jueves, 5 de enero de 2012

El conflicto policial abre el 2012/Policías cortarán el peaje de Pando para “informar” sobre sus protestas/Unión de Sindicatos Policiales corta interbalnearia y no descarta hacer ocupaciones. /Los condenados de la tierra-Fanon-LA VIOLENCIA

Nucleo de reflexiones de la Tendencia Revolucionaria
(El Salvador)

25.08.2002
Que es la TR: Esta es la primera pregunta que nos hacemos nosotros mismos/as y nos hacen otros/as y de la misma surgen otras preguntas, algunas veces incluso, a manera de respuestas
I- NÚCLEO DE REFLEXIONES
(Primera parte).

1- Que es Tendencia Revolucionaria.

2- Tendencia Revolucionaria y Poder

Introducción:

Como es muy normal y comprensible, considerando el nivel de confusión, desmoralización y frustración que aún persiste en buena parte de la izquierda salvadoreña, latinoamericana y seguramente de la izquierda mundial, así como las limitaciones de nuestro propio desarrollo, existen muchos vacíos de elaboración teórica y política cuyo abordaje ha venido presionando nuestras cabezas cada vez mas, en la medida en que la TR se ha ido desarrollando, abriendo nuevos espacios y convirtiendo de forma irrenunciable, en un referente visible de la llamada Nueva Izquierda, tanto dentro como fuera del país. Hasta ahora hemos venido contando más que con un arsenal de ideas plenamente elaboradas, con una fuerte convicción de que no podemos rendirnos y claudicar ante un poder económico, ideológico, político y militar, que se presenta y reconoce así mismo como victorioso e invencible en todos los terrenos y especialmente en el de las ideas.

Desde esta perspectiva, la necesidad de ordenar y desarrollar mas y mejor nuestras ideas y pensamiento, se convierte en una necesidad apremiante para avanzar y consolidarnos no solo política y organizativamente, sino también ideológicamente.

Es evidente que nunca tendremos, ni debemos proponérnoslo, todas las respuestas. La realidad de nuestra práctica política nos presentará siempre nuevas preguntas; tampoco debemos ignorar ni mucho menos temer a la necesidad de precisar y corregir ideas que en un momento determinado hemos dado por acertadas, tratando infaltablemente de ser coherentes con los principios que nos animan, sin ser esclavos de verdades supuestamente inamovibles.

En esta tarea no debemos pretender resolver los déficits de la teoría de la revolución mundial, ni siquiera los de la revolución salvadoreña, pues tal tarea rebasa, sin duda, nuestras modestas capacidades. Con este entendido, lo que a continuación presentamos, como un aporte a la discusión de nuestros compañeros y compañeras no son verdades absolutas, ni siquiera verdades a secas, solo son ideas para avanzar, para luchar y para continuar en la pedagogía de la revolución, que siempre tendrá un caudal fabuloso de momentos para luchar y aprender, aprender para luchar y luchar aprendiendo.
1- Que es la TR:

Esta es la primera pregunta que nos hacemos nosotros mismos/as y nos hacen otros/as y de la misma surgen otras preguntas, algunas veces incluso, a manera de respuestas: ¿somos una organización?, ¿una fuerza?, ¿un proyecto político?, ¿un partido marxista leninista?, ¿un movimiento social?, ¿la vanguardia del proceso revolucionario salvadoreño?, ¿el estado mayor de la revolución?, ¿un destacamento de lucha del pueblo?, ¿un intelectual orgánico colectivo del movimiento social? y otras.

Sin duda que muchas de estas preguntas- respuestas tienen que ver con lo que somos o queremos ser. A propósito, cabe recordar que en el Congreso de Abril del año pasado (Noviembre de 2001) la opinión prevaleciente fue de que TR dejaba de ser una tendencia del frente y pasaba a convertirse en parte integrante de un nuevo sujeto, en construcción ,de la revolución.

Sin embargo a mas de un año de esa definición y luego de muchos intentos por reunir y unificar esfuerzos con otras iniciativas u organizaciones políticas existentes, con el pensamiento puesto en construir ese sujeto, no concebido, de ninguna manera como el único, la realidad que tenemos es que lamentablemente y por variadas razones, prácticamente todas se fueron extinguiendo y no se avizora, al menos en el corto plazo, el surgimiento de nuevas, lo cual nos obliga sin desechar aquel planteamiento, a nuevas búsquedas y definiciones en apego a esta situación objetiva.

Esta realidad nos plantea como desafío irrenunciable la necesidad de asumir de mejor forma la responsabilidad de la organización de la lucha popular, concientes de que por ahora no podemos formar ese sujeto del cual nos pensábamos parte, sin que ello implique nuestra renuncia a continuar en el empeño de entendernos con otros actores del movimiento social. O sea que la razón de la existencia misma de la TR de convertir al pueblo en sujeto de su auto emancipación requiere de nuevas definiciones teóricas y adecuaciones prácticas (políticas y organizativas).

No hay dudas de que TR no es un partido político marxista leninista, o trostkista o maoísta, ni mucho menos pretende ser un partido político electoral; tampoco encajamos en el concepto tradicional de organización: no tenemos un presidente o secretario general, ni comité central, ni comités departamentales. Únicamente los cbr y la Coordinación, ni “cuadros revolucionarios a tiempo completo”. El porqué somos así no ha sido hasta ahora motivo de discusión, ni mucho menos de conflicto; tampoco hemos tomado la decisión de no crear nunca ese tipo de figuras o estructuras.

Con relación a la adscripción o no a una corriente determinada del marxismo o a otras corrientes de pensamiento, ya nos hemos pronunciado en los documentos del Congreso; lo único que habrá que añadir por el momento, es que en la experiencia de la izquierda mundial, estas adscripciones no han servido en general, para mostrar la “garantía revolucionaria” ni de personas, ni de organizaciones o movimientos, ni de la infalibilidad de tal o cual línea, aunque por supuesto, ha habido y hay revolucionarios ejemplares que se identifican de una u otra manera.

Lo que ha sido bastante evidente es que, en el seno de la izquierda mundial, estas adscripciones sí han servido para dividir, atacar, señalar, destruir al otro u otra, ya sea a nivel de organización o en lo individual. Es reconocido ampliamente que muchas organizaciones o movimientos de izquierda lamentablemente pasan mas tiempo combatiendo entre ellas mismas que con el enemigo.

Sin embargo las nuevas luchas populares, tanto en Europa como en América, han mostrado éxitos cuando han logrado traspasar esas barreras y han marchado tras objetivos bien definidos, marxistas de todas las denominaciones, anarquistas, socialistas, comunistas, ecologistas, movimientos de mujeres, jóvenes, etc., ya sean desde estructuras partidarias o desde movimientos sociales. La TR debe recoger esta experiencia importante, en el sentido de que mas allá de las definiciones nominales debemos guiarnos en nuestra política de alianzas y de búsqueda de articulación de frentes o movimientos, por la práctica de lucha que cada fuerza realice, así como por los objetivos que en cada coyuntura pretendamos alcanzar.

En lo que concierne a la formación y educación de nuestros miembros/as, debemos en primer lugar, estimular al estudio y conocimiento del pensamiento y teorías elaboradas por destacados luchadores revolucionarios, marxistas o no marxistas, en especial de América Latina y de nuestro país ( para el caso, El Che Guevara, Simón Bolívar, José Martí, Monseñor Romero entre otros).

Así mismo, no tenemos estatutos, ni programa; sin embargo, cuando estábamos preparando el Congreso se discutió este aspecto y se elaboró un documento con varias ideas que pueden servir de base para la elaboración de un programa y sin duda que no habría mucha dificultad para hacer unos estatutos. No obstante estas carencias que a lo mejor a lo que podríamos considerar como “limitaciones,” la realidad objetiva es que nos hemos venido desarrollando, no necesariamente en el aspecto orgánico, pero sí en lo referido a la presencia e influencia política; se ha ganado identidad propia, reconocimiento adentro y fuera del país y capacidad de generar espacios de movilización popular.

En cuanto a la cuestión del programa lo que hay que resolver es no tanto si se elabora o no, sino algo mucho mas importante, mucho mas central que eso; lo cual tiene que ver con como nos situamos en relación a las diversas organizaciones, movimientos e iniciativas de lucha popular existentes y a las demás que haya que crear o que surjan en el contexto de la lucha social y política.

Si vamos a plantarnos frente a ellas para decirles: “este es nuestro programa, este es el programa de la revolución, sígannos que nosotros somos la vanguardia y venimos a conducirlas hacia la victoria de la revolución” tal como fue el discurso de las organizaciones revolucionarias del siglo pasado; o si, por el contrario, lo concebimos de otra forma.

Hay en la actualidad muchas razones para pensar y sostener que este planteamiento no nos llevaría a ninguna parte. Una de ellas es la legítima desconfianza que luego de los acuerdos de Chapultepec y la metamorfosis sufrida por el frente y muchos de sus ex dirigentes, el pueblo tiene hacia lo que se denomina “izquierda”, la cual se manifiesta de diferentes formas, entre ellas la mas común es la renuencia de los sectores populares a apoyar cualquier tipo de iniciativas que han sido presentadas en distintos momentos como “nuevas” o “alternativas”.

Si por el contrario nos concebimos como un movimiento que vive dentro del pueblo, integrado por luchadores y luchadoras sociales que somos parte, no simples acompañantes de los que sufren la explotación, la exclusión y todo tipo de asimetrías propias de la naturaleza del sistema injusto que padecemos y que desde allí construimos juntos espacios de resistencia y protesta, levantando demandas concretas y proponiendo soluciones a sus problemáticas que también son nuestras, sin decir “ nosotros tenemos las soluciones”, sino que las buscamos y encontramos o construimos desde el pueblo, abordaremos la cuestión del programa desde otra pedagogía y perspectiva. Esto significa ver mas que el programa, el proyecto alternativo de sociedad, que se constituirá a partir de valores, principios e ideales, como un horizonte mas general, que ha de requerir no de un programa, sino de muchos programas a lo largo de su construcción y que pasa sin falta por el desmontaje del actual orden existente. Pero a la vez, el proyecto alternativo nacerá y se forjará en el seno de la lucha misma y desde los movimientos y organizaciones que la impulsen, es decir, desde el pueblo.

Formuladas estas cuestiones de otra forma, la disyuntiva se nos presenta de la siguiente manera: o elaboramos el programa nosotros, o se construye en el seno de la lucha, desde el pueblo.

En cuanto al estatuto, hay que plantear que el mismo tiene como objetivo normar el funcionamiento de cada una de las instancias de la organización o movimiento de que se trate; establecer requisitos de ingreso, o para tener derecho a pertenecer o no a algún organismo terminado, niveles de autoridad y reglas disciplinarias. Sin disminuir la importancia que pueda tener cierta normatividad, dos conceptos pueden ayudar a ver las cosas desde otra perspectiva: en la TR nadie tiene mas autoridad que el que el otro u otra le reconocen. Por encima de que alguien haya sido electo en tal o cual responsabilidad, o de la pertenencia de una u otra instancia, es el nivel de compromiso de cada quien, de su entrega y responsabilidad diaria en el cumplimiento de las tareas, que son asumidas siempre consciente y voluntariamente, lo que se traduce en un cierto nivel de autoridad y de credibilidad de cada compañera y compañero.

El otro concepto tiene que ver con la disciplina: existe al respecto, un enfoque que vincula la disciplina al apego o acatamiento de ciertas normas aceptadas como válidas y de absoluta obligatoriedad; al respecto, nuestro enfoque es el de entender la disciplina como una acto de libertad y no de sometimiento, determinado por la conciencia y el compromiso, que parte de reconocer que en la lucha revolucionaria nadie da mas allá de lo que su conciencia y compromiso con la causa del pueblo le determinan.

A manera de conclusión en cuanto a que es la Tendencia Revolucionaria, podemos expresar: Es un movimiento, una fuerza política integrada por luchadores y luchadoras sociales, voluntaria y libremente incorporados/as, que continúan creyendo que la revolución no solo es necesaria, sino también posible y que se reúnen para pensar y analizar la realidad nacional y mundial haciendo acopio del pensamiento revolucionario mundial, desde el espacio socio- político de los excluidos y excluidas, desde los explotados y explotadas, pero que además organizan y planifican acciones y propuestas políticas orientadas a desarrollar e impulsar distintas iniciativas de movilización y lucha popular, en la búsqueda de una sociedad mas libre, justa y solidaria.

2-TR y Poder:

En este apartado lo importante a discernir es si nosotros somos un agrupamiento de ex militantes o no del frente que estamos en esto debido a que no podemos vivir sin la creencia de que hay que continuar pensando en “ estar en contra”, como una forma de estar en paz con “dios” o con nuestras conciencias, mientras nos morimos de viejos, o por otras circunstancias; es decir, que, o somos una especie de “izquierda testimonial” como sostienen los reformistas y socialdemócratas, o estamos en realidad comprometidos de pies a cabeza a entregar nuestros mayores y mejores esfuerzos por construir, o contribuir a construir, una sociedad mas libre y justa y solidaria, mas allá del capitalismo.

Este aspecto nos lleva directamente al siempre presente y apasionante debate sobre el tema del poder. Básicamente en el escenario latinoamericano, y para no meternos a otro tipo de análisis mas históricos y filosóficos, que sin duda son también necesarios y muy importantes, dos son las tesis que mas se discuten, entre otras razones, por lo destacado de los procesos y movimientos que las sustentan; nos referimos a la conocida posición de los zapatistas que han dicho no estar interesados en tomar el poder, aunque al parecer el concepto poder tiene, en esa acepción, un uso restrictivo en el sentido de entender el poder como gobierno. Desde esta perspectiva “la construcción de la sociedad sin exclusión, donde quepan todos y todas” se logrará a partir del poder ejercido desde la sociedad civil la cual tendrá a partir de su organización, la capacidad de determinar que los que mandan, manden obedeciendo.

La otra tesis, más tradicionalista en la perspectiva marxista predominante en buena parte de la izquierda latinoamericana desde la época soviética, es la de las FARC, (aunque cabe destacar que últimamente han venido modificando su planteamiento incorporando el pensamiento de Bolívar y asignando mayor relevancia a la lucha del movimiento popular) quienes declaran que ellos están luchando por tomar el poder y construir la sociedad socialista. Con este discurso han venido desarrollando una heroica batalla por casi cuarenta años y ahora constituyen una fuerza político militar que se ha convertido en principal desafío para la política del gobierno de Estados Unidos hacia América Latina.

De nuestra parte, pensamos que no se pueden realizar las profundas transformaciones que la construcción de una nueva sociedad requiere renunciando a la dirección del estado o sea dejando el gobierno en manos de otros sectores, fuerzas o personas que no comparten los mismos propósitos, mas aún conociendo que en el aparato estatal se concentran grandes recursos económicos, jurídicos, políticos y militares fundamentales a la hora de impulsar cambios o de oponerse a ellos. No es casual que las oligarquías se aferren a tener en sus manos el timón del estado y cuando lo han perdido, no escatiman esfuerzos para tratar de recuperarlo; las experiencias de Nicaragua y Venezuela grafican meridianamente esta realidad.

Pero igual, la misma experiencia venezolana ilustra que no basta para las fuerzas revolucionarias y el impulso de su programa, tener el gobierno y limitar su poder a ello. Hugo Chávez no hubiese vuelto al gobierno sin el poder con que contaba en otras instancias de la sociedad, como los sectores patrióticos de la fuerza armada, pero principalmente sin el apoyo de la organización popular que se movilizó e insurreccionó en casi todo el país, cercando algunos cuarteles en incluso el palacio de Miraflores.

En este sentido nosotros partimos de que para transformar radicalmente la sociedad, se requiere la construcción de organizaciones y movimientos dispuestos y capaces de luchar a través de todos los medios de lucha posibles o históricamente necesarios, no solo en contra del orden de injusticia explotación y exclusión existente, sino también por la instauración de un nuevo orden social . En el contexto de la lucha, siempre que haya voluntad y disposición popular, se irán generando, de forma contradictoria o sea con altas y bajas, avances y retrocesos, niveles de correlación de fuerzas y estados de ánimos favorables a esas transformaciones, capaces de derrotar el viejo orden y derrumbar el estado de cosas existente instalando un gobierno que sea síntesis de esta correlación, abriendo paso a la constitución de un nuevo bloque histórico o agrupamiento de fuerzas, expresiones de clases y grupos sociales, que logran, en la coyuntura adecuada, ponerse al frente del timón del estado o sea del gobierno, sustituyendo al bloque anterior y asumir la responsabilidad de emprender las tareas revolucionarias del momento .

Sin embargo, este no es mas que el comienzo; la garantía de que el programa de transformaciones se lleve a cabo tiene que ver con otras muchas variables de índole interna y externa, tanto económicas como políticas, difíciles de establecer desde ahora; pero como un horizonte a seguir, la apuesta nuestra será la de reunir pueblo y poder, devolviendo el poder al pueblo, impidiendo que este se elitice o se ponga al servicio de pequeños grupos de la sociedad, ya sea de capitalistas, de burócratas o seudo dirigentes revolucionarios.

Dicho en otros términos: el espacio de poder conquistado con la instalación del nuevo gobierno deberá ser siempre expresión del poder del pueblo es decir, del conjunto de agrupamientos movimientos u organizaciones que defienden e impulsan en la práctica de la lucha diaria, las demandas y aspiraciones de las mayorías. El gobierno, o sea el poder del estado, para que sea realmente del pueblo tendrá que fundamentarse en la más amplia y firme organización popular; sin ella aquel no será alcanzable y si así lo fuera, no perdurará. La idea de “mandar obedeciendo” la cual asumimos como correcta, solo la vemos posible, si el que “manda” es expresión de los “mandados”, para que sean estos los que manden.

En este orden de ideas, a largo plazo, lo que está planteado es la reunificación plena del pueblo con el poder, fenómeno éste que deberá coincidir con el momento histórico en el cual los medios de producción estén en manos de los productores, o sea de la sociedad libremente organizada y dueña de su propias realizaciones y destino. Este es, desde nuestro enfoque, el momento de la desaparición del poder mismo, el momento, concebido como momento histórico, del fin del Estado y de todas las demás instituciones diseñadas para alienar, enajenar o negar la verdadera auto emancipación del ser humano, el de la humanización de la humanidad.

Otro aspecto vinculado a todo esto es el de cómo se plantea el paso, por parte de las fuerzas revolucionarias al control del Estado, y si tal paso es o no necesario. Al respecto es conveniente recuperar un poco la intensa discusión que se generó al interior de la izquierda salvadoreña luego de terminada la guerra, cuyo centro era esencialmente este punto y en la cual abundaban las opiniones de que se podía “gobernar desde abajo” tal como lo expresaban los sandinistas luego de su derrota electoral del año 1990, así como la de que era posible construir una especie de “economía popular” e incluso, espacios de la “sociedad alternativa” o de islotes de socialismo en el contexto del capitalismo.

Esta idea cobró relativa fuerza en algunos sectores a partir, primero, de los apoyos logrados por algunas organizaciones no gubernamentales mediante la cooperación internacional y posteriormente de la posibilidad de lograr el control del gobierno de los ciertos municipios a través de las elecciones. Ambas experiencias han demostrado que allí no ha surgido nada nuevo, y que incluso la pérdida de alcaldías no significó, para el bloque de poder dominante mayores trabas para el impulso del modelo, sino más bien en muchos casos contribuyó grandemente para su efectivo despliegue.

A diez años de esas discusiones, las cosas han sido puestas en claro por la experiencia: esos intentos fueron fracasando uno a uno y lo que en definitiva se impuso, inundando todos los resquicios de la sociedad fue el modelo privatizador a ultranza o sea el neoliberalismo, que tiene a El Salvador como ejemplo de uno de sus mayores éxitos en Latinoamérica en cuanto a su aplicación se refiere, para lo cual el control del gobierno fue, como se constata a lo largo de todo el continente, factor central e indispensable. Esta situación reafirma la necesidad de resolver la cuestión del poder (entendido como gobierno) favorablemente a las fuerzas del cambio como condición indispensable para el impulso del programa o programas necesarios para la construcción del proyecto alternativo de sociedad.

Otro aspecto a considerar es la forma o la vía (pacífica o violenta o ambas combinadas) en que este problema del poder se resolverá, lo cual será determinado por múltiples circunstancias históricas que habrá que prever y que se irán perfilando en la medida en que la lucha popular se aproxime a esas cimas.

Finalmente conviene abordar la interrogante siguiente: la de si la TR se propone gobernar el país o no. Esto nos lleva a la vieja y tradicional definición de que los partidos políticos (incluyendo a los que se definen como marxistas leninistas) están hechos para gobernar, que su fin es precisamente hacer gobierno para desde allí impulsar su programa. La TR no asume esta forma de ver las cosas, su apuesta no es a gobernar, sino a lograr avanzar en la conquista de la sociedad que soñamos para nuestro pueblo. No vemos el gobierno como un fin en si mismo, sino como un instrumento que debemos contribuir a arrancar de las manos de la burguesía para ponerlo al servicio del impulso del proyecto popular; no se trata de que gobierne la TR, sino de que gobierne el pueblo. Tampoco se trata de que desde ese nuevo gobierno se ejecute el programa de la TR, sino de que se ejecute el programa del pueblo.

San Salvador; agosto de 2002.
SINDICALES

Hay US$ 350 millones en cheques trancados por paros en el BROU

Hasta este lunes había más de 55 mil cheques trancados en el Banco República

+ Paula Scorza @pscorza - 04.01.2012, 06:00 hs - ACTUALIZADO 06:37 Texto: El Observador

El paro iba a durar sólo tres días, pero la falta de respuesta inmediata del gobierno al reclamo de un nuevo ámbito de negociación, hizo que se extendiera. Por eso hasta este martes había más de 55 mil cheques trancados en el Banco República a causa de la medida que los empleados de banca oficial llevan adelante en el sector del clearing. Así lo aseguraron a El Observador dirigentes del gremio, que afirmaron que la cifra de dinero demorado supera los US$ 350 millones, entre moneda nacional y extranjera.

La asamblea que los bancarios realizaron dos semanas atrás mandató a los funcionarios a detener sus tareas todos los días entre las 23 y las 24 horas desde el 27 hasta el 31 de diciembre. En ese horario es cuando algunos funcionarios bancarios llevan al clearing todos los cheques que hayan entrado a los bancos oficiales. El “clearing”, en la jerga bancaria, es el lugar donde se analizan y reparten los cheques para al día siguiente llevarlos a las entidades que corresponda.

Además los trabajadores tampoco retiran los cheques de otras instituciones privadas que deberían entrar a los bancos públicos.

Los empleados aseguran que eligieron la fecha del 27 en adelante porque a esa altura ya se habían pagado todos los sueldos y aguinaldos a través de los bancos oficiales, por lo que no interferirían en ese tema con su medida. Sin embargo saben que esa área es especialmente sensible para la operativa bancaria y por eso la eligen a la hora de tomar acciones de protesta. El año pasado también tomaron una medida similar, que se extendió por más de 15.

Salvo que hoy haya buenas noticias en la reunión que mantendrán por la tarde con representantes del gobierno, los bancarios no tienen previsto levantar el paro que realizan a diario en el sector.

Por qué
Luego de 15 meses sin convenio colectivo y con una negociación que no ha logrado avances, el gobierno y los directorios resolvieron introducir modificaciones en los presupuestos de los bancos oficiales. Esto significa, entre otras cosas, modificar la escala de corrimiento anual automático (GEPU), que hasta ahora permitía a los bancarios ascender un grado salarial cada año, sin necesidad de dar concursos ni realizar pruebas de evaluación. El Poder Ejecutivo decidió que ese ascenso salarial se dará cada dos años, y además se incluirán evaluaciones de desempeño.

Según aseguraron fuentes del Ministerio de Economía a El Observador esa decisión ya fue ejecutada y no tiene marcha atrás.

Sin embargo, los trabajadores irán mañana a la reunión con integrantes de Economía, la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) y la Oficina de Servicio Civil (Onsc) con la intención de lograr cambiar esa resolución. Si no es así, intensificarán las medidas.

Además de la escala GEPU, los funcionarios insisten en el reclamo de presupuestación de los trabajadores contratados a término, el ingreso  de ex trabajadores del Banco de Crédito y el mantenimiento de las actuales partidas salariales extraordinarias, como el salario vacacional en el Banco Hipotecario o el 14º sueldo en el Banco República.

Opuestos
Los empleados defienden el corrimiento anual automático como una conquista sindical “histórica” y hoy es su principal bandera en su enfrentamiento con el gobierno. Sin embargo, el Poder Ejecutivo tiene una cruzada contra los ascensos por antigüedad, y hasta el propio presidente José Mujica advirtió la necesidad de eliminarlos del sistema estatal.

Más allá de estar hoy en veredas opuestas, gran parte de los bancarios estaba de acuerdo con aceptar la última propuesta del gobierno para firmar un nuevo convenio colectivo. Pero los grupos radicales se impusieron en la asamblea y lograron conducir el conflicto.


