EE.UU. sufre en un fin de semana dos de sus tres tiroteos masivos más mortíferos de 2019
Publicado: 4 ago 2019 20:31 GMT | Última actualización: 4 ago 2019 20:33 GMT - RT
Ya son 251 tiroteos en masa en lo que va de
año, y muchos de ellos han estado ligados al supremacismo blanco. El
presidente Trump es centro de críticas.
Tres tiroteos mortales han azotado EE.UU. en los últimos ocho días, dos de los cuales se encuentran entre los tres
más mortíferos en este país en lo que va de 2019. El año también ha
registrado más tiroteos masivos que días transcurridos: 251 ataques en
216 días.
Esto se desprende de registros de la organización sin fines de lucro Gun Violence Archive, que considera como tiroteo en masa aquel que haya resultado en cuatro o más muertos o heridos de bala sin incluir al atacante. Cumple esa condición tanto el ataque en El Paso (Texas) como el de Dayton (Ohio), con al menos 20 y 9 víctimas mortales respectivamente.
Por su parte, la definición de "asesinato masivo" utilizada por el Departamento de Justicia estadounidense es de "tres o más asesinatos en un mismo incidente". Según The New York Times,
se habla entonces de 32 sucesos de este tipo en este 2019, que además
de los dos últimos tiroteos registrados incluyen los tres fallecidos por
el de Gilroy (California) el pasado 28 de julio.
Patrick Crusius, el presunto supremacista blanco al que atribuyen esa masacre, había publicado un manifiesto antihispano antes del ataque en el que arremetió contra la "invasión" de migrantes latinoamericanos en EE.UU. La tragedia en esa ciudad del sur del país, fronteriza con Ciudad Juárez (México), se cobró ya la vida de seis mexicanos, según el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El sospechoso de perpetrar este tiroteo fue detenido por las autoridades estadounidenses, cuyos arrestos por terrorismo doméstico desde octubre pasado han sido mayoritariamente ligados por el FBI a la supremacía blanca. Los grupos nacionalistas blancos, por su parte, mostraron un crecimiento el año pasado.
Entretanto, varios líderes demócratas han arremetido contra el inquilino de la Casa Blanca, vinculándolo al odio y racismo que se evidencia en la sociedad estadounidense, y señalándolo directamente por no actuar contra la alta disponibilidad de armas de fuego de alta potencia en EE.UU.
"Él [Trump] es responsable de lo que está sucediendo y no está haciendo nada para detener la carnicería y el caos", aseveró a la CNN el senador Cory Booker, precandidato del partido demócrata para las elecciones de 2020. "Este es un momento moral y él está fallando a esta nación", agregó.
Esto se desprende de registros de la organización sin fines de lucro Gun Violence Archive, que considera como tiroteo en masa aquel que haya resultado en cuatro o más muertos o heridos de bala sin incluir al atacante. Cumple esa condición tanto el ataque en El Paso (Texas) como el de Dayton (Ohio), con al menos 20 y 9 víctimas mortales respectivamente.
Terrorismo doméstico
Solo en el estado de Texas han ocurrido 4 de los 10 tiroteos en masa más mortíferos de la historia moderna de EE.UU., destaca la CNN. El Departamento de Justicia anunció que investigará como delito de terrorismo doméstico y crimen de odio el último de esos episodios, el de El Paso.Patrick Crusius, el presunto supremacista blanco al que atribuyen esa masacre, había publicado un manifiesto antihispano antes del ataque en el que arremetió contra la "invasión" de migrantes latinoamericanos en EE.UU. La tragedia en esa ciudad del sur del país, fronteriza con Ciudad Juárez (México), se cobró ya la vida de seis mexicanos, según el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El sospechoso de perpetrar este tiroteo fue detenido por las autoridades estadounidenses, cuyos arrestos por terrorismo doméstico desde octubre pasado han sido mayoritariamente ligados por el FBI a la supremacía blanca. Los grupos nacionalistas blancos, por su parte, mostraron un crecimiento el año pasado.
Trump se pronuncia
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha calificado de "acto de cobardía" el tiroteo de El Paso. Posteriormente se ha referido tanto al de El Paso como al de Dayton como "acto indecible de maldad". Asimismo, se ha solidarizado con las víctimas de ambas masacres y ha ordenado izar a media asta las banderas de su país en honor a los fallecidos. El día anterior, el mandatario había sido visto posando para la cámara durante una boda.Entretanto, varios líderes demócratas han arremetido contra el inquilino de la Casa Blanca, vinculándolo al odio y racismo que se evidencia en la sociedad estadounidense, y señalándolo directamente por no actuar contra la alta disponibilidad de armas de fuego de alta potencia en EE.UU.
"Él [Trump] es responsable de lo que está sucediendo y no está haciendo nada para detener la carnicería y el caos", aseveró a la CNN el senador Cory Booker, precandidato del partido demócrata para las elecciones de 2020. "Este es un momento moral y él está fallando a esta nación", agregó.
Noticias Internacionales Independientes (EE.UU.)
Supremacista blanco mata a 20 personas en tiroteo motivado por el odio en El Paso, Texas
05 Ago. 2019
Al
menos 29 personas murieron en dos asesinatos en masa que sacudieron a
Estados Unidos durante el fin de semana. En la ciudad El Paso, en el
estado de Texas, un pistolero abrió fuego contra un supermercado Walmart
cerca de un centro comercial el sábado. Se cree que el asesino en masa
es Patrick Crusius, un hombre blanco de 21 años que está ahora bajo
custodia policial. El atacante publicó en internet un manifiesto racista
y contra los inmigrantes en el que decía: “[Estoy] defendiendo a mi
país de la sustitución cultural y étnica provocada por una invasión”,
haciéndose eco de los términos utilizados por el presidente
estadounidense, Donald Trump, para describir a los migrantes.
El ataque de El Paso se produjo pocos días después de que otro hombre blanco disparara contra los asistentes al festival Gilroy Garlic en California, matando a tres personas, entre ellas un niño de seis años. Justo antes de ese tiroteo, el atacante promovió un manifiesto en línea contra los inmigrantes. El hecho se produjo días después de que un trabajador de Walmart del estado de Mississippi disparara y matara a dos compañeros de trabajo e hiriera a otros dos. A nivel nacional, se está pidiendo cada vez más que Walmart deje de vender armas y municiones.
La masacre de El Paso está siendo tratada como un acto de terrorismo doméstico. Estas fueron las palabras del fiscal de distrito de El Paso, John Bash.
Fredrick Brennan, el fundador del sitio web 8chan, ha pedido que su sitio sea cerrado después de los eventos en El Paso. El tirador publicó sobre el ataque poco antes de que ocurriera en un tablón de anuncios de 8chan. Se han anunciado al menos tres tiroteos masivos recientes en el sitio, incluida la masacre en dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, en la que murieron 50 musulmanes en marzo. El proveedor de la red de 8chan, Cloudflare, dejó de trabajar con el sitio tras el tiroteo.
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, calificó el ataque de un “acto terrorista contra mexicanos inocentes”. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que siete ciudadanos mexicanos estaban entre los 20 asesinados, declaró que México está considerando medidas para proteger a los mexicanos que se encuentran en Estados Unidos. También dijo que México podría acusar al tirador en los tribunales mexicanos. Los legisladores demócratas están pidiendo que el Senado regrese del receso de agosto para votar sobre dos proyectos de ley sobre seguridad en el mercado de las armas de fuego que ya han sido aprobados en la Cámara de Representantes.
El ataque de El Paso se produjo pocos días después de que otro hombre blanco disparara contra los asistentes al festival Gilroy Garlic en California, matando a tres personas, entre ellas un niño de seis años. Justo antes de ese tiroteo, el atacante promovió un manifiesto en línea contra los inmigrantes. El hecho se produjo días después de que un trabajador de Walmart del estado de Mississippi disparara y matara a dos compañeros de trabajo e hiriera a otros dos. A nivel nacional, se está pidiendo cada vez más que Walmart deje de vender armas y municiones.
La masacre de El Paso está siendo tratada como un acto de terrorismo doméstico. Estas fueron las palabras del fiscal de distrito de El Paso, John Bash.
