¿Es posible una guerra relámpago en Venezuela?
por Franco Vielma
Agosto 15 de 2017, 12:39 pm MISION VERDAD
Los
enunciados de una guerra mediante intervención militar gringa en
Venezuela son temerarios cuando vienen precisamente de venezolanos. Se
han apreciado tal tipo de expresiones en redes sociales y en otros
espacios de la mediática, irrumpiendo los argumentos de que una
intervención militar norteamericana "es necesaria", "tendría como foco
único el gobierno y las instalaciones militares", "sería un mal menor de
cara a la crisis económica actual", "es un dolor necesario que será
breve", o que "no afectará a la población por tratarse de un golpe
rápido a unas frágiles fuerzas armadas venezolanas".
La creencia de que una guerra sería una breve aventura necesaria, no pueden ser producto de otra cosa que del desenfreno antichavista visceral, que descontextualiza los hechos detrás de los conflictos armados recientes en otras latitudes del mundo, bajo la autoría de Estados Unidos.
Sobre estos aspectos es necesario hacer una serie de apuntes. Digamos que las afirmaciones de bolsillo que siguen, son de conocimiento público y podrían ser consideradas para debilitar la falaz tesis de una breve "y feliz" guerra en Venezuela.
Pero lo cierto en el terreno ha sido la prolongación de tales guerras, durante más de una década en los casos de Afganistán e Irak, a su vez que el conflicto sigue en pleno apogeo en Libia y Siria, con las respectivas salvedades en todos los casos. El esquema de guerra prolongada made in USA, se ajusta plenamente al esquema de desarrollo armamentista y al empuje del complejo industrial-militar norteamericano y de los países que integran la OTAN, quienes necesitan que los conflictos sean prolongados. No hay un solo hecho bélico en era reciente que demuestre que EEUU efectivamente ejecuta guerras relámpago. De hecho, parece que no quieren que sean breves o que no han podido lograrlo en ninguno de esos países.
El factor de las fuerzas en el país asediado. Las fuerzas armadas venezolanas están, por mucho, mejor equipadas que la fuerzas militares regulares de Afganistán, Irak y Libia, antes de ser asediados. El ejército Talibán en Afganistán sufría un embargo de armas desde las últimas dotaciones gringas a mediados de los años 80, durante la Guerra de Charlie Wilson (Operación Ciclón) contra la URSS. En 2003 sobre Irak pesaban 13 años de embargo de armas, desde la "Tormenta del Desierto", cuestión claramente diseñada para debilitar y mellar sus fuerzas y líneas de defensa. Libia había desarticulado sus sistemas de armas, incluyendo las baterías de misiles Pechora, provenientes de la era soviética, y hasta 2008 sobre Libia pesaba un embargo de armas. Tuvieron que combatir aviones bombarderos y misiles Tomahawk, con baterías de poco alcance.
Con una reciente actualización en los sistemas de armas en Venezuela, las capacidades instaladas son bastante superiores a la de esos países, destacándose en esa existencia, aviones cazas estratégicos Sukhoi, un importante parque de Tanques T-72 y vehículos multipropósito y sistemas artillados Ural 43206. Por otro lado, los sistemas portátiles antiaéreos (codiciados por todo ejército regular e irregular en el mundo) 9K38 Igla, los sistemas de defensa aérea S-125 2M Pechora (de reciente generación) y el apetecido sistema S-300, destacándose en ese elemento el hecho de que Venezuela fue el primer país del mundo que recibió de Rusia tal sistema de armas, antes que Irán y Siria. Dotaciones similares de armas en los países señalados, hubieran hecho la historia bastante diferente.
Es difícil opinar sobre la moral y cohesión de las fuerzas en el terreno en cada uno de los países señalados. Incluso es difícil opinar en ese ítem en el caso venezolano, sin conocer la FANB a profundidad. Pero un dato que sí hay que subrayar es que las fuerzas armadas venezolanas, entre tropas profesionales, reserva activa y milicias, es una fuerza de 500 mil hombres y mujeres en armas, una cifra dos veces superior a las fuerzas sirias al momento del inicio del conflicto. Otro detalle que no hay que desestimar.
El concepto de defensa estratégica de Venezuela. La filosofía de defensa estratégica de Venezuela en tiempos de chavismo transformó su enfoque medularmente, posicionándose el concepto de "Guerra Popular Prolongada". Un esquema enmarcado en el entramado de la guerra irregular, de desgaste de fuerzas invasoras mediante la lucha de resistencia, aprovechando la ventaja del local y mediante el empleo de la fuerza de tipo escurridiza. Este no es un dato menor. Las fuerzas armadas venezolanas no están configuradas para el solo uso de la fuerza en condiciones regulares, también infieren la guerra irregular como un tipo de planteamiento que eleva los costos económicos y políticos del agresor. Una cuestión clave tratándose de un escenario hipotético de intervención gringa en Venezuela, a pocas millas náuticas de EEUU y en plena plataforma continental americana.