Hay paro y definen medidas

A partir de las 14:30 horas de este miércoles  cerrarán las cajas en los bancos públicos y a las 15 comenzará un paro para acompañar a la delegación que concurrirá al Ministerio de Trabajo a negociar. De todas formas, el paro no abarcará a todas las sucursales, ya que las que pagan


El conflicto policial abre el 2012

Se debería estar de acuerdo con que paros de la Policía,cortes de peajes,eventuales ocupaciones de locales incluyendo el propio Ministerio del Interior y planeadas huelgas de hambre,que están entre las medidas que han resuelto o planifican los sindicatos policiales,no son cuestiones que se vean todos los días, trastocan, por decirlo de alguna manera,las imágenes que todos tenemos en la memoria:policías contra huelguistas,piquetes policiales contra peajes (hace bien poco en el puente en Fray Bentos contra la acción de COFE),cordones policiales contra eventuales ocupaciones (como lo fué, también hace poco, contra los docentes),desocupaciones por la fuerza de locales ocupados,etc.Es decir, la imágen del milico dando palos, del milico contra los huelguistas,del milico contra los reclamos de los trabajadores.En el conflicto sindical de los Policías tenemos de pronto la noticia de que el Ministro Bonomi (que todavía habla en los actos a nombre del MLN Tupamaros) promete mano dura policial, contra los polícias.Tenemos que se amenaza a los sindicatos policiales con el peso de la represión,y que para nada se les permitiran ocupaciones,peajes y medidas similares, hasta ahora "reservadas" para el resto de los trabajadores y que - como ha sido - deberán ser reprimidas por las fuerzas policiales.
No deja de ser una situación bien peculiar, aunque,las coordenadas del conflicto sean las mismas que para todos los otros, sean de COFE,bancarios,profesores o metalúrgicos.En todos los casos, y como una constante, aparece la denuncia sindical de que el gobierno le "da largas", o "no negocia", o "dilata", o decide planes y reestructuraciones sin acordar con los sindicatos y con quienes trabajan en el sector afectado. El gobierno los "versea" y después se hace el enojado cuando al final los trabajadores se han cansado y toman medidas.
En este caso es igual y deberá reconocerse que el gobierno Mujica es bien "igualitario": destrata a todos los sindicatos por igual,sean profesores,bancarios o policías.Las consecuencias de este conflicto están bien cargadas.Se parte de un destrato gubernamental a sindicatos y funcionarios del estado,se reacciona con amenazas y mano dura ante las medidas sindicales y, de hecho, como ha sido la constante en todos los últimos tiempos, se "radicalizan" los conflictos.La clave es que el gobierno está concentrado en mostrarse credíble para los inversores extranjeros y para el FMI y el Banco Mundial,y, naturalmente, mostrarse duro ante los reclamos sindicales frente a una oposición de derecha que clama por medidas contra lo que ellos llaman la "dictadura sindical".Que "son los sindicatos los que gobiernan", han llegado a decir,que los sindicatos "toman de rehén" a la población.El gobierno,para mostrar que esto no es así, implementa la "mano dura",la intransigencia en las negociaciones,el destrato y cuando cuadra,las amenazas también.Cree que con esto calma a la derecha.
El gobierno del progresismo ha tenido el atrevimiento de atribuírse el que las afiliaciones sindicales han crecido y nuevos sindicatos se han formado,gracias a la gestión gubernamental,ignorando lo que ha sido la sacrificada labor, por la base, de millares de activistas sindicales para crear o reforzar sus instrumentos naturales,los sindicatos.El crecimiento de la afiliación sindical NO ES PRODUCTO de la gestión gubernamental sino una consecuencia del proceso de concientización que se ha venido dando en el país, una de cuyas consecuencias ha sido NO VOTAR por la derecha y darle mayoría al progresismo.Una vez en el gobierno el progresismo ha pedido desmovilización y dejarlos hacer, desde arriba,y que la gente se calme, no reclame y menos aún "meta palos en la rueda" como denomina el Presidente Mujica a todo conflicto sindical o incluso a simples reclamos.
Se evidencia un distanciamiento cada vez mayor,ya de carácter estratégico, entre el movimiento popular,los sindicatos y los votantes del Frente Amplio, y el Gobierno.Cada vez más gente siente que ha sido usada para tener su voto y ganar las elecciones y después a quedarse quietos hasta la nueva farándula electoral a la que serán convocados.El Gobierno pretende solucionar el choque de intereses de clase, desde arriba,en las oficinas,y AL RITMO QUE EL PROPIO GOBIERNO ESTIME CONVENIENTE. Un caso bien típico de verticalismo extremo que barre con toda la llamada prédica "populista" que no ha sido más que demagogia para llegar al gobierno y desde allí actuar como el gobierno "de todos", poniendo por igual a los propietarios,a los ricos,a la oligarquía y a la burguesía,a los intereses de las multinacionales,ponerlos -supuestamente- al mismo nivel que los intereses de los trabajadores y de los pobres.En definitiva, la peregrina tesis de que a la lucha de clases se la puede administrar burocraticamente.Cuestión ya probadamente imposible EN TODO EL MUNDO, y Uruguay no es,no ha sido, ni será una excepción.
Cuando no es una clase la que pasa a la ofensiva para defender sus intereses, es la otra.Y entonces el choque,el conflicto de clases se vuelve inevitable,y si la crisis se hace presente con más fuerza,no habrán maniobras desde arriba que puedan detener el choque. Y si el progresismo no cumple con su papel de acuerdo a como lo exigen las clases que detentan el poder,se hará todo lo posible para desalojar al progresismo del gobierno,tal cual acaba de verse con el gobierno del PSOE de Zapatero.
El conflicto policial no se escapa a esos parámetros.Tiene sus peculiaridades a causa de los actores.Los policías son pobres, basta ver lo que son sus salarios y alcanza con saber en donde viven. Eso es cierto. Y los reclamos de los pobres por mejorar sus condiciones de vida y sus salarios, son sagrados, y así deberían de serlo para los gobiernos que se autoproclaman de izquierda.Junto con eso tenemos que los actores - los policias - pueden ser los mismos que hace bien poco han reprimido huelgas,ocupaciones,cortes,o,han participado en los fascistizantes "megaoperativos" contra los barrios pobres.La verdad es que no despierta demasiado entusiasmo el apoyar a los policias en conflicto habida cuenta de que una buena parte de su trabajo es - justamente- aplastar conflictos de otros trabajadores,empleando la fuerza.El dilema para el gobierno, que ha pretendido desde el Ministerio del Interior mostrarse capaz, con sus "megaoperativos" y la política de mano dura,para así "sacarle argumenos a la derecha", haciendo lo que la derecha reclama, es que ahora se trata de un conflicto en una parte del aparato represivo.Parece que seguirán con la misma política antisindical que han llevado adelante.
Queda por esperar entonces que el Presidente Mujica desde su audición radial acuse a los sindicatos policiales,no ya de "abrirle las puertas a Hitler" como fué en el caso de la huelga de los recolectores de basura, sino que ahora tendría - consecuencia mediante- que hablar de que los sindicatos policiales le estarían abriendo LOS PORTONES  a Hitler, ya que la diferencia en las consecuencias de los conflictos es notoria.Quedará por verse si se movilizan a los militares para cumplir funciones policiales tal como se hizo con la recolección de las basuras.No es probable que el Presidente cambie su tono ante los conflictos sindicales, queda por verse si los policías cambian su tono cuando ahora les toca a ellos.
Por el Colectivo del Blog Noticias Uruguayas,
El Muerto y Alberto Vidal

Nacional - ESTE JUEVES

Policías cortarán el peaje de Pando para “informar” sobre sus protestas

A su vez, harán movilizaciones en el Puerto de Montevideo y en oficinas públicas y no descartan una huelga de hambre

+ El Observador - 03.01.2012, 18:49 hs - ACTUALIZADO 23:05 Texto: -A / A+

Los sindicatos policiales llevarán a cabo un corte de ruta en el peaje de Pando este jueves a la hora 17 por un lapso de 60 minutos, en protesta contra el nuevo sistema de la Policía de Montevideo para combatir el delito y por el estancamiento de la negociación colectiva.

Otilio Ferreira, integrante del Sindicato de Policías del Uruguay (Sinpolur), aseguró a El Observador que el fin de la movilización del jueves, de la que participarán unos 50 efectivos, es “informar” a todo el que cruce con volantes y pancartas.

También, se tiene previsto realizar el mismo procedimiento en la entrada del Puerto de Montevideo; además de la ocupación de oficinas públicas, incluyendo el Ministerio del Interior. Todavía no fueron estipuladas las fechas de estas movilizaciones. “No descartamos una huelga de hambre”, confesó Ferreira.

No obstante, el dirigente sindical resaltó que estas protestas no afectarán la seguridad ciudadana. “Eso debe quedar claro”, señaló

La resolución se llevó a cabo este martes en una reunión que contó con la presencia de 12 sindicatos del país, sin el Sindicato Único Policial, que no se hizo presente. “No fuimos invitados”, aseguró a El Observador su secretario general, Roberto Cardozo.

Lo que reclaman
Ferreira explicó que el Estado los obliga a tener la exclusividad como funcionarios policiales, sin la posibilidad de tener otro trabajo. “Queremos que se nos pague esa exclusividad, que es un aumento del 60% (del salario)”, indicó.

Los trabajadores reclaman que cuando suspenden a un policía, no se les paga esa jornada y, a su vez, se les obliga a ir a trabajar. Exigen que en el préstamo que salió para funcionarios policiales haya una refinanciación de 64 a 120 cuotas que les permita tener una mayor liquidez.

Al mismo tiempo, por mandato del último congreso del PIT - CNT, todos los sindicatos policiales de Montevideo trabajan para su unificación. Sobre este tema, Ferreira confesó que “solo falta labrar el acta”.


Policías. (archivo, noviembre de 2010) Foto:
Policías. (archivo, noviembre de 2010) Foto: Nicolás Celaya

Efectivos al toque

En protesta por reforma policial, Unión de Sindicatos Policiales corta interbalnearia y no descarta hacer ocupaciones.
La Unión de Sindicatos Policiales (USP) resolvió ayer en una asamblea realizar mañana un corte de ruta sobre el peaje Pando. "Vamos a dar información a los turistas sobre las reivindicaciones que estamos haciendo", informó el dirigente Jorge Molina.
Según explicó, los policías habían firmado un convenio con los ministerios de Trabajo e Interior (MI) y el PIT-CNT, en el que se establecía que cuando alguno de los funcionarios recibía sanciones pecuniarias no debía ir a trabajar, y ahora se los está obligando a asistir a trabajar igual. "No sólo les descuentan, sino que además deben ir a trabajar sin que reciban ninguna remuneración; ya no están suspendidos como cualquier trabajador", explicó Molina. "Se lo planteamos al director de Trabajo, Luis Romero, y él dijo que el MI debía respetar los convenios colectivos", agregó. Consultado al respecto, Romero dijo que "la Policía tiene un convenio firmado y deben respetarlo las partes", aunque no recordó los detalles de este caso. "Supongo que si los sindicatos consideran que tienen razón, utilizarán la evidencia del convenio", comentó.
También protestan que se había acordado formar un grupo multidisciplinario, que funcionaría en el entorno del Hospital Policial, para evaluar y estudiar la elevada tasa de suicidios de los funcionarios policiales en los departamentos de Canelones y Tacuarembó. "Ya hace un mes y medio de esto, se dijo que se iba a hacer un balance y no hemos tenido ninguna respuesta. Lo único que hace el MI es ningunearnos y tirarnos siempre para adelante", aseguró Molina.

Todos tenemos un plan

La reestructura policial incluye una división territorial de las comisarías en cuatro divisiones y una reorganización del área de investigaciones. A su vez, se prevé incorporar 700 efectivos policiales más al patrullaje, de los cuales 500 provendrán de vacantes y otros 200 se ocuparán mediante personal redistribuido. Además, se conformará el Centro de Comando Unificado para potenciar el sistema de comunicaciones de la policía. Según Romero, la reestructura de la Policía fue el detonante de las medidas de los sindicatos policiales: "La situación de los reclamos de estos sindicatos venía sin mucho ruido, pero ahora todo salta por la reestructura del Ministerio del Interior, lo que hace que se empiece a airear todos los demás temas que quedaron sin resolver".
Si bien las medidas comenzarán con el corte de la ruta, el dirigente sindical explicó que se implementará una escalada de medidas, y no descartó que en un futuro se "ocupen dependencias del ministerio, como comisarías", e incluso la propia sede de la cartera.

No me toquen lo que había

Otro de los puntos por los que protesta la USP es la reestructura que a partir de este año llevará adelante la Jefatura de Policía de Montevideo y que se iniciará formalmente este viernes, diviendo a la capital territorialmente en cuatro zonas. Molina se refirió a una nota publicada ayer por El País en la cual se consignaba que dos de los tres jueces penales que estuvieron de turno la semana pasada se vieron sobrecargados de tareas. En la misma línea, el sindicalista dijo que en la implementación de este nuevo régimen "al sindicato ni siquiera lo consultaron ni lo pusieron en conocimiento".
"Esto va a ser perjudicial para el sistema y va a desfavorecer a un montón de compañeros en diferentes situaciones", sostuvo Molina, que recordó una instancia similar, cuando "hubo un plan piloto para el que el ministro de aquel entonces, Guillermo Stirling, llegó a obtener dinero en el extranjero". "Ese plan no tuvo andamiento, no entiendo por qué hoy se está tratando de hacer de nuevo", comentó. El plan de Stirling había sido aplicado durante el gobierno de Jorge Batlle a partir del año 2000 y dividía a la ciudad en siete distritos.
En tanto, el jefe de Policía de Montevideo, Diego Fernández, dijo que oficialmente no recibió ninguna comunicación de la USP, pero entendió que en caso de haber cuestionamientos hacia la reestructura "no es el jefe de Policía el que tiene que opinar". Sí defendió el plan, asegurando que "fue producto de un largo estudio estratégico, que se viene delineando y entrenando desde hace dos años". Respecto de las comparaciones con las políticas implementadas por Stirling, Fernández espetó: "No sé si la calificación profesional de las personas que evaluaron así esta reforma será la adecuada".
En tanto, el vocero de la Policía de Montevideo, José Rondán, defendió el plan alegando que es necesario modificar "estructuras de la actual Policía que están perimidas en una sociedad cambiante" e incluso reconoció: "Si llegamos a evaluar que el sistema no funciona y hay que dar marcha atrás, lo vamos a hacer".
Mientras que desde la policía de Montevideo se defendía el plan, fuentes del MI aseguraron que su cartera no va a permitir que se ocupen sus dependencias ni que se realicen cortes de rutas.
Santiago Sánchez
La Diaria

Nacional - CONFLICTO

Policías contra policías

Tras conocerse la medida de los sindicatos policiales de cortar el peaje de Pando este jueves, desde el Ministerio del Interior se advirtió que serán desalojados

+ - 04.01.2012, 17:06 hs - ACTUALIZADO 17:51 Texto: El Observador

  • Policías deberán impedir que sus propios colegas corten la ruta

Los policías agremiados en 11 de los 12 sindicatos policiales resolvieron este martes que, en protesta por la reestructura policial de Montevideo y otras reivindicaciones, cortarán la ruta interbalnearia a la altura del Peaje de Pando, este jueves sobre las 17 horas. Sin embargo, las autoridades policiales –sus colegas- se los impedirán.
Este miércoles el diario Ultimas Noticias informó que de llevar adelante el piquete, los dirigentes de la Unión de Sindicatos Policiales (Usip), serán desalojados.
“Esto no se lo permitiremos a nadie”, advirtió el director Nacional de Policía, Julio Guarteche, a ese matutino.
Desde el Ministerio del Interior se informó a El Observador que “no están permitidos los cortes de ruta” y si los policías lo intentan serán sacados del lugar “como cualquier gremio o cualquier persona que quiera hacerlo, como pasó otras veces con camioneros”, porque “hay un mandato presidencial”.
Por su parte el jefe de Policía de Canelones, el inspector mayor Erode Ruiz, señaló a El Observador que si bien no hay ningún operativo previsto al respecto “tampoco vamos a permitir que corten la ruta”.
La primera medida será dialogar con los policías sindicalizados apostados ene l lugar y, si no ceden a retirarse, desalojarlos.
La Unión de Sindicatos Policiales entiende que la reestructura de la Jefatura de Policía de Montevideo fue definida en forma “unilateral” e “inconsulta” por las autoridades ministeriales, incumpliendo con la negociación colectiva.
Además, reclaman que la reducción de las horas de servicio 222 no se complementa con un aumento salarial.
También están en contra de la nueva medida que rige desde abril, según la cual cuando un policía es sancionado, no solo se le descuenta el día de su salario, sino que además debe concurrir a trabajar. Antes solo se le descontaba medio día y no tenía la obligación de presentarse en el lugar de trabajo.

Bonomi intenta frenar el corte de ruta por los sindicatos policiales

Conflicto. El gobierno dijo que no va a permitir piquetes en el peaje Pando

EDUARDO BARRENECHE
El Ministerio del Interior intenta frenar el corte de la Ruta Interbalnearia previsto para hoy por varias agremiaciones policiales proponiendo la instalación de un ámbito bipartito para discutir los reclamos de los policías.
Hoy a las 17 horas, 40 dirigentes sindicales de la policía podrían cortar el peaje del arroyo Pando, en rechazo a la reestructura "inconsulta" de la Jefatura de Policía.
Así lo decidieron el martes pasado las dos corrientes gremiales de la Policía -Unión Nacional de Sindicatos Policiales (USIP) y la Coordinadora Nacional de Sindicatos Policiales (Conasip), que además rechazan el cambio de horario de trabajo en Canelones y la no derogación de las sanciones pecuniarias, que "violan" un acuerdo firmado entre ambas partes.
A las 13 horas de ayer, una delegación del Pit-Cnt integrada por los dirigentes Gustavo Signorelle, Jorge Larrobla y José Fazio se reunieron con el subsecretario del Ministerio del Interior, Jorge Vázquez, y el director General de Secretaría, Charles Carrera, para tratar de descomprimir el conflicto con los sindicatos policiales.
En la reunión, Vázquez y Carrera propusieron a los gremios policiales a través del Pit-Cnt la creación de una serie de comisiones bipartitas para discutir la plataforma reivindicativa de los gremios. En el encuentro, Signorelle advirtió a los jerarcas gubernamentales que si hoy no había una reunión bipartita, los gremios policiales iniciarán una batería de medidas comenzando con un corte de la ruta Interbalnearia.
Al cierre de esta edición, Signorelle se contactó telefónicamente con el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, y con Vázquez para tratar de fijar una reunión con los gremios policiales al mediodía de hoy para frenar el anunciado corte.
La dirigente Patricia Rodríguez, de la USIP, dijo a El País que el Ministerio del Interior "quiere reunirse con nosotros la próxima semana. Nosotros hicimos una contrapropuesta de encontrarnos mañana -por hoy- porque no vamos a suspender una movilización prevista por confiar en el Ministerio del Interior".
Los jerarcas del Ministerio del Interior alegaron que tenían una "agenda complicada", afirmaron las fuentes.
"Si no nos reunimos con el Ministerio del Interior antes de las 17 horas de mañana (por hoy), vamos a cortar la Interbalnearia", dijo Rodríguez.
Desde el Ministerio del Interior y de la Jefatura de Canelones se advirtió que no se tolerará que policías corten una ruta.
Para los sindicatos policiales, el Ministerio del Interior "no quiere negociar con nosotros. No tiene la urgencia que tenemos para resolver los problemas de la Policía".
Además de una confrontación sindical, el conflicto en la Policía tiene ribetes políticos. La USIP es respaldada por la corriente Articulación -moderados- del Pit-Cnt, mientras que la Conasip cuenta con el apoyo del Partido Comunista.
Las movilizaciones resueltas -eventual ocupación de las comisarías y reparticiones del Ministerio del Interior, y el reparto de volantes a turistas en el Puerto de Montevideo- también son apoyadas por los gremios policiales autónomos de Artigas, Salto, Cerro Largo, Maldonado.
Las dos corrientes gremiales de la Policía y los sindicatos autónomos nuclean a unos 4.500 afiliados. Otros 4.500 policías agremiados son afiliados del Sindicato Único de Policías del Uruguay (SUPU), que no se pliega a la movilización.
Rodríguez dijo que el Ministerio del Interior "ha ninguneado" a los gremios policiales que "por primera vez están unidos".
"El Acta 12 -que establece la obligación de los policías a concurrir a trabajar pese a que se les descuenta del sueldo- la venimos denunciando desde abril del año pasado", dijo.
Los gremios también cuestionan la decisión del Ministerio del Interior de reestructurar la Jefatura de Montevideo.
"Eso se debió discutir en el marco de la negociación colectiva", dijo.
El País Digital

Denuncias fracturan la interna de Adeom

Radicales dicen que preacuerdo va contra la asamblea
Las listas 1980 y 17-1974 de Adeom (radicales) denunciaron el intento de "la mayoría del Ejecutivo" del sindicato (comunistas) de firmar un "preacuerdo" de convenio con la administración municipal.
Según esta fracción de la dirigencia de Adeom -en donde se encuentra entre otros el expresidente del sindicato Álvaro Soto-, ese "preacuerdo" viola las resoluciones de la última asamblea general del sindicato.
En este sentido, señalan que en la asamblea "quedó claro que rechazamos que los ajustes salariales estén sujetos a la evolución de los ingresos de la Intendencia y que queríamos definir el porcentaje de crecimiento salarial por encima del 100% del IPC".
Según las listas radicales de Adeom, se coloca la aceptación de "los famosos compromisos de gestión" adentro del convenio "suscribiendo la filosofía de éstos y de la Intendencia, que no es otra cosa que un mecanismo de división y aumento de la productividad en los sectores". A su vez, agregan que "se pretende liquidar convenios a la baja en sectores que ya los tienen, sin haber asumido aún los que nos deben (...) y que siguen en demanda judicial por nunca haberse hecho efectiva su liquidación".
El País Digital

Nacional

Tres ministerios bajo la lupa de Mujica por dificultades de gestión

Secundaria. Pilar Ubilla y Fernando Tomeo pueden ser removidos en 2012
El presidente José Mujica analiza la remoción de los directores de Secundaria. Los ministros Enrique Pintado (Transporte), Tabaré Aguerre (Ganadería) y Graciela Muslera (Vivienda) también están en la cuerda floja, según consultas de El País.
Un "descanso activo", diferente de una licencia normal, es lo que el presidente José Mujica decidió tomarse en las primeras semanas del año. Por eso, en la tranquilidad de la estancia presidencial de Anchorena (Colonia), Mujica estudia algunos cambios que hará en febrero a nivel del gabinete.
Fuentes del Ejecutivo dijeron a El País que los ministerios que están bajo la lupa del presidente son Educación, Transporte, Ganadería y Vivienda. La mala gestión o el relacionamiento tirante entre ministros y subsecretarios son algunas de las razones por las que Mujica estudia las remociones, explicaron los informantes.
El ministro Enrique Pintado (Transporte) viene siendo objetado en su gestión hace algunos meses, por la falta de concreción de obras al frente de su cartera. "Tiene el doble de presupuesto que tenía (Víctor) Rossi, pero eso no se traduce en más carreteras", indicó una alta fuente del Ejecutivo a El País.
Por su parte el diputado José Carlos Mahía (Asamblea Uruguay) se refirió ayer sobre los posibles cambios de gabinete. "Si el presidente va a evaluar cambios, yo le diría a mis compañeros ministros del Frente Líber Seregni que duerman destapados, porque si lo que se evalúa es la gestión tenemos la tranquilidad de poder exhibir resultados", remarcó.
Como posible sucesor de Pintado suena fuerte el nombre de Pedro Buonomo, asesor presidencial de Mujica y exsubsecretario de Economía, quien es bien visto por dirigentes del MPP para ese cargo.
La disconformidad con Pintado abarca a buena parte del gobierno e incluso dirigentes de Asamblea Uruguay reconocen un déficit importante en su gestión.
Otro de los que está cuestionado desde la interna del Frente Amplio es el ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre. No lo critican por una mala gestión, sino por la posición asumida frente al proyecto del Impuesto a la Concentración de Inmuebles Rurales (ICIR).
Desde un inicio, Aguerre se manifestó en contra del cobro de un tributo a la tenencia de la tierra y así lo manifestó cuando fue invitado a brindar su opinión en la Comisión de Hacienda de Diputados y Senadores.
En diciembre de 2011, Aguerre dijo ante la Comisión de Hacienda del Senado que "no es este el momento más oportuno" para aplicar el impuesto a la tierra. La posición asumida por el ministro no se considera la más adecuada desde las filas del Movimiento de Participación Popular (MPP).
Pese a su condición de independiente, Aguerre cuenta con el apoyo del Frente Líber Seregni. Sin embargo, la mala relación que mantiene con el subsecretario Daniel Garín (MPP) lo expone como una de las piezas más débiles dentro del gabinete.
La ministra de Vivienda, Graciela Muslera, también se encuentra en la cuerda floja por varias razones. Su falta de concreción de las políticas y su escaso relacionamiento con la prensa debilitan los posibles logros de su gestión. El Plan Juntos creado a pedido de Mujica y cuya misión es ser uno de los buques insignia de este gobierno, le fue retirado de la órbita del ministerio y es gestionado por la Presidencia de la República. Desde hace algunos meses en la interna del MPP se manifiesta disconformidad con la tarea de Muslera, pese a que es integrante del sector. Las fuentes indicaron incluso que la senadora Lucía Topolansky, le quitó la protección y se mantiene expectante frente a las acciones del ministerio.
Con la fuerza política, Muslera protagonizó un episodio polémico en el marco de la primera reunión de la Agrupación Nacional de Gobierno.
"¿Cuántos frenteamplistas hay dando una mano" en los planes que lleva adelante su cartera? "Vivienda sola no puede", dijo la ministra reclamando mayor militancia a la coalición.
En el plano educativo, hay disconformidad con la actuación de las autoridades. Pero las fuentes indicaron que no está planteada la remoción del ministro Ricardo Ehrlich (MPP).
Los movimientos vendrían por el lado de los consejeros de Secundaria Pilar Ubilla y Fernando Tomeo, ambos del MPP. Si bien tienen el respaldo del sector mayoritario dentro del FA, las dificultades de gestión han sido criticadas duramente por el vicepresidente, Danilo Astori.
En algunos ámbitos de gobierno se manejó un enroque entre Ehrlich y la presidenta de Antel, Carolina Cosse, a quien meses atrás también se barajó para encabezar un ministerio de las telecomunicaciones y la innovación, que no se concretó.
Un jerarca que tiene trato fluido con el presidente resaltó que Mujica es reacio a cambios de autoridades, menos aun si lo presionan desde la interna o la oposición.
Agregó que el verano, con menor actividad política, es el momento más indicado para que el mandatario concrete las modificaciones que considere imprescindibles.

Anchorena y el 2012

La estancia de Anchorena está pensada como un lugar de descanso y distensión para la agitada vida que llevan los mandatarios, pero también para la reflexión presidencial.
Durante su gobierno, Tabaré Vázquez solía pescar en el río San Juan para distenderse de su agobiante rutina diaria.
José Mujica eligió el mismo lugar para vacacionar, pero no dedicará su estadía al descanso solamente. Fiel a su impronta personal, Mujica planificará durante los primeros días de enero la gestión del gobierno para el año 2012. Esto implica, entre otras cosas, definir qué personas continúan en sus cargos y cuáles serán reemplazados. Uno de los elementos fundamentales para el presidente, a la hora de diseñar los cambios, está asociado a mantener el equilibrio de fuerzas dentro del gabinete. Hasta ahora, cada vez que realizó un cambio, Mujica mantuvo la cantidad de cargos que cada sector posee dentro del gabinete.
El País Digital


Educación

Larrañaga sobre el Frente Amplio: “No puede ser que lo dejen solo a Mujica”

El candidato de Alianza Nacional amenazó con no acompañar al gobierno en “ningún otro tema” de no alcanzar un acuerdo educativo con el gobierno el 24 de enero próximo.

Miércoles 04 de enero de 2012 | 3:08
El senador Jorge Larrañaga, en oportunidad de la conmemoración en Paysandú de un nuevo aniversario de la muerte de Leandro Gómez, criticó la falta de consenso entre Mujica y el Frente Amplio: “No puede ser que lo dejen solo”, dijo.
Aseguró el dirigente que el Partido Nacional ha aceptado la fórmula del gobierno simplemente porque era la “única alternativa” posible, pero en caso de que no se logre una solución con este apoyo unánime de los blancos, incluso pese a las diferencias internas, será “la última oportunidad, si no llegamos a una solución seremos duros, mucho más duros”, anunció.

Críticas

En la ceremonia cumplida en el antiguo cementerio de la capital sanducera, Larrañaga remarcó que “la conducción de la política educativa nacional está reservada a sectarismos corporativos de gremios que quieren conducir al despeñadero el esfuerzo de miles de uruguayos”.
Agregó que este tipo de diferencias está afectando al Presidente más allá incluso del tema educativo. “La culpa de que el gobierno no funcione es del Frente Amplio. El gobierno no sabe dónde va, ni dónde está el camino”.
Amenazó finalmente que en caso de no lograrse una modificación adecuada a la ley de educación, reamarcará su oposición; “les voy a criticar todo”, adelantó.

