Brasil: Frente Amplio Antifascista
Por:
Angel Guerra Cabrera
La abrumadora victoria del nazi Jair Bolsonaro en la primera
vuelta de las elecciones brasileñas no debe ser subestimada. Brasil es
la octava potencia mundial, con posición geopolítica de primer orden en
América del Sur. Bolsonaro, descaradamente chovinista, misógino, racista, homófobo, proyanqui, prosionista, detesta los valores democráticos.
Es la continuación del golpe de Estado contra la democracia, iniciado mucho antes del golpe parlamentario que tiró a Dilma con una extraña movilización de masas y una campaña mediática internacional que dibujó al PT como el único partido corrupto del país. Campaña salida del Departamento de Justicia estadounidense, promotor del caso Odebretch y las miserables delaciones retribuidas.
Bolsonaro no es un hecho local. Se inscribe en una corriente mundial de ascenso del fascismo, que tuvo su primera expresión rotunda en la elección de Donald Trump, a quien casi nadie tomó en serio, igual que al exmilitar hasta hace unos meses. Lo mismo ocurrió con Hitler. Esta corriente eslabona hoy a Trump, Le Pen, Salvini, Orban y, por supuesto, Netanyahu, entre otros.
Está creando una internacional con articuladores como Steve Bannon, exjefe de campaña del hoy inquilino de la Casa Blanca, y generosos donadores como los hermanos Koch, grandes entusiastas de Bolsonaro. Aunque no sean abiertamente fascistas, Duque, Macri y Piñera son fanáticos neoliberales y en un eventual triunfo de Bolsonaro el 28 de octubre, constituirían un peligroso polo reaccionario en América del Sur.
El capitalismo ha sufrido importantes mutaciones desde 1933. Pero hay constantes que mantiene y hasta se agudizan. De la misma manera que la crisis del capitalismo decimonónico liberal condujo a la Gran Depresión del 29 y al fascismo -aunque también la primera llevó a la Revolución Bolchevique y la segunda reforzó las opciones socialistas-, la crisis del capitalismo neoliberal ha evidenciado la incapacidad de la democracia representativa y su sistema de partidos para procesar las grandes insatisfacciones que crea.
Ello hace que los de abajo anhelen soluciones alternativas a las de ese modelo y los de arriba constaten que ya no les alcanza para seguir controlando a las víctimas del sistema de explotación.
El neoliberalismo y la democracia de millonarios han sido incapaces siquiera de lograr crecimiento económico pero sí grandes potenciadores de flagelos capitalistas como el desempleo, el analfabetismo, la falta de acceso a la cultura, la educación y a la vivienda; las continuas guerras, el cambio climático y verdaderos genocidios en nombre del combate a las drogas o al terrorismo.
La alternativa puede venir, en dependencia de una serie de factores, de victorias populares como las de AMLO en México; Evo Morales, en Bolivia, o Chávez y ahora Maduro en Venezuela. Pero también puede llegar al extremo de amenazar en Brasil con el ascenso al poder del fascismo más crudo personificado en Bolsonaro.
Por supuesto, la mayoría de los que votaron por el exmilitar no saben lo que es el neoliberalismo, menos el fascismo, ni sospechan sus consecuencias.
Muchos de ellos fueron beneficiados y catapultados a la clase media por los programas sociales de Lula. Comenzaron a disponer de más bienes materiales y de inéditas oportunidades de ascenso social, pero no se realizó con ellos el trabajo de formación cultural y política que les permitiera comprender por qué y con qué fin estuvieron privados antes de esos beneficios y por qué recién los habían podido recibir ahora.
Los regímenes fascistas clásicos históricamente han sido aupados por minorías de activistas que movilizaron a mayorías insatisfechas e indignadas, con frecuencia incultas políticamente, a las que la izquierda no fue capaz de ganar para una auténtica transformación social. En una encuesta realizada en favelas sobre el programa Bolsa Familia en los meses anteriores al golpe parlamentario contra Dilma, el mayor porcentaje de encuestados contestó estar muy satisfecho porque Dios se los había proporcionado.
La votación alcanzada por Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones no puede menos que asombrar. El excapitán, con sus 49 276 990 votos, estuvo a un tris de alcanzar la victoria definitiva. Así habría evitado comparecer en el segundo turno, donde pese a la ventaja de 17 934 005 que le sacó a Fernando Haddad, candidato apoyado por Lula, corre el riesgo de ser derrotado por un esfuerzo gigantesco, ya en marcha, de gran parte de la izquierda y las fuerzas democráticas y progresistas brasileñas.
Pero esa votación de Haddad habla de un gran esfuerzo de movilización por parte del Partido de los Trabajadores para llevar hasta allí a un candidato que no tenía ni un mes de proclamado. Fue cuando un Lula preso injustamente y sin pruebas, el político más popular de Brasil, punteaba en las encuestas y el Tribunal Supremo le prohibió competir electoralmente.
¡El fascismo no pasará!
Es la continuación del golpe de Estado contra la democracia, iniciado mucho antes del golpe parlamentario que tiró a Dilma con una extraña movilización de masas y una campaña mediática internacional que dibujó al PT como el único partido corrupto del país. Campaña salida del Departamento de Justicia estadounidense, promotor del caso Odebretch y las miserables delaciones retribuidas.
Bolsonaro no es un hecho local. Se inscribe en una corriente mundial de ascenso del fascismo, que tuvo su primera expresión rotunda en la elección de Donald Trump, a quien casi nadie tomó en serio, igual que al exmilitar hasta hace unos meses. Lo mismo ocurrió con Hitler. Esta corriente eslabona hoy a Trump, Le Pen, Salvini, Orban y, por supuesto, Netanyahu, entre otros.
Está creando una internacional con articuladores como Steve Bannon, exjefe de campaña del hoy inquilino de la Casa Blanca, y generosos donadores como los hermanos Koch, grandes entusiastas de Bolsonaro. Aunque no sean abiertamente fascistas, Duque, Macri y Piñera son fanáticos neoliberales y en un eventual triunfo de Bolsonaro el 28 de octubre, constituirían un peligroso polo reaccionario en América del Sur.
El capitalismo ha sufrido importantes mutaciones desde 1933. Pero hay constantes que mantiene y hasta se agudizan. De la misma manera que la crisis del capitalismo decimonónico liberal condujo a la Gran Depresión del 29 y al fascismo -aunque también la primera llevó a la Revolución Bolchevique y la segunda reforzó las opciones socialistas-, la crisis del capitalismo neoliberal ha evidenciado la incapacidad de la democracia representativa y su sistema de partidos para procesar las grandes insatisfacciones que crea.
Ello hace que los de abajo anhelen soluciones alternativas a las de ese modelo y los de arriba constaten que ya no les alcanza para seguir controlando a las víctimas del sistema de explotación.
El neoliberalismo y la democracia de millonarios han sido incapaces siquiera de lograr crecimiento económico pero sí grandes potenciadores de flagelos capitalistas como el desempleo, el analfabetismo, la falta de acceso a la cultura, la educación y a la vivienda; las continuas guerras, el cambio climático y verdaderos genocidios en nombre del combate a las drogas o al terrorismo.
La alternativa puede venir, en dependencia de una serie de factores, de victorias populares como las de AMLO en México; Evo Morales, en Bolivia, o Chávez y ahora Maduro en Venezuela. Pero también puede llegar al extremo de amenazar en Brasil con el ascenso al poder del fascismo más crudo personificado en Bolsonaro.
Por supuesto, la mayoría de los que votaron por el exmilitar no saben lo que es el neoliberalismo, menos el fascismo, ni sospechan sus consecuencias.
Muchos de ellos fueron beneficiados y catapultados a la clase media por los programas sociales de Lula. Comenzaron a disponer de más bienes materiales y de inéditas oportunidades de ascenso social, pero no se realizó con ellos el trabajo de formación cultural y política que les permitiera comprender por qué y con qué fin estuvieron privados antes de esos beneficios y por qué recién los habían podido recibir ahora.
