BRASIL
“Será una limpieza nunca vista en la historia de Brasil”, la nueva amenaza de Bolsonaro
El ultraderechista y preferido para ganar la segunda
vuelta de las elecciones presidenciales amenazó con llevar adelante una
“limpieza nunca vista en la historia de Brasil” y tipificar las
actividades de los movimientos populares como “terrorismo”. “Esos rojos
marginales estarán prohibidos en nuestra patria”, advirtió Jair
Bolsonaro en un mensaje grabado que envió a sus seguidores.
“La patria no es de esa banda que tiene la bandera roja y la cabeza lavada”, comenzó su mensaje el capitán retirado. Bolsonaro no sólo se despachó contra los militantes de los partidos de izquierda sino que lo hizo contra el expresidente Lula Da Silva, preso en Curitiba. “Si usted estaba esperando que Haddad sea presidente para firmar el decreto de indulto, le voy a decir una cosa, usted se va a pudrir en la cárcel”, amenazó.
El mensaje fue también para Hadad, candidato del Partido de los Trabajadores. Según Bolsonaro, Haddad irá también a Curitiba pero no para visitar a Lula sino “para vivir a su lado” y “pudrirse”, la expresión que usó el representante de la extrema derecha brasileña, también en la cárcel.
“Será un limpieza nunca vista en la historia de Brasil. Ladrones del MST, ladrones del MSTS, sus acciones serán tipificadas como terrorismo. No llevarán más el terror al campo ni a la ciudad. O se atienen a las leyes o le van a hacer compañía al borracho (por Lula) en Curitiba”, finalizó su mensaje Bolsonaro.
“La patria no es de esa banda que tiene la bandera roja y la cabeza lavada”, comenzó su mensaje el capitán retirado. Bolsonaro no sólo se despachó contra los militantes de los partidos de izquierda sino que lo hizo contra el expresidente Lula Da Silva, preso en Curitiba. “Si usted estaba esperando que Haddad sea presidente para firmar el decreto de indulto, le voy a decir una cosa, usted se va a pudrir en la cárcel”, amenazó.
El mensaje fue también para Hadad, candidato del Partido de los Trabajadores. Según Bolsonaro, Haddad irá también a Curitiba pero no para visitar a Lula sino “para vivir a su lado” y “pudrirse”, la expresión que usó el representante de la extrema derecha brasileña, también en la cárcel.
“Será un limpieza nunca vista en la historia de Brasil. Ladrones del MST, ladrones del MSTS, sus acciones serán tipificadas como terrorismo. No llevarán más el terror al campo ni a la ciudad. O se atienen a las leyes o le van a hacer compañía al borracho (por Lula) en Curitiba”, finalizó su mensaje Bolsonaro.
Llamó a los demócratas a votar por Haddad para frenar a la ultraderecha
Carta de Lula contra la "aventura fascista"
El
encarcelado líder de la izquierda rompió el silencio que mantuvo antes
de la primera vuelta electoral. "No podemos dejar que la desesperación
lleve a Brasil en la dirección de una aventura fascista" dijo a cuatro
días del ballottage.
PÁGINA 12 - 24 de octubre de 2018
El
expresidente Luiz Inácio Lula da Silva rompió hoy el silencio que
mantuvo antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de
Brasil y sugirió la unión de los demócratas en torno a Fernando Haddad
para frenar el avance del "fascismo", en alusión al ultraderechista Jair
Bolsonaro. Desde la celda en Curitiba, Lula mandó una carta para pedir
el voto a su sucesor en la disputa electoral, quien, a su juicio,
"representa la supervivencia del pacto democrático" en Brasil.
"No podemos dejar que la desesperación lleve a Brasil en la dirección de una aventura fascista, como ya vimos suceder en otros países a lo largo de la historia", afirmó el exmandatario (2003-2010).
El antiguo líder sindical se ha mantenido en un segundo plano durante la campaña para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y le ha cedido el protagonismo a su discípulo, quien asumió la candidatura del Partido de los Trabajadores (PT) el pasado 11 de septiembre después de que la justicia electoral le inhabilitara políticamente.
A pesar del respaldo de Lula, Haddad no ha conseguido acortar la distancia de más de diez puntos porcentuales que lo separa del ultraderechista y, según los sondeos, perderá las elecciones del próximo domingo frente a Bolsonaro.
Consciente de su claro favoritismo en los sondeos, el capitán de la reserva prosiguió con el cabildeo en su residencia de Río de Janeiro para recabar apoyos de cara a su eventual Gobierno y se reunió con representantes de los grandes productores rurales. Los hacendados dijeron haber acudido al encuentro con el candidato para conversar sobre medidas que puedan impulsar la producción rural y exigieron la seguridad jurídica en el sector para frenar las invasiones promovidas por el Movimiento de los Sin Tierra (MST) y otros grupos que luchan por la reforma agraria.
"Conversamos sobre algunas demandas importantes, como la seguridad jurídica y el derecho a la propiedad. Tenemos que tener políticas agrícolas para quien realmente trabaja la tierra", aseguró el presidente de la Unión Democrática Rural (UDR), Luiz Antonio Nabhan Garcia, tras la cita.
En las redes sociales, el ultraderechista intensificó las críticas contra su rival y publicó un video en el que el rapero Mano Brown critica duramente los "errores" del PT durante un acto celebrado la noche del martes en Río de Janeiro en apoyo a la candidatura de Haddad.
El aspirante del PT salió al paso de la provocación de su adversario y afirmó que un "gobierno democrático convive con las críticas", pero "Bolsonaro no".
Cerca
de 70 mil personas se reunieron en Rio de Janeiro el último martes (23)
para defender la democracia en vísperas de las elecciones / Ricardo
Stuckert
"No podemos dejar que la desesperación lleve a Brasil en la dirección de una aventura fascista, como ya vimos suceder en otros países a lo largo de la historia", afirmó el exmandatario (2003-2010).
El antiguo líder sindical se ha mantenido en un segundo plano durante la campaña para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y le ha cedido el protagonismo a su discípulo, quien asumió la candidatura del Partido de los Trabajadores (PT) el pasado 11 de septiembre después de que la justicia electoral le inhabilitara políticamente.
A pesar del respaldo de Lula, Haddad no ha conseguido acortar la distancia de más de diez puntos porcentuales que lo separa del ultraderechista y, según los sondeos, perderá las elecciones del próximo domingo frente a Bolsonaro.
Consciente de su claro favoritismo en los sondeos, el capitán de la reserva prosiguió con el cabildeo en su residencia de Río de Janeiro para recabar apoyos de cara a su eventual Gobierno y se reunió con representantes de los grandes productores rurales. Los hacendados dijeron haber acudido al encuentro con el candidato para conversar sobre medidas que puedan impulsar la producción rural y exigieron la seguridad jurídica en el sector para frenar las invasiones promovidas por el Movimiento de los Sin Tierra (MST) y otros grupos que luchan por la reforma agraria.
"Conversamos sobre algunas demandas importantes, como la seguridad jurídica y el derecho a la propiedad. Tenemos que tener políticas agrícolas para quien realmente trabaja la tierra", aseguró el presidente de la Unión Democrática Rural (UDR), Luiz Antonio Nabhan Garcia, tras la cita.