Libre competencia

Mujica y MPP buscan un presidente del FA no sectorizado y Agazzi cuestiona "candidatura única".
"Todo el mundo está tanteando, y eso se refleja en las reuniones entre los sectores políticos. Hay muchos esfuerzos para ver si se puede consensuar un candidato, pero va a ser difícil encontrarlo. Seguramente en la segunda quincena de enero y en la primera de febrero se termine resolviendo la situación", describió un dirigente de un sector político respecto a la situación que se está viviendo en la interna del Frente Amplio (FA), de cara a la elección del o los candidatos a la presidencia de la fuerza política en las próximas elecciones internas a celebrarse el 27 de mayo.
El jueves, el presidente José Mujica marcó la cancha al comentarle al vicepresidente Danilo Astori que "añora" que personas independientes de los sectores del FA ocupen lugares de dirección en la coalición de izquierda, según publicó el matutino La República, el viernes.
La postura del presidente es compartida por su antiguo sector, el Movimiento de Participación Popular (MPP). El senador Ernesto Agazzi explicó a la diaria que su sector cree que el candidato a la presidencia del FA debe ser "un tipo capaz de conducir la fuerza, que no sea de ninguno de los sectores, para que represente al demos frentamplista".
Esta postura también fue apoyada por varios comités de base de Montevideo, que presentaron hace dos semanas un documento con el perfil del eventual futuro presidente de la coalición, destacando que debe ser "en lo posible joven" y que no debe estar alineado con ningún sector político para "contribuir a un desempeño comprometido solamente con los altos intereses comunes del FA".
En tanto, el Partido Comunista del Uruguay (PCU) está buscando consenso para lograr una candidatura única en el FA. El dirigente Daniel Marsiglia confirmó que su sector buscará intentar llegar a ese acuerdo, aunque admitió que no será fácil. La senadora del Partido Socialista Mónica Xavier explicó que su sector tomará postura en un comité central a realizarse en febrero, aunque advirtió que la eventual polarización que pueda darse en la elección (entre el Frente Liber Seregni -FLS- y el MPP) es "negativa para el FA" y que "difícilmente estemos alineados con uno de los polos". "Todos pensamos que una candidatura unitaria sería lo mejor, pero no podemos adelantar una postura final", resumió.
En cambio, Agazzi cuestionó la candidatura única: "No creo que sea una buena idea. Llamar a elecciones del presidente del FA a padrón abierto y proponer una candidatura única sería traicionar el espíritu del plenario". Además, el MPP ya había decidido en su dirección nacional que la presidencia del FA no debía ser un "trampolín" hacia la candidatura presidencial en 2014.
Desde el grupo mayoritario del FLS, Asamblea Uruguay, la diputada Daniela Payssé explicó que su sector no está "cerrado a nada" y no descartó acordar una candidatura "por consenso". A diferencia de Agazzi, consideró: "No hay nada que nos obligue a competir". También agregó que "no es la postura de Asamblea Uruguay que el FLS deba tener necesariamente un candidato del sector". "No lo estamos mirando sectorizando las candidaturas, sino en función de aportarle al FA un nombre, que puede ser propuesto por el FLS, por otros sectores, por acuerdos o por intercambios", aseguró la diputada.
En cambio, desde el Nuevo Espacio evaluaron como "muy difícil" la posibilidad de que se aplique la candidatura única, y se apuesta a que todo el FLS vaya atrás de un mismo candidato.
Por su parte, el dirigente de la Vertiente Artiguista Marcelo Melo opinó que el candidato debería ser "medianamente joven y con conocimiento de la interna del FA", aunque aclaró que su sector "no tiene pensado proponer ningún nombre, lo que no quiere decir que en su momento no lo vaya a hacer". Si bien evaluó que es "bueno hacer esfuerzos para consensuar un candidato", también cree que en la elección interna "está claro que habrá un escenario de polarización" entre los dos sectores más fuertes del FA (el MPP y el FLS), pero sostuvo que es necesario "ver cómo se presenta esa polarización en la candidatura a la presidencia", algo que dependerá de la manera en que se conforme la o las candidaturas. Según dijo: "El objetivo es que voten más que la última vez, en 2006, y la elección debe ser una competencia, pero también unitaria, porque donde haya mucho lío la gente se va a terminar apartando".
Santiago Sánchez


Lara: "Saravia me echó por carta, como los novios"

"En el Frente se acostumbró a tener actitudes totalitarias"
Molesto y dolido, el exsenador Julio Lara cuestionó la forma en que el senador nacionalista Jorge Saravia conduce la "Concertación Republicana Nacional", estilo que calificó como "autoritario".
Lara reaccionó durante un acto público en Maldonado a la decisión de Saravia de expulsarlo del grupo blanco por su discrepancia pública con el voto favorable a la iniciativa de despenalización del aborto.
"Dentro del Partido Nacional siempre ha habido enfrentamiento de líderes con dirigentes, pero siempre de frente, cosa que rehusó hacer Saravia porque me echó a través de una cartita como si fuéramos novios", dijo Lara en esa instancia.
"Los hombres toman la decisiones de frente. É l dista mucho de liderar cualquier agrupación porque lo demuestra al no tener la valentía de asumir una decisión mirándome a los ojos", añadió el exsenador por Alianza Nacional.
El jueves 29, la Concertación dio a conocer un comunicado de prensa firmado por Saravia en el que dio cuenta que debido a las discrepancias surgidas con la opinión de Lara sobre el apoyo del senador nacionalista al proyecto de despenalización del aborto, tratado días antes en el Senado, "en consulta con el comité ejecutivo y en aras de un mejor relacionamiento futuro creemos que es inevitable desvincular al señor Julio Lara de nuestro sector".
Lara dijo en la reunión de Maldonado que se enteró de la decisión "por haber leído El País", y añadió que estuvo casi un mes sin establecer contactos con Saravia.
Lara tuvo una activa participación en el reintegro de Saravia al Partido Nacional, tras un pasaje por el Frente Amplio.
Saravia "se acostumbró en el Frente Amplio a tener actitudes totalitarias que solamente se pueden permitir en países como Cuba o la Unión Soviética, pero nunca en el Partido Nacional donde siempre se han respetado las posiciones distintas", sostuvo el dirigente nacionalista que ratificó su disposición a trabajar para conformar una tercera corriente dentro del Partido Nacional, que se nutra con dirigentes de Unidad Nacional y de Alianza Nacional.
La posición de Lara contrario a despenalizar el aborto no es nueva, ya que cuando se votó el proyecto en el período pasado Lara tampoco lo votó.
El País Digital

Mujica con empresarios por Plan Juntos

Juntos son dinamita
imagen
El presidente José Mujica se reunió con un grupo de empresarios en la estancia de Anchorena para escuchar sus inquietudes y proponerles mayor participación en el Plan Juntos. El presidente de Artech, Nicolás Jodal, dijo a Montevideo Portal que se busca "incentivar la participación privada" en el programa con exoneraciones fiscales.

El presidente José Mujica se reunió este martes con varios empresarios en su estancia de Anchorena para motivarlos a contribuir con el Plan Juntos, y contarles que un particular ya donó dos manzanas enteras en La Teja para construir viviendas.


El encuentro comenzó al mediodía con un almuerzo y se extendió hasta la tarde, momento en el que Mujica, la senadora Lucía Topolansky y el colaborador del mandatario Gustavo Torena - conocido por su interpretación del "Pato Celeste" - fueron los anfitriones de la velada, según informó El Espectador.


Uno de los participantes de la reunión fue el presidente de Artech Nicolás Jodal, que dijo a Montevideo Portal que el encuentro sirvió para que el mandatario escuchara las inquietudes del sector empresarial.


"Personalmente quedé muy contento, porque fue una reunión muy abierta en la que pudimos hacer todas las preguntas que quisiéramos al presidente y él las contestó todas", explicó el empresario.

Jodal confimó que durante el encuentro Mujica presentó a los empresarios "algunas de sus ideas sobre el Plan Juntos", vinculadas fundamentalmente con buscar mecanismos para "incentivar la participación privada" en la construcción de viviendas.


Según el empresario, el debate incluyó la posibilidad de introducir exoneraciones impositivas a los empresarios que colaboren con el programa, como forma de hacer más fácil para las empresas los aportes.


Más allá de la vivienda, los empresarios tocaron varios temas con el presidente. En ese marco, Jodal expresó su preocupación por "la gestión de talentos", y otros temas como la situación económica actual y las previsiones para el 2012.

Mujica comenzó narrando la historia de un hombre que recibió un terreno de dos manzanas en La Teja como pago por una deuda, y decidió donarlo al Plan Juntos. Curiosamente, se trata del terreno donde en los años sesenta un grupo de jóvenes comenzó a reunirse para terminar formando lo que luego sería el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros.


El Plan Juntos pretende dedicar dichos terrenos a la construcción de 200 viviendas para familias con mujeres jefas de hogar, que además tengan entre dos y tres hijos. Los beneficiaros serán usufructuarios de las viviendas pero no podrán ser propietarios y se estima que el valor de cada vivienda oscile entre los 11 mil y 14 mil dólares.


Los empresarios se mostraron interesados en poder colaborar, aunque le plantearon al presidente su voluntad de que las donaciones vayan acompañadas de exoneraciones impositivas.


Ante el planteo, el mandatario reflexionó sobre que "al Estado le falta amor" y que su burocracia "frena" iniciativas como la del Plan Juntos. En ese sentido, señaló que "le duelen la cantidad de trabas" que encuentra en el camino del plan habitacional que impulsa desde que comenzó su gobierno.

A propósito, el mandatario reconoció que siempre dona gran parte de su sueldo al Plan Juntos, pero en diciembre decidió cambiar el destino del dinero y enviarlo al Hospital Vilardebó, dado que quedó sumamente conmovido tras su visita al hospital psquiátrico.



Montevideo Portal

Argentina - Santiago del Estero: El gobierno y Zamora apañaron los experimentos de Glaxo con bebes

La administración del gobernador de Santiago del Estero estaba directamente involucrada en los experimentos del laboratorio británico con humanos que provocó 14 muertes. El hermano del ministro de Salud era quien realizaba los experimentos. La Casa Rosada tampoco hizo nada para evitarlos: “Ocaña nos decía que no podía hacer nada. Manzur ni nos atendió”, afirmó a LPO Jorge Yabkowski, titular de la federación de profesionales de la Salud.

Cristina Kirchner se desentendió de los vínculos entre el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, con el laboratoria británico Glaxo Smith Kline, multado con un millón de pesos por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), que lo encontró responsable de realizar ensayos cinicos irregualares que ocacionaron 14 muertos


La mitad de esas víctimas se registró en Santiago del Estero, cinco en Mendoza y dos en San Juan. Pero en la primera provincia la operatoria dejó más expuesto a la administración provincial: el encargado de habilitar las polémicas investigaciones era Enrique Smith, hermano de Juan Carlos, por entonces ministro de Salud de la Provincia


Así lo atestiguaron los afilidados de la Federación de Profesionales de la Salud de la República Argentina (Fesprosa) que iniciaron la denuncia y remarcaron las implicaciones políticas del procedimiento


 
"Después empezaron los primeros fallecidos y varios querían salir del programa pero los amenazaban con sacarles de los planes", completó. En 2008 el Anmat tomó la denuncia y comenzó una investigación que finalizó en la multa ahora ratificada en la justicia. Pero nada se habló de las responsabilides políticas


"(La ex ministra de Salud) Graciela Ocaña nos dijo que no podía intervenir en los hopitales provinciales porque no tenía juridición. Y Manzur nunca nos recibió" se lamentó Yabkowski


GlaxoSmithKline es la tercera mayor farmacéutica del mundo por facturación, con 33.998 millones de euros en 2010. La vacuna en cuestión es la Antineumocócica conjugada 10 valente, aprovada en más de 85 países (incluídos los 27 de la EU) a partir de 40 estudios hechos en países como España, Francia y Alemania


La actitud de Zamora difiró mucho de la que tomó en 2005 el entonces intendente de Córdoba, Luis Juez, quien sancionó a 12 médicos del Hospital infantil y al infectólogo Jorged Tregnaghi, a cargo del Centro de Desarrolo de Proyectos Avanzados en Pediatría (Cedepap), en el que Glaxo desarrollaba las polémicas vacunas

Publicado por Pelusa
en Otro Uruguay es Posible  

La Argentina en Venta

Investigación: pese a la flamante ley de tierras, se multiplican las ofertas de espacios en reservas naturales y parques nacionales.

Patricio Eleisegui/iProfesional

Tras un profundo relevamiento, iProfesional.com dio con espacios protegidos que se ofrecen a precios irrisorios en el mercado inmobiliario. En el menú de opciones, se incluyen lotes con glaciares dentro de la propiedad. El remate de la Península de Valdés. Casos para la polémica.


Todo tiene un precio, parece ser la consigna. Todo se puede comprar, muestra la realidad. En instancias en las que acaba de aprobarse un marco que regula en la Argentina la compra de tierras por parte de extranjeros, nada parece desalentar la oferta de espacios cada vez más exclusivos en lo que hace a riquezas naturales.

Desde hace casi dos años, iProfesional.com viene dando cuenta de la comercialización de lotes en lugares muy preciados de la Argentina, particularmente en la Patagonia. Este fenómeno también alcanza a la venta de hectáreas con glaciares incluidos en zonas de la Cordillera de los Andes. (Ver: Insólito: por falta de controles, usted puede comprarse un glaciar cuando lo desee)


Las propuestas, que en la mayoría de los casos están bien visibles para cualquier potencial comprador, no escatiman en detalles y ponen el acento en la ventaja de contar con propiedades ricas en agua, minerales o biodiversidad, de cara a las próximas décadas.

Al respecto, una rigurosa investigación de iProfesional.com dio con ofertas que comprenden lugares insólitos, por su carácter simbólico y su status. En gran parte de los casos, hasta resultan ser sitios "protegidos" bajo el rótulo de reservas o parques naturales.

El más controvertido fue el detallado en febrero último, también por este medio: la venta de tierras a inversores británicos en la Península de Valdés, situada en Chubut y declarada en 1999 Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco. (Ver: Británicos ahora vienen por tierras argentinas: compran hectáreas "regaladas" en el santuario de las ballenas).


Meses después, la realidad deja entrever que en lugar de haberse frenado, esta tendencia se sigue profundizando en diversas latitudes de la Argentina.

En esa dirección, iProfesional.com ubicó ofertas de lotes y terrenos dentro de, por ejemplo, los parques nacionales Lanín y Los Alerces.
Y también dio con oportunidades de compra en reservas naturales, como Los Quebrachitos, en Córdoba, o Los Huemules, en la provincia de Santa Cruz.

La reserva La Quebrada, en la provincia de Córdoba; Los Seis Miles, en Catamarca; o Laguna Negra, en el límite entre Mendoza, Neuquén y Chile, son otras de las áreas de relevancia natural que son ofertadas y que, en muchos de los casos, ya muestran el fuerte avance de los capitales extranjeros sobre la geografía local.


El tenor de estos movimientos fue destacado a iProfesional.com por Pablo Orsolini, diputado nacional de la UCR por el Chaco y ex vicepresidente de la FAA.


"Se vigila muy poco lo que sucede dentro de los parques nacionales o las reservas naturales. Y esto es porque se cree que un simple status puede frenar la venta. Eso es un error. Hay mucha comercialización de áreas naturales preestablecidas, y ahora que se reglamentó la ley habrá que avanzar con relevar lo que sucede en esos espacios", sostuvo Orsolini a este medio.


En virtud de sus dichos, iProfesional.com indagó en la copiosa masa de ofertas de tierras que se ofrecen a lo largo de la Argentina. Y dio con una gran cantidad de casos que no hacen más que reafirmar sus apreciaciones.


El primer ejemplo de relevancia detectado comprende a un lote que sin mayores rodeos se ofrece frente al lago Huechulafquen, dentro del mismísimo Parque Nacional Lanín.


El agente a cargo de su comercialización detalla las características del predio: frente al lago mencionado, y a metros de la boca del río Chimehuin, "famoso lugar de pesca". El espacio representa una "oportunidad única debido a su gran potencial turístico", a un valor de apenas u$s26 el metro cuadrado.


La firma comercializadora, casi en tono de aclaración, destaca que este predio "forma parte de un loteo que se realizó dentro del Parque Nacional Lanín en los años 60, por lo que representa una gran oportunidad".


También dentro del mismo Parque Nacional Los Alerces, iProfesional.com ubicó otra "oportunidad única", vinculada con un inmueble situado dentro del mismo lugar protegido.


En este caso, la propiedad se levanta sobre un predio de 5.500 metros cuadrados, que incluye cabañas y locales comerciales.


Reserva
natural, se vende

La comercialización de reservas naturales, a la par de terrenos dentro de parques nacionales, también está a la orden del día.


Como antecedente, cabe mencionar que ya en marzo de 2010 iProfesional.com develó la compra de 200.000 hectáreas protegidas en la provincia de La Rioja, a través de Internet y por parte de inversores extranjeros, previo pago de la módica suma de 1 millón de dólares.


La operación derivó en el traspaso a manos privadas de Laguna Brava, un espacio declarado protegido por sus recursos naturales y su rasgo simbólico, dado que por dicho lugar pasa el Camino del Inca.


Ya en estos días, la maratón de ofertas y de compraventas no se detiene. Otro ejemplo: más de 600.000 hectáreas de tierra del departamento Tinogasta, en Catamarca, y que conforman el área natural protegida "Los Seis Miles", están en manos privadas.


El número se conoció recientemente, producto de un relevamiento efectuado por la Subsecretaría del Ambiente de la provincia mencionada.


La dependencia reveló que de las 38 parcelas que integran el área natural protegida en cuestión, apenas dos -denominadas San Buenaventura y Las Grutas- aparecen como tierras fiscales.

Los lotes restantes, emplazados sobre uno de los principales reservorios de litio de la Argentina, son controlados por multinacionales extranjeras como GNC Combustibles, Nikkon, Kallpa y Alisal.
Muchos de estos terrenos se encontrarían a la venta y podrían ser traspasados sin ningún tipo de freno legal.

También portales inmobiliarios ofrecen lugares muy preciados en el límite entre Mendoza y Neuquén. Específicamente, en el área natural Laguna Negra y el campo en el que se encuentra emplazada, Puertas del Barrancas.


¿Qué comprende la propuesta? Alrededor de 55.000 hectáreas dotadas, entre otras riquezas, de recursos minerales como oro, manganeso y cuarzo. Y numerosas vertientes de agua mineral, además de una laguna que es considerada el segundo reservorio de agua dulce de Mendoza.


Biodiversidad
en oferta

Las muestras en lo que hace a espacios naturales protegidos o, al menos, declarados de relevancia natural por las administraciones políticas no se detienen.


En Santa Cruz, agentes inmobiliarios ofrecen lotes de más de 10.000 metros cuadrados a un valor de 75.000 dólares, en la reserva natural Los Huemules.


Los detalles de la propuesta son tan claros como tentadores y polémicos:


• "El Campo los Huemules le ofrece la posibilidad de ser propietario de una fracción única dentro de un área natural protegida. Los dueños de los lotes son copropietarios de un campo de 5.800 hectáreas de enorme interés turístico y alto valor de conservación natural".

• "Los Huemules se encuentra a 17 kilómetros de El Chaltén, al pie del Cerro Fitz Roy, en el extremo sur de la región patagónica austral. Sus paisajes y grandes bellezas escénicas constituyen una muestra representativa de los ambientes típicos de esta región".
• "Presenta bosques en muy buen estado de conservación y una fauna sorprendente, como el pato de los torrentes, el carpintero magallánico, el cóndor, el huemul, el zorro colorado y el puma".
• "Además, merece destacarse que contiene la senda más accesible al hielo continental, el Parque Nacional Los Glaciares, que con sus 700.000 hectáreas constituye la tercera reserva de agua potable del mundo. Cuenta también con vistas del atractivo más importante de la región, el Cerro Fitz Roy y posee en su interior los glaciares Cagliero, Gorra Blanca y Marconi".

El
caso Península de Valdés

La Península de Valdés, en Chubut, representa la muestra quizá más emblemática de esta comercialización sin miramientos de escenarios naturales protegidos.


Considerado el principal santuario de ballenas de América latina, y una de las reservas de biodiversidad más importantes de la Argentina, la zona se ha transformado en otro de los puntos de referencia para los extranjeros que adquieren tierras en el país.


Precisamente, es la zona elegida por inversores ingleses para hacer su desembarco en territorio argentino. ¿A cuánto se ofrece la hectárea en un sitio declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco? Al precio irrisorio de 360 dólares.


"Hay más de una decena de boletos de compraventa emitidos y que buscan definir nuevos titulares de propiedad. Aunque la avanzada en el lugar la están realizando principalmente inversionistas ingleses, también hay información sobre el interés de estadounidenses", precisó a iProfesional.com el diputado chubutense por la UCR, Carlos Lorenzo.


"Es notorio cómo aparecieron en el último tiempo numerosas sociedades anónimas que controlan grandes extensiones de tierras en esa parte de Chubut", añadió.

De acuerdo al legislador, en los últimos dos años se conformaron una docena de empresas que adquirieron campos en la Península de Valdés. "Los primeros en alertar sobre estas compras fueron los mismos lugareños", señaló.

Los casos se suceden, al igual que las ofertas. Nada parece escapar al cartel de "Se Vende" que en los últimos años cuelga de los principales espacios que incluyen una amplia diversidad de reservas y atractivos naturales de la Argentina.


A la sombra de una Ley de Tierras que acaba de nacer, el actual escenario muestra que el rumbo a seguir demandará un sinfín de batallas.
Publicado por Pelusa en   Otro Uruguay es Posible


CENTRO CULTURAL DE LA MEMORIA HAROLDO CONTI
CINEMATECA / ENERO / ENTRADA GRATUITA
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200 años, 200 libros. Recorridos por la cultura argentina
CICLO DE CINE
CINE Y LITERATURA EN 200 AÑOS
En el marco de la exposición “200 años, 200 libros. Recorridos por la cultura argentina


Viernes de enero / 19 HS

Viernes 6
/ 19 HS



Prisioneros de la tierra
Prisioneros de la tierra
de Mario Soffici
(Argentina 1939, 85’)

Basada en los cuentos de Horacio Quiroga: "Un peón", "Los destiladores de naranja", "Los desterrados" y "Una bofetada".
Ambientado en 1915, el film explora la explotación semi-esclava de los trabajadores de la yerba mate en Misiones: los “mensúes”, quienes deberán soportar desde engaños y endeudamientos forzosos, hasta castigos físicos como método habitual de disciplina.

Intérpretes:
Francisco Petrone, Ángel Magaña, Roberto Fugazot, Raúl De Lange y Elisa Gálvez
Guión:
 Ulyses Petit de Murat y Darío Quiroga
Fotografía:
Pablo Tabernero
Montaje:
José De Nico y Gerardo Rinaldi
Música:
Lucio Demare
Escenografía:
Ralph Pappier
Viernes 13 / 19 HS


La estrategia de la araña
La estrategia de la araña
de Bernardo Bertolucci

(Italia 1970, 97’)

Basada en el relato de Jorge Luis Borges "El tema del traidor y del héroe".

Un joven regresa a la ciudad donde su padre fue asesinado antes de que él naciera. El muchacho trata de encontrar una explicación a la muerte de su padre a manos de un fascista en 1936, pero la verdad se le revela compleja como una tela de araña.

Intérpretes:
Giulio Brogi, Alida Valli, Vito Scotti, Pippo Campanini, Franco Giovannelli y Allen Midget
Guión:
Bernardo Bertolucci, Marilú Parolini y Eduardo de Gregorio
Música:
Giuseppe Verdi
Fotografía:
Vittorio Storaro
Viernes 20 / 19 HS


Nadie, Nada, Nunca
Nadie, Nada, Nunca
de Raúl Beceyro

(Argentina 1988, 90’)

Adaptación de la novela homónima de Juan José Saer.

En Nadie, nada, nunca Juan José Saer propone una mirada de los años de la represión en la Argentina de los 70 sin hablar directamente de ello, desde el silencio y la omisión. En su versión cinematográfica el director logra plasmar esa atmósfera de encierro y de rituales cotidianos que recorre la novela.

Dirección y producción:
Raúl Beceyro
Fotografía:
Marcelo Camorino
Música:
Pedro Casís  Montaje: Laura Bua
Intérpretes:
Alicia Dolinski, Carlos Falco,  Antonio Germano y Marina Vazquez
Viernes 27 / 19 HS


Los Suicidas
Los Suicidas
de Juan Villegas

(Argentina 2005, 80’)

Adaptación de la novela homónima de Antonio Di Benedetto.
Daniel es un periodista al que le encargan un artículo a partir de la fotografía de un presunto suicida. En la investigación conoce a Marcela,  una enigmática fotógrafa que le asignan como compañera, y de la que comienza lentamente a enamorarse.

Dirección y Guión:
Juan Villegas
Dirección de Arte:
Ailí Chen
Edición:
Martín Mainoli
Música:
Guillermo Guareschi
Producción:
Juan Villegas y Nathalie Cabirón
Intérpretes:
Daniel Hendler, Leonora Balcarce, Camila Toker, Elvira Villarino, Eugenia Alonso, Mario Mahler, Laura Agorreca, Liliana Weimer y Mariel Sánchez. Fotografía: Paola Rizzi

Av. Del Libertador 8151 - CABA
Acceso vehicular: Comodoro Rivadavia 1273
(+54 11) 4702 - 7777
ccmhconti@jus.gob.ar
www.derhuman.jus.gob.ar/conti
Horarios
Martes a Viernes de 12 a 21 hs.
Sábados y Domingos de 11 a 21 hs.
Lunes Cerrado.

Biblioteca:
Martes a Viernes de 10 a 19 hs.
Sábados de 11 a 15 hs.
Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti
Espacio para la memoria y para la promoción y defensa de los derechos humanos (Ex ESMA)

CHILE: APELAN DEL CIERRE DEL SUMARIO EN CASO ALLENDE

En el dìa de hoy los querellantes del Socialismo Allendista en el caso Allende apelaron del cierre del sumario decretado por el ministro Mario Carroza la apelación presentada por el abogado Roberto Avila se lee a continuaciòn.

Apelaciòn


Sr Ministro en Visita

Don Mario Carroza Espinoza

ROBERTO AVILA TOLEDO, abogado, por la parte querellante que representa en autos rol-77-2011 a VSI por la muerte del Presidente Salvador Allende Gossens a VSI respetuosamente digo:

Que vengo en interponer recurso de apelación en contra de la resolución que declara cerrado el sumario que rola a fojas 2305 y 2306 y de la que la complementa y que rola a fojas 2307 y 2308.

Vengo en solicitar se nos conceda el presente recurso para ante la I. Corte de Apelaciones para que esta la enmiende conforme a derecho.

Fundo el presente recurso en las consideraciones de hecho y de derecho que paso a exponer:

1.- Los hechos no se han esclarecido, lo cual es uno de los objetivos fundamentales de la investigación sumarial.

En efecto, se encuentra pendientes las siguientes diligencias:

A.- Diligencia ordena por la I. Corte de Apelaciones de oficiar a la Contralorìa General de la república para que remita el listado de los pilotos de guerra que tenía la FACH al 11 de Septiembre de 1973.

B.- Resolución de la Corte de Apelaciones para citar bajo apercibimiento legal a Mario López Tobar para que proporcionara los nombres, que el mismo señaló conocer, de los pilotos que bombardearon La Moneda. Esta persona concurrió a declarar y mencionó un nombre y dijo ya no recordar el otro. El Tribunal no adoptó medida alguna, por lo cual la resolución de la Corte quedó incumplida.

C.- Esta parte solicitó pericia médica en el Instituto Mèdico Legal de Mario López Tobar que compareció alegando súbita enfermedad mental que afectaría su memoria y acompañó certificados médicos que no decían lo que èl pretextaba.. VSI proveyó “autos”, es decir no resolver inmediatamente para un mejor estudio, pero no resolvió la petición.

D.- Mi parte solicitó careo entre Reinaldo Romero Jara y Enrique Montealegre Julliàn, VSI proveyó esperar a que declarara Montealegre para resolver la petición, ello ocurrió y la petición nunca se resolvió. Romero Jara recibió en el aeropuerto de Carriel Sur a los bombarderos de La Moneda inmediatamente después del hecho y le consta la participación de Montealegre.

E.- Esta parte acompañó el texto de Roberto Thieme “El rebelde de Patria y Libertad” donde este confiesa los actos violentos cometidos por el grupo durante el gobierno del presidente Allende y el apoyo MATERIAL del ejercito argentino y brasileño para estas actividades delictuales. Como se sabe la directiva de esta organización estuvo procesada por un intento de matar al presidente Allende. Solicité se citara a estos dirigentes y VSI no negó la diligencia pero tampoco accedió a ella. La petición nunca se resolvió.

F. El general ® Fernando Matthei Aubel fue interrogado a nuestra solicitud sobre un pacto secreto para no dar los nombres de los pilotos que bombardearon La Moneda, que el había dado a conocer a la Revista que Pasa en entrevista al periodista don Juan Pablo Salaverry. El compareció y justificó el pacto, con lo cual obviamente lo reconoce, pero no señaló entre quienes opera este pacto. Estaba citado para eso.

2.- Existe un recurso de apelación pendiente.

En efecto, no habiendose esclarecido quienes bombardearon La Moneda solicité un orden de investigar por la PDO, cosa normal y lógica en u procedimiento penal de esta naturaleza. VSI negó la diligencia.

Solicitè conjuntamente careo entre la periodista Mònica Gonzàlez y el general ® Fernando Rojas Vender señalado por estaen el periódico argentino Clarin como el segundo oficial en el bombardeo a La Moneda a partir de información proporcionada por el mismo, cosa que el aviador niega. Solicité un careo y VSI negó al diligencia.

Ante ello apelamos y este recurso aun no se resuelve en la Corte.

3.- VSI ha llegado a una conclusión a nuestro juicio errónea.

En efecto, a fojas 2307 se lee, como una conclusión en relación al deceso del doctor Allende que “en su muerte no hubo acción de terceros”.

Esta conclusión no se compadece con lo establecido en el proceso en que:

1.- Consta que el Palacio de la Moneda fue bombardeado e incendiado.

2.- Tres generales de ejército han confesado haber atacado militarmente La Moneda usando infantería y tanques.

3.- El general de aviación ® Mario Lòpez Tobar reconoce que se descargaron 20 cohetes Sura antiblindaje contra el palacio presidencial.

4.- Que hay una reconocida intervención del gobierno norteamericano en Chile para derrocar al presidente Allende lo cual no podía dejar de considerar su muerte en tal cometido. Que ello esa acreditado en el informe senatorial norteamericano CHURCH, acompañado por mi parte al proceso.

La conclusión alcanzada por VSI nos llevaría a tener que aceptar supuestos que no se compadecen con el mérito del proceso ni con la verdad histórica. Esto es que, el presidente salió el 11 de Septiembre en un día normal desde su casa, llegó en medio de la mayor tranquilidad a su despachó y estando solo y, afectado, por una súbita depresión sicológica, se disparó.

La Suprema Corte de EEUU determinó que las personas que se arrojaron desde la Torres Gemelas para no morir de manera aún más horrible no se suicidaron como sostenían las compañías de seguro sino que fueron víctimas de homicidio porque su voluntad no era libre.

Todo suicidio provocado por la acción de terceros deja de serlo y se tipifica en homicidio.

En cuanto al peritaje practicado por el Instituto Mèdico Legal este año. Este carece de todo valor por cuanto, al periciar lo poco que quedaba del cadáver, después de que con evidente afán de encubrimiento en la exhumación del año 1990 se botaron parte de los restos, no hìzo otra cosa que repetir el informe médico legal que los propios militares adjuntaron al proceso, que ellos mismos llevaron adelante, sin ninguna razón legal (que competencia tenían los tribunales militares para investigar la muerte de un civil?) y con el evidente fin de ocultar su propio crimen.

