MÉXICO
Acusan a Gobierno mexicano de proteger a autores del crimen de Ayotzinapa
Libre Red
Dos años después de la desaparición de los 43 jóvenes, los familiares y víctimas del caso condenan la falta de gestión del Gobierno mexicano.
El portavoz de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Felipe de la Cruz, denunció este jueves que el Gobierno mexicano protege a los autores de los hechos del pasado 26 de septiembre de 2014, cuando desaparecieron los jóvenes.
En el marco del evento cátedra teleSUR “los 43”, realizado en Caracas, capital de Venezuela, que dio espacio a relatos de las víctimas de Ayotzinapa y de las guarimbas en Venezuela,De la Cruz denunció que el gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto continúa protegiendo al actor intelectual y a los autores materiales de la desaparición de los normalistas.
El vocero de las familias indicó que “hasta el día de hoy aún no han sido consignados” por la desaparición forzada de los 43 jóvenes.
De la Cruz señaló que “definitivamente para nosotros es claro el mensaje, el gobierno está protegiendo algún personaje muy poderoso en nuestro país y por eso no permiten que se sepa la verdad”.
Recordó que la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, su hijo se comunicó con él cuando iniciaron los ataques. El joven le informó que varias patrullas se atravesaron a los autobuses en los que viajaban los normalistas, por lo cual algunos compañeros se bajaron de las unidades y en ese momento comenzó la agresión por parte de los policías. Uno de los estudiantes fue asesinado.
Felipe de la Cruz aseguró que en este caso están involucrados todos los cuerpos de seguridad: policía federal, estatal, ministerial y el Ejército mexicano.
“Los medios de comunicación en México son medios controlados por el gobierno y venden a la población lo que les conviene para desinformar acerca de la realidad que existe”, advirtió.
El vocero rememoró que en octubre de 2014, Peña Nieto pidió a los padres de los 43 un voto de confianza para dar con el responsable; sin embargo llevan dos años “en la espera de esa promesa” y “vemos cómo de manera descarada protege a la institución”, en referencia a la Policía y el Ejército.
De la Cruz dijo que “hay 17 butacas en espera de la llegada de los jóvenes” e indicó que los padres de los desaparecidos tienen esperanza de saber la verdad y verlos regresar.
“Estamos seguros que ellos saben todo lo que ocurrió y como no pueden hablar, la presión es mayor aún”, dijo en referencia a algunos funcionarios gubernamentales relacionados a la investigación del caso Ayotzinapa.
Agregó que “diariamente veo en mi colonia asesinatos, asaltantes, secuestros y contra ellos no hacen nada”.
El estudiante señaló que los narcos pueden quemar automóviles o hacer sus bloqueos y no hay ningún organismo mexicano haciendo frente a esas situaciones, “pero si un estudiante marcha, realiza un bloqueo exigiendo su derecho a la educación, a que su escuela siga abierta, ahí siempre van a estar los policías, reprimiéndonos, golpeándonos”.
En el evento cátedra teleSUR “los 43” participaron víctimas de las acciones violentas (guarimbas) de la derecha en venezuela y familiares de los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos.
El encuentro que sirvió para analizar el papel de los medios internacionales que intentan desprestigiar la lucha de dos pueblos (Venezuela y México) que claman justicia ante los actos de violencia de la derecha.
El 26 de septiembre de 2014 en Iguala, estado Guerrero, sur de México, autoridades locales desaparecieron a 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa.
La Jornada | Telesur
Dos años después de la desaparición de los 43 jóvenes, los familiares y víctimas del caso condenan la falta de gestión del Gobierno mexicano.
El portavoz de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Felipe de la Cruz, denunció este jueves que el Gobierno mexicano protege a los autores de los hechos del pasado 26 de septiembre de 2014, cuando desaparecieron los jóvenes.
En el marco del evento cátedra teleSUR “los 43”, realizado en Caracas, capital de Venezuela, que dio espacio a relatos de las víctimas de Ayotzinapa y de las guarimbas en Venezuela,De la Cruz denunció que el gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto continúa protegiendo al actor intelectual y a los autores materiales de la desaparición de los normalistas.
El vocero de las familias indicó que “hasta el día de hoy aún no han sido consignados” por la desaparición forzada de los 43 jóvenes.
De la Cruz señaló que “definitivamente para nosotros es claro el mensaje, el gobierno está protegiendo algún personaje muy poderoso en nuestro país y por eso no permiten que se sepa la verdad”.
Recordó que la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, su hijo se comunicó con él cuando iniciaron los ataques. El joven le informó que varias patrullas se atravesaron a los autobuses en los que viajaban los normalistas, por lo cual algunos compañeros se bajaron de las unidades y en ese momento comenzó la agresión por parte de los policías. Uno de los estudiantes fue asesinado.
Felipe de la Cruz aseguró que en este caso están involucrados todos los cuerpos de seguridad: policía federal, estatal, ministerial y el Ejército mexicano.
“Los medios de comunicación en México son medios controlados por el gobierno y venden a la población lo que les conviene para desinformar acerca de la realidad que existe”, advirtió.
El vocero rememoró que en octubre de 2014, Peña Nieto pidió a los padres de los 43 un voto de confianza para dar con el responsable; sin embargo llevan dos años “en la espera de esa promesa” y “vemos cómo de manera descarada protege a la institución”, en referencia a la Policía y el Ejército.
De la Cruz dijo que “hay 17 butacas en espera de la llegada de los jóvenes” e indicó que los padres de los desaparecidos tienen esperanza de saber la verdad y verlos regresar.
