Ernesto Che Guevara: "CREAR DOS, TRES ... MUCHOS VIETNAM"
Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental
Primera edición: En La Habana, Cuba, el 16 de abril de 1967, en forma de folleto como suplemento especial para la revista
Tricontinental, órgano del Secretariado
Ejecutivo de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL).
Esta edición: Marxists Internet Archive, 1999; Corregida, enero 2013.
Fuente del texto: Biblioteca de Textos Marxistas en Internet.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 1999; Corregida, enero 2013.
Fuente del texto: Biblioteca de Textos Marxistas en Internet.
Ya se han cumplido ventiún años desde el fin de la última conflagración mundial y diversas publicaciones, en infinidad de lenguas, celebran el acontecimiento simbolizado en la derrota del Japón. Hay un clima de aparente optimismo en muchos sectores de los dispares campos en que el mundo se divide.
Ventiún años sin guerra mundial, en estos tiempos de confrontaciones máximas, de choques violentos y cambios repentinos, parecen una cifra muy alta. Pero, sin analizar los resultados prácticos de esa paz por la que todos nos manifestamos dispuestos a luchar (la miseria, la degradación, la explotación cada vez mayor de enormes sectores del mundo) cabe preguntarse si ella es real.
No es la intención de estas notas historiar los diversos conflictos de carácter local que se han sucedido desde la rendición del Japón, no es tampoco nuestra tarea hacer un recuento, numeroso y creciente, de luchas civiles ocurridas durante estos años de pretendida paz.
Bástenos poner como ejemplos contra el desmedido optimismo las guerras de Corea y Vietnam.
En la primera, tras años de lucha feroz, la parte norte del país quedó sumida en la más terrible devastación que figure en los anales de la guerra moderna; acribillada de bombas; sin fábricas, escuelas u hospitales; sin ningún tipo de habitación para albergar a diez millones de habitantes. En esta guerra intervinieron, bajo la fementida bandera de las Naciones Unidas, decenas de países conducidos militarmente por los Estados Unidos, con la participación masiva de soldados de esa nacionalidad u el uso, como carne de cañón, de la población sudcoreana enrolada.
En el otro bando, el ejército y el pueblo de Corea y los voluntarios de la República Popular China contaron con el abastecimiento y asesoría del aparato militar soviético. Por parte de los norteamericanos se hicieron toda clase de pruebas de armas de destrucción, excluyendo las termonucleares pero incluyendo las bacteriológicas y químicas, en escala limitada. En Vietnam, se han sucedido acciones bélicas, sostenidas por las fuerzas patrióticas de ese país casi ininterrumpidamente contra tres potencias imperialistas: Japón, cuyo poderío sufriera una caída vertical a partir de las bombas de Hiroshima y Nagasaki; Francia, que recupera de aquel país vencido sus colonias indochinas e ignoraba las promesas hechas en momentos difíciles; y los Estados Unidos, en esta última fase de la contienda.
Hubieron confrontaciones limitadas en todos los continentes, aun cuando en el americano, durante mucho tiempo, sólo se produjeron conatos de lucha de liberación y cuartelazos, hasta que la Revolución cubana diera su clarinada de alerta sobre la importancia de esta región y atrajera las iras imperialistas, obligándola a la defensa de sus costas en Playa Girón, primero, y durante la Crisis de Octubre, después.
Este último incidente pudo haber provocado una guerra de incalculables proporciones, al producirse, en torno a Cuba, el choque de norteamericanos y soviéticos.
Pero, evidentemente, el foco de las contradicciones, en este momentos, está radicado en los territorios de la península indochina y los países aledaños. Laos y Vietnam son sacudidos por guerras civiles, que dejan de ser tales al hacerse presente, con todo su poderío, el imperialismo norteamericano, y toda la zona se convierte en una peligrosa espoleta presta a detonar. En Vietnam la confrontación ha adquirido características de una agudeza extrema. Tampoco es nuestra intención historiar esta guerra. Simplemente, señalaremos algunos hitos de recuerdo.
En 1954, tras la derrota aniquilante de Dien-Bien-Phu, se firmaron los acuerdos de Ginebra, que dividían al país en dos zonas y estipulaban la realización de elecciones en un plazo de 18 meses para determinar quienes debían gobernar a Vietnam y cómo se reunificaría el país. Los norteamericanos no firmaron dicho documento, comenzando las maniobras para sustituir al emperador Bao Dai, títere francés, por un hombre adecuado a sus intenciones. Este resultó ser Ngo Din Diem, cuyo trágico fin es conocido de todos.
En los meses posteriores a la firma del acuerdo, reinó el optimismo en el campo de las fuerzas populares. Se desmantelaron reductos de lucha antifrancesa en el sur del país y se esperó el cumplimiento de lo pactado. Pero pronto comprendieron los patriotas que no habría elecciones a menos que los Estados Unidos se sintieran capaces de imponer su voluntad en las urnas, cosa que no podía ocurrir, aun utilizando todos los métodos de fraude conocidos.
Nuevamente se iniciaron las luchas en el sur del país y fueron adquiriendo mayor intensidad hasta llegar al momento actual, en que el ejército norteamericano se compone de casi medio millón de invasores, mientras las fuerzas títeres disminuyen su número, y sobre todo, han perdido totalmente la combatividad.
Hace cerca de dos años que los norteamericanos comenzaron el bombardeo sistemático de la República Democrática de Vietnam en un intento más de frenar la combatividad del sur y obligar a una conferencia desde posiciones de fuerza. Al principio los bombardeos fueron más o menos aislados y se revestían de la máscara de represalias por supuestas provocaciones del norte. Después aumentaron en intensidad y método, hasta convertirse en una gigantesca batida llevada a cabo por unidades aéreas de los Estados Unidos, día a día, con el propósito de destruir todo vestigio de civilización en la zona norte del país. Es un episodio de la tristemente célebre escalada. Las aspiraciones materiales del mundo yanqui se han cumplido en buena parte a pesar de la denodada defensa de las unidades antiaéreas vietnamitas, de los más de 1,700 aviones derribados y de la ayuda del campo socialista en material de guerra.
Hay una penosa realidad: Vietnam, esa nación que representa las aspiraciones, las esperanzas de victoria de todo un mundo preterido, está trágicamente solo. Ese pueblo debe soportar los embates de la técnica norteamericana, casi a mansalva en el sur, con algunas posibilidades de defensa en el norte, pero siempre solo. La solidaridad del mundo progresista para con el pueblo de Vietnam semeja a la amarga ironía que significaba para los gladiadores del circo romano el estímulo de la plebe. No se trata de desear éxitos al agredido, sino de correr su misma suerte; acompañarlo a la muerte o la victoria.
Cuando analizamos la soledad vietnamita nos asalta la angustia de este momento ilógico de la humanidad.
El imperialismo norteamericano es culpable de agresión; sus crímenes son inmensos y repartido por todo el orbe. ¡Ya lo sabemos, señores! Pero también son culpables los que en el momento de definición vacilaron en hacer de Vietnam parte inviolable del territorio socialista, corriendo, así, los riesgos de una guerra de alcance mundial, pero también obligando a una decisión a los imperialistas norteamericanos. Y son culpables los que mantienen una guerra de denuestos y zancadillas comenzada hace ya buen tiempo por los representantes de las dos más grandes potencias del campo socialista.