El informe policial suscrito por el entonces (1973) prefecto de la PDI Pedro Espinoza avalando el suicidio consta en el proceso que se obtuvo luego que dos oficiales de ejército amenazaran al policía poniendo una pistola en su cabeza. Eso esta en el proceso que VSI llevó adelante.

Es evidente que esta investigación debe continuar.

POR TANTO: Ruego a VSI concedernos el presente recurso de apelación para ante la I. Corte de Apelaciones a fin de que esta proceda a acogerlo y de esta manera ordene la reapertura del sumario se practiquen las diligencias pendientes y se cumplan en este proceso las resoluciones de la Corte de Apelaciones que fueron dictadas para este proceso.

Esteban Silva Cuadra

Estudiantes mexicanos toman varias emisoras para hacer oír sus quejas

Publicado: 04 ene 2012 | 10:29 MSK
Última actualización: 04 ene 2012 | 11:55 MSK

Miembros de una federación estudiantil tomaron este martes cuatro emisoras de radio en el estado mexicano de Guerrero exigiendo información sobre la investigación del asesinato de dos compañeros suyos a manos de policías el pasado 12 de diciembre, cuando las Fuerzas de Seguridad dispersaron una protesta.
Un centenar de jóvenes de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas asaltó a su vez cuatro estaciones de radio en la ciudad de Chilpancingo (a 270 kilómetros de la capital mexicana), interrumpieron la programación y difundieron sus demandas. Entre otras cosas exigieron que el gobernador de Guerrero, Angel Aguirre, sea juzgado y que les sean facilitados datos sobre el lugar donde permanecen detenidos los policías sospechosos de disparar a los estudiantes.
Los trágicos sucesos acaecidos el 12 de diciembre motivaron esta dura reacción de los estudiantes. Aquel día decenas de alumnos de la Escuela Normal bloquearon la carretera que conecta la capital mexicana con el popular balneario de Acapulco con una reivindicación por bandera: aumentar las plazas disponibles para estudiar en la escuela de Ayotzinapa (en Guerrero).
La Policía intervino y abrió fuego para restaurar el orden. En los enfrentamientos murieron dos estudiantes y el empleado de una gasolinera que se incendió. Por el momento siguen intentando esclarecer la responsabilidad de lo sucedido, mientras doce policías permanecen arrestados bajo sospecha.

Los manifestantes prometen continuar protestando hasta que sus demandas sean atendidas. El 6 de enero tienen planeadas dos acciones, una en Chilpancingo y otra en México.

Democracia sionista:El 'museo del horror' de los presos palestinos



Por: Reuters
Fecha de publicación: 29/12/11
PALESTINA.- En la sede del Ministerio de los Detenidos de Gaza hay un 'museo de los horrores'. Unos muñecos colgados por los brazos del techo de la habitación, esposados, se aparecen en una sala como fantasmas sin rostro.
A su lado, otro está suspendido en una silla a punto de caer, con las manos esposadas al respaldo. En una pequeña celda contigua, languidece enjaulado un cuarto. Sus cuerpos rellenos recuerdan a las pinturas del artista Botero sobre las torturas de Abu Ghraib.
"Es una exposición sobre cómo son tratados los prisioneros palestinos en las cárceles israelíes", explica un funcionario del Ministerio. "Lo hacemos para que las familias de los presos sepan en qué condiciones están sus maridos e hijos", afirma.
Hay maquetas de las cárceles levantadas en el desierto del Neguev, que recuerdan a Guantánamo. Muestran cómo los reos no tienen para guarecerse del inclemente clima más que las lonas de sus tiendas de campaña.
Hay cuadros realistas donde la sangre chorrea por los hombros de un preso con la cabeza metida en un saco negro. Hay marionetas esposadas y torturadas… Las mujeres y madres de varios presos pasean por la sala y se detienen a ver las maquetas. Algunas llevan velo integral ('niqab'), cubriendo de negro no sólo su cuerpo, sino su pena. Otras sostienen en sus manos las fotografías de sus hijos o maridos detenidos.
6.000 presos palestinos
Hay unos 6.000 detenidos y presos palestinos en las cárceles israelíes –unas 30 prisiones repartidas por la geografía de este país, sin contar con los centros secretos, según fuentes palestinas-.
Toda una cultura en torno al martirio rodea a estas personas durante toda su vida. El drama que vive una familia cuando sus allegados son detenidos por los soldados israelíes es materia de culto y se exhibe públicamente. La cárcel, la tortura o la muerte se convierte en motivo de orgullo, en propaganda en manos de los poderosos y en dolor callado de familias reunidas frente a la estufa del hogar.
"En Gaza, es más natural hablar de la muerte que de la vida", reflexiona Rana Shubair, traductora jurada de inglés y bloguera.
"Mientras caminas por las calles, ves los muros embadurnados con los grafiti sobre los mártires. En mi ruta hacia casa, paso por el taller de un fabricante de ataúdes y pienso que este hombre hace una fortuna gracias a la muerte. Paso por el cementerio, que está dentro de la ciudad y veo un cartel que dice: 'No hay más espacio para enterramientos aquí'.
Pero la gente ignora la advertencia porque es muy difícil inhumar a los fallecidos en el cementerio de la parte este de la ciudad, cerca de la frontera con Israel", añade.
La mirada mártir
Dondequiera que uno va, los ojos de los mártires miran fijamente. Sus imágenes están por todas partes: en los muros, en los semáforos…
Atenazan a los niños. "Si llevo a los niños a dar una vuelta en coche y paro en un semáforo, se encontrarán con una gran foto de un mártir y ahí llega la pregunta: 'Mamá, ¿quién es éste?' No hay escapatoria: 'Es un 'shahid' (mártir)'. No creo que esta palabra esté pasada de moda cuando hayan crecido", opina Shubair.
Forman parte del imaginario colectivo, del vocabulario común, palabras como 'shahid', o los nombres de las torturas que Israel suele aplicar a los detenidos, como 'shabah', que se usa para describir cómo un preso es encadenado durante horas a una silla inclinada. Cuando un prisionero menciona el 'shabah', todo el mundo sabe de lo que está hablando.
Sí, la tortura se aplica en Israel, un país que se llama a sí mismo "la única democracia de Oriente Próximo". "El Tribunal Supremo prohibió oficialmente las torturas físicas, pero entonces llegaron otras técnicas: la privación del sueño, las posturas forzadas durante horas, los interrogatorios de un detenido sin abogado y acosado por 10 interrogadores", incide Hasan Gabareen, abogado de la ONG Adala, la más importante organización que defiende los derechos humanos de los palestinos en Israel.
Crueles torturas psicológicas
Y también otras crueles torturas psicológicas como la celda de aislamiento, con presos que la han sufrido durante 16, 15 o diez años.
"Yo sólo estuve 40 días, pero Ahmed Chukri pasó 5 años confinado en solitario. Fue liberado en el último intercambio. Ahora, cuando la gente le habla, él sonríe y luego vuelve a su rincón, es incapaz de relacionarse", explica Zidane Mohamed Zidane, un joven enclenque que también ha sido excarcelado en octubre, después de que Hamas entregara a Israel al soldado Guilad Shalit.
Zidane es de Jenin (Cisjordania), pero ha sido desterrado a Gaza. "Fui condenado a cadena perpetua. He estado en la cárcel nueve años y cinco meses. Es como si no me hubieran liberado. No puedo ver a mi familia: ni ellos pueden venir ni yo puedo ir allí", se queja.
Samar Sueih tuvo a su hijo en una prisión israelí. Apenas tenía 21 años cuando fue arrestada y acababa de casarse. Estaba embarazada de un mes. "Me torturaron física y psicológicamente", afirma. "Me golpearon en la espalda, en el cuello y me esposaron durante horas a una silla inclinada", explica describiendo la popular 'shabah'.
Samar estuvo dos años y medio en prisión. Tuvo a su hijo por medio de una cesárea. "Di a luz con las manos y los pies esposados a la cama", cuenta. El niño estuvo con ella en la cárcel. "Rehusaron facilitarme cualquier cuidado para mí o mi hijo recién nacido. No me dieron ningún calmante para el dolor después de la cesárea", recuerda.
Las voces de todo este sufrimiento retumban en la habitación del 'museo de los horrores' del Ministerio de los Detenidos. "La cuestión es: ¿Cómo vamos a criar a nuestros hijos en esta atmósfera? Es muy difícil esconderles la realidad", se pregunta Subair.

Presentación a la republicación en "Noticias Uruguayas" del Libro de Frantz Fanon,"Los Condenados de la Tierra",capítulo uno,"La Violencia"
A continuación publicamos el Capítulo Uno del libro de Frantz Fanon "Los Condenados de la Tierra" intitulado "La Violencia", en el cual Fanon analiza y describe la relación del colonizado y el colonizador con la violencia.Tema este siempre actual a causa de las guerras de agresión de los grandes colonizadores modernos: el imperialismo yanqui y sus secuaces de la OTAN, y del empleo de la violencia extrema contra las luchas populares por sus reivindicaciones o por su liberación.Violencia contra manifestaciones, violencia contra huelgas,violencia contra los reclamos de mejores condiciones de vida o independencia económica y política.Hoy en día hemos visto la extrema violencia aplicada en Túnez o en Egipto particularmente, vemos la interminable violencia contra el pueblo palestino, hemos visto la tremendamente asesina violencia contra el pueblo iraquí, afgano o libio. Vemos también la incesante violencia contra el pueblo en Honduras,Colombia y Mèxico,las violentas represiones en Panamá,en Argentina,contra el pueblo mapuche en Chile,en el Perú,y la violencia cotidiana que exiben los aparatos represores en todo el mundo, inclusive en los EEUU contra sus propios ciudadanos que protestan, indignados,contra el saqueo capitalista.
Las tesis de Fanon, recogidas como reflexiones de la realidad africana de aquel entonces,en lucha contra los imperios coloniales,conservan toda su actualidad,son conclusiones válidas para todos los países y todos los continentes mas allá de las peculiaridades en cada lugar.El hecho de que sigan siendo actuales es atribuíble al voraz y asesino imperialismo que no se detiene ante el dilema de masacrar cientos de miles y aún millones, para que el 1% del que hablan los "indignados" en los EEUU sean aún mas ricos.Los pueblos van resistiendo como pueden, las más de las veces poniendo su sangre y a pecho descubierto no retroceder ante el plomo asesino imperial, o el "plomo fundido" como denominó el criminal sionismo israelí su cobarde agresión al pueblo de Gaza.
Fanon analiza el significado desalienante del ejercicio de la violencia por parte del oprimido contra la permanente violencia del opresor.Analiza el como el colonizado adquiere categoría humana alzándose contra la opresión y respondiendo con la violencia a la centenaria violencia del colonizador.
Hoy en día se ha conformado un coro altamente sospechoso que reúne a los imperios mas poderosos bajo la égida del imperio yanqui y sus instrumentos de guerra,particularmente la OTAN,junto con proclamados "socialistas" y "socialdemócratas",liberales y cristianos,latifundistas y burócratas sindicales,nazi-fascistas,rasistas y organizaciones llamadas de "defensa de los derechos humanos".Todos le piden a los débiles,a los agredidos, a los amenazados,a los asesinados,les piden paz y entrega de armas,les exigen que transiten por los llamados "caminos legales" de los opresores,que como en Colombia, por ejemplo,están regados de cadáveres de inocentes campesinos y trabajadores, de sindicalistas y periodistas.El coro es unánime en su reclamo: "diálogo", con ustedes desarmados y nosotros armados hasta los dientes,"diálogo" que regule la paz de los cementerios y la impunidad eterna a los criminales de lesa humanidad, como las tropas yanquis y de otros países, por todos sus crímenes en Irak y Afganistán, en Libia y Palestina.La clave del mal llamado "diálogo" es que los esclavos,los pobres,los colonizados,los expoliados,no tengan armas en su poder.Eso solo da una idea acabada de dos cosas: que no tienen ninguna intención pacífica, y en segundo lugar que el temor imperial radica en que los colonizados,los oprimidos,comprendan que la violencia y las armas no necesariamente son un monopolio del opresor.
Sin el ejercicio de la violencia por parte de los oprimidos, hoy toda África seguiría siendo colonia de los diversos imperios coloniales,el vasto territorio de Rusia y todos los países que formaban la URSS quizás seguiría siendo regido por el un Zar, o la enorme China por algún emperador menor de edad.O algún sargento Fulgencio Batista seguiría "haciendo de Cuba un garito" como lo expresó el memorable Carlos Puebla en sus canciones.Los pobres no han recibido ningún regalo de los dioses. Si se han querido liberar ha sido al costo de miles, de millones de vidas de sus mejores hijos,masacrados por los genocidas con impunidad garantizada.
Nada ha cambiado desde aquellos tiempos,aunque en apariencia todos juegan al juego "democrático" mal llamado como tal, y mal llamado de moderno,institucional y demas sandeces. Siempre el opresor ha creado esas instancias para hacerle creer al oprimido,al colonizado,que su destino estaba en sus propias manos,cuando en realidad todo eso no son más que escenarios del teatro de la gran estafa mundial pretendidamente llamada de "participación democrática".Tampoco es nuevo. Lo hicieron los romanos,el imperio romano,allí donde pudo.De lo contrario,hace más de dos milenios atrás, la misma receta: el genocidio,las masacres.Siempre basadas en el monopolio de las armas. Hayan sido flechas o sean misiles.
Fanon nos explica los fenómenos recurrentes a propósito de la violencia y su ejercicio.Los efectos de la misma en el colonizador-opresor y en el colonizado-oprimido.Y nos explica, también,el efecto en ambos bandos,cuando el colonizado-oprimido rompe el monopolio del colonizador-opresor sobre las armas y el ejercicio de la violencia.Si la ONU acepta y hasta resuelve que está en consonancia con sus principios fundacionales el bombardear pueblos enteros,transformar en ruinas ciudades y países,bien que el mismo derecho puede y debe ser aplicado por el colonizado-oprimido.
Hoy en día, 2012,el mundo entero está en ebullición.El capitalismo ha generado una ruina masiva que arrastra países enteros,continentes se podría decir, como Europa,y su única respuesta es aceitar su maquinaria de guerra,preparar mas bombardeos contra población civil,planear nuevos crímenes de lesa humanidad,y aprontarse para hacerle pagar a los pueblos una alta cuota de sangre y de vidas por sus intentos liberadores, o sencillamente por sus luchas contra la minería depredadora, o contra la educación segregada,o simplemente por mejores salarios que permitan enfrentar los efectos de la crisis que el mismo sistema ha generado.
Fanon,entonces, con sus reflexiones que fueron apoyados con fervor por el Ché Guevara,nos vuelve a colocar en los parámetros correctos,los realistas,no los del realismo del llamado progresismo que no es más que la idealización de cadenas lustrosas, sino del realismo de los pueblos que buscan su liberación.Aquí están expuestos con crudeza el conjunto de los componentes alrededor del problema de la violencia.Nuestra intención con la nueva divulgación de estos materiales es que contribuyan a la reflexión de todos aquellos que están verdaderamente comprometidos con las causas populares,con el fin de la explotación,colonialista o neocolonialista, imperial, oligárquica, dictactorial, burguesa o aún,burguesa con ayuda del reformismo.
Dedicamos esta republicación al Dr. Mario Navilliat, uno de los primeros tupamaros uruguayos, que fué también uno de los introductores de la obra de Frantz Fanon en Uruguay, que estimuló su lectura,que lo tradujo a los términos de la realidad uruguaya de aquel entonces, y que divulgó su obra en charlas y conferencias en locales sindicales o barriales,ante sindicalistas y dirigentes obreros, o ante trabajadores de base y desocupados.A todos trató de llegar con su prédica del espíritu liberador de la obra y las ideas de Frantz Fanon.Queremos finalizar con una referencia a la brutal violencia que impera hoy en día. Son informes de la FAO y de la UNICEF. Si "cada día mueren 16.000 niños de hambre" eso es violencia extrema y es motivo más que suficiente para que el colonizado-oprimido haga lo posible por liberarse, por todos los medios posibles, lo antes posible,Así lo explicaba Mario Navilliat en sus charlas para los sindicalistas clasistas y para los trabajadores y desocupados.

"El 16 de Octubre de 2011, la FAO dio a conocer su Informe Anual sobre la alimentación en el planeta, de acuerdo con este reporte casi mil millones de personas pasan hambre, de hecho en los dos últimos años el número de hambrientos subió de 850 millones a 925 millones. Mujeres y niños son los más afectados, constituyen el 60% de los hambrientos, 176 millones de niños menores de cinco años tienen bajo peso producto de la mal nutrición, cada día mueren 16.000 niños de hambre. En 2007 la UNICEF informó que cada año mueren unos 10,9 millones de niños menores de cinco años en los países en desarrollo. La desnutrición y las enfermedades relacionadas con el hambre son la causa del 60 por ciento de las muertes."

Rosendo

Los condenados de la tierra

Frantz Fanon

Capítulo 1. La violencia

"En general, el Che volvía entusiasmado con África, y lamentaba lo poco que entre los pueblos africanos habíamos divulgado nuestros hechos, y lo poco que nosotros conocíamos los suyos. Es menester salvar ambas lagunas: enviarles, traducidos al inglés y al francés, nuestros textos más importantes, y editar aquí los de ellos. Él había recomendado la publicación entre nosotros del libro fundamental de Fanon, Los condenados de la tierra, y hablamos de él. A partir de la experiencia concreta de África, Fanon llegó, por sus propios pasos, a conclusiones bien cercanas a las de nuestra Revolución. Nos es menester pensar por nuestra cuenta los problemas y las soluciones."
de Roberto Fernández Retamar  - Poeta cubano, Presidente de la Casa de las Américas.  - Es Premio Nacional de Literatura


La violencia en el contexto internacional
Liberación nacional, renacimiento nacional, restitución de la nación al pueblo, Commonwealth, cualesquiera que sean las rúbricas utilizadas o las nuevas fórmulas introducidas, la descolonización es siempre un fenómeno violento. En cualquier nivel que se la estudie: encuentros entre individuos, nuevos nombres de los clubs deportivos, composición humana de los cocktail-parties, de la policía, de los consejos de administración, de los bancos nacionales o privados, la descolonización es simplemente la sustitución de una «especie» de hombres por otra «especie» de hombres. Sin transición, hay una sustitución total, completa, absoluta. Por supuesto, podría mostrarse igualmente el surgimiento de una nueva nación, la instauración de un Estado nuevo, sus relaciones diplomáticas, su orientación política, económica. Pero hemos querido hablar precisamente de esa tabla rasa que define toda descolonización en el punto de partida. Su importancia inusitada es que constituye, desde el primer momento, la reivindicación mínima del colonizado. A decir verdad, la prueba del éxito reside en un panorama social modificado en su totalidad. La importancia extraordinaria de ese cambio es que es deseado, reclamado, exigido. La necesidad de ese cambio existe en estado bruto, impetuoso y apremiante, en la conciencia y en la vida de los hombres y mujeres colonizados. Pero la eventualidad de ese cambio es igualmente vivida en la forma de un futuro aterrador en la conciencia de otra «especie» de hombres y mujeres: los colonos.

La descolonización, que se propone cambiar el orden del mundo es, como se ve, un programa de desorden absoluto. Pero no puede ser el resultado de una operación mágica, de una sacudida natural o de un entendimiento amigable. La descolonización, como se sabe, es un proceso histórico: es decir, que no puede ser comprendida, que no resulta inteligible, traslúcida en sí misma, sino en la medida exacta en que se discierne el movimiento historizante que le da forma y contenido. La descolonización es el encuentro de dos fuerzas congénitamente antagónicas que extraen precisamente su originalidad de esa especie de sustanciación que segrega y alimenta la situación colonial. Su primera confrontación se ha desarrollado bajo el signo de la violencia y su cohabitación -más precisamente la explotación del colonizado por el colono- se ha realizado con gran despliegue de bayonetas y de cañones. El colono y el colonizado se conocen desde hace tiempo. Y, en realidad, tiene razón el colono cuando dice conocerlos. Es el colono el que ha hecho y sigue haciendo al colonizado. El colono saca su verdad, es decir, sus bienes, del sistema colonial.


La descolonización no pasa jamás inadvertida puesto que afecta al ser, modifica fundamentalmente al ser, transforma a los espectadores aplastados por la falta de esencia en actores privilegiados, recogidos de manera casi grandiosa por la hoz de la historia. Introduce en el ser un ritmo propio, aportado por los nuevos hombres, un nuevo lenguaje, una nueva humanidad. La descolonización realmente es creación de hombres nuevos. Pero esta creación no recibe su legitimidad de ninguna potencia sobrenatural: la «cosa» colonizada se convierte en hombre en el proceso mismo por el cual se libera.


En la descolonización hay, pues, exigencia de un replanteamiento integral de la situación colonial. Su definición puede encontrarse, si se quiere describirla con precisión, en la frase bien conocida: «los últimos serán los primeros». La descolonización es la comprobación de esa frase. Por eso, en el plano de la descripción, la descolonización es un logro.

losExpuesta en su desnudez, la descolonización permite adivinar a través de todos sus poros, balas sangrientas, cuchillos sangrientos. Porque si  últimos deben ser los primeros, no puede ser sino tras un enfrentamiento decisivo y a muerte de los dos protagonistas. Esa voluntad afirmada de hacer pasar a los últimos a la cabeza de la fila, de hacerlos subir a un ritmo (demasiado rápido, dicen algunos) los famosos escalones que definen a una sociedad organizada, no puede triunfar sino cuando se colocan en la balanza todos los medios incluida, por supuesto, la violencia.

No se desorganiza una sociedad, por primitiva que sea, con semejante programa si no se está decidido desde un principio, es decir, desde la formulación misma de ese programa, a vencer todos los obstáculos con que se tropiece en el camino. El colonizado que decide realizar ese programa, convertirse en su motor, está dispuesto en todo momento a la violencia. Desde su nacimiento, le resulta claro que ese mundo estrecho, sembrado de contradicciones, no puede ser impugnado sino por la violencia absoluta.


El mundo colonial es un mundo en compartimientos. Sin duda resulta superfluo, en el plano de la descripción, recordar la existencia de ciudades indígenas y ciudades europeas, de escuelas para indígenas y escuelas para europeos, así como es superfluo recordar el apartheid en Sudáfrica. No obstante, si penetramos en la intimidad de esa separación en compartimientos, podremos al menos poner en evidencia algunas de las líneas de fuerza que presupone. Este enfoque del mundo colonial, de su distribución, de su disposición geográfica va a permitirnos delimitar los ángulos desde los cuales se reorganizará la sociedad descolonizada.


El mundo colonizado es un mundo cortado en dos. La línea divisoria, la frontera está indicada por los cuarteles y las delegaciones de policía. En las colonias, el interlocutor válido e institucional del colonizado, el portavoz del colono y del régimen de opresión es el gendarme o el soldado. En las sociedades de tipo capitalista, la enseñanza, religiosa o laica, la formación de reflejos morales trasmisibles de padres a hijos, la honestidad ejemplar de obreros condecorados después de cincuenta años de buenos y leales servicios, el amor alentado por la armonía y la prudencia, esas formas estéticas de respeto al orden establecido, crean en torno al explotado una atmósfera de sumisión y de inhibición que aligera considerablemente la tarea de las fuerzas del orden. En los países capitalistas, entre el explotado y el poder se interponen una multitud de profesores de moral, de consejeros, de «desorientadores». En las regiones coloniales, por el contrario, el gendarme y el soldado, por su presencia inmediata, sus intervenciones directas y frecuentes, mantienen el contacto con el colonizado y le aconsejan, a golpes de culata o incendiando sus poblados, que no se mueva. El intermediario del poder utiliza un lenguaje de pura violencia. El intermediario no aligera la opresión, no hace más velado el dominio. Los expone, los manifiesta con la buena conciencia de las fuerzas del orden. El intermediario lleva la violencia a la casa y al cerebro del colonizado.


La zona habitada por los colonizados no es complementaria de la zona habitada por los colonos. Esas dos zonas se oponen, pero no al servicio de una unidad superior. Regidas por una lógica puramente aristotélica, obedecen al principio de exclusión recíproca: no hay conciliación posible, uno de los términos sobra. La ciudad del colono es una ciudad dura, de piedra y de hierro. Es una ciudad iluminada, asfaltada, donde los cubos de basura están siempre llenos de restos desconocidos, nunca vistos, ni siquiera soñados. Los pies del colono no se ven nunca, salvo quizá en el mar, pero jamás se está muy cerca de ellos. Pies protegidos por zapatos fuertes, mientras las calles de su ciudad están limpias, lisas, sin hoyos, sin piedras. La ciudad del colono es una ciudad harta, perezosa, su vientre está permanentemente lleno de buenas cosas. La ciudad del colono es una ciudad de blancos, de extranjeros.


La ciudad del colonizado, o al menos la ciudad indígena, la ciudad negra, la «medina» o barrio árabe, la reserva, es un lugar de mala fama, poblado por hombres de mala fama, allí se nace en cualquier parte, de cualquier manera. Se muere en cualquier parte, de cualquier cosa. Es un mundo sin intervalos, los hombres están unos sobre otros, las casuchas unas sobre otras. La ciudad del colonizado es una ciudad hambrienta, hambrienta de pan, de carne, de zapatos, de carbón, de luz. La ciudad del colonizado es una ciudad doblegada, una ciudad a rodillas, una ciudad revolcada en el fango. Es una ciudad de negros, una ciudad de moros. La mirada que el colonizado lanza sobre la ciudad del colono es una mirada de lujuria, una mirada de deseo. Sueños de posesión. Todos los modos de posesión: sentarse a la mesa del colono, acostarse en la cama del colono, si es posible con su mujer. El colonizado es un envidioso. El colono no lo ignora cuando, sorprendiendo su mirada a la deriva, comprueba amargamente, pero siempre alerta: «Quieren ocupar nuestro lugar». Es verdad, no hay un colonizado que no sueñe cuando menos una vez al día en instalarse en el lugar del colono.


Ese mundo en compartimientos, ese mundo cortado en dos está habitado por especies diferentes. La originalidad del contexto colonial es que las realidades económicas, las desigualdades, la enorme diferencia de los modos de vida, no llegan nunca a ocultar las realidades humanas. Cuando se percibe en su aspecto inmediato el contexto colonial, es evidente que lo que divide al mundo es primero el hecho de pertenecer o no a tal especie, a tal raza. En las colonias, la infraestructura es igualmente una superestructura. La causa es consecuencia: se es rico porque se es blanco, se es blanco porque se es rico. Por eso los análisis marxistas deben modificarse ligeramente siempre que se aborde el sistema colonial. Hasta el concepto de sociedad precapitalista, bien estudiado por Marx, tendría que ser reformulado. El siervo es de una esencia distinta que el caballero, pero es necesaria una referencia al derecho divino para legitimar esa diferencia de clases. En las colonias, el extranjero venido de fuera se ha impuesto con la ayuda de sus cañones y de sus máquinas. A pesar de la domesticación lograda, a pesar de la apropiación, el colono sigue siendo siempre un extranjero. No son ni las fábricas, ni las propiedades, ni la cuenta en el banco lo que caracteriza principalmente a la «clase dirigente». La especie dirigente es, antes que nada, la que viene de afuera, la que no se parece a los autóctonos, a «los otros».


La violencia que ha presidido la constitución del mundo colonial, que ha organizado incansablemente la destrucción de las formas sociales autóctonas, que ha demolido sin restricciones los sistemas de referencias de la economía, los modos de apariencia, la ropa, será reivindicada y asumida por el colonizado desde el momento en que la masa colonizada, decidida a convertirse en la historia en acción, penetre violentamente en las ciudades prohibidas. Provocar un estallido del mundo colonial será, en lo sucesivo, una imagen de acción muy clara, muy comprensible y capaz de ser asumida por cada uno de los individuos que constituyen el pueblo colonizado. Dislocar el mundo colonial no significa que después de la abolición de las fronteras se arreglará la comunicación entre las dos zonas. Destruir el mundo colonial es, ni más ni menos, abolir una zona, enterrarla en lo más profundo de la tierra o expulsarla del territorio.