Los regímenes fascistas clásicos históricamente han sido aupados por minorías de activistas que movilizaron a mayorías insatisfechas e indignadas, con frecuencia incultas políticamente, a las que la izquierda no fue capaz de ganar para una auténtica transformación social. En una encuesta realizada en favelas sobre el programa Bolsa Familia en los meses anteriores al golpe parlamentario contra Dilma, el mayor porcentaje de encuestados contestó estar muy satisfecho porque Dios se los había proporcionado.
La votación alcanzada por Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones no puede menos que asombrar. El excapitán, con sus 49 276 990 votos, estuvo a un tris de alcanzar la victoria definitiva. Así habría evitado comparecer en el segundo turno, donde pese a la ventaja de 17 934 005 que le sacó a Fernando Haddad, candidato apoyado por Lula, corre el riesgo de ser derrotado por un esfuerzo gigantesco, ya en marcha, de gran parte de la izquierda y las fuerzas democráticas y progresistas brasileñas.
Pero esa votación de Haddad habla de un gran esfuerzo de movilización por parte del Partido de los Trabajadores para llevar hasta allí a un candidato que no tenía ni un mes de proclamado. Fue cuando un Lula preso injustamente y sin pruebas, el político más popular de Brasil, punteaba en las encuestas y el Tribunal Supremo le prohibió competir electoralmente.
¡El fascismo no pasará!
Minga Informativa de Movimientos Sociales
Posición política del MST con relación a la 2° vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil
MST-Brasil
Dirección Nacional del MST
2018-10-12 15:00:00
El
MST manifiesta su apoyo a la candidatura de Fernando Haddad y Manuela
D'Ávila a la presidencia de la República y convoca a las familias
asentadas y acampadas, y a todos los y las que apoyan la lucha por la
Reforma Agraria a sumarse a la lucha para a elegir un proyecto popular
para Brasil en esta segunda vuelta.
Entendemos
que en estas elecciones están en disputa dos proyectos. Y nos
posicionamos a favor del proyecto que defiende a los trabajadores y
trabajadoras, a la democracia y un país más justo y soberano. Por eso,
convocamos a todas y todos a las tareas de trabajo de base, debate,
concientización y construcción de un Brasil para todas y todos.
En
nuestros 34 años, siempre defendimos la democracia, los derechos
humanos y los derechos sociales. Del mismo modo, aprendimos en la
práctica que el discurso de la violencia de Estado siempre se dirige
contra los más pobres. Por lo tanto, nuestro lado siempre fue el de la
vida, el de la lucha, el de la justicia, el de la democracia y la
defensa de los derechos.
Apoyamos
a Haddad porque creemos que la salida a la grave crisis social,
política y económica de nuestro país sólo es posible con un proyecto
popular que garantice generación de empleo e ingresos sin retirada de
derechos.
Porque
luchamos por una vida digna y justicia en el campo, con producción de
alimentos saludables, respeto a los bienes comunes de la naturaleza,
políticas sociales que desarrollen la agroindustria y la agroecología,
educación en el campo y el combate a toda forma de discriminación y
prejuicio; apoyamos a Haddad.
Por
eso, convocamos también a la sociedad para combatir el retroceso, el
autoritarismo y la intolerancia expresados en la otra candidatura. Para
ello es importante la participación de todas y todos, en cada espacio,
en cada barrio, en cada municipio, para que el miedo y la violencia no
nos derroten, ni sometan a nuestro país a un proyecto de retroceso, de
eliminación de derechos y de subordinación al capital y a los intereses
internacionales.
Reafirmamos
nuestro compromiso de seguir luchando por la libertad del presidente
Lula, denunciando las violaciones constitucionales y manipulaciones del
Poder Judicial y de los medios de comunicación burgueses que interfieren
en y violan la vida democrática del país.
Los brasileños y brasileñas derrotarán el miedo, la intolerancia y la violencia.
¡Lula Libre!
¡Luchar, construir Reforma Agraria Popular!
São Paulo, 11 de octubre de 2018.
Minga Informativa de Movimientos Sociales
Brasil elecciones: Carta a del MST a los amigos/as del exterior
Dirección Nacional del MST
2018-10-05 20:00:00
Compañeros y Compañeras, Amigos y Amigas del MST en todo el mundo,
Nos gustaría compartir algunos de nuestros puntos de vista sobre este delicado momento de la política brasileña en la última semana de la campaña electoral:
1. Esta elección es muy especial porque puede significar la victoria o la derrota del golpe contra la democracia iniciado en 2014, que prosiguió con el impeachment de la presidenta Dilma Roussef, se extendió al gobierno ilegítimo de Michel Temer. Para nosotros, el golpe no es sólo el impeachment. El golpe es el proyecto que las élites y el capital financiero no tuvieron fuerza para conquistar en las elecciones y que necesitaban la fuerza y la ilegalidad de otros aparatos como los medios y el poder judicial para ejecutar. Así, el golpe es también las reformas de retirada de derechos, el estímulo al desempleo y, principalmente, la prisión política del presidente Lula, sin pruebas y en velocidad acelerada, para impedir que el candidato favorito de la población disputara las elecciones.
2. Comprendemos también que el golpe es síntoma de la profunda crisis económica, social y política que afecta no sólo a Brasil, sino a todo el mundo, resultado de la hegemonía del capital financiero internacional y de la destrucción acelerada de los bienes de la naturaleza, de los derechos sociales y del Estado en todo el mundo. Es importante tener esta comprensión, porque las elecciones no resolverán esta crisis y probablemente, incluso con la victoria de las fuerzas populares, tendremos la continuidad de la crisis y de los enfrentamientos que marcaron este período.
3. La población brasileña comprendió que hubo un golpe y que era necesario derrotarlo. Pero no escogió el camino de las calles y de las movilizaciones. Con la excepción de la victoriosa huelga general que barrió la reforma de las pensiones. De esta forma, eligió en la candidatura a Lula la forma de manifestar su descontento y deseo de cambios. El MST defendió la candidatura de Lula hasta donde fue posible. Realizamos una hermosa marcha para registrar su candidatura y con otros movimientos populares hicimos una huelga de hambre que duró 26 días y denunció las manipulaciones del Poder Judicial. Y hemos mantenido el Campamento Lula Libre frente a la carcelería de la Policía Federal en Curitiba como testimonio vivo de nuestra convicción de la inocencia del presidente. A pesar de las protestas de la ONU y de un gran movimiento cívico por Lula Libre, el Poder Judicial impidió que el presidente Lula pudiera concurrir a las elecciones. Frente a ello, el Partido de los Trabajadores optó por lanzar al ex ministro de Educación y ex alcalde de Sao Paulo Fernando Hadadd como candidato. Y nosotros, como las demás fuerzas democráticas, decidimos apoyar su candidatura, porque representa la derrota del golpe, la libertad de Lula y la posibilidad de superar la grave crisis económica y política y reanudar un camino de desarrollo del país.
4. Por otro lado, en estos 4 años de golpe, la derecha brasileña se valió de innumerables herramientas: movimientos sociales fabricados, militancia activa del poder judicial y de los medios contra la democracia ... Uno de los frentes de estos ataques fue el estímulo a los líderes con un discurso fascista como Jair Bolsonaro, un diputado federal por tres décadas (pero que se presenta como anti-sistema), ex capitán del ejército, defensor de la dictadura militar y de la tortura, además de la retirada de numerosos derechos sociales. Bolsonaro es asesorado por militares y economistas de fondos de capital extranjero. El discurso de violencia, homofobia y radicalidad de Bolsonaro creció con el apoyo de los medios, que esperaba que en la polarización entre él y la izquierda, la derecha tradicional pudiera presentarse como "moderada" o "centro". Sin embargo, la población decidió castigar en las urnas a los partidos que realizaron el golpe, como el PSDB de Fernando Henrique Cardoso y Aécio Neves (cuyo candidato Geraldo Alckmin deberá quedar entre cuarto o quinto) y el MDB de Michel Temer (cuyo candidato Henrique Meirelles no debe estar entre los seis primeros puestos). Y la creación huyó del control de los creadores, tomando los votos de la antigua derecha.