“Estamos seguros que ellos saben todo lo que ocurrió y como no pueden hablar, la presión es mayor aún”, dijo en referencia a algunos funcionarios gubernamentales relacionados a la investigación del caso Ayotzinapa.
La policía ignora a los narcos y ataca a los estudiantes
El sobreviviente de Ayotzinapa, Ángel Neri de la Cruz, se preguntó cómo es posible que a estudiantes desarmados se les dispare aún más que a los narcotraficantes que “supuestamente están combatiendo”.Agregó que “diariamente veo en mi colonia asesinatos, asaltantes, secuestros y contra ellos no hacen nada”.
El estudiante señaló que los narcos pueden quemar automóviles o hacer sus bloqueos y no hay ningún organismo mexicano haciendo frente a esas situaciones, “pero si un estudiante marcha, realiza un bloqueo exigiendo su derecho a la educación, a que su escuela siga abierta, ahí siempre van a estar los policías, reprimiéndonos, golpeándonos”.
En el evento cátedra teleSUR “los 43” participaron víctimas de las acciones violentas (guarimbas) de la derecha en venezuela y familiares de los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos.
El encuentro que sirvió para analizar el papel de los medios internacionales que intentan desprestigiar la lucha de dos pueblos (Venezuela y México) que claman justicia ante los actos de violencia de la derecha.
El 26 de septiembre de 2014 en Iguala, estado Guerrero, sur de México, autoridades locales desaparecieron a 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa.
La Jornada | Telesur
A dos años de Ayotzinapa
por Marcos Roitman Rosenmann - La Jornada
¿Cómo pudo suceder? Esa pregunta
me sigue atormentando. No hay causa alguna capaz de justificar
semejante crimen de Estado. Ni el odio albergado por un presidente
municipal y su señora, ni una orden policial acompañada de retazos
políticos o una acción de castigo contra los estudiantes de la escuela
normal de Ayotzinapa. Todo nos hace pensar que fue una decisión
política, fríamente calculada, por quienes tenían la obligación de
proteger y garantizar el derecho de protesta y manifestación. Y lo más
deleznable, encubierto mediante la mentira, buscando distraer la
atención hacia una reyerta entre bandas narcotraficantes, donde los
estudiantes fueron las víctimas de una acción ejemplarizante. Así, los
futuros maestros se trasformarían en potenciales delincuentes, y los
hechos se inscribirían en la trágica lista de ajuste de cuentas al
interior del crimen organizado y el narcotráfico.
El escenario descrito responde al más puro estilo de la dictadura
pinochetista. Asalto a los autobuses que trasportaban a los estudiantes,
despliegue militar, asesinato, desaparición forzada de los cuerpos y un
relato encubridor capaz de exonerar al poder político municipal,
estatal y federal. Es el pacto de impunidad de un narcoestado que libera a los responsables, asumiendo el relato conocido como la verdad histórica, urdida por el entonces procurador General de la República, Jesús Murillo Karam.
La invención de una trama con sicarios a sueldo de narcotraficantes que mataron, incineraron e hicieron desaparecer los cuerpos en el basurero municipal de Cocula. A este relato se sumará la
verdad jurídica, que en estos dos años se ha urdido, con el fin de cerrar el caso. Los culpables están entre rejas; no hay más que hablar. Caso cerrado. Para dar credibilidad a tal falacia se procedió a detener, al mejor estilo hollywoodense, al entonces presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, y a su señora. De esta manera, los responsables estaban entre rejas.
Posteriormente, los hechos resultaron obstinados. Para paliar el déficit argumental, un chivo expiatorio, la destitución de Murillo Karam, seguido de las declaraciones del presidente Peña Nieto, subrayando la apertura de investigaciones para aclarar
definitivamentelos hechos. Toda una parafernalia destinada a crear una cortina de humo, en la cual la investigación se perdiera por vericuetos, dejando sin aclarar la acción militar, la presencia de las fuerzas armadas, el bloqueo de las comunicaciones y el conocimiento fehaciente de las instituciones uniformadas del ataque a los estudiantes, sin olvidar, la manipulación de las pruebas. Y para cerrar el círculo, una campaña mediática, tanto interna como internacional, destinada a solventar el discurso oficial. En este contexto se financia y estrena la producción cinematográfica La noche de Iguala, dirigida por Jorge Fernández Menéndez y Raúl Quintanilla.
verdad histórica y judicial. La actitud del poder político ha sido desautorizar, ridiculizar y poner en duda los resultados de los expertos independientes. No sólo los insulta, se deja entrever que sus miembros han sido influidos por un estado de ánimo proclive a la versión de los padres, contaminando sus análisis. Tal actitud demuestra la complicidad y el nulo interés por esclarecer los hechos.
México se ha transformado en un Estado sin derecho. Hoy por hoy, el acceso a la verdad se encuentra clausurado. Es necesario reivindicar la justicia. Si la ley es igual para todos, es necesario que el Poder Judicial actúe en consecuencia; no puede seguir encubriendo a los responsables. Los familiares de los estudiantes y sus compañeros han sido invisibilizados y las víctimas, los 43 estudiantes, desaparecidos. A todos ellos, se les ha ninguneado y maltratado. La vergüenza acompaña a la sociedad política mexicana, cómplice de los hechos.