La impugnación del mundo colonial por el colonizado no es una confrontación racional de los puntos de vista. No es un discurso sobre lo universal, sino la afirmación desenfrenada de una originalidad formulada como absoluta. El mundo colonial es un mundo maniqueo. No le basta al colono limitar físicamente, es decir, con ayuda de su policía y de sus gendarmes, el espacio del colonizado. Como para ilustrar el carácter totalitario de la explotación colonial, el colono hace del colonizado una especie de quintaesencia del mal[2]. La sociedad colonizada no sólo se define como una sociedad sin valores. No le basta al colono afirmar que los valores han abandonado o, mejor aún, no han habitado jamás el mundo colonizado. El indígena es declarado impermeable a la ética; ausencia de valores, pero también negación de los valores. Es, nos atrevemos a decirlo, el enemigo de los valores. En este sentido, es el mal absoluto. Elemento corrosivo, destructor de todo lo que está cerca, elemento deformador, capaz de desfigurar todo lo que se refiere a la estética o la moral, depositario de fuerzas maléficas, instrumento inconsciente e irrecuperable de fuerzas ciegas. Y el señor Meyer podía decir seriamente a la Asamblea Nacional Francesa que no había que prostituir la República haciendo penetrar en ella al pueblo argelino. Los valores, en efecto, son irreversiblemente envenenados e infectados cuando se les pone en contacto con el pueblo colonizado. Las costumbres del colonizado, sus tradiciones, sus mitos, sobre todo sus mitos, son la señal misma de esa indigencia, de esa depravación constitucional. Por eso hay que poner en el mismo plano al DDT, que destruye los parásitos, trasmisores de enfermedades, y a la religión cristiana, que extirpa de raíz las herejías, los instintos, el mal. El retroceso de la fiebre amarilla y los progresos de la evangelización forman parte de un mismo balance. Pero los comunicados triunfantes de las misiones informan realmente acerca de la importancia de los fermentos de alienación introducidos en el seno del pueblo colonizado. Hablo de la religión cristiana y nadie tiene derecho a sorprenderse. La Iglesia en las colonias es una Iglesia de blancos, una Iglesia de extranjeros. No llama al hombre colonizado al camino de Dios sino al camino del Blanco, del amo, del opresor. Y, como se sabe, en esta historia son muchos los llamados y pocos los elegidos.


A veces ese maniqueísmo llega a los extremos de su lógica y deshumaniza al colonizado. Propiamente hablando lo animaliza. Y, en realidad, el lenguaje del colono, cuando habla del colonizado, es un lenguaje zoológico. Se alude a los movimientos de reptil del amarillo, a las emanaciones de la ciudad indígena, a las hordas, a la peste, el pulular, el hormigueo, las gesticulaciones. El colono, cuando quiere describir y encontrar la palabra justa, se refiere constantemente al bestiario. El europeo raramente utiliza «imágenes». Pero el colonizado, que comprende el proyecto del colono, el proceso exacto que se pretende hacerle seguir, sabe inmediatamente en qué piensa. Esa demografía galopante, esas masas histéricas, esos rostros de los que ha desaparecido toda humanidad, esos cuerpos obesos que no se parecen ya a nada, esa cohorte sin pies ni cabeza, esos niños que parecen no pertenecer a nadie, esa pereza desplegada al sol, ese ritmo vegetal, todo eso forma parte del vocabulario colonial. El general De Gaulle habla de las «multitudes amarillas» y el señor Mauriac de las masas negras, cobrizas y amarillas que pronto van a irrumpir en oleadas. El colonizado sabe todo eso y ríe cada vez que se descubre como animal en las palabras del otro. Porque sabe que no es un animal. Y precisamente, al mismo tiempo que descubre su humanidad, comienza a bruñir sus armas para hacerla triunfar.


Cuando el colonizado comienza a presionar sus amarras, a inquietar al colono, se le envían almas buenas que, en los «Congresos de cultura» le exponen las calidades específicas, las riquezas de los valores occidentales. Pero cada vez que se trata de valores occidentales se produce en el colonizado una especie de endurecimiento, de tetania muscular. En el periodo de descolonización, se apela a la razón de los colonizados. Se les proponed valores seguros, se les explica prolijamente que la descolonización no debe significar regresión, que hay que apoyarse en valores experimentados, sólidos, bien considerados. Pero sucede que cuando un colonizado oye un discurso sobre la cultura occidental saca su machete o al menos se asegura de que está al alcance de su mano. La violencia con la cual se ha afirmado la supremacía de los valores blancos, la agresividad que ha impregnado la confrontación victoriosa de esos valores con los modos de vida o de pensamiento de los colonizados hacen que, por una justa inversión de las cosas, el colonizado se burle cuando se evocan frente a él esos valores. En el contexto colonial, el colono no se detiene en su labor de crítica violenta del colonizado, sino cuando este último ha reconocido en voz alta e inteligible la supremacía de los valores blancos. En el periodo de descolonización, la masa colonizada se burla de esos mismos valores, los insulta, los vomita con todas sus fuerzas.


Ese fenómeno se disimula generalmente porque, durante el periodo de descolonización, ciertos intelectuales colonizados han entablado un diálogo con la burguesía del país colonialista. Durante ese periodo, la población autóctona es percibida como masa indistinta. Las pocas individualidades autóctonas que los burgueses colonialistas han tenido ocasión de conocer aquí y allá no pesan suficientemente sobre esa percepción inmediata para dar origen a matices. Por el contrario, durante el periodo de liberación, la burguesía colonialista busca febrilmente establecer contactos con las «elites». Es con esas elites con las que se establece el famoso diálogo sobre los valores. La burguesía colonialista, cuando advierte la imposibilidad de mantener su dominio sobre los países coloniales, decide entablar un combate en la retaguardia, en el terreno de la cultura, de los valores, de las técnicas, etc. Pero lo que no hay que perder nunca de vista es que la inmensa mayoría de los pueblos colonizados es impermeable a esos problemas. Para el pueblo colonizado, el valor más esencial, por ser el más concreto, es primordialmente la tierra: la tierra que debe asegurar el pan y, por supuesto, la dignidad. Pero esa dignidad no tiene nada que ver con la dignidad de la «persona humana». Esa persona humana ideal de la que jamás ha oído hablar. Lo que el colonizado ha visto en su tierra es que podían arrestarle, golpearle, hacerle morir de hambre hambrearlo impunemente; y ningún profesor de moral, ningún cura, vino jamás a recibir los golpes en su lugar ni a compartir con él su pan. Para el colonizado, ser moralista es, muy concretamente, silenciar la actitud déspota del colono, y así quebrantar su violencia desplegada, en una palabra, expulsarlo definitivamente del panorama. El famoso principio que pretende que todos los hombres sean iguales encontrará su ilustración en las colonias cuando el colonizado plantee que es el igual del colono. Un paso más y querrá pelear para ser más que el colono. En realidad, ya ha decidido reemplazar al colono, tomar su lugar. Como se ve, es todo un universo material y moral el que se desploma. El intelectual que ha seguido, por su parte, al colonialista en el plano de lo universal abstracto va a pelear porque el colono y el colonizado puedan vivir en paz en un mundo nuevo. Pero lo que no ve, porque precisamente el colonialismo se ha infiltrado en él con todos sus modos de pensamiento, es que el colono, cuando desaparece el contexto colonial, no tiene ya interés en quedarse, en coexistir. No es un azar si, inclusive antes de cualquier negociación entre el gobierno argelino y el gobierno francés, la minoría europea llamada «liberal» ya ha dado a conocer su posición: reclama, ni más ni menos, la doble ciudadanía. Es que acantonándose en el plano abstracto, se quiere condenar al colono a dar un salto muy concreto a lo desconocido. Digámoslo: el colono sabe perfectamente que ninguna fraseología sustituye a la realidad.

El colonizado, por tanto, descubre que su vida, su respiración, los latidos de su corazón son los mismos que los del colono. Descubre que una piel de colono no vale más que una piel de indígena. Hay que decir, que ese descubrimiento introduce una sacudida esencial en el mundo. Toda la nueva y revolucionaria seguridad del colonizado se desprende de esto. Si, en efecto, mi vida tiene el mismo peso que la del colono, su mirada ya no me fulmina, ya no me inmoviliza, su voz no me petrifica. Ya no me turbo en su presencia. Prácticamente, le fastidio. No sólo su presencia no me afecta ya, sino que le preparo emboscadas tales que pronto no tendrá más salida que la huida.


El contexto colonial, hemos dicho, se caracteriza por la dicotomía que inflige al mundo. La descolonización unifica ese mundo, quitándole por una decisión radical su heterogeneidad, unificándolo sobre la base de la nación, a veces de la raza. Conocemos esa frase feroz de los patriotas senegaleses, al evocar las maniobras de su presidente Senghor: «Hemos pedido la africanización de los cuadros, y resulta que Senghor africaniza a los europeos». Lo que quiere decir que el colonizado tiene la posibilidad de percibir en una inmediatez absoluta si la descolonización tiene lugar o no: el mínimo exigido es que los últimos sean los primeros.



Pero el intelectual colonizado aporta variantes a esta demanda y, en realidad, las motivaciones no parecen faltarle: cuadros administrativos, cuadros técnicos, especialistas. Pero el colonizado interpreta esos salvoconductos ilegales como otras tantas maniobras de sabotaje y no es raro oír a un colonizado declarar: «No valía la pena, entonces, ser independientes...».



En las regiones colonizadas donde se ha llevado a cabo una verdadera lucha de liberación, donde la sangre del pueblo ha corrido y donde la duración de la fase armada ha favorecido el reflujo de los intelectuales sobre bases populares, se asiste a una verdadera erradicación de la superestructura absorbida por esos intelectuales en los medios burgueses colonialistas. En su monólogo narcisista, la burguesía colonialista, a través de sus universitarios, había arraigado profundamente en el espíritu del colonizado que las esencias son eternas a pesar de todos los errores imputables a los hombres. Las esencias occidentales, por supuesto. El colonizado aceptaba lo bien fundado de estas ideas y en un repliegue de su cerebro podía descubrirse un centinela vigilante encargado de defender el pedestal grecolatino. Pero, durante la lucha de liberación, cuando el colonizado vuelve a establecer contacto con su pueblo, ese centinela ficticio se pulveriza. Todos los valores mediterráneos, triunfo de la persona humana, de la claridad y de la belleza, se convierten en adornos sin vida y sin color. Todos esos argumentos parecen un conjunto de palabras muertas. Esos valores que parecían ennoblecer el alma se revelan inutilizables porque no se refieren al combate concreto que ha emprendido el pueblo.


Y, en primer lugar, el individualismo. El intelectual colonizado había aprendido de sus maestros que el individuo debe afirmarse. La burguesía colonialista había introducido a martillazos, en el espíritu del colonizado, la idea de una sociedad de individuos donde cada cual se encierra en su subjetividad, donde la riqueza es la riqueza del pensamiento. Pero el colonizado que tenga la oportunidad de sumergirse en el pueblo durante la lucha de liberación va a descubrir la falsedad de esa teoría. Las formas de organización de la lucha van a proponerle ya un vocabulario inhabitual. Hermano, hermana, camarada, son palabras proscritas por la burguesía colonialista porque, para ella, mi hermana es mi cartera, mi camarada mi compinche en la maniobra turbia. El intelectual colonizado asiste, en una especie de auto de fe, a la destrucción de todos sus ídolos: el egoísmo, la recriminación orgullosa, la imbecilidad infantil del que siempre quiere decir la última palabra. Ese intelectual colonizado, atomizado por la cultura colonialista, descubrirá igualmente la consistencia de las asambleas de las aldeas, la densidad de las comisiones de los pueblos, la extraordinaria fecundidad de las reuniones de barrio y de célula. Los asuntos de cada uno ya no dejarán jamás de ser asuntos de todos porque, concretamente, todos serán descubiertos por los legionarios y asesinados, o todos se salvarán. La indiferencia hacia los demás, esa forma atea de la salvación, está prohibida en este contexto.


Se habla mucho, desde hace tiempo, de la autocrítica: ¿se sabe acaso que fue primero una institución africana? Ya sea en las montañas de África del Norte o en las reuniones de África occidental, la tradición quiere que los conflictos que estallan en una aldea sean debatidos en público. Autocrítica en común, sin duda, con una nota de humor, sin embargo, porque todo el mundo se siente sin presiones, porque en última instancia todos queremos las mismas cosas. El cálculo, los silencios insólitos, las reservas, el espíritu subterráneo, el secreto, todo eso lo abandona el intelectual a medida que se sumerge en el pueblo. Y es verdad que entonces puede decirse que la comunidad triunfa ya en ese nivel, que segrega su propia luz, su propia razón.


Pero puede suceder que la descolonización se produzca en regiones que no han sido suficientemente sacudidas por la lucha de liberación y allí se encuentran esos mismos intelectuales hábiles, maliciosos, astutos. En ellos se encuentran intactas las formas de conducta y de pensamiento recogidas en el curso de su trato con la burguesía colonialista. Ayer niños mimados del colonialismo, hoy de la autoridad nacional, organizan el pillaje de los recursos nacionales. Despiadados, suben de status a través de tramas o robos legales: importación-exportación, sociedades anónimas, juegos de bolsa, privilegios ilegales, sobre esa miseria actualmente nacional. Demandan con insistencia la nacionalización de las empresas comerciales, es decir, la reserva de los mercados y las buenas ocasiones sólo para los nacionales. Doctrinalmente, proclaman la necesidad imperiosa de nacionalizar el robo de la nación. En esa aridez del periodo nacional, en la fase llamada de austeridad, el éxito de sus rapiñas provoca rápidamente la cólera, la violencia del pueblo. Ese pueblo miserable e independiente, en el contexto africano e internacional actual, adquiere la conciencia social a un ritmo acelerado. Las pequeñas individualidades no tardarán en comprenderlo.


Para asimilar la cultura del opresor y aventurarse en ella, el colonizado ha tenido que dar garantías. Entre otras, ha tenido que hacer suyas las formas de pensamiento de la burguesía colonial. Esto se comprueba en la ineptitud del intelectual colonizado para dialogar. Porque no sabe hacerse inesencial frente al objeto o la idea. Por el contrario, cuando milita en el seno del pueblo se maravilla continuamente. Se ve literalmente desarmado por la buena fe y la honestidad del pueblo. El riesgo permanente que lo acecha entonces es hacer populismo. Se transforma en una especie de sí, sí, buana, que asiente ante cada frase del pueblo, convertida por él en sentencia. Pero el fellah, el desempleado, el hambriento no pretende la verdad. No dice que él es la verdad, puesto que lo es en su ser mismo.


El intelectual se comporta objetivamente, en esta etapa, como un vulgar oportunista. Sus maniobras, en realidad, no han cesado. El pueblo no piensa en rechazarlo ni en acorralarlo. Lo que el pueblo exige es que todo se ponga en común. La inserción del intelectual colonizado en la marea popular va a demorarse por la existencia en él de un curioso culto por el detalle. No es que el pueblo sea rebelde, si se le analiza. Le gusta que le expliquen, le gusta comprender las articulaciones de un razonamiento, le gusta ver hacia dónde va. Pero el intelectual colonizado, al principio de su cohabitación con el pueblo, da mayor importancia al detalle y llega a olvidar la derrota del colonialismo, el objeto mismo de la lucha. Arrastrado en el movimiento multiforme de la lucha, tiene tendencia a fijarse en tareas locales, realizadas con ardor, pero casi siempre demasiado solemnizadas. No ve siempre la totalidad. Introduce la noción de disciplinas, especialidades, campos, en esa terrible máquina de mezclar y triturar que es una revolución popular. Dedicado a puntos precisos del frente, suele perder de vista la unidad del movimiento y, en caso de fracaso local, se deja llevar por la duda, la decepción. El pueblo, al contrario, adopta desde el principio posiciones globales. La tierra y el pan: ¿qué hacer para obtener la tierra y el pan? Y ese aspecto preciso, aparentemente limitado, restringido del pueblo es, en definitiva, el modelo operatorio más enriquecedor y más eficaz.


El problema de la verdad debe solicitar igualmente nuestra atención. En el seno del pueblo, desde siempre, la verdad sólo corresponde a los nacionales. Ninguna verdad absoluta, ningún argumento sobre la transparencia del alma puede destruir esa posición. A la mentira de la situación colonial, el colonizado responde con una mentira semejante. La conducta con los nacionales es abierta; crispada e ilegible con los colonos. La verdad es lo que precipita la dislocación del régimen colonial y pierde a los extranjeros. En el contexto colonial no existe una conducta regida por la verdad. Y el bien es simplemente lo que les hace mal a los otros.


Se advierte entonces que el maniqueísmo primario que regía la sociedad colonial se conserva intacto en el periodo de descolonización. Es que el colono no deja de ser nunca el enemigo, el antagonista, precisamente el hombre que hay que eliminar. El opresor, en su zona, hace existir el movimiento, movimiento de dominio, de explotación, de pillaje. En la otra zona, la cosa colonizada, arrollada, expoliada, alimenta como puede ese movimiento, que va sin cesar desde las márgenes del territorio a los palacios y los muelles de la «metrópoli». En esa zona fija, la superficie está quieta, la palmera se balancea frente a las nubes, las olas del mar rebotan sobre los guijarros, las materias primas van y vienen, legitimando la presencia del colono mientras que doblegado, más muerto que vivo, el colonizado se eterniza en un sueño siempre igual. El colono hace la historia. Su vida es una epopeya, una odisea. Es el comienzo absoluto: «Esta tierra, la hemos hecho nosotros». Es la causa permanente: «Si nos vamos, todo está perdido, esta tierra volverá a la Edad Media». Frente a él, seres embotados, roídos desde dentro por las fiebres y las costumbres ancestrales, constituyen un marco casi mineral del dinamismo innovador del mercantilismo colonial.


El colono hace la historia y sabe que la hace. Y como se refiere constantemente a la historia de la metrópoli, indica claramente que está aquí como prolongación de esa metrópoli. La historia que escribe no es, pues, la historia del país al que despoja, sino la historia de su nación en tanto que ésta piratea, viola y mata de hambre. La inmovilidad a que está condenado el colonizado no puede ser impugnada sino cuando el colonizado decide poner término a la historia de la colonización, a la historia del pillaje, para hacer existir la historia de la nación, la historia de la descolonización.


Mundo dividido en compartimientos, maniqueísta, inmóvil, mundo de estatuas: la estatua del general que ha hecho la conquista, la estatua del ingeniero que ha construido el puente. Mundo seguro de sí, que aplasta con sus piedras las espaldas desolladas por el látigo. He ahí el mundo colonial. El indígena es un ser acorralado, el apartheid no es sino una modalidad de la división en compartimientos del mundo colonial. La primera cosa que aprende el indígena es a ponerse en su lugar, a no pasarse de sus límites. Por eso sus sueños son sueños musculares, sueños de acción, sueños agresivos. Sueño que salto, que nado, que corro, que brinco. Sueño que río a carcajadas, que atravieso el río de un salto, que me persiguen muchos autos que no me alcanzan jamás. Durante la colonización, el colonizado no deja de liberarse entre las nueve de la noche y las seis de la mañana.


Esa agresividad sedimentada en sus músculos, va a manifestarla el colonizado primero contra los suyos. Es el periodo en que los negros se pelean entre sí y los policías, los jueces de instrucción no saben cómo hacer frente a la sorprendente criminalidad norafricana. Más adelante veremos lo que debe pensarse de este fenómeno[3]. Frente a la situación colonial, el colonizado se encuentra en un estado de tensión permanente. El mundo del colono es un mundo hostil, que rechaza, pero al mismo tiempo es un mundo que suscita envidia. Hemos visto cómo el colonizado siempre sueña con instalarse en el lugar del colono. No quiere convertirse en colono, sino sustituir al colono. Ese mundo hostil, pesado, agresivo, porque rechazando con todas sus asperezas a la masa colonizada, representa no el infierno del que habría que alejarse lo más pronto posible, sino un paraíso al alcance de la mano protegido por terribles canes.


El colonizado está siempre alerta, descifrando difícilmente los múltiples signos del mundo colonial; nunca sabe si ha pasado o no el límite. Frente al mundo determinado por el colonialista, el colonizado siempre se presume culpable. La culpabilidad del colonizado no es una culpabilidad asumida, es más bien una especie de maldición, una espada de Damocles. Pero, en lo más profundo de sí mismo, el colonizado no reconoce ninguna instancia. Está dominado, pero no domesticado. Está inferiorizado, pero no convencido de su inferioridad. Espera pacientemente que el colono descuide su vigilancia para echársele encima. En sus músculos, el colonizado siempre está en actitud expectativa. No puede decirse que esté inquieto, que esté aterrorizado. En realidad, siempre está presto a abandonar su papel de presa y asumir el de cazador. El colonizado es un perseguido que sueña permanentemente con transformarse en perseguidor. Los símbolos sociales -gendarmes, clarines que suenan en los cuarteles, desfiles militares y la bandera allá arriba- sirven a la vez de inhibidores y de excitantes. No significan: «No te muevas», sino: «Prepara bien el golpe». Y de hecho, si el colonizado tuviera tendencia a dormirse, a olvidar, la altivez del colono y su preocupación por experimentar la solidez del sistema colonial, le recordarían constantemente que la gran confrontación no podrá ser indefinidamente demorada. Ese impulso de tomar el lugar del colono mantiene constantemente su tensión muscular. Sabemos, en efecto, que en condiciones emocionales dadas, la presencia del obstáculo acentúa la tendencia al movimiento.


Las relaciones entre colono y colonizado son relaciones de masa. Al número, el colono opone su fuerza. El colono es un exhibicionista. Su deseo de seguridad lo lleva a recordar en alta voz al colonizado que: «Aquí el amo soy yo». El colono alimenta en el colonizado una cólera que éste detiene justo antes de manifestarse. El colonizado se ve apresado entre las mallas cerradas del colonialismo. Pero ya hemos visto cómo, en su interior, el colono sólo obtiene una seudopetrificación. La tensión muscular del colonizado se libera periódicamente en explosiones sanguinarias: luchas tribales, luchas entre facciones, luchas entre individuos.


Respecto a los individuos, asistimos a una verdadera negación del buen sentido. Mientras que el colono o el policía pueden, diariamente, golpear al colonizado, insultarle, ponerle de rodillas, se verá al colonizado sacar su cuchillo a la menor mirada hostil o agresiva de otro colonizado. Porque el último recurso del colonizado es defender su personalidad frente a su igual. Las luchas tribales no hacen sino perpetuar los viejos rencores arraigados en la memoria. Al lanzarse con todas sus fuerzas a su venganza, el colonizado trata de convencerse de que el colonialismo no existe, que todo sigue como antes, que la historia continúa. Observamos con plena claridad, respecto a las colectividades, esas famosas formas de conducta de prevención, como si anegarse en la sangre fraterna permitiera no ver el obstáculo, diferir hasta más tarde la opción, sin embargo, inevitable, que desemboca en la lucha armada contra el colonialismo. Autodestrucción colectiva muy concreta en las luchas tribales, tal es, pues, uno de los caminos por donde se libera la tensión muscular del colonizado. Todos esos comportamientos son reflejos de muerte frente al peligro, conductas suicidas que permiten al colono, cuya vida y dominio resultan tanto más consolidados, comprobar que esos hombres no son razonables. El colonizado logra igualmente, mediante la religión, no tomar en cuenta al colono. Por el fatalismo, se retira al opresor toda iniciativa, la causa de los males, de la miseria, del destino está en Dios. El individuo acepta así la disolución decidida por Dios, se humilla frente al colono y frente a la suerte y, por una especie de reequilibrio interior, logra una serenidad de piedra.


Mientras tanto, la vida continúa y es de los mitos terroríficos, tan prolíficos en las sociedades subdesarrolladas, de donde el colonizado va a extraer las inhibiciones de su agresividad: genios maléficos que intervienen cada vez que alguien hace algo mal, hombres leopardos, hombres serpientes, perros con seis patas, zombis, toda una gama inagotable de formas animales o de gigantes crea en torno del colonizado un mundo de prohibiciones, de barreras, de inhibiciones, mucho más terrible que el mundo colonialista. Esta superestructura mágica que impregna a la sociedad autóctona cumple, dentro del dinamismo de la economía libidinal, funciones precisas. Una de las características, en efecto, de las sociedades subdesarrolladas es que la libido es principalmente cuestión de grupo, de familia. Conocemos ese rasgo, bien descrito por los etnólogos, de sociedades donde el hombre que sueña que tiene relaciones sexuales con una mujer que no es la suya debe confesar públicamente ese sueño y pagar el impuesto en especie o en jornadas de trabajo al marido o a la familia afectada. Lo que prueba de paso, que las sociedades llamadas prehistóricas dan una gran importancia la inconsciente


La atmósfera de mito y de magia, al provocar miedo, actúa como una realidad indudable. Al aterrorizarme, me integra en las tradiciones, en la historia de mi comarca o de mi tribu, pero al mismo tiempo me asegura, me señala un status, un acta de registro civil. El plano del secreto, en los países subdesarrollados, es un plano colectivo que depende exclusivamente de la magia. Al circunscribirme dentro de esa red inextricable donde los actos se repiten con una permanencia cristalina, lo que se afirma es la perennidad de un mundo mío, de un mundo nuestro. Los zombis son más aterrorizantes, créamelo, que los colonos. Y el problema no está ya entonces, en ponerse en regla con el mundo bardado de hierro del colonialismo, sino en pensarlo tres veces antes de orinar, escupir o salir de noche.



Las fuerzas sobrenaturales, mágicas, son fuerzas sorprendentemente yoicas. Las fuerzas del colono quedan infinitamente empequeñecidas, resultan ajenas. Ya no hay que luchar realmente contra ellas puesto que lo que cuenta es la temible adversidad de las estructuras míticas. Todo se resuelve como se ve, en un permanente enfrentamiento en el plano fantasmagórico.


De cualquier manera, en la lucha de liberación, ese pueblo antes repartido en círculos irreales, presa de un terror indecible, pero feliz de perderse en una tormenta onírica, se disloca, se reorganiza y engendra, con sangre y lágrimas, confrontaciones reales e inmediatas. Dar de comer a los mudjahidines, apostar centinelas, ayudar a las familias creyentes de lo más necesario, reemplazar al marido muerto o prisionero: ésas son las tareas concretas que debe emprender el pueblo en la lucha por la liberación. 


En el mundo colonial, la efectividad del colonizado se mantiene a flor de piel como una llaga viva que no puede ser cauterizada. Y la psique se retracta, se oblitera, se descarga en demostraciones musculares que han hecho decir a hombres muy sabios que el colonizado es un histérico. Esta afectividad erecta, espiada por vigías invisibles, pero que se comunican directamente con el núcleo de la personalidad, va a complacerse eróticamente en las disoluciones motrices de la crisis. 


En otro ángulo, veremos cómo la afectividad del colonizado se agota en danzas más o menos tendientes al éxtasis. Por eso un estudio del mundo colonial debe tratar de comprender, forzosamente, el fenómeno de la danza y el trance. El relajamiento del colonizado es, precisamente, esa orgía muscular en el curso de la cual la agresividad más aguda, la violencia más inmediata se canalizan, se transforman, se escamotean. El círculo de la danza es un círculo permisible. Protege y autoriza. A horas fijas, en fechas fijas, hombres y mujeres se encuentran en un lugar determinado y, bajo la mirada grave de la tribu, se lanzan a una pantomima aparentemente desordenada, pero en realidad muy sistematizada en la que, por múltiples vías, negaciones con la cabeza, curvatura de la columna vertebral, inclinación hacia atrás de todo el cuerpo, se descifra abiertamente el esfuerzo grandioso de una colectividad para exorcizarse, liberarse, expresarse. Todo está permitido... en el ámbito de la danza. El montículo al que han subido como para estar más cerca de la luna, el ribazo en el que se han deslizado como para manifestar la equivalencia de la danza y la ablución, la purificación, son lugares sagrados. Todo está permitido porque, en realidad, no se reúnen sino para dejar que surja volcánicamente la libido acumulada, la agresividad reprimida. Muertes simbólicas, cabalgatas figuradas, múltiples asesinatos imaginarios todo eso tiene que salir. Los malos humores se derraman, tumultuosos como torrentes de lava.


Un paso más y caemos en pleno trance. En verdad, son sesiones de posesión-desposesión las que se organizan: vampirismo, posesión por los djinns, por los zombis, por Legba, el dios ilustre del vudú. Estas trituraciones de la personalidad, esos desdoblamientos, esas disoluciones cumplen una función económica primordial en la estabilidad del mundo colonizado. A la ida, los hombres y las mujeres estaban impacientes, excitados, «nerviosos». Al regreso, vuelven a la aldea la calma, la paz, la inmovilidad.


En el curso de la lucha de liberación, se asistirá a un despego singular de esas prácticas. La espalda contra el paredón, con el cuchillo en la garganta o, para ser más precisos, con los electrodos en las partes genitales, el colonizado va a verse obligado a dejar de narrarse historias.


Después de años de irrealismo, después de haberse revolcado entre los fantasmas más increíbles, el colonizado, empuñando la ametralladora, se enfrenta por fin a las únicas fuerzas que negaban su ser: las del colonialismo. Y el joven colonizado que crece en una atmósfera de hierro y fuego puede burlarse -y no se abstiene de hacerlo- de los antepasados zombis, de los caballos de dos cabezas, de los muertos que resucitan, de los djinns que se aprovechan de un bostezo para penetrar en nuestro cuerpo. El colonizado descubre lo real y lo transforma en el movimiento de su praxis, en el ejercicio de la violencia, en su proyecto de liberación.