Preguntemos, para lograr una respuesta honrada: ¿Está o no aislado el Vietnam, haciendo equilibrios peligrosos entre las dos potencias en pugna? Y ¡qué grandeza la de ese pueblo! ¡Qué estoicismo y valor, el de ese pueblo! Y qué lección para el mundo entraña esa lucha.
Hasta dentro de mucho tiempo no sabremos si el presidente Johnson pensaba en serio iniciar algunas de las reformas necesarias a un pueblo para limar aristas de las contradicciones de clase que asoman con fuerza explosiva y cada vez más frecuentemente. Lo cierto es que las mejoras anunciadas bajo el pomposo título de lucha por la gran sociedad han caído en el sumidero de Vietnam.
El más grande de los poderes imperialistas siente en sus entrañas el desangramiento provocado por un país pobre y atrasado y su fabulosa economía se resiente del esfuerzo de guerra. Matar deja de ser el más cómodo negocio de los monopolios. Armas de contención, y no en número suficiente, es todo lo que tienen estos soldados maravillosos, además del amor a su patria, a su sociedad y un valor a toda prueba. Pero el imperialismo se empantana en Vietnam, no halla camino de salida y busca desesperadamente alguno que le permita sortear con dignidad este peligroso trance en que se ve. Mas los "cuatro puntos" del norte y "los cinco" del sur lo atenazan, haciendo aún más decidida la confrontación.
Todo parece indicar que la paz, esa paz precaria a la que se ha dado tal nombre, sólo porque no se ha producido ninguna conflagración de carácter mundial, está otra vez en peligro de romperse ante cualquier paso irreversible e inaceptable, dado por los norteamericanos. Y, a nosotros, explotados del mundo, ¿cuál es el papel que nos corresponde? Los pueblos de tres continentes observan y aprenden su lección en Vietnam. Ya que, con la amenaza de guerra, los imperialistas ejercen su chantaje sobre la humanidad, no temer la guerra es la respuesta justa. Atacar dura e ininterrumpidamente en cada punto de confrontación, debe ser la táctica general de los pueblos. Pero, en los lugares en que esta mísera paz que sufrimos no ha sido rota, ¿cuál será nuestra tarea? Liberarnos a cualquier precio.
El panorama del mundo muestra una gran complejidad. La tarea de la liberación espera aún a países de la vieja Europa, suficientemente desarrollados para sentir todas las contradicciones del capitalismo, pero tan débiles que no pueden seguir ya seguir el rumbo del imperialismo o iniciar esa ruta. Ahí las contradicciones alcanzarán en los próximos años carácter explosivo, pero sus problemas y, por ende, la solución de los mismos son diferentes a las de nuestros pueblos dependientes y atrasados económicamente.
El campo fundamental de la explotación del imperialismo abarca los tres continentes atrasados, América, Asia y África. Cada país tiene características propias, pero los continentes, en su conjunto, también las presentan.
América constituye un conjunto más o menos homogéneo y en la casi totalidad de su territorio los capitales monopolistas norteamericanos mantienen una primacía absoluta. Los gobiernos títeres o, en el mejor de los casos, débiles y medrosos, no pueden imponerse a las órdenes del amo yanqui. Los norteamericanos han llegado casi al máximo de su dominación política y económica, poco más podrían avanzar ya. Cualquier cambio de la situación podría convertirse en un retroceso en su primacía. Su política es mantenerlo conquistado. La línea de acción se reduce en el momento actual, al uso brutal de la fuerza para impedir movimientos de liberación de cualquier tipo que sean.
Bajo el slogan, "no permitiremos otra Cuba", se encubre la posibilidad de agresiones a mansalva, como la perpetrada contra Santo Domingo o, anteriormente, la masacre de Panamá, y la clara advertencia de que las tropas yanquis están dispuestas a intervenir en cualquier lugar de América donde el orden establecido sea alterado, poniendo en peligro sus intereses. Esa política cuenta con una impunidad casi absoluta; la OEA es una máscara cómoda, por desprestigiada que esté; la ONU es de una ineficiencia rayana en el ridículo o en lo trágico; los ejércitos de todos los países de América están listos a intervenir para aplastar a sus pueblos. Se ha formado, de hecho, la internacional del crimen y la traición.
Por otra parte las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo y solo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución.
Asia es un continente de características diferentes. Las luchas de liberación contra una serie de poderes coloniales europeos, dieron por resultado el establecimiento de gobiernos más o menos progresistas, cuya evolución posterior ha sido, en algunos casos, de profundización de los objetivos primarios de la liberación nacional y en otros de reversión hacia posiciones proimperialistas.
Dado el punto de vista económico, Estados Unidos tenía poco que perder y mucho que ganar en Asia. Los cambios le favorecen; se lucha por desplazar a otros poderes neocoloniales, penetrar nuevas esferas de acción en el campo económico, a veces directamente, otras utilizando al Japón.
Pero existen condiciones políticas especiales, sobre todo en la península indochina, que le dan características de capital importancia al Asia y juegan un papel importante en la estrategia militar global del imperialismo norteamericano. Este ejerce un cerco a China a través de Corea del Sur, Japón, Taiwan, Vietnam del Sur y Tailandia, por lo menos.
Esa doble situación: un interés estratégico tan importante como el cerco militar a la República Popular China y la ambición de sus capitales por penetrar esos grandes mercados que todavía no dominan, hacen que el Asia sea uno de los lugares más explosivos del mundo actual, a pesar de la aparente estabilidad fuera del área vietnamita.
Perteneciendo geográficamente a este continente, pero con sus propias contradicciones, el Oriente Medio está en plena ebullición, sin que se pueda prever hasta dónde llegará esa guerra fría entre Israel, respaldada por los imperialistas, y los países progresistas de la zona. Es otro de los volcanes amenazadores del mundo.
El África ofrece las características de ser un campo casi virgen para la invasión neocolonial. Se han producido cambios que, en alguna medida, obligaron a los poderes neocoloniales a ceder sus antiguas prerrogativas de carácter absoluto. Pero, cuando los procesos se llevan a cabo ininterrumpidamente, al colonialismo sucede, sin violencia, un neocolonialismo de iguales efectos en cuanto a la dominación económica se refiere. Estados Unidos no tenía colonias en esta región y ahora lucha por penetrar en los antiguos cotos cerrados de sus socios. Se puede asegurar que África constituye, en los planes estratégicos del imperialismo norteamericano su reservorio a largo plazo; sus inversiones actuales sólo tienen importancia en la Unión Sudafricana y comienza su penetración en el Congo, Nigeria y otros países, donde se inicia una violenta competencia (con carácter pacífico hasta ahora) con otros poderes imperialistas.