En las redes sociales, el ultraderechista intensificó las críticas contra su rival y publicó un video en el que el rapero Mano Brown critica duramente los "errores" del PT durante un acto celebrado la noche del martes en Río de Janeiro en apoyo a la candidatura de Haddad.
El aspirante del PT salió al paso de la provocación de su adversario y afirmó que un "gobierno democrático convive con las críticas", pero "Bolsonaro no".
RECTA FINAL
Multitudinarios actos de campaña de Haddad en vísperas de las elecciones en Brasil
En Rio, 70 mil seguidores salieron a las calles; en São Paulo, 20 mil se manifestaron en defensa de la democracia
“La
elección de Bolsonaro que estaba ‘ganada’ hoy es solamente ‘probable’ y
mañana será ‘posible’, y en el domingo él va a descubrir que perdió”,
dijo el candidato Fernando Haddad,
del Partido de los Trabajadores (PT) a sus 20 mil seguidores presentes
en un acto de campaña en la ciudad de São Paulo este miércoles (24) por
la noche.
El mitin reunió a artistas, intelectuales e integrantes de movimientos populares. El optimismo contagió a la multitud, que reaccionó con aplausos ante los discursos en defensa de la democracia en el país.
El mitin reunió a artistas, intelectuales e integrantes de movimientos populares. El optimismo contagió a la multitud, que reaccionó con aplausos ante los discursos en defensa de la democracia en el país.
En Rio de Janeiro, este martes (23), un día antes del mitin
en São Paulo, Haddad fue recibido por cerca de 70 mil seguidores
presentes en la región central de Rio de Janeiro para participar del
“Ato da Virada [acto del giro o del cambio] - Brasil por la Democracia”,
en apoyo a su candidatura.
Participaron del acto los representantes de la músicas
brasileña Chico Buarque, Caetano Veloso y Mano Brown, además de la
escritora Conceição Evaristo.
En la ocasión, los manifestantes que expresaron su repudio a
las declaraciones recientes del candidato ultraderechista Jair
Bolsonaro que el pasado domingo (22) amenazó sus opositores afirmando
que ofrecerá dos alternativas, la cárcel o el exilio y que enviará las
fuerzas de seguridad para golpear a los “petralhas [expresión peyorativa
para referirse a los seguidores del PT] y a los “delincuentes del MST y
del MTST”.
Haddad, que por la tarde se había reunido con
representantes de las comunidades judía, evangélica y católica en la
Favela de Maré, criticó las afirmaciones de su opositor: “Yo opté por
derrotar a Bolsonaro. No lo quiero ni preso ni exiliado. Lo que quiero
es que viva con salud para ver a los negros en la universidad, las
mujeres emancipadas y dueñas de sus destinos, las tierras indígenas
demarcadas, los nordestinos progresando con agua, comida, trabajo y
educación”.
En el acto en São Paulo, el candidato también comentó la
reacción del mercado financiero en relación a las últimas encuestas.
“Siempre que Paulo Guedes
[asesor económico de Bolsonaro] disminuye en las encuestas, la Bolsa de
valores cae. Porque si ganan, van a vender todo. Y ellos saben que, si
ganamos, no vamos a vender el presal, ni la Amazonia, no vamos a
guerrear con ningún país vecino. Somos promotores de la paz y de la
democracia en el continente”, afirmó Haddad.
La última encuesta del Instituto Ibope, divulgada este
martes (23) señaló una caída de cuatro puntos porcentuales de diferencia
entre Jair Bolsonaro y Fernando Haddad. El candidato ultraderechista
tiene el 57% de votos válidos, según la encuesta, y el candidato del PT,
el 43%.
Edición: Daniel Giovanaz and Jaqueline Deister
Opinion · Espejos extraños
Brasil: las democracias también mueren democráticamente
24 octubre, 2018 - PÚBLICO
Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez
Nos hemos acostumbrado a pensar que los regímenes políticos se
dividen en dos grandes tipos: democracia y dictadura. Tras la caída del
Muro de Berlín en 1989, la democracia (liberal) pasó a considerarse casi
consensualmente como el único régimen político legítimo. A pesar de la
diversidad interna de cada uno, son dos tipos antagónicos, no pueden
coexistir en la misma sociedad, y la opción por uno u otro supone
siempre lucha política que implica la ruptura con la legalidad
existente. A lo largo del siglo pasado se fue consolidando la idea de
que las democracias solo colapsaban por la interrupción brusca y casi
siempre violenta de la legalidad constitucional, a través de golpes de
Estado dirigidos por militares o civiles con el objetivo de imponer la
dictadura. Esta narrativa era, en gran medida, verdadera. No lo es más.
Siguen siendo posibles rupturas violentas y golpes de Estado, pero cada
vez es más evidente que los peligros que la democracia hoy corre son
otros, y se derivan paradójicamente del normal funcionamiento de las
instituciones democráticas. Las fuerzas políticas antidemocráticas se
van infiltrando dentro del régimen democrático, lo van capturando,
descaracterizando, de manera más o menos disfrazada y gradual, dentro de
la legalidad y sin alteraciones constitucionales, hasta que en un
momento dado el régimen político vigente, sin haber dejado de ser
formalmente una democracia, aparece como totalmente vaciado de contenido
democrático, tanto en lo que se refiere a la vida de las personas como
de las organizaciones políticas. Unas y otras pasan a comportarse como
si estuvieran en dictadura. Menciono a continuación los cuatro
principales componentes de este proceso.
Un
vendedor callejero en sao Paulo sostiene una careta con la efigie del
candidato ultraderechista Jair Bolsonaro. REUTERS/Nacho Doce
La elección de autócratas. De Estados Unidos a Filipinas, de
Turquía a Rusia, de Hungría a Polonia se han elegido democráticamente
políticos autoritarios que, aunque sean producto del establishment político
y económico, se presentan como antisistema y antipolítica, insultan a
los adversarios que consideran corruptos y ven como enemigos a eliminar,
rechazan las reglas de juego democrático, hacen apelaciones
intimidatorias a la resolución de los problemas sociales por medio de la
violencia, muestran desprecio por la libertad de prensa y se proponen
revocar las leyes que garantizan los derechos sociales de los
trabajadores y de las poblaciones discriminadas por razones étnicas,
sexuales o de religión. En suma, se presentan a elecciones con una
ideología antidemocrática y, aun así, consiguen obtener la mayoría de
los votos. Los políticos autocráticos siempre han existido. Lo nuevo es
la frecuencia con la que están llegando al poder.
El virus plutócrata. La forma en la que el dinero ha venido descaracterizando los procesos electorales y las deliberaciones democráticas es alarmante. Al punto de preguntarse si, en muchas situaciones, las elecciones son libres y limpias y si los responsables políticos actúan por convicciones o por el dinero que reciben. La democracia liberal se basa en la idea de que los ciudadanos tienen condiciones de acceso a una opinión pública informada y, sobre su base, elegir libremente a los gobernantes y evaluar su desempeño. Para que esto sea mínimamente posible, es necesario que el mercado de las ideas políticas (los valores que no tienen precio, porque son convicciones) esté totalmente separado del mercado de los bienes económicos (los valores que tienen precio y sobre esta base se compran y venden). En tiempos recientes, estos dos mercados se han fundido bajo la égida del mercado económico, hasta tal punto que hoy, en política, todo se compra y todo se vende. La corrupción se ha vuelto endémica.