Hemos visto que durante todo el periodo colonial esta violencia, aunque a flor de piel, gira en el vacío. La hemos visto canalizada por las descargas emocionales de la danza o el trance. La hemos visto agotarse en luchas fratricidas. Ahora se plantea el problema de coger esa violencia en camino de reorientarse. Mientras antes se expresaba en los mitos y se ingeniaba en descubrir ocasiones de suicidio colectivo, he aquí que las condiciones nuevas van a permitirle cambiar de orientación.


En el plano de la táctica política y de la Historia, en la época contemporánea se plantea un problema teórico de importancia capital con motivo de la liberación de las colonias; ¿cuándo puede decirse que la situación está madura para un movimiento de liberación nacional? ¿Cuál debe ser su vanguardia? Como las descolonizaciones han revestido formas múltiples, la razón vacila y se prohíbe decir lo que es una verdadera descolonización y una falsa descolonización. Veremos que para el hombre comprometido es urgente decidir los medios, es decir, la conducta y la organización. Fuera de eso, no hay sino un voluntarismo ciego con los albures terriblemente reaccionarios que supone.


¿Cuáles, son las fuerzas que, en el periodo colonial, proponen a la violencia del colonizado nuevas vías, nuevos polos de inversión? Primero los partidos políticos y las élites intelectuales o comerciales. Pero lo que caracteriza a ciertas formas políticas es el hecho de que proclaman principios, pero se abstienen de dar consignas. Toda la actividad de esos partidos políticos nacionalistas en el periodo colonial es una actividad de tipo electoral, una serie de disertaciones filosófico-políticas sobre el tema del derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos, del derecho de los hombres a la dignidad y al pan, la afirmación ininterrumpida del principio de «cada hombre un voto». Los partidos políticos nacionalistas no insisten jamás en la necesidad de la prueba de fuerza, porque su objetivo no es precisamente la transformación radical del sistema. Pacifistas, legalistas, de hecho partidarios del orden… nuevo, esas formaciones políticas plantean crudamente a la burguesía colonialista el problema que les parece esencial: «Dennos el poder». Sobre el problema específico de la violencia, las elites son ambiguas. Son violentas en las palabras y reformistas en las actitudes. Cuando los cuadros políticos nacionalistas burgueses dicen una cosa, advierten sin ambages que no la piensan realmente.


Hay que interpretar esa característica de los partidos nacionalistas tanto por la calidad de sus cuadros como por la de sus partidarios. Los partidarios de los partidos nacionalistas son partidarios urbanos. Esos obreros, esos maestros, esos artesanos y comerciantes han empezado -en el nivel menor, por supuesto- a aprovechar la situación colonial, tienen intereses particulares. Lo que esos partidarios reclaman es el mejoramiento de su suerte, el aumento de sus salarios. El diálogo entre estos partidarios políticos y el colonialismo no se rompe jamás. Se discuten arreglos, representación electoral, libertad de prensa, libertad de asociación. Se discuten reformas. No hay que sorprenderse de ver a gran número de indígenas militar en las sucursales de las formaciones políticas de la metrópoli. Esos indígenas luchan por un lema abstracto «el poder para el proletariado», olvidando que en su región hay que llevar el combate principalmente basándose en lemas de carácter nacionalista. El intelectual colonizado ha invertido su agresividad en su voluntad apenas velada de asimilarse al mundo colonial. Ha puesto su agresividad al servicio de sus propios intereses, de sus intereses de individuo. Así surge fácilmente una especie de esclavos liberados individualmente, de esclavos libertos. Lo que reclama el intelectual es la posibilidad de multiplicar los esclavos liberados, la posibilidad de organizar una auténtica clase de esclavos liberados. Las masas, por el contrario, no pretenden el aumento de las oportunidades de éxito de los individuos. Lo que exigen no es el status del colono, sino el lugar del colono. Los colonizados, en su inmensa mayoría, quieren la finca del colono. No se trata de entrar en competencia con él. Quieren su lugar.


El campesinado es dejado sistemáticamente de lado por la propaganda de la mayoría de los partidos nacionalistas Y es evidente que en los países coloniales sólo el campesinado es revolucionario. No tiene nada que perder y tiene todo por ganar. El campesinado, el desclasado, el hambriento, es el explotado que descubre más pronto que sólo vale la violencia. Para él no hay transacciones, no hay posibilidad de arreglos. La colonización o la descolonización son simplemente una relación de fuerzas. El explotado percibe que su liberación exige todos los medios y en primer lugar la fuerza. Cuando en 1956, después de la capitulación de Guy Mollet frente a los colonos de Argelia, el Frente de Liberación Nacional, en un célebre folleto, advertía que el colonialismo no cede sino con el cuchillo al cuello, ningún argelino consideró realmente que esos términos eran demasiado violentos. El folleto no hacía sino expresar lo que todos los argelinos resentían en lo más profundo de sí mismos: el colonialismo no es una máquina de pensar, no es un cuerpo dotado de razón. Es la violencia en estado de naturaleza y no puede inclinarse sino ante una violencia mayor.


En el momento de la explicación decisiva, la burguesía colonialista que había permanecido hasta entonces en su lecho de plumas, entra en acción. Introduce esta nueva noción que es, hablando propiamente, una creación de la situación colonial: la no violencia. En su forma bruta, esa no violencia significa para las elites intelectuales y económicas colonizadas que la burguesía colonialista tiene los mismos intereses que ellas y que resulta entonces indispensable, urgente, llegar a un acuerdo en pro de la salvación común. La no violencia es un intento de arreglar el problema colonial en torno al tapete verde de una mesa de juego, antes de cualquier gesto irreversible, cualquier efusión de sangre, cualquier acto lamentable. Pero si las masas, sin esperar a que se dispongan las sillas, no oyen sino su propia voz y comienzan los incendios y los atentados, se advierte entonces cómo las «elites» y los dirigentes de los partidos burgueses nacionalistas se precipitan hacia los colonialistas para decirles: «¡Esto es muy grave! Nadie sabe como va a acabar todo esto, hay que encontrar una solución, hay que encontrar un compromiso».


Ésta idea de compromiso es muy importante en el fenómeno de la descolonización, ya que está lejos de ser simple. El compromiso, en efecto, concierne tanto al sistema colonial como a la joven burguesía nacional. Los sustentadores del sistema colonial descubren que las masas corren el riesgo de destruirlo todo. El sabotaje de puentes, la destrucción de las fincas, las represiones, la guerra afectan duramente a la economía. Compromiso igualmente para la burguesía nacional que, sin determinar muy bien las posibles consecuencias del tifón, teme en realidad ser barrida por esa formidable borrasca y no deja de decir a los colonos: «Todavía somos capaces de detener la carnicería, las masas tienen aún confianza en nosotros, apúrense si no quieren comprometer todo». Un paso más y el dirigente del partido nacionalista guarda su distancia en relación con esa violencia. Afirma en alta voz que no tiene nada que ver con esos Mau-Mau, con esos terroristas, con esos degolladores. En el mejor de los casos, se atrinchera en un no man's land entre los terroristas y los colonos y se presenta gustosamente como «interlocutor»: lo que significa que, como los colonos no pueden discutir con los Mau-Mau, él está dispuesto a facilitarles las negociaciones. Es así como la retaguardia de la lucha nacional, esa parte del pueblo que nunca ha dejado de estar del otro lado de la lucha, se encuentra situada por una especie de gimnasia a la vanguardia de las negociaciones y del compromiso -porque precisamente siempre se ha cuidado de no romper el contacto con el colonialismo.


Antes de la negociación, la mayoría de los partidos nacionalistas se contentan, en el mejor de los casos, con explicar, excusar ese «salvajismo». No reivindican la lucha popular y no es raro que se dejen ir, en círculos cerrados, hasta condenar esos actos espectaculares declarados odiosos por la prensa y la oposición de la metrópoli. La preocupación por ver las cosas objetivamente constituye la excusa legítima de esta política de inmovilismo. Pero esa actitud clásica de intelectual colonizado y de los dirigentes de los partidos nacionalistas, no es verdaderamente objetiva. En realidad no están seguros de que esa violencia impaciente de las masas sea el medio más eficaz para defender sus propios intereses. Además están convencidos de la ineficacia de los métodos violentos. Para ellos no hay duda: todo intento de quebrar la opresión colonial mediante la fuerza es una medida desesperada, una conducta suicida. Es que, en sus cerebros, los tanques de los colonos y los aviones de caza ocupan un lugar enorme. Cuando se les dice: hay que actuar, ven las bombas sobre sus cabezas, los tanques blindados avanzando por las carreteras, la metralla, la policía… y se quedan sentados. Desde un principio se sienten perdedores. Su incapacidad para triunfar por la violencia no necesita demostrarse, la asumen en su vida cotidiana y en sus maniobras. Se han quedado en la posición pueril que Engels adoptaba en su célebre polémica con esa montaña de puerilidad que era el señor Dühring: «Lo mismo que Robinson pudo procurarse una espada, podemos admitir igualmente que Viernes aparezca un buen día con un revolver cargado en la mano y entonces toda la relación de “violencia” se invierte: Viernes manda y Robinson se ve obligado a trabajar… En consecuencia, el revólver vence a la espada y hasta el más pueril amante de axiomas concebirá sin duda que la violencia no es un simple acto de voluntad, sino que exige para ponerse en práctica condiciones previas muy reales, especialmente instrumentos, el más perfecto de los cuales prevalece sobre el menos perfecto; que, además, esos instrumentos pueden ser producidos, lo que significa que el productor de instrumentos de violencia más perfectos, hablando en términos de armas, prevalece sobre el productor de los menos perfectos y que, en una palabra, la victoria de la violencia descansa en la producción de armas y ésta, a su vez, en la producción en general, por tanto… en el “poder económico”, en el Estado económico, en los medios materiales que están a disposición de la violencia»[4]. En realidad, los dirigentes reformistas no dicen otra cosa: «¿Con qué quieren ustedes luchar contra los colonos? ¿Con sus cuchillos? ¿Con sus escopetas de caza?».


Es verdad que los instrumentos son tan importantes en el campo de la violencia puesto que todo descansa en definitiva en el reparto de esos instrumentos. Pero resulta que, en ese terreno, la liberación de los territorios coloniales aporta una nueva luz. Hemos visto, por ejemplo, que en la campaña de España, esa auténtica guerra colonial, Napoleón, a pesar de los efectivos, que alcanzaron durante las ofensivas de primavera de 1810 la cifra enorme de 400 000 hombres, se vio obligado a retroceder. No obstante, el ejército francés hacía temblar a toda Europa por sus instrumentos bélicos, por el valor de sus soldados, por el genio militar de sus capitanes. Frente a los medios enormes de las tropas napoleónicas, los españoles, animados por una fe nacional inquebrantable, descubrieron la famosa guerrilla que, veinticinco años antes, las milicias norteamericanas habían experimentado contra las tropas inglesas. Pero la guerrilla del colonizado no sería nada como instrumento de violencia opuesto a otros instrumentos de violencia, si no fuera un elemento nuevo en el proceso global de la competencia entre los trusts y los monopolios.


Al principio de la colonización, una columna podía ocupar territorios inmensos: el Congo, Nigeria, Costa de Marfil, etc. Pero actualmente la lucha nacional del colonizado se inserta en una situación absolutamente nueva. El capitalismo, en su periodo de ascenso, veía en las colonias una fuente de materias primas que, elaboradas, podían ser vendidas en el mercado europeo. Tras una fase de acumulación del capital, ahora modifica su concepción de la rentabilidad de un negocio. Las colonias se han convertido en un mercado. La población colonial es una clientela que compra. Si la guarnición debe ser eternamente reforzada, si el comercio disminuye, es decir, si los productos manufacturados e industriales no pueden ser exportados ya, eso prueba que la solución militar debe ser descartada. Un dominio ciego de tipo esclavista no es económicamente rentable para la metrópoli. La fracción monopolista de la burguesía metropolitana no sostiene a un gobierno cuya política es únicamente la de la espada. Lo que esperan de su gobierno los industriales y los financieros de la metrópoli no es que diezme a la población, sino que proteja con ayuda de convenios económicos, sus «intereses legítimos».


Existe, pues, una complicidad objetiva del capitalismo con las fuerzas violentas que brotan en el territorio colonial. Además, el colonizado no está solo frente al opresor. Existe, por supuesto, la ayuda política y diplomática de los países y pueblos progresistas. Pero, sobre todo, está la competencia, la guerra despiadada a que se entregan los grupos financieros. La Conferencia de Berlín pudo repartir el África despedazada entre tres o cuatro banderas. Actualmente, lo que importa no es que tal región africana sea territorio de soberanía francesa o belga: lo que importa es que las zonas económicas estén protegidas. El bombardeo de artillería, la política de la tierra quemada han cedido el paso a la sujeción económica. Hoy no se dirige ya una guerra de represión contra cualquier sultán rebelde. La actitud es más elegante, menos sanguinaria, y se decide la liquidación pacífica del régimen castrista. Intentan estrangular a Guinea, suprimir a Mossadegh. El dirigente nacional que tiene miedo a la violencia se equivoca si se imagina que el colonialismo «va a matarnos a todos». Los militares, por supuesto, siguen jugando con las muñecas que datan de la conquista, pero los medios financieros se apresuran a volverlos a la realidad.


Por eso se pide a los partidos políticos nacionales razonables que expongan lo más claramente posible sus reivindicaciones y que busquen con la parte colonialista, con calma y sin apasionamiento, una solución que respete los intereses de las dos partes. Si ese reformismo nacionalista, que se presenta con frecuencia como una caricatura del sindicalismo, se decide a actuar lo hará por vías altamente pacíficas: paros en las pocas industrias establecidas en las ciudades, manifestaciones de masas para aclamar al dirigente, boicot de los autobuses o de los productos importados. Todas estas acciones sirven a la vez para presionar al colonialismo y permitir que el pueblo se desgaste. Esta práctica de hibernoterapia, esa «cura de sueño» del pueblo puede en ocasiones tener éxito. En la discusión en torno al tapete verde surge la promoción política que permite al señor M'ba, presidente de la República de Gabón, afirmar solemnemente a su llegada en visita oficial a París: «Gabón es independiente, pero nada ha cambiado entre Gabón y Francia, todo sigue como antes». En realidad, el único cambio es que el señor M'ba es presidente de la República gabonesa y que es recibido por el presidente de la República francesa.


La burguesía colonialista es auxiliada en su labor de tranquilizar a los colonizados, por la inevitable religión. Todos los santos que han ofrecido la otra mejilla, que han perdonado las ofensas, que han recibido sin estremecerse los escupitajos y los insultos, son citados y puestos como ejemplo. Las elites de los países colonizados, esos esclavos libertos, cuando se encuentran a la cabeza del movimiento, acaban inevitablemente por producir un sustitutivo del combate. Utilizan la esclavitud de sus hermanos para provocar la vergüenza de los esclavistas o para dar un contenido ideológico de humanismo ridículo a los grupos financieros competidores de sus opresores. Nunca en realidad, apelan realmente a los esclavos, jamás los movilizan concretamente. Por el contrario, a la hora de la verdad, es decir, para ellos de la mentira, enarbolan la amenaza de una movilización de masas como el arma decisiva que provocaría como por encanto el «fin del régimen colonial». Hay evidentemente en el seno de esos partidos políticos, entre sus cuadros, revolucionarios que dan deliberadamente la espalda a la farsa de la independencia nacional. Pero en seguida sus intervenciones, sus iniciativas, sus movimientos de cólera molestan a la maquinaria del partido. Progresivamente, esos elementos son aislados y luego, definitivamente separados. Al mismo tiempo, como si hubiera concomitancia dialéctica, la policía colonialista se les hecha encima. Sin seguridad en las ciudades, evitados por los militantes, rechazados por las autoridades del partido, esos indeseables de mirada incendiaria van a parar al campo. Es entonces cuando perciben con cierto vértigo que las masas campesinas comprenden de inmediato sus palabras y directamente les plantean la pregunta para la cual no tienen preparada la respuesta: «¿Para cuando?».


Este encuentro de los revolucionarios procedentes de las ciudades con los campesinos ocupará más adelante nuestra atención. Conviene ahora volver a los partidos políticos, para mostrar el carácter progresista, a pesar de todo, de su acción. En sus discursos, los dirigentes políticos «nombran» a la nación. Las reivindicaciones del colonizado reciben así una forma. No hay contenido, no hay programa político ni social. Hay una forma vaga, pero no obstante nacional, un marco, lo llamaremos la exigencia mínima. Los partidos políticos toman la palabra, que escriben en los periódicos nacionalistas, hacen soñar al pueblo. Evitan la subversión, pero de hecho introducen terribles fermentos de subversión en la conciencia de oyentes o lectores. Con frecuencia se utiliza la lengua nacional o tribal. Esto es también fomentar el sueño, permitir que la imaginación se libere del orden colonial. A veces esos políticos dicen: «Nosotros los negros, nosotros lo árabes» y esa apelación cargada de ambivalencias durante el periodo colonial recibe una especie de consagración. Los partidos nacionalistas juegan con fuego. Porque, como decía recientemente un dirigente africano a un grupo de jóvenes intelectuales: «Reflexionen antes de hablar a las masas, pues se inflaman pronto». Hay, pues, una astucia de la historia, que actúa terriblemente en las colonias.


Cuando un dirigente político invita al pueblo a un mitin puede decirse que hay sangre en el ambiente. Sin embargo, el dirigente, con mucha frecuencia, se preocupa sobre todo por «mostrar» sus fuerzas… para no tener que utilizarlas. Pero la agitación así mantenida -ir, venir, oír discursos, ver al pueblo reunido, a los policías alrededor, las demostraciones militares, los arrestos, las deportaciones de los dirigentes- todo ese revuelo le da al pueblo la impresión de que ha llegado el momento de hacer algo. En esos periodos de inestabilidad, los partidos políticos dirigen a la izquierda múltiples llamadas a la calma, mientras que, a la derecha, escrutan el horizonte, tratando de descifrar las intenciones liberales del colonialismo.


El pueblo utiliza igualmente para mantenerse en forma, para conservar su capacidad revolucionaria, ciertos episodios de la vida de la colectividad. El bandido, por ejemplo, que se sostiene en el campo durante varios días frente a gendarmes lanzados en su persecución, quien, en combate singular, sucumbe después de haber matado a cuatro o cinco policías, quien se suicida para no delatar a sus cómplices son para el pueblo faros, modelos de acción, «héroes». Y de nada sirve decir, evidentemente, que ese héroe es un ladrón, un crápula o un depravado. Si el acto por el que ese hombre es perseguido por las autoridades colonialistas es un acto dirigido exclusivamente contra una persona o un bien colonial, la demarcación es clara, flagrante. El proceso de identificación es automático.


Hay que señalar igualmente el papel que desempeña, en ese fenómeno de maduración, la historia de la resistencia nacional a la conquista. Las grandes figuras del pueblo colonizado son siempre las que han dirigido la resistencia nacional a la invasión. Behanzin, Soundiata, Samory, Abd-el-Kader reviven con singular intensidad en el periodo que precede a la acción. Es la prueba de que el pueblo se dispone a reanudar la marcha, a interrumpir el tiempo muerto introducido por el colonialismo, a hacer la Historia.


El surgimiento de la nación nueva, la demolición de las estructuras coloniales son el resultado de una lucha violenta del pueblo independiente, o de la acción, que presiona al régimen colonial, de la violencia periférica asumida por otros pueblos colonizados.


El pueblo colonizado no está solo. A pesar de los esfuerzos del colonialismo, sus fronteras son permeables a las noticias, a los ecos. Descubre que la violencia es atmosférica, que estalla aquí y allá y aquí y allá barre con el régimen colonial. Esta violencia que triunfa tiene un papel no sólo informativo sino operatorio para el colonizado. La gran victoria del pueblo vietnamita en Dien-Bien-Phu no es ya, estrictamente hablando, una victoria vietnamita. Desde julio de 1954, el problema que se han planteado los pueblos colonialistas ha sido el siguiente: «¿Qué hay que hacer para lograr un Dien-Bien-Phu? ¿Cómo empezar?». Ningún colonizado podía dudar ya de la posibilidad de ese Dien-Bien-Phu. Lo que constituía el problema era la distribución de fuerzas, su organización, el momento de su entrada en acción. Esta violencia del ambiente no modifica sólo a los colonizados, sino igualmente a los colonialistas que toman conciencia de múltiples Dien-Bien-Phu. Por eso un verdadero pánico ordenado va a apoderarse de los gobiernos colonialistas. Su propósito es tomar la delantera, inclinar hacia la derecha los movimientos de liberación, desarmar al pueblo: descolonicemos rápidamente. Descolonicemos el Congo antes de que se transforme en Argelia. Votemos la ley fundamental para África, formemos la Comunidad, renovemos esta Comunidad, pero, os conjuro, descolonicemos, descolonicemos... Se descoloniza a tal ritmo que se impone la independencia a Houphouet-Boigny. A la estrategia del Dien-Bien-Phu, definida por el colonizado, el colonialista responde con la estrategia del encuadramiento... respetando la soberanía de los Estados.


Pero volvamos a esa violencia atmosférica, a esa violencia a flor de piel. Hemos visto en el desarrollo de su maduración cómo es impulsada hacia la salida. A pesar de las metamorfosis que el régimen colonial le impone en las luchas tribales o regionalistas, la violencia se abre paso, el colonizado identifica a su enemigo, da un nombre a todas sus desgracias y lanza por esa nueva vía toda la fuerza exacerbada de su odio y de su cólera. ¿Pero cómo pasamos de la atmósfera de violencia a la violencia en acción? ¿Qué es lo que provoca la explosión de la caldera? En primer lugar, está el hecho de que ese proceso no deja incólume la tranquilidad del colono. El colono que «conoce» a los indígenas se da cuenta por múltiples indicios, de que algo está cambiando. Los buenos indígenas van escaseando, se hace el silencio al acercarse el opresor. En ocasiones, las miradas se endurecen, las actitudes y las expresiones son abiertamente agresivas. Los partidos nacionalistas se agitan, multiplican los mítines y, al mismo tiempo, se aumentan las fuerzas policíacas, llegan refuerzos del ejército. Los colonos, los agricultores sobre todo, aislados en sus fincas, son los primeros en alarmarse. Reclaman medidas enérgicas.


Las autoridades toman, en efecto medidas espectaculares, arrestan a uno o dos dirigentes, organizan desfiles militares, maniobras, incursiones aéreas. Las demostraciones, los ejércicios bélicos, el olor a pólvora que carga ahora la atmósfera no hacen retroceder al pueblo. Esas bayonetas y esos cañonazos fortalecen su agresividad. Una atmósfera dramática se instala, cada cual quiere probar que está dispuesto a todo. Es en estas circunstancias cuando la cosa estalla sola, porque los nervios se han debilitado, se ha instalado el miedo y se tiene el gatillo fácil. Un accidente trivial y empieza el ametrallamiento: Sétif en Argelia, las Canteras Centrales en Marruecos, Moramanga en Madagascar.


Las represiones, lejos de quebrantar el impuso, favorecen el avance de la conciencia nacional. En las colonias, las hecatombes, a partir de ciertos estadios de desarrollo embrionario de la conciencia, fortalecen esa conciencia, porque indican que entre opresores y oprimidos todo se resuelve por la fuerza. Hay que señalar aquí que los partidos políticos no han lanzado la consigna de la insurrección armada, no han preparado esa insurrección. Todas esas represiones, todos esos actos suscitados por el miedo, no son deseados por los dirigentes. Los acontecimientos los pillan por sorpresa. Es entonces cuando los colonialistas pueden decidir el arresto de los dirigentes nacionalistas. Pero actualmente los gobiernos de los países colonialistas saben perfectamente que es muy peligroso privar a las masas de sus dirigentes. Porque entonces el pueblo, ya sin bridas, se lanza a la sublevación, a los motines y a los «instintos sanguinarios» e imponen al colonialismo la liberación de los dirigentes a los que tocará la difícil tarea de restablecer la calma. El pueblo colonizado, que había encauzado espontáneamente su violencia en la tarea colosal de la destrucción del sistema colonial, va a encontrarse pronto con la consigna inerte, infecunda: «Hay que liberar a X o a Y»[5]. Entonces el colonialismo liberará a esos hombres y discutirá con ellos. Ha empezado la etapa de los bailes populares.


En otro caso, el aparato de los partidos políticos puede permanecer intacto. Pero después de la represión colonialista y de la reacción espontánea del pueblo, los partidos son desbordados por sus militantes. La violencia de las masas se opone vigorosamente a las fuerzas militares del ocupante, la situación empeora y se pudre. Los dirigentes en libertad se encuentran entonces en una situación difícil. Convertidos de pronto en inútiles, con su burocracia y su programa razonable se les ve, lejos de los acontecimientos, intentar la suprema impostura de «hablar en nombre de la nación amordazada». Por regla general, el colonialismo se lanza ávidamente sobre esa oportunidad, transforma a esos inútiles en interlocutores y, en cuatro segundos, les otorga la independencia, encargándolos de restablecer el orden.


Se advierte, pues, que todo el mundo tiene conciencia de esa violencia y que no se trata siempre de responder con una mayor violencia sino más bien de ver cómo resolver la crisis.


¿Qué es pues, en realidad, esa violencia? Ya lo hemos visto: es la intuición que tienen las masas colonizadas de que su liberación debe hacerse, y no puede hacerse más que por la fuerza. ¿Por qué aberración del espíritu esos hombres sin técnica, hambrientos y debilitados, no conocedores de los métodos de organización llegan a convencerse, frente al poderío económico y militar del ocupante, de que sólo la violencia podrá liberarlos? ¿Cómo pueden esperar el triunfo?


Porque la violencia, y ahí está el escándalo, puede constituir, como método, la consigna de un partido político. Los cuadros pueden llamar al pueblo a la lucha armada. Hay que reflexionar sobre esta problemática de la violencia. Que el militarismo alemán decida resolver sus problemas de fronteras por la fuerza no nos sorprende, pero que el pueblo angolés, por ejemplo, decida tomar las armas, que el pueblo argelino rechace todo método que no sea violento, prueba que algo ha pasado o está pasando. Los hombres colonizados, esos esclavos de los tiempos modernos, están impacientes. Saben que sólo esa locura puede sustraerles de la opresión colonial. Un nuevo tipo de relaciones se ha establecido en el mundo. Los pueblos subdesarrollados hacen saltar sus cadenas y lo extraordinario es que lo logran. Puede afirmarse que en la época del sputnik es ridículo morirse de hambre, pero para las masas colonizadas la explicación es menos lunar. La verdad es que ningún país colonialista es capaz actualmente de adoptar la única forma de lucha que tendría posibilidades de éxito: el establecimiento prolongado de importantes fuerzas de ocupación.


En el plano interior, los países colonialistas se enfrentan a contradicciones, a reivindicaciones obreras que exigen el empleo de sus fuerzas policíacas. Además, en la coyuntura internacional actual, esos países necesitan de sus tropas para proteger su régimen. Por último, es bien conocido el mito de los movimientos de liberación dirigidos desde Moscú. En la argumentación del régimen para causar pánico, eso significa: «si esto continúa, existe el peligro de que los comunistas se aprovechen de los trastornos para infiltrarse en esas regiones».


En la impaciencia del colonizado, el hecho de que esgrima la amenaza de la violencia prueba que tiene conciencia del carácter excepcional de la situación contemporánea y que está dispuesto a aprovecharla. Pero, también en el plano de la experiencia inmediata, el colonizado, que tiene oportunidad de ver la penetración del mundo moderno hasta los rincones más apartados de la selva, cobra conciencia muy aguda de lo que no posee. Las masas, por una especie de razonamiento... infantil, se convencen de que todas esas cosas les han sido robadas. Por eso, en ciertos países subdesarrollados, las masas van muy de prisa y comprenden, dos o tres años después de la independencia, que han sido frustradas, que «no valía la pena» pelear si la situación no iba a cambiar realmente. En 1789, después de la Revolución burguesa, los pequeños agricultores franceses se beneficiaron sustancialmente de esa transformación. Pero resulta trivial comprobar y decir que en la mayoría de los casos, para el 95 por ciento de la población de los países subdesarrollados, la independencia no aporta un cambio inmediato. El observador alerta se da cuenta de la existencia de una especie de descontento larvado, cómo esas brasas que, después de la extinción de un incendio, amenazan siempre con reanimarlo.