Hay que seguir demandando responsabilidades caiga quien caiga, saber cómo se produjeron los hechos. Si el gobierno mira hacia otro lado, los partidos políticos se inhiben, pasan página; Ayotzinapa forma parte de la historia de la infamia. Semejante crimen de Estado no puede quedar impune, y no hay garantías de que así sea. Como señala en su reciente visita el relator del Alto Comisionado de la ONU, Jan Jarab, el grupo de Naciones Unidas pretende
respaldar a las familias de los 43 estudiantes desaparecidos, y las de otros heridos o que perdieron la vida en sus esfuerzos. Estamos en la búsqueda de los cuatro pilares de los derechos humanos (...) que son la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición.Vivos se los llevaron, vivos los queremos.
Ayotzinapa y el fin de la desventura del presente
por Luis Hernández Navarro
Doña Delfina de la Cruz Santiago es madre de Adán Abraham de la Cruz, uno de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecido hace dos años. A finales de marzo de este año, recibió una llamada telefónica de un enviado del gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo. El funcionario le ofreció dinero para que abandonara la lucha por la presentación con vida de su hijo. Ella le dijo que no.
Desde los primeros momentos de la agresión, el gobierno utilizó el señuelo de la chequera para tratar de cerrar el caso. No habían pasado ni 15 días del ataque cuando comenzaron a hablar de dinero a los familiares.
En reuniones que los padres tuvieron con estudiantes de El Colegio de México y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), los padres denunciaron que representantes del gobierno de Guerrero les ofrecieron 100 mil pesos a cada uno para que dejaran de buscar a sus muchachos.
“Llega gente del gobierno diciéndonos: ‘sabes qué, ¿necesitas algo?, ¿te podemos ayudar en algo? Mira, firma estos papeles, te vamos a dar 100 mil pesos’. ¿Para qué? Para que nos calláramos”, narró a los jóvenes Bernabé Abraham Gaspar, padre de Adán Abraham de la Cruz.
No les sirvió de mucho. Según don Bernabé, “A muchos compañeros padres de familia también los anduvieron buscando pa’darles la cantidad. Nosotros dijimos: ‘realmente mi hijo no vale 100 mil pesos’” (https://goo.gl/w9vccM).
Pero las autoridades no bajaron la guardia. Seguidores de la máxima del profesor Carlos Hank González, de que
en política, lo que se resuelve con dinero sale barato, siguieron insistiendo en disparar sus cañonazos de miles de pesos. Clemente Rodríguez, padre de Cristian Rodríguez –otro de los muchachos desaparecidos– denunció en febrero de 2015:
Quieren que paremos todo y últimamente nos están ofreciendo dinero; están citando uno a uno a los padres, a escondidas, pero si me tocará a mí, les digo que no aceptaré nada que venga del gobierno(https://goo.gl/NMkcTm).
Y, como el ofrecimiento de disparar plata no caminó, alguien decidió también descargar plomo. En febrero de 2015, los normalistas de Ayotzinapa Uriel Alonso Solís, de 21 años, y Gamaliel Cruz visitaron Tijuana para dar a conocer su lucha. Allí denunciaron que “El gobierno ha estado amenazando a padres de familia y miembros del comité… nos han dicho que si no dejamos de andar de alboroteros, que nos atengamos, que nosotros también tenemos familia… Tenemos miedo por una parte, pero primero está la dignidad; no queremos saber si es el crimen organizado o el gobierno, porque es lo mismo. Han ido a las casas, llegan policías y les ofrecen dinero, dijimos que nadie iba a hablar de esto, pero queremos hacerlo público. ¡Ya basta!”, reveló Uriel Alonso Solís (https://goo.gl/Ojglwx).
No han bastado las amenazas. Varios estudiantes de Ayotzinapa (especialmente Omar García), los familiares de los jóvenes agredidos y desaparecidos, y sus abogados (destacadamente Vidulfo Rosales), han sido víctimas de campañas en la prensa en las que se les calumnia y ofende. Falsamente se les quiere asociar con narcotraficantes, presentar como racistas y vividores.
Además de cargar sobre sus hombros el dolor de las agresiones y de la desaparición de sus hijos, los padres y estudiantes sobrevivientes del ataque del 26 de septiembre en Iguala llevan a cuestas el desprecio de las autoridades y las injurias de sus detractores.
Para los funcionarios gubernamentales es inconcebible que los familiares de los desaparecidos rechacen el dinero que les ofrecen. No entienden que, teniendo tantas carencias materiales, habiendo tenido que dejar de lado sus trabajos, la atención de sus parcelas y animales y el cuidado de otros seres queridos, pasando tantas privaciones, las víctimas no cejen en su empeño de encontrar con vida a sus hijos. No comprenden cómo esos padres siguen viajando por todo México y el extranjero para dar su testimonio y exigir justicia sin dar muestra alguna de cansancio. Los sorprende que, a pesar de tantas adversidades, sigan unidos.
Y, aunque arriba no lo entiendan, Felipe de la Cruz, uno de los voceros de los normalistas, lo ha dicho con toda claridad: ‘‘Han venido a ofrecer dinero, pero se les olvida que a los padres de familia de los 43 desaparecidos lo que menos nos interesa es eso. No vamos a vender a nuestros hijos”. Tampoco han cedido a las amenazas, a los chantajes y a los ultrajes.
Los padres de los 43 son, por mérito propio, una referencia ético-política de las gestas cívicas de nuestro pueblo. Gracias a su voluntad incorruptible de encontrar a sus hijos, hay un México antes de Ayotzinapa y uno después. Su dignidad ha trazado esa nueva frontera. Su acción, tenaz y ejemplar, ha permitido vislumbrar esa línea imaginaria que separa la tierra del cielo en la que se supera la desventura de este presente.