Sumemos a eso el contexto de caos subregional que desataría una intervención en Venezuela, bien sea por fuerzas regulares o mercenarias. Una cuestión políticamente inmanejable, que caotizaría Sudamérica y el Caribe, tanto en la proliferación de elementos de fuerza, como en la cuestión humanitaria. El Caribe podría parecerse al Mediterráneo con crisis de refugiados y todas sus derivaciones. Dicho de otra manera, para que Venezuela desarmara la guerra e inhabilitara al agresor, tendría que prolongar necesariamente el conflicto, como opción para repeler la intervención por vías políticas tambaleando las estructuras formales norteamericanas. Es esa una vía posible para ganar la guerra, dado el tamaño militar de EEUU, sumamente superior a las fuerzas regulares venezolanas.
La situación humanitaria interna. Hacemos un alto a las afirmaciones para una reflexión. Es insólito que seguidores de la oposición venezolana avalen un conflicto armado en Venezuela, bajo la ilusión de que la población sufrirá mínimo daño. Más insólito todavía es que esos seguidores de la oposición sean sectores descontentos con la crisis económica y que sufren enorme malestar por la intermitencia de productos básicos en los anaqueles. Definitivamente no tienen idea de cómo se vive en un país en guerra.
Las guerras en Irak, Libia, Siria y Afganistán pasaron por un proceso de destrucción total de las infraestructuras vitales, cadenas de bienes y servicios, empresas medulares y hasta servicios públicos básicos, relegando a la población entera al caos, hambre y carencias, deliberadamente, para que abandonen los territorios y se inhiban de resistir. Las probabilidades de morir en las guerras actuales son más altas estando en el lado civil que en el lado militar del conflicto. Son sumamente reseñadas también las bajas por "daño colateral", como las que actualmente se ven en Siria y las que fueron tristemente célebres en Libia, bajo los "bombardeos humanitarios" que abrían paso a los mercenarios en ese país y que arrasaron población civil. Las historias son interminables.
El común denominador en las guerras de los países señalados es que la crisis humanitaria es en esencia prolongada, más incluso que las escaramuzas militares. Un ejemplo emblemático es el caso de Afganistán. Aunque EEUU se declaró militarmente vencedor, depusieron al gobierno Talibán y aunque controlaron gran parte del territorio, casi 15 años después EEUU tuvo que negociar con los talibanes en armas, para pacificarles y crearles espacios políticos, reconociendo su persistencia como milicias tribales que controlan territorios. Aunque la guerra en Afganistán no es hoy lo que una vez fue y las tropas de EEUU en el país son mínimas, todavía salen cientos de miles de refugiados afganos productos del desastre humanitario que aún persiste. Se suman a los cientos de miles que salen de Siria, Libia y el África subsahariana. No hay soluciones relámpago a las crisis humanitarias de las guerras actuales.
La tragedia de los conflictos armados debe ser sopesada más allá de orientaciones políticas. Y así debe analizarse la amenaza de Trump. La narrativa del antichavismo que ha logrado colocar un segmento (pequeño, pero no menos importante) de venezolanos a favor del conflicto y la intervención, imbuidos en la fantasía frenética y en la ignorancia de la guerra, es también una tragedia, que es políticamente necesario recalcular. No es un factor a banalizar. Reviste en sí mismo un problema serio de orientación política, que desdibuja el sentido común político. En Venezuela sólo hay un proyecto de país: el del chavismo. El del adversario es por otro lado un proyecto de colonia y hay quienes abiertamente y sin desparpajos se subordinan a él, bien sea apoyando, o bien sea legitimando los asomos de intervención militar cortesía de Mr. Trump.
Con la guerra, se abren posibilidades casi infinitas y es virtualmente imposible predecir si será relámpago o no, aunque casi siempre no es así y los indicios apuntan a que en el escenario venezolano, no será así. Y sobre quienes insisten en aupar la fantasía de la intervención, cabe entero el refrán popular: "No es lo mismo llamar al demonio que verlo llegar".
La creencia de que una guerra sería una breve aventura necesaria, no pueden ser producto de otra cosa que del desenfreno antichavista visceral, que descontextualiza los hechos detrás de los conflictos armados recientes en otras latitudes del mundo, bajo la autoría de Estados Unidos.
Sobre estos aspectos es necesario hacer una serie de apuntes. Digamos que las afirmaciones de bolsillo que siguen, son de conocimiento público y podrían ser consideradas para debilitar la falaz tesis de una breve "y feliz" guerra en Venezuela.
El mito de la guerra relámpago
No hay referentes recientes. Las guerras de Afganistán, Irak, Libia y Siria fueron diseñadas desde su planteamiento estratégico como guerras relámpago. Desde sus variantes que van desde el uso de fuerzas regulares (Afganistán e Irak) hasta el despliegue en el terreno de factores no regulares mercenarios (caso Siria y Libia), la participación norteamericana se presentó públicamente en el uso rápido y efectivo de la fuerza, para producir cambios de régimen en esos países y la pacificación de las fuerzas en los países bajo asedio. O al menos eso estaba en el tapete, era lo que se vociferaba, una vez que en EEUU se lidiaba con los costos políticos de tales guerras.Pero lo cierto en el terreno ha sido la prolongación de tales guerras, durante más de una década en los casos de Afganistán e Irak, a su vez que el conflicto sigue en pleno apogeo en Libia y Siria, con las respectivas salvedades en todos los casos. El esquema de guerra prolongada made in USA, se ajusta plenamente al esquema de desarrollo armamentista y al empuje del complejo industrial-militar norteamericano y de los países que integran la OTAN, quienes necesitan que los conflictos sean prolongados. No hay un solo hecho bélico en era reciente que demuestre que EEUU efectivamente ejecuta guerras relámpago. De hecho, parece que no quieren que sean breves o que no han podido lograrlo en ninguno de esos países.