5. Entendemos, por lo tanto, que en esta elección hay una disputa nítida de proyectos: entre la continuidad del golpe y sus reformas, representada por su versión más radical y autoritaria, Jair Bolsonaro, y la reconstrucción de la democracia y de los derechos, representado por Fernando Haddad. Es, por lo tanto, una elección marcada por la lucha de clases. Por un proyecto que combina los sectores más conservadores de nuestra sociedad y el capital internacional contra el proyecto de los trabajadores.
6. Desde el punto de vista de la política exterior, esta disputa de proyectos está representada por un lado por el proyecto de Bolsonaro, de una política más alineada a Estados Unidos, de no reconocimiento de Palestina y de ataques a Venezuela y a los gobiernos progresistas de América Latina. Por otro lado, por el proyecto de Hadadd, de retomada de la integración latinoamericana y de fortalecimiento de las relaciones con los países del Sur Global.
7. De esta forma, ésta será una elección difícil, disputada, tanto en las urnas, como en las calles, como demostró el gigantesco movimiento de mujeres #No él, en el último fin de semana. Sabemos también que los resultados de esta elección influenciarán decisivamente los rumbos de América Latina y pueden señalar a una nueva ofensiva progresista en todo el mundo. Por lo tanto, de nuestra parte, seguiremos luchando, por la reforma agraria popular y por un proyecto popular para Brasil, y pedimos a nuestros amigos en todos los continentes que permanezcan atentos a los desdoblamientos en Brasil y que puedan denunciar tanto la ofensiva conservadora y la prisión política del país, el presidente Lula.
Dirección Nacional del MST
São Paulo, 05 de octubre de 2018
Nos gustaría compartir algunos de nuestros puntos de vista sobre este delicado momento de la política brasileña en la última semana de la campaña electoral:
1. Esta elección es muy especial porque puede significar la victoria o la derrota del golpe contra la democracia iniciado en 2014, que prosiguió con el impeachment de la presidenta Dilma Roussef, se extendió al gobierno ilegítimo de Michel Temer. Para nosotros, el golpe no es sólo el impeachment. El golpe es el proyecto que las élites y el capital financiero no tuvieron fuerza para conquistar en las elecciones y que necesitaban la fuerza y la ilegalidad de otros aparatos como los medios y el poder judicial para ejecutar. Así, el golpe es también las reformas de retirada de derechos, el estímulo al desempleo y, principalmente, la prisión política del presidente Lula, sin pruebas y en velocidad acelerada, para impedir que el candidato favorito de la población disputara las elecciones.
2. Comprendemos también que el golpe es síntoma de la profunda crisis económica, social y política que afecta no sólo a Brasil, sino a todo el mundo, resultado de la hegemonía del capital financiero internacional y de la destrucción acelerada de los bienes de la naturaleza, de los derechos sociales y del Estado en todo el mundo. Es importante tener esta comprensión, porque las elecciones no resolverán esta crisis y probablemente, incluso con la victoria de las fuerzas populares, tendremos la continuidad de la crisis y de los enfrentamientos que marcaron este período.
3. La población brasileña comprendió que hubo un golpe y que era necesario derrotarlo. Pero no escogió el camino de las calles y de las movilizaciones. Con la excepción de la victoriosa huelga general que barrió la reforma de las pensiones. De esta forma, eligió en la candidatura a Lula la forma de manifestar su descontento y deseo de cambios. El MST defendió la candidatura de Lula hasta donde fue posible. Realizamos una hermosa marcha para registrar su candidatura y con otros movimientos populares hicimos una huelga de hambre que duró 26 días y denunció las manipulaciones del Poder Judicial. Y hemos mantenido el Campamento Lula Libre frente a la carcelería de la Policía Federal en Curitiba como testimonio vivo de nuestra convicción de la inocencia del presidente. A pesar de las protestas de la ONU y de un gran movimiento cívico por Lula Libre, el Poder Judicial impidió que el presidente Lula pudiera concurrir a las elecciones. Frente a ello, el Partido de los Trabajadores optó por lanzar al ex ministro de Educación y ex alcalde de Sao Paulo Fernando Hadadd como candidato. Y nosotros, como las demás fuerzas democráticas, decidimos apoyar su candidatura, porque representa la derrota del golpe, la libertad de Lula y la posibilidad de superar la grave crisis económica y política y reanudar un camino de desarrollo del país.
4. Por otro lado, en estos 4 años de golpe, la derecha brasileña se valió de innumerables herramientas: movimientos sociales fabricados, militancia activa del poder judicial y de los medios contra la democracia ... Uno de los frentes de estos ataques fue el estímulo a los líderes con un discurso fascista como Jair Bolsonaro, un diputado federal por tres décadas (pero que se presenta como anti-sistema), ex capitán del ejército, defensor de la dictadura militar y de la tortura, además de la retirada de numerosos derechos sociales. Bolsonaro es asesorado por militares y economistas de fondos de capital extranjero. El discurso de violencia, homofobia y radicalidad de Bolsonaro creció con el apoyo de los medios, que esperaba que en la polarización entre él y la izquierda, la derecha tradicional pudiera presentarse como "moderada" o "centro". Sin embargo, la población decidió castigar en las urnas a los partidos que realizaron el golpe, como el PSDB de Fernando Henrique Cardoso y Aécio Neves (cuyo candidato Geraldo Alckmin deberá quedar entre cuarto o quinto) y el MDB de Michel Temer (cuyo candidato Henrique Meirelles no debe estar entre los seis primeros puestos). Y la creación huyó del control de los creadores, tomando los votos de la antigua derecha.
5. Entendemos, por lo tanto, que en esta elección hay una disputa nítida de proyectos: entre la continuidad del golpe y sus reformas, representada por su versión más radical y autoritaria, Jair Bolsonaro, y la reconstrucción de la democracia y de los derechos, representado por Fernando Haddad. Es, por lo tanto, una elección marcada por la lucha de clases. Por un proyecto que combina los sectores más conservadores de nuestra sociedad y el capital internacional contra el proyecto de los trabajadores.
6. Desde el punto de vista de la política exterior, esta disputa de proyectos está representada por un lado por el proyecto de Bolsonaro, de una política más alineada a Estados Unidos, de no reconocimiento de Palestina y de ataques a Venezuela y a los gobiernos progresistas de América Latina. Por otro lado, por el proyecto de Hadadd, de retomada de la integración latinoamericana y de fortalecimiento de las relaciones con los países del Sur Global.
7. De esta forma, ésta será una elección difícil, disputada, tanto en las urnas, como en las calles, como demostró el gigantesco movimiento de mujeres #No él, en el último fin de semana. Sabemos también que los resultados de esta elección influenciarán decisivamente los rumbos de América Latina y pueden señalar a una nueva ofensiva progresista en todo el mundo. Por lo tanto, de nuestra parte, seguiremos luchando, por la reforma agraria popular y por un proyecto popular para Brasil, y pedimos a nuestros amigos en todos los continentes que permanezcan atentos a los desdoblamientos en Brasil y que puedan denunciar tanto la ofensiva conservadora y la prisión política del país, el presidente Lula.
Dirección Nacional del MST
São Paulo, 05 de octubre de 2018
Minga Informativa de Movimientos Sociales
Recolecta de firmas: Manifiesto internacional contra el fascismo en Brasil
2018-10-12 15:00:00
Querido amigo, querida amiga,
Como
es de su conocimiento, en el próximo día 28 de octubre el pueblo
brasileño irá a las urnas para elegir al próximo presidente de la
República.