Twitter: lhan55
BRASIL
Sao Paulo marchará contra la reforma educativa de Temer
Estudiantes de la ciudad Sao Paulo, Brasil, programan una marcha
para este lunes en contra la reforma educativa que impulsa Michel
Temer, reporta la cadena multiestatal Telesur.
La reforma de Temer quita la obligatoriedad de asignaturas como educación física, filosofía, artes y sociología. Además da prioridad a enseñar inglés y eliminar el español.
“No quieren que dialoguemos con los pueblos de América Latina”, aseveró Valeria Morato, presidenta del Sindicato de Profesores de Minas Gerais.
Dicha renovación responde a los intereses del gran capital, en detrimento de la educación pública, pues busca formar personas para el mercado de trabajo que no tengan una comprensión clara de la nación, indicó Morato.
En este sentido, la reforma será enviada al Congreso Nacional, a través de una medida provisional para acelerar su tramitación y que entre en vigencia en el año 2018. - VTV
La reforma de Temer quita la obligatoriedad de asignaturas como educación física, filosofía, artes y sociología. Además da prioridad a enseñar inglés y eliminar el español.
“No quieren que dialoguemos con los pueblos de América Latina”, aseveró Valeria Morato, presidenta del Sindicato de Profesores de Minas Gerais.
Dicha renovación responde a los intereses del gran capital, en detrimento de la educación pública, pues busca formar personas para el mercado de trabajo que no tengan una comprensión clara de la nación, indicó Morato.
En este sentido, la reforma será enviada al Congreso Nacional, a través de una medida provisional para acelerar su tramitación y que entre en vigencia en el año 2018. - VTV
Diez lecciones posibles tras la destitución de Dilma Rousseff
por Leonardo Boff - La Haine - 27/09/2016 - Brasil
Seguramente
es pronto todavía para sacar lecciones de la cuestionable destitución
que ha inaugurado una nueva tipología de golpe de clase vía parlamento.
Estas primeras lecciones podrán servir a los que aman la democracia y
respetan la soberanía popular, expresada por elecciones libres, y no en
último lugar al PT y aliados. Los que detentan el tener, el poder y el
saber que se ocultan detrás de los golpistas se caracterizan por no
mostrar aprecio a la democracia y dejar de lado la situación de
clamorosa desigualdad del pueblo brasilero.
La primera lección es alimentar la resiliencia, es decir, resistir, aprender de los errores y derrotas y darles la vuelta. Esto implica una severa autocrítica, nunca hecha con rigor por el PT. Es necesario tener claro qué proyecto de país se quiere implementar.
Segunda lección: reafirmar la democracia, la que gana las calles y plazas, contrariamente a la democracia de baja intensidad, cuyos representantes, con excepciones, son comprados por los poderosos para defender sus intereses corporativos.
Tercera lección: convencerse de que un presidencialismo de coalición es un fracaso, pues desfigura el proyecto e induce a la corrupción. La alternativa es una coalición de los gobernantes con los movimientos sociales y sectores de los partidos populares y desde ella presionar a los parlamentarios.
Cuarta lección: convencerse de que el capitalismo neoliberal, en la fase actual de altísima concentración de la riqueza, está hiriendo a las sociedades centrales y destruyendo las nuestras. El neoliberalismo atenuado, practicado en los últimos 13 años por el PT y aliados, permitió hacer la mayor transformación social de la historia de Brasil, mejorando la vida de casi 40 millones de personas, con el aumento de los salarios, facilidad de crédito, desgravaciones fiscales, pero en el fondo se ha mostrado insuficiente. Gran error del PT: no haber explicado nunca que aquellas acciones sociales eran fruto de una política de Estado. Por eso creó antes consumidores que ciudadanos conscientes. Permitió adquirir bienes personales, pero mejoró poco el capital social: educación, salud, transporte y seguridad. Bien lo dijo frei Betto: se generó «un paternalismo populista que se inició cuando se cambió el programa Hambre Cero, un programa emancipatorio, por el de Bolsa Familia, compensatorio; se pasó a dar el pez sin enseñar a pescar». En el actual gobierno pos-golpe, la política económica neoliberal radicalizada por ajustes severos, recesiva y lesiva de los derechos sociales seguramente va a devolver al hambre y la miseria a los que fueron sacados de ellas.
Quinta lección: es urgente dar centralidad a la educación y a la salud. El gobierno Lula-Dilma avanzó en la creación de universidades y escuelas técnicas. Un pueblo enfermo e ignorante nunca dará un salto cualitativo hacia una prosperidad sostenible.
Sexta lección: ponerse valientemente al lado de las víctimas de la voracidad neoliberal, denunciando su perversidad, desmontando su lógica excluyente, yendo a las calles, apoyando demostraciones y huelgas de los movimientos sociales y de otros segmentos.
Séptima lección: sospechar de todo lo que viene de arriba, generalmente fruto de políticas de conciliación de clases, hechas de espalda y a costa del pueblo. Estas políticas vienen bajo el signo de más de lo mismo. Prefieren mantener al pueblo en la ignorancia para facilitar la dominación y la acumulación y debilitan cualquier espíritu crítico.
Octava lección: es urgente proyectar la utopía de otro Brasil, sobre otras bases, la principal de ellas, la originalidad y la fuerza de nuestra cultura, dando centralidad a la vida de la naturaleza, a la vida humana y a la vida de la Madre Tierra, base de una biocivilización. El desarrollo/crecimiento, necesario para atender, no los deseos, sino las necesidades humanas, debe estar al servicio no del mercado sino de la vida y de salvaguardar nuestra riqueza ecológica. Concomitantemente urge hacer reformas básicas, de la política, de la tributación, de la burocracia, de la reforma del campo y de la ciudad etc.