El factor de las fuerzas en el país asediado. Las fuerzas armadas venezolanas están, por mucho, mejor equipadas que la fuerzas militares regulares de Afganistán, Irak y Libia, antes de ser asediados. El ejército Talibán en Afganistán sufría un embargo de armas desde las últimas dotaciones gringas a mediados de los años 80, durante la Guerra de Charlie Wilson (Operación Ciclón) contra la URSS. En 2003 sobre Irak pesaban 13 años de embargo de armas, desde la "Tormenta del Desierto", cuestión claramente diseñada para debilitar y mellar sus fuerzas y líneas de defensa. Libia había desarticulado sus sistemas de armas, incluyendo las baterías de misiles Pechora, provenientes de la era soviética, y hasta 2008 sobre Libia pesaba un embargo de armas. Tuvieron que combatir aviones bombarderos y misiles Tomahawk, con baterías de poco alcance.
Con una reciente actualización en los sistemas de armas en Venezuela, las capacidades instaladas son bastante superiores a la de esos países, destacándose en esa existencia, aviones cazas estratégicos Sukhoi, un importante parque de Tanques T-72 y vehículos multipropósito y sistemas artillados Ural 43206. Por otro lado, los sistemas portátiles antiaéreos (codiciados por todo ejército regular e irregular en el mundo) 9K38 Igla, los sistemas de defensa aérea S-125 2M Pechora (de reciente generación) y el apetecido sistema S-300, destacándose en ese elemento el hecho de que Venezuela fue el primer país del mundo que recibió de Rusia tal sistema de armas, antes que Irán y Siria. Dotaciones similares de armas en los países señalados, hubieran hecho la historia bastante diferente.
Es difícil opinar sobre la moral y cohesión de las fuerzas en el terreno en cada uno de los países señalados. Incluso es difícil opinar en ese ítem en el caso venezolano, sin conocer la FANB a profundidad. Pero un dato que sí hay que subrayar es que las fuerzas armadas venezolanas, entre tropas profesionales, reserva activa y milicias, es una fuerza de 500 mil hombres y mujeres en armas, una cifra dos veces superior a las fuerzas sirias al momento del inicio del conflicto. Otro detalle que no hay que desestimar.
El concepto de defensa estratégica de Venezuela. La filosofía de defensa estratégica de Venezuela en tiempos de chavismo transformó su enfoque medularmente, posicionándose el concepto de "Guerra Popular Prolongada". Un esquema enmarcado en el entramado de la guerra irregular, de desgaste de fuerzas invasoras mediante la lucha de resistencia, aprovechando la ventaja del local y mediante el empleo de la fuerza de tipo escurridiza. Este no es un dato menor. Las fuerzas armadas venezolanas no están configuradas para el solo uso de la fuerza en condiciones regulares, también infieren la guerra irregular como un tipo de planteamiento que eleva los costos económicos y políticos del agresor. Una cuestión clave tratándose de un escenario hipotético de intervención gringa en Venezuela, a pocas millas náuticas de EEUU y en plena plataforma continental americana.
"No es lo mismo llamar al demonio que verlo llegar"El desgaste del frente interno del adversario. Una eventual intervención militar en Venezuela, en tiempos de prolongada paz en casi toda la región, en lo que a la política norteamericana respecta, dista mucho de la visión de la guerra en países distantes para EEUU, como suele ocurrir en Oriente Medio, con sus realidades y de cara a la estigmatización de la maquinaria de propaganda norteamericana contra el mundo islámico. El caso venezolano da vuelta de hoja dramáticamente a ese elemento. Lo cual supone que el rol de las fuerzas venezolanas es resistir y prolongar el conflicto, para debilitar el frente interno (la opinión pública) en EEUU.
Sumemos a eso el contexto de caos subregional que desataría una intervención en Venezuela, bien sea por fuerzas regulares o mercenarias. Una cuestión políticamente inmanejable, que caotizaría Sudamérica y el Caribe, tanto en la proliferación de elementos de fuerza, como en la cuestión humanitaria. El Caribe podría parecerse al Mediterráneo con crisis de refugiados y todas sus derivaciones. Dicho de otra manera, para que Venezuela desarmara la guerra e inhabilitara al agresor, tendría que prolongar necesariamente el conflicto, como opción para repeler la intervención por vías políticas tambaleando las estructuras formales norteamericanas. Es esa una vía posible para ganar la guerra, dado el tamaño militar de EEUU, sumamente superior a las fuerzas regulares venezolanas.
La situación humanitaria interna. Hacemos un alto a las afirmaciones para una reflexión. Es insólito que seguidores de la oposición venezolana avalen un conflicto armado en Venezuela, bajo la ilusión de que la población sufrirá mínimo daño. Más insólito todavía es que esos seguidores de la oposición sean sectores descontentos con la crisis económica y que sufren enorme malestar por la intermitencia de productos básicos en los anaqueles. Definitivamente no tienen idea de cómo se vive en un país en guerra.
