BRASIL
VIDEO: La NASA difunde un mapa de la 'explosión' de monóxido de carbono por los incendios en la Amazonia
Publicado: 24 ago 2019 16:29 GMT | Última actualización: 24 ago 2019 16:37 GMT - RT
La Sonda Infrarroja Atmosférica de la
agencia espacial mapeó la concentración del gas entre el 8 y el 22 de
agosto desde una altitud de más de 5 kilómetros.
La
NASA ha compartido imágenes obtenidas por satélite que muestran el
monóxido de carbono liberado en la atmósfera a causa de los incendios
forestales en la región amazónica de Brasil. Las imágenes, difundidas en
formato GIF, fueron recopiladas desde una altura de 5.500 metros gracias
a la Sonda Infrarroja Atmosférica (AIRS, por sus siglas en inglés) que
porta el satélite Aqua, dedicado al estudio del ciclo de agua en la
Tierra.
"A la enorme altitud mapeada en estas imágenes el gas tiene poco efecto en el aire que respiramos, pero los fuertes vientos pueden empujarlo hacia abajo, donde puede afectar significativamente a la calidad del aire", comunicó la agencia espacial.
Según
explica la NASA, en el video, que muestra la emisión de monóxido de
carbono entre el 8 y el 22 de agosto, se pueden apreciar tonalidades en
verde, amarillo y rojo oscuro que reflejan el nivel de concentración del
gas por ppbv (partes por billón en volumen). El color verde indica
concentraciones de aproximadamente 100 ppbv, el amarillo de 120 ppbv,
mientras que el rojo oscuro de 160 ppbv.
A medida que avanza el GIF, se observa cómo la concentración de gas se acentúa en la parte noroeste de la Amazonia, empieza a crecer y luego se desplaza en una 'nube' mucho más oscura hacia el sureste. "Los valores locales [a un nivel más cercano a la superficie terrestre] pueden ser significativamente más altos", precisa la agencia, destacando, asimismo, que las emisiones del monóxido de carbono afectan tanto la calidad del aire, como el cambio climático, ya que este gas puede viajar largas distancias y permanecer en la atmósfera aproximadamente un mes.
Según la NASA, este mapa tridimensional es el resultado del trabajo conjunto entre la AIRS y una unidad de sondeo de microondas avanzada (AMSU). Estos aparatos detectan la radiación infrarroja y de microondas emitida desde Tierra que se utilizan para ilustrar la temperatura y la humedad atmosférica, las cantidades y alturas de nubes, las concentraciones de gases de efecto invernadero, así como muchos otros fenómenos atmosféricos.
Publicado el 23 agosto 2019
https://youtu.be/jn18yhhE5iw
"A la enorme altitud mapeada en estas imágenes el gas tiene poco efecto en el aire que respiramos, pero los fuertes vientos pueden empujarlo hacia abajo, donde puede afectar significativamente a la calidad del aire", comunicó la agencia espacial.
A medida que avanza el GIF, se observa cómo la concentración de gas se acentúa en la parte noroeste de la Amazonia, empieza a crecer y luego se desplaza en una 'nube' mucho más oscura hacia el sureste. "Los valores locales [a un nivel más cercano a la superficie terrestre] pueden ser significativamente más altos", precisa la agencia, destacando, asimismo, que las emisiones del monóxido de carbono afectan tanto la calidad del aire, como el cambio climático, ya que este gas puede viajar largas distancias y permanecer en la atmósfera aproximadamente un mes.
Según la NASA, este mapa tridimensional es el resultado del trabajo conjunto entre la AIRS y una unidad de sondeo de microondas avanzada (AMSU). Estos aparatos detectan la radiación infrarroja y de microondas emitida desde Tierra que se utilizan para ilustrar la temperatura y la humedad atmosférica, las cantidades y alturas de nubes, las concentraciones de gases de efecto invernadero, así como muchos otros fenómenos atmosféricos.
Científico de la NASA desmiente a Bolsonaro: el Amazonas arde por la deforestación
- Recientemente, la NASA difundió una serie de imágenes obtenidas por satélite en las que se aprecia la dimensión de los incendios que afectan a la zona. Según la agencia estadounidense, en 2019 Brasil registra un incremento del 65 % en su propagación de focos, comparado con el año pasado. Asimismo, hasta el 14 de agosto se contabilizaron 63.000 puntos calientes, el mayor número de incendios en los últimos siete años.
- Por su parte, el ministro de Medio Ambiente de Brasil, Ricardo Salles, justificó este aumento por "el tiempo seco, el viento y el calor". Sin embargo, la comunidad científica y las organizaciones ambientalistas dicen que se debe principalmente a la deforestación.
Los fuegos en la Amazonia se incrementan un 83% bajo la falta de control de Bolsonaro
El líder ultraderechista, que despidió al presidente
del INPE por presentar datos que probaban el incremento en la
deforestación, resta importancia a los datos argumentando que es tiempo
de quema entre los ganaderos.
Un hombre trabaja en un tramo de la Amazonia en llamas. / Reuters
madrid
21/08/2019 13:37 - público | Reuters
Los incendios en la
Amazonia se multiplican sin control bajo la falta de acción de la
política medioambiental del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Los fuegos han incrementado un 83% el
último año con respecto al anterior, con el líder ultraderechista al
mando, según los últimos datos ofrecidos por el Instituto Nacional de
Investigaciones Espaciales (INPE). Este año, la agencia ya ha registrado
72.843 incendios, una cifra récord desde 2013, año en el que se
iniciaron los registros.
Solo desde el pasado jueves, las imágenes
satélite han localizado 9.507 fuegos en el país, la mayoría ubicados en
la selva del Amazonas, el bosque tropical más grande del mundo y por
ello pieza clave en la lucha contra el calentamiento global como gran
productor de oxígeno.
Este incremento en los incendios ha llegado con el
alzamiento del Bolsonaro como presidente de Brasil en enero de este año,
quien desde su llegada ha apostado por desarrollar la minería y la
ganadería en la Amazonia. Con ello, ha despertado preocupación
internacional por el incremento de la deforestación.
Bolsonaro rehuye las críticas a sus políticas
Sin embargo, el presidente brasileño no ha tomado en
serio las conexiones entre este incremento y sus polémicas políticas
medioambientales. "Se me solía llamar Capitán Motosierra. Ahora soy Nero, prendiendo en llamas la Amazonia.
Pero es temporada de 'queimada' (quema por parte de agricultores y
granjeros para limpiar el terreno)", afirmaba Bolsonaro a los medios.
"Estoy esperando a la siguiente remesa de datos, que no serán
manipulados. Si son alarmantes, tomaré nota delante de vosotros",
añadía.
"Se me solía llamar Capitán
Motosierra. Ahora soy Nero, prendiendo en llamas la Amazonia. Pero es
temporada de queimada", Bolsonaro
Sin embargo,
desde el INPE desmienten esta postura, negando que este incremento
pueda estar relacionado con un fenómeno natural o una época más seca.
"No hay nada anormal acerca del clima este año o las lluvias en la zona
de la Amazonia, que están simplemente algo más bajas de la media",
aseguraba Alberto Setzer, un investigador de la institución. "La
temporada seca crea condiciones favorables para el uso y la expansión
del fuego, pero empezarlo es cosa de humanos, ya sea deliberada o
accidentalmente", comentaba.
Además, a esta falta de actuación ante el notable incremento, se une el reciente despido por parte de Bolsonaro del presidente del INPE
por mostrar cifras, inexactas según el mandatario, que revelaban un
incremento de la deforestación en Brasil. Entonces, acusó a la
organización de "hacer campaña contra Brasil" y a su director de estar
"al servicio de una ONG", poniendo en entredicho la veracidad de dichas
cifras.
Amazonas, Acre, Mato Grosso y Pará, los más afectados
Los fuegos son comunes en esta época por el clima
seco, pero también porque algunos ganaderos de la zona realizan quemas
con la intención de deforestar zonas de manera ilegal para la cría de
ganado.
El estado de Amazonas declaró el pasado 9 de agosto
una situación de emergencia en el sur de la región y su capital, Manaos.
A ello se une el estado de Acre, territorio fronterizo con Perú, que
también ha declarado una alerta medioambiental desde el pasado viernes.
Al mismo tiempo, han incrementado los incendios en el Mato Grosso y
Pará, dos estados donde la frontera agrícola se ha introducido en la
cuenca del Amazonas y ha espoleado la deforestación.
Expertos de Brasil señalaron a Página|12 su preocupación por la gravedad de la situación
Por qué se incendia el Amazonas y cuál será el daño ambiental
Los
expertos que investigan medioambiente en Brasil dijeron a Página|12 que
el fuego no está controlado, que en 2019 se registraron 73 mil focos, y
que el gobierno de Bolsonaro niega la realidad. Nueve países están
directamente involucrados en el padecimiento del daño.
Especialistas en medio ambiente revelaron a Página|12 la gravedad que representan los incendios forestales en el Amazonas . “La reducción de los bosques es muy preocupante. Estamos perdiendo un reservorio de humedad que cumple con un rol fundamental en la regulación del régimen de precipitaciones y su variabilidad en la región. Todos nuestros países sentirán los cambios,
estamos comprometiendo el futuro de nuestros hijos y nietos”, dijo
Pedro Silva Dias, profesor e investigador de la Universidad de São
Paulo. "Nuestras autoridades se niegan a ver esta realidad."
En el mismo sentido José Marengo, meteorólogo y coordinador general de investigación y desarrollo del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales (Brasil) sostuvo que “los fuegos están fuera de control, se convirtieron en un problema cultural. Las acciones ambientales de Bolsonaro siguen la agenda de Trump. El odio que tiene el presidente hacia los científicos y las ONGs ambientalistas es profundo. Culpan a estas organizaciones de colocar el fuego en la selva, el Ministro de Medioambiente vive a la defensiva”.
Literalmente, el Amazonas arde y la deforestación amenaza con ser la peor de la historia. ¿Por qué? Desde comienzos de su gestión, los grandes terratenientes cuentan con el visto bueno del mandatario para quemar regiones boscosas y barrer con la biodiversidad presente. Cinco estados han experimentado un incremento notable en sus incendios: Mato Grosso del Sur (260%), Rondonia (198%), Para (188%), Acre (176%) y Río de Janeiro (176%). En estos momentos, el corredor se extiende por varias regiones del país (Medio Oeste, Sudeste y Sur) que declararon su situación de emergencia por alerta ambiental y avanza a ritmo sostenido sobre Argentina, Uruguay, Perú y Bolivia.
En esta línea, también se ve afectado el papel que el bosque
desempeña en relación al ciclo hidrológico. “Parte de la lluvia se
genera por humedad transportada desde el Océano Atlántico y confluye con
la evapotranspiración de los bosques. Entonces, cuando llueve en la
región, los ríos voladores arrastran esa humedad de la Amazonía hacia el
sur. Si toda la flora desaparece y las temperaturas aumentan, se podría
producir una crisis hídrica implacable”, alerta el especialista.
Como todo conflicto medioambiental, las razones hay que hurgarlas en la política. El mandato productivista se lleva de maravillas con el cortoplacismo y la protección de recursos naturales y la biodiversidad de la ecorregión se vuelven prescindibles. Mientras tanto, para los medios hegemónicos, unas catástrofes importan más que otras. Notre Dame tuvo mayores repercusiones y coberturas mediáticas que el infierno del Amazonas. Y no se trata de comparar conflictos para medir cuál duele más. Más bien, se vincula con un proceso educativo: enseñaron a valorar Occidente. Un Occidente, blanco, europeo, civilizado. Y en el proceso de colonización, también enseñaron a olvidar lo propio.
poesteban@gmail.com
En el mismo sentido José Marengo, meteorólogo y coordinador general de investigación y desarrollo del Centro Nacional de Monitoreo y Alerta de Desastres Naturales (Brasil) sostuvo que “los fuegos están fuera de control, se convirtieron en un problema cultural. Las acciones ambientales de Bolsonaro siguen la agenda de Trump. El odio que tiene el presidente hacia los científicos y las ONGs ambientalistas es profundo. Culpan a estas organizaciones de colocar el fuego en la selva, el Ministro de Medioambiente vive a la defensiva”.
La causa de los incendios
El Amazonas es el bosque tropical más grande del planeta (abarca siete millones de kilómetros cuadrados y comprende nueve países) y cuenta con unos 400 mil millones de árboles de los tamaños y tipos más variados. El “pulmón del mundo” está prendido fuego y la mala noticia es que el gobierno de Brasil intensifica su asfixia al ignorar las problemáticas ambientales. Bolsonaro redujo en un 95% el presupuesto de acciones destinadas a combatir el cambio climático y, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués), ya son 73 mil los focos de quema registrados en lo que va de 2019.Literalmente, el Amazonas arde y la deforestación amenaza con ser la peor de la historia. ¿Por qué? Desde comienzos de su gestión, los grandes terratenientes cuentan con el visto bueno del mandatario para quemar regiones boscosas y barrer con la biodiversidad presente. Cinco estados han experimentado un incremento notable en sus incendios: Mato Grosso del Sur (260%), Rondonia (198%), Para (188%), Acre (176%) y Río de Janeiro (176%). En estos momentos, el corredor se extiende por varias regiones del país (Medio Oeste, Sudeste y Sur) que declararon su situación de emergencia por alerta ambiental y avanza a ritmo sostenido sobre Argentina, Uruguay, Perú y Bolivia.
El impacto ambiental
La quema y la deforestación de la selva disminuyen el caudal de los “ríos voladores” –flujos aéreos masivos de agua en forma de vapor– responsables de gran parte de las lluvias que se generan en el continente. “En San Pablo llovió agua negra
porque los vientos llevaron todo ese humo hacia nuestra ciudad. Esto
provoca graves inconvenientes de polución y obstrucciones respiratorias
en la población. Es muy fuerte ver a las autoridades cómo dan la espalda
y tildan a los científicos de sensacionalistas”, cuenta Marengo.
Quiénes son los responsables
“Siempre hubo malas intervenciones de los gobiernos en asuntos ambientales. Lo que ocurre ahora es de una agresividad notoria, no les gusta la idea de monitorear los incendios. Impresiona cómo se despreocupan por tener datos reales acerca de lo que verdaderamente sucede”, plantea Silva Dias. Lo que aún significa más, la decisión gubernamental ha sido contratar a una empresa de EEUU para reemplazar las funciones del INPE: “No me entra en la cabeza, no lo puedo entender, porque es un tema de interés nacional. INPE tiene la competencia y es reconocido internacionalmente, sus técnicas fueron empleadas y certificadas en otros países. No importa la calidad científica de lo que hagamos, siempre es mejor si viene de afuera. Al gobierno no le interesa contar con nuestras capacidades humanas para producir productos tecnológicos y eso es un problema”, apunta Silva al respecto.Como todo conflicto medioambiental, las razones hay que hurgarlas en la política. El mandato productivista se lleva de maravillas con el cortoplacismo y la protección de recursos naturales y la biodiversidad de la ecorregión se vuelven prescindibles. Mientras tanto, para los medios hegemónicos, unas catástrofes importan más que otras. Notre Dame tuvo mayores repercusiones y coberturas mediáticas que el infierno del Amazonas. Y no se trata de comparar conflictos para medir cuál duele más. Más bien, se vincula con un proceso educativo: enseñaron a valorar Occidente. Un Occidente, blanco, europeo, civilizado. Y en el proceso de colonización, también enseñaron a olvidar lo propio.
poesteban@gmail.com
Amazonía: Arde la conciencia global
Por:
Deny Extremera San Martín
“Ok es el primer glaciar islandés en perder su
estatus de glaciar. En los próximos 200 años se espera que todos
nuestros glaciares sigan el mismo camino. Con este monumento admitimos
que sabemos lo que está pasando y lo que se necesita hacer. Solo tú
sabrás si lo hicimos”. Agosto de 2019. 415 ppm CO2.