Novena lección: para implementar esa utopía es indispensable una coalición de fuerzas políticas y sociales (movimientos populares, segmentos de partidos, empresarios nacionalistas, intelectuales, artistas e iglesias) interesadas en inaugurar lo nuevo viable, que de cuerpo a la utopía de otro tipo de Brasil.
Décima lección: ese nuevo viable tiene un nombre: la radicalización de la democracia que es el socialismo de cuño ecológico, por tanto, "ecosocialismo". No el de Rusia ni el desfigurado de China que, a decir verdad, niegan la naturaleza del proyecto socialista. Sino el "ecosocialismo" que busca realizar potencialmente el noble sueño de cada uno: dar lo que puede y recibir lo que necesita, incluyendo a todos, también a la naturaleza.
Este proyecto debe ser implementado ya ahora. Como expresó la ancestral sabiduría china, repetida por Mao: «si quieres recorrer mil pasos, empieza ahora a dar el primer paso». Sin ello jamás haremos el camino hacia el destino deseado. La crisis actual nos ofrece esta especial oportunidad que no debe ser desperdiciada. Ella se da pocas veces en la historia y ahora es una de ellas.
Koinomía
La primera lección es alimentar la resiliencia, es decir, resistir, aprender de los errores y derrotas y darles la vuelta. Esto implica una severa autocrítica, nunca hecha con rigor por el PT. Es necesario tener claro qué proyecto de país se quiere implementar.
Segunda lección: reafirmar la democracia, la que gana las calles y plazas, contrariamente a la democracia de baja intensidad, cuyos representantes, con excepciones, son comprados por los poderosos para defender sus intereses corporativos.
Tercera lección: convencerse de que un presidencialismo de coalición es un fracaso, pues desfigura el proyecto e induce a la corrupción. La alternativa es una coalición de los gobernantes con los movimientos sociales y sectores de los partidos populares y desde ella presionar a los parlamentarios.
Cuarta lección: convencerse de que el capitalismo neoliberal, en la fase actual de altísima concentración de la riqueza, está hiriendo a las sociedades centrales y destruyendo las nuestras. El neoliberalismo atenuado, practicado en los últimos 13 años por el PT y aliados, permitió hacer la mayor transformación social de la historia de Brasil, mejorando la vida de casi 40 millones de personas, con el aumento de los salarios, facilidad de crédito, desgravaciones fiscales, pero en el fondo se ha mostrado insuficiente. Gran error del PT: no haber explicado nunca que aquellas acciones sociales eran fruto de una política de Estado. Por eso creó antes consumidores que ciudadanos conscientes. Permitió adquirir bienes personales, pero mejoró poco el capital social: educación, salud, transporte y seguridad. Bien lo dijo frei Betto: se generó «un paternalismo populista que se inició cuando se cambió el programa Hambre Cero, un programa emancipatorio, por el de Bolsa Familia, compensatorio; se pasó a dar el pez sin enseñar a pescar». En el actual gobierno pos-golpe, la política económica neoliberal radicalizada por ajustes severos, recesiva y lesiva de los derechos sociales seguramente va a devolver al hambre y la miseria a los que fueron sacados de ellas.
Quinta lección: es urgente dar centralidad a la educación y a la salud. El gobierno Lula-Dilma avanzó en la creación de universidades y escuelas técnicas. Un pueblo enfermo e ignorante nunca dará un salto cualitativo hacia una prosperidad sostenible.
Sexta lección: ponerse valientemente al lado de las víctimas de la voracidad neoliberal, denunciando su perversidad, desmontando su lógica excluyente, yendo a las calles, apoyando demostraciones y huelgas de los movimientos sociales y de otros segmentos.
Séptima lección: sospechar de todo lo que viene de arriba, generalmente fruto de políticas de conciliación de clases, hechas de espalda y a costa del pueblo. Estas políticas vienen bajo el signo de más de lo mismo. Prefieren mantener al pueblo en la ignorancia para facilitar la dominación y la acumulación y debilitan cualquier espíritu crítico.
Octava lección: es urgente proyectar la utopía de otro Brasil, sobre otras bases, la principal de ellas, la originalidad y la fuerza de nuestra cultura, dando centralidad a la vida de la naturaleza, a la vida humana y a la vida de la Madre Tierra, base de una biocivilización. El desarrollo/crecimiento, necesario para atender, no los deseos, sino las necesidades humanas, debe estar al servicio no del mercado sino de la vida y de salvaguardar nuestra riqueza ecológica. Concomitantemente urge hacer reformas básicas, de la política, de la tributación, de la burocracia, de la reforma del campo y de la ciudad etc.
Novena lección: para implementar esa utopía es indispensable una coalición de fuerzas políticas y sociales (movimientos populares, segmentos de partidos, empresarios nacionalistas, intelectuales, artistas e iglesias) interesadas en inaugurar lo nuevo viable, que de cuerpo a la utopía de otro tipo de Brasil.
Décima lección: ese nuevo viable tiene un nombre: la radicalización de la democracia que es el socialismo de cuño ecológico, por tanto, "ecosocialismo". No el de Rusia ni el desfigurado de China que, a decir verdad, niegan la naturaleza del proyecto socialista. Sino el "ecosocialismo" que busca realizar potencialmente el noble sueño de cada uno: dar lo que puede y recibir lo que necesita, incluyendo a todos, también a la naturaleza.