La financiación de las campañas electorales de partidos o de candidatos, los grupos de presión (o lobbies) ante los parlamentos y los gobiernos tienen hoy en muchos países un poder decisivo en la vida política. En 2010, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, en la sentencia Citizens United v. Federeal Election Commission, asestó un golpe fatal a la democracia estadounidense al permitir el financiamiento irrestricto y privado de las elecciones y decisiones políticas por parte de grandes empresas y de super ricos. Se desarrolló así el llamado dark money, que no es otra cosa que corrupción legalizada. Ese mismo dark money explica en Brasil una composición del Congreso dominada por la bancada armamentista (“de la bala”), la bancada ruralista (“del buey”) y la bancada evangélica (“de la Biblia”), una caricatura cruel de la sociedad brasileña.
Las fake news y los algoritmos. Durante cierto tiempo Internet y las redes sociales que generó se vieron como una posibilidad sin precedentes para la expansión de la participación ciudadana en la democracia. En la actualidad, a la luz de lo que sucede en Estados Unidos y Brasil, podemos decir que serán más bien las sepultureras de la democracia, en caso de que no se regulen. Me refiero en particular a dos instrumentos: las noticias falsas y el algoritmo.
Las noticias falsas siempre han existido en sociedades atravesadas por fuertes divisiones y, sobre todo, en periodos de rivalidad política. Hoy, sin embargo, su potencial destructivo a través de la desinformación y la mentira que propagan es alarmante. Esto es especialmente grave en países como la India y Brasil, en los que las redes sociales, sobre todo WhatsApp (cuyo contenido es el menos controlable por estar encriptado), son ampliamente usadas, hasta el extremo de ser la más grande, e incluso la única, fuente de información de los ciudadanos (en Brasil, 120 millones de personas usan WhatsApp). Grupos de investigación brasileños denunciaron en el New York Times (17 de octubre) que de las cincuenta imágenes más divulgadas (virales) en los 347 grupos públicos de WhatsApp en apoyo a Bolsonaro, solo cuatro eran verdaderas. Una de ellas era una foto de Dilma Rousseff, candidata al Senado, con Fidel Castro en la Revolución cubana. Se trataba, de hecho, de un montaje realizado a partir del registro de John Duprey para el diario NY Daily News en 1959. Ese año Dilma Rousseff era una niña de once años. Apoyado por grandes empresas internacionales y por servicios de contrainteligencia militar nacionales y extranjeros, la campaña de Bolsonaro constituye un monstruoso montaje de mentiras a las que la democracia brasileña difícilmente sobrevivirá.
Este efecto destructivo es potenciado por otro instrumento: el algoritmo. Este término, de origen árabe, designa el cálculo matemático que permite definir prioridades y tomar decisiones rápidas a partir de grandes series de datos (big data) y de variables, considerando ciertos resultados (el éxito en una empresa o en una elección). Pese a su apariencia neutra y objetiva, el algoritmo contiene opiniones subjetivas (¿qué es tener éxito?, ¿cómo se define el mejor candidato?) que permanecen ocultas en los cálculos. Cuando las empresas se ven obligadas a revelar los criterios, se defienden con el argumento del secreto empresarial. En el campo político, el algoritmo permite retroalimentar y ampliar la divulgación de un tema que está en boga en las redes y que, por ello, al ser popular, es considerado relevante por el algoritmo. Sucede que lo viral en las redes sociales puede ser producto de una gigantesca manipulación informativa llevada a cabo por redes de robots y de perfiles automatizados que difunden entre millones de personas noticias falsas y comentarios a favor o en contra de un candidato, convirtiendo el tema en artificialmente popular y ganando así incluso más destaque por medio del algoritmo. Este no tiene condiciones para distinguir lo verdadero de lo falso, y el efecto es tanto más destructivo cuanto más vulnerable sea la población a la mentira. Fue así como en 17 países se manipularon recientemente las preferencias electorales, entre ellos Estados Unidos (a favor de Trump) y, ahora, Brasil (a favor de Bolsonaro), en una proporción que puede ser fatal para la democracia.
¿Sobrevivirá la opinión pública a este envenenamiento informativo? ¿Tendrá la información verdadera alguna posibilidad de resistir ante tal avalancha de falsedades? He defendido que en situaciones de inundación lo que más falta hace es agua potable. Con una preocupación paralela respecto a la extensión de la manipulación informática de nuestras opiniones, gustos y decisiones, la investigadora en computación Cathy O’Neil designa los big data y los algoritmos como armas de destrucción matemática (Weapons of Math Destruction, 2016).
La captura de las instituciones. El impacto de las prácticas autoritarias y antidemocráticas en las instituciones ocurre paulatinamente. Presidentes y parlamentos electos mediante los nuevos tipos de fraude (fraude 2.0) a los que acabo de aludir tienen el camino abierto para instrumentalizar las instituciones democráticas; y pueden hacerlo supuestamente dentro de la legalidad, por más evidentes que sean los atropellos y las interpretaciones sesgadas de la ley o de la Constitución. En los últimos tiempos, Brasil se ha convertido en un inmenso laboratorio de manipulación autoritaria de la legalidad. Esta captura ha hecho posible la llegada a la segunda vuelta del neofascista Bolsonaro y su eventual elección. Tal como ha ocurrido en otros países, la primera institución en ser capturada es el sistema judicial. Por dos razones: por ser la institución con poder político más distante de la política electoral y por ser constitucionalmente el órgano de soberanía concebido como “árbitro neutro”. En otra ocasión analizaré este proceso de captura. ¿Qué será de la democracia brasileña si esta captura se concreta, seguida de las otras capturas que esta hará posible? ¿Será todavía una democracia?
El virus plutócrata. La forma en la que el dinero ha venido descaracterizando los procesos electorales y las deliberaciones democráticas es alarmante. Al punto de preguntarse si, en muchas situaciones, las elecciones son libres y limpias y si los responsables políticos actúan por convicciones o por el dinero que reciben. La democracia liberal se basa en la idea de que los ciudadanos tienen condiciones de acceso a una opinión pública informada y, sobre su base, elegir libremente a los gobernantes y evaluar su desempeño. Para que esto sea mínimamente posible, es necesario que el mercado de las ideas políticas (los valores que no tienen precio, porque son convicciones) esté totalmente separado del mercado de los bienes económicos (los valores que tienen precio y sobre esta base se compran y venden). En tiempos recientes, estos dos mercados se han fundido bajo la égida del mercado económico, hasta tal punto que hoy, en política, todo se compra y todo se vende. La corrupción se ha vuelto endémica.
La financiación de las campañas electorales de partidos o de candidatos, los grupos de presión (o lobbies) ante los parlamentos y los gobiernos tienen hoy en muchos países un poder decisivo en la vida política. En 2010, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, en la sentencia Citizens United v. Federeal Election Commission, asestó un golpe fatal a la democracia estadounidense al permitir el financiamiento irrestricto y privado de las elecciones y decisiones políticas por parte de grandes empresas y de super ricos. Se desarrolló así el llamado dark money, que no es otra cosa que corrupción legalizada. Ese mismo dark money explica en Brasil una composición del Congreso dominada por la bancada armamentista (“de la bala”), la bancada ruralista (“del buey”) y la bancada evangélica (“de la Biblia”), una caricatura cruel de la sociedad brasileña.