Es el texto de la placa que colocaron días atrás los islandeses en el lugar que antes ocupaba el glaciar Okjökull u Ok, declarado como desaparecido definitivamente, o muerto, por los efectos del cambio climático y la elevación de las temperaturas en esa latitud. La cifra del final representa la concentración récord de CO2 mundial en la atmósfera, alcanzada en mayo pasado.
Del hielo que desaparece, la historia de este verano pasa al verde devorado por el fuego, y enseguida viene a la mente la tragedia mayor por estos días: las columnas de humo en la Amazonía, las noticias desalentadoras y la dura realidad de que están muriendo miles de plantas y animales, de que se están perdiendo biodiversidad y oportunidades, de que nuevamente, por una combinación de malas políticas y escaso control, de negligencia y egoísmo cortoplacista, se pierde bosque que tardará décadas en recuperarse sin que sea seguro que, aun así, vuelva a ser el mismo.
Este verano de récords -parte de un año y un quinquenio de marcas climatológicas negativas- las altas temperaturas llegaron a Groenlandia, Alaska, Siberia y Canadá, con alzas más agudas proporcionalmente que en otras zonas del planeta.
En Summit Camp, el punto más alto de Groenlandia, donde los registros habituales no pasan de 0ºC, se superaron los 30ºC, por encima del récord de 2012 tanto en valor como en la duración de esa inusual temperatura.
Según los centros daneses dedicados a medir parámetros polares, de hielo y nieve, la capa de hielo de Groenlandia perdió entre el 1 de junio e inicios de agosto 240 000 millones de toneladas de hielo (frente a 290 000 millones en todo 2012), con el consecuente vertimiento de grandes volúmenes de agua dulce y fría que puede afectar las corrientes oceánicas y causa un aumento que puede parecer ínfimo (1 mm) en el nivel global del mar, pero que año tras año podría ir siendo, cada vez, más significativo.
Y se unieron en varios puntos de esas altas latitudes el hielo, el fuego y el humo, aun cuando hubiera poco del primero. Los incendios forestales que golpearon a Siberia hasta finales de julio, en más de 700 focos activos, alcanzaron una superficie de más de 33 000 km², según datos oficiales rusos.
Los científicos han aclarado que no son imposibles los incendios en zonas árticas en verano, pero sí es inusual la latitud tan septentrional, la intensidad y la duración.
Más allá de la cadena de récords de temperatura en julio, los siguientes son algunos hechos constatados y reiterados en meses recientes:
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el de 2019 fue el junio más caluroso hasta ahora, y también lo fue julio; 2019 será uno de los cinco años más calientes de la historia, y 2015-2019 el quinquenio más cálido. (Y ya 13 de los 14 años más cálidos corresponden al siglo XXI, incluidos 2015, 2016, 2017 y 2018).
La concentración de CO2 en la atmósfera es actualmente la más alta de los últimos tres millones de años y alcanzó un récord histórico en mayo de este año: exactamente 415.39 partes por millón (ppm), según un registro realizado el día 12 por el observatorio Mauna Loa, de Hawái, referente mundial en ese tema. Antes de la Revolución Industrial, la concentración era de 250 ppm.
Por encima del incremento de 1.5ºC y hacia ese oscuro punto de no retorno, los científicos hablan de condiciones de clima extremo, crecientes niveles del mar, cambios en los modos de producción de alimentos y en patrones de enfermedades, desaparición de especies…
Un escenario del que aún hoy -pese a los filmes catastrofistas, las advertencias de ecologistas y el hecho de que haya humanos que hace mucho han vivido en circunstancias equivalentes- no nos hacemos una idea cabal, y que podría traer muchos veranos -aunque con peores noticias- como el de 2019.
Los eventos de clima extremo que hace años se viven en el planeta ocurren con tan solo una diferencia de 1ºC respecto a los niveles preindustriales. El IPCC ha advertido que para limitar el calentamiento global a una diferencia de 1.5ºC será necesario que en 2030 las emisiones de CO2 caigan al 45 % de lo que eran en 2010 y sigan cayendo hasta aproximarse a cero en 2050.
Falta una escasa década para 2030. Pasado ese plazo, si se mantiene el actual ritmo de emisiones de CO2, o incluso aumenta -porque hasta hoy las señales no son promisorias-, un alza de 3ºC o más crearía un escenario que muchos pueden hoy imaginar, recrear, teorizar… pero que es casi imposible prever. Porque sin dudas el planeta y nuestra vida, como la conocemos hoy, cambiarán en una u otra medida. La cuestión es cómo cambiaremos nosotros.
Según el estudio, hay 1 700 millones de hectáreas (11 % de la superficie global) donde es posible -sin comprometer tierras agrícolas ni de uso urbano- sembrar la cantidad necesaria (1.2 billones de árboles nativos de cada lugar) en un plan que tomaría entre 50 y 100 años (incluidos la siembra y el crecimiento hasta la capacidad total de absorción de CO2 durante décadas) para retirar de la atmósfera unos 200 000 millones de toneladas de dióxido de carbono.
La concentración forestal sería mayor en zonas tropicales, en algunas cercanas al 100 %, pero, en promedio, cerca de la mitad del área global sería verde. Se incluirían, aunque con una muy baja densidad, zonas de pasto para ganado. La mitad de la superficie a repoblar con mayor potencial está en los seis mayores países del orbe: Rusia, Canadá, China, los Estados Unidos, Brasil y Australia. Actualmente, según los investigadores de ETH Zürich, hay tres billones de árboles en el planeta (aproximadamente la mitad de los que existían anteriormente al desarrollo de la civilización humana).
Según los cálculos del equipo científico, los programas de plantación más efectivos reportan un costo de 30 centavos de dólar por árbol. Si se escalan esas cifras, el costo del proyecto total -siempre que se desarrolle con una muy alta eficiencia- alcanzaría los 300 000 millones de dólares y podría ser cubierto en alguna medida, incluso, con donaciones de privados.
Con la ola de incendios de este verano, incluidas las más de dos semanas de fuego en la Amazonía, aumentan el reto y el desastre. Bosques maduros y vírgenes que absorbían y retenían dióxido de carbono se queman -y no solo perecen árboles, sino miles y miles de animales de una cifra indeterminada de especies- y se convierten en fuentes emisoras netas de CO2.
Hay menos árboles ahora para absorber y almacenar los gases de efecto invernadero, y más CO2 que quedará en la atmósfera. Restituir la cubierta forestal dañada -bajo la feliz suposición de que haya políticas coherentes, decididas y efectivas- tomará muchos años, como también permanecerá por años el CO2 que ha emitido al calcinarse, y que pasa a engrosar los grandes volúmenes del gas que perviven mucho tiempo después de ser generados y se acumulan en cada vez mayores concentraciones en la atmósfera terrestre.
Los árboles que se están perdiendo por estos días en incendios en la Amazonía y en otros puntos del mundo se suman a una triste y absurda estadística: la deforestación cuesta al planeta -y a nuestro presente y nuestro futuro, que será el presente de nuestros hijos- 15 000 millones de árboles cada año.
Es una pérdida -15 000 millones de árboles anuales- que año tras año reduce nuestras oportunidades para alcanzar la meta de 2030 en la que insiste el IPCC, y destruye ecosistemas y hábitats de especies animales y vegetales que, en muchos casos, son condenadas a la extinción.
Habrá que seguir repitiendo y citando la muy citada y parafraseada carta del jefe Seattle, de la tribu Suquamish, al presidente de EE.UU.: “El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo”. Y luego: “¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció. ¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció. La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia”.
La naturaleza, las especies vegetales y animales, frecuentemente vistas como “los otros”, no pueden seguir siendo el “daño colateral” de eso que algunos llaman “desarrollo” sin tener en cuenta la palabra “sostenible”. Dinero sin futuro.
“Plantar árboles es una solución al calentamiento que no requiere que el presidente Trump comience a creer en el cambio climático, o que los científicos hallen soluciones tecnológicas para retirar el CO2 de la atmósfera. Está disponible ahora mismo, es la salida más barata posible y cada uno de nosotros puede involucrarse” (plantando árboles, donando a organizaciones que se dediquen a la repoblación forestal o evitando o boicoteando a compañías ambientalmente irresponsables).
Es, en resumen, una solución relativamente económica, de escala global, participativa e inclusiva y -al no depender necesariamente de agendas y decisiones políticas- sostenible. Una indicación de que hay muchos caminos y no es una sola la solución.
El ecológico es el principal problema que afronta hoy la humanidad, y, a la vez, los reúne a todos. Ha pasado el tiempo de las políticas ecológicas y llegado el de una ecología de la política, en el que esta cuestión debe estar efectivamente en la base de toda agenda partidaria y de gobierno, y muy clara y firmemente en la de un sistema multilateral que -por encima de desconfianzas, nacionalismos, proteccionismos y astigmatismos imperiales- canalice recursos, fije cursos de acción y establezca la cooperación auténtica para afrontar la situación planetaria.
Para ello es imprescindible una ciudadanía responsable, informada y activa que participe y muestre el camino con su voto y su acción, ya sea sembrando árboles o no usando plásticos de un uso, no votando por quienes consideren el cambio climático una “conspiración de la izquierda” o un invento para frenar el “desarrollo”, siguiendo a Greta Thunberg y al movimiento #FridaysForFuture o sumándose a campañas por la Amazonía en las redes sociales.
Sembrar árboles requerirá, además de dinero, coordinación, liderazgos, asesorías locales -hay modos, y especies nativas para plantar en cada lugar- y programas de fomento. Es, sin embargo, una iniciativa, un proyecto global, que podría hacer la diferencia involucrando a miles de personas -a través o independientemente de gobiernos- en todo el mundo.
Pero lo fundamental sigue siendo detener la deforestación, no perder lo que tenemos y dilapidamos con negligencia casi criminal -miles de millones de hectáreas de bosques anuales-, como sucede ahora mismo en la Amazonía y en otros puntos del planeta, y reducir drásticamente las emisiones de CO2, de modo que se detenga el círculo vicioso de la concentración de ese gas en la atmósfera.
Detener la deforestación y reducir drásticamente las emisiones no hará que desaparezca el CO2 en la atmósfera. Hay ahí 300 000 millones de toneladas acumuladas por más de un siglo, que permanecerán por mucho tiempo más y seguirán calentando excesivamente el planeta. Parar la deforestación y a la vez reforestar y reducir las emisiones de CO2 no eliminará de tajo esos gases ni el calentamiento ya existente; pero podría evitar que la situación llegue a un punto de no retorno.
Arde la Amazonía. Ya desde junio, ambientalistas señalaban que la deforestación (769 km²) se aceleró 60 % en comparación con junio de 2018 (488 km²) y señalaban como causa las políticas del presidente Jair Bolsonaro, que ha llegado a calificar los incendios como una “guerra” que le hacen los “oenegeros”. Bolsonaro es uno de los que hablan de “alarmismo climático” y, como su canciller, Ernesto Araújo, de “climatismo”, una especie de dogma que serviría para justificar la regulación estatal sobre la economía y el poder de las instituciones internacionales sobre los estados.
Si alguien quiere visualizar el grado de destrucción de bosques reportado en junio pasado en la Amazonía, solo piense que lo perdido en ese mes equivale a que cada minuto de cada uno de los 30 días desapareció un área superior a un campo y medio de fútbol.
Bolsonaro promueve el desarrollo cortoplacista con una visión que obvia los valores naturales de ese bosque, su importancia como regulador climático y refugio de biodiversidad, hábitat de miles de especies animales y vegetales e inmenso reservorio de agua dulce, generador del 20 % del oxígeno mundial y gran almacenador de CO2.
Tres décadas después, el fuego consume bosques de la Amazonía, espoleado por la política de un presidente que no cree en el cambio climático y da carta abierta a quienes deforestan y explotan inmoralmente la región. Su ministro de Medio Ambiente habla de “tiempo seco y vientos” que expanden las llamas, pero un experto del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales dijo que “no hay nada raro en el clima este año” (aunque los incendios aumentaron 83 % en comparación con 2018), “la estación seca crea condiciones favorables para el fuego, pero su inicio es obra de los humanos”.
Corresponde a los brasileños, si quieren a la Amazonía, votar por un presidente que también la quiera y contribuya a que sea cuidada para ellos y para el resto de los humanos. El bosque dañado podrá sanar y recuperarse -o no-, y quizá no sea el mismo. ¿Recordaremos dentro de unos meses ese hoyo negro que va quedando en la Amazonía y haremos algo por impedir nuevos crímenes ambientales, crímenes que son contra la humanidad y el resto de las especies y la Tierra porque quitan vida y comprometen el futuro?
“Sabemos lo que está pasando y lo que se necesita hacer”, podría leerse también en una placa en medio de troncos y suelo calcinados en la Amazonía. En 2016, la Corte Penal Internacional abrió la puerta para incluir los delitos contra el medio ambiente entre los de su competencia.
Hoy es más importante que nunca mantener y fortalecer el multilateralismo -no por gusto quieren desmontarlo todos los que niegan el cambio climático-, lograr instrumentos vinculantes, plazos más claros y ajustados y, dada la urgencia, el patrimonio natural perdido y la cercanía de 2030 (plazo del IPCC), un órgano, sea la CPI u otro dedicado especialmente, que juzgue con rigor los crímenes contra la naturaleza.
Si no hay compromiso ni acuerdo ni voluntad de los gobiernos, si la ONU no acaba de hacer el milagro de reunir y liderar -luego de este verano, la Cumbre sobre la Acción Climática, el 23 de septiembre en Nueva York, tiene aún más importancia para acelerar la implementación del Acuerdo de París- voluntades y gobiernos, siempre quedará la acción ciudadana individual y colectiva, necesariamente responsable.
FridaysForFuture ha convocado este viernes a manifestaciones ante embajadas y consulados de Brasil en todo el mundo para denunciar los incendios en la Amazonía. Desde el velero en que cruza el Atlántico hacia Norteamérica, donde participará en la Cumbre sobre la Acción Climática, su líder, la sueca Greta Thunberg, de 16 años, ha tuiteado que “nuestra guerra contra la naturaleza tiene que terminar”.
Sembrar árboles -con conocimiento y asesoría-, porque no bastan los que hay, porque el cambio climático arrecia y 2030 está cerca, porque habrá que sustituir -aunque no sea en la Amazonía- todos los árboles perdidos en el incendio, porque por cada crimen contra la naturaleza habrá que hacer miles de gestos y acciones por la vida.
Conocer qué compromisos asumieron los gobiernos al firmar el Acuerdo de París (2016); por qué han sido tan pocos los progresos hacia la meta de mantener en 1.5ºC el aumento de la temperatura global (en Brasil, por ejemplo, la deforestación creció 29 % entre 2015 y 2016, luego de reducciones en la década anterior), y, de ser necesario -y las señales hace mucho indican que lo es- aumentar el activismo y seguir los pasos de gente como la joven sueca, símbolo de una generación que hoy no decide pero sí tiene conciencia y voz, y quiere un futuro (un mundo) mejor.
Es el texto de la placa que colocaron días atrás los islandeses en el lugar que antes ocupaba el glaciar Okjökull u Ok, declarado como desaparecido definitivamente, o muerto, por los efectos del cambio climático y la elevación de las temperaturas en esa latitud. La cifra del final representa la concentración récord de CO2 mundial en la atmósfera, alcanzada en mayo pasado.
Del hielo que desaparece, la historia de este verano pasa al verde devorado por el fuego, y enseguida viene a la mente la tragedia mayor por estos días: las columnas de humo en la Amazonía, las noticias desalentadoras y la dura realidad de que están muriendo miles de plantas y animales, de que se están perdiendo biodiversidad y oportunidades, de que nuevamente, por una combinación de malas políticas y escaso control, de negligencia y egoísmo cortoplacista, se pierde bosque que tardará décadas en recuperarse sin que sea seguro que, aun así, vuelva a ser el mismo.