No tiene todavía grandes intereses que defender salvo su pretendido derecho a intervenir en cada lugar del globo en que sus monopolios olfateen buenas ganancias o la existencia de grandes reservas de materias primas. Todos estos antecedentes hacen lícito el planteamiento interrogante sobre las posibilidades de liberación de los pueblos a corto o mediano plazo.
Si analizamos el África veremos que se lucha con alguna intensidad en las colonias portuguesas de Guinea, Mozambique y Angola, con particular éxito en la primera y con éxito variable en las dos restantes. Que todavía se asiste a la lucha entre sucesores de Lumumba y los viejos cómplices de Tshombe en el Congo, lucha que, en el momento actual, parece inclinarse a favor de los últimos, los que han "pacificado" en su propio provecho una gran parte del país, aunque la guerra se mantenga latente.
En Rhodesia el problema es diferente: el imperialismo británico utilizó todos los mecanismos a su alcance para entregar el poder a la minoría blanca que lo detenta actualmente. El conflicto, desde el punto de vista de Inglaterra, es absolutamente antioficial, sólo que esta potencia, con su habitual habilidad diplomática presenta una fachada de disgustos ante las medidas tomadas por el gobierno de Ian Smith, y es apoyada en su taimada actitud por algunos de los países del Commonwealth que la siguen, y atacada por una buena parte de los países del África Negra, sean o no dóciles vasallos económicos del imperialismo inglés.
En Rhodesia la situación puede tornarse sumamente explosiva si cristalizaran los esfuerzos de los patriotas negros para alzarse en armas y este movimiento fuera apoyado efectivamente por las naciones africanas vecinas. Pero por ahora todos sus problemas se ventilan en organismos tan inicuos como la ONU, el Commonwealth o la OUA.
Sin embargo, la evolución política y social del África no hace prever una situación revolucionaria continental. Las luchas de liberación contra los portugueses deben terminar victoriosamente, pero Portugal no significa nada en la nómina imperialista. Las confrontaciones de importancia revolucionaria son las que ponen en jaque a todo el aparato imperialista, aunque no por eso dejemos de luchar por la liberación de las tres colonias portuguesas y por la profundización de sus revoluciones.
Cuando las masa negras de Sudáfrica o Rhodesia inicien su auténtica lucha revolucionaria, se habrá iniciado una nueva época en el África.
O, cuando las masas empobrecidas de un país se lancen a
rescatar su derecho a una vida digna, de las manos de las oligarquías
gobernantes.
Hasta ahora se suceden los golpes cuartelarios en que un
grupo de oficiales reemplaza a otro o a un gobernante que ya no sirva a sus
intereses de casta y a los de las potencias que los manejan solapadamente, pero
no hay convulsiones populares. En el Congo se dieron fugazmente estas características
impulsadas por el recuerdo de Lumumba, pero han ido perdiendo fuerza en los últimos
meses.
En Asia, como vimos, la situación es explosiva, y no son sólo
Vietnam y Laos, donde se lucha, los puntos de fricción. También lo es
Cambodia, donde en cualquier momento puede iniciarse la agresión directa
norteamericana, Tailandia, Malasia y, por supuesto, Indonesia, donde no podemos
pensar que se haya dicho la última palabra pese al aniquilamiento del Partido
Comunista de ese país, al ocupar el poder los reaccionarios. Y, por supuesto,
el Oriente Medio.
En América Latina se lucha con las armas en la mano en
Guatemala, Colombia, Venezuela y Bolivia y despuntan ya los primeros brotes en
Brasil. Hay otros focos de resistencia que aparecen y se extinguen. Pero casi
todos los países de este continente están maduros para una lucha de tipo tal,
que para resultar triunfante, no puede conformarse con menos que la instauración
de un gobierno de corte socialista.
En este continente se habla prácticamente una lengua, salvo
el caso excepcional del Brasil, con cuyo pueblo los de habla hispana pueden
entenderse, dada la similitud de ambos idiomas. Hay una identidad tan grande
entre las clases de estos países que logran una identificación de tipo «internacional
americano», mucho más completa que en otros continentes. Lengua, costumbres,
religión, amo común, los unen. El grado y las formas de explotación son
similares en sus efectos para explotadores y explotados de una buena parte de
los países de nuestra América. Y la rebelión está madurando aceleradamente
en ella.
Podemos preguntarnos: esta rebelión, ¿cómo fructificará?;
¿de qué tipo será? Hemos sostenido desde hace tiempo, que dadas sus características
similares, la lucha en América adquirirá, en su momento, dimensiones
continentales. Será escenario de muchas grandes batallas dadas por la humanidad
para su liberación.
En el marco de esa lucha de alcance continental, las que
actualmente se sostienen en forma activa son sólo episodios, pero ya han dado
los mártires que figurarán en la historia americana como entregando su cuota
de sangre necesaria en esta última etapa de la lucha por la libertad plena del
hombre. Allí figurarán los nombres del comandante Turcios Lima, del cura
Camilo Torres, del comandante Fabricio Ojeda, de los comandantes Lobatón y Luis
de la Puente Uceda, figuras principalísimas en los movimientos revolucionarios
de Guatemala, Colombia, Venezuela y Perú.
Pero la movilización activa del pueblo crea sus nuevos
dirigentes: César Montes y Yon Sosa levantan la bandera en Guatemala, Fabio Vázquez
y Marulanda lo hacen en Colombia, Douglas Bravo en el occidente del país y Américo
Martín en El Bachiller, dirigen sus respectivos frentes en Venezuela.
Nuevos brotes de guerra surgirán en estos y otros países
americanos, como ya ha ocurrido en Bolivia, e irán creciendo, con todas las
vicisitudes que entraña este peligroso oficio de revolucionario moderno. Muchos
morirán víctimas de sus errores, otros caerán en el duro combate que se
avecina; nuevos luchadores y nuevos dirigentes surgirán al calor de la lucha
revolucionaria. El pueblo irá formando sus combatientes y sus conductores en el
marco selectivo de la guerra misma, y los agentes yanquis de represión aumentarán.
Hoy hay asesores en todos los países donde la lucha armada se mantiene y el ejército
peruano realizó, al parecer, una exitosa batida contra los revolucionarios de
ese país, también asesorado y entrenado por los yanquis. Pero si los focos de
guerra se llevan con suficiente destreza política y militar, se harán prácticamente
imbatibles y exigirán nuevos envíos de los yanquis. En el propio Perú, con
tenacidad y firmeza, nuevas figuras aún no completamente conocidas, reorganizan
la lucha guerrillera. Poco a poco, las armas obsoletas que bastan para la
represión de pequeñas bandas armadas, irán convirtiéndose en armas modernas
y los grupos de asesores en combatientes norteamericanos, hasta que, en un
momento dado, se vean obligados a enviar cantidades crecientes de tropas
regulares para asegurar la relativa estabilidad de un poder cuyo ejército
nacional títere se desintegra ante los combates de las guerrillas. Es el camino
de Vietnam; es el camino que deben seguir los pueblos; es el camino que seguirá
América, con la característica especial de que los grupos en armas pudieran
formar algo así como Juntas de Coordinación para hacer más difícil la tarea
represiva del imperialismo yanqui y facilitar la propia causa.