Las fake news y los algoritmos. Durante cierto tiempo Internet y las redes sociales que generó se vieron como una posibilidad sin precedentes para la expansión de la participación ciudadana en la democracia. En la actualidad, a la luz de lo que sucede en Estados Unidos y Brasil, podemos decir que serán más bien las sepultureras de la democracia, en caso de que no se regulen. Me refiero en particular a dos instrumentos: las noticias falsas y el algoritmo.
Las noticias falsas siempre han existido en sociedades atravesadas por fuertes divisiones y, sobre todo, en periodos de rivalidad política. Hoy, sin embargo, su potencial destructivo a través de la desinformación y la mentira que propagan es alarmante. Esto es especialmente grave en países como la India y Brasil, en los que las redes sociales, sobre todo WhatsApp (cuyo contenido es el menos controlable por estar encriptado), son ampliamente usadas, hasta el extremo de ser la más grande, e incluso la única, fuente de información de los ciudadanos (en Brasil, 120 millones de personas usan WhatsApp). Grupos de investigación brasileños denunciaron en el New York Times (17 de octubre) que de las cincuenta imágenes más divulgadas (virales) en los 347 grupos públicos de WhatsApp en apoyo a Bolsonaro, solo cuatro eran verdaderas. Una de ellas era una foto de Dilma Rousseff, candidata al Senado, con Fidel Castro en la Revolución cubana. Se trataba, de hecho, de un montaje realizado a partir del registro de John Duprey para el diario NY Daily News en 1959. Ese año Dilma Rousseff era una niña de once años. Apoyado por grandes empresas internacionales y por servicios de contrainteligencia militar nacionales y extranjeros, la campaña de Bolsonaro constituye un monstruoso montaje de mentiras a las que la democracia brasileña difícilmente sobrevivirá.
Este efecto destructivo es potenciado por otro instrumento: el algoritmo. Este término, de origen árabe, designa el cálculo matemático que permite definir prioridades y tomar decisiones rápidas a partir de grandes series de datos (big data) y de variables, considerando ciertos resultados (el éxito en una empresa o en una elección). Pese a su apariencia neutra y objetiva, el algoritmo contiene opiniones subjetivas (¿qué es tener éxito?, ¿cómo se define el mejor candidato?) que permanecen ocultas en los cálculos. Cuando las empresas se ven obligadas a revelar los criterios, se defienden con el argumento del secreto empresarial. En el campo político, el algoritmo permite retroalimentar y ampliar la divulgación de un tema que está en boga en las redes y que, por ello, al ser popular, es considerado relevante por el algoritmo. Sucede que lo viral en las redes sociales puede ser producto de una gigantesca manipulación informativa llevada a cabo por redes de robots y de perfiles automatizados que difunden entre millones de personas noticias falsas y comentarios a favor o en contra de un candidato, convirtiendo el tema en artificialmente popular y ganando así incluso más destaque por medio del algoritmo. Este no tiene condiciones para distinguir lo verdadero de lo falso, y el efecto es tanto más destructivo cuanto más vulnerable sea la población a la mentira. Fue así como en 17 países se manipularon recientemente las preferencias electorales, entre ellos Estados Unidos (a favor de Trump) y, ahora, Brasil (a favor de Bolsonaro), en una proporción que puede ser fatal para la democracia.
¿Sobrevivirá la opinión pública a este envenenamiento informativo? ¿Tendrá la información verdadera alguna posibilidad de resistir ante tal avalancha de falsedades? He defendido que en situaciones de inundación lo que más falta hace es agua potable. Con una preocupación paralela respecto a la extensión de la manipulación informática de nuestras opiniones, gustos y decisiones, la investigadora en computación Cathy O’Neil designa los big data y los algoritmos como armas de destrucción matemática (Weapons of Math Destruction, 2016).
La captura de las instituciones. El impacto de las prácticas autoritarias y antidemocráticas en las instituciones ocurre paulatinamente. Presidentes y parlamentos electos mediante los nuevos tipos de fraude (fraude 2.0) a los que acabo de aludir tienen el camino abierto para instrumentalizar las instituciones democráticas; y pueden hacerlo supuestamente dentro de la legalidad, por más evidentes que sean los atropellos y las interpretaciones sesgadas de la ley o de la Constitución. En los últimos tiempos, Brasil se ha convertido en un inmenso laboratorio de manipulación autoritaria de la legalidad. Esta captura ha hecho posible la llegada a la segunda vuelta del neofascista Bolsonaro y su eventual elección. Tal como ha ocurrido en otros países, la primera institución en ser capturada es el sistema judicial. Por dos razones: por ser la institución con poder político más distante de la política electoral y por ser constitucionalmente el órgano de soberanía concebido como “árbitro neutro”. En otra ocasión analizaré este proceso de captura. ¿Qué será de la democracia brasileña si esta captura se concreta, seguida de las otras capturas que esta hará posible? ¿Será todavía una democracia?
Elecciones en Brasil: Prefacio para un desastre
Por:
Atilio Borón
Habrá que luchar hasta el final, pero la victoria de Jair Bolsonaro
parece ya la crónica de una muerte anunciada. Y la palabra muerte está
bien usada porque eso es lo que representa este personaje de la
“lumpen-política” que durante casi 28 años pasó desapercibido en el
corrupto Congreso brasileño. Muerte cuando propuso entrar con un
“lanzallamas” al ministerio de Educación para erradicar hasta el último
vestigio de las enseñanzas del gran educador Paulo Freire.
Muerte porque bajo su égida habrá un considerable refuerzo del autoritarismo en la escuela y en la sociedad, y se librará una guerra sin cuartel al pensamiento crítico en todas sus variantes. Muerte porque ha prometido represión y cárcel para todos quienes representan el pasado petista, aunque no pertenezcan a ese partido. Declaró en varias oportunidades que va a ilegalizar al marxismo y al “gramscismo” (aunque no dijo cómo) y que recortará drásticamente el presupuesto de facultades e institutos de investigación en ciencias sociales. Según este santo varón, su gobierno invertirá en ciencias “que produzcan cosas” (lavarropas, palas, tornillos, etcétera) y no palabras o ideologías.
Este verdadero troglodita, al que circunstancias fortuitas y un golpe de la Diosa Fortuna lo convirtieron en el casi seguro presidente de Brasil, fue favorecido con enormes sumas de dinero (por completo ilegales) una vez que la clase dominante brasileña cayó en la cuenta que los protegidos por Fernando H. Cardoso como candidatos del PSDB y la elite tradicional de Brasil agrupada en el PMDB eran repudiados o ignorados por el electorado.
Pragmática e inescrupulosa como siempre la derecha llegó a la conclusión que si no se podía derrotar al lulismo con sus candidatos “democráticos” propios – tal como antes ocurriera con José Serra (dos veces) Geraldo Alckmin, y Aecio Neves- debía hacerlo con cualquiera que pudiera, aún cuando fuese un patético emisario rescatado de las cloacas de la dictadura que asoló al país por más de veinte años. Se ratifica por enésima vez que la derecha no tiene la más mínima lealtad hacia la democracia, como lo demuestra su apoyo a Bolsonaro. Además éste cuenta con el respaldo de Donald Trump para reorganizar a la derecha en todo el hemisferio y el asesoramiento del equipo que dirigió la campaña presidencial de Trump. Se dice además que Steve Bannon en persona está colaborando en la estrategia propagandística del “candidato del orden”.