El fiscal John Bash dijo: “El factor clave aquí es que parece haber una intención de coaccionar o intimidar a la población civil. Eso es lo que encontramos aquí. El ataque, por lo que sabemos a través de los expedientes públicos, ciertamente parece tener la intención de intimidar o coaccionar a la población civil. Así que lo estamos tratando como un caso de terrorismo doméstico”.El fiscal dijo que acusará al tirador de asesinato capital, delito que implica una posible pena de muerte. También podría enfrentar cargos federales por crímenes de odio, que también pueden resultar en una sentencia de pena de muerte.
Fredrick Brennan, el fundador del sitio web 8chan, ha pedido que su sitio sea cerrado después de los eventos en El Paso. El tirador publicó sobre el ataque poco antes de que ocurriera en un tablón de anuncios de 8chan. Se han anunciado al menos tres tiroteos masivos recientes en el sitio, incluida la masacre en dos mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, en la que murieron 50 musulmanes en marzo. El proveedor de la red de 8chan, Cloudflare, dejó de trabajar con el sitio tras el tiroteo.
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, calificó el ataque de un “acto terrorista contra mexicanos inocentes”. El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que siete ciudadanos mexicanos estaban entre los 20 asesinados, declaró que México está considerando medidas para proteger a los mexicanos que se encuentran en Estados Unidos. También dijo que México podría acusar al tirador en los tribunales mexicanos. Los legisladores demócratas están pidiendo que el Senado regrese del receso de agosto para votar sobre dos proyectos de ley sobre seguridad en el mercado de las armas de fuego que ya han sido aprobados en la Cámara de Representantes.
Pistolero con pasado misógino mata a 9 personas provocando una masacre en Dayton, Ohio
05 Ago. 2019
Horas
después del horrible ataque de El Paso, en las primeras horas de la
madrugada del domingo, un hombre armado abrió fuego con un rifle de alto
calibre frente a un bar en un popular distrito de entretenimiento del
centro de la ciudad de Dayton, en el estado de Ohio, matando a nueve
personas e hiriendo a otras doce, todo en menos de un minuto. La policía
mató al sospechoso en la escena, quien fue identificado como Connor
Betts, un hombre blanco de 24 años. El asesino tiene un historial de
amenazar a las mujeres, y sus antiguos compañeros de clase dicen que
cuando asistía a la escuela secundaria tenía una “lista de gente para
asesinar” y una “lista de gente para violar”. La mayoría de las víctimas
tenían entre 20 y 30 años, y en su mayor parte eran negras. Una de las
víctimas, Megan Betts, era la hermana del atacante.
En una vigilia celebrada el domingo, la multitud interrumpió un discurso del gobernador republicano de Ohio, Mike DeWine, con gritos de “Tiene que hacer un cambio” y “¡Haga algo!”.
En una vigilia celebrada el domingo, la multitud interrumpió un discurso del gobernador republicano de Ohio, Mike DeWine, con gritos de “Tiene que hacer un cambio” y “¡Haga algo!”.
Gobernador Mike DeWine: “Y, por supuesto, como gobernador, estoy aquí representando a toda la gente del estado de Ohio”.
Multitud: “¡Haga algo!”.
Gobernador Mike DeWine: “Estamos aquí esta noche…”.
Multitud: “¡Haga algo! ¡Haga algo!”.
Gobernador Mike DeWine: “porque todos queremos [inaudible]”.
Multitud: “¡Haga algo!”
Gobernador Mike DeWine: “Sabemos que no podemos…”.
Multitud: “¡Haga algo! ¡Haga algo!”.
Gobernador Mike DeWine: “…aliviar el dolor de las familias que han perdido a alguien”.
Multitud: “¡Haga algo! ¡Haga algo! ¡Tiene el poder de hacer un cambio!”.También el domingo, el capitán del equipo de fútbol Philadelphia Union, Alejandro Bedoya, tomó un micrófono del campo después de marcar un gol, y exigió que el Congreso tomara medidas después de los dos tiroteos.
Alejandro Bedoya: “Eh, Congreso, ¡haga algo ahora! ¡Termine con la violencia armada! ¡Vamos!”.Estas fueron las palabras de Alejandro Bedoya. Él dijo: “Congreso, haga algo ahora. Termine con la violencia armada”. Bedoya vive en el estado de Florida a solo 15 minutos del lugar donde ocurrió la masacre de Parkland en febrero de 2018.
El autor del tiroteo de El Paso (EEUU) quería matar "mexicanos"
Patrick Crusius, de 21 años, le confesó a la policía
que fue él quien abrió fuego en el centro comercial de la ciudad
fronteriza porque quería matar "mexicanos", según un documento al que ha
tenido acceso el diario 'The Whashington Post'
Una mujer reza durante una misa por las víctimas mortales del tiroteo en El Paso, Texas. - EFE
madrid
09/08/2019 22:00 - PÚBLICO
EFE
El autor del tiroteo de El Paso (Texas, EE.UU.), donde murieron veintidós personas
el fin de semana pasado, confesó a la policía cuando fue detenido que
su objetivo era matar a "mexicanos", según un documento al que tuvo
acceso hoy el diario "The Washington Post".
El supuesto responsable del ataque, Patrick Crusius,
de 21 años, dijo a la policía que él era quien abrió fuego contra una
multitud en un centro comercial Walmart de la ciudad fronteriza de El
Paso al que suelen acudir a comprar muchos ciudadanos mexicanos.
Crusius condujo casi diez horas, desde Allen hasta El
Paso, para cometer la matanza en ese supermercado y supuestamente
publicó un manifiesto en internet en el que aseguró que el ataque era
una "respuesta a la invasión hispana de Texas".
Según el documento al que ha tenido acceso el
periódico, Crusius se encontraba dentro de su vehículo cerca del Walmart
cuando fue detenido tras la matanza. Salió de su coche con las manos en
alto y se identificó a la policía: "Yo soy el autor del tiroteo".
El documento está escrito por el detective Adrián García, quien cuenta
que, ya en custodia policial, Crusius reconoció que, "una vez que llegó a
la tienda, abrió fuego usando un (rifle de asalto) AK-47 y disparando a
múltiples víctimas inocentes".
Las autoridades federales han descrito el ataque de Crusius como un delito de terrorismo doméstico
y han dicho que están evaluando imputarlo por delitos de odio, lo que
sumado a los cargos de asesinato podría hacer que se enfrentara a la
pena de muerte. De los veintidós fallecidos en el tiroteo, ocho eran
ciudadanos mexicanos y, por eso, el canciller de México, Marcelo Ebrard,
ha dicho que estudia pedir a Estados Unidos la extradición del acusado.
Tiroteo de Ohio
Para abordar este y otros asuntos, el próximo martes
se celebrará una reunión en Ciudad de México entre autoridades de alto
nivel de México y EE.UU., informó este jueves el Gobierno mexicano. El
tiroteo en El Paso se produjo horas antes de que otro hombre blanco,
identificado como Connor Betts, abriera fuego en una popular zona
de ocio de la localidad de Dayton (Ohio), matando entre otros a su
hermana Megan, de 22 años, la víctima más joven de esa tragedia.
Esos tiroteos, ocurridos con trece horas de diferencia, han reavivado el debate por el control de armas en EE.UU.,
donde el Congreso lleva más de dos décadas sin aprobar una ley que
limite significativamente la posesión de estas, en parte debido a la
influencia de la poderosa Asociación Nacional del Rifle
México se plantea demandar a EE.UU. por terrorismo contra mexicanos en su territorio "por primera vez en la historia" tras el tiroteo de El Paso
Publicado: 4 ago 2019 21:59 GMT | Última actualización: 4 ago 2019 22:09 GMT - RT
El
secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Luis Ebrard, en
el marco de una rueda de prensa ha anunciado este 4 de agosto que a la
Fiscalía de la República se la va a proporcionar "toda la información
necesaria para que puedan iniciar la denuncia por terrorismo" contra
EE.UU. en relación con el tiroteo en Texas de este 3 de agosto, en el
que fallecieron tres ciudadanos de ese país.
Más información, en breve.
Más información, en breve.