América, continente olvidado por las últimas luchas políticas
de liberación, que empieza a hacerse sentir a través de la Tricontinental en
la voz de la vanguardia de sus pueblos, que es la Revolución cubana, tendrá
una tarea de mucho mayor relieve: la de la creación del segundo o tercer
Vietnam o del segundo y tercer Vietnam del mundo.
En definitiva, hay que tener en cuenta que el imperialismo es
un sistema mundial, última etapa del capitalismo, y que hay que batirlo en una
gran confrontación mundial. La finalidad estratégica de esa lucha debe ser la
destrucción del imperialismo. La participación que nos toca a nosotros, los
explotados y atrasados del mundo, es la de eliminar las bases de sustentación
del imperialismo: nuestros pueblos oprimidos, de donde extraen capitales,
materias primas, técnicos y obreros baratos y a donde exportan nuevos capitales
-instrumentos de dominación-, armas y toda clase de artículos, sumiéndonos en
una dependencia absoluta. El elemento fundamental de esa finalidad estratégica
será, entonces, la liberación real de los pueblos; liberación que se producirá,
a través de lucha armada, en la mayoría de los casos, y que tendrá, en América,
casi indefectiblemente, la propiedad de convertirse en una revolución
socialista.
Al enfocar la destrucción del imperialismo, hay que
identificar a su cabeza, la que no es otra que los Estados Unidos de Norteamérica.
Debemos realizar una tarea de tipo general que tenga como
finalidad táctica sacar al enemigo de su ambiente obligándolo a luchar en
lugares donde sus hábitos de vida choquen con la realidad imperante. No se debe
despreciar al adversario; el soldado norteamericano tiene capacidad técnica y
está respaldado por medios de tal magnitud que lo hacen temible. Le falta
esencialmente la motivación ideológica, que tienen en grado sumo sus más
enconados rivales de hoy: los soldados vietnamitas. Solamente podremos triunfar
sobre ese ejército en la medida en que logremos minar su moral. Y ésta se mina
infligiéndole derrotas y ocasionándole sufrimientos repetidos.
Pero este pequeño esquema de victorias encierra dentro de sí
sacrificios inmensos de los pueblos, sacrificios que debe exigirse desde hoy, a
la luz del día, y que quizás sean menos dolorosos que los que debieron
soportar si rehuyéramos constantemente el combate, para tratar de que otros
sean los que nos saquen las castañas del fuego.
Claro que, el último país en liberarse, muy probablemente
lo hará sin lucha armada, y los sufrimientos de una guerra larga y tan cruel
como la que hacen los imperialistas, se le ahorrarán a ese pueblo. Pero tal vez
sea imposible eludir esa lucha o sus efectos, en una contienda de carácter
mundial y se sufra igual o más aún. No podemos predecir el futuro, pero jamás
debemos ceder a la tentación claudicante de ser los abanderados de un pueblo
que anhela su libertad, pero reniega de la lucha que ésta conlleva y la espera
como un mendrugo de victoria.
Es absolutamente justo evitar todo sacrificio inútil. Por
eso es tan importante el esclarecimiento de las posibilidades efectivas que
tiene la América dependiente de liberarse en formas pacíficas. Para nosotros
está clara la solución de este interrogante; podrá ser o no el momento actual
el indicado para iniciar la lucha, pero no podemos hacernos ninguna ilusión, ni
tenemos derecho a ello de lograr la libertad sin combatir. Y los combates no serán
meras luchas callejeras de piedras contra gases lacrimógenos, ni de huelgas
generales pacíficas; ni será la lucha de un pueblo enfurecido que destruya en
dos o tres días el andamiaje represivo de las oligarquías gobernantes; será
una lucha larga, cruenta, donde su frente estará en los refugios guerrilleros,
en las ciudades, en las casas de los combatientes -donde la represión irá
buscando víctimas fáciles entre sus familiares- en la población campesina
masacrada, en las aldeas o ciudades destruidas por el bombardeo enemigo.
Nos empujan a esa lucha; no hay más remedio que prepararla y
decidirse a emprenderla.
Los comienzos no serán fáciles; serán sumamente difíciles.
Toda la capacidad de represión, toda la capacidad de brutalidad y demagogia de
las oligarquías se pondrá al servicio de su causa. Nuestra misión, en la
primera hora, es sobrevivir, después actuará el ejemplo perenne de la
guerrilla realizando la propaganda armada en la acepción vietnamita de la frase,
vale decir, la propaganda de los tiros, de los combates que se ganan o se
pierden, pero se dan, contra los enemigos.
La gran enseñanza de la invencibilidad de la guerrilla
prendiendo en las masas de los desposeídos. La galvanización del espíritu
nacional, la preparación para tareas más duras, para resistir represiones más
violentas.
El odio como factor de lucha; el odio intransigente al
enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y
lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar.
Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar
sobre un enemigo brutal.
Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a
su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un
minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aun
dentro de
los mismos: atacarlo dondequiera que se encuentre; hacerlo sentir una
fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá decayendo.
Se hará más bestial todavía, pero se notarán los signos
del decaimiento que asoma.
Y que se desarrolle un verdadero internacionalismo proletario;
con ejércitos proletarios internacionales, donde la bandera bajo la que se
luche sea la causa sagrada de la redención de la humanidad, de tal modo que
morir bajo las enseñas de Vietnam, de Venezuela, de Guatemala, de Laos, de
Guinea, de Colombia, de Bolivia, de Brasil, para citar sólo los escenarios
actuales de la lucha armada sea igualmente glorioso y apetecible para un
americano, un asiático, un africano y, aun, un europeo.
Cada gota de sangre derramada en un territorio bajo cuya
bandera no se ha nacido, es experiencia que recoge quien sobrevive para
aplicarla luego en la lucha por la liberación de su lugar de origen. Y cada
pueblo que se libere, es una fase de la batalla por la liberación del propio
pueblo que se ha ganado.
Es la hora de atemperar nuestras discrepancias y ponerlo todo
al servicio de la lucha.
Que agitan grandes controversias al mundo que lucha por la
libertad, lo sabemos todos y no lo podemos esconder. Que han adquirido un carácter
y una agudeza tales que luce sumamente difícil, si no imposible, el diálogo y
la conciliación, también lo sabemos. Buscar métodos para iniciar un diálogo
que los contendientes rehuyen es una tarea inútil. Pero el enemigo está allí,
golpea todos los días y amenaza con nuevos golpes y esos golpes nos unirán,
hoy, mañana o pasado. Quienes antes lo capten y se preparen a esa unión
necesaria tendrán el reconocimiento de los pueblos.
Dadas las virulencias e intransigencias con que se defiende
cada causa, nosotros, los desposeídos, no podemos tomar partido por una u otra
forma de manifestar las discrepancias, aun cuando coincidamos a veces con
algunos planteamientos de una u otra parte, o en mayor medida con los de una
parte que con los de la otra. En el momento de la lucha, la forma en que se
hacen visibles las actuales diferencias constituyen una debilidad; pero en el
estado en que se encuentran, querer arreglarlas mediante palabras es una ilusión.