Un dato muy significativo es que la campaña presidencial no se nota en las calles de Río. Ni un afiche, ni un pasacalles, una pintada en un murallón, nadie volanteando, ¡nada! Es que en esta nueva era de la “antipolítica”, astutamente promovida por la derecha, la política fue convenientemente apartada de la vía pública, y si bien esto es una tendencia general y creciente, en el caso del Brasil esta despolitización de la calle fue potenciada por el más fatídico error de la gestión del PT: confiar ingenuamente en que el ejercicio del poder político por parte de un partido de izquierda, o progresista, podría descansar en el rodaje de las instituciones supuestamente democráticas (que no lo son). La consecuencia fue la suicida desmovilización y desorganización de sus propias fuerzas políticas, comenzando por el PT, siguiendo con la CUT y ninguneando a los Sem Terra. El resultado: una Dilma indefensa frente a los lobos del mercado que se movían a sus anchas en las estructuras institucionales del estado burgués, especialmente en el Congreso y el Poder Judicial.
Por eso la política no está en las calles, y los pocos que salen son mayoritariamente partidarios de Bolsonaro. Todo circula por la Internet y, en menor medida, por los diarios, la televisión y la radio. Un distraído turista procedente del “cinturón bíblico” de Estados Unidos, digamos Mississippi o Alabama, jamás se daría cuenta que en pocos días más este país se juega su futuro, en una opción dramática.
Pero si el visitante incursionara en la telaraña de la web, allí se percataría de lo que está ocurriendo y observaría a la lucha política librada sin cuartel, pero en el ciberespacio. Esto plantea un enorme desafío para las fuerzas populares porque deberán aprender a moverse en un campo minado que sus enemigos inventaron y conocen a la perfección.
No obstante, si movido por su fe nuestro visitante asistiera a alguno de los miles de templos evangélicos dispersos por todo el Brasil también se daría cuenta de que hay una elección presidencial en ciernes. Comprobaría, para su mayúscula sorpresa, que los pastores y sus ayudantes al terminar la ceremonia religiosa se dirigen a la salida y entregan a cada uno de los feligreses un volante en donde se dice a quién se debe votar para presidente, gobernador, etcétera, porque son esos candidatos, y sólo ellos, los que Dios dijo que hay que votar. Deplorable trasmutación del modelo del partido bolchevique –con su ética militante, su organización, su conciencia revolucionaria- puesto ahora al servicio de la reacción y de la contrarrevolución ¡nada menos que por unas iglesias!
Las evangélicas en Brasil constituyen un aparato político formidable –presentes en grados diversos en varios países de Nuestra América, y de creciente gravitación en Argentina- pero su eficacia no sólo reposa en la militancia y la labor cotidiana de sus pastores y agitadores en el territorio sino también en la persistencia de un núcleo duro conservador –muy arraigado en los sectores más atrasados del campo popular- pero de inestables preferencias políticas.
Según algunos analistas este sector representa un treinta por ciento de la población y si a comienzos de siglo se inclinaron por el PT (y se mantuvieron en ese espacio político durante catorce años, retenidos por las políticas sociales del gobierno) ahora cortaron amarras y lo hacen por Bolsonaro. Un factor decisivo de esta ruptura fue la creencia, abiertamente inculcada por la prensa canalla, de que el tsunami de la corrupción en Brasil –simbolizado en la operación Lava Jato- sólo puede ser atribuido a la maldad del PT y sus dirigentes.
Ese vendaval de dirigentes políticos, empresarios y funcionarios desfilando por les estrados judiciales y terminando en la cárcel tuvo un impacto tremendo sobre la conciencia popular y potenció la insatisfacción ante la crisis económica y el aumento de la criminalidad, o al menos la percepción de tales cosas fogoneada impúdicamente –como en la Argentina de la época de Cristina Fernández- por la prensa hegemónica.
Es impresionante constatar como hombres y mujeres del pueblo repiten esa letanía –el PT robó y corrompió- cada vez que se les pregunta la razón de su voto por Bolsonaro. Si algo demuestra esta reiterada respuesta es la escasa capacidad que tuvo ese partido de explicar la muy larga historia de la corrupción en Brasil, quienes fueron sus principales agentes y beneficiarios, y los mecanismos legales y judiciales que posibilitaron su funcionamiento. Tarea que, por cierto, no fue intentada por los gobiernos del PT. Pero, claro está que para poder hacerlo había que tener medios de comunicación y una política para los medios. Y el PT no tuvo ni lo uno ni lo otro.
Cuando culmine el proceso electoral y se constituya la Cámara de Diputados muy probablemente Bolsonaro y sus aliados lleguen a controlar los dos tercios de los votos. Con ellos podrán introducir una serie de reformas hiper-retrógradas a la Constitución de 1988. Una de ellas, anticipada por el candidato presidencial, figura la criminalización del activismo social y de las organizaciones sociales cuyas acciones constituirían un crimen contra la seguridad del estado y el orden público y sus responsables deberían cumplir largas condenas en la cárcel. Habrá que ver si esto finalmente logra ser aprobado en el Congreso.
El tema no es si el PSL, el partido de Bolsonaro tendrá los votos, sino la intensidad de la reacción anti-PT que podría sedimentarse en un enorme bloque parlamentario con número suficiente para aprobar esas reformas. Si no lo tuviera, la tradicional corrupción de la política brasileña permitiría comprar los votos necesarios para satisfacer las retrógradas aspiraciones de Bolsonaro y la clase dominante de Brasil que, de este modo, constitucionalizaría los decretos y las leyes de Michel Temer. Dicho todo esto, sólo un milagro podría revertir esta brutal deriva autoritaria de la democracia brasileña. Pero los milagros no existen en la vida política.
Ejemplares confiscado en un sindicato petrolero en Macaé, municipio en Rio de Janeiro / Divulgación
Muerte porque bajo su égida habrá un considerable refuerzo del autoritarismo en la escuela y en la sociedad, y se librará una guerra sin cuartel al pensamiento crítico en todas sus variantes. Muerte porque ha prometido represión y cárcel para todos quienes representan el pasado petista, aunque no pertenezcan a ese partido. Declaró en varias oportunidades que va a ilegalizar al marxismo y al “gramscismo” (aunque no dijo cómo) y que recortará drásticamente el presupuesto de facultades e institutos de investigación en ciencias sociales. Según este santo varón, su gobierno invertirá en ciencias “que produzcan cosas” (lavarropas, palas, tornillos, etcétera) y no palabras o ideologías.
Este verdadero troglodita, al que circunstancias fortuitas y un golpe de la Diosa Fortuna lo convirtieron en el casi seguro presidente de Brasil, fue favorecido con enormes sumas de dinero (por completo ilegales) una vez que la clase dominante brasileña cayó en la cuenta que los protegidos por Fernando H. Cardoso como candidatos del PSDB y la elite tradicional de Brasil agrupada en el PMDB eran repudiados o ignorados por el electorado.