Este verano de récords -parte de un año y un quinquenio de marcas climatológicas negativas- las altas temperaturas llegaron a Groenlandia, Alaska, Siberia y Canadá, con alzas más agudas proporcionalmente que en otras zonas del planeta.
En Summit Camp, el punto más alto de Groenlandia, donde los registros habituales no pasan de 0ºC, se superaron los 30ºC, por encima del récord de 2012 tanto en valor como en la duración de esa inusual temperatura.
Según los centros daneses dedicados a medir parámetros polares, de hielo y nieve, la capa de hielo de Groenlandia perdió entre el 1 de junio e inicios de agosto 240 000 millones de toneladas de hielo (frente a 290 000 millones en todo 2012), con el consecuente vertimiento de grandes volúmenes de agua dulce y fría que puede afectar las corrientes oceánicas y causa un aumento que puede parecer ínfimo (1 mm) en el nivel global del mar, pero que año tras año podría ir siendo, cada vez, más significativo.
“No es ciencia ficción. Es la realidad del cambio climático. Está pasando y se agravará en el futuro si no adoptamos medidas urgentes para combatirlo”. (Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, OMM)A la vez, el deshielo en el círculo polar ártico ha repetido los niveles de 2012, el año con mayores registros históricos desde 1979, cuando comenzaron las mediciones. A fines de julio, se reportaban más de 100 incendios forestales en Canadá y Alaska, donde las temperaturas superaron los 30ºC en Anchorage y otras localidades.
Y se unieron en varios puntos de esas altas latitudes el hielo, el fuego y el humo, aun cuando hubiera poco del primero. Los incendios forestales que golpearon a Siberia hasta finales de julio, en más de 700 focos activos, alcanzaron una superficie de más de 33 000 km², según datos oficiales rusos.
Los científicos han aclarado que no son imposibles los incendios en zonas árticas en verano, pero sí es inusual la latitud tan septentrional, la intensidad y la duración.
Más allá de la cadena de récords de temperatura en julio, los siguientes son algunos hechos constatados y reiterados en meses recientes:
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el de 2019 fue el junio más caluroso hasta ahora, y también lo fue julio; 2019 será uno de los cinco años más calientes de la historia, y 2015-2019 el quinquenio más cálido. (Y ya 13 de los 14 años más cálidos corresponden al siglo XXI, incluidos 2015, 2016, 2017 y 2018).
La concentración de CO2 en la atmósfera es actualmente la más alta de los últimos tres millones de años y alcanzó un récord histórico en mayo de este año: exactamente 415.39 partes por millón (ppm), según un registro realizado el día 12 por el observatorio Mauna Loa, de Hawái, referente mundial en ese tema. Antes de la Revolución Industrial, la concentración era de 250 ppm.
La temperatura media de la superficie de la Tierra aumentó cerca de 1ºC en los últimos 100 años. Entre 1901 y 2010, el nivel del mar creció unos 19 centímetros globalmente, en un proceso que se aceleró en décadas recientes. Desde 1979 el hielo marino ártico ha perdido 1.07 millones de km² cada decenio.El calentamiento global antropogénico y los cambios que genera en el clima son hoy una realidad que muy pocos niegan. El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, inglés) advirtió en octubre de 2018 que, al ritmo actual de emisiones de CO2, la humanidad va camino de un aumento de 3ºC en la temperatura global respecto a los niveles preindustriales, pese a que, como persigue el Tratado de París, solo con un aumento de 1.5ºC se evitará llegar a un punto en que las condiciones meteorológicas extremas superen cualquier posibilidad de control o mitigación y hagan compleja la habitabilidad en la Tierra.
Por encima del incremento de 1.5ºC y hacia ese oscuro punto de no retorno, los científicos hablan de condiciones de clima extremo, crecientes niveles del mar, cambios en los modos de producción de alimentos y en patrones de enfermedades, desaparición de especies…
Un escenario del que aún hoy -pese a los filmes catastrofistas, las advertencias de ecologistas y el hecho de que haya humanos que hace mucho han vivido en circunstancias equivalentes- no nos hacemos una idea cabal, y que podría traer muchos veranos -aunque con peores noticias- como el de 2019.
Los eventos de clima extremo que hace años se viven en el planeta ocurren con tan solo una diferencia de 1ºC respecto a los niveles preindustriales. El IPCC ha advertido que para limitar el calentamiento global a una diferencia de 1.5ºC será necesario que en 2030 las emisiones de CO2 caigan al 45 % de lo que eran en 2010 y sigan cayendo hasta aproximarse a cero en 2050.
Falta una escasa década para 2030. Pasado ese plazo, si se mantiene el actual ritmo de emisiones de CO2, o incluso aumenta -porque hasta hoy las señales no son promisorias-, un alza de 3ºC o más crearía un escenario que muchos pueden hoy imaginar, recrear, teorizar… pero que es casi imposible prever. Porque sin dudas el planeta y nuestra vida, como la conocemos hoy, cambiarán en una u otra medida. La cuestión es cómo cambiaremos nosotros.
Se quema el futuro
Este verano, una investigación de la universidad ETH Zürich, de Suiza, ha propuesto un plan masivo de plantación de árboles como medida de largo plazo para contrarrestar el calentamiento global y el cambio climático que este impulsa.Según el estudio, hay 1 700 millones de hectáreas (11 % de la superficie global) donde es posible -sin comprometer tierras agrícolas ni de uso urbano- sembrar la cantidad necesaria (1.2 billones de árboles nativos de cada lugar) en un plan que tomaría entre 50 y 100 años (incluidos la siembra y el crecimiento hasta la capacidad total de absorción de CO2 durante décadas) para retirar de la atmósfera unos 200 000 millones de toneladas de dióxido de carbono.
La concentración forestal sería mayor en zonas tropicales, en algunas cercanas al 100 %, pero, en promedio, cerca de la mitad del área global sería verde. Se incluirían, aunque con una muy baja densidad, zonas de pasto para ganado. La mitad de la superficie a repoblar con mayor potencial está en los seis mayores países del orbe: Rusia, Canadá, China, los Estados Unidos, Brasil y Australia. Actualmente, según los investigadores de ETH Zürich, hay tres billones de árboles en el planeta (aproximadamente la mitad de los que existían anteriormente al desarrollo de la civilización humana).
A nivel mundial resaltan planes como el de Australia, que se propone plantar mil millones de árboles para 2030; el de recuperar y reforestar 100 millones de hectáreas de tierra degradada para detener el avance del Sahara; el programa Bonn Challenge, apoyado por la ONU, para reforestar 350 millones de hectáreas en todo el mundo hacia 2030, o el programa chino de la Gran Muralla Verde, por el que se han sembrado miles de millones de árboles desde los años setenta. Pero se necesita mucho más.Desde la Revolución Industrial, la civilización ha lanzado a la atmósfera 300 000 millones de toneladas de CO2, mayormente por la quema de combustibles fósiles. Actualmente, las emisiones anuales alcanzan 10 000 millones de toneladas. Según datos de la ONU, los bosques absorben hoy unos 2 000 millones de toneladas de CO2 cada año.
Según los cálculos del equipo científico, los programas de plantación más efectivos reportan un costo de 30 centavos de dólar por árbol. Si se escalan esas cifras, el costo del proyecto total -siempre que se desarrolle con una muy alta eficiencia- alcanzaría los 300 000 millones de dólares y podría ser cubierto en alguna medida, incluso, con donaciones de privados.
Con la ola de incendios de este verano, incluidas las más de dos semanas de fuego en la Amazonía, aumentan el reto y el desastre. Bosques maduros y vírgenes que absorbían y retenían dióxido de carbono se queman -y no solo perecen árboles, sino miles y miles de animales de una cifra indeterminada de especies- y se convierten en fuentes emisoras netas de CO2.
Hay menos árboles ahora para absorber y almacenar los gases de efecto invernadero, y más CO2 que quedará en la atmósfera. Restituir la cubierta forestal dañada -bajo la feliz suposición de que haya políticas coherentes, decididas y efectivas- tomará muchos años, como también permanecerá por años el CO2 que ha emitido al calcinarse, y que pasa a engrosar los grandes volúmenes del gas que perviven mucho tiempo después de ser generados y se acumulan en cada vez mayores concentraciones en la atmósfera terrestre.
Los árboles que se están perdiendo por estos días en incendios en la Amazonía y en otros puntos del mundo se suman a una triste y absurda estadística: la deforestación cuesta al planeta -y a nuestro presente y nuestro futuro, que será el presente de nuestros hijos- 15 000 millones de árboles cada año.
Es una pérdida -15 000 millones de árboles anuales- que año tras año reduce nuestras oportunidades para alcanzar la meta de 2030 en la que insiste el IPCC, y destruye ecosistemas y hábitats de especies animales y vegetales que, en muchos casos, son condenadas a la extinción.
Habrá que seguir repitiendo y citando la muy citada y parafraseada carta del jefe Seattle, de la tribu Suquamish, al presidente de EE.UU.: “El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo”. Y luego: “¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció. ¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció. La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia”.
La naturaleza, las especies vegetales y animales, frecuentemente vistas como “los otros”, no pueden seguir siendo el “daño colateral” de eso que algunos llaman “desarrollo” sin tener en cuenta la palabra “sostenible”. Dinero sin futuro.
Post Trump y Post Bolsonaro: Ciudadanía responsable
Tom Crowder, el líder del estudio sobre repoblación forestal realizado en ETH Zürich, quien señaló que las proyecciones indican que la propuesta de plantación masiva de árboles nativos es la más promisoria medida para revertir el cambio climático, declaró algo interesante:“Plantar árboles es una solución al calentamiento que no requiere que el presidente Trump comience a creer en el cambio climático, o que los científicos hallen soluciones tecnológicas para retirar el CO2 de la atmósfera. Está disponible ahora mismo, es la salida más barata posible y cada uno de nosotros puede involucrarse” (plantando árboles, donando a organizaciones que se dediquen a la repoblación forestal o evitando o boicoteando a compañías ambientalmente irresponsables).
Es, en resumen, una solución relativamente económica, de escala global, participativa e inclusiva y -al no depender necesariamente de agendas y decisiones políticas- sostenible. Una indicación de que hay muchos caminos y no es una sola la solución.
El ecológico es el principal problema que afronta hoy la humanidad, y, a la vez, los reúne a todos. Ha pasado el tiempo de las políticas ecológicas y llegado el de una ecología de la política, en el que esta cuestión debe estar efectivamente en la base de toda agenda partidaria y de gobierno, y muy clara y firmemente en la de un sistema multilateral que -por encima de desconfianzas, nacionalismos, proteccionismos y astigmatismos imperiales- canalice recursos, fije cursos de acción y establezca la cooperación auténtica para afrontar la situación planetaria.
Para ello es imprescindible una ciudadanía responsable, informada y activa que participe y muestre el camino con su voto y su acción, ya sea sembrando árboles o no usando plásticos de un uso, no votando por quienes consideren el cambio climático una “conspiración de la izquierda” o un invento para frenar el “desarrollo”, siguiendo a Greta Thunberg y al movimiento #FridaysForFuture o sumándose a campañas por la Amazonía en las redes sociales.
Sembrar árboles requerirá, además de dinero, coordinación, liderazgos, asesorías locales -hay modos, y especies nativas para plantar en cada lugar- y programas de fomento. Es, sin embargo, una iniciativa, un proyecto global, que podría hacer la diferencia involucrando a miles de personas -a través o independientemente de gobiernos- en todo el mundo.
Pero lo fundamental sigue siendo detener la deforestación, no perder lo que tenemos y dilapidamos con negligencia casi criminal -miles de millones de hectáreas de bosques anuales-, como sucede ahora mismo en la Amazonía y en otros puntos del planeta, y reducir drásticamente las emisiones de CO2, de modo que se detenga el círculo vicioso de la concentración de ese gas en la atmósfera.
Detener la deforestación y reducir drásticamente las emisiones no hará que desaparezca el CO2 en la atmósfera. Hay ahí 300 000 millones de toneladas acumuladas por más de un siglo, que permanecerán por mucho tiempo más y seguirán calentando excesivamente el planeta. Parar la deforestación y a la vez reforestar y reducir las emisiones de CO2 no eliminará de tajo esos gases ni el calentamiento ya existente; pero podría evitar que la situación llegue a un punto de no retorno.
Arde la Amazonía. Ya desde junio, ambientalistas señalaban que la deforestación (769 km²) se aceleró 60 % en comparación con junio de 2018 (488 km²) y señalaban como causa las políticas del presidente Jair Bolsonaro, que ha llegado a calificar los incendios como una “guerra” que le hacen los “oenegeros”. Bolsonaro es uno de los que hablan de “alarmismo climático” y, como su canciller, Ernesto Araújo, de “climatismo”, una especie de dogma que serviría para justificar la regulación estatal sobre la economía y el poder de las instituciones internacionales sobre los estados.
Si alguien quiere visualizar el grado de destrucción de bosques reportado en junio pasado en la Amazonía, solo piense que lo perdido en ese mes equivale a que cada minuto de cada uno de los 30 días desapareció un área superior a un campo y medio de fútbol.
Bolsonaro promueve el desarrollo cortoplacista con una visión que obvia los valores naturales de ese bosque, su importancia como regulador climático y refugio de biodiversidad, hábitat de miles de especies animales y vegetales e inmenso reservorio de agua dulce, generador del 20 % del oxígeno mundial y gran almacenador de CO2.
Solo nos queda confiar en que decisores políticos y económicos dejen de jugar a las guerras (militares, comerciales, étnicas, frías y calientes) y cambien la lógica de conflicto y depredación por la de colaboración; vean ante sí, en grandes trazos verdes ribeteados de rojo, el número 2030 y, por encima de cortoplacismos y nacionalismos estrechos o expansionistas, se logre un consenso mundial que abra paso a una acción colectiva coordinada por un ente global que existe hace casi ocho décadas y fue creado bajo los principios de la concertación y la paz.En 1992, se celebró precisamente en Brasil la Cumbre de la Tierra, en la que ya se hablaba de la necesidad de enfrentar el cambio climático. Antes, en 1990, el primer informe del IPCC indicaba que “las emisiones producidas por las actividades humanas aumentan sustancialmente las concentraciones de gases que producen efecto de invernadero (…), lo que producirá un calentamiento adicional de la superficie de la Tierra”.
Tres décadas después, el fuego consume bosques de la Amazonía, espoleado por la política de un presidente que no cree en el cambio climático y da carta abierta a quienes deforestan y explotan inmoralmente la región. Su ministro de Medio Ambiente habla de “tiempo seco y vientos” que expanden las llamas, pero un experto del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales dijo que “no hay nada raro en el clima este año” (aunque los incendios aumentaron 83 % en comparación con 2018), “la estación seca crea condiciones favorables para el fuego, pero su inicio es obra de los humanos”.
Corresponde a los brasileños, si quieren a la Amazonía, votar por un presidente que también la quiera y contribuya a que sea cuidada para ellos y para el resto de los humanos. El bosque dañado podrá sanar y recuperarse -o no-, y quizá no sea el mismo. ¿Recordaremos dentro de unos meses ese hoyo negro que va quedando en la Amazonía y haremos algo por impedir nuevos crímenes ambientales, crímenes que son contra la humanidad y el resto de las especies y la Tierra porque quitan vida y comprometen el futuro?
“Sabemos lo que está pasando y lo que se necesita hacer”, podría leerse también en una placa en medio de troncos y suelo calcinados en la Amazonía. En 2016, la Corte Penal Internacional abrió la puerta para incluir los delitos contra el medio ambiente entre los de su competencia.