Estamos
muy agradecidos al apoyo que hemos recibido de personalidades de todo el
mundo en este momento de crisis que vive nuestro país.
Por
la gravedad de la situación política en Brasil, en la que existe la
posibilidad de que un candidato de extrema derecha sea elegido, tomo la
libertad, una vez más, de concluir su solidaridad firmando el Manifiesto
adjunto.
Fraternalmente,
Presidente del Comité de Solidaridad Internacional en Defensa de Lula y de la Democracia en Brasil.
Las firmas que cada quien pueda recolectar pueden ser enviadas a sgeral@mst.org.br y a: freelulabrasil@gmail.com
Manifiesto internacional contra el fascismo en Brasil
Nosotros,
mujeres y hombres de varias partes del mundo comprometidos con la
Democracia y los Derechos Humanos, expresamos el más profundo rechazo al
candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro, que disputa la segunda
vuelta de las elecciónes presidenciales en Brasil el próximo 28 de
octubre.
Las
posiciones que el candidato ha sostenido a lo largo de su vida pública y
en esta campaña electoral son calcadas en valores xenófobos, racistas,
misóginos y homofóbicos.
El
candidato de extrema derecha defiende abiertamente los métodos
violentos utilizados por las dictaduras militares, incluyendo torturas y
asesinatos.
Tales posiciones atentan contra una sociedad libre, tolerante y socialmente justa.
La
decisión que el pueblo brasileño tomará en esta segunda vuelta
constituirá una elección de trascendental importancia entre la libertad y
el pluralismo y el oscurantismo autoritario, con impactos duraderos no
sólo para Brasil sino para toda América Latina y el Caribe y el mundo.
Llamamos a las brasileñas y brasileños a reflexionar sobre la gravedad de este momento histórico.
¿Cómo se engendró el monstruo Bolsonaro?
Por:
Algo cambió el domingo en la política latinoamericana. La foto
asusta: casi 50 millones de brasileños y brasileñas votaron por un
proyecto abiertamente fascista. El 46% del electorado del país más
grande de la región (y el quinto del mundo) eligió a un candidato que
reivindica la tortura y hace apología de la dictadura, que despliega una
retórica de odio, machista, racista y homofóbica descomunal y que
promete armar a la población y privatizar las empresas estatales. De
yapa, su hijo se convirtió en el diputado más votado de la historia
brasileña.
El refortalecimiento de la derecha pura y dura ya se venía acentuando con los Macri, Piñera, el propio Temer, Mario Abdo, Iván Duque y varios más. Pero la irrupción de una ultraderecha troglodita que logra conquistar una enorme base social -un experimento que se instaló en EEUU con Trump y que se extiende en Europa- es un emergente novedoso en América Latina que nos alborota los diagnósticos. Y enciende todas las alarmas.
Brasil quedó al borde del abismo. Y más allá de las urgencias de cara a la segunda vuelta, toca desentrañar la película completa ante el retorno del oscurantismo. ¿Cómo se gestó este fenómeno político, sociológico y hasta religioso llamado Jair Messias Bolsonaro?
Pero este proceso tuvo como condimento central una fuerte campaña de satanización mediática y judicial contra el PT, que permitió asociar la epidemia de corrupción unilateralmente a esa fuerza política y justificar socialmente la irregular prisión y proscripción de Lula.
En ese marco emerge este ignoto ex militar desbocado que logra capitalizar la implosión de los partidos de derecha y centro-derecha, la consolidación de ese fuerte sentimiento anti-PT y la aguda crisis económica que potenció el hastío. Como la política aborrece el vacío, Bolsonaro aparece como el candidato antisistema –pese a que hace 28 años ejerce como diputado- que promete resolver esta crisis multidimensional a fuerza de mano dura y prédica mesiánica. Y de ser un legislador marginal, que ganó fama cuando juró por el militar que torturó a Dilma, se convirtió en el efecto más siniestro de esta democracia agonizante.
Quizá parte del ascenso abrupto de Bolsonaro se explique por el despliegue de miles de pastores haciendo campaña furiosa por el ex militar en los días previos a la votación.
Por último, el creciente poderío del llamado “Partido Militar”, que este domingo cuadruplicó su presencia al ritmo de la debacle de la política tradicional. Además de Bolsonaro y su compañero de fórmula, el inefable general Hamilton Mourão, al menos 70 candidatos militares fueron electos y tres disputarán gobernaciones estadales en segunda vuelta.
Y una vez fuera del Palacio de Planalto, el progresismo brasileño se conformó en dar la pelea casi exclusivamente en el andamiaje institucional. Salvo la gimnasia de movilización permanente de los movimientos populares, la estrategia petista quedó atrapada en la telaraña de un sistema democrático controlado por el golpista entramado mediático, religioso, militar y financiero.
Tal vez en la respuesta callejera de las mujeres brasileñas y su poderosa consigna #EleNão se puedan encontrar algunas pistas de cómo enfrentar a los profetas del odio y su monstruo Bolsonaro.
(Tomado de Rebelión)
El refortalecimiento de la derecha pura y dura ya se venía acentuando con los Macri, Piñera, el propio Temer, Mario Abdo, Iván Duque y varios más. Pero la irrupción de una ultraderecha troglodita que logra conquistar una enorme base social -un experimento que se instaló en EEUU con Trump y que se extiende en Europa- es un emergente novedoso en América Latina que nos alborota los diagnósticos. Y enciende todas las alarmas.
Brasil quedó al borde del abismo. Y más allá de las urgencias de cara a la segunda vuelta, toca desentrañar la película completa ante el retorno del oscurantismo. ¿Cómo se gestó este fenómeno político, sociológico y hasta religioso llamado Jair Messias Bolsonaro?
El triunfo de la “antipolítica”, o la política del odio
Para comprender este tsunami político es necesaria una mirada retrospectiva de largo aliento. O al menos de mediano. Un país cuya independencia fue proclamada por un príncipe portugués, que no vivió procesos revolucionarios, cuya última dictadura duró 21 años y tuvo una salida bastante consensuada, parió una sociedad históricamente despolitizada. Pero este sentimiento “antipolítica” se repotenció en los últimos años, estimulado por la operación Lava Jato y los grandes medios. Tras el golpe institucional que destituyó a Dilma en 2016 y la paupérrima gestión de Michel Temer, quedó en evidencia la putrefacción del sistema político y se impuso un sentido común de rechazo a la clase dirigente. De hecho, los principales castigados de la elección del domingo fueron los dos principales partidos del establishment: el PSDB, cuyo candidato Geraldo Alckmin no llegó al 5%, y el MDB de Temer que postuló a Henrique Meirelles y obtuvo un magro 1,2%.Pero este proceso tuvo como condimento central una fuerte campaña de satanización mediática y judicial contra el PT, que permitió asociar la epidemia de corrupción unilateralmente a esa fuerza política y justificar socialmente la irregular prisión y proscripción de Lula.
En ese marco emerge este ignoto ex militar desbocado que logra capitalizar la implosión de los partidos de derecha y centro-derecha, la consolidación de ese fuerte sentimiento anti-PT y la aguda crisis económica que potenció el hastío. Como la política aborrece el vacío, Bolsonaro aparece como el candidato antisistema –pese a que hace 28 años ejerce como diputado- que promete resolver esta crisis multidimensional a fuerza de mano dura y prédica mesiánica. Y de ser un legislador marginal, que ganó fama cuando juró por el militar que torturó a Dilma, se convirtió en el efecto más siniestro de esta democracia agonizante.