Pragmática e inescrupulosa como siempre la derecha llegó a la conclusión que si no se podía derrotar al lulismo con sus candidatos “democráticos” propios – tal como antes ocurriera con José Serra (dos veces) Geraldo Alckmin, y Aecio Neves- debía hacerlo con cualquiera que pudiera, aún cuando fuese un patético emisario rescatado de las cloacas de la dictadura que asoló al país por más de veinte años. Se ratifica por enésima vez que la derecha no tiene la más mínima lealtad hacia la democracia, como lo demuestra su apoyo a Bolsonaro. Además éste cuenta con el respaldo de Donald Trump para reorganizar a la derecha en todo el hemisferio y el asesoramiento del equipo que dirigió la campaña presidencial de Trump. Se dice además que Steve Bannon en persona está colaborando en la estrategia propagandística del “candidato del orden”.
Un dato muy significativo es que la campaña presidencial no se nota en las calles de Río. Ni un afiche, ni un pasacalles, una pintada en un murallón, nadie volanteando, ¡nada! Es que en esta nueva era de la “antipolítica”, astutamente promovida por la derecha, la política fue convenientemente apartada de la vía pública, y si bien esto es una tendencia general y creciente, en el caso del Brasil esta despolitización de la calle fue potenciada por el más fatídico error de la gestión del PT: confiar ingenuamente en que el ejercicio del poder político por parte de un partido de izquierda, o progresista, podría descansar en el rodaje de las instituciones supuestamente democráticas (que no lo son). La consecuencia fue la suicida desmovilización y desorganización de sus propias fuerzas políticas, comenzando por el PT, siguiendo con la CUT y ninguneando a los Sem Terra. El resultado: una Dilma indefensa frente a los lobos del mercado que se movían a sus anchas en las estructuras institucionales del estado burgués, especialmente en el Congreso y el Poder Judicial.
Por eso la política no está en las calles, y los pocos que salen son mayoritariamente partidarios de Bolsonaro. Todo circula por la Internet y, en menor medida, por los diarios, la televisión y la radio. Un distraído turista procedente del “cinturón bíblico” de Estados Unidos, digamos Mississippi o Alabama, jamás se daría cuenta que en pocos días más este país se juega su futuro, en una opción dramática.
Pero si el visitante incursionara en la telaraña de la web, allí se percataría de lo que está ocurriendo y observaría a la lucha política librada sin cuartel, pero en el ciberespacio. Esto plantea un enorme desafío para las fuerzas populares porque deberán aprender a moverse en un campo minado que sus enemigos inventaron y conocen a la perfección.
No obstante, si movido por su fe nuestro visitante asistiera a alguno de los miles de templos evangélicos dispersos por todo el Brasil también se daría cuenta de que hay una elección presidencial en ciernes. Comprobaría, para su mayúscula sorpresa, que los pastores y sus ayudantes al terminar la ceremonia religiosa se dirigen a la salida y entregan a cada uno de los feligreses un volante en donde se dice a quién se debe votar para presidente, gobernador, etcétera, porque son esos candidatos, y sólo ellos, los que Dios dijo que hay que votar. Deplorable trasmutación del modelo del partido bolchevique –con su ética militante, su organización, su conciencia revolucionaria- puesto ahora al servicio de la reacción y de la contrarrevolución ¡nada menos que por unas iglesias!
Las evangélicas en Brasil constituyen un aparato político formidable –presentes en grados diversos en varios países de Nuestra América, y de creciente gravitación en Argentina- pero su eficacia no sólo reposa en la militancia y la labor cotidiana de sus pastores y agitadores en el territorio sino también en la persistencia de un núcleo duro conservador –muy arraigado en los sectores más atrasados del campo popular- pero de inestables preferencias políticas.
Según algunos analistas este sector representa un treinta por ciento de la población y si a comienzos de siglo se inclinaron por el PT (y se mantuvieron en ese espacio político durante catorce años, retenidos por las políticas sociales del gobierno) ahora cortaron amarras y lo hacen por Bolsonaro. Un factor decisivo de esta ruptura fue la creencia, abiertamente inculcada por la prensa canalla, de que el tsunami de la corrupción en Brasil –simbolizado en la operación Lava Jato- sólo puede ser atribuido a la maldad del PT y sus dirigentes.
Ese vendaval de dirigentes políticos, empresarios y funcionarios desfilando por les estrados judiciales y terminando en la cárcel tuvo un impacto tremendo sobre la conciencia popular y potenció la insatisfacción ante la crisis económica y el aumento de la criminalidad, o al menos la percepción de tales cosas fogoneada impúdicamente –como en la Argentina de la época de Cristina Fernández- por la prensa hegemónica.
Es impresionante constatar como hombres y mujeres del pueblo repiten esa letanía –el PT robó y corrompió- cada vez que se les pregunta la razón de su voto por Bolsonaro. Si algo demuestra esta reiterada respuesta es la escasa capacidad que tuvo ese partido de explicar la muy larga historia de la corrupción en Brasil, quienes fueron sus principales agentes y beneficiarios, y los mecanismos legales y judiciales que posibilitaron su funcionamiento. Tarea que, por cierto, no fue intentada por los gobiernos del PT. Pero, claro está que para poder hacerlo había que tener medios de comunicación y una política para los medios. Y el PT no tuvo ni lo uno ni lo otro.
Cuando culmine el proceso electoral y se constituya la Cámara de Diputados muy probablemente Bolsonaro y sus aliados lleguen a controlar los dos tercios de los votos. Con ellos podrán introducir una serie de reformas hiper-retrógradas a la Constitución de 1988. Una de ellas, anticipada por el candidato presidencial, figura la criminalización del activismo social y de las organizaciones sociales cuyas acciones constituirían un crimen contra la seguridad del estado y el orden público y sus responsables deberían cumplir largas condenas en la cárcel. Habrá que ver si esto finalmente logra ser aprobado en el Congreso.
El tema no es si el PSL, el partido de Bolsonaro tendrá los votos, sino la intensidad de la reacción anti-PT que podría sedimentarse en un enorme bloque parlamentario con número suficiente para aprobar esas reformas. Si no lo tuviera, la tradicional corrupción de la política brasileña permitiría comprar los votos necesarios para satisfacer las retrógradas aspiraciones de Bolsonaro y la clase dominante de Brasil que, de este modo, constitucionalizaría los decretos y las leyes de Michel Temer. Dicho todo esto, sólo un milagro podría revertir esta brutal deriva autoritaria de la democracia brasileña. Pero los milagros no existen en la vida política.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Brasil de Fato se pronuncia sobre confiscación de su edición impresa
La justicia de Rio de Janeiro irrumpió en un sindicato para confiscar el especial sobre las elecciones el último sábado
Brasil
de Fato viene a público manifestar su repudio más vehemente por la
orden judicial para confiscar miles de ejemplares del periódico tabloide
Especial Elecciones 2018, cumplido por el Tribunal Regional Electoral
(TRE) este sábado (20), en la sede de Sindicato de Trabajadores
Petroleros del Norte Fluminense, en el municipio de Macaé, en Rio de
Janeiro.
La orden expedida por el juez electoral del municipio,
Sandro de Araujo Lontra, expresa un claro intento de censurar y
coaccionar a la prensa alternativa. El contenido presentado en el
periódico es estrictamente periodístico y todas las informaciones fueron
debidamente averiguadas y difundidas incluso por los grandes medios.