Las guerras en Irak, Libia, Siria y Afganistán pasaron por un proceso de destrucción total de las infraestructuras vitales, cadenas de bienes y servicios, empresas medulares y hasta servicios públicos básicos, relegando a la población entera al caos, hambre y carencias, deliberadamente, para que abandonen los territorios y se inhiban de resistir. Las probabilidades de morir en las guerras actuales son más altas estando en el lado civil que en el lado militar del conflicto. Son sumamente reseñadas también las bajas por "daño colateral", como las que actualmente se ven en Siria y las que fueron tristemente célebres en Libia, bajo los "bombardeos humanitarios" que abrían paso a los mercenarios en ese país y que arrasaron población civil. Las historias son interminables.
El común denominador en las guerras de los países señalados es que la crisis humanitaria es en esencia prolongada, más incluso que las escaramuzas militares. Un ejemplo emblemático es el caso de Afganistán. Aunque EEUU se declaró militarmente vencedor, depusieron al gobierno Talibán y aunque controlaron gran parte del territorio, casi 15 años después EEUU tuvo que negociar con los talibanes en armas, para pacificarles y crearles espacios políticos, reconociendo su persistencia como milicias tribales que controlan territorios. Aunque la guerra en Afganistán no es hoy lo que una vez fue y las tropas de EEUU en el país son mínimas, todavía salen cientos de miles de refugiados afganos productos del desastre humanitario que aún persiste. Se suman a los cientos de miles que salen de Siria, Libia y el África subsahariana. No hay soluciones relámpago a las crisis humanitarias de las guerras actuales.
Apunte al pie de página
La única guerra que se gana es la que no se pelea con las armas. Necesario es desarmar la guerra, antes que ella sobrevenga, para no lidiar con la tragedia del baño de sangre impuesto por los amos, la élite que intenta avasallar y capturar los recursos venezolanos en una vorágine típica del sistema de dominación norteamericana.La tragedia de los conflictos armados debe ser sopesada más allá de orientaciones políticas. Y así debe analizarse la amenaza de Trump. La narrativa del antichavismo que ha logrado colocar un segmento (pequeño, pero no menos importante) de venezolanos a favor del conflicto y la intervención, imbuidos en la fantasía frenética y en la ignorancia de la guerra, es también una tragedia, que es políticamente necesario recalcular. No es un factor a banalizar. Reviste en sí mismo un problema serio de orientación política, que desdibuja el sentido común político. En Venezuela sólo hay un proyecto de país: el del chavismo. El del adversario es por otro lado un proyecto de colonia y hay quienes abiertamente y sin desparpajos se subordinan a él, bien sea apoyando, o bien sea legitimando los asomos de intervención militar cortesía de Mr. Trump.
Con la guerra, se abren posibilidades casi infinitas y es virtualmente imposible predecir si será relámpago o no, aunque casi siempre no es así y los indicios apuntan a que en el escenario venezolano, no será así. Y sobre quienes insisten en aupar la fantasía de la intervención, cabe entero el refrán popular: "No es lo mismo llamar al demonio que verlo llegar".
¿Cómo sería una intervención militar norteamericana en Venezuela?
por Marco Teruggi
16/08/2017 - LA HAINE
Para prever la hipótesis de la intervención militar resulta necesario quitarse la imagen de un desembarco de soldados mascando chicle
Los
EEUU tienen diferentes cartas en simultáneo sobre la mesa. Apuestan a
una o a la otra según cómo evolucione el escenario, en función del
resultado de las que están en juego. No descartan ninguna, aun la que
podría parecer más lejana: la intervención militar. El mismo Donald
Trump se encargó de anunciarlo, de cargar el arma en vivo y en directo
para el mundo. La pregunta sería, ¿por qué en este momento del
conflicto?
Las elecciones del 30 de julio fueron un golpe directo hacia el proceso de acumulación insurreccional que sostenía la derecha. Se trató de un reempate del chavismo, un retorno a la iniciativa, como un boxeador que salió de las cuerdas con un cross y volvió a estabilizar la pelea. Con una ventaja evidente a estas horas: la subjetividad. El que sentía que iba a ganar quedó descolocado, desmoralizado. Pensaban -al menos su base social- que estaban por tomar el poder, en un despliegue que no parecía tener límite, y en menos de dos semanas perdieron calle, iniciativa, discurso, épica, y los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática pasaron a ser acusados de traidores y cobardes.
La conclusión del resultado es que la derecha no tiene correlación de fuerzas -ni parece en condición de construirla- dentro de Venezuela para sacar al gobierno por la fuerza. Peor aún: lo que anunciaban como una victoria segura en cualquier escenario electoral tampoco lo es. Resulta difícil saber quiénes ganarán las elecciones a gobernadores que tendrán lugar en octubre. Los cantos de triunfo que ya anunciaba la derecha no son tales. La derrota tiene efecto dominó.
Con ese escenario, comenzaron a moverse las otras cartas, previstas con anterioridad. Por un lado, y siempre como trasversal y permanente, la económica: los ataques se agudizaron sobre la moneda y los precios. Por otro lado, de manera pública, los anuncios de participación electoral: casi toda la oposición terminó por inscribir sus candidaturas. Y por fin, tanto una carta de violencia subterránea, como la internacional, ligada a la anterior, la económica y la diplomática. Una palabra resume la estrategia: integralidad.