¿Qué tiene que ver la crisis migratoria con los tiroteos masivos en EEUU?
©
REUTERS / Jose Luis Gonzalez
23:20 04.08.2019(actualizada a las 00:32 05.08.2019) SPUTNIK NEWS
Noticias Internacionales Independientes (EE.UU.)
El país de Trump: violencia con armas de fuego y guerra contra los inmigrantes
09 de agosto de 2019
Amy Goodman y Denis Moynihan
El pasado fin de semana, Estados Unidos se vio sacudido por dos tiroteos en masa. El primero fue en El Paso, Texas. La masacre de 22 personas en el Walmart del centro comercial Cielo Vista ubicado en El Paso fue obra de un supremacista blanco. En un manifiesto que presuntamente habría publicado en internet poco antes de la masacre se hace eco de la retórica antiinmigrante y antilatina del presidente Donald Trump. “Este ataque es una respuesta a la invasión de latinos en Texas”, escribió el presunto agresor.
Más tarde esa misma noche, en Dayton, Ohio, una gran multitud de personas estaba disfrutando de la oferta de entretenimiento disponible en el céntrico barrio conocido como Distrito Historico de Oregon cuando otro hombre blanco de unos 20 años de edad abrió fuego y llegó a asesinar a nueve personas en unos 30 segundos, hasta que la policía intervino y lo mató a él. Entre sus víctimas estaba su hermana. A diferencia del asesino de El Paso, el agresor de Dayton no dejó ningún “manifiesto” para explicar su motivación para el tiroteo, pero en el pasado había manifestado fantasías violentas, así como una obsesión con los tiroteos en masa, y sus compañeros de clase declararon que tenía una lista de personas para violar y matar cuando estaba en secundaria. La misoginia muy a menudo se vincula con los asesinos en masa.
Estos horrendos ataques le han dado un nuevo impulso político al reclamo por un cambio en las fallidas leyes de armas que durante demasiado tiempo han convertido virtualmente a Estados Unidos en una zona de fuego libre.
El lunes, el presidente Trump leyó un discurso en el que insistió con argumentos en torno a la salud mental y los videojuegos violentos, siguiendo en gran medida la línea de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por su sigla en inglés). En un pasaje del discurso, en el que pareció insinuar su apoyo a una ley nacional de “alerta” que permita la confiscación de armas por orden judicial a una persona considerada una amenaza para otros o para sí misma, Trump dijo: “Las enfermedades mentales y el odio presionan el gatillo, no el arma”. Sin embargo, las personas que padecen enfermedades mentales tienen muchas más probabilidades de ser víctimas de la violencia con armas de fuego que autoras de la misma. El presidente también pidió la pena de muerte para los tiradores en masa.
El asesino de Dayton está muerto, pero el agresor de El Paso se entregó a un oficial de policía no muy lejos de la escena del crimen. Su declaración en internet comenzaba diciendo: “Apoyo al tirador de Christchurch y a su manifiesto”. En realidad, la forma en que la líder del gobierno de Nueva Zelanda y la sociedad en general respondieron a esa masacre ocurrida en marzo de este año, en la cual 51 musulmanes fueron asesinados, debería ser el modelo para lo que sucede en Estados Unidos.
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, es la jefa de Estado más joven del mundo. Tras la masacre de Christchurch, cometida por un solo hombre armado con un arsenal de rifles semiautomáticos obtenidos legalmente, Ardern inmediatamente impuso la prohibición de casi todas las armas semiautomáticas y de estilo militar a través del Parlamento. En una audiencia en el Parlamento de su país, declaró: “Cincuenta personas han muerto y ya no tienen voz. Nosotros, los miembros de esta Cámara, somos su voz”. Menos de un mes después de la masacre, la prohibición de armas de asalto se convirtió en ley en Nueva Zelanda.
Trump llamó a la primera ministra para expresarle sus condolencias. Ardern hizo los siguientes comentarios sobre la llamada: “Preguntó qué apoyo podría brindar Estados Unidos. Mi mensaje fue ‘compasión y amor para todas las comunidades musulmanas’”. Al dirigirse a su nación tras la masacre, Ardern expresó: “Muchas de las personas que se han visto directamente afectadas por este tiroteo podrían ser migrantes que han venido a Nueva Zelanda, o incluso personas refugiadas en nuestro país. Han elegido hacer de Nueva Zelanda su hogar, y este es su hogar. Ellos son nosotros. La persona que ha perpetrado esta violencia contra nosotros, no lo es. No tiene lugar en Nueva Zelanda”.
El miércoles, antes de salir de la Casa Blanca para visitar a los sobrevivientes en Dayton y El Paso, Trump se negó a retractarse del uso de la palabra “invasión”, que ha empleado en reiteradas ocasiones para describir la llegada de inmigrantes y solicitantes de asilo a través de la frontera sur estadounidense. Según la organización Media Matters for America, “entre enero y febrero, la página de Facebook del presidente Donald Trump publicó unos 2.200 anuncios que se referían a la inmigración como una ‘invasión’”. Su uso de la palabra “invasión” fue invocado como justificación por los asesinos de El Paso y Christchurch este año, y por el asesino de Pittsburgh el año pasado. En esa ciudad, el agresor ingresó a una sinagoga y mató a tiros a 11 fieles judíos, que él creía que apoyaban a los “invasores”.
La respuesta en Nueva Zelanda fue prohibir las armas semiautomáticas y de asalto y recibir con los brazos abiertos a las diversas comunidades de inmigrantes. En Estados Unidos, con el gobierno de Trump, está sucediendo lo contrario. El próximo mes entrarán en vigencia en Texas una serie de leyes que reducen las restricciones en cuanto al uso de armas; por ejemplo, se anulará la prohibición de portar armas en escuelas e iglesias. El miércoles, el día en que Trump estaba aparentemente consolando a los sobrevivientes heridos en Dayton y El Paso, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas llevó a cabo la mayor redada en lugares de trabajo en un mismo estado. En la operación, realizada en varias plantas procesadoras de alimentos de Mississippi, los agentes del Servicio de Inmigración arrestaron a 680 personas, a las que acusaron de ser indocumentadas.
El flagelo de las armas de fuego y la guerra contra los inmigrantes no se detienen.
© 2019 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
El pasado fin de semana, Estados Unidos se vio sacudido por dos tiroteos en masa. El primero fue en El Paso, Texas. La masacre de 22 personas en el Walmart del centro comercial Cielo Vista ubicado en El Paso fue obra de un supremacista blanco. En un manifiesto que presuntamente habría publicado en internet poco antes de la masacre se hace eco de la retórica antiinmigrante y antilatina del presidente Donald Trump. “Este ataque es una respuesta a la invasión de latinos en Texas”, escribió el presunto agresor.
Más tarde esa misma noche, en Dayton, Ohio, una gran multitud de personas estaba disfrutando de la oferta de entretenimiento disponible en el céntrico barrio conocido como Distrito Historico de Oregon cuando otro hombre blanco de unos 20 años de edad abrió fuego y llegó a asesinar a nueve personas en unos 30 segundos, hasta que la policía intervino y lo mató a él. Entre sus víctimas estaba su hermana. A diferencia del asesino de El Paso, el agresor de Dayton no dejó ningún “manifiesto” para explicar su motivación para el tiroteo, pero en el pasado había manifestado fantasías violentas, así como una obsesión con los tiroteos en masa, y sus compañeros de clase declararon que tenía una lista de personas para violar y matar cuando estaba en secundaria. La misoginia muy a menudo se vincula con los asesinos en masa.
Estos horrendos ataques le han dado un nuevo impulso político al reclamo por un cambio en las fallidas leyes de armas que durante demasiado tiempo han convertido virtualmente a Estados Unidos en una zona de fuego libre.
El lunes, el presidente Trump leyó un discurso en el que insistió con argumentos en torno a la salud mental y los videojuegos violentos, siguiendo en gran medida la línea de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por su sigla en inglés). En un pasaje del discurso, en el que pareció insinuar su apoyo a una ley nacional de “alerta” que permita la confiscación de armas por orden judicial a una persona considerada una amenaza para otros o para sí misma, Trump dijo: “Las enfermedades mentales y el odio presionan el gatillo, no el arma”. Sin embargo, las personas que padecen enfermedades mentales tienen muchas más probabilidades de ser víctimas de la violencia con armas de fuego que autoras de la misma. El presidente también pidió la pena de muerte para los tiradores en masa.