El fundamentalismo religioso
No se pueden entender esos 50 millones de votos sin la militancia activa que desplegó la poderosa Iglesia Universal del Reino de Dios. La fuerza evangélica neopentecostal -que juega cada vez más en el terreno político en toda la región- ataca en tres frentes simultáneos: en el Congreso, donde “la bancada de la Biblia” controla la quinta parte de la Cámara de Diputados; en la prensa masiva con su multimedio Record, el segundo del país achicándole distancias a la Rede Globo; y en las barriadas populares, donde tiene una penetración territorial que no logra ningún partido.Quizá parte del ascenso abrupto de Bolsonaro se explique por el despliegue de miles de pastores haciendo campaña furiosa por el ex militar en los días previos a la votación.
Las otras tres patas de la mesa
Otro factor clave en la construcción de consenso alrededor de Bolsonaro fueron los grandes medios, que terminaron aceptando al mal menor ante la irreversible polarización con el PT y el fracaso de los candidatos del orden. Las fake news antipetistas se multiplicaron en las últimas semanas e hicieron estragos en las redes sociales. Algo similar pasó con el poder empresarial y financiero, que también cerró filas con Bolsonaro. No es para menos: su gurú económico es Paulo Guedes, un Chicago boy que asegura un rumbo ultraliberal.Por último, el creciente poderío del llamado “Partido Militar”, que este domingo cuadruplicó su presencia al ritmo de la debacle de la política tradicional. Además de Bolsonaro y su compañero de fórmula, el inefable general Hamilton Mourão, al menos 70 candidatos militares fueron electos y tres disputarán gobernaciones estadales en segunda vuelta.
Los límites del progresismo
También al PT se merece reflexionar sobre su responsabilidad en la despolitización de la sociedad brasileña y en la creación del Frankenstein Bolsonaro. Durante 12 años faltó audacia para avanzar en transformaciones raizales, como hubiera sido la tan reclamada reforma política o una ley que limitara la concentración mediática. Y sobre todo, no se profundizó en el empoderamiento popular y la formación político-ideológica, facilitando el terreno para la diseminación de valores retrógrados y autoritarios.Y una vez fuera del Palacio de Planalto, el progresismo brasileño se conformó en dar la pelea casi exclusivamente en el andamiaje institucional. Salvo la gimnasia de movilización permanente de los movimientos populares, la estrategia petista quedó atrapada en la telaraña de un sistema democrático controlado por el golpista entramado mediático, religioso, militar y financiero.
Tal vez en la respuesta callejera de las mujeres brasileñas y su poderosa consigna #EleNão se puedan encontrar algunas pistas de cómo enfrentar a los profetas del odio y su monstruo Bolsonaro.
(Tomado de Rebelión)
El techo del bolsonarismo y las perspectivas de Haddad
Por:
La segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil será disputada voto a voto, día a día, hasta el mismo 28 de octubre, en una pugna donde Jair Bolsonaro arranca con la relevante ventaja de casi 18 millones de votos sobre Fernando Haddad.
Esta ventaja no es estática: no hay automatismo en la escogencia de inmensas parcelas del electorado y por ende, la elección está abierta y es realista la posibilidad de que la democracia derrote al fascismo, de que Haddad venza a Bolsonaro.
Las encuestas mostraban que a una semana del pleito, aproximadamente de 15% a 18% de los electores (de 17 a 21 millones de ciudadanos), aún no tenía definido su voto, estaban indecisos.
Una parcela significativa de esos electores decidió su voto en el último instante, cuando se dirigía a las urnas. Ese elector se define menos por afinidad ideológica e identidad programática, es voluble e influenciable, y adoptó el voto útil en Bolsonaro.
El “efecto manada” del voto útil derritió las principales candidaturas antipetistas (Marina Silva y Geraldo Alckmin), ayudó al crecimiento de Bolsonaro y generó resultados sorprendentes en todo el país, como la elección inesperada de ciertos gobernadores, diputados y senadores.
También beneficiado fuertemente por el voto útil, con el 46,03% conquistado, Bolsonaro alcanzó su máximo potencial electoral; llegó al techo del bolsonarismo. El ultraderechista siempre supo que su posibilidad de ser electo disminuiría bastante en una segunda vuelta eventual, y por eso hizo fuerza máxima por el voto útil: decepcionado canceló la fiesta de celebración que tenía armada.
La votación de las candidaturas no-antipetistas (Haddad, Ciro Gomes, Ghillerme Boulos, Vera Lucía, Goulart) totalizaron 45 millones 389 mil 431 votos, equivalentes al 42,36% de los votos válidos. Se hubieran alcanzado el potencial del 55,13% estimado en la última encuesta con presencia de Lula da Silva como candidato (del 20 de agosto), el campo de las candidaturas no-antipetistas habría obtenido 13,7 millones de votos a más.
Ciro Gomes resistió al voto útil porque su electorado tiene perfil antibolsonarista. Las encuestas muestran que cerca de 70% de los 13,3 millones de sus electores ahora votarán por Haddad.
Aquellos electores atraídos por el efecto manada (voto útil, más influenciable) quedaron frustrados y desanimados con el fracaso de Bolsonaro de ganar en la primera vuelta. En la segunda, estando sujetos a procesos más racionales y lógicos de escogencia, podrían cambiar su voto.
El antipetismo no es homogéneo. Amplios segmentos del antipetismo rechaza las barbaridades de Bolsonaro y las prácticas truculentas y odiosas del bolsonarismo, un segmento que puede ser convencido a anular el voto, a abstenerse o, inclusive, a votar por Haddad, pero #NeleNão (no por él).
Los electores ideológicamente identificados con Bolsonaro se sitúan en torno al 25% del electorado (27 millones), cifra bastante inferior a los 49 millones que obtuvo siendo el voto útil.
En la segunda vuelta, Bolsonaro no podrá continuar huyendo de los debates. La confrontación de las visiones del mundo, de las posturas personales y de las propuestas concretas que cada candidato defiende para Brasil, es un diferencial que favorece enormemente a Haddad.
El esclarecimiento de la sociedad sobre los riesgos de las propuestas de Bolsonaro para la economía y para la soberanía del país, para la democracia y para el pueblo brasileño, es factor pedagógico de comparación entre los dos proyectos y las dos visiones de país en disputa, que favorece el proceso cognitivo de escogencia en favor de Haddad.
La militancia progresista y demócrata, unida en un frente amplio y democrático contra el fascismo, es otro elemento diferencial a favor de Haddad – militancia vivaz, intensamente dedicada al diálogo en las calles. En las visitas casa por casa, en las volanteadas en las terminales de ómnibus, trenes y metros (subtes), en las escuelas, universidades, lugares de trabajo…
La victoria de Haddad es, por todo esto, una posibilidad real. La derrota de la amenaza fascista, por otro lado, es un imperativo ético para la restauración de la democracia, del diálogo, de la paz, del respeto, del amor, de la igualdad, de la diversidad y de la tolerancia en Brasil.
(Tomado de Nodal)
El reconocido intelectual Manuel Castells se pronunció en una carta abierta “a los intelectuales del mundo” para detener el inminente fascismo “en el país más decisivo de América Latina”. Es que a pesar de sus expresiones de violencia, Bolsonaro ha obtenido una victoria arrolladora superando las expectativas de todas las encuestas. El 28 de octubre si llegara a ganar “nos habremos precipitado aún más bajo en la desintegración del orden moral y social del planeta”. Por ANRed
Amigos intelectuales comprometidos con la democracia:
Brasil está en peligro. Y con Brasil, el mundo, porque después de la elección de Trump, de la toma del poder por un gobierno neofascista en Italia y por el ascenso del neonazismo en Europa, Brasil puede elegir como presidente a un fascista, defensor de la dictadura militar, misógino, sexista, racista y xenófobo, que ha obtenido 46% en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Poco importa quién sea su oponente.