Hoy es más importante que nunca mantener y fortalecer el multilateralismo -no por gusto quieren desmontarlo todos los que niegan el cambio climático-, lograr instrumentos vinculantes, plazos más claros y ajustados y, dada la urgencia, el patrimonio natural perdido y la cercanía de 2030 (plazo del IPCC), un órgano, sea la CPI u otro dedicado especialmente, que juzgue con rigor los crímenes contra la naturaleza.
Si no hay compromiso ni acuerdo ni voluntad de los gobiernos, si la ONU no acaba de hacer el milagro de reunir y liderar -luego de este verano, la Cumbre sobre la Acción Climática, el 23 de septiembre en Nueva York, tiene aún más importancia para acelerar la implementación del Acuerdo de París- voluntades y gobiernos, siempre quedará la acción ciudadana individual y colectiva, necesariamente responsable.
FridaysForFuture ha convocado este viernes a manifestaciones ante embajadas y consulados de Brasil en todo el mundo para denunciar los incendios en la Amazonía. Desde el velero en que cruza el Atlántico hacia Norteamérica, donde participará en la Cumbre sobre la Acción Climática, su líder, la sueca Greta Thunberg, de 16 años, ha tuiteado que “nuestra guerra contra la naturaleza tiene que terminar”.
Sembrar árboles -con conocimiento y asesoría-, porque no bastan los que hay, porque el cambio climático arrecia y 2030 está cerca, porque habrá que sustituir -aunque no sea en la Amazonía- todos los árboles perdidos en el incendio, porque por cada crimen contra la naturaleza habrá que hacer miles de gestos y acciones por la vida.
Conocer qué compromisos asumieron los gobiernos al firmar el Acuerdo de París (2016); por qué han sido tan pocos los progresos hacia la meta de mantener en 1.5ºC el aumento de la temperatura global (en Brasil, por ejemplo, la deforestación creció 29 % entre 2015 y 2016, luego de reducciones en la década anterior), y, de ser necesario -y las señales hace mucho indican que lo es- aumentar el activismo y seguir los pasos de gente como la joven sueca, símbolo de una generación que hoy no decide pero sí tiene conciencia y voz, y quiere un futuro (un mundo) mejor.
Opinión
El infierno consume a Macri y a Bolsonaro
Con
una morosidad pasmosa, porque los incendios no empezaron ni ayer ni
hoy, Mauricio Macri ofreció a Jair Bolsonaro ayuda para apagar el fuego
sobre la foresta amazónica. Evo Morales, que tiene sintonía política
igual a cero con el presidente brasileño, no solo habló sino que ya
alquiló dos aviones supertanques para colaborar en la atenuación de la
tragedia. Son dos visiones de la integración. Una, la visión de Macri,
privilegia la identidad ideológica pero no actúa a tiempo según los
intereses del Estado argentino. Otra, la postura de Evo, pone por
delante los intereses del Estado boliviano: a Bolivia le cuesta más
subsistir si además de la guerra internacional de monedas aumenta el
peso de la carga brasileña. En el caso de Sudamérica, además, la
generosidad fortalece los intereses propios y viceversa. Así pasa
también que la ideologización de la política exterior típica del
macrismo debilita los lazos de solidaridad entre los pueblos y la propia
posición nacional.
Bolsonaro apostó fuerte por Macri hasta las PASO. No solo insultó a Alberto Fernández y dio instrucciones de que lo hiciera a su canciller, el fundamentalista Ernesto Araújo. Financistas brasileños ligados a Bolsonaro fueron parte del complot del viernes 9 de agosto para intoxicar con encuestas falsas a los bancos, y a los votantes, y hacer diferencias rápidas. Placer y negocios al mismo tiempo.
Sin embargo, este diario pudo saber que la apuesta se terminó. Igual que los bancos, los fondos de inversión, el Fondo Monetario, Washington y los diarios financieros de todo el mundo, Itamaraty evalúa que el ciclo de Macri está cumplido. Solo faltaría, en su opinión, el remate final del 27 de octubre.
Si Bolsonaro o Araújo vuelven a hablar contra Alberto Fernández será ya solo por razones internas. No les conviene un candidato con chances de gobernar que, como el postulante del Frente de Todos, visitó a Lula en el presidio como segundo signo de afinidad externa. El primero fue la reunión con Pepe Mujica, ex presidente de un país que tendrá elecciones el mismo día que la Argentina. Pero todo eso ya ocurrió. Ocurrió la visita, ocurrió el injerencismo inédito de Bolsonaro y Araújo y ocurrió la decisión de Alberto, hecha pública, de no criticar más a Bolsonaro y preparar en cambio un plan de relación pragmática con el Estado brasileño.
¿Bolsonaro seguirá siendo presidente el 10 de diciembre, cuando Macri reasuma si gana o Fernández-Fernández ocupen la Casa Rosada y la presidencia del Senado? Es difícil saberlo. El incendio en el Amazonas, que Bolsonaro minimizó, con lo cual de hecho alentó a los sojeros pirómanos, no viene siendo registrado en su peligrosidad mundial por los denostados populismos de América Latina. Es la Nasa, la agencia espacial norteamericana, la que observa preocupada el avance del fuego y la destrucción forestal. Y es el conservador Emanuel Macron el que, en un gesto de sinceridad infrecuente, emitió un comunicado oficial tildando de mentiroso a Bolsonaro y dando por cerrada cualquier posibilidad de acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. En rigor la portavoz de la Cancillería francesa ya había dicho que no había acuerdo alguno incluso antes de los incendios, pero Bolsonaro y Macri fingieron demencia y la ignoraron. De todos modos, tiene otra escala una definición como la del presidente francés. Es más alta y contundente.
El espejismo de un acuerdo paradisíaco con la Unión Europea se disuelve al mismo ritmo que el poder de Macri. ¿Acompaña ese ritmo devaluatorio la imagen de Bolsonaro? Un dato a tener en cuenta es qué hacen de ahora en adelante los generales, con el vicepresidente Hamilton Mourao a la cabeza. Por un lado, como recordó en este diario el ex canciller de Lula Celso Amorim, las Fuerzas Armadas son más sensibles a la soberanía territorial que a la económica. Y el Amazonas supone justamente soberanía territorial. Por otro lado, Francia es un socio importante de los militares para el rearme y el desarrollo tecnológico de Brasil. Bolsonaro conserva su núcleo duro de deslumbrados por su práctica violenta y de incitación a la matanza policial de negros, pobres, LGBT o todo al mismo tiempo. ¿Lo seguirá conservando si los generales resuelven, y pueden, desgastarlo para no perder poder y negocios?
Diagnosticar erróneamente qué pasa en el mundo no es un privilegio de las élites que gobiernan la Argentina. También se equivocaron los esclavócratas brasileños. Es una buena noticia que el infierno haya empezado a consumir su poder y debilite aún más al menguado Presidente argentino. Es una pena que ese fuego produzca también un enorme sufrimiento al pueblo brasileño en su vida y en su patrimonio. No era necesario tanto dolor.
martin.granovsky@pagina12.com. ar
URUGUAY
Bolsonaro apostó fuerte por Macri hasta las PASO. No solo insultó a Alberto Fernández y dio instrucciones de que lo hiciera a su canciller, el fundamentalista Ernesto Araújo. Financistas brasileños ligados a Bolsonaro fueron parte del complot del viernes 9 de agosto para intoxicar con encuestas falsas a los bancos, y a los votantes, y hacer diferencias rápidas. Placer y negocios al mismo tiempo.
Sin embargo, este diario pudo saber que la apuesta se terminó. Igual que los bancos, los fondos de inversión, el Fondo Monetario, Washington y los diarios financieros de todo el mundo, Itamaraty evalúa que el ciclo de Macri está cumplido. Solo faltaría, en su opinión, el remate final del 27 de octubre.
Si Bolsonaro o Araújo vuelven a hablar contra Alberto Fernández será ya solo por razones internas. No les conviene un candidato con chances de gobernar que, como el postulante del Frente de Todos, visitó a Lula en el presidio como segundo signo de afinidad externa. El primero fue la reunión con Pepe Mujica, ex presidente de un país que tendrá elecciones el mismo día que la Argentina. Pero todo eso ya ocurrió. Ocurrió la visita, ocurrió el injerencismo inédito de Bolsonaro y Araújo y ocurrió la decisión de Alberto, hecha pública, de no criticar más a Bolsonaro y preparar en cambio un plan de relación pragmática con el Estado brasileño.
¿Bolsonaro seguirá siendo presidente el 10 de diciembre, cuando Macri reasuma si gana o Fernández-Fernández ocupen la Casa Rosada y la presidencia del Senado? Es difícil saberlo. El incendio en el Amazonas, que Bolsonaro minimizó, con lo cual de hecho alentó a los sojeros pirómanos, no viene siendo registrado en su peligrosidad mundial por los denostados populismos de América Latina. Es la Nasa, la agencia espacial norteamericana, la que observa preocupada el avance del fuego y la destrucción forestal. Y es el conservador Emanuel Macron el que, en un gesto de sinceridad infrecuente, emitió un comunicado oficial tildando de mentiroso a Bolsonaro y dando por cerrada cualquier posibilidad de acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. En rigor la portavoz de la Cancillería francesa ya había dicho que no había acuerdo alguno incluso antes de los incendios, pero Bolsonaro y Macri fingieron demencia y la ignoraron. De todos modos, tiene otra escala una definición como la del presidente francés. Es más alta y contundente.
El espejismo de un acuerdo paradisíaco con la Unión Europea se disuelve al mismo ritmo que el poder de Macri. ¿Acompaña ese ritmo devaluatorio la imagen de Bolsonaro? Un dato a tener en cuenta es qué hacen de ahora en adelante los generales, con el vicepresidente Hamilton Mourao a la cabeza. Por un lado, como recordó en este diario el ex canciller de Lula Celso Amorim, las Fuerzas Armadas son más sensibles a la soberanía territorial que a la económica. Y el Amazonas supone justamente soberanía territorial. Por otro lado, Francia es un socio importante de los militares para el rearme y el desarrollo tecnológico de Brasil. Bolsonaro conserva su núcleo duro de deslumbrados por su práctica violenta y de incitación a la matanza policial de negros, pobres, LGBT o todo al mismo tiempo. ¿Lo seguirá conservando si los generales resuelven, y pueden, desgastarlo para no perder poder y negocios?
Diagnosticar erróneamente qué pasa en el mundo no es un privilegio de las élites que gobiernan la Argentina. También se equivocaron los esclavócratas brasileños. Es una buena noticia que el infierno haya empezado a consumir su poder y debilite aún más al menguado Presidente argentino. Es una pena que ese fuego produzca también un enorme sufrimiento al pueblo brasileño en su vida y en su patrimonio. No era necesario tanto dolor.
martin.granovsky@pagina12.com.
Bolsonaro y Macri, abrasados
Las
llamas del Amazonas encontraron a Sudamérica en el mayor momento de
desintegración por las políticas de la Argentina y Brasil.
Imagen: AFP
Poco
solidario con su amigo, Mauricio Macri no salió en defensa de Jair
Bolsonaro tras el ataque feroz del presidente francés. Tampoco le
reprochó que su actitud frente a la tragedia amazónica pusiera en duda
el paraíso prometido a los argentinos. El fuego convirtió a los dos
presidentes en una dupla abrasada y a la defensiva. Como informó este
diario, Emanuel Macron dio por terminadas las negociaciones entre la
Unión Europea y el Mercosur porque “Bolsonaro mintió” sobre sus
compromisos de conservar el Amazonas, fuente de la quinta parte del
oxígeno mundial, como parte de la lucha contra el calentamiento global
del planeta. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk,
directamente emplazó al Estado brasileño a que apague el incendio si
quiere seguir negociando con la UE.
El Mercosur no es solo Brasil sino también la Argentina, Uruguay y Paraguay. Si para Macri un eventual acuerdo con la UE supone la entrada en el edén, ¿por qué calla? Respuesta número uno: no quiere ni puede pelearse con Francia. Respuesta número dos: Bolsonaro instruyó a bancos brasileños para que participaran de la conspiración que el viernes 9 de agosto infló las cotizaciones argentinas en Nueva York. Respuesta número tres: ni él sabe qué decir porque cualquier afirmación sería contradictoria. “La Amazonia, el Acuífero Guaraní y nuestro Atlántico Sur son áreas sensibles que no solo presentan altos riesgos ambientales sino que también son objeto de las apetencias de las potencias mundiales y de de los intereses de las grandes transnacionales”, reflexionó el diputado mendocino del Frente de Todos Guillermo Carmona.
El incendio del Amazonas sella con fuego una paradoja: los proyectos de integración soñados por Macri y Bolsonaro, como el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea o entre el Mercosur y los Estados Unidos, liquidarían el Mercosur. Para integrarse como quieren los dos presidentes, la Argentina y Brasil tienen que desintegrar sus mecanismos de integración. Lo cual significa desintegrar a cada uno. Y no es juego de palabras, porque Brasil es el único destino exportador argentino en el que la mitad de las ventas al exterior son productos manufacturados. Si entrara en vigencia el acuerdo con la Unión Europea al modo Macri-Bolsonaro, productos argentinos deberían competir con productos europeos por el mercado brasileño y viceversa. La Argentina no tiene la escala de Brasil pero es el tercer socio comercial de los vecinos.
Ante el repudio internacional por los 72 mil incendios que remataron en el gran fuego de los últimos días, Bolsonaro dijo que la Amazonia es soberanía brasileña. Es así, pero su concepto de soberanía no parece incluir la soberanía popular: los pirómanos sojeros del agronegocio fueron aletados por Bolsonaro a pesar de que ponen en peligro no solo el oxígeno mundial sino la vida de millones de personas, entre ellos las que pertenecen a pueblos originarios sin acceso al derecho colectivo a la tierra que les garantiza la legislación internacional. Ahora además está en riesgo su futuro porque el habitat se degradó de modo irreversible.
El incendio no solo iluminó la paradoja de la integración desintegradora. También dejó al desnudo la irresponsabilidad de haber desarmado la Unasur con la excusa de que era una construcción política concebida para darle aire al chavismo venezolano. Esa presentación, también ideologizada como todo el resto de la política exterior de Macri y de Bolsonaro, omitió la verdad histórica. Unasur empezó a funcionar a pleno en 2010, con la secretaría ejecutiva de Néstor Kirchner, en un contexto plural. La integraban entonces no solo la Argentina de CFK, la Venezuela de Hugo Chávez y la Bolivia de Evo Morales. Estaba la Colombia de Alvaro Uribe (y después la Colombia de Juan Manuel Santos) y el Chile de Sebastián Piñera. Tres gobiernos conservadores.
En el peor momento de las relaciones entre Chile y Bolivia Piñera ofreció ayuda a Evo para mitigar el fuego que llegó a la Chiquitanía, en territorio boliviano. Hubo otra oferta de ayuda de Macri. Evo les agradeció a los dos.
Morales, además, puso un contexto que estuvo ausente en sus colegas de la región. “El incendio en la Amazonía es un llamado a los países y gobiernos del mundo a proteger el medio ambiente con responsabilidad integral, ineludible y compartida”, mediante la lucha contra los efectos y las causas del calentamiento global. “ ¿Bolsonaro y Macron se sentirán aludidos?
martin.granovsky@pagina12.com. ar
El Mercosur no es solo Brasil sino también la Argentina, Uruguay y Paraguay. Si para Macri un eventual acuerdo con la UE supone la entrada en el edén, ¿por qué calla? Respuesta número uno: no quiere ni puede pelearse con Francia. Respuesta número dos: Bolsonaro instruyó a bancos brasileños para que participaran de la conspiración que el viernes 9 de agosto infló las cotizaciones argentinas en Nueva York. Respuesta número tres: ni él sabe qué decir porque cualquier afirmación sería contradictoria. “La Amazonia, el Acuífero Guaraní y nuestro Atlántico Sur son áreas sensibles que no solo presentan altos riesgos ambientales sino que también son objeto de las apetencias de las potencias mundiales y de de los intereses de las grandes transnacionales”, reflexionó el diputado mendocino del Frente de Todos Guillermo Carmona.