Este proyecto debe ser implementado ya ahora. Como expresó la ancestral sabiduría china, repetida por Mao: «si quieres recorrer mil pasos, empieza ahora a dar el primer paso». Sin ello jamás haremos el camino hacia el destino deseado. La crisis actual nos ofrece esta especial oportunidad que no debe ser desperdiciada. Ella se da pocas veces en la historia y ahora es una de ellas.
Koinomía
Nos equivocamos
Por: Frei Betto
29 septiembre 2016
| CUBADEBATE
Continúo sumándome a los que dicen
“¡Fuera Temer!” y denunciando, aquí en Europa, donde me encuentro por
razones de trabajo, la usurpación del vicepresidente de Dilma como golpe
parlamentario. Sin embargo las fuerzas políticas progresistas, que
dieron la victoria al PT en cuatro elecciones parlamentarias, deben
hacer autocrítica.
No cabe la menor duda, excepto para el sector miope de la oposición, que los 13 años del gobierno del PT fueron los mejores de nuestra historia republicana. No para el FMI, que mereció tarjeta roja; no para los grandes corruptores, alcanzados por la autonomía del Ministerio Público y de la Policía Federal; ni para los intereses de los Estados Unidos, afectados por una política exterior independiente; ni para los que defienden el financiamiento de campañas electorales por parte de empresas y bancos; ni para los invasores de tierras indígenas y esclavistas.
Los últimos 13 años fueron mejores para 45 millones de brasileños que, beneficiados por los programas sociales, salieron de la miseria; para quien recibe el salario mínimo, revisado anualmente por encima del nivel de la inflación; para quienes tuvieron acceso a la universidad, gracias al sistema de cuotas, al ProUni y al Fies; para el mercado interno, fortalecido por el combate a la inflación; para millones de familias beneficiadas por los programas Luz para Todos y Mi Casa, mi Vida; y para todos los pacientes atendidos por el programa Más Médicos.
A pesar de todo nos equivocamos. El golpe fue posible también debido a nuestros errores. En 13 años no promovimos la alfabetización política de la población. No tratamos de organizar las bases populares. No valoramos los medios de comunicación que apoyaban al gobierno ni tuvimos iniciativas eficaces para democratizar los medios. No adoptamos una política económica orientada hacia el mercado interno.
En los momentos de dificultad llamamos a los incendiarios para apagar el fuego o sea a los economistas neoliberales, que piensan con la cabeza de los pudientes. No realizamos ninguna reforma estructural, como la agraria, la fiscal y la previsional. Ahora somos víctimas de la omisión en cuanto a la reforma política.
¿En qué baúl avergonzado guardamos a los autores que enseñan a analizar la realidad bajo la óptica liberadora de los oprimidos? ¿Dónde están los núcleos de base, las comunidades populares, el sentido crítico en el arte y en la fe?
¿Por qué abandonamos a las periferias; tratamos a los movimientos sociales como menos importantes; y cerramos las escuelas y los centros de formación de militantes?
Fuimos contaminados por la derecha. Aceptamos la adulación de sus empresarios; usufructuamos sus regalías; hicimos del poder un trampolín para el ascenso social.
Cambiamos un proyecto del Brasil por un proyecto de poder. Ganar elecciones se volvió más importante que promover cambios a través de la movilización de los movimientos sociales. Engañados, acatamos una concepción burguesa del Estado, como si él no pudiera ser una herramienta en manos de las fuerzas populares y tuviera que ser siempre amparado por la élite.
Llegó pues la factura de los errores cometidos. Y en las calles del país la reacción al golpe no tuvo fuerza para evitarlo.
Pero dejemos el pesimismo para días mejores. Es la hora de hacer autocrítica en la práctica y de reorganizar la esperanza.
A contracorriente
El neoliberalismo llegó de manera avasalladora en América,
allá en los años 1990. Para ello era indispensable erigir el combate a
la inflación, al Estado, a la protección del mercado interno, para que
surgiera como la panacea a todos los males que nos aquejaban.
En Brasil, el discurso de Fernando Collor de Mello de que los coches que se fabricaban en el país eran carrozas y de que todos los servidores públicos eran parásitos, preparó el clima para el ajuste neoliberal iniciado por él y desarrollado plenamente por Fernando Henrique Cardoso. Este retomó el mismo discurso, propagandeando el carácter antisocial y perezoso de los empleados públicos, de los retirados, de los profesores.
Después del éxito inmediato del control relativo de la inflación, el proyecto neoliberal se agotó, porque no había tocado el tema fundamental de Brasil y de América Latina: la desigualdad social, de la que nuestro continente es el primero en el mundo. Al plantear ese tema como central Lula triunfó, puso en práctica los más exitosos programas sociales que el país había conocido como la prioridad fundamental de su gobierno y así pudo reelegirse, elegir a su sucesora y reelegirla.
Después de cuatro derrotas sucesivas y la perspectiva de que ellas sigan – aún más con la nueva candidatura de Lula -, la derecha brasileña buscó el atajo del golpe, valiéndose de una mayoría parlamentaria, del monopolio de los medios y de la pasividad complaciente del Poder Judicial. Y para confirmar el carácter golpista del nuevo gobierno, pone en práctica el programa derrotado cuatro veces en las elecciones, por la lista de la cual Temer fue vicepresidente.