El asesino de Dayton está muerto, pero el agresor de El Paso se entregó a un oficial de policía no muy lejos de la escena del crimen. Su declaración en internet comenzaba diciendo: “Apoyo al tirador de Christchurch y a su manifiesto”. En realidad, la forma en que la líder del gobierno de Nueva Zelanda y la sociedad en general respondieron a esa masacre ocurrida en marzo de este año, en la cual 51 musulmanes fueron asesinados, debería ser el modelo para lo que sucede en Estados Unidos.
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, es la jefa de Estado más joven del mundo. Tras la masacre de Christchurch, cometida por un solo hombre armado con un arsenal de rifles semiautomáticos obtenidos legalmente, Ardern inmediatamente impuso la prohibición de casi todas las armas semiautomáticas y de estilo militar a través del Parlamento. En una audiencia en el Parlamento de su país, declaró: “Cincuenta personas han muerto y ya no tienen voz. Nosotros, los miembros de esta Cámara, somos su voz”. Menos de un mes después de la masacre, la prohibición de armas de asalto se convirtió en ley en Nueva Zelanda.
Trump llamó a la primera ministra para expresarle sus condolencias. Ardern hizo los siguientes comentarios sobre la llamada: “Preguntó qué apoyo podría brindar Estados Unidos. Mi mensaje fue ‘compasión y amor para todas las comunidades musulmanas’”. Al dirigirse a su nación tras la masacre, Ardern expresó: “Muchas de las personas que se han visto directamente afectadas por este tiroteo podrían ser migrantes que han venido a Nueva Zelanda, o incluso personas refugiadas en nuestro país. Han elegido hacer de Nueva Zelanda su hogar, y este es su hogar. Ellos son nosotros. La persona que ha perpetrado esta violencia contra nosotros, no lo es. No tiene lugar en Nueva Zelanda”.
El miércoles, antes de salir de la Casa Blanca para visitar a los sobrevivientes en Dayton y El Paso, Trump se negó a retractarse del uso de la palabra “invasión”, que ha empleado en reiteradas ocasiones para describir la llegada de inmigrantes y solicitantes de asilo a través de la frontera sur estadounidense. Según la organización Media Matters for America, “entre enero y febrero, la página de Facebook del presidente Donald Trump publicó unos 2.200 anuncios que se referían a la inmigración como una ‘invasión’”. Su uso de la palabra “invasión” fue invocado como justificación por los asesinos de El Paso y Christchurch este año, y por el asesino de Pittsburgh el año pasado. En esa ciudad, el agresor ingresó a una sinagoga y mató a tiros a 11 fieles judíos, que él creía que apoyaban a los “invasores”.
La respuesta en Nueva Zelanda fue prohibir las armas semiautomáticas y de asalto y recibir con los brazos abiertos a las diversas comunidades de inmigrantes. En Estados Unidos, con el gobierno de Trump, está sucediendo lo contrario. El próximo mes entrarán en vigencia en Texas una serie de leyes que reducen las restricciones en cuanto al uso de armas; por ejemplo, se anulará la prohibición de portar armas en escuelas e iglesias. El miércoles, el día en que Trump estaba aparentemente consolando a los sobrevivientes heridos en Dayton y El Paso, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas llevó a cabo la mayor redada en lugares de trabajo en un mismo estado. En la operación, realizada en varias plantas procesadoras de alimentos de Mississippi, los agentes del Servicio de Inmigración arrestaron a 680 personas, a las que acusaron de ser indocumentadas.
El flagelo de las armas de fuego y la guerra contra los inmigrantes no se detienen.
© 2019 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
EE.UU., las armas y los hilos de la Asociación Nacional del Rifle
Un país donde
han existido 255 tiroteos masivos en lo que va de año
La
declaración del presidente estadounidense, Donald Trump, de que
apoyaría verificaciones de antecedentes más amplias para los compradores
de armas de fuego, choca con las advertencias de la Asociación Nacional
del Rifle (NRA).
Luego
de los tiroteos de los días 3 y 4 de agosto en El Paso, Texas, y
Dayton, Ohio, los cuales dejaron en total un saldo de 31 muertos y 51
heridos, el gobernante republicano trató de desviar la atención de
medidas que pudieran llevar a un mayor control de esos artefactos. Desde
masacres anteriores, muchos grupos y sectores del país demandan
acciones como prohibir que los civiles posean armas de asalto y elevar a
21 años la edad mínima para adquirir armamento de fuego, ninguna de las
cuales ha tenido respaldo del jefe de Estado.
En su declaración pública del 5 de agosto en la Casa Blanca, el mandatario vinculó los tiroteos masivos con los ‘rincones oscuros de Internet’, las redes sociales, los videojuegos y las enfermedades mentales, al tiempo que habló de algunas medidas posibles sobre esas áreas específicas.
Con una sola frase Trump se encargó de desvincular los tiroteos masivos de las armas de fuego: ‘La enfermedad mental y el odio aprietan el gatillo, no las armas’, lo cual parece ser una especie de mantra de las personas que se oponen a regulaciones más rigurosas para la portación de esos artefactos.
Aunque no lo mencionó en el discurso, en un tuit publicado ese mismo día el presidente se pronunció a favor de ampliar las verificaciones de antecedentes y, sin dar detalles, sugirió vincular el tema a una reforma migratoria que no ha tenido avance en el Congreso.
El 7 de agosto, al salir de la Casa Blanca para realizar visitas a Dayton y El Paso, declaró a reporteros que existe un gran apetito por la verificación de antecedentes, aunque dijo dudar que vaya a haber un movimiento para prohibir las armas de asalto como las utilizadas en muchas masacres que han tenido lugar en el país.
De acuerdo con el diario The Washington Post, Trump ha dicho repetidamente a legisladores y ayudantes en conversaciones privadas que está dispuesto a respaldar extensas verificaciones de antecedentes, lo que provocó una advertencia de la NRA.
Las declaraciones anteriores de Trump de apoyo a controles de armas más estrictos, incluso después del tiroteo mortal en Parkland, Florida, en febrero de 2018, fracasaron sin un impulso sostenido del gobernante y sin el apoyo del principal grupo de presión de las armas o los legisladores republicanos.
Según el Post, el presidente ejecutivo de la NRA, Wayne LaPierre, habló con Trump el 6 de agosto para decirle que las verificaciones de antecedentes no serían populares entre sus partidarios.
Funcionarios dijeron al periódico bajo condición de anonimato que LaPierre también argumentó en contra de los méritos del proyecto de ley sobre el tema promovido por el senador republicano Patrick Toomey y el demócrata Joe Manchin, el cual ampliaría las verificaciones para abarcar casi todas las ventas de armas de fuego.
La televisora NBC News reportó que la NRA gastó 1,6 millones de dólares durante la primera mitad del año en presionar al Congreso contra leyes que promulgarían verificaciones de antecedentes más estrictas.
Uno de los proyectos contra los que apunta el grupo de cabildeo es el H.R.8, una propuesta bipartidista que fue aprobada en febrero por la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, aún no votada en el Senado de mayoría republicana.
Ello demuestra una vez más los muchos hilos movidos por el gran lobby de armas para evitar cualquier medida que pueda afectar la comercialización de esos artefactos, y explica por qué, tras cada tiroteo masivo, los llamados al control incluyen también fuertes condenas contra la NRA.
Candidatos presidenciales demócratas en los últimos días hacen fuertes demandas de reformas que incluyan verificaciones universales de antecedentes, y prohibiciones de rifles de asalto y municiones de alta capacidad, mientras critican la influencia de la NRA sobre los republicanos.
En respuesta, el lobby emitió un comunicado en el que acusó a los aspirantes de la fuerza azul a la Casa Blanca de politizar la tragedia y demonizar a la asociación y sus cinco millones de miembros.