El incendio del Amazonas sella con fuego una paradoja: los proyectos de integración soñados por Macri y Bolsonaro, como el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea o entre el Mercosur y los Estados Unidos, liquidarían el Mercosur. Para integrarse como quieren los dos presidentes, la Argentina y Brasil tienen que desintegrar sus mecanismos de integración. Lo cual significa desintegrar a cada uno. Y no es juego de palabras, porque Brasil es el único destino exportador argentino en el que la mitad de las ventas al exterior son productos manufacturados. Si entrara en vigencia el acuerdo con la Unión Europea al modo Macri-Bolsonaro, productos argentinos deberían competir con productos europeos por el mercado brasileño y viceversa. La Argentina no tiene la escala de Brasil pero es el tercer socio comercial de los vecinos.
Ante el repudio internacional por los 72 mil incendios que remataron en el gran fuego de los últimos días, Bolsonaro dijo que la Amazonia es soberanía brasileña. Es así, pero su concepto de soberanía no parece incluir la soberanía popular: los pirómanos sojeros del agronegocio fueron aletados por Bolsonaro a pesar de que ponen en peligro no solo el oxígeno mundial sino la vida de millones de personas, entre ellos las que pertenecen a pueblos originarios sin acceso al derecho colectivo a la tierra que les garantiza la legislación internacional. Ahora además está en riesgo su futuro porque el habitat se degradó de modo irreversible.
El incendio no solo iluminó la paradoja de la integración desintegradora. También dejó al desnudo la irresponsabilidad de haber desarmado la Unasur con la excusa de que era una construcción política concebida para darle aire al chavismo venezolano. Esa presentación, también ideologizada como todo el resto de la política exterior de Macri y de Bolsonaro, omitió la verdad histórica. Unasur empezó a funcionar a pleno en 2010, con la secretaría ejecutiva de Néstor Kirchner, en un contexto plural. La integraban entonces no solo la Argentina de CFK, la Venezuela de Hugo Chávez y la Bolivia de Evo Morales. Estaba la Colombia de Alvaro Uribe (y después la Colombia de Juan Manuel Santos) y el Chile de Sebastián Piñera. Tres gobiernos conservadores.
En el peor momento de las relaciones entre Chile y Bolivia Piñera ofreció ayuda a Evo para mitigar el fuego que llegó a la Chiquitanía, en territorio boliviano. Hubo otra oferta de ayuda de Macri. Evo les agradeció a los dos.
Morales, además, puso un contexto que estuvo ausente en sus colegas de la región. “El incendio en la Amazonía es un llamado a los países y gobiernos del mundo a proteger el medio ambiente con responsabilidad integral, ineludible y compartida”, mediante la lucha contra los efectos y las causas del calentamiento global. “ ¿Bolsonaro y Macron se sentirán aludidos?
martin.granovsky@pagina12.com.
“Bolsonaro tiene que irse”, exigen en 11 países manifestantes en defensa de la Amazonía
Con gritos de “Salven la Amazonía” y “Bolsonaro tiene que
irse”, miles de personas se manifestaron el viernes ante embajadas y
consulados de Brasil en América y Europa, para crear conciencia sobre la
situación crítica de los llamados “pulmones del planeta”.
El jueves, el movimiento Fridays for Future, que lidera la joven sueca Greta Thunberg, llamó a manifestarse el viernes ante las embajadas y consulados de Brasil en todo el mundo para denunciar los incendios en la Amazonía.
La AFP constató movilizaciones en las principales ciudades de América y Europa:
“Este no es un problema de Brasil, sino que es un problema de todos, en Chile, España o Brasil”, afirmó Montserrat Llovet, actriz española radicada en Chile.
Los activistas portaron carteles con la leyenda “Fuera Bolsonaro, sojeros y mineros de la Amazonia”, mientras entonaban estribillos contrarios a las políticas medioambientales del mandatario.
“Hay pasiones en los jóvenes por estos temas ambientales. Los adultos debemos preguntarles a ellos qué hacer porque saben más de todo esto”, dijo a la prensa frente a la embajada Juan Carr, de la ONG Red Solidaria.
“Los colonos prácticamente nos están quitando todo y estamos quedando sin territorio”, denunció Paola Atama, miembro de edad avanzada de la etnia amazónica Ocaina Uitoto. “Estoy muy triste por eso, porque soy de la selva, soy indígena y la selva para mí es mi madre”, dijo.
“La selva no se quema”, “Arriba la Amazonía abajo Bolsonaro”, gritaban los manifestantes, alzando carteles que decían: “Quema al fascista no a la Amazonía”, “Ayuda a la Amazonía” y otras consignas.
“Bolsonaro no ha hecho nada para parar el fuego, no tomará acciones a menos que tenga toda la presión internacional”, dijo Patricio Buenrostro, mexicano de 41 años e integrante de la organización Extinction Rebellion México.
Activistas de organizaciones ambientalistas bloquearon una avenida al pie de la sede diplomática, por la cual marcharon luego con grandes pancartas con leyendas como “El capitalismo y el especismo matan a la Amazonia” y “El planeta está en llamas”. También protestaron contra Bolsonaro, a quien en carteles tildaron de “fascista” y “asesino”.
“Se ve se siente, la tierra está caliente”, “Respeta la existencia o espera la resistencia” y “Nuestros pulmones arden” escribieron en pancartas de cartón, las cuales fueron afectadas por el aguacero.
“Brasil tiene cómo crecer sin deforestar. Es una cuestión de voluntad política”, dijo a la AFP Fabiola Zervini, una activista ambiental de 42 años que desfilaba por la Avenida Paulista, principal arteria de Sao Paulo.
Cientos de manifestantes, alejados de la entrada de la embajada de Brasil por vallas policiales, cortaron el tráfico frente a la embajada, provocando un gran atasco en el centro de Londres.
“Hemos visto las imágenes horribles (de la selva en llamas) y queremos hacer algo en solidaridad con la gente de Brasil. También tenemos hijos y nos gustaría que crecieran en un mundo que tiene sus pulmones”, dijo Luisa Steward, profesora de inglés de 36 años.
“Son incendios provocados con el beneplácito del gobierno brasileño”, dijo a la AFP Aitor Urruticoechea, portavoz de Fridays For Future Barcelona.
El jueves, el movimiento Fridays for Future, que lidera la joven sueca Greta Thunberg, llamó a manifestarse el viernes ante las embajadas y consulados de Brasil en todo el mundo para denunciar los incendios en la Amazonía.
La AFP constató movilizaciones en las principales ciudades de América y Europa:
Chile
Siguiendo la convocatoria internacional y bajo el lema “Si el Amazonas arde, nosotros también”, unas 200 personas se reunieron durante dos horas en las afueras de la embajada de Brasil en Santiago.
Con gritos de “El pueblo consciente, defiende al medio ambiente”, activistas y manifestantes se pronunciaron en contra de las políticas del mandatario brasileño.“Este no es un problema de Brasil, sino que es un problema de todos, en Chile, España o Brasil”, afirmó Montserrat Llovet, actriz española radicada en Chile.
Argentina
En Argentina, centenares de jóvenes ambientalistas y manifestantes de izquierda reclamaron frente a la embajada brasileña en Buenos Aires.Los activistas portaron carteles con la leyenda “Fuera Bolsonaro, sojeros y mineros de la Amazonia”, mientras entonaban estribillos contrarios a las políticas medioambientales del mandatario.
“Hay pasiones en los jóvenes por estos temas ambientales. Los adultos debemos preguntarles a ellos qué hacer porque saben más de todo esto”, dijo a la prensa frente a la embajada Juan Carr, de la ONG Red Solidaria.
Colombia
Cientos de personas, entre las que había indígenas con penachos y el rostro pintado, se reunieron en Bogotá frente a la embajada de Brasil en rechazo a las que consideran políticas antiambientales del presidente Bolsonaro.“Los colonos prácticamente nos están quitando todo y estamos quedando sin territorio”, denunció Paola Atama, miembro de edad avanzada de la etnia amazónica Ocaina Uitoto. “Estoy muy triste por eso, porque soy de la selva, soy indígena y la selva para mí es mi madre”, dijo.
Perú
Unas 300 personas protestaron frente a la embajada de Brasil en Lima, custodiadas por la policía. Entre los manifestantes pudieron verse algunos vestidos con atuendos típicos de pueblos de la Amazonia, selva que cubre más de la mitad del territorio peruano.“La selva no se quema”, “Arriba la Amazonía abajo Bolsonaro”, gritaban los manifestantes, alzando carteles que decían: “Quema al fascista no a la Amazonía”, “Ayuda a la Amazonía” y otras consignas.
México
A ritmo de batucada y gritando “¡Bolsonaro, ecocida!” y “¡No maten al planeta!”, un centenar de personas protestaron ante la embajada de Brasil en Ciudad de México, para exigir acciones inmediatas para combatir el siniestro.“Bolsonaro no ha hecho nada para parar el fuego, no tomará acciones a menos que tenga toda la presión internacional”, dijo Patricio Buenrostro, mexicano de 41 años e integrante de la organización Extinction Rebellion México.
Ecuador
Al grito de “Todos somos Amazonia”, cientos de personas protestaron de manera pacífica frente al edificio donde funciona la embajada de Brasil en Quito, que estuvo resguardado por policías.Activistas de organizaciones ambientalistas bloquearon una avenida al pie de la sede diplomática, por la cual marcharon luego con grandes pancartas con leyendas como “El capitalismo y el especismo matan a la Amazonia” y “El planeta está en llamas”. También protestaron contra Bolsonaro, a quien en carteles tildaron de “fascista” y “asesino”.
Guatemala
Más de medio centenar de ambientalistas y un grupo de frailes franciscanos protestaron bajo una intensa lluvia frente a la embajada de Brasil en la capital de Guatemala.“Se ve se siente, la tierra está caliente”, “Respeta la existencia o espera la resistencia” y “Nuestros pulmones arden” escribieron en pancartas de cartón, las cuales fueron afectadas por el aguacero.
Brasil
Multitudinarias protestas se registraron en Río de Janeiro, Sao Paulo y la capital Brasilia.“Brasil tiene cómo crecer sin deforestar. Es una cuestión de voluntad política”, dijo a la AFP Fabiola Zervini, una activista ambiental de 42 años que desfilaba por la Avenida Paulista, principal arteria de Sao Paulo.
Reino Unido
“Paren la destrucción ahora”, “Salven nuestro planeta” y “¿De verdad prefieren las hamburguesas al oxígeno?” podía leerse en las pancartas de la concentración en Londres, organizada por Extinction Rebellion.Cientos de manifestantes, alejados de la entrada de la embajada de Brasil por vallas policiales, cortaron el tráfico frente a la embajada, provocando un gran atasco en el centro de Londres.
“Hemos visto las imágenes horribles (de la selva en llamas) y queremos hacer algo en solidaridad con la gente de Brasil. También tenemos hijos y nos gustaría que crecieran en un mundo que tiene sus pulmones”, dijo Luisa Steward, profesora de inglés de 36 años.
Irlanda
En Dublín, un centenar de miembros de XR ocupó el vestíbulo del edificio donde se encuentra la embajada brasileña, a la que no llegaron a entrar, con pancartas que decían “¡Salven la Amazonia! No al Mercosur” y “Nuestros pulmones están en llamas”.España
“No es fuego, es capitalismo”, denunciaron los cientos de personas reunidas frente al consulado de Brasil en Barcelona, que calificaron a Bolsonaro de “asesino” y “fascista”, entre cánticos de “Bella Ciao”, el himno antifascista italiano que disfruta de una renovada popularidad gracias a la serie “La casa de papel”.“Son incendios provocados con el beneplácito del gobierno brasileño”, dijo a la AFP Aitor Urruticoechea, portavoz de Fridays For Future Barcelona.
El gobierno de Macri se quedó sin su promocionada fiesta librecambista
Francia e Irlanda se bajaron del tratado Europa-Mercosur
El
incendio del Amazonas dejó en tinieblas el acuerdo justo en el momento
en que estaba por comenzar la cumbre de los siete países más
desarrollados del planeta.
Macron señala con el dedo en la cumbre donde anunció que se opone al tratado con el Mercosur.
Imagen: EFE
Imagen: EFE
Página 12 en Francia - Desde París
Quienes celebraron en la Argentina el paso casi final hacia el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea se van a quedar sin la fiesta librecambista por un rato. El Brasil de Jair Bolsonaro, las urgencias políticas domésticas de Francia, el saqueo del planeta y el oportunismo de las potencias mundiales llenaron el prometido banquete de humo. El incendio del Amazonas dejó en tinieblas el acuerdo justo en el momento en que estaba por comenzar en la localidad francesa de Biarritz la cumbre de los siete países más desarrollados del planeta (G7, Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón) consagrada al tema de la igualdad y el medio ambiente. El presidente francés, Emmanuel Macron, aprovechó el regalo incendiario que le hizo Jair Bolsonaro para poner en entredicho el acuerdo con el Mercosur. Después de estar dos décadas en el patíbulo, la firma de ese acuerdo, en junio de 2019, había puesto en serías dificultades al Ejecutivo francés. Inmediatamente después del anuncio el gobierno se vio enfrentado a un mundo agrícola que alzó las armas del rechazo, tanto más cuanto que, unas semanas después, se aprobó otro tratado de libre comercio con Canadá, el CETA. Con el Amazonas ardiendo como espectáculo de cataclismo y envolviendo con su humo uno de los temas de la cita del G7, es decir, la protección del medio ambiente, Macron acusó a Bolsonaro de mentir y, acto seguido, se opuso a que el acuerdo con el Mercosur siga adelante. Las palabras, aquí, tienen un peso en oro. No se trata de “dudas”, de “suspensión” o de “busca de consensos” posibles sino clara y tajantemente de oposición. La presidencia francesa declaró el viernes que “dada la actitud de Brasil durante las ultimas semanas, el presidente de la República no puede sino constatar que el presidente Bolsonaro le mintió durante la cumbe de Osaka (la del G20)”. El palacio presidencial estima que “el presidente Bolsonaro decidió no respetar sus compromisos climáticos, ni tampoco comprometerse en materia de biodiversidad. (…) En esas condiciones, Francia se opone al acuerdo con el Mercosur en su Estado actual”.