La historia las irá borrando o dándoles su verdadera explicación.
En nuestro mundo en lucha, todo lo que sea discrepancia en
torno a la táctica, método de acción para la consecución de objetivos
limitados, debe analizarse con el respeto que merecen las apreciaciones ajenas.
En cuanto al gran objetivo estratégico, la destrucción total del imperialismo
por medio de la lucha, debemos ser intransigentes.
Sinteticemos así nuestras aspiraciones de victoria:
destrucción del imperialismo mediante la eliminación de su baluarte más
fuerte: el dominio imperialista de los Estados Unidos de Norteamérica. Tomar
como función táctica la liberación gradual de los pueblos, uno a uno o por
grupos, llevando al enemigo a una lucha difícil fuera de su terreno; liquidándole
sus bases de sustentación, que son territorios dependientes.
Eso significa una guerra larga. Y, lo repetimos una vez más,
una guerra cruel. Que nadie se engañe cuando la vaya a iniciar y que nadie
vacile en iniciarla por temor a los resultados que pueda traer para su pueblo.
Es casi la única esperanza de victoria.
No podemos eludir el llamado de la hora. Nos lo enseña
Vietnam con su permanente lección de heroísmo, su trágica y cotidiana lección
de lucha y de muerte para lograr la victoria final.
Allí, los soldados del imperialismo encuentran la
incomodidad de quien, acostumbrado al nivel de vida que ostenta la nación
norteamericana, tiene que enfrentarse con la tierra hostil; la inseguridad de
quien no puede moverse sin sentir que pisa territorio enemigo; la muerte a los
que avanzan más allá de sus reductos fortificados, la hostilidad permanente de
toda la población. Todo eso va provocando la repercusión interior en los
Estados Unidos; va haciendo surgir un factor atenuado por el imperialismo en
pleno vigor, la lucha de clases aun dentro de su propio territorio.
¡Cómo podríamos mirar el futuro de luminoso y cercano, si
dos, tres, muchos Vietnam florecieran en la superficie del globo, con su cuota
de muerte y sus tragedias inmensas, con su heroísmo cotidiano, con sus golpes
repetidos al imperialismo, con la obligación que entraña para éste de
dispersar sus fuerzas, bajo el embate del odio creciente de los pueblos del
mundo!
Y si todos fuéramos capaces de unirnos, para que nuestros
golpes fueran más sólidos y certeros, para que la ayuda de todo tipo a los
pueblos en lucha fuera aún más efectiva, ¡qué grande sería el futuro, y qué
cercano!
Si a nosotros, los que en un pequeño punto del mapa del
mundo cumplimos el deber que preconizamos y ponemos a disposición de la lucha
este poco que nos es permitido dar: nuestras vidas, nuestro sacrificio, nos toca
alguno de estos días lanzar el último suspiro sobre cualquier tierra, ya
nuestra, regada con nuestra sangre, sépase que hemos medido el alcance de
nuestros actos y que no nos consideramos nada más que elementos en el gran ejército
del proletariado, pero nos sentimos orgullosos de haber aprendido de la Revolución
cubana y de su gran dirigente máximo la gran lección que emana de su actitud
en esta parte del mundo: «qué importan los peligros o sacrificios de un hombre
o de un pueblo, cuando está en juego el destino de la humanidad.»
Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el
imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del
género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos
sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra,
haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar
nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con
tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.
El Diario del Che el 6 de octubre de 1967
Por:
Ernesto Che Guevara
OCTUBRE 6
Las exploraciones demostraron que teníamos una casa muy cerca pero también que, en una quebrada más lejana, había agua. Hacia allí nos dirigimos y cocinamos todo el día bajo una gran laja que servía de techo, a pesar que yo no pasé el día tranquilo, pues nos aproximamos a pleno sol por lugares algo poblados y quedamos en un hoyo. Como la comida se retrasó, decidimos salir por la madrugada hasta un afluente cercano a este arroyito y de allí hacer una exploración más exhaustiva para determinar el rumbo futuro.
La Cruz del Sur informó de una entrevista a los Cambas, Orlando fue un poco menos bellaco. La radio chilena informó de una noticia censurada que indica que hay 1,800 hombres en la zona buscándonos.
h-1,750 ms.
Las exploraciones demostraron que teníamos una casa muy cerca pero también que, en una quebrada más lejana, había agua. Hacia allí nos dirigimos y cocinamos todo el día bajo una gran laja que servía de techo, a pesar que yo no pasé el día tranquilo, pues nos aproximamos a pleno sol por lugares algo poblados y quedamos en un hoyo. Como la comida se retrasó, decidimos salir por la madrugada hasta un afluente cercano a este arroyito y de allí hacer una exploración más exhaustiva para determinar el rumbo futuro.
La Cruz del Sur informó de una entrevista a los Cambas, Orlando fue un poco menos bellaco. La radio chilena informó de una noticia censurada que indica que hay 1,800 hombres en la zona buscándonos.
h-1,750 ms.
COMCOSUR INFORMA
50 AÑOS DESPUÉS DE LA HIGUERA…
La herencia viva de un militante integral
Entrevista con Aleida Guevara /Sergio Ferrari
La herencia viva de un militante integral
Entrevista con Aleida Guevara /Sergio Ferrari
Medio siglo después de su asesinato en La Higuera, Bolivia, Ernesto Che Guevara sigue siendo una de las figuras políticas más universales. Prácticamente no hay movilización social donde el rostro del guerrillero argentino-cubano no aparezca como estandarte. El 9 de octubre de 1967, cuando cayó en la selva boliviana apenas contaba con 39 años. Pocas son las personalidades políticas que a pesar de su corta vida han marcado tanto la historia contemporánea. Su humanismo integral podría ser una de las explicaciones según explica su hija Aleida Guevara durante una reciente visita a Suiza organizada por la Asociación Suiza-Cuba. Hija mayor de cuatro hermanos, la doctora Guevara reside en Cuba país donde nació en 1960, menos de dos años después de la Revolución Cubana y apenas 4 años antes que su padre se lanzara al combate internacionalista, primero en el Congo y luego en Bolivia.
P: ¿Cuál es la principal herencia que recibió de su padre?
Aleida Guevara: Sin duda alguna, su capacidad de amar. Aunque yo era muy pequeñita cuando él desapareció físicamente de mi vida, siempre vi a mi padre como el hombre completo. No como un ícono ni una imagen vacía, sino como el ser humano que sabe amar. Y esa presencia activa de mi padre, se la debemos a mi madre. Una mujer extraordinaria que trasladó ese amor a sus hijos. Mi papá estaba siempre presente. Siempre era el “buenazo” de la película. Nosotros teníamos que ser buenos niños, buenos estudiantes, porque queríamos a nuestro padre y para que él estuviera orgulloso de nosotros. Sin embargo, mi mamá logro que nosotros llegáramos a vivir bien ese sentimiento sin imponernos nada, de forma natural…
P: ¿Y los recuerdos más conscientes, más carnales?