Mediante esa declaración, el grupo de cabildeo ratificó su rechazo a expandir las verificaciones de antecedentes, al decir que debe haber evidencia real de peligro para evitar el acceso de una persona a las armas, ‘y no podemos sacrificar los derechos constitucionales de nadie sin el debido proceso’.
El panorama de los grupos que apoyan el control de armas en 2019 es diferente y más favorable al que enfrentaron tras otros tiroteos masivos, dado que cuentan con una mayor organización y respaldo, mientras la NRA lidia con problemas internos.
A decir del diario The New York Times, las principales organizaciones de control de armas, impulsadas por fondos de partidarios como el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg y redes de base en todo el país, han ayudado a promulgar nuevas leyes, principalmente en estados controlados por los demócratas.
Pero las ventajas estructurales del lobby de armas, construidas durante décadas y defendidas por Trump y los republicanos del Congreso, siguen vigentes, incluido un presupuesto de la NRA que eclipsa lo gastado por Bloomberg, advirtió el medio.
Además, la mayoría republicana en el Senado ignora los intentos de avalar una legislación en la materia, y la base de votantes primarios de la fuerza roja siguen prestando atención a los candidatos apoyados por la NRA para darles su aprobación.
Tal escenario vuelve a generar escepticismo acerca de si es posible aprobar medidas concretas contra la violencia armada en un país donde han existido 255 tiroteos masivos en lo que va de año.
En su declaración pública del 5 de agosto en la Casa Blanca, el mandatario vinculó los tiroteos masivos con los ‘rincones oscuros de Internet’, las redes sociales, los videojuegos y las enfermedades mentales, al tiempo que habló de algunas medidas posibles sobre esas áreas específicas.
Con una sola frase Trump se encargó de desvincular los tiroteos masivos de las armas de fuego: ‘La enfermedad mental y el odio aprietan el gatillo, no las armas’, lo cual parece ser una especie de mantra de las personas que se oponen a regulaciones más rigurosas para la portación de esos artefactos.
Aunque no lo mencionó en el discurso, en un tuit publicado ese mismo día el presidente se pronunció a favor de ampliar las verificaciones de antecedentes y, sin dar detalles, sugirió vincular el tema a una reforma migratoria que no ha tenido avance en el Congreso.
El 7 de agosto, al salir de la Casa Blanca para realizar visitas a Dayton y El Paso, declaró a reporteros que existe un gran apetito por la verificación de antecedentes, aunque dijo dudar que vaya a haber un movimiento para prohibir las armas de asalto como las utilizadas en muchas masacres que han tenido lugar en el país.
De acuerdo con el diario The Washington Post, Trump ha dicho repetidamente a legisladores y ayudantes en conversaciones privadas que está dispuesto a respaldar extensas verificaciones de antecedentes, lo que provocó una advertencia de la NRA.
Las declaraciones anteriores de Trump de apoyo a controles de armas más estrictos, incluso después del tiroteo mortal en Parkland, Florida, en febrero de 2018, fracasaron sin un impulso sostenido del gobernante y sin el apoyo del principal grupo de presión de las armas o los legisladores republicanos.
Según el Post, el presidente ejecutivo de la NRA, Wayne LaPierre, habló con Trump el 6 de agosto para decirle que las verificaciones de antecedentes no serían populares entre sus partidarios.
Funcionarios dijeron al periódico bajo condición de anonimato que LaPierre también argumentó en contra de los méritos del proyecto de ley sobre el tema promovido por el senador republicano Patrick Toomey y el demócrata Joe Manchin, el cual ampliaría las verificaciones para abarcar casi todas las ventas de armas de fuego.
La televisora NBC News reportó que la NRA gastó 1,6 millones de dólares durante la primera mitad del año en presionar al Congreso contra leyes que promulgarían verificaciones de antecedentes más estrictas.
Uno de los proyectos contra los que apunta el grupo de cabildeo es el H.R.8, una propuesta bipartidista que fue aprobada en febrero por la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, aún no votada en el Senado de mayoría republicana.
Ello demuestra una vez más los muchos hilos movidos por el gran lobby de armas para evitar cualquier medida que pueda afectar la comercialización de esos artefactos, y explica por qué, tras cada tiroteo masivo, los llamados al control incluyen también fuertes condenas contra la NRA.
Candidatos presidenciales demócratas en los últimos días hacen fuertes demandas de reformas que incluyan verificaciones universales de antecedentes, y prohibiciones de rifles de asalto y municiones de alta capacidad, mientras critican la influencia de la NRA sobre los republicanos.
En respuesta, el lobby emitió un comunicado en el que acusó a los aspirantes de la fuerza azul a la Casa Blanca de politizar la tragedia y demonizar a la asociación y sus cinco millones de miembros.
Mediante esa declaración, el grupo de cabildeo ratificó su rechazo a expandir las verificaciones de antecedentes, al decir que debe haber evidencia real de peligro para evitar el acceso de una persona a las armas, ‘y no podemos sacrificar los derechos constitucionales de nadie sin el debido proceso’.
El panorama de los grupos que apoyan el control de armas en 2019 es diferente y más favorable al que enfrentaron tras otros tiroteos masivos, dado que cuentan con una mayor organización y respaldo, mientras la NRA lidia con problemas internos.
A decir del diario The New York Times, las principales organizaciones de control de armas, impulsadas por fondos de partidarios como el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg y redes de base en todo el país, han ayudado a promulgar nuevas leyes, principalmente en estados controlados por los demócratas.
Pero las ventajas estructurales del lobby de armas, construidas durante décadas y defendidas por Trump y los republicanos del Congreso, siguen vigentes, incluido un presupuesto de la NRA que eclipsa lo gastado por Bloomberg, advirtió el medio.
Además, la mayoría republicana en el Senado ignora los intentos de avalar una legislación en la materia, y la base de votantes primarios de la fuerza roja siguen prestando atención a los candidatos apoyados por la NRA para darles su aprobación.
Tal escenario vuelve a generar escepticismo acerca de si es posible aprobar medidas concretas contra la violencia armada en un país donde han existido 255 tiroteos masivos en lo que va de año.
Xenofobia en EEUU, combinación de causas
por Marcelo Colussi
LA HAINE - 08/08/2019
"Maté en respuesta a la invasión hispana. Matar tantos mexicanos como fuera posible." Patrick Crusius, asesino en El Paso, Texas
EEUU,
autoproclamado campeón de la libertad y de la democracia, lo que menos
tiene es, justamente, libertad y democracia. El espinoso tema de los
migrantes indocumentados lo deja ver con palmaria evidencia.
No es ninguna novedad que Latinoamérica representa su “patio trasero”, su supuestamente natural resguardo geoestratégico, proveedor de materias primas a precios regalados y obligado cliente para sus productos. Pero además de todo ello: fuente inagotable de mano de obra barata. Muchos de los trabajos realizados en EEUU son efecto de los millones de latinoamericanos que residen en su territorio, en muy buena medida, en calidad irregular en términos migratorios.
La economía del imperio conoce a la perfección ese carácter “ilegal” (en términos administrativos) de buena parte de la masa trabajadora, y se aprovecha. Siempre ha habido persecución de los inmigrantes irregulares, con lo que se consuma un descarado chantaje: esos trabajadores, huyendo de sus países de origen por la precarias condiciones socio-económicas en que sobreviven, son aprovechados por el capital norteamericano para, chantaje mediante, pagarle sueldos muy bajos en relación a la media estadounidense. Pero pese a que esos ingresos son bajos en términos comparativos, para los latinoamericanos llegados a aquel país, tales salarios representan una “salvación”. Aun viviendo en condiciones indignas, se permiten ahorrar y enviar remesas a sus familiares en América Latina y el Caribe, con lo que se atenúa un poco la grave situación en los países expulsores.
Todo el mundo sabe esto: autoridades estadounidenses y latinoamericanas. Pero estas últimas prefieren ignorar las condiciones paupérrimas y de sobreexplotación de esa masa de gente, y más aún, el calvario que deben atravesar para llegar a suelo norteamericano, por cuanto esos dólares enviados a su territorio ayudan a soportar mejor la pobreza local. De hecho, en muchos países de la región, las remesas representan entre un 15 a 20% del PIB, llegando en algunos casos hasta un tercio de su economía global. Sin dudas, ningún gobierno de la zona desea perder esa suerte de subsidio; de ahí su silencio cómplice con la desdicha de sus conciudadanos.