Sin embargo, a pesar de realizar el sueño de la derecha, desde 2002, de recuperar el control del gobierno, las bases con las que logran hacerlo son extremadamente frágiles, haciendo de Brasil el escenario de la disputa más decisiva del continente. Desde el punto de vista económico, después del estancamiento y de la recesión económica de los últimos años, la aplicación esquemática del viejo y fracasado ajuste fiscal solo puede llevar a la economía a una recesión todavía más profunda, sin ninguna perspectiva de recuperación económica. Temer ya habla de tres años de ajuste fiscal, más allá de su mandato, que va hasta 2018.
Desde el punto de vista social, el carácter frontalmente antipopular de las medidas anunciadas y ya puestas en práctica por el gobierno de Temer, le impide conquistar apoyo popular. Su política económica responde a los intereses del capital financiero, que profundiza las ganancias de la intermediación financiera, que desvía hacia la especulación los recursos que podrían ser invertidos en actividades productivas. El ministro de economía afirma reiteradamente que su compromiso es con el ajuste fiscal y nada más. Que, en el mejor de los casos, logrará entregar el gobierno, en 2018, con las finanzas públicas equilibradas, a un costo social inmenso.
Asimismo, el gobierno debe poner en práctica su ajuste, cortando derechos y recursos para políticas sociales, a partir de un largo período de conquistas de esos derechos y de elevación del poder adquisitivo de los salarios. Es, por lo tanto, una situación mucho más difícil para la derecha que la de los años 1990, porque necesita quitar derechos adquiridos por la población.
Políticamente también la situación es muy difícil para el gobierno golpista brasileño. No fue un gobierno elegido por el voto popular, tiene un presidente cuestionado en su legitimidad por enormes manifestaciones populares, sin que pueda prometer nada importante para la sociedad, sino sacrificios.
Es un gobierno que intenta desmontar el patrimonio público, con un proceso radical de privatizaciones, que corta recursos para políticas sociales por mucho tiempo, que intenta quitar derechos a los trabajadores en las negociaciones salariales y valerse del alza del desempleo como variable para contener la inflación.
Es un gobierno que se ha instalado ya de manera profundamente antipopular, por un golpe, que vive presionado por el empresariado y por los medios de información para que radicalice el ajuste fiscal, pero también por sus aliados políticos para que no acepte ser tan antipopular, porque les afecta su futuro político. Temer ya dijo que no le importa tener 5% de apoyo, con tal de colocar al país en la ruta correcta, que en su concepción es la de control absoluto de la economía del país por el capital financiero, a expensas de la situación social de la población.
A pesar de la dura derrota del fin de los gobiernos del PT, las fuerzas populares cuentan con el más amplio proceso de movilizaciones que Brasil haya conocido en la resistencia a un gobierno golpista y por elecciones directas para presidente del país. Cuenta con una condena internacional generalizada por la falta de legitimidad democrática del gobierno golpista. Y cuenta con el liderazgo de Lula, favorito en todas las encuestas para ganar en nuevas elecciones presidenciales.
Así, en el marco de la contraofensiva conservadora en América Latina, que busca restaurar gobiernos neoliberales, tanto en Argentina, como en Venezuela y en otros países de la región, es en Brasil donde el neoliberalismo tiene bases más frágiles para consolidarse y más dificultades para poner en práctica su programa. Serán dos años duros de disputas políticas, en que los que estará en juego el destino no solo de Brasil, sino, de cierta forma, el del continente entero.
No cabe la menor duda, excepto para el sector miope de la oposición, que los 13 años del gobierno del PT fueron los mejores de nuestra historia republicana. No para el FMI, que mereció tarjeta roja; no para los grandes corruptores, alcanzados por la autonomía del Ministerio Público y de la Policía Federal; ni para los intereses de los Estados Unidos, afectados por una política exterior independiente; ni para los que defienden el financiamiento de campañas electorales por parte de empresas y bancos; ni para los invasores de tierras indígenas y esclavistas.
Los últimos 13 años fueron mejores para 45 millones de brasileños que, beneficiados por los programas sociales, salieron de la miseria; para quien recibe el salario mínimo, revisado anualmente por encima del nivel de la inflación; para quienes tuvieron acceso a la universidad, gracias al sistema de cuotas, al ProUni y al Fies; para el mercado interno, fortalecido por el combate a la inflación; para millones de familias beneficiadas por los programas Luz para Todos y Mi Casa, mi Vida; y para todos los pacientes atendidos por el programa Más Médicos.
A pesar de todo nos equivocamos. El golpe fue posible también debido a nuestros errores. En 13 años no promovimos la alfabetización política de la población. No tratamos de organizar las bases populares. No valoramos los medios de comunicación que apoyaban al gobierno ni tuvimos iniciativas eficaces para democratizar los medios. No adoptamos una política económica orientada hacia el mercado interno.
En los momentos de dificultad llamamos a los incendiarios para apagar el fuego o sea a los economistas neoliberales, que piensan con la cabeza de los pudientes. No realizamos ninguna reforma estructural, como la agraria, la fiscal y la previsional. Ahora somos víctimas de la omisión en cuanto a la reforma política.
¿En qué baúl avergonzado guardamos a los autores que enseñan a analizar la realidad bajo la óptica liberadora de los oprimidos? ¿Dónde están los núcleos de base, las comunidades populares, el sentido crítico en el arte y en la fe?
¿Por qué abandonamos a las periferias; tratamos a los movimientos sociales como menos importantes; y cerramos las escuelas y los centros de formación de militantes?
Fuimos contaminados por la derecha. Aceptamos la adulación de sus empresarios; usufructuamos sus regalías; hicimos del poder un trampolín para el ascenso social.