La carta subterránea
Está en construcción, todavía -al parecer- en estado de germinación, un brazo armado de la derecha. Se lo ha visto actuar desde el inicio de la escalada en el mes de abril. Por un lado, las acciones paramilitares en varios lugares del país, con ataques a cuarteles militares, comisarías, cuerpos de seguridad del Estado, controles de territorios, comercio y transporte. Por otro, y conectados, el desarrollo de grupos de choque que, en el transcurso de los meses, por ejemplo, en Caracas, tuvieron una transformación de la estética, los métodos, la organización y la capacidad. Entre los primeros encapuchados de principios de abril y los “escuderos” de junio/julio tuvo lugar una evolución. ¿Dónde están esos grupos ahora que las calles están tranquilas?
A su vez se han multiplicado los videos en las redes de grupos armados, que, con capuchas, armas largas y estética paramilitar, han anunciado estar preparados para confrontar militarmente. Sus objetivos son, repiten, tanto el gobierno como las organizaciones del chavismo.
Junto con eso han intentado crear héroes: el primero, Oscar Pérez, quien lanzó las granadas sobre el Tribunal Supremo de Justicia, y luego apareció entrevistado en pantallas. El segundo, Juan Caguaripano, quien se atribuyó la dirección del asalto al cuartel de Fuerte Paramacay donde fueron robadas armas, y resultó detenido el viernes por la noche. El objetivo parecería ser la creación de mitos, figuras que puedan transformarse en aglutinadoras, referentes de una estrategia de la derecha que no tiene dirigencia visible. Por debajo de la mesa sí tienen dirigentes: sectores norteamericanos, los mismos que desplegaron la escalada insurreccional, que ordenan las cartas. Y, de manera subordinada, la derecha venezolana, como Voluntad Popular.
Esa fuerza parece en proceso de desarrollo. Ha realizado ensayos, entrenamientos. Intenta emerger, estructurarse y consolidarse, ahora que la pérdida de calle de la derecha es inocultable.
La carta internacional
Es la que más fuerza ha tomado luego del 30 de julio. Los EEUU han desplegado un abanico de medidas contra Venezuela, desde sanciones económicas, bloqueos financieros, intentos de cercos y aislamientos diplomáticos, hasta el reciente anuncio de la posibilidad de la intervención militar. La iniciativa en manos del frente internacional evidencia la dependencia e incapacidad de la oposición a nivel nacional. Allí, como en la estrategia general, manejan todas las cartas en simultáneo. Miden, preparan, evalúan las posibilidades para los discursos: las condiciones en el continente no son las mismas que en Medio Oriente, en términos militares, diplomáticos, políticos. Tampoco lo son en la geopolítica global.
Así el vice presidente de los EEUU, Mike Pence, en la rueda de prensa del domingo, luego de reunirse con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, afirmó que las sanciones contra Venezuela serán económicas y diplomáticas. Descartó públicamente la posible intervención miliar que había sido anunciada por Donald Trump. Podría explicarse por el rechazo manifestado por Santos -aliado clave en el conflicto contra Venezuela- hacia una salida militar, por evaluar que no existe consenso en América Latina para plantear una evidencia frontal imperialista desaparecida desde hacía años. Y porque para intervenir militarmente no es necesario anunciar que se hará - ya lo hacen, de hecho, a través del diseño de acciones y financiamiento, directo o indirecto, de los grupos armados.
Para prever la hipótesis de la intervención militar resulta necesario quitarse la imagen de un desembarco de soldados mascando chicle, con el escudo norteamericano en la frente. No regalarán la evidencia de la acción: así ha sido planteada esta guerra en cada uno de sus frentes.
Parece más certero buscar en formas subterráneas, acciones desencadenantes como escusas, ataques desde otras fronteras con Venezuela, con otras identidades. Ahí entra por ejemplo la conexión con el intento de desarrollo de un brazo armado que podría tomar nombre, dirigencia pública, y desplegarse con poder de fuego en algunas zonas. La táctica iría en función del desarrollo de esa estructura, su capacidad o no de avanzar y construir poder. Por ahora es incipiente.
Todas las cartas están sobre la mesa. El curso de los acontecimientos indicará cuáles tomarán más peso y cuáles serán descartadas. La decisión y el rol de los EEUU es clara, ponen tiempos, tácticas, despliegan una fuerza que la derecha no tiene a nivel nacional. Las elecciones de octubre serán clave: un buen resultado del chavismo le quitaría peso al sector de la derecha venezolana que apuesta por una resolución electoral. Reforzaría la tesis de que solo se puede sacar al chavismo del gobierno por la fuerza, a través de un brazo armado, articulado con una intervención mayor proveniente de otra frontera, como la de Colombia o Brasil.
Lo que está en juego es inmenso. La apuesta norteamericana parece proporcional a eso.
La Haine
Las elecciones del 30 de julio fueron un golpe directo hacia el proceso de acumulación insurreccional que sostenía la derecha. Se trató de un reempate del chavismo, un retorno a la iniciativa, como un boxeador que salió de las cuerdas con un cross y volvió a estabilizar la pelea. Con una ventaja evidente a estas horas: la subjetividad. El que sentía que iba a ganar quedó descolocado, desmoralizado. Pensaban -al menos su base social- que estaban por tomar el poder, en un despliegue que no parecía tener límite, y en menos de dos semanas perdieron calle, iniciativa, discurso, épica, y los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática pasaron a ser acusados de traidores y cobardes.