Es preciso recordar que, apenas se comunicó la firma del acuerdo UE/Mercosur, el gobierno francés dio marcha atrás ante la no calculada reacción de los ecologistas y de los agricultores, que fue violenta. París ya había condicionado entonces la convalidación del acuerdo a que Brasil respetara sus compromisos medioambientales pactados en la cumbre de Osaka. Sin embargo, el pacto se metió rápidamente por la puerta grande de la realidad política francesa. La revuelta agrícola que suscitó el acuerdo se deslizó en la perspectiva de las elecciones municipales que se celebran en Francia en 2020. La consulta tembló bajo la bronca agrícola y el gobierno trató de aplacar la ira con figuras de estilo al mismo tiempo que firmaba el CETA con Canadá. Bolsonaro y los dirigentes del Mercosur terminaron ofreciéndole a Occidente el papel que más les gusta protagonizar: el de buenos reguladores del sistema internacional, promotor de textos protectores y gran patrocinador de la protección del medio ambiente. El fuego amazónico no tardó en colarse en la cumbre del G7. El jueves 22 de agosto, Emmanuel Macron salió al escenario para calificar ese hecho como “una crisis internacional”. Es cierto que las llamas no pudieron propagarse en el peor momento: Francia viene trabajando desde hace muchos meses en la preparación de la cumbre del G7 con el objetivo de incluir el tema del medio ambiente en la agenda que se discutirá en Biarritz durante tres días (24, 25, 26). No obstante, si el tema ecológico era tan trascendente, hay cierto mal gusto europeo en no haber invitado al Mercosur a dicha cumbre para atar mejor los compromisos, tanto más cuanto que uno de los miembros del G7, el presidente norteamericano Donald Trump, no sólo sacó a su país del acuerdo climático de París (firmado en noviembre de 2015) sino que, además, es un escéptico radical ante esas cuestiones. Y ni hablar de Japón y su salvaje política pesquera, de la que no se dice una palabra. Ello no le quita legitimidad al trabajo que Francia llevó a cabo antes de la cumbre para introducir la ecología en el seno del G7. La tarea es titánica o casi imposible. Por ejemplo, a fin de evitar el papelón de la cumbre del G7 que se celebró en Italia (2017) y al cabo de la cual Estados Unidos no firmó el capitulo climático de la declaración final, esta vez se acordó que no habría texto final en 2019. Por ello, antes de la cumbre, París buscó labrar consensos. Para ello, en mayo de este año, Francia elaboró la Charte de Metz. Se trató de una declaración no vinculante que invitaba a los 7 países miembros a llevar a cabo mayores esfuerzos para salvar la biodiversidad. El arranque quedó rápidamente sepultado por la política decidida por Donald Trump. En Metz, los norteamericanos dejaron muy claro que su prioridad apuntaba hacia la seguridad y el crecimiento económico antes que a las problemáticas ligadas al medio ambiente. Además, el G7 de 2019 aparecía como una de las últimas oportunidades a corto plazo para negociar algún compromiso, por mínimo que sea. Las próximas cumbres del G7 y del G20 se celebrarán en tierras eco-indiferentes: Estados Unidos y Arabia Saudita. Estos dos países son pura y irrevocablemente un escándalo: Washington contamina todo el planeta, rompe todo acuerdo en el horizonte mientras que Arabia Saudita, además de producir en masa la energía más contaminante, el petróleo, tiene a su cabeza un príncipe, Mohammed ben Salmane, que mandó a matar a un periodista, Jamal Khashoggi, en el consulado saudí de Estambul. El informe de la justicia turca primero y, luego, el extenso y transparente trabajo plasmado en el documento de las Naciones Unidas han despejado cualquier duda al respecto.
Esto se parece cada vez mas a una batalla entre Orwell y Frankenstein. Fue precisamente en este enredo monumental donde los humos del Amazonas vinieron a dejar entre telones el acuerdo con el Mercosur que tanta agitación política levantó en Francia. Así mismo, la humareda le viene como un regalo celestial a las potencias mundiales para ocultar sus propias miserias ecológicas así como la implicación de sus mega empresas en la devastación del planeta. En Francia, la oposición de izquierda radical aunada en torno a Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa) denunció precisamente esa doble moral. Diputados y eurodiputados de Francia Insumisa alegaron que “sólo Macron podía imaginar que Bolsonaro era ecologista”. Este sector de la izquierda radical celebró la ultima posición reactualizada por París. Según escriben los diputados, ”se trata de una victoria del combate social y ecologista contra el libre intercambio. Pero no nos quedaría más que tratarla de hipócrita si, al mismo tiempo, Emmanuel Macron no se ocupa de los otros tratados ecosidas”.
Por otra parte, no toda Europa comparte la línea macronista. Irlanda se sumó a París con el argumento de que no existe una vía para que “Irlanda apoye un tratado de libre comercio si Brasil no cumple con sus obligaciones medioambientales”, según dijo el primer ministro irlandés, Leo Varadkar. España, país que había trabajado mucho para llegar al resultado anunciado en junio en Bruselas, se alejó de la posición de Macron. Según revelan los oídos y los labios del poder en España, es decir, el diario El País, Madrid juzga “equivocado” que se mezcle “el debate de la conservación de la Amazonia con un pacto comercial que se convertirá en el mayor para el bloque comunitario por el volumen de intercambios”. Berlín se mueve por la misma zona. La canciller alemana Angela Merkel hizo saber, a través de sus portavoces, que rehusar la firma del convenio con el Mercosur “no es la respuesta apropiada”. Se sabía de antemano que, de firmarse, el acuerdo tardaría dos años más en plasmarse realmente. Irlanda y Francia no cuentan con suficiente fuerza para impedir su firma final, aunque si pueden demorarlo mediante diferentes tácticas dilatorias. Se requiere que el 55% de los Estados miembros de la Unión estén de acuerdo para que el Consejo Europeo de su visto bueno a la firma final. Ello, en principio, no plantearía problemas. Sí, en cambio, lo que llegue a ocurrir en los procesos de ratificación de cada parlamento nacional y, luego, en la capacidad de París e Irlanda para conseguir nuevos aliados en su política de rechazo (si es que persiste). A su manera grotesca y pusilánime, Jair Bolsonaro y sus socios del Mercosur han salvado la cumbre del G7 del papelón al que parecía destinada y devuelto a Occidente el simbólico papel paternalista que iba perdiendo. Bolsonaro ha pasado a ser el horrendo personaje que incendia la humanidad en el seno de un conclave de países que ya la incendió y destruyó hace mucho.
efebbro@pagina12.com.ar
Quienes celebraron en la Argentina el paso casi final hacia el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea se van a quedar sin la fiesta librecambista por un rato. El Brasil de Jair Bolsonaro, las urgencias políticas domésticas de Francia, el saqueo del planeta y el oportunismo de las potencias mundiales llenaron el prometido banquete de humo. El incendio del Amazonas dejó en tinieblas el acuerdo justo en el momento en que estaba por comenzar en la localidad francesa de Biarritz la cumbre de los siete países más desarrollados del planeta (G7, Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón) consagrada al tema de la igualdad y el medio ambiente. El presidente francés, Emmanuel Macron, aprovechó el regalo incendiario que le hizo Jair Bolsonaro para poner en entredicho el acuerdo con el Mercosur. Después de estar dos décadas en el patíbulo, la firma de ese acuerdo, en junio de 2019, había puesto en serías dificultades al Ejecutivo francés. Inmediatamente después del anuncio el gobierno se vio enfrentado a un mundo agrícola que alzó las armas del rechazo, tanto más cuanto que, unas semanas después, se aprobó otro tratado de libre comercio con Canadá, el CETA. Con el Amazonas ardiendo como espectáculo de cataclismo y envolviendo con su humo uno de los temas de la cita del G7, es decir, la protección del medio ambiente, Macron acusó a Bolsonaro de mentir y, acto seguido, se opuso a que el acuerdo con el Mercosur siga adelante. Las palabras, aquí, tienen un peso en oro. No se trata de “dudas”, de “suspensión” o de “busca de consensos” posibles sino clara y tajantemente de oposición. La presidencia francesa declaró el viernes que “dada la actitud de Brasil durante las ultimas semanas, el presidente de la República no puede sino constatar que el presidente Bolsonaro le mintió durante la cumbe de Osaka (la del G20)”. El palacio presidencial estima que “el presidente Bolsonaro decidió no respetar sus compromisos climáticos, ni tampoco comprometerse en materia de biodiversidad. (…) En esas condiciones, Francia se opone al acuerdo con el Mercosur en su Estado actual”.
Es preciso recordar que, apenas se comunicó la firma del acuerdo UE/Mercosur, el gobierno francés dio marcha atrás ante la no calculada reacción de los ecologistas y de los agricultores, que fue violenta. París ya había condicionado entonces la convalidación del acuerdo a que Brasil respetara sus compromisos medioambientales pactados en la cumbre de Osaka. Sin embargo, el pacto se metió rápidamente por la puerta grande de la realidad política francesa. La revuelta agrícola que suscitó el acuerdo se deslizó en la perspectiva de las elecciones municipales que se celebran en Francia en 2020. La consulta tembló bajo la bronca agrícola y el gobierno trató de aplacar la ira con figuras de estilo al mismo tiempo que firmaba el CETA con Canadá. Bolsonaro y los dirigentes del Mercosur terminaron ofreciéndole a Occidente el papel que más les gusta protagonizar: el de buenos reguladores del sistema internacional, promotor de textos protectores y gran patrocinador de la protección del medio ambiente. El fuego amazónico no tardó en colarse en la cumbre del G7. El jueves 22 de agosto, Emmanuel Macron salió al escenario para calificar ese hecho como “una crisis internacional”. Es cierto que las llamas no pudieron propagarse en el peor momento: Francia viene trabajando desde hace muchos meses en la preparación de la cumbre del G7 con el objetivo de incluir el tema del medio ambiente en la agenda que se discutirá en Biarritz durante tres días (24, 25, 26). No obstante, si el tema ecológico era tan trascendente, hay cierto mal gusto europeo en no haber invitado al Mercosur a dicha cumbre para atar mejor los compromisos, tanto más cuanto que uno de los miembros del G7, el presidente norteamericano Donald Trump, no sólo sacó a su país del acuerdo climático de París (firmado en noviembre de 2015) sino que, además, es un escéptico radical ante esas cuestiones. Y ni hablar de Japón y su salvaje política pesquera, de la que no se dice una palabra. Ello no le quita legitimidad al trabajo que Francia llevó a cabo antes de la cumbre para introducir la ecología en el seno del G7. La tarea es titánica o casi imposible. Por ejemplo, a fin de evitar el papelón de la cumbre del G7 que se celebró en Italia (2017) y al cabo de la cual Estados Unidos no firmó el capitulo climático de la declaración final, esta vez se acordó que no habría texto final en 2019. Por ello, antes de la cumbre, París buscó labrar consensos. Para ello, en mayo de este año, Francia elaboró la Charte de Metz. Se trató de una declaración no vinculante que invitaba a los 7 países miembros a llevar a cabo mayores esfuerzos para salvar la biodiversidad. El arranque quedó rápidamente sepultado por la política decidida por Donald Trump. En Metz, los norteamericanos dejaron muy claro que su prioridad apuntaba hacia la seguridad y el crecimiento económico antes que a las problemáticas ligadas al medio ambiente. Además, el G7 de 2019 aparecía como una de las últimas oportunidades a corto plazo para negociar algún compromiso, por mínimo que sea. Las próximas cumbres del G7 y del G20 se celebrarán en tierras eco-indiferentes: Estados Unidos y Arabia Saudita. Estos dos países son pura y irrevocablemente un escándalo: Washington contamina todo el planeta, rompe todo acuerdo en el horizonte mientras que Arabia Saudita, además de producir en masa la energía más contaminante, el petróleo, tiene a su cabeza un príncipe, Mohammed ben Salmane, que mandó a matar a un periodista, Jamal Khashoggi, en el consulado saudí de Estambul. El informe de la justicia turca primero y, luego, el extenso y transparente trabajo plasmado en el documento de las Naciones Unidas han despejado cualquier duda al respecto.
Esto se parece cada vez mas a una batalla entre Orwell y Frankenstein. Fue precisamente en este enredo monumental donde los humos del Amazonas vinieron a dejar entre telones el acuerdo con el Mercosur que tanta agitación política levantó en Francia. Así mismo, la humareda le viene como un regalo celestial a las potencias mundiales para ocultar sus propias miserias ecológicas así como la implicación de sus mega empresas en la devastación del planeta. En Francia, la oposición de izquierda radical aunada en torno a Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa) denunció precisamente esa doble moral. Diputados y eurodiputados de Francia Insumisa alegaron que “sólo Macron podía imaginar que Bolsonaro era ecologista”. Este sector de la izquierda radical celebró la ultima posición reactualizada por París. Según escriben los diputados, ”se trata de una victoria del combate social y ecologista contra el libre intercambio. Pero no nos quedaría más que tratarla de hipócrita si, al mismo tiempo, Emmanuel Macron no se ocupa de los otros tratados ecosidas”.
Por otra parte, no toda Europa comparte la línea macronista. Irlanda se sumó a París con el argumento de que no existe una vía para que “Irlanda apoye un tratado de libre comercio si Brasil no cumple con sus obligaciones medioambientales”, según dijo el primer ministro irlandés, Leo Varadkar. España, país que había trabajado mucho para llegar al resultado anunciado en junio en Bruselas, se alejó de la posición de Macron. Según revelan los oídos y los labios del poder en España, es decir, el diario El País, Madrid juzga “equivocado” que se mezcle “el debate de la conservación de la Amazonia con un pacto comercial que se convertirá en el mayor para el bloque comunitario por el volumen de intercambios”. Berlín se mueve por la misma zona. La canciller alemana Angela Merkel hizo saber, a través de sus portavoces, que rehusar la firma del convenio con el Mercosur “no es la respuesta apropiada”. Se sabía de antemano que, de firmarse, el acuerdo tardaría dos años más en plasmarse realmente. Irlanda y Francia no cuentan con suficiente fuerza para impedir su firma final, aunque si pueden demorarlo mediante diferentes tácticas dilatorias. Se requiere que el 55% de los Estados miembros de la Unión estén de acuerdo para que el Consejo Europeo de su visto bueno a la firma final. Ello, en principio, no plantearía problemas. Sí, en cambio, lo que llegue a ocurrir en los procesos de ratificación de cada parlamento nacional y, luego, en la capacidad de París e Irlanda para conseguir nuevos aliados en su política de rechazo (si es que persiste). A su manera grotesca y pusilánime, Jair Bolsonaro y sus socios del Mercosur han salvado la cumbre del G7 del papelón al que parecía destinada y devuelto a Occidente el simbólico papel paternalista que iba perdiendo. Bolsonaro ha pasado a ser el horrendo personaje que incendia la humanidad en el seno de un conclave de países que ya la incendió y destruyó hace mucho.
efebbro@pagina12.com.ar
Bolsonaro afirma que los incendios en la Amazonía no pueden justificar sanciones internacionales
Publicado: 24 ago 2019 00:22 GMT | Última actualización: 24 ago 2019 01:08 GMT - RT
El presidente de Brasil anunció medidas para
"combatir el fuego y controlar la deforestación" en la selva tropical.
El
presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, manifestó este viernes que el
incendio en la Amazonía no puede ser usado como "pretexto" por otros
países para imponerle sanciones comerciales a ese país suramericano.
"Los incendios forestales existen en todo el mundo y esto no puede servir como pretexto para posibles sanciones internacionales", declaró el mandatario brasileño durante un discurso en cadena nacional, en medio de una creciente presión de la comunidad internacional.
El mensaje del mandatario se produjo horas después de que el presidente francés Emmanuel Macron amagó con bloquear el acuerdo alcanzado este día entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por su sigla en inglés) por las "mentiras" del presidente brasileño.
Bolsonaro también criticó a los países desarrollados que no han avanzado en sus compromisos medioambientales establecidos en el Acuerdo de París, aunque no especificó cuáles.
El Ejecutivo firmó un decreto ordenando la participación de las Fuerzas Armadas en áreas fronterizas, tierras indígenas y otras zonas de conservación de los estados de la Amazonía. Además, ordenó al personal combatir las actividades ilegales y el avance de incendios en la Amazonía.
En su alocución, Bolsonaro señaló que habrá "tolerancia cero" contra la criminalidad en el área ambiental afectada.
Aunado a las acciones de contención, el mandatario afirmó que su Gobierno buscaría el desarrollo de los 20 millones de brasileños que viven en la Amazonía y que durante años "han estado esperando un dinamismo económico proporcional a las riquezas existentes allí".
A pesar de las críticas por el impacto ambiental de la quema de selva, en el marco de una creciente deforestación, la administración Bolsonaro intentó minimizar el problema.
Este viernes, el Ejecutivo emitió un comunicado en el que aseguró que los incendios forestales ocurren "todos los años" en Brasil, y alegó que esta vez "no están fuera de control".