Fernando Haddad, la única alternativa posible, es un académico respetable y moderado, candidato por el PT, un partido hoy día desprestigiado por haber participado en corrupción. En una situación así, ningún intelectual, ningún demócrata, ninguna persona responsable del mundo en que vivimos, puede quedarse en una indiferencia generalizada hacia el sistema político brasileño. Pero la cuestión no es el PT, sino la presidencia de un Bolsonaro capaz de decir a una diputada, en público, que “no merece ser violada por él”. O que el problema con la Dictadura no fue la tortura, sino que no matara en lugar de torturar. Yo no represento a nadie más que a mí mismo. Ni apoyo a ningún partido.
Simplemente, creo que es un caso de defensa de la humanidad, porque si Brasil, el país decisivo de América Latina, cae en manos de este deleznable y peligroso personaje, y de los poderes fácticos que los apoyan, los hermanos Koch entre otros, nos habremos precipitado aún más bajo en la desintegración del orden moral y social del planeta, a la que estamos asistiendo. Por eso les escribo a todos ustedes, a los que conozco y a los que me gustaría conocer. No para que suscriban esta carta como si fuera un manifiesto al dictado de políticos, sino para pedirles que cada uno haga conocer públicamente y en términos personales su petición para una activa participación en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el 28 de octubre, y nuestro apoyo a un voto contra Bolsonaro, argumentándolo según lo que cada uno piense, y difundiendo su carta por sus canales personales, redes sociales, medios de comunicación, contactos políticos y cualquier formato que difunda nuestra protesta contra la elección del fascismo en Brasil.
Muchos de nosotros tenemos contactos en Brasil, o tenemos contactos que tienen contactos. Contactémoslos. Un mensaje de Whatsapp es suficiente, o una llamada telefónica personal. No nos hace falta un # (hashtag). Somos personas, miles, potencialmente hablando a millones, en el mundo y en Brasil, porque a lo largo de nuestra vida hemos adquirido con nuestra lucha e integridad cierta autoridad moral. Utilicémosla en este momento, antes que sea demasiado tarde.
Yo lo voy a hacer, lo estoy haciendo. Y simplemente ruego que cada una/uno haga lo que pueda.
*Sociólogo y economista español. Ejerce como profesor de Sociología y Urbanismo en la Universidad de California en Berkeley.
Esta ventaja no es estática: no hay automatismo en la escogencia de inmensas parcelas del electorado y por ende, la elección está abierta y es realista la posibilidad de que la democracia derrote al fascismo, de que Haddad venza a Bolsonaro.
Las encuestas mostraban que a una semana del pleito, aproximadamente de 15% a 18% de los electores (de 17 a 21 millones de ciudadanos), aún no tenía definido su voto, estaban indecisos.
Una parcela significativa de esos electores decidió su voto en el último instante, cuando se dirigía a las urnas. Ese elector se define menos por afinidad ideológica e identidad programática, es voluble e influenciable, y adoptó el voto útil en Bolsonaro.
El “efecto manada” del voto útil derritió las principales candidaturas antipetistas (Marina Silva y Geraldo Alckmin), ayudó al crecimiento de Bolsonaro y generó resultados sorprendentes en todo el país, como la elección inesperada de ciertos gobernadores, diputados y senadores.
También beneficiado fuertemente por el voto útil, con el 46,03% conquistado, Bolsonaro alcanzó su máximo potencial electoral; llegó al techo del bolsonarismo. El ultraderechista siempre supo que su posibilidad de ser electo disminuiría bastante en una segunda vuelta eventual, y por eso hizo fuerza máxima por el voto útil: decepcionado canceló la fiesta de celebración que tenía armada.
La votación de las candidaturas no-antipetistas (Haddad, Ciro Gomes, Ghillerme Boulos, Vera Lucía, Goulart) totalizaron 45 millones 389 mil 431 votos, equivalentes al 42,36% de los votos válidos. Se hubieran alcanzado el potencial del 55,13% estimado en la última encuesta con presencia de Lula da Silva como candidato (del 20 de agosto), el campo de las candidaturas no-antipetistas habría obtenido 13,7 millones de votos a más.
Ciro Gomes resistió al voto útil porque su electorado tiene perfil antibolsonarista. Las encuestas muestran que cerca de 70% de los 13,3 millones de sus electores ahora votarán por Haddad.
Aquellos electores atraídos por el efecto manada (voto útil, más influenciable) quedaron frustrados y desanimados con el fracaso de Bolsonaro de ganar en la primera vuelta. En la segunda, estando sujetos a procesos más racionales y lógicos de escogencia, podrían cambiar su voto.
El antipetismo no es homogéneo. Amplios segmentos del antipetismo rechaza las barbaridades de Bolsonaro y las prácticas truculentas y odiosas del bolsonarismo, un segmento que puede ser convencido a anular el voto, a abstenerse o, inclusive, a votar por Haddad, pero #NeleNão (no por él).
Los electores ideológicamente identificados con Bolsonaro se sitúan en torno al 25% del electorado (27 millones), cifra bastante inferior a los 49 millones que obtuvo siendo el voto útil.
En la segunda vuelta, Bolsonaro no podrá continuar huyendo de los debates. La confrontación de las visiones del mundo, de las posturas personales y de las propuestas concretas que cada candidato defiende para Brasil, es un diferencial que favorece enormemente a Haddad.
El esclarecimiento de la sociedad sobre los riesgos de las propuestas de Bolsonaro para la economía y para la soberanía del país, para la democracia y para el pueblo brasileño, es factor pedagógico de comparación entre los dos proyectos y las dos visiones de país en disputa, que favorece el proceso cognitivo de escogencia en favor de Haddad.
La militancia progresista y demócrata, unida en un frente amplio y democrático contra el fascismo, es otro elemento diferencial a favor de Haddad – militancia vivaz, intensamente dedicada al diálogo en las calles. En las visitas casa por casa, en las volanteadas en las terminales de ómnibus, trenes y metros (subtes), en las escuelas, universidades, lugares de trabajo…
La victoria de Haddad es, por todo esto, una posibilidad real. La derrota de la amenaza fascista, por otro lado, es un imperativo ético para la restauración de la democracia, del diálogo, de la paz, del respeto, del amor, de la igualdad, de la diversidad y de la tolerancia en Brasil.
(Tomado de Nodal)
10/10/2018
“Brasil está en peligro y, con Brasil, el mundo”
El reconocido intelectual Manuel Castells se pronunció en una carta abierta “a los intelectuales del mundo” para detener el inminente fascismo “en el país más decisivo de América Latina”. Es que a pesar de sus expresiones de violencia, Bolsonaro ha obtenido una victoria arrolladora superando las expectativas de todas las encuestas. El 28 de octubre si llegara a ganar “nos habremos precipitado aún más bajo en la desintegración del orden moral y social del planeta”. Por ANRed
Amigos intelectuales comprometidos con la democracia:
Brasil está en peligro. Y con Brasil, el mundo, porque después de la elección de Trump, de la toma del poder por un gobierno neofascista en Italia y por el ascenso del neonazismo en Europa, Brasil puede elegir como presidente a un fascista, defensor de la dictadura militar, misógino, sexista, racista y xenófobo, que ha obtenido 46% en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Poco importa quién sea su oponente.
Fernando Haddad, la única alternativa posible, es un académico respetable y moderado, candidato por el PT, un partido hoy día desprestigiado por haber participado en corrupción. En una situación así, ningún intelectual, ningún demócrata, ninguna persona responsable del mundo en que vivimos, puede quedarse en una indiferencia generalizada hacia el sistema político brasileño. Pero la cuestión no es el PT, sino la presidencia de un Bolsonaro capaz de decir a una diputada, en público, que “no merece ser violada por él”. O que el problema con la Dictadura no fue la tortura, sino que no matara en lugar de torturar. Yo no represento a nadie más que a mí mismo. Ni apoyo a ningún partido.