R: Cuando yo tenía 16 años mi madre me dio unas hojas manuscritas para que leyera, sin decirme quien era su autor. Me fui adentrando en ese texto hasta que me di cuenta que lo había escrito él. Eran notas sobre obre su primer viaje por Latinoamérica. Fue muy hermoso descubrir a ese hombre joven, que era mi papá y estaba muy cerca de mí. Un muchacho de casi mi misma edad. No era el hombre que yo conocía por haber leído -como todos los niños cubanos- desde muy pequeñita, es decir el guerrillero heroico, el comunista, el estadista, el dirigente. Ahí descubrí al joven que fue. ¡Fue una vivencia muy hermosa!
P: ¿Esa capacidad de amar que usted subraya como virtud del Che constituye un legado universal o familiar?
R: Estamos reproduciendo en el Centro de Estudios Che Guevara de La Habana, sus discursos. Y siempre hace hincapié en dos máximas: el estudio y la sensibilidad humana. Los jóvenes deben estudiar para relacionarse con la naturaleza sin lastimarla, aprendiendo de ella. Podemos controlarla, pero respetándola. Y deben ser sensibles ante cualquier cosa que suceda en cualquier rincón del planeta. Sin esa sensibilidad, no lograrán ser hombres completos. Necesitamos seres humanos con esa cualidad para crear un mundo diferente. De lo contrario, ¿cómo pedirle, por ejemplo, a un médico cubano que vaya a África a combatir el Ébola? Mi padre lo decía: “me pueden creer romántico o tonto, pero les digo que el verdadero revolucionario tiene que tener grandes sentimientos de amor. Sino no puede ser un verdadero revolucionario”.
P: Siempre se subraya la convicción internacionalista como otro valor esencial del Che… ¿Se le puede considerar, en cierta forma, un precursor del altermundialismo?
R: Él dijo en muchas ocasiones que el sueño más importante de nosotros es que un día a un congolés no le importe morir por la independencia de un país asiático ni a un latinoamericano le importe morir en territorio europeo si se trata de defender una causa. Que lo importante es que los seres humanos rompan esas fronteras y piensen en tanto especie humana que somos y acepten la necesidad que tenemos, mutuamente, unos de otros. Debemos avanzar juntos a pesar de las diferencias, especialmente culturales. Debemos sentir la necesidad de conocernos en tanto seres humanos de un mismo planeta.
P: Esa visión amplia, universal, que acaba de presentar está íntimamente relacionada al objetivo del Hombre Nuevo tan presente en el pensamiento de su padre.
R: Él lo dijo siempre hablando del hombre en el socialismo en Cuba. Quería un hombre que sea capaz de sentir, de ser sensible, solidario, que respete a los otros seres humanos. Y al mismo tiempo tenga la capacidad de aprender todo lo nuevo y bueno de la tecnología moderna sin dañar la naturaleza. Que sea capaz de crear para los demás.
P: ¿Cómo se expresaría hoy ese proyecto de Hombre Nuevo?
R: Conocí, por ejemplo, jóvenes médicos argentinos en la Escuela de Medicina Latinoamericana de Cuba. Son mujeres y hombres maravillosos, profundamente respetuosos del otro. Algunos de ellos fueron de vacaciones a su país después de cuatro años de no viajar. Aterrizaron, dejaron sus maletas, y se fueron a trabajar con comunidades indígenas muy alejadas. O bien, los jóvenes brasileros del Movimiento Sin Tierra (MST), con el que colaboro directamente, y que tratan de hacer realidad la Reforma Agraria sin la cual el campesinado no logra alimentarse. Que se comprometen a fondo para que la tierra esté al servicio del ser humano y no de las trasnacionales. He visto muchos jóvenes bolivianos que trabajan con el proceso de Evo y que buscan mejorar las condiciones de vida. O los estudiantes colombianos, que juntos con campesinos e indígenas, han demostrado ser una fuerza extraordinaria. O los hombres y mujeres mexicanas, que no callan, que siguen buscando a sus hijos desaparecidos, que rompen el miedo y siguen adelante. Muy recientemente, en Cuba, visité varias provincias para los preparativos del 9no congreso de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y fue maravilloso encontrar y trabajar con jóvenes de edad promedio 24-25 años deseosos de hacer cada día más por su país. En Europa, no puedo de dejar mencionar a los militantes de la solidaridad. Siempre presentes, siempre esforzados y conscientes.
P: ¿Qué piensa que sería hoy el Che si estuviera vivo: ¿un médico revolucionario, un ambientalista convencido, un militante altermundialista?
R: Es una pregunta muy difícil, sobre todo porque Papi no está aquí... Aunque si lo conocemos como creo realmente conocerlo, puedo asegurarle que Macri (Mauricio) no estaría en el Gobierno de Argentina. Porque si mi padre viviera, Argentina sería seguramente diferente. Él pensaba seguir de Bolivia a Argentina. Y si estuviera vivo hoy, significaría que hubiera triunfado, ya que siempre decía que en una revolución verdadera se triunfa o se muere. Si él estuviera vivo significaría que hubiera habido muchos cambios profundos en todo el Cono Sur latinoamericano. Sin duda sería un mundo muy diferente para todos. Quién sabe yo hubiera ido detrás de él para ayudarle. Lo que no dudo, es que él estaría cerca de nuestros pueblos. Siempre. Si siguiera vivo y no hubiera triunfado una revolución, estaría intentando hacerla. No me lo imagino de otra forma.
P: El Che y la revolución cubana son dos caras de una misma moneda. ¿Cuál es la situación actual del proceso en Cuba?
R: Estamos en un momento difícil, no solo nosotros sino el mundo entero. Porque a la cabeza de los Estados Unidos hay un presidente que tiene poder de destrucción y es impredecible, no confiable. Lo que dice hoy, lo desdice mañana. Por eso decimos que debemos estar preparados, y Cuba está preparada, su pueblo está decidido. En toda la historia transcurrida nos hemos dado cuenta de algo esencial: la única manera que Cuba puede sobrevivir es con su revolución. Mejorándola, perfeccionándola… Fuera de nuestro proceso social, desapareceríamos de la faz de la tierra de inmediato. Mantenemos nuestra sociedad socialista para poder vivir y para mejorar nuestro nivel de vida. Claro que no es simple…Especialmente porque desde siempre hemos sido solidarios con otros pueblos. Es evidente que cuando se es solidario hacia afuera no se puede crecer rápidamente, de un día a otro. Un ejemplo claro de los que digo son los miles de médicos cubanos que trabajan en muchos países, en la mayoría de los casos, totalmente voluntarios, como internacionalistas. Por último, quiero asegurarle que hemos aprendido a vivir así, de esta forma, y nunca nos han quitado la alegría de vivir. Es lo mejor que tiene el pueblo cubano. Incluso nos reímos de nosotros mismos. Por tanto, un pueblo que sabe reírse de sí mismo es prácticamente invencible. No hay forma de doblegarlo o quitarle su fuerza.