Se dice entonces que los colonizados quieren ir demasiado de prisa. Pero no hay que olvidar nunca que no hace mucho tiempo se afirmaba su lentitud, su pereza, su fatalismo. Ya se percibe que la violencia encauzada en vías muy precisas en el momento de la lucha de liberación no se apaga mágicamente después de la ceremonia de izar la bandera nacional. Tanto menos cuanto que la construcción nacional sigue inscrita dentro del marco de la competencia decisiva entre capitalismo y socialismo.


Esta competencia da una dimensión casi universal a las reivindicaciones más localizadas. Cada mitin, cada acto de represión repercute en la arena internacional. Los asesinatos de Sharpeville sacudieron la opinión mundial durante meses. En los periódicos, en las radios, en las conversaciones privadas, Sharpeville se convirtió en un símbolo. A través de Sharpeville, hombres y mujeres han abordado el problema del apartheid en África del Sur. Y no puede afirmarse que sólo la demagogia explica el súbito interés de los Grandes por los pequeños problemas de las regiones subdesarrolladas. Cada rebelión, cada sedición en el tercer mundo se inserta en el marco de la guerra fría. Dos hombres son apaleados en Salisbury y todo un bloque se conmueve, habla de esos dos hombres y, con motivo de ese apaleamiento, plantea el problema particular de Rodesia -ligándolo al conjunto de África y a la totalidad de los hombres colonizados. Pero el otro bloque mide igualmente, por la amplitud de la campaña realizada, las debilidades locales de su sistema. Los pueblos colonizados se dan cuenta de que ningún clan se desinteresa de los incidentes locales. Dejan de limitarse à sus horizontes regionales, inmersos como están en esa atmósfera de agitación universal.


Cuando, cada tres meses, nos enteramos de que la VI o la VII flota se dirige hacia tal o cual costa, cuando Jruschof amenaza con salvar a Castro mediante los cohetes, cuando Kennedy, a propósito de Laos, decide recurrir a las soluciones extremas, el colonizado o el recién independizado tiene la impresión de que, de buen o mal grado, se ve arrastrado a una especie de marcha desenfrenada. En realidad, ya está marchando. Tomemos, por ejemplo, el caso de los gobiernos de países recientemente liberados. Los hombres en el poder pasan dos terceras partes de su tiempo vigilando los alrededores, previendo el peligro que los amenaza, y la otra tercera parte trabajando para su país. Al mismo tiempo, buscan apoyos. Obedeciendo a la misma dialéctica, las oposiciones nacionales se apartan con desprecio de las vías parlamentarias. Buscan aliados que acepten apoyarlos en su empresa brutal de sedición. La atmósfera de violencia, después de haber impregnado la fase colonial, sigue dominando la vida nacional. Porque, como hemos dicho, el tercer mundo no está excluido. Está, por el contrario, en el centro de la tormenta. Por eso, en sus discursos, los hombres de Estado de los países subdesarrollados mantienen indefinidamente el tono de agresividad y de exasperación que habría debido desaparecer normalmente. De la misma manera se comprende la descortesía tan frecuentemente señalada de los nuevos dirigentes. Pero lo que menos se advierte es la extremada cortesía de esos mismos dirigentes en sus contactos con sus hermanos o camaradas. La descortesía es una forma de conducta con los otros, con los ex colonialistas que vienen a ver y a preguntar. El ex colonizado tiene con demasiada frecuencia la impresión de que la conclusión de esas encuestas ya ha sido redactada. El viaje del periodista no es sino una justificación. Las fotografías que ilustran el artículo son la prueba de que se sabe de lo que se está hablando, que se ha ido al lugar. La encuesta se propone comprobar la evidencia: todo marcha mal desde que nosotros no estamos. Los periodistas se quejan frecuentemente de que son mal recibidos, de que no pueden trabajar en buenas condiciones, de que tropiezan con un muro de indiferencia o de hostilidad. Todo eso es normal. Los dirigentes nacionalistas saben que la opinión internacional se forja únicamente a través de la prensa occidental. Pero cuando un periodista occidental nos interroga casi nunca es para hacernos un servicio. En la guerra de Argelia, por ejemplo, los periodistas franceses más liberales no han dejado de utilizar epítetos ambiguos para caracterizar nuestra lucha. Cuando se les reprocha, responden de buena fe que son objetivos. Para el colonizado, la objetividad siempre va dirigida contra él. También se comprende ese nuevo tono que invadió a la diplomacia internacional en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre de 1960. Los representantes de los países coloniales eran agresivos, violentos, excesivos, pero los pueblos coloniales no sintieron que estuvieran exagerando. El radicalismo de los portavoces africanos provocó la maduración del absceso y permitió advertir mejor el carácter inadmisible de los vetos, del diálogo de los Grandes y, sobre todo, del papel ínfimo reservado al tercer mundo.


La diplomacia, tal como ha sido iniciada por los pueblos recién independizados, no está ya en los matices, los sobrentendidos, los pases magnéticos. Y es porque esos portavoces han sido designados por sus pueblos para defender a la vez la unidad de la nación, el progreso de las masas hacia el bienestar y el derecho de los pueblos a la libertad y al pan.


Es, pues, una diplomacia en movimiento, furiosa, que contrasta extrañamente con el mundo inmóvil, petrificado, de la colonización. Y cuando Jruschof blande su zapato en las Naciones Unidas y golpea la mesa con él, ningún colonizado, ningún representante de los países subdesarrollados ríe. Porque lo que Jruschof demuestra a los países colonizados que lo contemplan es que él, el mujik, que además posee cohetes, trata a esos miserables capitalistas como se lo merecen. Lo mismo que Castro al acudir a las Naciones Unidas con uniforme militar, no escandaliza a los países subdesarrollados. Lo que demuestra Castro es que tiene conciencia de la existencia del régimen persistente de la violencia. Lo sorprendente es que no haya entrado en las Naciones Unidas con su ametralladora. ¿Se habrían opuesto quizá? Las sublevaciones, los actos desesperados, los grupos armados con cuchillos o hachas encuentran su nacionalidad en la lucha implacable que enfrenta mutuamente al capitalismo y al socialismo.


En 1945, los 45 000 muertos de Setif podían pasar inadvertidos; en 1947, los 90 000 muertos de Madagascar podían ser objeto de una simple noticia en los periódicos; en 1952, las 200 000 víctimas de la represión en Kenya podían no suscitar más que una indiferencia relativa. Las contradicciones internacionales no estaban suficientemente definidas. Ya la guerra de Corea y la guerra de Indochina abrieron una nueva etapa. Pero sobre todo Budapest y Suez constituyen los momentos decisivos de esa confrontación.


Fortalecidos por el apoyo incondicional de los países socialistas, los colonizados se lanzan con las armas que poseen contra la ciudadela inexpugnable del colonialismo. Si esa ciudadela es invulnerable a los cuchillos y a los puños desnudos, no lo es cuando se decide tener en cuenta el contexto de la guerra fría.


En esta nueva coyuntura, los norteamericanos toman muy en serio su papel de jefe del capitalismo internacional. En una primera etapa, aconsejan amistosamente a los países europeos que deben descolonizar. En una segunda etapa, no vacilan en proclamar primero el respeto y luego el apoyo del principio: África para los africanos. Los Estados Unidos no temen afirmar oficialmente en la actualidad que son los defensores del derecho de los pueblos a la autodeterminación. El último viaje de Mennen Williams no es más que la ilustración de la conciencia que tienen los norteamericanos de que el tercer mundo no debe ser sacrificado. Se comprende entonces por qué la violencia del colonizado no es desesperada sino cuando se la compara en abstracto con la maquinaria militar de los opresores. Por el contrario, si se la sitúa dentro de la dinámica internacional, se percibe que constituye una terrible amenaza para el opresor. La persistencia de las sublevaciones y de la agitación Mau-Mau desequilibra la vida económica de la colonia, pero no pone en peligro a la metrópoli. Lo que resulta más importante a los ojos del imperialismo es la posibilidad de que la propaganda socialista se infiltre entre las masas, las contamine. Ya resulta un grave peligro durante la etapa fría del conflicto; ¿pero qué sucedería en caso de guerra caliente, con esa colonia podrida por las guerrillas asesinas?


El capitalismo comprende entonces que su estrategia militar lleva todas las de perder en el desarrollo de las guerras nacionales. En el marco de la coexistencia pacífica, todas las colonias están llamadas a desaparecer y, en última instancia, la neutralidad ha sido respetada por el capitalismo. Lo que hay que evitar antes que nada es la inseguridad estratégica, el acceso a las masas de una doctrina enemiga, el odio radical de decenas de millones de hombres. Los pueblos colonizados son perfectamente conscientes de esos imperativos que dominan la vida política internacional. Y por eso, aun aquellos que se expresan contra la violencia deciden y actúan siempre en función de esa violencia universal. Actualmente, la coexistencia pacífica entre los dos bloques mantiene y provoca la violencia en los países coloniales. Mañana quizá veamos desplazarse ese campo de la violencia después de la liberación integral de los territorios coloniales. Quizá se plantee la cuestión de las minorías. Ya algunas de ellas no vacilan en favorecer los métodos violentos para resolver sus problemas y no es por azar si, como se nos afirma, los extremistas negros en los Estados Unidos forman milicias y en consecuencia se arman. Tampoco se debe al azar que, en el mundo llamado libre, existan comités de defensa de las minorías judías de la URSS o que el general De Gaulle, en uno de sus discursos, haya derramado algunas lágrimas por los millones de musulmanes oprimidos por la dictadura comunista. El capitalismo y el imperialismo están convencidos de que la lucha contra el racismo y los movimientos de liberación nacional son pura y simplemente trastornos teledirigidos, fomentados «desde el exterior». Entonces deciden utilizar la siguiente táctica eficaz: Radio-Europa Libre, comité de apoyo a las minorías dominadas... Hacen anticolonialismo, como los coroneles franceses en Argelia hacían la guerra subversiva con los SAS o los servicios psicológicos, «utilizaban al pueblo contra el pueblo». Ya sabemos el resultado de esto.


Esta atmósfera de violencia, de amenaza, esos cohetes esgrimidos no asustan ni desorientan a los colonizados. Hemos visto cómo toda la historia reciente los predispone a «comprender» esa situación. Entre la violencia colonial y la violencia pacífica en la que está inmerso el mundo contemporáneo hay una especie de correspondencia cómplice, una homogeneidad. Los colonizados están adaptados a esta atmósfera. Son, por una vez, de su tiempo. A veces sorprende que los colonizados, en vez de comprarle un vestido a su mujer, compren una radio de transistores. No debería sorprender. Los colonizados están convencidos de que ahora se juega su destino. Viven en una atmósfera de fin del mundo y estiman que nada debe escapárseles. Por eso comprenden muy bien a Phuma y a Phumi, a Lumumba y a Tschombé, a Ahidjo y Moumié, a Kenyatta y a los que periódicamente dan a conocer para sustituirlo. Comprenden muy bien a todos esos hombres porque desenmascaran las fuerzas que están detrás ellos. El colonizado, el subdesarrollado son actualmente animales políticos en el sentido más universal del término.


La independencia ha aportado ciertamente a los hombres colonizados la reparación moral y ha consagrado su dignidad. Pero todavía no han tenido tiempo de elaborar una sociedad, de construir y afirmar valores. El hogar incandescente en que el ciudadano y el hombre se desarrollan y se enriquecen en campos cada vez más amplios no existe todavía. Situados en una especie de indeterminación, esos hombres se convencen fácilmente de que todo va a decidirse en otra parte y para todo el mundo al mismo tiempo. En cuanto a los dirigentes, frente a esta coyuntura, vacilan y optan por el neutralismo.


Habría mucho que decir sobre el neutralismo. Algunos lo asimilan a una especie de mercantilismo infecto que consistiría en aceptar a diestra y siniestra. Ahora bien, el neutralismo, esa creación de la guerra fría, si permite a los países subdesarrollados recibir la ayuda económica de las dos partes, no permite en realidad a ninguna de esas dos partes ayudar en la medida necesaria a las regiones subdesarrolladas. Esas sumas literalmente astronómicas que se invierten en las investigaciones militares, esos ingenieros transformados en técnicos de la guerra nuclear podrían aumentar, en quince años, el nivel de vida de los países subdesarrollados en un 60 por ciento. Es evidente entonces que el interés bien entendido de los países subdesarrollados no reside ni en la prolongación ni en la acentuación de la guerra fría. Pero sucede que no se les pide su opinión. Entonces, cuando tienen posibilidad de hacerlo, dejan de comprometerse. ¿Pero pueden hacerlo realmente? He aquí, por ejemplo, que Francia experimenta en África sus bombas atómicas. Si se exceptúan las mociones, los mítines y las rupturas diplomáticas no puede decirse que los pueblos africanos hayan tenido mucho peso, en ese sector preciso, en la actitud de Francia.


El neutralismo produce en el ciudadano del tercer mundo una actitud de espíritu que se traduce en la vida corriente por una intrepidez y un orgullo hierático que se parecen mucho al desafío. Ese rechazo declarado del compromiso, esa voluntad rígida de no comprometerse recuerdan el comportamiento de esos adolescentes orgullosos y desinteresados, siempre dispuestos a sacrificarse por una palabra. Todo esto desconcierta a los observadores occidentales. Porque, propiamente hablando, hay un abismo entre lo que esos hombres pretenden ser y lo que hay detrás de ellos. Esos países sin tranvías, sin tropas, sin dinero no justifican la bravata que despliegan. Sin duda se trata de una impostura. El tercer mundo da la impresión, frecuentemente, de que se alegra de los dramas y de que necesita su dosis semanal de crisis. Esos dirigentes de países vacíos, que hablan fuerte, irritan. Dan ganas de hacerles callar. Pero, se les corteja. Se les ofrece flores. Se les invita. Digámoslo: se los disputan. Eso es neutralismo. Iletrados en un 98 por ciento, existe, sin embargo, una colosal bibliografía sobre ellos. Viajan enormemente. Los dirigentes de los países subdesarrollados, los estudiantes de los países subdesarrollados son los clientes dorados de las compañías de aviación. Los responsables africanos y asiáticos tienen la posibilidad de seguir en un mismo mes un curso sobre la planificación socialista, en Moscú, y sobre los beneficios de la economía liberal, en Londres o en la Columbia University. Los sindicalistas africanos, por su parte, progresan a un ritmo acelerado. En cuanto se les confían puestos en los organismos de dirección, deciden rápidamente constituirse en centrales autónomas. No tienen cincuenta años de práctica sindical en el marco de un país industrializado, pero ya saben que el sindicalismo apolítico no tiene sentido. No han tenido que hacer frente a la maquinaria burguesa, no han desarrollado su conciencia en la lucha de clases, pero quizá no sea necesario. Quizá. Veremos cómo esa voluntad totalizadora, que frecuentemente se caricaturiza como globalismo es una de las características fundamentales de los países subdesarrollados.


Pero volvamos al combate singular entre el colonizado y el colono. Se trata, como se ha visto, de la franca lucha armada. Los ejemplos históricos son: Indochina, Indonesia y, por supuesto, el norte de África. Pero lo que no hay que perder de vista es que habría podido estallar en cualquier parte, en Guinea o en Somalia y que todavía hoy puede estallar en dondequiera que el colonialismo pretende durar aún, en Angola por ejemplo. La existencia de la lucha armada indica que el pueblo decide confiar solamente en los medios violentos. El pueblo, a quien se le ha dicho incesantemente que no entendía sino el lenguaje de la fuerza, decide expresarse mediante la fuerza. En realidad, el colono le ha señalado desde siempre el camino que habría de ser el suyo, si quería liberarse. El argumento que escoge el colonizado se lo ha indicado el colono y, por una irónica inversión de las cosas, es el colonizado el que afirma ahora que el colonialista sólo entiende el lenguaje de la fuerza. El régimen colonial adquiere de la fuerza su legitimidad y en ningún momento trata de engañar acerca de esa naturaleza de las cosas. Cada estatua, la de Faidherbe o Lyautey, la de Bugeaud o la del sargento Blandan, todos estos conquistadores encaramados sobre el suelo colonial no dejan de significar una y la misma cosa: «Estamos aquí por la fuerza de las bayonetas...». Es fácil completar la frase. Durante la fase insurreccional, cada colono razona con una aritmética precisa. Esta lógica no sorprende a los demás colonos, pero resulta importante decir que tampoco sorprende a los colonizados. Y, en primer lugar, la afirmación de principio: «Se trata de ellos o nosotros» no es una paradoja, puesto que el colonialismo, lo hemos visto, es justamente la organización de un mundo maniqueo, de un mundo dividido en compartimientos. Y cuando, preconizando medios precisos, el colono pide a cada representante de la minoría opresora que mate a 30, 100 o 200 indígenas, se da cuenta que nadie se indigna y que, en última instancia, todo el problema consiste en saber si puede hacerse de una sóla vez o por etapas[6]. Este razonamiento, que prevé aritméticamente la desaparición del pueblo colonizado, no conmueve al colonizado de indignación moral. Siempre ha sabido que sus encuentros con el colono se desarrollarían en un campo cerrado. Por eso el colonizado no pierde tiempo en lamentaciones ni trata, casi nunca, de que se le haga justicia dentro del marco colonial. En realidad, si la argumentación del colono encuentra al colonizado inconmovible, es porque este último ha planteado prácticamente el problema de su liberación en términos idénticos. «Debemos constituir grupos de doscientos o de quinientos y cada grupo se ocupara de un colono». Es en esta disposición de ánimo recíproca que cada uno de los protagonistas comienza la lucha.


Para el colonizado, esta violencia representa la praxis absoluta. El militante es, además, el que trabaja. Las preguntas que la organización formula al militante llevan la marca de esa visión de las cosas: «¿Dónde has trabajado? ¿Con quién? ¿Qué has hecho?». El grupo exige que cada individuo realice un acto irreversible. En Argelia, por ejemplo, donde la casi totalidad de los hombres que han llamado al pueblo a la lucha nacional estaban condenados a muerte o eran buscados por la policía francesa, la confianza era proporcional al carácter desesperado de cada caso. Un nuevo militante era «seguro» cuando ya no podía volver a entrar en el sistema colonial. Ese mecanismo existió, al parecer, en Kenya entre los Mau-Mau que exigían que cada miembro del grupo golpeara a la víctima. Cada uno era así personalmente responsable de la muerte de esa víctima. Trabajar es trabajar por la muerte del colono. La violencia asumida permite a la vez a los extraviados y a los proscritos del grupo volver, recuperar su lugar, reintegrarse. La violencia es entendida así como la mediación real. El hombre colonizado se libera en y por la violencia. Esta praxis ilumina al agente porque le indica los medios y el fin. La poesía de Césaire adquiere en la perspectiva precisa de la violencia una significación profética. Es bueno recordar una página decisiva de su tragedia, donde el Rebelde (¡cosa extraña!) se explica:


EL REBELDE (duramente)
Mi apellido: ofendido; mi nombre: humillado; mi estado civil: la rebeldía; mi edad: la edad de piedra. 

LA MADRE
Mi raza: la raza humana. Mi religión: la fraternidad... 

EL REBELDE
Mi raza: la raza caída. Mi religión...   pero no ser usted quien la prepare con su desarme... soy yo con mi rebeldía y mis pobres puños cerrados y mi cabeza hirsuta. 

(Muy tranquilo)

Me acuerdo de un día de noviembre; no tenía seis meses cuando el amo entró en la casucha fuliginosa como una luna de abril y palpó sus pequeños miembros musculosos, era un amo muy bueno, paseaba en una caricia sus dedos gruesos por la carita llena de hoyuelos. Sus ojos azules reían y su boca le decía cosas azucaradas: será una buena pieza, dijo mirándome, y decía otras cosas amables, el amo, que había que empezar a una edad temprana, que veinte años no eran demasiados para hacer un buen cristiano y un buen esclavo, buen súbdito y leal, un buen capataz, con la mirada viva y el brazo firme. Y aquel hombre especulaba sobre la cuna de mi hijo, una cuna de capataz.  Nos arrastramos con el cuchillo en la mano...

LA MADRE
¡Ay! tú morirás 

EL REBELDE
Muerto... lo he matado con mis propias manos...   Sí: de muerte fecunda y fértil... era de noche. Nos arrastramos entre las cañas de azúcar. Los cuchillos reían bajo las estrellas, pero no nos importaban las estrellas. Las cañas de azúcar nos pintaban la cara de arroyos de hojas verdes. 

LA MADRE
Yo había soñado con un hijo que cerrara los ojos de su madre. 

EL REBELDE
Yo he decidido abrir bajo otro sol los ojos de mi hijo. 

LA MADRE
Oh hijo mío... de muerte mala y perniciosa. 

EL REBELDE

Madre, de muerte vivaz y suntuosa

LA MADRE
por haber odiado demasiado... 

EL REBELDE
por haber amado demasiado... 

LA MADRE
Evítame todo esto, me asfixian tus ataduras. Sangro por tus heridas. 

EL REBELDE
Y a mí el mundo no me da cuartel... No hay en el mundo un pobre tipo linchado, un pobre hombre torturado, en el que no sea yo asesinado y humillado. 

LA MADRE
Dios del cielo, líbralo. 

EL REBELDE
Corazón mío, tú no me librarás de mis recuerdos...   Era una noche de noviembre... Y súbitamente los clamores iluminaron el silencio.   Nos habíamos movido, los esclavos; nosotros, la mierda; nosotros, las bestias amarradas al poste de la paciencia. Corríamos como locos; sonaron los tiros... Golpeábamos. El sudor y la sangre nos refrescaban. Golpeábamos entre los gritos y los gritos se hicieron más estridentes y un gran clamor se elevó hacia el este, eran los barracones que ardían y la llama lamía suavemente nuestras mejillas.   Entonces asaltamos la casa del amo.   Disparaban desde las ventanas.   Forzamos las puertas.   La alcoba del amo estaba abierta de par en par. La alcoba del amo estaba brillantemente iluminada, y el amo estaba allí muy tranquilo... y los nuestros se detuvieron... era el amo... Yo entré. Eres tú, me dijo, muy tranquilo... Era yo, sí soy yo, le dije, el buen esclavo, el fiel esclavo, el esclavo, y de súbito sus ojos fueron dos alimañas asustadas en días de lluvia... lo herí, chorreó la sangre: es el único bautismo que recuerdo. 
(Aimé Césaire, «Les Armes Miraculeuses» de Et les chiens se taissaient, pp. 133-137, Gallimard.)

Se comprende cómo en esta atmósfera lo cotidiano se vuelve simplemente imposible. Ya no se puede ser campesino, chulo ni alcohólico como antes. La violencia del régimen colonial y la contraviolencia del colonizado se equilibran y se responden mutuamente con una homogeneidad recíproca extraordinaria. Ese reino de la violencia será tanto más terrible cuanto mayor sea la sobrepoblación metropolitana. El desarrollo de la violencia en el seno del pueblo colonizado será proporcional a la violencia ejercida por el régimen colonial impugnado. Los gobiernos de la metrópoli son, en esta primera fase del periodo insurreccional, esclavos de los colonos. Esos colonos amenazan a la vez a los colonizados y a sus gobiernos. Utilizarán contra unos y otros los mismos métodos. El asesinato del alcalde de Evain, en su mecanismo y motivaciones, se identifica con el asesinato de Ali Boumendjel. Para los colonos, la alternativa no está entre una Argelia argelina y una Argelia francesa sino entre una Argelia independiente y una Argelia colonial. Todo lo demás es literatura o intento de traición. La lógica del colono es implacable y no nos desconcierta la contralógica descifrada en la conducta del colonizado sino en la medida en que no se han descubierto previamente los mecanismos de reflexión del colono. Desde el momento en que el colonizado escoge la contraviolencia, las represalias policíacas provocan mecánicamente las represalias de las fuerzas nacionales. No hay equivalencia de resultados, sin embargo, porque los ametrallamientos por avión o los cañonazos de la flota superan en horror y en importancia a las respuestas del colonizado. Ese ir y venir del terror desmitifica definitivamente a los más enajenados de los colonizados. Comprueban sobre el terreno, en efecto, que todos los discursos sobre la igualdad de la persona humana acumulados unos sobre otros no ocultan esa banalidad que pretende que los siete franceses muertos o heridos en el paso de Sakamody despierten la indignación de las conciencias civilizadas en tanto que «no cuentan» la entrada a saco en los aduares [campamento nómada, n. de la corrección] Guergour, de la dechra [pueblo, n. del t.] Djerah, la matanza de poblaciones en masa que fueron precisamente la causa de la emboscada. Terror, contra-terror, violencia, contraviolencia... He aquí lo que registran con amargura los observadores cuando describen el círculo del odio, tan manifiesto y tan tenaz en Argelia.


En las luchas armadas, hay lo que podría llamarse el punto de no vuelta a atrás. Es casi siempre la enorme represión que engloba a todos los sectores del pueblo colonizado, lo que lleva a él. Ese punto fue alcanzado en Argelia, en 1955, con las 12 000 víctimas de Philippeville y, en 1956, con la instauración, por Lacoste, de las milicias urbanas y rurales[7]. Entonces se hizo evidente para todo el mundo e incluso para los colonos que «eso no podía volver a empezar» como antes. De todos modos, el pueblo colonizado no lleva la contabilidad de sus muertos. Registra los enormes vacíos causados en sus filas como una especie de mal necesario. Porque tan pronto como ha decidido responder con la violencia, admite todas sus consecuencias. Sólo exige que tampoco se le pida que lleve la contabilidad de los muertos de los otros. A la fórmula «Todos los indígenas son iguales», el colonizado responde: «Todos los colonos son iguales»[8]. El colonizado, cuando se le tortura, cuando matan a su mujer o la violan, no va a quejarse a nadie. El gobierno que oprime podría nombrar cada día comisiones de encuesta y de información. A los ojos del colonizado, esas comisiones no existen. Y de hecho, ya han pasado siete años de crímenes en Argelia y ni un solo francés ha sido presentado a un tribunal francés por el asesinato de un argelino. En Indochina, en Madagascar, en las colonias, el indígena siempre ha sabido que no tenía nada que esperar del otro lado. La labor del colono es hacer imposible hasta los sueños de libertad del colonizado. La labor del colonizado es imaginar todas las combinaciones eventuales para aniquilar al colono. En el plano del razonamiento, el maniqueísmo del colono produce un maniqueísmo del colonizado. A la teoría del «indígena como mal absoluto» responde la teoría del «colono como mal absoluto».


La aparición del colono ha significado sincréticamente la muerte de la sociedad autóctona, letargo cultural, petrificación de los individuos. Para el colonizado, la vida no puede surgir sino del cadáver en descomposición del colono. Tal es, pues, esa correspondencia estricta de los dos razonamientos.


Pero resulta que para el pueblo colonizado esta violencia, como constituye su única labor, reviste caracteres positivos, formativos. Esta praxis violenta es totalizadora, puesto que cada uno se convierte en un eslabón violento de la gran cadena, del gran organismo violento surgido como reacción a la violencia primaria del colonialista. Los grupos se reconocen entre sí y la nación futura ya es indivisible. La lucha armada moviliza al pueblo, es decir, lo lanza en una misma dirección, en un sentido único.


La movilización de las masas, cuando se realiza con motivo de la guerra de liberación, introduce en cada conciencia la noción de causa común, de destino nacional, de historia colectiva. También la segunda fase, la de la construcción de la nación, se facilita por la existencia de esa mezcla hecha de sangre y de cólera. Se comprende mejor entonces la originalidad del vocabulario utilizado en los países subdesarrollados. Durante el periodo colonial, se invitaba al pueblo a luchar contra la opresión. Después de la liberación nacional, se le invita a luchar contra la miseria, el analfabetismo, el subdesarrollo. La lucha, se afirma, continúa. El pueblo comprueba que la vida es un combate interminable.


La violencia del colonizado, lo hemos dicho, unifica al pueblo. Efectivamente, el colonialismo es, por su estructura, separatista y regionalista. El colonialismo no se contenta con comprobar la existencia de tribus; las fomenta, las diferencia. El sistema colonial alimenta a los jefes locales y reactiva las viejas cofradías morabíticas. La violencia en su práctica es totalizadora, nacional. Por este hecho, lleva en lo más íntimo la eliminación del regionalismo y del tribalismo. Los partidos nacionalistas se muestran particularmente despiadados con los caids y con los jefes tradicionales. La eliminación de los caíds y de los jefes es una condición previa para la unificación del pueblo.


