violencia en gran escala como pretexto para una “intervención humanitaria”.
La experiencia de la propia historia de Cuba y de otros países de la región enseña que estas acciones son el preludio de actos violentos de mayor envergadura, como fue la invasión armada de Playa Girón en 1961. La comunidad internacional tiene suficientes evidencias para estar sobre aviso.
El usurpador y autoproclamado “presidente” creado por Estados Unidos dijo públicamente que, cuando llegue el momento, invocaría el artículo 187 de la Constitución para autorizar el empleo de misiones militares extranjeras en el país y repitió exactamente la misma frase que sus mentores estadounidenses utilizan: “Todas las opciones están sobre la mesa”. Solo falta que reciba la orden desde Washington, pues se conoce que en su periplo por América del Sur ya solicitó a ciertos gobiernos apoyo para una intervención militar en su país.
La ofensiva contra Venezuela se acompaña de una feroz campaña de propaganda macartista y mentiras coordinada por el Asesor de Seguridad Nacional de ese país, John Bolton, como pretexto para la aplicación por la fuerza de la Doctrina Monroe, acompañado activamente por el Senador anticubano Marco Rubio, quien con el uso frenético de las redes sociales, evidencia su atención e involucramiento personal y conspirativo, en las maniobras contra Venezuela.
Entre los más persistentes y desvergonzados pronunciamientos, está la calumnia de que Cuba tiene “entre 20 y 25 mil efectivos militares en Venezuela”, que “ejercen dominio” en ese país hermano y soberano, y que “tienen amenazados” a los integrantes de la gloriosa y combativa Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Cuba rechaza de manera categórica esa mentira, como rechaza con igual firmeza toda insinuación de que existe algún grado de subordinación política de Venezuela a Cuba o de Cuba a Venezuela.
John Bolton es un mentiroso reconocido, con credenciales de larga data. Este funcionario fue quien en 2002 acusó a Cuba de poseer un programa de desarrollo de armas biológicas, falacia desmentida públicamente por quien era entonces su jefe, el ex Secretario de Estado Colin Powell, y por el ex Presidente James Carter. El infundio provocó, además, que Bolton fuera sometido a una investigación por el Congreso de los Estados Unidos.
Bolton asimismo estuvo entre los promotores de la mentira de que el gobierno de Iraq poseía en 2003 armas de destrucción masiva y un programa para desarrollarlas, la que, repetida a todos los niveles del gobierno estadounidense y amplificada por los grandes medios de comunicación, sirvió de pretexto para la agresión y ocupación militar de ese país del Medio Oriente por parte de los Estados Unidos, a un precio de cerca de un millón de muertos y millones de desplazados iraquíes, además de miles de soldados estadounidenses fallecidos y heridos durante la campaña militar cuyo objetivo fue también el petróleo.
Como se ha difundido públicamente, y las personas honestas e informadas conocen, la relación bilateral entre Cuba y Venezuela se basa en el respeto mutuo, en la verdadera solidaridad, en el común compromiso bolivariano y martiano, fidelista y chavista, con la integración de “Nuestra América”, independiente y soberana; en la voluntad de practicar la cooperación complementaria entre los pueblos del Sur, y en el empeño de aplicar y defender la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
En los proyectos del Convenio Integral de Cooperación, suscritos entre ambos países, participan poco más de 20 mil cubanos, la mayoría mujeres, el 96% de los cuales están dedicados a la prestación de servicios de salud a la población, y otros que laboran en sectores como educación, cultura, deporte y agroalimentario.
El impacto acumulado en Venezuela de esa cooperación, por solo citar unos datos, ayudó a salvar 1 473 117 vidas, a realizar 717 029 310 exámenes de diagnóstico médico, a dar atención oftalmológica a 62 031 309 de personas, a administrar 12 915 648 de vacunas contra el sarampión y la tuberculosis, a lo que se puede sumar 3 095 546 de alfabetizados.
Es totalmente falso que Cuba esté participando en operaciones de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana o los servicios de Seguridad. Se trata de una calumnia difundida deliberadamente por el Gobierno de los Estados Unidos. Cuando Bolton, otros políticos y funcionarios del gobierno estadounidense la esgrimen, mienten deliberadamente con agresivos fines políticos, pues cuentan con datos e informaciones suficientes y conocen la verdad.
Cuba no interviene en los asuntos internos de Venezuela, como Venezuela no interviene en los de Cuba.
A diferencia de los Estados Unidos que tiene unas ochenta bases militares en América Latina y el Caribe, incluida la que usurpa territorio cubano en Guantánamo, y unas ochocientas en el planeta que disponen de más de 250 mil soldados; Cuba no tiene ninguna en país alguno, ni especialistas en tortura y represión policial, ni cárceles secretas, ni fuerzas navales o aéreas merodeando las costas y el espacio aéreo inmediato de Estados soberanos ni satélites observando cada detalle.
Con la mentira, el imperialismo promovió el sangriento golpe de estado de Augusto Pinochet en Chile, y muchos otros golpes de estado y dictaduras represivas en la región. Con mentiras se asesinó a más de 10 mil ciudadanos indefensos en la invasión militar a Panamá de diciembre de 1989. Con ellas se provocó la agresión militar y la desestabilización de Libia.
Con mentiras fue que Estados Unidos y otras potencias mantuvieron hasta última hora el pleno respaldo al oprobioso régimen del apartheid en Sudáfrica.
El Gobierno Revolucionario advierte y denuncia que la tendencia a mentir sin límite ni freno alguno de parte del gobierno de los Estados Unidos tuvo ya peligrosas consecuencias en el pasado que podrían repetirse en la actualidad.