miércoles, 5 de octubre de 2016

 

Socialdemocracia: cambiar o morir

La socialdemocracia europea se muestra incapaz de crear un nuevo discurso que aglutine nuevas mayorías que hagan frente a los problemas de la sociedad occidental del siglo XXI. El reto es construir una alternativa transformadora del proyecto europeo 

De izqda. a dcha., Manuel Valls, Pedro Sánchez y Matteo Renzi en Bolonia (Italia), durante un acto internacional. AFP


MADRID.- La profecía se ha cumplido: la socialdemocracia ha muerto o, al menos, sus heridas son tan profundas que sólo un tratamiento profundo, y traumático, puede hacer salir a la enferma de la UCI. Y no se trata, exclusivamente, de una muerte en España. La muerte es global, como el capital, como el flujo financiero, la desregulación, la privatización de los servicios públicos, la reducción de impuestos, y como ese cúmulo de intereses que la socialdemocracia lleva desde los años 80 empeñada en no combatir a costa de distanciarse de sus bases, de sus votantes y acercándose a la derecha liberal.

Desde 1950 hasta la actualidad, los partidos socialdemócratas de Europa Occidental han perdido, por término medio, doce puntos de apoyo electoral, según un análisis del profesor Ignacio Sánchez Cuenca.  La gran pérdida se produce a partir de los años 70, con la crisis del petróleo y la ruptura del sistema de Bretton Woods y el inicio de la libertad de movimiento del capital. El proceso de descomposición, sin embargo, se ha acentuado en el siglo XXI, sobretodo, con el inicio de la crisis de la deuda allá por 2008. La socialdemocracia parece incapaz de llevar la igualdad y la redistribución que le hizo funcionar tras la II Guerra Mundial.
En España, el momento más evidente de este desmoronamiento de la socialdemocracia fue la reforma del artículo 135 de la Constitución por parte del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero no fue más que la culminación de un proceso que comenzó muchos años atrás. Como cuando se aprobó un mercado único europeo excluyendo una una armonización fiscal o cuando se permitió una unión económica y monetaria y no una unión política. 
Zapatero y Rajoy.- EFE
Zapatero y Rajoy.- EFE
"Los partidos socialdemócratas no han sido capaces de formular una alternativa seria y eso les está pasando factura. Dicen que les gustaría tener una unión fiscal, un mayor control sobre las políticas económicas de la UE, otro tipo de Banco Central Europeo... pero son los partidos socialdemócratas los que han construido esta Europa. Ellos han apoyado las políticas de consolidación fiscal, por ejemplo. Y ahora no pueden impugnar todo el sistema institucional que ellos han ayudado a crear", explica a Público Ignacio Sánchez Cuenca, director del Instituto Carlos III-Juan March de Ciencias Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid y Profesor de Ciencia Política en la misma universidad.

El diseño institucional de la UE y el impulso a las políticas neoliberales, dictadas por Berlín y la Comisión Europea e incuestionables bajo la amenaza de sanciones, ha agravado la desigualdad y el paro impidiendo cualquier política alternativa a la austeridad y ha acentuado aún más el descrédito de los votantes hacia los partidos socialdemócratas. Los socialistas europeos están sufriendo un guion muy similar en Europa, tal y como apunta el economista David Lizoain en un artículo publicado en la web Social Europe.

"En primer lugar, se hace una campaña electoral basada en un estímulo a la demanda y/o al fin de la austeridad. En segundo lugar, en caso de ganar se descubre de repente la existencia de una serie de limitaciones que hacen que sea difícil llevar a cabo el programa inicial. En tercer lugar, se gana tiempo durante varios años antes de una capitulación, que se materializa a veces en el nombramiento de un gobierno tecnocrático. Finalmente, se espera una derrota electoral contundente a manos de unos votantes frustrados", escribe Lizoain, que concluye señalando que Hollande ha perdido su oportunidad de relanzar un nuevo tipo de mayoría progresista en Europa y ahora "está camino de crear una situación donde el electorado progresista se tendrá que movilizar detrás de Sarkozy para frenar a Marine Le Pen" en el "fracaso total" del socialismo.

¿Plantar cara a la troika?