Por otro lado, los capitales estadounidenses sacan provecho de esa enorme masa de inmigrantes indocumentados. En una nota del The New York Times firmada por Eduardo Porter, se afirma sin vergüenza que “mientras más trabajadores crucen la frontera, inevitablemente se reducirá el costo del trabajo. Su mano de obra barata aumenta la producción económica y reduce los costos.” (…) “Ocho de los quince empleos que tendrán el crecimiento más rápido entre 2014 y 2024 -asistentes para cuidar a enfermos en el hogar, preparadores de comida, conserjes en edificios comerciales y otros trabajos similares- no requieren de ninguna preparación”, por lo que el aprovechamiento (explotación despiadada) de inmigrantes hispanos está asegurado.
¿Por qué ahora, desde la llegada a la Casa Blanca del presidente Donald Trump, se da esta lucha frontal contra los inmigrantes irregulares?
Hay en todo ello un inmoral y despreciable doble rasero: se dice una cosa, y se hace exactamente lo contrario. Ello se evidencia en varios aspectos. Por ejemplo: son denigrados y detenidos/deportados inmigrantes mexicanos y centroamericanos, pero se pone el grito en el cielo -golpes de pecho incluidos- con la población que sale de la “narco-dictadura sangrienta” de Venezuela. Habría inmigrantes “buenos” y “malos” entonces.
Como mínimo, se podrían apuntar tres causas para comprender este endurecimiento de la actual política migratoria del presidente Trump y de su equipo ultra conservador y de derecha radical.
1. Tiene un carácter electoral. Dada la gradual pérdida de pujanza de la economía estadounidense (luego de la Segunda Guerra Mundial aportaba el 52% del producto mundial, ahora no llega al 20%; la pobreza crece entre sus ciudadanos), el mensaje proselitista de Trump buscó encender pasiones en la clase trabajadora de su país, buscando una explicación sencilla, mecánica, efectista. La apelación a un chivo expiatorio como los “migrantes que roban puestos de trabajo” es un buen expediente. Ante una situación de crisis que no cesa, la masa ciudadana estadounidense puede “dejarse” convencer con facilidad con esa pseudo-explicación. De hecho, evidentemente, pudo votar a favor de ese discurso xenófobo, y no sería improbable que pueda volver a hacerlo en las próximas elecciones. De todos modos, la causa de la pérdida de dinamismo de esa economía no son los extranjeros indocumentados: es la crisis general del capitalismo y la recomposición a nivel global del sistema, con nuevos polos que empiezan a destronar a EEUU.
2. Racismo y xenofobia extremos. El llamado a levantar muros inexpugnables se fundamenta en un racismo visceral que atraviesa buena parte de la cultura media estadounidense (ver video inicial), de la cual Donald Trump es un claro exponente. En algunos de sus ya famosos mensajes por redes sociales, en el 2018 dijo que los migrantes latinoamericanos son “muy malos”, y no son personas, sino animales; y los lugares de donde provienen son “países de mierda”. De ahí la necesidad de defenderse a muerte de esa “invasión”. Como lo dicen Lajtman y Romano, en esa lucha contra los presuntos “invasores” “Algunas medidas concretas son la instalación de brigadas de seguridad privada, drones, sistemas de geolocalización, cámaras de vigilancia en los trenes y puntos estratégicos; construcción de bardas y equipos de alarma y movimiento alrededor de las vías.” Por lo pronto el gobierno federal tolera grupos civiles armados (no autorizados legalmente) que se constituyen en “cazadores” de inmigrantes que cruzan la frontera, matándolos a sangre fría. Todo ello es el telón de fondo que permitió/incitó a un asesino como el citado en el epígrafe a aniquilar “invasores hispanos”. Aunque luego de esa matanza Washington se vio obligado a “condenar el racismo, la intolerancia y la supremacía blanca (…) pues “el odio no tiene lugar en EEUU”, el verdadero mensaje lanzado por el presidente, y aceptado por buena parte de la población, es de chovinismo extremo. De ahí estos grupos supremacistas blancos de “cacería de mojados”. Así nació el nazismo en los años 30 del pasado siglo en Alemania. Lo que se está viviendo en el EEUU actual, azuzado por un presidente blanco supremacista que ve con buenos ojos al Ku Klux Klan, no es muy distinto.
3. El chantaje económico que persiste. Es absolutamente mentira que los latinoamericanos y caribeños que llegan en condiciones paupérrimas al “sueño americano” disputan puestos de trabajo con ciudadanos estadounidenses. Eso es una ignominiosa falacia. El endurecimiento de las condiciones migratorias, además de los motivos antes señalados, sigue siendo un buen mecanismo para el capital, a modo de mantener en su nivel más bajo posible los salarios. Se podría decir: “ejército de reserva industrial” a nivel global. Una buena masa de desocupados/desesperados proveniente de países empobrecidos sirve para ser chantajeada ya en suelo norteamericano, azuzándola con el fantasma de la “Migra” y las posibles deportaciones. Es decir: se le fuerza a trabajar en las peores y más insanas condiciones, so pretexto de ser deportada. ¿Dónde quedan las tan cacareadas libertad y democracia entonces?
Definitivamente el acuciante problema de las migraciones irregulares cada vez más masivas, que se dan tanto hacia EEUU (provenientes de América Latina) como en Europa (proveniente de África y de Medio Oriente), es una muestra evidente del agotamiento del sistema capitalista.
La solución no puede ser nunca levantar muros o impulsar políticas y sentimientos xenofóbicos; la única solución es atacar de raíz las causas por las que 1,000 personas diarias llegan huyendo de la pobreza a estas supuestas islas de salvación. Y está visto que el capitalismo no quiere ni puede ofrecer esas soluciones.
No es ninguna novedad que Latinoamérica representa su “patio trasero”, su supuestamente natural resguardo geoestratégico, proveedor de materias primas a precios regalados y obligado cliente para sus productos. Pero además de todo ello: fuente inagotable de mano de obra barata. Muchos de los trabajos realizados en EEUU son efecto de los millones de latinoamericanos que residen en su territorio, en muy buena medida, en calidad irregular en términos migratorios.
La economía del imperio conoce a la perfección ese carácter “ilegal” (en términos administrativos) de buena parte de la masa trabajadora, y se aprovecha. Siempre ha habido persecución de los inmigrantes irregulares, con lo que se consuma un descarado chantaje: esos trabajadores, huyendo de sus países de origen por la precarias condiciones socio-económicas en que sobreviven, son aprovechados por el capital norteamericano para, chantaje mediante, pagarle sueldos muy bajos en relación a la media estadounidense. Pero pese a que esos ingresos son bajos en términos comparativos, para los latinoamericanos llegados a aquel país, tales salarios representan una “salvación”. Aun viviendo en condiciones indignas, se permiten ahorrar y enviar remesas a sus familiares en América Latina y el Caribe, con lo que se atenúa un poco la grave situación en los países expulsores.
Todo el mundo sabe esto: autoridades estadounidenses y latinoamericanas. Pero estas últimas prefieren ignorar las condiciones paupérrimas y de sobreexplotación de esa masa de gente, y más aún, el calvario que deben atravesar para llegar a suelo norteamericano, por cuanto esos dólares enviados a su territorio ayudan a soportar mejor la pobreza local. De hecho, en muchos países de la región, las remesas representan entre un 15 a 20% del PIB, llegando en algunos casos hasta un tercio de su economía global. Sin dudas, ningún gobierno de la zona desea perder esa suerte de subsidio; de ahí su silencio cómplice con la desdicha de sus conciudadanos.
Por otro lado, los capitales estadounidenses sacan provecho de esa enorme masa de inmigrantes indocumentados. En una nota del The New York Times firmada por Eduardo Porter, se afirma sin vergüenza que “mientras más trabajadores crucen la frontera, inevitablemente se reducirá el costo del trabajo. Su mano de obra barata aumenta la producción económica y reduce los costos.” (…) “Ocho de los quince empleos que tendrán el crecimiento más rápido entre 2014 y 2024 -asistentes para cuidar a enfermos en el hogar, preparadores de comida, conserjes en edificios comerciales y otros trabajos similares- no requieren de ninguna preparación”, por lo que el aprovechamiento (explotación despiadada) de inmigrantes hispanos está asegurado.