Esta actitud alcanza el límite del absurdo y fortalece la
campaña de Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), basada en
noticias falsas y en incitación a la violencia. Una parte de los grandes
medios le apoyan todos los días sin sufrir ningún constreñimiento.
La medida es una prueba a más de la partidarización de
sectores del Poder Judicial que buscan asegurar un resultado electoral
según los intereses de las élites y del capital internacional.
A diferencia de los medios tradicionales, nunca ocultamos
nuestra posición editorial a lo largo de los 15 años de nuestra
existencia, siempre mantuvimos el compromiso con la verdad y el rigor
periodístico. Por lo tanto, la acción se configura un claro ejemplo del
delicado momento político que el país enfrenta, con un cercenamiento
cada vez más grande de la democracia y profundización de un Estado de
excepción que viene se configurando desde el golpe de 2016.
Es muy importante resaltar que ante los miles de escándalos
de difusión de noticias falsas por WhatsApp que hieren el proceso
electoral brasileño, la justicia no tomó las medidas necesarias para
cohibir e impedir la difusión de esos materiales. En nuestro caso, se
trata de una acción de censura al pensamiento libre y crítico.
Reafirmamos que esas actitudes no nos infunde miedo. Sino
todo lo contrario, fortalecen nuestro compromiso con la verdad y con el
pueblo brasileño y la necesidad de luchar para realizarmos los cambios
necesarios en nuestro país. Tomaremos todas las medidas legales
oportunas contra esos abusos.
Brasil de Fato reafirma su compromiso con la democracia, la
libertad de prensa y una visión popular de Brasil y del mundo.
Superamos una dictadura que arrojó las artes, el pensamiento, el
periodismo y toda sociedad al silencio y la censura. La tortura es
inadmisible y seguiremos denunciando a los candidatos que la apoyan y la
alientan. Así como seguiremos contraponiéndonos a quien quiere el
regreso de la mordaza.
Brasil de Fato - Una visión popular de Brasil y del mundo
El caso
El último sábado, 20 de octubre, policiales y fiscales del
Tribunal Regional Electoral de Rio de Janeiro (TRE-RJ) irrumpieron en la
sede del Sindicato de Trabajadores Petroleros del Norte Fluminense
(Sindipetro-NF), en el municipio de Macaé, en Rio de Janeiro y
confiscaron los ejemplares del tabloide especial de Brasil de Fato sobre
las elecciones y el periódico semanal de la organización.
La confiscación fue realizada tras una orden judicial
emitida por un juez electoral que calificó la edición impresa de
difusora “de notas que insultan al candidato Jair Bolsonaro”.
Edición: Brasil de Fato | Traducción: Luiza Mançano
Por qué ganó
Por:
Juan Manuel Karg
El holgado triunfo de Jair Messias Bolsonaro en la primera vuelta presidencial en Brasil debe ser analizado meticulosamente: hablamos de un candidato
ultraderechista, misógino, que públicamente se suele presentar como
defensor de la última dictadura cívico-militar en ese país. La victoria de Bolsonaro se sustenta en primer lugar en la ausencia del principal candidato opositor al gobierno de Temer: Luiz Inácio Lula da Silva, detenido arbitrariamente desde abril en Curitiba.
No se puede analizar la elección sin dar cuenta que Lula fue condenado
sin pruebas por el ya famoso tríplex de Guarujá, posteriormente
impugnado electoralmente y hasta inhabilitado para entrevistas y hacer
oír su voz en la campaña electoral, todos hechos que hicieron que la
Organización de Naciones Unidas se manifieste a favor de los derechos
políticos y civiles del fundador del Partido de los Trabajadores.
Si antes de la elección el propio Lula y Bolsonaro concentraban dentro de los votantes la idea de que podían “poner orden” ante la grave situación política-institucional, la impugnación de la candidatura del pernambucano –que ya había demostrado poder gobernar en dos oportunidades– dejó al candidato del Partido Social Liberal (PSL) solo en esa valoración de quienes acudieron a las urnas. Dicho esto, también hay que mencionar que, a diferencia de lo instalado por los grandes medios de comunicación del continente, el PT no hizo una mala elección: con menos de un mes de instalación Haddad sacó casi 29 por ciento, cerca del 35 que tenía Lula en los sondeos. Hubo, como se ve, un gran traslado de votos a favor del ex alcalde de San Pablo.
Hay un aspecto más a resaltar: Bolsonaro es el resultado directo del proceso de degradación del sistema político brasileño, impulsado por un Lava Jato que, juez Moro mediante, se propuso como meta principal derrocar al petismo de Planalto. Luego de esto vino el ataque a la caravana de Lula, el asesinato de la concejal de Río de Janeiro Marielle Franco, y la propia detención del ex líder sindical. Si bien Bolsonaro es diputado desde el año 1991, en los últimos años supo constituir un imaginario de outsider que hizo derrumbar al histórico partido de la centro-derecha brasileña: el PSDB, que había disputado los últimos cuatro balotajes. La debacle, entonces, no es del PT sino del partido de Fernando Henrique Cardoso, que se derrumbó para el lado del bolsonarista PSL (que además contó con el apoyo del creador de la influyente Iglesia Universal del Reino de Dios –también dueño de Record TV– Edir Macedo).
El voto a Bolsonaro concentró el “anti-petismo”, a tal punto que el propio O Globo lo reconoce en su editorial posterior a los resultados, al decir que “la oposición al PT es uno de los vértices del espacio de radicalización que se abrió en estas elecciones”. A contrapelo de los consejos de politólogos de todo tipo y pelaje, la virtud de Bolsonaro fue radicalizar su discurso, tristemente lleno de odio, incluso a costa de regar de fake-news los grupos de Whatsapp de todo Brasil. Así constituyó un poderoso 46 por ciento, particularmente sólido en los segmentos: habitantes del Sur del país, blancos, hombres, universitarios, religiosos. Si bien los manuales politológicos aconsejan que ahora debería correr al centro su discurso, el mismo denegó ese chance, afirmando que “no me puedo volver Jairzinho amor y paz”.
El PT sabe mejor que nadie lo que es un balotaje en Brasil –ganó los últimos cuatro, dos con Lula y los otros con Rousseff–, pero ahora las condiciones son sumamente desfavorables: hay casi 18 millones de votos de diferencia entre ambos candidatos. Será titánica la tarea para Haddad en estas semanas: deberá conquistar a los electores de Ciro Gomes, Marina Silva, Guillermo Boulos e incluso a parte de los de Gerardo Alckmin si quiere tener chances. Y además apuntar al sector de las y los desencantados que no fueron a votar o lo hicieron en blanco o nulo. De no poder hacerlo, la banda presidencial del país más importante del continente llevará el nombre del mito que se pretende salvador: Jair Messias Bolsonaro. Una tragedia que, por más que anunciada, será tragedia igual.
(Tomado de Página12)
Si antes de la elección el propio Lula y Bolsonaro concentraban dentro de los votantes la idea de que podían “poner orden” ante la grave situación política-institucional, la impugnación de la candidatura del pernambucano –que ya había demostrado poder gobernar en dos oportunidades– dejó al candidato del Partido Social Liberal (PSL) solo en esa valoración de quienes acudieron a las urnas. Dicho esto, también hay que mencionar que, a diferencia de lo instalado por los grandes medios de comunicación del continente, el PT no hizo una mala elección: con menos de un mes de instalación Haddad sacó casi 29 por ciento, cerca del 35 que tenía Lula en los sondeos. Hubo, como se ve, un gran traslado de votos a favor del ex alcalde de San Pablo.