Simplemente, creo que es un caso de defensa de la humanidad, porque si Brasil, el país decisivo de América Latina, cae en manos de este deleznable y peligroso personaje, y de los poderes fácticos que los apoyan, los hermanos Koch entre otros, nos habremos precipitado aún más bajo en la desintegración del orden moral y social del planeta, a la que estamos asistiendo. Por eso les escribo a todos ustedes, a los que conozco y a los que me gustaría conocer. No para que suscriban esta carta como si fuera un manifiesto al dictado de políticos, sino para pedirles que cada uno haga conocer públicamente y en términos personales su petición para una activa participación en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el 28 de octubre, y nuestro apoyo a un voto contra Bolsonaro, argumentándolo según lo que cada uno piense, y difundiendo su carta por sus canales personales, redes sociales, medios de comunicación, contactos políticos y cualquier formato que difunda nuestra protesta contra la elección del fascismo en Brasil.
Muchos de nosotros tenemos contactos en Brasil, o tenemos contactos que tienen contactos. Contactémoslos. Un mensaje de Whatsapp es suficiente, o una llamada telefónica personal. No nos hace falta un # (hashtag). Somos personas, miles, potencialmente hablando a millones, en el mundo y en Brasil, porque a lo largo de nuestra vida hemos adquirido con nuestra lucha e integridad cierta autoridad moral. Utilicémosla en este momento, antes que sea demasiado tarde.
Yo lo voy a hacer, lo estoy haciendo. Y simplemente ruego que cada una/uno haga lo que pueda.
*Sociólogo y economista español. Ejerce como profesor de Sociología y Urbanismo en la Universidad de California en Berkeley.
¿Qué está pasando?
Hay
una zozobra sobrevolándonos, una estupefacción que deberíamos mantener a
raya porque lleva a la parálisis. Millones de personas nos preguntamos
qué ha pasado que otros millones de personas en la región han virado
hacia una extrema derecha que parece no tener techo.
Los abruptos virajes en la cultura, decía Orwell, siempre tienen motivos políticos y económicos. Es decir: todos los cambios subjetivos y colectivos que permiten que personas como Macri o Bolsonaro se hayan alzado con el poder a través del voto –la romantización de la violencia, la irrupción fascinada del odio, la inclinación apenas velada hacia las soluciones finales que en otros tiempos tuvieron forma de genocidios o escuadrones de la muerte– no se han dado espontáneamente; esos cambios han sido necesarios para que tenga lugar lo que ocurre en principio y en paralelo: países saqueados desde sus raíces por una nueva patria financiera que antes se sirvió de los militares pero ahora ya no los necesita: tiene votos. Esa nueva patria financiera también está integrada por sujetos de esta nueva fase del capitalismo. Expresan la gula despersonalizada que tiene como fetiche erótico al dinero. No van a reparar sus errores porque gozan con ellos.
Para que ese pequeño sector de chupapueblos pueda acceder al control político de varios países, ha sido necesario pensar y generar herramientas para un disciplinamiento feroz que ha tenido lugar desde hace muchos años pero al que ahora se le ha soltado la lengua.
Sobre los relatos oficiales de las respectivas derechas nacionales, ha sido sobreimpreso otro relato, nuevo, apátrida, sanguinario, bobo, iletrado, siniestro. Como uno puede pensar si ha visto –en mi caso, varias veces– Terrenal, la exquisita obra de Mauricio Kartun, estamos en el lado del péndulo que se rige por la estirpe de Caín. En este paradigma no hay hermanos, aunque para que estos cambios subjetivos sean posibles, el nuevo paradigma se vale de las decenas de nuevas iglesias neo evangelistas, que vienen entrenándose desde hace décadas enraizadas en los sectores populares, para reemplazar los sentimientos religiosos por la ferocidad y la anulación del pensamiento de los otros. Traen un pensamiento religioso autoritario. Mujeres que, como ocurrió esta semana con el liderazgo del periodista de La Nación Mariano Obarrio, piquetean en un hospital para impedir un aborto que estaba amparado por la ley, son instrumentos y ejemplos muy claros de este nuevo paradigma, que por un lado lleva al poder a corruptos desembozados y por el otro se contenta con impedir que alguien lleve a cabo algo con lo que ellas no están de acuerdo. El fascismo no por casualidad está tan adherido a la fascinación. A ese tipo de personas le fascina ver a otro y a otra morder el polvo. Se relamen con los ajusticiamientos. Disfrutan del olor a bala. Descreen de cualquier relación dialéctica entre sujetos e ideas: son fanáticos. Pero fanáticos de una causa basada en su propia supremacía.
No hubiéramos llegado hasta aquí si desgraciadamente, desde hace mucho, no estuviéramos cediendo, incluso sin darnos cuenta, a la lógica de ellos, que no es la nuestra. Lula no debería estar preso ni Dilma debería haber sido destituida. Fue ilegal. Todos lo sabían. Como sabemos que ni Milagro, ni Amado Boudou, ni Julio De Vido, ni Fernando Esteche ni tantas otras personas hoy detenidas por motivos políticos han sido hallados culpables todavía de nada. Cuando se admite y se consiente entrar en esa lógica, después ya es imposible escapar de la red de connivencias, ilícitos, violaciones a la ley y a la Constitución, aprietes y extorsiones, miedo, confusión, sociopatía. Ni aquí ni en Brasil hubo reflejos para detener esa lógica del desastre, que incluye golpes blancos invisibles, presos políticos, asesinatos, jueces construyendo causas mediante ilícitos, fallos que hay que cumplir aunque sean producto de una asociación ilícita entre poderes que ya no fingen ningún estado de derecho. Obviamente, por eso necesitan y promueven no sólo la concentración de medios, sino sobre todo de un solo mensaje.
No se puede pelear si no se sabe contra quién o quiénes. Y como en materia de acceso a emisión y recepción de discurso vivimos desde hace décadas y ahora mucho más en una restricción autoritaria, nuestras maneras de pensar juntos son escasas. La cultura de masas y la “comunicación” están al servicio del poder. La “comunicación” hace rato que no es tal y se reduce a acción psicológica. No es novedoso y sin embargo vivimos como si eso no ocurriera, como si de verdad creyéramos que en 2019 puede haber elecciones de las que surja un nuevo gobierno que nos devuelva al péndulo de la producción, o la patria, o el amor al otro.
No será así de sencillo. Ellos quieren el control total y absoluto del pensamiento para seguir concentrando riqueza mientras millones de personas pasan a una dimensión desconocida,en la guerra de baja intensidad que formará parte de la agenda cotidiana de los grandes medios. Nos interesará a quién detuvieron, a quién mataron, cómo lincharon o echaron o violaron a alguien o a miles, mientras nuestros países serán totalmente expoliados y deshechos.
¿Vieron el spot de Bolsonaro “Nació un mito”? El nuevo paradigma es así de mágico. Increíbles Hulks o nazis negros. Mujeres que odian mujeres. Persecución de disidentes políticos o de diversidades sexuales. Muerte a la negrada. Un menú regado con mentiras y “valores” del tipo de los que puede hablar gente como Patricia Bullrich.
Quién nos hubiera dicho que no era la revolución, sino la democracia, la que alguna vez requeriría revolucionarios. Porque sin una fabulosa capacidad de reflejos y una ciclópea voluntad de acción coordinada, que pase por encima de todas las diferencias que en este lado del péndulo sí respetamos, este monstruo nos va a comer a todxs, y se comerá también a la x. Falta muy poco para que quieran prohibir el lenguaje inclusivo, que no tiene peso estético sino político. La derecha siempre supo mejor que la izquierda cómo de la degradación del lenguaje puede nacer un pueblo muerto. Ellos están contra el aborto, pero lo único que han hecho a lo largo de la historia es abortar las vidas de los que ya nacieron.