Sergio Ferrari (Suiza)
COMCOSUR INFORMA Nº 1848 - 05/10/2017
Hace pocos meses, Juan Martín, el menor de los cinco hijos de la pareja Guevara De la Serna, presentó el libro “Mi hermano el Che”.
¿Cómo murió el Che en Bolivia?
“Dicen que fue en combate, pero en realidad, no. Fue un asesinato del ejército boliviano. Le sacaron una foto como si fuera un trofeo. El Partido Comunista de Bolivia lo traicionó. No hay ninguna duda de que la URSS tuvo mucha importancia en su muerte. Las dos organizaciones de inteligencia más potentes del mundo en esa época, la KGB y la CIA, estaban muy de acuerdo en que no funcionara ese proyecto revolucionario latinoamericano. No le convenía ni a Estados Unidos, ni a la URSS. ¿Valía la pena que él se pusiera al frente de un grupo pequeño en Bolivia?. Ahí coincido un poco más con Fidel (Castro).
¿Si no hubiera muerto, qué seria del Che?
“Latinoamérica sería libre, soberana, independiente y socialista. Era lo que él quería. Hubiera triunfado. Hasta la victoria siempre, le va bien al pensamiento del Che. ¿Por qué no se quedó de ministro de algo en Cuba? Porque no era su objetivo en la vida. No era de sentarse en un escritorio. Siempre puso el cuerpo”.
¿Cómo te enteraste de la noticia?
“Yo trabajaba en una empresa de productos lácteos. En la madrugada aparecieron los diarios con la foto. Habían anunciado su muerte varias veces. Esta vez pensé que sí era cierto. Nos informaron desde La Habana que era el Che, que era Ernestito. El secretario de Interior de Bolivia había mandado a Cuba las manos, que le habían cortado para tomar las huellas dactilares, y el diario del Che”.
¿Cómo explicas la fama mundial del Che, medio siglo después?
“Si los mitos existen es porque las sociedades los generan. Las dos imágenes más conocidas en el mundo eran la de Cristo y la del Che. Un amigo después de leer eso me dice: ‘La de Cristo es mucho más conocida’. Claro, pero a Cristo lo asesinaron hace 2000 años, el Che hace 50. Le dije a una amiga: ni vos ni yo vamos a vivir dentro de 300 años y el Che va a seguir siendo el Che.
Su prestigio parece mas importante fuera de Argentina…
“Transmitir el pensamiento del Che en Argentina es más difícil, es riesgoso. Acá dicen que ‘el Che era sangriento y asesino’. Es por el temor que esos valores triunfen donde vos tenés millones de hectáreas, no sé cuantas fábricas, mucho dinero. En otros lugares es más lejano el riesgo. Nada es ingenuo”.
¿Cómo era su carácter?
“Cuando tenía algo en la cabeza, lo hacía. Era visionario, profundo en el pensamiento. En 1965 vaticina que la URSS va para atrás y recién en los años 90 va para atrás. El legado que deja a la juventud es su ética, su acción, los ‘huevos’ (coraje). El nunca dejó de ser argentino. No pudo olvidar el mate y el asado”.
¿Cómo era ser hermano del Che?
“Yo fui militante estudiantil antes del triunfo de la revolución. Mi familia era politizada. Y no es lo mismo ser hermano del Che que ser hermano de Pepe García (un fulano cualquiera). Nos enseñó a no leer las cosas como la Biblia. Tenía un concepto antidogmático, de libertad. Cuando fui a La Higuera (Bolivia) pensé: ‘¿Por qué yo no estuve acá, por qué no lo acompañé?’. Ser su hermano no siempre ha sido fácil. Nos han puesto bombas en casa, ametrallamientos, tiros. Uno sabe que los intereses que ha tocado son muy poderosos”.
¿Cómo era su hermano con las mujeres?
“Atraía a las mujeres. No era muy exigente en la belleza femenina, tenía que ser gente normal. Hilda (su primera esposa) no era Brigitte Bardot, ni Sofía Loren. ¿La mujer de su vida? Qué se yo. Aleida March es la mujer más importante, le dio 4 hijos, convivió con él en Cuba. Pero la más importante de sexo femenino fue la revolución, la mujer eterna del Che.
El legado revolucionario del Che
La praxis del Che se inscribe como parte de la tradición revolucionaria de América Latina. Es expresión y síntesis del marxismo-leninismo y de aportes de revolucionarios y revolucionarias de Nuestra América, como José Martí, Julio Antonio Mella y José Carlos Mariátegui. Junto a Fidel y el pueblo cubano, el Che logró llevar a fondo, en un proceso político concreto, todo el ideario antiimperialista que desde comienzos del siglo XX era parte del sentir de las grandes masas populares de nuestro continente. Supo constituirse así en el principal enemigo del imperialismo yanqui, pateando el tablero de su estrategia regional que implicaba hacer de América Latina “su patio trasero”.
El estudio y la recuperación de sus aportes a la lucha de las y los trabajadores revela y reafirma la integralidad de su pensamiento y la claridad de cómo llevar adelante una estrategia real para la toma del poder y para el proceso de construcción de una sociedad socialista. Desde una concepción profundamente revolucionaria y humanista, manifiesta numerosas veces que la posibilidad de la creación de sujetos nuevos solo será real con el pueblo como protagonista. Todos estos elementos presentes en su praxis refutan fuertemente los múltiples intentos de tergiversaciones que ha sufrido su figura en los últimos 50 años.
Patria Grande Socialista
El Che sabía que hay una historia que nos hermana, una historia de explotación y opresión a los pueblos por parte de las burguesías locales y por el imperialismo norteamericano. Pero también hay una historia de resistencia que es común a todos los trabajadores y trabajadoras, que hace siglos vienen peleando por su emancipación. Es por ello que desde el Frente Único HN-IR creemos que la lucha revolucionaria en el continente debe ser anticapitalista y antiimperialista, por una sociedad socialista y también feminista. Retomando al Che, creemos que para el desarrollo de una estrategia de poder revolucionaria nada se puede esperar de las burguesías locales que, aliadas al imperialismo, se han constituido en su furgón de cola.
Como parte de su proyecto estratégico, tanto el Che como Fidel entendían que la lucha por el socialismo no podía estar limitada entre fronteras nacionales y que por tanto era necesario e imprescindible el despliegue de la lucha revolucionaria a nivel continental. La Revolución Cubana, consciente de esa necesidad, se convirtió en punta de lanza para la construcción y apoyatura concreta a las luchas de los pueblos que peleaban en el mundo. Este proyecto internacionalista, que tuvo su expresión en África y también en América Latina, representaba una ruptura y un enfrentamiento directo con la concepción estalinista del “socialismo en un solo país”: contra el enemigo imperialista, hay que construir la Patria Grande Socialista.
En aquel momento en América Latina, así como en otros lugares del mundo, florecían movimientos y organizaciones revolucionarias que, también inspirados por el pueblo cubano, expresaban la radicalización de la lucha de clases. No fue sin un análisis minucioso de todas esas condiciones, así como también de la situación particular de Bolivia, cuna de la primera revolución obrera en Sudamérica en 1952, que el Che se dirigió hasta allí. Su lucha en ese país, así como en tantos otros, evidencia una reivindicación práctica de la importancia del internacionalismo proletario en la construcción de un proyecto integral.