Los focos de incendio aumentaron en Brasil un 85 % en comparación con el año pasado, según datos del gobierno, que entre enero y agosto de 2019 registró 76.720 siniestros de esta naturaleza, un número considerablemente superior a las 41.404 quemas que ocurrieron en el mismo período de 2018.
"Los incendios forestales existen en todo el mundo y esto no puede servir como pretexto para posibles sanciones internacionales", declaró el mandatario brasileño durante un discurso en cadena nacional, en medio de una creciente presión de la comunidad internacional.
El mensaje del mandatario se produjo horas después de que el presidente francés Emmanuel Macron amagó con bloquear el acuerdo alcanzado este día entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por su sigla en inglés) por las "mentiras" del presidente brasileño.
Bolsonaro también criticó a los países desarrollados que no han avanzado en sus compromisos medioambientales establecidos en el Acuerdo de París, aunque no especificó cuáles.
Acciones
En el mensaje de esta noche, Bolsonaro anunció una serie de medidas destinadas a combatir el fuego y controlar la deforestación de la selva tropical, sumida en un incendio descomunal desde hace más de dos semanas.El Ejecutivo firmó un decreto ordenando la participación de las Fuerzas Armadas en áreas fronterizas, tierras indígenas y otras zonas de conservación de los estados de la Amazonía. Además, ordenó al personal combatir las actividades ilegales y el avance de incendios en la Amazonía.
En su alocución, Bolsonaro señaló que habrá "tolerancia cero" contra la criminalidad en el área ambiental afectada.
Aunado a las acciones de contención, el mandatario afirmó que su Gobierno buscaría el desarrollo de los 20 millones de brasileños que viven en la Amazonía y que durante años "han estado esperando un dinamismo económico proporcional a las riquezas existentes allí".
A pesar de las críticas por el impacto ambiental de la quema de selva, en el marco de una creciente deforestación, la administración Bolsonaro intentó minimizar el problema.
Este viernes, el Ejecutivo emitió un comunicado en el que aseguró que los incendios forestales ocurren "todos los años" en Brasil, y alegó que esta vez "no están fuera de control".
Manifestaciones
La inacción del Gobierno brasileño provocó este viernes una oleada de protestas en varias ciudades del mundo. En las capitales de España, Argentina y México, los manifestantes exigieron la dimisión del presidente de Brasil y advirtieron que la catástrofe ambiental que está sucediendo en el país suramericano tiene repercusiones para el mundo entero.Los focos de incendio aumentaron en Brasil un 85 % en comparación con el año pasado, según datos del gobierno, que entre enero y agosto de 2019 registró 76.720 siniestros de esta naturaleza, un número considerablemente superior a las 41.404 quemas que ocurrieron en el mismo período de 2018.
Sin invitación, Bolsonaro estará en cumbre G-7 por crisis en Amazonía
Por:
Si bien el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, no fue invitado a la
cumbre del G-7 que comienza mañana en Biarritz, Francia, la política
antiambientalista que él defiende lo hará presente, en medio de un incendio sin precedentes en la Amazonía.
La víspera, Emmanuel Macron, el jefe de Estado francés y anfitrión del foro de los poderosos, calificó de crisis internacional lo que ocurre en la selva del país sudamericano.
El presidente brasileño reaccionó calificando la postura de Macron de colonialista, e intentó sumar voces con el argumento de que no debería discutirse el asunto sin las naciones de la región presentes.
Tiene razón Bolsonaro en lo de la mentalidad colonialista, porque la misma fue y es una verdad en el actuar de integrantes del G-7, pero viniendo de un político de extrema derecha subordinado a intereses de los ricos, la crítica no le encaja mucho.
No será el mandatario brasileño el único en el banquillo de los acusados en Biarritz, porque aquí estará su par estadounidense, Donald Trump, un detractor del cambio climático que retiró a Washington del acuerdo de París.
Tal vez dentro del G-7 no habrá fuertes denuncias contra los que contaminan y anteponen las ganancias de las transnacionales a la salud del planeta, pero de eso se encargará la contra-cumbre.
En los últimos días, miles de pacifistas, ambientalistas y defensores de un mundo mejor han llegado a las inmediaciones de esta suroccidental ciudad para rechazar el encuentro de los poderosos.
Conferencias, talleres y manifestaciones convocadas por decenas de organizaciones buscan condenar al capitalismo y sus males, como la destrucción del planeta, las guerras, las desigualdades y las crisis económicas y migratorias.
Aunque criminalizados, la inmensa mayoría vino hasta aquí para recordarle de forma pacífica al G-7, que digan lo que digan sus miembros, la verdad es que son responsables de todo esto.
La víspera, Emmanuel Macron, el jefe de Estado francés y anfitrión del foro de los poderosos, calificó de crisis internacional lo que ocurre en la selva del país sudamericano.
“Nuestra casa arde. Literalmente. La Amazonía, el pulmón de nuestro planeta, que produce el 20 por ciento de nuestro oxígeno, está bajo fuego”, escribió en Twitter, generando la cólera de Bolsonaro.Macron instó en la red social a los mandatarios de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Italia, Japón y Reino Unido a abordar el desastre en la reunión prevista hasta el lunes. “Miembros del G-7, nos vemos en dos días para hablar de esta urgencia”, subrayó.
El presidente brasileño reaccionó calificando la postura de Macron de colonialista, e intentó sumar voces con el argumento de que no debería discutirse el asunto sin las naciones de la región presentes.
Tiene razón Bolsonaro en lo de la mentalidad colonialista, porque la misma fue y es una verdad en el actuar de integrantes del G-7, pero viniendo de un político de extrema derecha subordinado a intereses de los ricos, la crítica no le encaja mucho.
No será el mandatario brasileño el único en el banquillo de los acusados en Biarritz, porque aquí estará su par estadounidense, Donald Trump, un detractor del cambio climático que retiró a Washington del acuerdo de París.
Tal vez dentro del G-7 no habrá fuertes denuncias contra los que contaminan y anteponen las ganancias de las transnacionales a la salud del planeta, pero de eso se encargará la contra-cumbre.
En los últimos días, miles de pacifistas, ambientalistas y defensores de un mundo mejor han llegado a las inmediaciones de esta suroccidental ciudad para rechazar el encuentro de los poderosos.
Conferencias, talleres y manifestaciones convocadas por decenas de organizaciones buscan condenar al capitalismo y sus males, como la destrucción del planeta, las guerras, las desigualdades y las crisis económicas y migratorias.
Aunque criminalizados, la inmensa mayoría vino hasta aquí para recordarle de forma pacífica al G-7, que digan lo que digan sus miembros, la verdad es que son responsables de todo esto.
Macron acusa a Bolsonaro de haber “mentido” sobre el clima y pone en duda acuerdo UE-Mercosur
El presidente francés, Emmanuel
Macron, cree que su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, “mintió” sobre
su compromiso con el medio ambiente, ha comunicado este viernes
la Presidencia gala, anunciando que, en estas circunstancias, París se
opone al controvertido acuerdo de libre comercio UE-Mercosur.
“Dada la actitud de Brasil en las últimas semanas, el presidente de la República no puede dejar de constatar que el presidente Bolsonaro le mintió en la Cumbre [del G20] de Osaka”, reza el comunicado del Elíseo, precisando que el mandatario brasileño “ha decidido no respetar sus compromisos climáticos ni comprometerse con la biodiversidad”.
“En estas circunstancias, Francia se opone al acuerdo del Mercosur tal como está”, agrega la Presidencia gala.
“Dada la actitud de Brasil en las últimas semanas, el presidente de la República no puede dejar de constatar que el presidente Bolsonaro le mintió en la Cumbre [del G20] de Osaka”, reza el comunicado del Elíseo, precisando que el mandatario brasileño “ha decidido no respetar sus compromisos climáticos ni comprometerse con la biodiversidad”.
“En estas circunstancias, Francia se opone al acuerdo del Mercosur tal como está”, agrega la Presidencia gala.
Casi 20 días después: Bolsonaro “está analizando” enviar al Ejército para ayudar a extinguir los incendios
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, anunció este viernes que está analizando la posibilidad de enviar al Ejército para colaborar en las tareas de extinción del fuego en la Amazonia, que registra incendios desde hace casi 20 días.
Así, en medio de las críticas que provienen desde distintas partes del mundo por la aparente inacción del Ejecutivo mientras buena parte de la región selvática se quema, el mandatario aseguró: “Haremos lo que esté a nuestro alcance”.
De esta forma, Bolsonaro está considerando impulsar una operación de garantía y orden, que se puede utilizar cuando las fuerzas de seguridad tradicionales están agotadas. Para ello, se requiere la aprobación del jefe de Estado.
Por otro lado, el líder del Partido Social Liberal (PSL) manifestó que dio instrucciones a sus funcionarios para tomar “las medidas necesarias en la lucha contra los focos de incendio en la región de la Amazonia, con el fin de preservar y defender la flora, un patrimonio nacional”.
Está previsto que la jornada de manifestaciones continúe en el resto del mundo. Por ejemplo, en Buenos Aires (Argentina), aquella agrupación —también conocida como Fridays For Future— planifica una movilización frente a la sede diplomática del país vecino a las 16 (hora local), pero también habrá actividades en las provincias de Santa Fe, Neuquén, Entre Ríos y Córdoba.
(Con información de Russia Today)Así, en medio de las críticas que provienen desde distintas partes del mundo por la aparente inacción del Ejecutivo mientras buena parte de la región selvática se quema, el mandatario aseguró: “Haremos lo que esté a nuestro alcance”.
De esta forma, Bolsonaro está considerando impulsar una operación de garantía y orden, que se puede utilizar cuando las fuerzas de seguridad tradicionales están agotadas. Para ello, se requiere la aprobación del jefe de Estado.
Por otro lado, el líder del Partido Social Liberal (PSL) manifestó que dio instrucciones a sus funcionarios para tomar “las medidas necesarias en la lucha contra los focos de incendio en la región de la Amazonia, con el fin de preservar y defender la flora, un patrimonio nacional”.
Manifestaciones en las embajadas de Brasil
Con el lema “SOS Amazonia. Nuestra casa está en llamas”, el grupo internacional Juventud por el Clima propuso realizar protestas este viernes frente a las embajadas de Brasil en distintos países. Una de las primeras convocatorias se realizó en Madrid (España) al mediodía, donde unas 200 personas repudiaron al mandatario sudamericano: “No es fuego, es capitalismo”, “Bolsonaro dimisión”, o “sin Amazonia no hay futuro”, fueron algunas de las consignas coreadas.Está previsto que la jornada de manifestaciones continúe en el resto del mundo. Por ejemplo, en Buenos Aires (Argentina), aquella agrupación —también conocida como Fridays For Future— planifica una movilización frente a la sede diplomática del país vecino a las 16 (hora local), pero también habrá actividades en las provincias de Santa Fe, Neuquén, Entre Ríos y Córdoba.
A la tensión interna contribuye la
imprevisibilidad del nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, y
la del presidente estadounidense, Donald Trump, que aboga por incluir de
nuevo a Rusia.
Este
sábado arranca en la ciudad francesa de Biarritz la cumbre del G7, en
la que presidente francés, Emmanuel Macron, se reunirá en calidad de
anfitrión con los líderes de Alemania, EE.UU., Canadá, Japón, Italia y
Reino Unido.
La tradicional reunión de las siete grandes potencias dará comienzo con una cena de apertura, durante la que los jefes de Estado y de Gobierno intercambiarán sus opiniones sobre los problemas más acuciantes de la agenda internacional en un ambiente informal. Las negociaciones oficiales tendrán lugar el domingo.
La canciller alemana, Angela Merkel, mencionó este sábado en su mensaje semanal de podcast que también se tratará en la cumbre la relación del G7 con Rusia, los incendios
de la Amazonia, el conflicto ucraniano, así como la "frágil" situación
en Libia y Siria y la ampliación de la cooperación con los países
africanos.
El equipo de Macron ha destacado como temas principales la protección medioambiental, la prevención del calentamiento global y la lucha contra la desigualdad en el mundo. Para profundizar en el debate sobre la desigualdad, el mandatario ha invitado a Biarritz a los líderes de Australia, Burkina Faso, Chile, Egipto, India, Ruanda Senegal y Sudáfrica.
Horas antes de la apertura del G7, el líder francés admitió en una grabación compartida este sábado en su perfil de Twitter que "a veces no estamos de acuerdo" sobre "grandes conflictos" y "crisis internacionales" como los de Irán, Siria, Libia y Ucrania, por lo que hizo un llamamiento al consenso. "Quiero que nos pongamos de acuerdo sobre estos temas", dijo.
Asimismo, el mandatario subrayó la necesidad de lograr una desescalada en las disputas comerciales que "dañan a todos" y alentó a los países del G7 a estimular la economía para evitar que las economías mundiales caigan en recesión.
"Se
sabe que en los temas de protección ambiental y comercio multilateral,
las opiniones de EE.UU. y de otras potencias son muy diferentes",
explica a TASS el famoso economista Jacques Sapir, director de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales. "Se pueden esperar muchas palabras hermosas y muy pocas acciones concretas", opina el experto.
A la tensión interna del grupo contribuye la imprevisibilidad del
nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, y la del presidente
estadounidense, Donald Trump, que recientemente se mostró a favor de que
Rusia regresara al G7,
en contra de la opinión de sus pares, idea que ha rechazado Macron,
que, además, se muestra a favor de una línea común europea sobre el
acuerdo nuclear con Irán que abandonó EE.UU. en 2018.
A todo ello se une la inestabilidad de algunos líderes, ya que si Angela Merkel va camino de abandonar la política, el mandatario canadiense, Justin Trudeau, está rodeado de escándalos éticos que perjudican la posibilidad de su reelección el próximo otoño, mientras que el italiano Giuseppe Conte acaba de anunciar su renuncia en plena crisis de gobierno en el país. Por su parte, el propio Macron lleva un año haciendo frente a las prolongadas manifestaciones de los chalecos amarillos.
"Las bajas expectativas no son nada nuevo para el G-7, pero la intención de este año parece ser solo evitar una catástrofe diplomática, salvar lo que sea posible y mostrar a los votantes que sus líderes tienen un papel en el escenario mundial", destaca AP.
Mientras tanto, en la frontera franco-española, entre las ciudades de Hendaya (Francia) e Irún (España) se celebró una 'contracumbre' de los contrarios al foro que salieron a las calles para mostrar su rechazo a las siete potencias más industrializadas del planeta.
La tradicional reunión de las siete grandes potencias dará comienzo con una cena de apertura, durante la que los jefes de Estado y de Gobierno intercambiarán sus opiniones sobre los problemas más acuciantes de la agenda internacional en un ambiente informal. Las negociaciones oficiales tendrán lugar el domingo.
¿De qué hablarán los Siete?
Se prevé que los líderes aborden puntos sustanciales de actualidad, como la guerra comercial entre Washington y Pekín, las fricciones estadounidenses con Irán y la defensa del libre comercio. También se prestará mucha atención a los problemas de seguridad global, incluida la lucha contra el terrorismo y los delitos ambientales, así como la protección contra las ciberamenazas. Igualmente, podrían abordan las protestas en Hong Kong y la crisis en Cachemira.El equipo de Macron ha destacado como temas principales la protección medioambiental, la prevención del calentamiento global y la lucha contra la desigualdad en el mundo. Para profundizar en el debate sobre la desigualdad, el mandatario ha invitado a Biarritz a los líderes de Australia, Burkina Faso, Chile, Egipto, India, Ruanda Senegal y Sudáfrica.
Irán, Siria, Libia y Ucrania
En vísperas de la cita, el presidente francés ya dejó claro que se mantienen bajas las expectativas acerca del apoyo de su homólogo estadounidense a una declaración ambientalista, incluso ahora, cuando los incendios causados por la deforestación están devorando la selva amazónica.Horas antes de la apertura del G7, el líder francés admitió en una grabación compartida este sábado en su perfil de Twitter que "a veces no estamos de acuerdo" sobre "grandes conflictos" y "crisis internacionales" como los de Irán, Siria, Libia y Ucrania, por lo que hizo un llamamiento al consenso. "Quiero que nos pongamos de acuerdo sobre estos temas", dijo.