Los abruptos virajes en la cultura, decía Orwell, siempre tienen motivos políticos y económicos. Es decir: todos los cambios subjetivos y colectivos que permiten que personas como Macri o Bolsonaro se hayan alzado con el poder a través del voto –la romantización de la violencia, la irrupción fascinada del odio, la inclinación apenas velada hacia las soluciones finales que en otros tiempos tuvieron forma de genocidios o escuadrones de la muerte– no se han dado espontáneamente; esos cambios han sido necesarios para que tenga lugar lo que ocurre en principio y en paralelo: países saqueados desde sus raíces por una nueva patria financiera que antes se sirvió de los militares pero ahora ya no los necesita: tiene votos. Esa nueva patria financiera también está integrada por sujetos de esta nueva fase del capitalismo. Expresan la gula despersonalizada que tiene como fetiche erótico al dinero. No van a reparar sus errores porque gozan con ellos.
Para que ese pequeño sector de chupapueblos pueda acceder al control político de varios países, ha sido necesario pensar y generar herramientas para un disciplinamiento feroz que ha tenido lugar desde hace muchos años pero al que ahora se le ha soltado la lengua.
Sobre los relatos oficiales de las respectivas derechas nacionales, ha sido sobreimpreso otro relato, nuevo, apátrida, sanguinario, bobo, iletrado, siniestro. Como uno puede pensar si ha visto –en mi caso, varias veces– Terrenal, la exquisita obra de Mauricio Kartun, estamos en el lado del péndulo que se rige por la estirpe de Caín. En este paradigma no hay hermanos, aunque para que estos cambios subjetivos sean posibles, el nuevo paradigma se vale de las decenas de nuevas iglesias neo evangelistas, que vienen entrenándose desde hace décadas enraizadas en los sectores populares, para reemplazar los sentimientos religiosos por la ferocidad y la anulación del pensamiento de los otros. Traen un pensamiento religioso autoritario. Mujeres que, como ocurrió esta semana con el liderazgo del periodista de La Nación Mariano Obarrio, piquetean en un hospital para impedir un aborto que estaba amparado por la ley, son instrumentos y ejemplos muy claros de este nuevo paradigma, que por un lado lleva al poder a corruptos desembozados y por el otro se contenta con impedir que alguien lleve a cabo algo con lo que ellas no están de acuerdo. El fascismo no por casualidad está tan adherido a la fascinación. A ese tipo de personas le fascina ver a otro y a otra morder el polvo. Se relamen con los ajusticiamientos. Disfrutan del olor a bala. Descreen de cualquier relación dialéctica entre sujetos e ideas: son fanáticos. Pero fanáticos de una causa basada en su propia supremacía.
No hubiéramos llegado hasta aquí si desgraciadamente, desde hace mucho, no estuviéramos cediendo, incluso sin darnos cuenta, a la lógica de ellos, que no es la nuestra. Lula no debería estar preso ni Dilma debería haber sido destituida. Fue ilegal. Todos lo sabían. Como sabemos que ni Milagro, ni Amado Boudou, ni Julio De Vido, ni Fernando Esteche ni tantas otras personas hoy detenidas por motivos políticos han sido hallados culpables todavía de nada. Cuando se admite y se consiente entrar en esa lógica, después ya es imposible escapar de la red de connivencias, ilícitos, violaciones a la ley y a la Constitución, aprietes y extorsiones, miedo, confusión, sociopatía. Ni aquí ni en Brasil hubo reflejos para detener esa lógica del desastre, que incluye golpes blancos invisibles, presos políticos, asesinatos, jueces construyendo causas mediante ilícitos, fallos que hay que cumplir aunque sean producto de una asociación ilícita entre poderes que ya no fingen ningún estado de derecho. Obviamente, por eso necesitan y promueven no sólo la concentración de medios, sino sobre todo de un solo mensaje.
No se puede pelear si no se sabe contra quién o quiénes. Y como en materia de acceso a emisión y recepción de discurso vivimos desde hace décadas y ahora mucho más en una restricción autoritaria, nuestras maneras de pensar juntos son escasas. La cultura de masas y la “comunicación” están al servicio del poder. La “comunicación” hace rato que no es tal y se reduce a acción psicológica. No es novedoso y sin embargo vivimos como si eso no ocurriera, como si de verdad creyéramos que en 2019 puede haber elecciones de las que surja un nuevo gobierno que nos devuelva al péndulo de la producción, o la patria, o el amor al otro.
No será así de sencillo. Ellos quieren el control total y absoluto del pensamiento para seguir concentrando riqueza mientras millones de personas pasan a una dimensión desconocida,en la guerra de baja intensidad que formará parte de la agenda cotidiana de los grandes medios. Nos interesará a quién detuvieron, a quién mataron, cómo lincharon o echaron o violaron a alguien o a miles, mientras nuestros países serán totalmente expoliados y deshechos.
¿Vieron el spot de Bolsonaro “Nació un mito”? El nuevo paradigma es así de mágico. Increíbles Hulks o nazis negros. Mujeres que odian mujeres. Persecución de disidentes políticos o de diversidades sexuales. Muerte a la negrada. Un menú regado con mentiras y “valores” del tipo de los que puede hablar gente como Patricia Bullrich.
Quién nos hubiera dicho que no era la revolución, sino la democracia, la que alguna vez requeriría revolucionarios. Porque sin una fabulosa capacidad de reflejos y una ciclópea voluntad de acción coordinada, que pase por encima de todas las diferencias que en este lado del péndulo sí respetamos, este monstruo nos va a comer a todxs, y se comerá también a la x. Falta muy poco para que quieran prohibir el lenguaje inclusivo, que no tiene peso estético sino político. La derecha siempre supo mejor que la izquierda cómo de la degradación del lenguaje puede nacer un pueblo muerto. Ellos están contra el aborto, pero lo único que han hecho a lo largo de la historia es abortar las vidas de los que ya nacieron.
Brasil: ola de violencia contra izquierdistas y militantes sociales
Este miércoles una joven travesti fue secuestrada y le marcaron una esvástica en el vientre.
Agresiones fascistas en Brasil. (Foto tomada de Twitter)
Desde el triunfo de Jair Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones brasileñas se desató una ola de violencia
contra militantes de la izquierda y defensores de los derechos humanos
por parte de sus seguidores. El último de estos ataques se registró este
miércoles en la ciudad de Porto Alegre. Entonces, militantes del
partido de Bolsonaro marcaron con una navaja la cruz esvástica en el
vientre de una joven travesti.
Los
primeros casos de violencia se registraron en la noche del mismo
domingo de la elección cuando militantes del Partido Social Liberal de
Bolsonaro insultaron a partidarios de Fernando Haddad en las calles de
varias ciudades de Brasil. El lunes fue asesinado de 12 puñaladas el
maestro de capoeira Moa do Kantendé en la ciudad de Bahía. Mientras
apuñalaba a Kantendé el agresor gritaba vivas a Bolsonaro.
Ese
mismo día, pero en la ciudad de Recife, dos individuos atacaron a una
periodista. Tras señalarla de “riquilla” y de “ser de izquierda”, la
cortaron en el brazo y el rostro con una navaja, mientras la amenazaban
con violarla y matarla.
A los gritos de “aquí está
Bolsonaro”, militantes del PSL golpearon a un estudiante de la
Universidad de Paraná. El estudiante sufrió lesiones en la cabeza
producto de golpes con botellas.
Para los
observadores de la realidad brasileña estos hechos marcan el ambiente
que vivirá Brasil si en la segunda vuelta del 28 de octubre gana
Bolsonaro.
Las orejas de un nuevo golpe militar asoman en Brasil
©
REUTERS / Adriano Machado
20:04 08.10.2018 SPUTNIK NEWS
Los
resultados electorales del 8 de octubre en Brasil demuestran que los
brasileños quieren un Congreso mayoritariamente conservador y que
caigan figuras progresistas como las de Dilma Rousseff y Jean Wyllys.
Para Clarisse Gurgel, politóloga y docente de la Universidad de Río de
Janeiro, los datos hacen temer un nuevo golpe de Estado en el país.