En los individuos, la violencia desintoxica. Libra al colonizado de su complejo de inferioridad, de sus actitudes contemplativas o desesperadas. Lo hace intrépido, lo rehabilita ante sus propios ojos. Aunque la lucha armada haya sido simbólica y aunque se haya desmovilizado por una rápida descolonización, el pueblo tiene tiempo de convencerse de que la liberación ha sido labor de todos y de cada uno de ellos, que el dirigente no tiene mérito especial. La violencia eleva al pueblo a la altura del dirigente. De ahí esa especie de reticencia agresiva hacia la maquinaria protocolar que los jóvenes gobiernos se apresuran a instalar. Cuando han participado, mediante la violencia, en la liberación nacional, las masas no permiten a nadie posar como «liberador». Se muestran celosas del resultado de su acción y se cuidan de no entregar a un dios vivo su futuro, su destino, la suerte de la patria. Totalmente irresponsables ayer, ahora quieren comprender todo y decidir todo. Iluminada por la violencia, la conciencia del pueblo se rebela contra toda pacificación. Los demagogos, los optimistas, los magos tienen la tarea difícil. La praxis que ha lanzado a un cuerpo a cuerpo desesperado a las masas, les confiere un gusto voraz por lo concreto. La empresa de mixtificación se convierte, a largo plazo, en algo prácticamente imposible.

La violencia en el contexto internacional

Repetidas veces hemos señalado en las páginas anteriores que en las regiones subdesarrolladas el responsable político siempre está llamando a su pueblo al combate. Combate contra el colonialismo, combate contra la miseria y el subdesarrollo, combate contra las tradiciones esterilizantes. El vocabulario que utiliza en sus llamamientos es un vocabulario de jefe de Estado Mayor: «movilización de las masas», «frente de la agricultura», «frente del analfabetismo», «derrotas sufridas», «victorias logradas». La joven nación independiente evoluciona durante los primeros años en una atmósfera de campo de batalla. El dirigente político de un país subdesarrollado mide con espanto el camino inmenso que debe recorrer su país. Llama al pueblo y le dice: «Hay que apretarse el cinturón y trabajar». El país, tenazmente transido de una especie de locura creadora, se lanza a un esfuerzo gigantesco y desproporcionado. El programa es no sólo salir adelante sino alcanzar a las demás naciones con los medios al alcance. Si los pueblos europeos, se piensa, han llegado a esta etapa de desarrollo, ha sido por sus esfuerzos. Probemos, pues, al mundo y a nosotros mismos que somos capaces de las mismas realizaciones. Esta manera de plantear el problema de la evolución de los países subdesarrollados no nos parece ni justa ni razonable. Los europeos hicieron su unidad nacional en un momento en que las burguesías nacionales habían concentrado en sus manos la mayoría de las riquezas. Comerciantes y artesanos, intelectuales y banqueros monopolizaban en el marco nacional las finanzas, el comercio y las ciencias. La burguesía representaba la clase más dinámica, la más próspera. Su acceso al poder le permitía lanzarse a operaciones decisivas: industrialización, desarrollo de las comunicaciones y muy pronto busca de mercados de «ultramar». En Europa, con excepción de ciertos matices (Inglaterra, por ejemplo, había tomado cierto adelanto) los diferentes Estados en el momento en que se realizaba su unidad nacional se encontraban en una situación económica más o menos uniforme. Realmente ninguna nación, por los caracteres de su desarrollo y de su evolución, insultaba a las demás. Actualmente, la independencia nacional, la formación nacional en las regiones subdesarrolladas revisten aspectos totalmente nuevos. En esas regiones, con excepción de algunas realizaciones espectaculares, los diferentes países presentan la misma ausencia de infraestructura. Las masas luchan contra la miseria misma, se debaten con los mismos gestos y dibujan con sus estómagos reducidos lo que ha podido llamarse la geografía del hambre. Mundo subdesarrollado, mundo de miseria e inhumano. Pero también mundo sin médicos, sin ingenieros, sin funcionarios. Frente a ese mundo, las naciones europeas se regodean en la opulencia más ostentosa. Esta opulencia europea es literalmente escandalosa porque ha sido construida sobre las espaldas de los esclavos, se ha alimentado de la sangre de los esclavos, viene directamente del suelo y del subsuelo de ese mundo subdesarrollado. El bienestar y el progreso de Europa han sido construidos con el sudor y los cadáveres de los negros, los árabes, los indios y los amarillos. Hemos decidido no olvidarlo. Cuando un país colonialista, molesto por las reivindicaciones de independencia de una colonia, proclama aludiendo a los dirigentes nacionalistas: «Si quieren ustedes la independencia, tómenla y vuelvan a la Edad Media», el pueblo recién independizado tiene tendencia a aceptar y recoger el desafío. Y, efectivamente, el colonialismo retira sus capitales y sus técnicos y rodea al nuevo Estado con un mecanismo de presión económica[9]. La apoteosis de la independencia se transforma en maldición de la independencia. La potencia colonial, por medios enormes de coacción condena a la joven nación a la regresión. La potencia colonial afirma claramente: «Si ustedes quieren la independencia, tómenla y muéranse». Los dirigentes nacionalistas no tienen otro recurso entonces sino acudir a su pueblo y pedirle un gran esfuerzo. A esos hombres hambrientos se les exige régimen de austeridad, a esos músculos atrofiados se les pide un trabajo desproporcionado. Un régimen autárquico se instala en cada Estado, con los medios miserables de que dispone, trata de responder a la inmensa hambre nacional. Asistimos a la movilización del pueblo que se abruma y se agota frente a una Europa harta y despectiva. Otros países del tercer mundo rechazan esa prueba y aceptan las condiciones de la antigua potencia tutelar. Utilizando su posición estratégica, posición que les otorga un privilegio en la lucha de los bloques, esos países firman acuerdos, se comprometen. El antiguo país dominado se transforma en país económicamente dependiente. La ex potencia colonial que ha mantenido intactos e inclusive ha reforzado los circuitos comerciales de tipo colonialista, acepta alimentar mediante pequeñas inyecciones el presupuesto de la nación independiente. Entonces se advierto como el acceso a la independencia de los países coloniales sitúa al mundo frente a un problema capital: la liberación nacional de los países colonizados revela y hace más insoportable su situación real. La confrontación fundamental, que parecía ser la del colonialismo y el anticolonialismo, es decir, el capitalismo y socialismo, pierde importancia. Lo que cuenta ahora, el problema que se ve en el horizonte, es la necesidad de una redistribución de las riquezas. La humanidad, so pena de verse sacudida, debe responder a este problema. Generalmente, se ha pensado que había llegado la hora para el mundo, y singularmente para el tercer mundo, de escoger entre el sistema capitalista y el sistema socialista. Los países subdesarrollados, que han utilizado la competencia feroz que existe entre los dos sistemas para asegurar el triunfo de su lucha de liberación nacional, deben negarse, sin embargo, a participar en esa competencia. El tercer mundo no debe contentarse con definirse en relación con valores previos. Los países subdesarrollados, por el contrario, deben esforzarse por descubrir valores propios, métodos y un estilo específicos. El problema concreto frente al cual nos encontramos no es el de la opción, a toda costa, entre socialismo y capitalismo tal como son definidos por hombres de continentes y épocas diferentes. Sabemos, ciertamente, que el régimen capitalista no puede, como modo de vida, permitirnos realizar nuestra tarea nacional y universal. La explotación capitalista, los trusts y los monopolios son los enemigos de los países subdesarrollados. Por otra parte, la elección de un régimen socialista, de un régimen dirigido a la totalidad del pueblo, basado en el principio de que el hombre es el bien más precioso, nos permitirá avanzar más rápidamente, más armónicamente, imposibilitando así esa caricatura de sociedad donde unos cuantos poseen todos los poderes económicos y políticos a expensas de la totalidad nacional. Pero para que este régimen pueda funcionar válidamente, para que podamos en todo momento respetar los principios en los que nos inspiramos, hace falta algo más que la inversión humana. Ciertos países subdesarrollados despliegan un esfuerzo colosal en esta dirección. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos, se entregan con entusiasmo a un verdadero trabajo forzado y se proclaman esclavos de la nación. El don de sí, el desprecio de toda preocupación que no sea colectiva, crean una moral nacional que reconforta al hombre, le da confianza en el destino del mundo y desarma a los observadores más reticentes. Creemos, sin embargo, que semejante esfuerzo no podrá prolongarse largo tiempo a ese ritmo infernal. Esos jóvenes países han aceptado el desafío después de la retirada incondicional del antiguo país colonial. El país se encuentra en manos del nuevo equipo, pero, en realidad, hay que recomenzar todo, que reformular todo. El sistema colonial se interesaba, en efecto, por ciertas riquezas, por ciertos recursos, precisamente los que alimentaban a sus industrias. Ningún balance serio se había hecho hasta entonces del suelo o del subsuelo. La joven nación independiente se ve obligada entonces a continuar los circuitos económicos establecidos por el régimen colonial. Puede exportar, ciertamente, a otros países, a otras áreas monetarias, pero la base de sus exportaciones no se modifica fundamentalmente. El régimen colonial ha cristalizado determinados circuitos y hay que limitarse, so pena de sufrir una catástrofe, a mantenerlos. Habría que recomenzar todo quizá, cambiar la naturaleza de las exportaciones y no sólo su destino, interrogar nuevamente al suelo, a los ríos y ¿por qué no? también al sol. Pero para hacerlo hace falta algo más que la inversión humana. Hacen falta capitales, técnicos, ingenieros, mecánicos, etc. Hay que decirlo: creemos que el esfuerzo colosal al que son instados los pueblos subdesarrollados por sus dirigentes no dará los resultados previstos. Si las condiciones de trabajo no se modifican, pasarán siglos para humanizar ese mundo animalizado por las fuerzas imperialistas[10]. La verdad es que no debemos aceptar esas condiciones. Debemos rechazar de plano la situación a la que quieren condenarnos los países occidentales. El colonialismo y el imperialismo no saldaron sus cuentas con nosotros cuando retiraron de nuestros territorios sus banderas y sus fuerzas policíacas. Durante siglos, los capitalistas se han comportado en el mundo subdesarrollado como verdaderos criminales de guerra. Las deportaciones, las matanzas, el trabajo forzado, la esclavitud han sido los principales medios utilizados por el capitalismo para aumentar sus reservas en oro y en diamantes, sus riquezas y para establecer su poder. Hace poco tiempo, el nazismo transformó a toda Europa en una verdadera colonia. Las riquezas de las diversas naciones europeas exigieron reparaciones y demandaron la restitución en dinero y en especie de las riquezas que les habían sido robadas: obras culturales, cuadros, esculturas, vitrales fueron devueltos a sus propietarios. Una sola frase se escuchaba en boca de los europeos en 1945: «Alemania pagará». Por su parte Adenauer, cuando se abrió el proceso Eichmann, en nombre del pueblo alemán pidió perdón una vez más al pueblo judío. Adenauer renovó el compromiso de su país de seguir pagando al Estado de Israel las sumas enormes que deben servir de compensación a los crímenes nazis[11]. Decimos igualmente que los Estados imperialistas cometerían un grave error y una injusticia incalificable si se contentaran con retirar de nuestro territorio las cohortes militares, los servicios administrativos y de intendencia cuya función era descubrir riquezas, extraerlas y expedirlas hacia las metrópolis. La reparación moral de la independencia nacional no nos ciega, no nos satisface. La riqueza de los países imperialistas es también nuestra riqueza. En el plano de lo universal, esta afirmación no significa absolutamente que nos sintamos afectados por las creaciones de la técnica o las artes occidentales. Muy concretamente, Europa se ha inflado de manera desmesurada con el oro y las materias primas de los países coloniales; América Latina, China, África. De todos esos continentes, frente a los cuales la Europa de hoy eleva su torre opulenta, parten desde hace siglos hacia esa misma Europa los diamantes y el petróleo, la seda y el algodón, las maderas y los productos exóticos. Europa es, literalmente, la creación del tercer mundo. Las riquezas que la ahogan son las que han sido robadas a los pueblos subdesarrollados. Los puertos de Holanda, de Liverpool, los muelles de Burdeos y de Liverpool especializados en la trata de negros deben su renombre a los millones de esclavos deportados. Y cuando escuchamos a un jefe de Estado europeo declarar, con la mano sobre el corazón, que hay que ir en ayuda de los infelices pueblos subdesarrollados, no temblamos de agradecimiento. Por el contrario, nos decimos, «es una justa reparación que van a hacernos». No aceptaremos que la ayuda a los países subdesarrollados sea un programa de las «hermanitas de la caridad». Esa ayuda debe ser la consagración de una doble toma de conciencia, toma de conciencia para los colonizados de que las potencias capitalistas se la deben y, para éstas, de que efectivamente tienen que pagar[12]. Que si, por falta de inteligencia -no hablemos de ingratitud- los países capitalistas se negaran a pagar, entonces la dialéctica implacable de su propio sistema se encargaría de asfixiarlos. Las jóvenes naciones, es un hecho, atraen poco a los capitales privados. Múltiples razones legitiman y explican esta reserva de los monopolios. Cuando los capitalistas saben, y son evidentemente los primeros en saberlo, que su gobierno se dispone a descolonizar, se apresuran a retirar de la colonia la totalidad de sus capitales. La evasión espectacular de capitales es uno de los fenómenos más constantes de la descolonización. Las compañías privadas, para invertir en los países independientes, exigen condiciones que la experiencia califica de inaceptables o irrealizables. Fieles al principio de rentabilidad inmediata, que sostienen cuando actúan en «ultramar», los capitalistas se muestran reticentes acerca de cualquier inversión a largo plazo. Son rebeldes y con frecuencia abiertamente hostiles a los programas de planificación de los jóvenes equipos en el poder. En rigor, aceptarían gustosamente prestar dinero a los jóvenes Estados, pero a condición de que ese dinero sirviera para comprar productos manufacturados, máquinas, es decir, a mantener activas las fábricas de la metropol. En realidad, la desconfianza de los grupos financieros occidentales se explica por su deseo de no correr ningún riesgo. Exigen, además, una estabilidad política y un clima social sereno que es imposible obtener si se tiene en cuenta la situación lamentable de la población global inmediatamente después de la independencia. Entonces, en busca de esa garantía, que no puede asegurar la ex colonia, exigen el mantenimiento de ciertas tropas o la entrada del joven Estado en pactos económicos o militares. Las compañías privadas presionan sobre su propio gobierno para que, al menos, las bases militares sean instaladas en esos países con la misión de asegurar la protección de sus intereses. En última instancia, esas compañías exigen a su gobierno la garantía de las inversiones que deciden hacer en tal o cual región subdesarrollada. Resulta que pocos países satisfacen las condiciones exigidas por los trusts y los monopolios. Los capitales, faltos de salidas seguras, siguen bloqueados en Europa y se inmovilizan. Tanto más cuanto que los capitalistas se niegan a invertir en su propio territorio. La rentabilidad en ese caso es, en efecto, irrisoria y el control fiscal desespera a los más audaces. La situación es catastrófica a largo plazo. Los capitales no circulan o ven considerablemente disminuida su circulación. Los bancos suizos rechazan los capitales, Europa se ahoga. A pesar de las sumas enormes que se tragan los gastos militares, el capitalismo internacional se encuentra acorralado. Pero otro peligro lo amenaza. En la medida en que el tercer mundo es abandonado y condenado a la regresión, o al estancamiento en todo caso, por el egoísmo y la inmoralidad de las naciones occidentales, los pueblos subdesarrollados decidirán evolucionar en autarquía colectiva. Las industrias occidentales se verán rápidamente privadas de sus mercados de ultramar. Las máquinas se amontonarán en los depósitos y, en el mercado europeo, se desarrollará una lucha inexorable entre los grupos financieros y los trusts. Cierre de fábricas, despidos o desempleo conducirán al proletariado europeo a desencadenar una lucha abierta contra el régimen capitalista. Los monopolios comprenderán entonces que su interés bien entendido consiste en ayudar y hacerlo masivamente y sin demasiadas condiciones a los países subdesarrollados. Vemos, pues, que las jóvenes naciones del tercer mundo no deben ser objeto de risa para los países capitalistas. Somos fuertes por derecho propio y por lo justo de nuestras posiciones. Por el contrario, debemos decir y explicar a los países capitalistas que el problema fundamental de la época contemporánea no es la guerra entre el régimen socialista y ellos. Hay que poner fin a esa guerra fría que no lleva a ninguna parte, detener los preparativos de la destrucción nuclear del mundo, invertir generosamente y ayudar técnicamente a las regiones subdesarrolladas. La suerte del mundo depende de la respuesta que se dé a esta cuestión. Y que los regímenes capitalistas no traten de ligar a los regímenes socialistas al «destino de Europa» frente a las hambrientas multitudes de color. La hazaña del comandante Gagarin, aunque se disguste el general De Gaulle, no es un triunfo «que honre a Europa». Desde hace algún tiempo, los jefes de Estado de los regímenes capitalistas, los hombres de cultura abrigan una actitud ambivalente respecto de la Unión Soviética. Después de haber coligado todas sus fuerzas para aniquilar al régimen socialista, ahora comprenden que hay que contar con él. Entonces se vuelven amables, multiplican las maniobras de seducción y recuerdan constantemente al pueblo soviético que «pertenece a Europa». Agitando al tercer mundo como una marea que amenazara tragarse a toda Europa, no se logrará dividir a las fuerzas progresistas que tratan de conducir a la humanidad a la felicidad. El tercer mundo no pretende organizar una inmensa cruzada del hambre contra toda Europa. Lo que espera de quienes lo han mantenido en la esclavitud durante siglos es que le ayuden a rehabilitar al hombre, a hacer triunfar al hombre en todas partes, de una vez por todas. Pero está claro que nuestra ingenuidad no llega hasta creer que esto va a hacerse con la cooperación y la buena voluntad de los gobiernos europeos. Ese trabajo colosal que consiste en reintroducir al hombre en el mundo, al hombre total, se hará con la ayuda decisiva de las masas europeas que, es necesario que lo reconozcan, se han alineado en cuanto a los problemas coloniales con las posiciones de nuestros amos comunes. Para ello, será necesario primero que las masas europeas decidan despertarse, se desempolven el cerebro y abandonen el juego irresponsable de la bella durmiente del bosque.

[2] , en Peau Noire, Masques Blancs (Edition du Seuil) el mecanismo de ese mundo maniqueo.
[3] Véase capítulo V «Guerra colonial y trastornos mentales».
[4] Friedrich Engels, Anti-Dühring, segunda parte, capítulo III: «Théorie de la violence», Editions Sociales, p. 199. Existe edición en español.
[5] Puede suceder que el dirigente preso sea la expresión auténtica de las masas colonizadas. En ese caso, el colonialismo va a aprovechar su detención para tratar de lanzar nuevos dirigentes.
[6] Es evidente que esa limpieza hasta el vacío destruye lo que se pretendía salvar. Es lo que señala Sartre cuando dice: «En suma, por el hecho mismo de repetirlas [las ideas racistas] se revela que la unión simultánea de todos contra los indígenas es irrealizable, que no es sino recurrencia cíclica y que, además, esa unión no podría hacerse como agrupación activa sino para la matanza de todos los colonizados, tentación perpetua y absurda del colono que equivale, si por otra parte fuera realizable, a suprimir de golpe la colonización misma». Critique de la raison dialectique, p. 346.
[7] Hay que volver sobre este periodo para medir la importancia de esta decisión del poder francés en Argelia. Así en el nº 4 de 28.3.1957 de Résistance Algérienne, puede leerse: «En respuesta a la declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el gobierno francés acaba de decidir en Argelia la creación de milicias urbanas. Ya se ha vertido mucha sangre, había dicho la ONU. Lacoste vocifera: Creemos milicias. Cese al fuego, aconsejaba la ONU, Lacoste vocifera: Armemos a los civiles. Las dos partes son invitadas a entrar en contacto para llegar a un acuerdo acerca de una solución democrática y pacífica, recomendaba la ONU. Lacoste decreta que en lo sucesivo todo europeo estará armado y deberá disparar contra cualquiera que le parezca sospechoso. La represión salvaje, inicua, que linda con el genocidio deberá ser combatida antes que nada por las autoridades, se estimaba entonces. Lacoste responde: Hay que sistematizar la represión, organizar la cacería de argelinos. Y simbólicamente entrega los poderes civiles a los militares, los poderes militares a los civiles. El círculo se ha cerrado en torno al argelino, desarmado, hambriento, acosado, atropellado, golpeado, linchado, asesinado como sospechoso. Actualmente, en Argelia, no hay un sólo francés que no esté autorizado, incluso invitado a hacer uso de su arma. Ni un solo francés en Argelia, un mes después del llamamiento de la ONU a la calma, que no tenga permiso, obligación de descubrir, de inventar, de perseguir sospechosos. »Un mes después de votada la moción final de la Asamblea General de las Naciones Unidas, ni un solo europeo en Argelia ha sido ajeno a la más tremenda empresa de exterminio de los tiempos modernos. ¿Solución democrática? De acuerdo, concede Lacoste, comencemos por suprimir a los argelinos. Para ello, armemos a los civiles y dejémosles hacer. La prensa parisina en general ha acogido con reservas la creación de esos grupos armados. Milicias fascistas, se ha dicho. Sí. Pero en el nivel del individuo y del derecho de gentes ¿qué es el fascismo sino el colonialismo en el seno de países tradicionalmente colonialistas? Asesinatos sistemáticamente legalizados, recomendados, se ha afirmado. Pero ¿no muestra la carne argelina desde hace ciento treinta años heridas cada vez más abiertas, cada vez en mayor número, cada vez más radicales? Atención, aconseja el señor Kenne-Vignes, parlamentario del MRP ¿no se corre el riesgo, al crear las milicias, de abrir un abismo entre las dos comunidades de Argelia? Sí. Pero ¿no es el estatuto colonial la servidumbre organizada de todo un pueblo? La Revolución argelina es precisamente la impugnación afirmada de esa servidumbre y de ese abismo. La Revolución argelina se dirige a la nación ocupante y le dice: “¡Retirad los colmillos de la carne argelina, asesinada y herida! ¡Dadle voz al pueblo argelino!”. »La creación de esas milicias —se dice—, permitirá aligerar las tareas del ejército. Liberará unidades cuya misión será proteger las fronteras tunecina y marroquí. Un ejército de seiscientos mil hombres. La casi totalidad de la Marina y la Aviación. Una policía enorme, expeditiva, de sorprendentes expedientes, que ha absorbido a los ex torturadores de los pueblos tunecino y marroquí. Unidades territoriales de cien mil hombres. Hay que aligerar al ejército. Hay que crear milicias urbanas. El frenesí histérico y criminal de Lacoste se impone aun a los franceses perspicaces. La verdad es que la creación de esas milicias lleva en su justificación su propia contradicción. Las tareas del ejército francés son infinitas. Se le fija como objetivo volver a colocar la mordaza en la boca de los argelinos y se cierra la puerta al futuro. Sobre todo, no se analiza, no se comprende, no se mide la profundidad ni la densidad de la Revolución argelina; jefes de distrito, jefes de manzana, jefes de calle, jefes de edificio, jefes de piso... Al encuadramiento superficial se añade ahora el encuadramiento vertical. »En 48 horas, dos mil candidaturas son registradas. Los europeos de Argelia han respondido de inmediato al llamamiento de Lacoste al asesinato. Cada europeo, desde ahora, deberá censar en su sector a los argelinos supervivientes. Información, “respuesta rápida” al terrorismo, denuncia de sospechosos, liquidación de “prófugos”, refuerzo de los servicios de la policía. Por supuesto, hay que aligerar las tareas del ejército. A las operaciones de rastreo que se llevan a cabo en la superficie se añade ahora la cacería en la altura. Al asesinato artesanal, se añade ahora el asesinato planificado. Detengan el derramamiento de sangre, había aconsejado la ONU. El mejor medio para lograrlo, replica Lacoste, es que no haya más sangre que derramar. El pueblo argelino, después de ser entregado a las hordas de Massu es confiado a los cuidados de las milicias urbanas. Al decidir la creación de esas milicias, Lacoste advierte claramente que no dejará que nadie interfiera con SU guerra. Prueba de que existe un infinito en la podredumbre. Es verdad que está prisionero, pero ¡qué satisfacción perder a todo el mundo con él! »El pueblo argelino, después de cada una de estas decisiones, aumenta la contracción de sus músculos y la intensidad de su lucha. El pueblo argelino, después de cada uno de esos asesinatos, solicitados y organizados, estructura más aún su toma de conciencia y solidifica su resistencia. Sí. Las tareas del ejército francés son infinitas. ¡Porque la unidad del pueblo argelino es, oh señor, infinita!»
[8] Por eso al principio de las hostilidades no hay prisioneros. Sólo mediante la politización de los cuadros los dirigentes llegan a hacer admitir a las masas: 1) que los que vienen de la metrópoli no siempre son voluntarios y algunas veces hasta les repugna esta guerra; 2) que el interés actual de la lucha exige que el movimiento manifieste en su acción el respeto a ciertos convenios internacionales; 3) que un ejército que hace prisioneros es un ejército y deja de ser considerado como un grupo de asaltantes de caminos; 4) que, en todo caso, la posesión de prisioneros constituye un medio de presión no despreciable para proteger a nuestros militantes detenidos por el enemigo.
[9] En el contexto internacional actual, el capitalismo no ejerce el bloqueo económico contra las colonias africanas o asiáticas únicamente. Los Estados Unidos, con la operación anticastrista, abren en el continente americano un nuevo capítulo de la historia de la liberación laboriosa del hombre. América Latina, formada por países independientes con representación en la ONU y con moneda propia, debería constituir una lección para África. Esas antiguas colonias, desde su liberación, sufren en medio del terror y la privación la ley implacable del capitalismo occidental. La liberación de África, el desarrollo de la conciencia de los hombres han permitido a los pueblos latinoamericanos romper con la vieja danza de las dictaduras, en las que se los regímenes se suceden sin diferencias. Castro toma el poder en Cuba y lo entrega al pueblo. Esta herejía es resentida como una calamidad nacional por los yanquis y los Estados Unidos organizan brigadas contrarrevolucionarias, fabrican un gobierno provisional, incendian las cosechas de caña, deciden por último estrangular despiadadamente al pueblo cubano. Pero va a ser difícil. El pueblo cubano sufrirá, pero vencerá. El presidente brasileño Janio Quadros, en una declaración de importancia histórica, acaba de afirmar que su país defenderá por todos los medios la Revolución cubana. También los Estados Unidos van a retroceder quizá un día ante la voluntad de los pueblos. Ese día lo festejaremos, porque será un día decisivo para los hombres y las mujeres del mundo entero. El dólar que, en resumidas cuentas, no está garantizado sino por los esclavos repartidos por todo el globo, en los pozos de petróleo del Medio Oriente, las minas del Perú o del Congo, las plantaciones de la United Fruit o de Firestone, dejará de dominar con todo su poder a esos esclavos que lo han creado y que siguen alimentándolo, con la cabeza y el vientre vacíos, con su propia sustancia.
[10] Ciertos países favorecidos por una numerosa población europea llegan a la independencia con construcciones y avenidas y tienen tendencia a olvidar al país que está detrás, miserable y hambriento. Ironía de la suerte: por una especie de silencio cómplice, hacen como si sus ciudades fueran contemporáneas de la independencia.
[11] Es verdad que Alemania no reparó íntegramente los crímenes de guerra. Las indemnizaciones impuestas a la nación vencida no fueron reclamadas en su totalidad, porque las nacio­nes afectadas incluyeron a Alemania en su sistema defensivo, anticomunista. Es esta preocupación permanente la que anima a los países colonialistas cuando tratan de obtener de sus antiguas colonias, a falta de la inclusión en el sistema occidental, bases militares y esclavos. Han decidido, de común acuerdo, olvidar sus reivindicaciones en nombre de la estrategia de la OTAN, en nombre del mundo libre. Y hemos visto cómo Alemania ha recibido, en oleadas sucesivas, dólares y máquinas. Una Alemania recuperada, fuerte y poderosa, era una necesidad para el campo occidental. El interés bien entendido de la Europa llamada libre exigía una Alemania próspera, reconstruida y capaz de servir de primera fortaleza frente a las eventuales hordas rojas, Alemania ha aprovechado maravillosamente la crisis europea. Los Estados Unidos y los demás Estados europeos sienten una legítima amargura frente a esa Alemania, ayer de rodillas, que les opone ahora en el mercado económico una competencia implacable.

[12] «Distinguir radicalmente la edificación del socialismo, en Europa, de las “relaciones con el tercer mundo” (como si no tuviéramos con éste sino relaciones de exterioridad) es, conscientemente o no, favorecer la herencia colonial por encima de la liberación de los países subdesarrollados, querer construir un socialismo de lujo sobre los frutos de la rapiña imperial —como, dentro de una pandilla, se repartiría más o menos equitativamente el botín, sin dejar de distribuir algo a los pobres en forma de buenas obras, olvidando que es a ellos a quienes se les ha robado.» Marcel Péju, «Mourir pour De Gaulle?», Les Temps Modernes, nº 175-176, octubre-noviembre de 1960.