Hay un aspecto más a resaltar: Bolsonaro es el resultado directo del proceso de degradación del sistema político brasileño, impulsado por un Lava Jato que, juez Moro mediante, se propuso como meta principal derrocar al petismo de Planalto. Luego de esto vino el ataque a la caravana de Lula, el asesinato de la concejal de Río de Janeiro Marielle Franco, y la propia detención del ex líder sindical. Si bien Bolsonaro es diputado desde el año 1991, en los últimos años supo constituir un imaginario de outsider que hizo derrumbar al histórico partido de la centro-derecha brasileña: el PSDB, que había disputado los últimos cuatro balotajes. La debacle, entonces, no es del PT sino del partido de Fernando Henrique Cardoso, que se derrumbó para el lado del bolsonarista PSL (que además contó con el apoyo del creador de la influyente Iglesia Universal del Reino de Dios –también dueño de Record TV– Edir Macedo).
El voto a Bolsonaro concentró el “anti-petismo”, a tal punto que el propio O Globo lo reconoce en su editorial posterior a los resultados, al decir que “la oposición al PT es uno de los vértices del espacio de radicalización que se abrió en estas elecciones”. A contrapelo de los consejos de politólogos de todo tipo y pelaje, la virtud de Bolsonaro fue radicalizar su discurso, tristemente lleno de odio, incluso a costa de regar de fake-news los grupos de Whatsapp de todo Brasil. Así constituyó un poderoso 46 por ciento, particularmente sólido en los segmentos: habitantes del Sur del país, blancos, hombres, universitarios, religiosos. Si bien los manuales politológicos aconsejan que ahora debería correr al centro su discurso, el mismo denegó ese chance, afirmando que “no me puedo volver Jairzinho amor y paz”.
El PT sabe mejor que nadie lo que es un balotaje en Brasil –ganó los últimos cuatro, dos con Lula y los otros con Rousseff–, pero ahora las condiciones son sumamente desfavorables: hay casi 18 millones de votos de diferencia entre ambos candidatos. Será titánica la tarea para Haddad en estas semanas: deberá conquistar a los electores de Ciro Gomes, Marina Silva, Guillermo Boulos e incluso a parte de los de Gerardo Alckmin si quiere tener chances. Y además apuntar al sector de las y los desencantados que no fueron a votar o lo hicieron en blanco o nulo. De no poder hacerlo, la banda presidencial del país más importante del continente llevará el nombre del mito que se pretende salvador: Jair Messias Bolsonaro. Una tragedia que, por más que anunciada, será tragedia igual.
(Tomado de Página12)
"Bolsonaro congrega a los evangélicos y al voto útil de la derecha"
Voces del Mundo
14:19 06.10.2018 - SPUTNIK NEWS
La
falta de entusiasmo que genera la candidatura de Geraldo Alckmin ha
convertido al ultraderechista Jair Bolsonaro en el favorito del
establishment y del antipetismo. "Bolsonaro lidera una gran fuerza
conservadora que va reagrupando a los grandes medios, a los empresarios y
a una parte de los partidos tradicionales", dijo el sociólogo Emir
Sader.
"Bolsonaro
lidera una gran fuerza conservadora, fundamentalista, que va
reagrupando a la élite brasileña. Una parte de los partidos
tradicionales está con él. Además, congrega a los evangélicos y al voto
útil de la derecha. Después de la manifestación espectacular de las mujeres,
salió una encuesta que favorecía a Bolsonaro. Creíamos que la
manifestación era una consolidación de la candidatura de Haddad. Parece
que el trabajo de los evangélicos fue muy pesado, sobre todo la campaña
de fake news, muy brutal, que presentaban las manifestaciones como un
bacanal", aseguró Emir Sader, sociólogo, investigador y profesor de la
Universidad de San Pablo.
Sin
embargo, el intelectual brasileño aseguró que el rechazo hacia el
candidato de ultraderecha es mayor que el que concita Fernando Haddad,
del Partido de los Trabajadores (PT). "La transferencia de votos hacia
Haddad es mayor de la que se marca. El rechazo del PT genera una
reacción conservadora. Y al sacar a Lula, se generó el liderazgo de
Bolsonaro. La mayor parte de los electores del Partido de la Social
Democracia Brasileña (PSDB) en San Pablo ya estaba con Bolsonaro. El
partido de Fernando Henrique Cardoso va a ser barrido en la primera
vuelta, por primera vez en mucho tiempo", sostuvo.
Tema relacionado: Bolsonaro, el militar extremista que puede gobernar Brasil
En ese sentido, Sader aseguró que Haddad podría acortar la distancia respecto a Bolsonaro y ganar en una eventual segunda vuelta.
Más información: Trump afirma tras la Asamblea General de la ONU que el mundo vuelve a respetar a EEUU
En ese sentido, Sader aseguró que Haddad podría acortar la distancia respecto a Bolsonaro y ganar en una eventual segunda vuelta.
"Todo va a depender de la diferencia en primera
vuelta. Si la diferencia es de 5 puntos, Haddad va a aparecer como
favorito en segunda vuelta. Es probable que los votos de Ciro Gomes
vayan al candidato del PT. Parte de los votos de Alckmin y Marina
también irán a Haddad, quien puede recuperar diez u 11 puntos", subrayó.
El rol de Argentina frente a un capitalismo en transformación
En 'Voces del Mundo' se entrevistó además a Julio Gambina, doctor en Ciencias Sociales, economista y presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas. Gambina analizó los cambios en el sistema económico global que comenzó con la crisis de 2008 y que han quedado expuestos con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.Más información: Trump afirma tras la Asamblea General de la ONU que el mundo vuelve a respetar a EEUU
"El 2018 encuentra al gobierno de Trump
queriendo discutir la hegemonía del capitalismo mundial, por eso está en
guerra comercial con China y en guerra monetaria con Europa, adoptando
una posición proteccionista como programa de campaña y de gobierno",
apuntó.
Gambina
aseguró que la retórica belicista de Trump tiene su correlato en la
política exterior estadounidense y en sus planes para América Latina.
"El eje del discurso de Trump en la ONU está centrado en atacar a Venezuela.
El discurso de Macri va por la misma línea, calificando a Venezuela de
dictadura. El gobierno de Macri hoy es funcional a la lógica de la
política exterior estadounidense. Y es un gobierno elegido por la
sociedad, que es lo que no pasa con Brasil, que tiene un gobierno
deslegitimado. Argentina tiene una funcionalidad que ya no tiene México
con el triunfo de López Obrador", sostuvo.
"En términos relativos, el peso simbólico de
Argentina la hace apetecible para que juegue un rol mundial. Argentina
va a jugar en este G20 como armonizador del sistema mundial.
Ideológicamente, Argentina está muy cerca de EEUU, pero desde el
pragmatismo económico y comercial, debe tener buenas relaciones con
China", continuó Gambina.
El equipo de 'Voces del Mundo' está integrado por Telma Luzzani,
Néstor Restivo, Mercedes López San Miguel, Franco Luzzani y Patricio
Porta.