El primer gran cambio en Europa de mutación de la izquierda socialdemócrata lo protagonizó Toni Blair con el Nuevo Laborismo y la tercera vía. La experiencia, sin embargo, supuso una pesada losa para las laborista que no han levantado cabeza desde entonces. De hecho, tras varios fracasos, los laboristas han escogido a Jeremy Corbyn, que propugna una vuelta a los orígenes y la lucha contra la austeridad europea, que ha provocado el aumento de la afiliación en el partido y también el rechazo de gran parte de la cúpula laborista.

Un ejemplo más se vivió durante la grave crisis griega. Prácticamente ningún partido socialdemócrata apoyó a Syriza para plantar cara a la Troika y a las políticas del BCE. Es más, el exministro de Finanzas de Francia, gobernada por el socialista Hollande, última gran victoria de los socialistas europeos, viajó a Atenas para poner palos en las ruedas al Ejecutivo griego y exigir "responsabilidad fiscal y reformas estructurales adicionales".
Corbyn
Corbyn
"Además de la división ideológica entre conservadores y socialdemócratas también hay una división entre países acreedores y deudores y esto es lo que ha pasado en Grecia. Lo que se busca en Atenas es que Grecia pague sus deudas. No hay solidaridad de partidos de izquierdas. El SPD alemán, por ejemplo, mantiene nominalmente el discurso de solidaridad, pero no existe tal solidaridad", prosigue Sánchez Cuenca.

La caída de la socialdemocracia, por tanto, no es sólo una realidad en los países del sur de Europa, como España y Grecia. También en el centro y en el norte de Europa se observa el estancamiento de las fuerzas progresistas socialdemócratas. Así el SPÖ de Austria ha pasado del 51% del voto en 1979 al 27% actual; el SPD alemán, que llegó a concentrar un 46% del voto en 1972, tiene un 26% de apoyo; y el SAP de Suecia tenía el 50% de los sufragios en 1968 y ahora solo cuenta con el 31% de los apoyos, siempre con los datos ofrecidos por el profesor Ignacio Sánchez Cuenca. En el caso del PSOE ha caído del 43,9% en el año 2008 al 22% de 2015; y en Grecia del 43,9 del PASOK en 2009 al 7% de 2015.

El doctor en Ciencia Política por la Universitat Autònoma de Barcelona y profesor en esta disciplina en la Universidad de Valencia, Juan Rodríguez Teruel, aduce que la socialdemocracia también ha sido víctima de su éxito. "Buena parte de su programa ha tenido éxito entre las clases trabajadoras, que han conseguido mejorar su posición. Eso ha aumentado las expectativas de los hijos de los trabajadores que no han podido confirmarse. Esto, por supuesto, genera contradicciones. Su programa tradicional defiende a los trabajadores que ya trabajan, sin embargo, la lucha también debe centrarse en los jóvenes que cada vez tienen más difícil el acceso al mundo laboral o a salir de la precariedad", explica el profesor de la Universidad de Valencia. 
Los partidos que propugnan un marcado antiestablishment y antiausteridad son los que están recogiendo los restos del electorado socialistas
Estas contradicciones de la socialdemocracia, entre otras, ha provocado una sangría de votos que no se ha dirigido en una sola dirección. En países como España, Grecia, Alemania o Suecia el voto se ha redirigido mayoritariamente hacia partidos de izquierda, mientras que en otros países este voto se ha redirigido hacia fuerzas populistas y de extrema derecha, como en Dinamarca, Francia, Austria u Holanda. Así, "el Frente Nacional de Marine Le Pen se ha convertido en el partido que goza de mayor popularidad entre la clase obrera de Francia y el Partido Popular Danés, de tendencia ultraderechista, consigue más votos obreros que los socialdemócratas", explica Matthew Goodwin, profesor de Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de Kent (Inglaterra).

Por consecuencia, los partidos que propugnan un marcado antiestablishment y antiausteridad son los que están recogiendo los restos del electorado socialista. El reto de los socialistas, por tanto, consiste en crear un nuevo discurso y una nueva alternativa política y económica que consiga seducir a nuevas mayorías, que engloben a las clases medias y las clases trabajadoras.