La conclusión del resultado es que la derecha no tiene correlación de fuerzas -ni parece en condición de construirla- dentro de Venezuela para sacar al gobierno por la fuerza. Peor aún: lo que anunciaban como una victoria segura en cualquier escenario electoral tampoco lo es. Resulta difícil saber quiénes ganarán las elecciones a gobernadores que tendrán lugar en octubre. Los cantos de triunfo que ya anunciaba la derecha no son tales. La derrota tiene efecto dominó.
Con ese escenario, comenzaron a moverse las otras cartas, previstas con anterioridad. Por un lado, y siempre como trasversal y permanente, la económica: los ataques se agudizaron sobre la moneda y los precios. Por otro lado, de manera pública, los anuncios de participación electoral: casi toda la oposición terminó por inscribir sus candidaturas. Y por fin, tanto una carta de violencia subterránea, como la internacional, ligada a la anterior, la económica y la diplomática. Una palabra resume la estrategia: integralidad.
La carta subterránea
Está en construcción, todavía -al parecer- en estado de germinación, un brazo armado de la derecha. Se lo ha visto actuar desde el inicio de la escalada en el mes de abril. Por un lado, las acciones paramilitares en varios lugares del país, con ataques a cuarteles militares, comisarías, cuerpos de seguridad del Estado, controles de territorios, comercio y transporte. Por otro, y conectados, el desarrollo de grupos de choque que, en el transcurso de los meses, por ejemplo, en Caracas, tuvieron una transformación de la estética, los métodos, la organización y la capacidad. Entre los primeros encapuchados de principios de abril y los “escuderos” de junio/julio tuvo lugar una evolución. ¿Dónde están esos grupos ahora que las calles están tranquilas?
A su vez se han multiplicado los videos en las redes de grupos armados, que, con capuchas, armas largas y estética paramilitar, han anunciado estar preparados para confrontar militarmente. Sus objetivos son, repiten, tanto el gobierno como las organizaciones del chavismo.
Junto con eso han intentado crear héroes: el primero, Oscar Pérez, quien lanzó las granadas sobre el Tribunal Supremo de Justicia, y luego apareció entrevistado en pantallas. El segundo, Juan Caguaripano, quien se atribuyó la dirección del asalto al cuartel de Fuerte Paramacay donde fueron robadas armas, y resultó detenido el viernes por la noche. El objetivo parecería ser la creación de mitos, figuras que puedan transformarse en aglutinadoras, referentes de una estrategia de la derecha que no tiene dirigencia visible. Por debajo de la mesa sí tienen dirigentes: sectores norteamericanos, los mismos que desplegaron la escalada insurreccional, que ordenan las cartas. Y, de manera subordinada, la derecha venezolana, como Voluntad Popular.
Esa fuerza parece en proceso de desarrollo. Ha realizado ensayos, entrenamientos. Intenta emerger, estructurarse y consolidarse, ahora que la pérdida de calle de la derecha es inocultable.
La carta internacional
Es la que más fuerza ha tomado luego del 30 de julio. Los EEUU han desplegado un abanico de medidas contra Venezuela, desde sanciones económicas, bloqueos financieros, intentos de cercos y aislamientos diplomáticos, hasta el reciente anuncio de la posibilidad de la intervención militar. La iniciativa en manos del frente internacional evidencia la dependencia e incapacidad de la oposición a nivel nacional. Allí, como en la estrategia general, manejan todas las cartas en simultáneo. Miden, preparan, evalúan las posibilidades para los discursos: las condiciones en el continente no son las mismas que en Medio Oriente, en términos militares, diplomáticos, políticos. Tampoco lo son en la geopolítica global.
Así el vice presidente de los EEUU, Mike Pence, en la rueda de prensa del domingo, luego de reunirse con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, afirmó que las sanciones contra Venezuela serán económicas y diplomáticas. Descartó públicamente la posible intervención miliar que había sido anunciada por Donald Trump. Podría explicarse por el rechazo manifestado por Santos -aliado clave en el conflicto contra Venezuela- hacia una salida militar, por evaluar que no existe consenso en América Latina para plantear una evidencia frontal imperialista desaparecida desde hacía años. Y porque para intervenir militarmente no es necesario anunciar que se hará - ya lo hacen, de hecho, a través del diseño de acciones y financiamiento, directo o indirecto, de los grupos armados.
Para prever la hipótesis de la intervención militar resulta necesario quitarse la imagen de un desembarco de soldados mascando chicle, con el escudo norteamericano en la frente. No regalarán la evidencia de la acción: así ha sido planteada esta guerra en cada uno de sus frentes.
Parece más certero buscar en formas subterráneas, acciones desencadenantes como escusas, ataques desde otras fronteras con Venezuela, con otras identidades. Ahí entra por ejemplo la conexión con el intento de desarrollo de un brazo armado que podría tomar nombre, dirigencia pública, y desplegarse con poder de fuego en algunas zonas. La táctica iría en función del desarrollo de esa estructura, su capacidad o no de avanzar y construir poder. Por ahora es incipiente.
Todas las cartas están sobre la mesa. El curso de los acontecimientos indicará cuáles tomarán más peso y cuáles serán descartadas. La decisión y el rol de los EEUU es clara, ponen tiempos, tácticas, despliegan una fuerza que la derecha no tiene a nivel nacional. Las elecciones de octubre serán clave: un buen resultado del chavismo le quitaría peso al sector de la derecha venezolana que apuesta por una resolución electoral. Reforzaría la tesis de que solo se puede sacar al chavismo del gobierno por la fuerza, a través de un brazo armado, articulado con una intervención mayor proveniente de otra frontera, como la de Colombia o Brasil.