Asimismo, el mandatario subrayó la necesidad de lograr una desescalada en las disputas comerciales que "dañan a todos" y alentó a los países del G7 a estimular la economía para evitar que las economías mundiales caigan en recesión.
La precariedad de los propios Siete añade incertidumbre
A todo ello se une la inestabilidad de algunos líderes, ya que si Angela Merkel va camino de abandonar la política, el mandatario canadiense, Justin Trudeau, está rodeado de escándalos éticos que perjudican la posibilidad de su reelección el próximo otoño, mientras que el italiano Giuseppe Conte acaba de anunciar su renuncia en plena crisis de gobierno en el país. Por su parte, el propio Macron lleva un año haciendo frente a las prolongadas manifestaciones de los chalecos amarillos.
"Las bajas expectativas no son nada nuevo para el G-7, pero la intención de este año parece ser solo evitar una catástrofe diplomática, salvar lo que sea posible y mostrar a los votantes que sus líderes tienen un papel en el escenario mundial", destaca AP.
Mientras tanto, en la frontera franco-española, entre las ciudades de Hendaya (Francia) e Irún (España) se celebró una 'contracumbre' de los contrarios al foro que salieron a las calles para mostrar su rechazo a las siete potencias más industrializadas del planeta.
Miles de personas marchan contra la cumbre del G7 en Francia
Varios miles de personas han partido de la localidad vasco francesa
de Hendaya en manifestación, convocada por las plataformas Alternatives
G7 y “G7EZ!”, contra la cumbre del G7 de Biarritz en la que participan mandatarios de las principales potencias mundiales.
La marcha ha comenzado, entre aplausos de los asistentes, sobre las 11.15 horas con una pancarta con el lema: “No al G7, construyendo otro mundo”, en castellano, euskera y francés. Los manifestantes portaban banderas de sindicatos, ikurriñas, banderas de Navarra y feministas, así como carteles contra el cambio climático y a favor de personas refugiadas. Un camión con música en directo ha acompañado la movilización.
En cuanto a las 17 detenciones anoche de activistas antiG7 fuera de un campamento de Urrugne, la portavoz de “G7EZ!”, Anabel Sanz, ha afirmado que “había un consenso de resistencia no violenta y para que la contracumbre se desarrollase de forma pacífica y tranquila, y la acampada también”.
No obstante, ha apuntado que “es difícil mantener la protesta tranquila con el nivel de bunkerización y de ocupación casi militar que se está dando estos días”. Según ha asegurado, lo ocurrido ayer se solucionó y las actividades del campamento prosiguieron con normalidad, tras lograr que la Policía “se replegara”.
Una portavoz de la subprefectura de Bayona explicó que una parte de los arrestos se produjeron por los enfrentamientos con las fuerzas del orden durante una manifestación que no había sido solicitada.
Los congregados ocultaban la cara y se negaron a disolverse pese a las advertencias policiales, precisó la portavoz.
Además, hubo otros incidentes cuando un grupo de personas trató de introducirse en la autopista A63 que conduce a la frontera española. Los policías heridos fueron alcanzados por disparos de morteros caseros.
Este sábado a las 11.00 horas local, a pocas horas del inicio oficial de la cumbre del G7 en Biarritz, se ha iniciado una manifestación autorizada que sale desde del puerto de Hendaya y termina en Irún, en el lado español de la frontera.
Los organizadores de la contracumbre, que confían reunir a al menos 10 mil personas. Al término de la marcha se hará público un manifiesto.
Las fuerzas del orden francesas han desplegado un dispositivo de seguridad para la cumbre del G7 integrado por 13 mil 200 policías y gendarmes.
(Con información de EFE)
La marcha ha comenzado, entre aplausos de los asistentes, sobre las 11.15 horas con una pancarta con el lema: “No al G7, construyendo otro mundo”, en castellano, euskera y francés. Los manifestantes portaban banderas de sindicatos, ikurriñas, banderas de Navarra y feministas, así como carteles contra el cambio climático y a favor de personas refugiadas. Un camión con música en directo ha acompañado la movilización.
En cuanto a las 17 detenciones anoche de activistas antiG7 fuera de un campamento de Urrugne, la portavoz de “G7EZ!”, Anabel Sanz, ha afirmado que “había un consenso de resistencia no violenta y para que la contracumbre se desarrollase de forma pacífica y tranquila, y la acampada también”.
No obstante, ha apuntado que “es difícil mantener la protesta tranquila con el nivel de bunkerización y de ocupación casi militar que se está dando estos días”. Según ha asegurado, lo ocurrido ayer se solucionó y las actividades del campamento prosiguieron con normalidad, tras lograr que la Policía “se replegara”.
Una portavoz de la subprefectura de Bayona explicó que una parte de los arrestos se produjeron por los enfrentamientos con las fuerzas del orden durante una manifestación que no había sido solicitada.
Los congregados ocultaban la cara y se negaron a disolverse pese a las advertencias policiales, precisó la portavoz.
Además, hubo otros incidentes cuando un grupo de personas trató de introducirse en la autopista A63 que conduce a la frontera española. Los policías heridos fueron alcanzados por disparos de morteros caseros.
Este sábado a las 11.00 horas local, a pocas horas del inicio oficial de la cumbre del G7 en Biarritz, se ha iniciado una manifestación autorizada que sale desde del puerto de Hendaya y termina en Irún, en el lado español de la frontera.
Los organizadores de la contracumbre, que confían reunir a al menos 10 mil personas. Al término de la marcha se hará público un manifiesto.
Las fuerzas del orden francesas han desplegado un dispositivo de seguridad para la cumbre del G7 integrado por 13 mil 200 policías y gendarmes.
(Con información de EFE)
Detenidas 68 personas en las protestas contra la cumbre del G7 de Biarritz
De todos esos arrestados, 38 quedaron bajo custodia en comisaría.
La Policía francesa disuelve una manifestación de la contracumbre del G7 en Bayona. EFE/Javier Etxezarreta
PARÍS
24/08/2019 23:28 - EFE - PÚBLICO
Un total de 68 personas fueron detenidas en las protestas que se desarrollaron este sábado contra la cumbre del G7
de Biarritz, anunció la Prefectura (delegación del Gobierno) del
departamento de los Pirineos Atlánticos donde se encuentra esa ciudad
vascofrancesa. De todos esos arrestados, 38 quedaron bajo custodia en
comisaría, indicó la Prefectura en un mensaje enviado a Efe.
Se les acusa de haber participado en
concentraciones organizadas con fines violentos, estar en posesión de
objetos susceptibles de ser utilizados como armas, ocultarse el rostro
para no poder ser identificados y lanzar proyectiles contra las fuerzas
del orden.
Los principales altercados tuvieron lugar a última hora de la tarde en el centro de Bayona, a muy pocos kilómetros del faro de Biarritz
donde empezaba la cumbre, cuando unos pocos cientos de personas se
concentraron en el centro de Bayona en una manifestación que no había
sido declarada. Se produjeron choques con las fuerzas del orden en los
alrededores del puente del Saint Esprit y en lo que se conoce como el
Petit Bayonne.
Algunos de los participantes lanzaron proyectiles
contra las fuerzas del orden, que respondieron con gases lacrimógenos,
con cañones de agua y con cargas policiales. Entre los asistentes había
miembros de grupos radicales conocidos como black blocs, así como
algunos chalecos amarillos. Cientos de agentes se habían desplegado en Bayona para intentar evitar los incidentes y hacer frente a posibles altercados.
A mediodía se había celebrado otra marcha, esa declarada y autorizada, entre Hendaya
e Irún en la que participaron entre 9.000 -según la Prefectura- y
15.000 personas -de acuerdo con los organizadores-, y que se desarrolló
sin incidentes. El viernes por la tarde hubo 17 arrestos en unos
incidentes en torno al campamento de la contracumbre en la localidad
vascofrancesa de Urrugne y cuatro policías resultaron heridos leves.
El dispositivo de seguridad francés para la cumbre
del G7 de Biarritz -que termina el lunes- está formado por 13.200
policías y gendarmes, a los que hay que añadir los movilizados en
España, al otro lado de la frontera, del Cuerpo Nacional de Policía y de
las policías autonómicas vasca y navarra.
Continúan en Francia conferencias y talleres de contra-cumbre del G-7
Las consecuencias del capitalismo y el impacto de las multinacionales
en las sociedades sobresalen entre los temas a debate en la
continuación del foro alternativo a la cumbre del G-7 que comenzará aquí
el sábado. El Recinto Ferial de Gipuzkoa (Ficoba) en la pequeña urbe de
Irún, en la vecina España, sigue como el centro de la llamada
contra-cumbre, con conferencias y talleres que atraen a cientos de
pacifistas, ecologistas y defensores de la justicia social de diversas
partes del mundo.
También las localidades del país vasco francés de Urrugne y Hendaye acogen actividades del encuentro para rechazar la reunión de los líderes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, prevista hasta el lunes en una Biarritz blindada por más de 13 mil uniformados.
Los eventos de la contra-cumbre tienen lugar bajo la convocatoria a la construcción de un mundo alternativo al capitalismo y la dictadura de las multinacionales, para superar los males que azotan a la humanidad.
El cambio climático, las guerras, las crisis económicas y sociales, la migración forzada y las desigualdades constituyen algunos de los problemas que para las más de 100 organizaciones presentes son el resultado de la dominación impuesta por las potencias reunidas en el G-7, cuyas políticas condenan.
La víspera, en la inauguración de la contra-cumbre los participantes exigieron que unos pocos no sigan asumiendo que pueden regir los destinos de la comunidad internacional.
Paralelo a los talleres y conferencias se desarrolla la instalación de los activistas en un campamento, como parte de los preparativos para las acciones del fin de semana, que incluirán una gran manifestación el sábado coincidiendo con el comienzo de la cumbre del G-7 y concentraciones el domingo en rechazo a la ‘bunkerización’ de Biarritz.
(Con información de Prensa Latina)
También las localidades del país vasco francés de Urrugne y Hendaye acogen actividades del encuentro para rechazar la reunión de los líderes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, prevista hasta el lunes en una Biarritz blindada por más de 13 mil uniformados.
Los eventos de la contra-cumbre tienen lugar bajo la convocatoria a la construcción de un mundo alternativo al capitalismo y la dictadura de las multinacionales, para superar los males que azotan a la humanidad.
El cambio climático, las guerras, las crisis económicas y sociales, la migración forzada y las desigualdades constituyen algunos de los problemas que para las más de 100 organizaciones presentes son el resultado de la dominación impuesta por las potencias reunidas en el G-7, cuyas políticas condenan.
La víspera, en la inauguración de la contra-cumbre los participantes exigieron que unos pocos no sigan asumiendo que pueden regir los destinos de la comunidad internacional.
Paralelo a los talleres y conferencias se desarrolla la instalación de los activistas en un campamento, como parte de los preparativos para las acciones del fin de semana, que incluirán una gran manifestación el sábado coincidiendo con el comienzo de la cumbre del G-7 y concentraciones el domingo en rechazo a la ‘bunkerización’ de Biarritz.
(Con información de Prensa Latina)
URUGUAY
Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos
Día Internacional del Detenido Desaparecido
Invitamos y agradecemos difusión
Como cada año conmemoramos el Día Internacional del Detenido Desaparecido.
Auditorio Nelly Goitiño, Sala Héctor Tosar
Viernes 30 de Agosto, 19 hs. (puntual), la sala abre sus puertas a las 18.30.
Oratoria a cargo de: Gabriel Delacoste, Martín Fernández y Madres y Familiares.
Actúa: La Tabaré
28 DE AGOSTO PARO GENERAL PARCIAL
Denuncian a ex militar Antonio Romanelli de Cabildo Abierto por su saña en dictadura
Ex presos políticos denunciaron que el actual asesor en temas de seguridad de Cabildo Abierto, el coronel retirado Alberto Romanelli, realizaba en dictadura la custodia del penal de Libertad y se caracterizaba por su “especial saña”.
Coronel retirado Alberto Romanelli. Foto: La Mañana.uy
MILITAR
22 de agosto de 2019, 21:18hs - LR21El 16 de agosto, Cabildo Abierto presentó su plan de gobierno. En
dicho marco, Antonio Romanelli, asesor en materia de seguridad pública,
anunció entre otras iniciativas la creación de una cárcel con áreas de
máxima seguridad para alojar delincuentes de alta peligrosidad, que
quedaría a cargo del Ministerio de Defensa Nacional.
Planteó, asimismo, crear un “cuerpo de serenazgo” con la intención de ocupar en horas de la noche las calles de todas las ciudades, con personal retirado militar y policial.
Según indicaron, el ex militar Antonio Romanelli “fue custodia en el Sector Barracas del penal de Libertad durante la dictadura y se caracterizó por su saña y el antisemitismo”.
De acuerdo a un informe que difundió radio Uruguay, el presidente de la Asociación de ex presos políticos de Uruguay, Gastón Grisoni, expresó que en los años 1978 y 1979 “Romanelli era teniente segundo, pero cumplía la labor de capitán ayudante de Barracas en el penal de Libertad.
“Romanelli fue parte de aquel engranaje. En Sector Barracas fue durísimo y se especializaba en estar al frente de las requisas, los malones y plantones, para generar un clima de terror y amedrentamiento”, dijo Grisoni.
Agregó: “Se caracterizaba por ensañarse con las personas adultas mayores, con problemas psicológicos y fundamentalmente con la gente de la comunidad judía, donde les hacía un seguimiento muy particular. Incluso los mencionaba por su nombre y apellido”.
“Fue un período muy duro y doloroso”, sentenció.
El penal de Libertad albergó desde 1972 a presos políticos.
En mayo de 2018 se inauguró el Espacio Memorial Penal de Libertad a 33 años del retorno a la institucionalidad democrática. Un homenaje a miles de ciudadanos que sin garantías fueron recluidos en condiciones inhumanas y degradantes.
Planteó, asimismo, crear un “cuerpo de serenazgo” con la intención de ocupar en horas de la noche las calles de todas las ciudades, con personal retirado militar y policial.
Dictadura militar
En las últimas horas, un grupo de ex presos políticos durante la pasada dictadura militar (1973-1985) denunció las prácticas de las que era partidario Romanelli en pleno período dictatorial.Según indicaron, el ex militar Antonio Romanelli “fue custodia en el Sector Barracas del penal de Libertad durante la dictadura y se caracterizó por su saña y el antisemitismo”.
De acuerdo a un informe que difundió radio Uruguay, el presidente de la Asociación de ex presos políticos de Uruguay, Gastón Grisoni, expresó que en los años 1978 y 1979 “Romanelli era teniente segundo, pero cumplía la labor de capitán ayudante de Barracas en el penal de Libertad.
“Romanelli fue parte de aquel engranaje. En Sector Barracas fue durísimo y se especializaba en estar al frente de las requisas, los malones y plantones, para generar un clima de terror y amedrentamiento”, dijo Grisoni.
Agregó: “Se caracterizaba por ensañarse con las personas adultas mayores, con problemas psicológicos y fundamentalmente con la gente de la comunidad judía, donde les hacía un seguimiento muy particular. Incluso los mencionaba por su nombre y apellido”.
“Fue un período muy duro y doloroso”, sentenció.
El penal de Libertad albergó desde 1972 a presos políticos.
En mayo de 2018 se inauguró el Espacio Memorial Penal de Libertad a 33 años del retorno a la institucionalidad democrática. Un homenaje a miles de ciudadanos que sin garantías fueron recluidos en condiciones inhumanas y degradantes.