¿Por qué ahora, desde la llegada a la Casa Blanca del presidente Donald Trump, se da esta lucha frontal contra los inmigrantes irregulares?
Hay en todo ello un inmoral y despreciable doble rasero: se dice una cosa, y se hace exactamente lo contrario. Ello se evidencia en varios aspectos. Por ejemplo: son denigrados y detenidos/deportados inmigrantes mexicanos y centroamericanos, pero se pone el grito en el cielo -golpes de pecho incluidos- con la población que sale de la “narco-dictadura sangrienta” de Venezuela. Habría inmigrantes “buenos” y “malos” entonces.
Como mínimo, se podrían apuntar tres causas para comprender este endurecimiento de la actual política migratoria del presidente Trump y de su equipo ultra conservador y de derecha radical.
1. Tiene un carácter electoral. Dada la gradual pérdida de pujanza de la economía estadounidense (luego de la Segunda Guerra Mundial aportaba el 52% del producto mundial, ahora no llega al 20%; la pobreza crece entre sus ciudadanos), el mensaje proselitista de Trump buscó encender pasiones en la clase trabajadora de su país, buscando una explicación sencilla, mecánica, efectista. La apelación a un chivo expiatorio como los “migrantes que roban puestos de trabajo” es un buen expediente. Ante una situación de crisis que no cesa, la masa ciudadana estadounidense puede “dejarse” convencer con facilidad con esa pseudo-explicación. De hecho, evidentemente, pudo votar a favor de ese discurso xenófobo, y no sería improbable que pueda volver a hacerlo en las próximas elecciones. De todos modos, la causa de la pérdida de dinamismo de esa economía no son los extranjeros indocumentados: es la crisis general del capitalismo y la recomposición a nivel global del sistema, con nuevos polos que empiezan a destronar a EEUU.
2. Racismo y xenofobia extremos. El llamado a levantar muros inexpugnables se fundamenta en un racismo visceral que atraviesa buena parte de la cultura media estadounidense (ver video inicial), de la cual Donald Trump es un claro exponente. En algunos de sus ya famosos mensajes por redes sociales, en el 2018 dijo que los migrantes latinoamericanos son “muy malos”, y no son personas, sino animales; y los lugares de donde provienen son “países de mierda”. De ahí la necesidad de defenderse a muerte de esa “invasión”. Como lo dicen Lajtman y Romano, en esa lucha contra los presuntos “invasores” “Algunas medidas concretas son la instalación de brigadas de seguridad privada, drones, sistemas de geolocalización, cámaras de vigilancia en los trenes y puntos estratégicos; construcción de bardas y equipos de alarma y movimiento alrededor de las vías.” Por lo pronto el gobierno federal tolera grupos civiles armados (no autorizados legalmente) que se constituyen en “cazadores” de inmigrantes que cruzan la frontera, matándolos a sangre fría. Todo ello es el telón de fondo que permitió/incitó a un asesino como el citado en el epígrafe a aniquilar “invasores hispanos”. Aunque luego de esa matanza Washington se vio obligado a “condenar el racismo, la intolerancia y la supremacía blanca (…) pues “el odio no tiene lugar en EEUU”, el verdadero mensaje lanzado por el presidente, y aceptado por buena parte de la población, es de chovinismo extremo. De ahí estos grupos supremacistas blancos de “cacería de mojados”. Así nació el nazismo en los años 30 del pasado siglo en Alemania. Lo que se está viviendo en el EEUU actual, azuzado por un presidente blanco supremacista que ve con buenos ojos al Ku Klux Klan, no es muy distinto.
3. El chantaje económico que persiste. Es absolutamente mentira que los latinoamericanos y caribeños que llegan en condiciones paupérrimas al “sueño americano” disputan puestos de trabajo con ciudadanos estadounidenses. Eso es una ignominiosa falacia. El endurecimiento de las condiciones migratorias, además de los motivos antes señalados, sigue siendo un buen mecanismo para el capital, a modo de mantener en su nivel más bajo posible los salarios. Se podría decir: “ejército de reserva industrial” a nivel global. Una buena masa de desocupados/desesperados proveniente de países empobrecidos sirve para ser chantajeada ya en suelo norteamericano, azuzándola con el fantasma de la “Migra” y las posibles deportaciones. Es decir: se le fuerza a trabajar en las peores y más insanas condiciones, so pretexto de ser deportada. ¿Dónde quedan las tan cacareadas libertad y democracia entonces?
Definitivamente el acuciante problema de las migraciones irregulares cada vez más masivas, que se dan tanto hacia EEUU (provenientes de América Latina) como en Europa (proveniente de África y de Medio Oriente), es una muestra evidente del agotamiento del sistema capitalista.
La solución no puede ser nunca levantar muros o impulsar políticas y sentimientos xenofóbicos; la única solución es atacar de raíz las causas por las que 1,000 personas diarias llegan huyendo de la pobreza a estas supuestas islas de salvación. Y está visto que el capitalismo no quiere ni puede ofrecer esas soluciones.
Trump, un racista atrapado en el pasado
Por:
Paul Krugman
Empecemos por aclarar lo evidente: sí, Donald Trump es un vil racista.
De manera habitual usa un lenguaje deshumanizante para referirse a la
gente que no es de piel blanca, incluidos los miembros del congreso
estadounidense. Y aunque algunos argumentan que es una estrategia cínica
para fomentar la participación de sus votantes, es a lo sumo una
estrategia que se basa en la intolerancia preexistente de Trump. Él
diría estas cosas de cualquier manera (y ya las decía mucho antes de que
contendiera a la presidencia); su equipo solo está tratando de
convertir los limones de su intolerancia en una limonada política.
Sin embargo, lo que no he visto que se diga mucho es que el racismo de Trump se basa en una visión de Estados Unidos que desde hace décadas es obsoleta. En su mente, siempre es 1989. Y eso no es un accidente: la manera en que Estados Unidos cambió en las últimas tres décadas, tanto para bien como para mal, es tremendamente incompatible con el racismo al estilo de Trump.
¿Por qué 1989? Ese fue el año en que exigió el restablecimiento de la pena de muerte en respuesta al caso de los Cinco de Central Park, adolescentes latinos y negros sentenciados por violar a una mujer blanca que se ejercitaba en Central Park. De hecho, eran inocentes (y por eso ahora son conocidos como los Cinco Exonerados); sus sentencias fueron anuladas en 2002. A pesar de ello, Trump se ha negado a disculparse y no admite que estaba equivocado.
Su comportamiento en ese entonces y después fue atroz, y no es válido excusarlo porque en esa época Estados Unidos padecía una ola delictiva. Sin embargo, ese auge delictivo se produjo y era bastante común hablar del colapso social en las comunidades de los barrios desfavorecidos de las ciudades.
Sin embargo, Trump no parece estar consciente de que los tiempos han cambiado. Su visión de la “carnicería estadounidense” es la de una nación cuyo principal problema social es la violencia de los habitantes no blancos de los vecindarios pobres de los centros urbanos. Esa es una visión cómoda si eres un racista que considera que las personas de raza negra o personas morenas son inferiores, pero es totalmente errónea como una imagen del Estados Unidos de hoy.
En primer lugar, los delitos violentos han caído considerablemente desde principios de la década de los noventa, en especial en las grandes ciudades. Es verdad que la seguridad de nuestras ciudades no es perfecta y algunas de ellas —como Baltimore— no han visto avances. No obstante, el estado social del Estados Unidos urbano es inmensamente mejor de lo que era.
Por otra parte, el estado social de las regiones rurales de Estados Unidos —de vocación agrícola y con un predominio de habitantes de raza blanca— se está deteriorando. A tal punto que eso que llamamos la “carnicería estadounidense” se concentra entre los blancos con poca educación, en especial en las zonas rurales que padecen el auge de las “muertes por desesperanza” a causa de los opioides, el suicidio y el alcohol, lo que ha elevado los índices de mortalidad de este segmento de la población por encima de los de los afroestadounidenses.