Cambiamos un proyecto del Brasil por un proyecto de poder. Ganar elecciones se volvió más importante que promover cambios a través de la movilización de los movimientos sociales. Engañados, acatamos una concepción burguesa del Estado, como si él no pudiera ser una herramienta en manos de las fuerzas populares y tuviera que ser siempre amparado por la élite.
Llegó pues la factura de los errores cometidos. Y en las calles del país la reacción al golpe no tuvo fuerza para evitarlo.
Pero dejemos el pesimismo para días mejores. Es la hora de hacer autocrítica en la práctica y de reorganizar la esperanza.
A contracorriente
por Emir Sader
Brasil, el eslabón más débil del neoliberalismo en América Latina
29 Sep 2016
En Brasil, el discurso de Fernando Collor de Mello de que los coches que se fabricaban en el país eran carrozas y de que todos los servidores públicos eran parásitos, preparó el clima para el ajuste neoliberal iniciado por él y desarrollado plenamente por Fernando Henrique Cardoso. Este retomó el mismo discurso, propagandeando el carácter antisocial y perezoso de los empleados públicos, de los retirados, de los profesores.
Después del éxito inmediato del control relativo de la inflación, el proyecto neoliberal se agotó, porque no había tocado el tema fundamental de Brasil y de América Latina: la desigualdad social, de la que nuestro continente es el primero en el mundo. Al plantear ese tema como central Lula triunfó, puso en práctica los más exitosos programas sociales que el país había conocido como la prioridad fundamental de su gobierno y así pudo reelegirse, elegir a su sucesora y reelegirla.
Después de cuatro derrotas sucesivas y la perspectiva de que ellas sigan – aún más con la nueva candidatura de Lula -, la derecha brasileña buscó el atajo del golpe, valiéndose de una mayoría parlamentaria, del monopolio de los medios y de la pasividad complaciente del Poder Judicial. Y para confirmar el carácter golpista del nuevo gobierno, pone en práctica el programa derrotado cuatro veces en las elecciones, por la lista de la cual Temer fue vicepresidente.
Sin embargo, a pesar de realizar el sueño de la derecha, desde 2002, de recuperar el control del gobierno, las bases con las que logran hacerlo son extremadamente frágiles, haciendo de Brasil el escenario de la disputa más decisiva del continente. Desde el punto de vista económico, después del estancamiento y de la recesión económica de los últimos años, la aplicación esquemática del viejo y fracasado ajuste fiscal solo puede llevar a la economía a una recesión todavía más profunda, sin ninguna perspectiva de recuperación económica. Temer ya habla de tres años de ajuste fiscal, más allá de su mandato, que va hasta 2018.
Desde el punto de vista social, el carácter frontalmente antipopular de las medidas anunciadas y ya puestas en práctica por el gobierno de Temer, le impide conquistar apoyo popular. Su política económica responde a los intereses del capital financiero, que profundiza las ganancias de la intermediación financiera, que desvía hacia la especulación los recursos que podrían ser invertidos en actividades productivas. El ministro de economía afirma reiteradamente que su compromiso es con el ajuste fiscal y nada más. Que, en el mejor de los casos, logrará entregar el gobierno, en 2018, con las finanzas públicas equilibradas, a un costo social inmenso.
Asimismo, el gobierno debe poner en práctica su ajuste, cortando derechos y recursos para políticas sociales, a partir de un largo período de conquistas de esos derechos y de elevación del poder adquisitivo de los salarios. Es, por lo tanto, una situación mucho más difícil para la derecha que la de los años 1990, porque necesita quitar derechos adquiridos por la población.
Políticamente también la situación es muy difícil para el gobierno golpista brasileño. No fue un gobierno elegido por el voto popular, tiene un presidente cuestionado en su legitimidad por enormes manifestaciones populares, sin que pueda prometer nada importante para la sociedad, sino sacrificios.
Es un gobierno que intenta desmontar el patrimonio público, con un proceso radical de privatizaciones, que corta recursos para políticas sociales por mucho tiempo, que intenta quitar derechos a los trabajadores en las negociaciones salariales y valerse del alza del desempleo como variable para contener la inflación.
Es un gobierno que se ha instalado ya de manera profundamente antipopular, por un golpe, que vive presionado por el empresariado y por los medios de información para que radicalice el ajuste fiscal, pero también por sus aliados políticos para que no acepte ser tan antipopular, porque les afecta su futuro político. Temer ya dijo que no le importa tener 5% de apoyo, con tal de colocar al país en la ruta correcta, que en su concepción es la de control absoluto de la economía del país por el capital financiero, a expensas de la situación social de la población.
A pesar de la dura derrota del fin de los gobiernos del PT, las fuerzas populares cuentan con el más amplio proceso de movilizaciones que Brasil haya conocido en la resistencia a un gobierno golpista y por elecciones directas para presidente del país. Cuenta con una condena internacional generalizada por la falta de legitimidad democrática del gobierno golpista. Y cuenta con el liderazgo de Lula, favorito en todas las encuestas para ganar en nuevas elecciones presidenciales.
Así, en el marco de la contraofensiva conservadora en América Latina, que busca restaurar gobiernos neoliberales, tanto en Argentina, como en Venezuela y en otros países de la región, es en Brasil donde el neoliberalismo tiene bases más frágiles para consolidarse y más dificultades para poner en práctica su programa. Serán dos años duros de disputas políticas, en que los que estará en juego el destino no solo de Brasil, sino, de cierta forma, el del continente entero.