"El proceso de integración europea, en combinación con el proceso de globalización, ha eliminado las herramientas económicas a disposición de la socialdemocracia. Han cambiado las reglas del juego y los socialdemócratas no han conseguido aunar un proceso común que intente aprovechar aprovechar las ventajas de este nuevo sistema. El reto es aunar esfuerzos comunes el proyecto europeo de manera más integradora y más social", prosigue Rodríguez Teruel. 

Un proyecto a largo plazo

Construir una alternativa y conseguir imponerla en Europa no es nada fácil ni se puede realizar de un día para otro. Sánchez Cuenca apunta que para que la socialdemocracia pueda volver a enarbolar la "antorcha del progreso y del cambio" debe haber una "quiebra de las condiciones que garantizan la hegemonía neoliberal". "Cuando ese momento llegue hay que tener una alternativa preparada", insiste Sánchez Cuenca, que pronostica que el nuevo ciclo comenzará en "treinta o cuarenta años".  
Moratinos denunció que la socialdemocracia se lanzara a rescatar el sistema tras la crisis de 2008 "sin exigir ni plantear una profunda revisión
Ese momento de quiebra, sin embargo, pudo darse años atrás con la quiebra de Leman Brothers, pero no hubo respuesta por parte de la socialdemocracia. Así lo consideró en un artículo publicado en esta casa Miguel Ángel Moratinos, exministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación en el Gobierno de Zapatero, que denunció que la socialdemocracia se lanzara a rescatar el sistema tras la crisis de 2008 "sin exigir ni plantear una profunda revisión, ni reivindicar un nuevo modelo socialdemócrata para estos años de crisis". Así, el exministro también alzó la voz ante "una falta de voluntad política por renovar profundamente la socialdemocracia".

"Año tras año, somos testigos de derrotas políticas, económicas y financieras, todos los los analistas señalan de forma unánime que el modelo defendido y aplicado en Europa, por la mayoría de los gobierno de centro derecha o en coalición con los socialdemócratas, llevan indefectiblemente al fracaso. (...) Nos preocupamos sólo de unos líderes aclamados por los órganos del partido por simples intereses coyunturales en lugar de abrir un debate serio de ideas con la participación de nuevos sectores sociales. (...) Eso sí, la crisis es la mejor excusa para justificar coaliciones con otras fuerzas políticas de centro derecha que, a corto plazo, nos llevarán a la irrelevancia", denunciaba en su artículo Moratinos, que señalaba, no obstante, la renovación de la socialdemocracia en Europa es posible y se hará con o sin los actuales dirigentes socialistas.
Le Pen.- EFE
Le Pen.- EFE
A juzgar por la reacción de la izquierda europea tras las últimas elecciones europeas parece que está más cerca que el cambio socialdemócrata se haga sin los actuales dirigentes socialistas.  En las últimas elecciones europeas la socialdemocracia sólo consiguió un 25,4% de los votos, el peor resultado desde los primeros comicios europeos en 1979 y la solución elegida por sus gobernantes fue una nueva gran coalición con los conservadores europeos. La socialdemocracia europea parece empeñada en convertirse la otra cara de la misma moneda conservadora y no en una alternativa.

Juan Rodríguez Teruel apuesta por que la alternativa socialdemócrata debe armarse con "la bandera de la lucha de una política económica común, la integración bancaria y presupuestaria". En definitiva: un "reforzar la integración europea y arreglar las disfunciones". Una batalla que debe darse a nivel europeo y no nacional y que requiere de la participación de la distintas fuerzas europeas. "No se pueden utilizar las mismas herramientas. El mundo ha cambiado y la socialdemocracia no", sentencia.  Sánchez Cuenca, por su parte,  advierte de la necesidad de que los socialdemócratas acepten como propias propuestas como la Renta Universal. "Hay que crear nuevas herramientas redistributivas. Hay que pensarlas y ponerlas en marcha", prosigue Sánchez Cuenca, que se muestra muy pesimista a corto plazo. "La socialdemocracia puede continuar descendiendo en porcentaje de voto o quedar alrededor de un 20% del voto, mientras continúa aumentando el voto a opciones antiglobalización", sentencia. El futuro, por tanto, está abierto. Y la socialdemocracia se encuentra ante un escenario incierto y complicado: renovarse o morir.