Además, los indicadores de colapso social (como el porcentaje de hombres en la máxima edad productiva que no están trabajando) también se han incrementado repentinamente en las ciudades pequeñas y en las áreas rurales del este de los Estados Unidos, donde la mayoría de la población es blanca.
Lo que esto me dice es que los racistas, e incluso aquellos que afirmaban que había un problema específico con la cultura negra, estaban equivocados y que el sociólogo William Julius Wilson tenía razón.
Cuando el colapso social parecía ser básicamente un problema de los barrios citadinos de habitantes negros, era posible argumentar que las raíces del problema obedecían a alguna disfunción cultural única, y varios comentaristas insinuaron —o, en algunos casos, dijeron abiertamente— que había algo en el hecho de no ser blanco que predisponía a la gente a tener un comportamiento antisocial.
Sin embargo, lo que Wilson argumenta es que la disfunción social era un efecto, no una causa. Su trabajo, que culminó en el aclamado libro “When Work Disappears”, afirmaba que la disminución de las oportunidades laborales para los trabajadores urbanos, en lugar de alguna disposición cultural o racial subyacente, explicaba el declive del empleo en la edad más productiva, la decadencia de la familia tradicional y otros problemas.
¿Cómo podemos poner a prueba la hipótesis de Wilson? Bueno, se podría acabar con las oportunidades laborales de varias personas blancas y ver si experimentan un declive en su propensión a trabajar y si dejan de formar familias estables, entre otras cosas. Con toda seguridad, eso es exactamente lo que ha ocurrido en zonas de Estados Unidos que no están en las áreas metropolitanas y que realmente se han estancado debido a la economía cambiante.
No estoy diciendo que haya algo malo o inferior en los habitantes de, por mencionar un ejemplo, el este de Kentucky (y ningún político estadounidense se atrevería a sugerir eso); por el contrario: lo que los cambios en los problemas sociales de Estados Unidos demuestran es que toda la gente es igual, sin importar el color de su piel. Si les dan oportunidades razonables para superarse económica y personalmente, florecerán; si las privan de esas oportunidades, no lo lograrán.
Esto nos lleva de nuevo a Trump y sus ataques al congresista Elijah Cummings, a quien acusó de representar a un distrito que es un “desastre”, donde “ningún ser humano querría vivir”. En realidad, una parte del distrito es bastante pudiente y bien educada y, en todo caso, Trump está degradando su cargo al afirmar que, en efecto, algunos estadounidenses no merecen representación política.
No obstante, la verdadera ironía es que si preguntan cuáles distritos son verdaderos “desastres”, en el sentido de que sufren problemas sociales serios, muchos de ellos —tal vez la mayoría— apoyaron a Trump en 2016. Y Trump, claro está, no está haciendo nada para ayudar a esos distritos. Todo lo que puede ofrecerles es odio.
(Tomado de The New York Times)
URUGUAY
Sin embargo, lo que no he visto que se diga mucho es que el racismo de Trump se basa en una visión de Estados Unidos que desde hace décadas es obsoleta. En su mente, siempre es 1989. Y eso no es un accidente: la manera en que Estados Unidos cambió en las últimas tres décadas, tanto para bien como para mal, es tremendamente incompatible con el racismo al estilo de Trump.
¿Por qué 1989? Ese fue el año en que exigió el restablecimiento de la pena de muerte en respuesta al caso de los Cinco de Central Park, adolescentes latinos y negros sentenciados por violar a una mujer blanca que se ejercitaba en Central Park. De hecho, eran inocentes (y por eso ahora son conocidos como los Cinco Exonerados); sus sentencias fueron anuladas en 2002. A pesar de ello, Trump se ha negado a disculparse y no admite que estaba equivocado.
Su comportamiento en ese entonces y después fue atroz, y no es válido excusarlo porque en esa época Estados Unidos padecía una ola delictiva. Sin embargo, ese auge delictivo se produjo y era bastante común hablar del colapso social en las comunidades de los barrios desfavorecidos de las ciudades.
Sin embargo, Trump no parece estar consciente de que los tiempos han cambiado. Su visión de la “carnicería estadounidense” es la de una nación cuyo principal problema social es la violencia de los habitantes no blancos de los vecindarios pobres de los centros urbanos. Esa es una visión cómoda si eres un racista que considera que las personas de raza negra o personas morenas son inferiores, pero es totalmente errónea como una imagen del Estados Unidos de hoy.
En primer lugar, los delitos violentos han caído considerablemente desde principios de la década de los noventa, en especial en las grandes ciudades. Es verdad que la seguridad de nuestras ciudades no es perfecta y algunas de ellas —como Baltimore— no han visto avances. No obstante, el estado social del Estados Unidos urbano es inmensamente mejor de lo que era.
Por otra parte, el estado social de las regiones rurales de Estados Unidos —de vocación agrícola y con un predominio de habitantes de raza blanca— se está deteriorando. A tal punto que eso que llamamos la “carnicería estadounidense” se concentra entre los blancos con poca educación, en especial en las zonas rurales que padecen el auge de las “muertes por desesperanza” a causa de los opioides, el suicidio y el alcohol, lo que ha elevado los índices de mortalidad de este segmento de la población por encima de los de los afroestadounidenses.
Además, los indicadores de colapso social (como el porcentaje de hombres en la máxima edad productiva que no están trabajando) también se han incrementado repentinamente en las ciudades pequeñas y en las áreas rurales del este de los Estados Unidos, donde la mayoría de la población es blanca.
Lo que esto me dice es que los racistas, e incluso aquellos que afirmaban que había un problema específico con la cultura negra, estaban equivocados y que el sociólogo William Julius Wilson tenía razón.
Cuando el colapso social parecía ser básicamente un problema de los barrios citadinos de habitantes negros, era posible argumentar que las raíces del problema obedecían a alguna disfunción cultural única, y varios comentaristas insinuaron —o, en algunos casos, dijeron abiertamente— que había algo en el hecho de no ser blanco que predisponía a la gente a tener un comportamiento antisocial.
Sin embargo, lo que Wilson argumenta es que la disfunción social era un efecto, no una causa. Su trabajo, que culminó en el aclamado libro “When Work Disappears”, afirmaba que la disminución de las oportunidades laborales para los trabajadores urbanos, en lugar de alguna disposición cultural o racial subyacente, explicaba el declive del empleo en la edad más productiva, la decadencia de la familia tradicional y otros problemas.
¿Cómo podemos poner a prueba la hipótesis de Wilson? Bueno, se podría acabar con las oportunidades laborales de varias personas blancas y ver si experimentan un declive en su propensión a trabajar y si dejan de formar familias estables, entre otras cosas. Con toda seguridad, eso es exactamente lo que ha ocurrido en zonas de Estados Unidos que no están en las áreas metropolitanas y que realmente se han estancado debido a la economía cambiante.
No estoy diciendo que haya algo malo o inferior en los habitantes de, por mencionar un ejemplo, el este de Kentucky (y ningún político estadounidense se atrevería a sugerir eso); por el contrario: lo que los cambios en los problemas sociales de Estados Unidos demuestran es que toda la gente es igual, sin importar el color de su piel. Si les dan oportunidades razonables para superarse económica y personalmente, florecerán; si las privan de esas oportunidades, no lo lograrán.
Esto nos lleva de nuevo a Trump y sus ataques al congresista Elijah Cummings, a quien acusó de representar a un distrito que es un “desastre”, donde “ningún ser humano querría vivir”. En realidad, una parte del distrito es bastante pudiente y bien educada y, en todo caso, Trump está degradando su cargo al afirmar que, en efecto, algunos estadounidenses no merecen representación política.
No obstante, la verdadera ironía es que si preguntan cuáles distritos son verdaderos “desastres”, en el sentido de que sufren problemas sociales serios, muchos de ellos —tal vez la mayoría— apoyaron a Trump en 2016. Y Trump, claro está, no está haciendo nada para ayudar a esos distritos. Todo lo que puede ofrecerles es odio.
(Tomado de The New York Times)
URUGUAY
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