Lo que está en juego es inmenso. La apuesta norteamericana parece proporcional a eso.
La Haine
Padrino López: “No puede haber posturas ambivalentes y ambiguas ante la amenaza militar de Donald Trump”
Desde el Fuerte Militar Tiuna, el ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino López, manifestó que la agresión tomó otro nivel, la vía directa de la agresión militar “no es el típico discurso de democracia, Derechos Humanos, crisis humanitaria”.
Llamó a estar alertas porque las guerras no tiene nobles propósitos, una agresión en Venezuela podría desestabilizar a toda la región.
La alerta de una posible opción militar es “muy peligrosa”, aseguró.
La FANB eafirma este lunes su vocación pacífica y su compromiso en la efectiva defensa de su soberanía, la independencia, la Patria y las instituciones.
A través de un comunicado leído por el ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino, la institución militar llama a enfrentar con firmeza las pretensiones belicistas del gobierno de Estados Unidos, reafirma su compromiso con el presidente Nicolas Maduro y llama a la comunidad internacional a estar alerta.
“No puede haber posturas ambivalentes y ambiguas ante amenaza militar de Donald Trump, fijen posición los que no han fijado posición”, dijo.
Finalmente llamó a todos los venezolanos a estar unidos para defender la Patria.
T/CO
F/archivo
Mike Pence: "EE.UU. no se quedará de brazos cruzados ante la crisis en Venezuela"
Publicado: 15 ago 2017 16:10 GMT | Última actualización: 15 ago 2017 18:34 GMT RT
El vicepresidente estadounidense, de gira
por América Latina, se refirió a la crisis venezolana durante su visita a
la Argentina.
Este martes, en una conferencia de prensa junto al presidente argentino, Mauricio Macri, señaló que su país "no se quedará de brazos cruzados", ante lo que calificó como una "dictadura". "Vamos a seguir trabajando con los países libres para restaurar la democracia en Venezuela", añadió.
Si bien hace unos días el presidente Donald Trump puso sobre la mesa la opción de utilizar la "vía militar", Pence aclaró: "Manejamos distintas opciones, pero confiamos en que vamos a encontrar una solución pacífica".
El vicepresidente estadounidense también declaró que, según le contó Macri, en Argentina reiden "60.000 refugiados" venezolanos. Sin embargo, vale aclarar que se trata de inmigrantes ya que no hay registros de que ciudadanos de Venezuela hayan recibido ese estatus por parte del Estado argentino.
Este lunes, ante la amenaza de una intervención militar estadounidense, el presidente Nicolás Maduro anunció que su ejército realizará ejercicios militares durate el mes de agosto. "Si amas la paz, prepárate para la guerra", declaró el jefe de Estado.
Y añadió que "millones y millones de venezolanos y venezolanas se movilizarán" junto a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana durante estos ejercicios.
Lavrov sobre Venezuela: "Las amenazas de intervención militar son inaceptables"
"Estamos de acuerdo en la necesidad de superar rápidamente las desavenencias existentes en este país [Venezuela] exclusivamente a través de un diálogo pacífico, un diálogo nacional sin ninguna presión externa", ha afirmado Lavrov al término de una reunión con su homólogo boliviano, Fernando Huanacuni Mamani, en Moscú.
El jefe de la diplomacia rusa ha recordado que las amenazas de Donald Trump sobre una opción militar contra Venezuela "fueron duramente condenadas por la abrumadora mayoría de los Estados latinoamericanos".
"Venezuela está en la búsqueda también de su propio proceso democrático y eso es importante para poder generar los diálogos y poder coadyuvar los procesos, pero con respeto a la soberanía, rechazando cualquier intervención o cualquier intención de intervención al país, en este caso a Venezuela", ha anotado a su vez el canciller de Bolivia.
La opción militar de Washington
La semana pasada, Trump aseguró que Washington maneja "muchas opciones" respecto a la situación de Venezuela, y destacó que no se descarta una "opción militar". "Tenemos nuestras tropas en todo el mundo, en lugares muy, muy lejanos" y Venezuela "no está lejos", declaró el mandatario de EE.UU.
Por su parte, el Gobierno venezolano rechazó la amenaza militar de parte de Washington. El ministro de Comunicación e Información de Venezuela, Ernesto Villegas Poljak, calificó las palabras del mandatario estadounidense como "la más grave e insolente amenaza jamás proferida contra la Patria de [Simón] Bolívar".
Moscú: "La amenaza de intervención militar en Venezuela está dirigida contra toda la región"
Publicado: 17 ago 2017 12:54 GMT | Última actualización: 17 ago 2017 15:04 GMT - RT
Rusia considera que los venezolanos son
capaces de resolver los problemas que enfrentan "sin recetas impuestas
desde el exterior en forma de ultimátum".
"Consideramos esas declaraciones como un ataque no solo contra Caracas, sino también contra la región en su conjunto", ha afirmado Zajárova en una rueda de prensa de este jueves. La portavoz ha sostenido que "en Venezuela, se están observando los primeros signos de disminución de la confrontación con uso de fuerza entre la oposición y los partidarios del Gobierno" de Nicolás Maduro.