En la experiencia de lucha boliviana nos resulta indispensable destacar el empeño revolucionario de Haydeé Tamara Bunker Bide, más conocida como Tania, que asumió con valentía y firmeza revolucionaria la tarea de estudiar de forma minuciosa las condiciones de la política nacional boliviana y la composición del ejército. Sobresaliente por su entrega en la lucha por la libertad de los pueblos de América y el mundo, desarrolló el trabajo clandestino en Bolivia llegando a insertarse en las esferas más altas del gobierno boliviano, asumiendo también tareas en el Ejército Guerrillero bajo la comandancia del Che. Compañera que, conciente de la importancia de luchar por la liberación de los pueblos del continente, dejó un legado revolucionario como marca de fuego en la historia.
Y su marcha de gigantes no se detendrá
“No es el canto del cisne de una revolución en derrota, es un himno revolucionario destinado a eternizarse en los labios de los combatientes de América. Tiene resonancias de historia”.
“Ahora sí la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia”. Una historia que para el Che, no sólo debía alentar a todos los pueblos a tomar su derecho a la rebelión, sino también ser ejemplo de una conciencia forjada en el anticapitalismo y en el antiimperialismo; una historia que la escriben los pueblos y debe tener en sus puños, ideas y praxis, los valores de una sociedad socialista.
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El Che sigue naciendo y es revolución
Desde el Frente Único Izquierda Revolucionaria-Hombre Nuevo, como forma de recuperación del legado de Ernesto “Che” Guevara hemos realizado una compilación de discursos y textos de su autoría, desde los que nos proponemos recuperar la integralidad de su praxis revolucionaria a partir de cuatro grandes ejes. El primero, su visión sobre la situación y las alternativas para el desarrollo de una salida revolucionaria en América Latina, se abordan en los textos “Táctica y estrategia para la revolución latinoamericana”, “Guerra de Guerrillas: Un método” y “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”. En segundo lugar, nos interesa rescatar su caracterización de los trabajadores como sujetos activos del cambio social, siendo “El socialismo y el hombre en Cuba” un escrito que aborda esta cuestión con una extrema claridad. También, recuperamos sus caracterizaciones en torno a la principal herramienta de organización política de las y los trabajadores y el pueblo: el partido. “El cuadro, columna vertebral de la revolución” y “Contra el burocratismo”, desarrollan a fondo las características que debe asumir un partido revolucionario.
En este 50º aniversario de su caída en combate, nos interesa también poner de relieve sus aportes en el plano económico en torno a la construcción del socialismo y los debates de planificación y mercado, que han sido poco difundidos y estudiados.
En síntesis, el libro “El legado revolucionario del Che. Selección de escritos y discursos” pretende ser un aporte para recuperar en profundidad la praxis del Che, su legado y su vigencia en un sentido revolucionario. Para retomar de forma creativa y heroica ese hilo rojo, para que de una vez por todas el sueño de la Patria Grande Socialista se haga realidad.
“Sepan los nacidos y los que van a nacer que nacimos para vencer y no para ser vencidos” ¡Hasta la Victoria Siempre, Venceremos!
Confirman presencia de Evo Morales en homenajes al Che en Vallegrande y La Higuera
El viceministro de Coordinación con Movimientos Sociales, Alfredo Rada, confirmó hoy la presencia del presidente boliviano, Evo Morales, en las actividades de homenaje al Che en la ciudad de Vallegrande.
Según declaraciones de Rada a la prensa, Morales también participará en los actos de La Higuera, donde murió Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967, meses después de iniciar un movimiento revolucionario llamado Ejército de Liberación Nacional. El funcionario detalló que para el 8 de octubre está prevista una romería desde el municipio de Pucara o Cruz de Pucara a La Higuera, a fin de rendir homenaje al Guerrillero Heroico.
Un día después -complementó Rada- tendrá lugar una concentración en el aeropuerto de Vallegrande, departamento de Santa Cruz, donde en junio de 1997 fueron hallados los restos del Che y otros guerrilleros, en una fosa común.
A la ceremonia asistirán los vicepresidentes de Cuba y Venezuela, Ramiro Valdés y Tareck El Aissami, respectivamente, así como representantes de organizaciones sociales de América Latina.
Hasta el 9 de octubre, la ciudad boliviana de Vallegrande es epicentro de diversos homenajes al Che, en los cuales además participan familiares y amigos del revolucionario argentino-cubano.
(Información de Prensa Latina)
Cámara de Diputados de Bolivia propone entregar medalla Che Guevara
Según el Proyecto de Ley 346 presentado por el vicepresidente del país y titular del Legislativo, Álvaro García Linera., la Condecoración “Ernesto Guevara de La Serna ‘El Che'”, será otorgada a la ciudadana o ciudadano nacional o extranjero, en mérito a sus actos relacionados con la promoción de la igualdad social y el socialismo, y de manera póstuma a los familiares de aquéllos o aquéllas.
El Parágrafo III del Artículo único establece que será el Presidente o Presidenta del Estado conferir la Condecoración, mediante Resolución Suprema. Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores reglamentará las características, los procedimientos, criterios de selección, depositario y demás particularidades para la otorgación de la Condecoración, según un boletín informativo de la Cámara de Diputados.
Además, a propuesta de la diputada Sonia Brito, del gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS), se aprobó la norma sobre los bienes que fueron aprehendidos a los guerrilleros del Che en octubre de 1967.
Según un comunicado, los diputados decidieron considerar como patrimonio cultural esos bienes por su “valor histórico para las nuevas generaciones de revolucionarios”.
Ambos proyectos fueron enviados al Senado, también controlado por el MAS, para su análisis.
La norma tiene como objetivo que los bienes culturales de quienes participaron en las guerrillas de Ñancahuazú y Teoponte “sean recuperados para evitar su comercialización por parte de privados”, señala el comunicado.
“Estos bienes, lamentablemente, fueron vendidos por personas inescrupulosas, las que (se) lucraron con estos objetos de gran valor para las nuevas generaciones de revolucionarios que consideran que Ñancahuazú fue un hito histórico, por lo que conservar(los) y recuperarlos es necesario”, sostuvo Brito.
La norma establece como “prioridad nacional” la puesta en marcha de proyectos para “catalogar, proteger, preservar, restituir y salvaguardar” estos bienes culturales y el patrimonio documental y archivos relacionados con las guerrillas, indica la nota.
Estas tareas serán encargadas al Ministerio de Culturas y Turismo y la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.
El Ministerio de Culturas y las gobernaciones y municipios donde combatieron las guerrillas tendrán 120 días para presentar un “Plan Específico de Gestión del Patrimonio Cultural” para preservar los “bienes de la guerrilla”, informó la Cámara de Diputados.
La aprobación de esta norma se da dentro de los homenajes que prepara estos días el Gobierno de Morales, que es admirador del Che, con motivo del medio siglo de la muerte del guerrillero en Bolivia.
(Con información de EFE y La Razón)