Las amenazas sobre un posible uso de fuerza militar por parte de un país extranjero "son contrarias a los principios del derecho internacional de no intromisión en los asuntos de Estados soberanos y de rechazo al uso unilateral de la fuerza", ha mantenido la diplomática.
En el mismo sentido, la vocera de la diplomacia rusa se ha pronunciado contra "la aplicación de sanciones unilaterales" impuestas a Venezuela por parte de Estados Unidos. Zajárova ha criticado que los resultados de estas medidas punitivas "golpearán en primer lugar a los segmentos menos protegidos de la población" venezolana.
Zajárova ha añadido que Moscú considera que los venezolanos son capaces de resolver los problemas que enfrentan "sin recetas impuestas desde el exterior en forma de ultimátum".
Por su parte, este miércoles el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, calificó de "inaceptables" las amenazas de intervención militar en Venezuela y declaró que "la crisis debe resolverse exclusivamente por vía pacífica" y "sin intervención desde el exterior".
Consideramos esas declaraciones como un ataque no solo contra Caracas, sino también contra la región en su conjunto
María Zajárova, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia
María Zajárova, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia
La opción militar de Washington
La semana pasada, Trump aseguró que Washington maneja "muchas opciones" respecto a la situación de Venezuela, y destacó que no se descarta una "opción militar". "Tenemos nuestras tropas en todo el mundo, en lugares muy, muy lejanos" y Venezuela "no está lejos", declaró el mandatario de EE.UU.Por su parte, el Gobierno venezolano rechazó la amenaza militar de parte de Washington. El ministro de Comunicación e Información de Venezuela, Ernesto Villegas Poljak, calificó las palabras del mandatario estadounidense como "la más grave e insolente amenaza jamás proferida contra la Patria de [Simón] Bolívar".
- El pasado 26 de julio, el Departamento del Tesoro de EE.UU. impuso sanciones contra 13 altos cargos del Gobierno de Venezuela, militares y la petrolera estatal venezolana PDVSA.
- Pocos días después, ese organismo estadounidense anunció que Washington también sancionaba al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con el bloqueo de todos sus activos que estén o puedan estar bajo la jurisdicción de EE.UU. y prohibió a los ciudadanos estadounidenses contraer cualquier acuerdo con ese mandatario.
- El 9 de agosto, la Oficina de Control de Activos Extranjeros —que forma parte del Departamento del Tesoro de EE.UU.— incluyó en su lista de Personas Especialmente Designadas (SDN, por sus siglas en inglés) a otros 8 oficiales venezolanos, entre los que se encuentra Adán Coromoto Chávez, hermano del difunto expresidente de Venezuela Hugo Chávez.
Miles de personas marchan en todo Estados Unidos en condena de la violencia neonazi en Charlottesville, Virginia
Miles de personas se congregaron el domingo en ciudades de todo Estados Unidos para protestar contra la violencia letal de una multitud de miembros de Ku Klux Klan y neonazis durante un acto político en Charlottesville, Virginia, que tuvo lugar el sábado. Un simpatizante nazi de 20 años de edad mató a un activista antirracista e hirió a más de diez personas más al dirigir intencionalmente su coche hacia una multitud que protestaba contra el Ku Klux Klan y los neonazis, que a su vez se estaban manifestando en oposición al plan de Charlottesville de retirar de un parque público céntrico el monumento del general confederado Robert E. Lee. El domingo, miles de personas salieron a las calles de Seattle, Denver, Baltimore, Sacramento, San Francisco, Los Ángeles, San Diego, Dallas, Washington DC, Miami y Charlottesville, Virginia, para protestar contra la violencia supremacista blanca y llorar la muerte de Heather Heyer, de 32 años de edad, quien murió en el ataque. Este es David Bodemer, quien habló sobre Donald Trump en una manifestación en la ciudad de Nueva York.David Bodemer declaró: “Es muy interesante que en su campaña [el presidente Donald Trump] hiciera énfasis en mencionar al terrorismo islámico radical. También hizo gran alharaca al denunciar a la Mara Salvatrucha, pero no puede salir a denunciar a los supremacistas blancos. Es indignante”.Al menos tres personas fueron arrestadas durante la protesta en la ciudad de Nueva York. En todo el país, muchos de los manifestantes también condenaron al gobierno del presidente Donald Trump por sus vínculos con figuras de la extrema derecha y la supremacía blanca, así como por la negativa de Trump a denunciar explícitamente a neonazis y miembros del Ku Klux Klan por los actos de violencia letal cometidos. Este es Nino Brown, quien habló en un acto político organizado por la agrupación Boston Feminists for Liberation.
Nino Brown expresó: “El partido de las Panteras Negras, eliminado. Martin Luther King, eliminado. Fred Hampton, eliminado. ¿El Ku Klux Klan? En la maldita presidencia. En la Casa Blanca. Así se marcan las líneas y esto lleva a la pregunta: ‘¿de qué lado estás?’. Es una vieja canción sindical: ‘¿De qué lado estás?’.En Seattle, al menos tres personas fueron arrestadas mientras cientos participaban en una manifestación que tuvo lugar el domingo para denunciar la violencia en Charlottesville y para oponerse a una manifestación local organizada por The Patriot Prayer, un grupo de extrema derecha pro Trump.